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Era el segundo receso, Mina ya no la pasaba tan bien. Echó una sonrisa fingida y bajó la mirada. Podía notar como sus cabellos color café caían por sobre sus ojos, haciendo que le incomodara y diera un pequeño soplido para despejar el área de su vista.
El asunto de que Chae Young piense que es "cool" tener ese "poder" (o maldición, como lo definiría Mina) le generaba angustia.
Podría parecer algo bueno, un beneficio para su vida, pero no lo era. Vamos con un pequeño ejemplo para se entienda el error de todo esto: Si venía un amigo a contarle que había conseguido pareja, pero ella veía que sus hilos no estaban conectados, le tendría que decir con suma delicadeza que no era la persona indicada. No solo ha pasado con amistades, también con familiares. Y era feo, algo horrible. Muchos la trataban de paranoica, de insegura, de celosa, ¡Hasta una vez la acusaron de ser la causante de romper parejas ajenas!, Estaba cansada ya de todo eso.
Y luego de varios incidentes de que siempre ella quedara mal, decidió no meterse más. Pero a veces, sin querer, veía esos hilos nuevamente. Con tan solo analizar a esa persona, podía ver ese lienzo rojizo intenso colgando del dedo meñique.
— Puedo ver el "famoso" hilo rojo que conectan a las personas... Realmente soy un caso raro. — Musitó para ella misma.
Y de repente, pudo notar como en su mejilla se sentía algo húmedo escurrirse; era una pequeña lagrima.
«Sé que, si supiera mi hilo rojo, no sufriría tanto por chicas equivocadas que se cruzasen en mi camino. Pero si no lo supiera por medio de mi poder, sabría que estoy encontrando el otro extremo del hilo por mi propia cuenta; sin ayuda de nada o nadie». — Pensó, mientras limpiaba con sus delicados dedos las lágrimas que dejaban evidencia del malestar presente, sin darse cuenta de que su mejor amiga estaba observándola, apoyada muy panchamente en el marco de la puerta del salón.
La joven coreana tocio falsamente para que Mina se diera cuenta de su presencia. Al hacer esto, momentáneamente, la contraria dio un pequeño saltito de la silla y sostuvo su cabeza con la mano. Esto último debió ser para que Chaeng no viera los ojos cristalizados, ya que la palma los tapaba.
— Traje algunos kimbaps, tus favoritos.
Mina asintió levemente, sin mirar la bandejita que le dejó su mejor amiga arriba del pupitre. — Gracias. Luego comeré.
— ¿Necesitas hablar?
Mina se dignó a mirarla con el ceño fruncido, pero a los segundos, al sentir la paz que transmitía los ojos de Chaeng, se rindió. Era algo imposible enojarse con ella.
Sí, quería espacio. No, no quería hablar.
Aun así, inhaló de una forma exagerada, y exhaló con tranquilidad, para luego poner su espalda recta en la silla. Sentía la necesidad de estar cómoda para poder hablar. — Estoy triste.
— Wow... sorpresa. — Tiró con sarcasmo, haciendo que Mina respondiera con un chasquido de lengua y se encogiese de hombros. — ...Niña obvia, quiero saber el motivo. Vamos, aprovecha que estamos en el segundo receso, y tu "psico-mejor amiga" está aquí contigo.
Se rio para sus adentros. — ¿Qué estupidez acabas de decir? — Chae Young era muy buena inventando palabras realmente inútiles y sin chiste. — Es algo que me está atormentando hace mucho, Chae Youngie...
— Soy toda oídos, vista y tacto.
La japonesa transmitió confusión al hacer una expresión en el rostro. — ... ¿Tacto para qué?
— Quizás necesites un abrazo, ¡O muchos!
— B-bien...
Chaeng dejó que nuevamente sus comisuras ascendieran hasta dejar ver unos lindos hoyuelos formados gracias a su bella sonrisa. — Mina unnie, usted es muy linda cuando tartamudea.
Y esas palabras fueron las últimas gotas que rebalsaron el vaso.
Podía jurar que su corazón se saldría aleteando del pecho junto a las mariposas de su estómago, era una sensación que hace mucho no le pasaba con la señorita Son Chae Young.
Así es. Mina antes gustaba de su mejor amiga. Un caso constante y bastante normal en el tema de las mejores amistades. Pero un día, todo eso se acabó. Las ilusiones se hicieron cenizas.
Fue el otoño pasado, cuando Mina decidió contarle sobre su orientación sexual a Chaeng. Obviamente, su mejor amiga la entendió y agradeció por confiar en todos los casos, pero ella pronunció algo que la destruyó por dentro: "Eres tan guapa y brillante, ¡Tendrás a todas las chicas detrás de ti! Sí me gustasen las chicas, sería una sin dudarlo."
"Sí me gustasen..."
Desde ahí, decidió enfocarse en otra persona.
Pero cuando Chae Young decía algo tierno, no podía controlar más a su corazón, ni tampoco calmar las mariposas coloridas que habitaban en su estómago.
— Chaeng... Y-yo... — Sentía que lo necesitaba hacer de nuevo. Que lo podía hacer de nuevo. Que debía hacerlo de nuevo.
La miró, haciendo contacto visual instantáneo.
Juró haber notado en tan solo cinco segundos de mirada, en esos ojos almendrados, ligeramente salpicados con el color de la mismísima miel, una galaxia vibrante habitar allí dentro.
Realmente se perdió en su mirada. Esos demonios almendrados la atraparon en cuestión de pocos segundos. Fue un completo GAME OVER; fue un año de lucha constante para nada.
Zamarreó con delicadeza su cuerpo mientras trataba de gritar por dentro, y tragó para sacar el nudo que se le generó en la garganta; tenía que disimular, no quería perderla por unos tontos sentimientos que quizás podría controlar.
Mientras Mina trataba de batallar contra ella misma, Chae Young se había quedado muda; esperando una respuesta. Al no escuchar ni percibir nada, aprovechó el silencio para tender su mano y apoyarlo en la pierna enyesada de la japonesa. — Minari unnie, ¿Todo está bien?
Gracias al habla de está, la chica trance se había dado cuenta de la acción que hizo la menor.
Y fue ahí...
Observó detenidamente la mano pequeña y blanquecina que tapaba muchos de los garabatos del yeso, encontrándose con un hilo atado en su meñique.
Esto le había pasado ya varias veces con ella, pero obviamente, siempre trató de analizar a otra persona para no ver más el cordoncito de su amor imposible. No quería saber quién era el afortunado, o en qué dirección iba.
Pero para su mala suerte, solo estaban ellas dos. No había nadie más para sacarla de sus apuros. Cerró sus ojos con fuerza y llevó la mirada hacia la ventana, entre tanto, su mejor amiga seguía preocupada por la conducta un tanto raro de esta. — Mina ¿Quieres que llame a la enfermera?, ¿Estás bien?, ¿Te duele algo?
Tratando de hacer oídos sordos a esas dulces preguntas, esta vez Mina se rascó la frente de lo nervios, mientras veía como una tira de fibra se balanceaba a la par de los movimientos de su mano.
«¿Qué mier...?» Sacó rápidamente la extremidad de su rostro y la miró detenidamente, solo prestando atención a ese hilo rojo colgando de su meñique.
Era la primera vez que lo veía en ella.
Con miedo, dio un reojo al meñique de Chae Young, viendo perfectamente como un mismísimo hilo las conectaba.
Los ojos pertenecientes a Mina, a medida que pasaban los segundos, mientras estaban enfocados en el hilo, se hacían cada vez más brillosos. Aclaró su garganta, y echó atrás sus mechones salidos. — Chae Young, t-tú me pasas. Y es hora de que te confiese algo.
Porque no importaba si ahora la rechazaba. Su hilo rojo ya estaba conectado con el de ella, tarde o temprano, sin apuros y sin forzar, atravesando obstáculos, las cosas pasarían en su debido momento.
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