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Capítulo 8 "Otra vez"

Mi cuerpo dolía, haciéndome recodar aquellos golpes bruscos que fueron directo a mi cuerpo, también me hacían recordar la lluvia helada que empapaba mi ser y luego, luego recordaba aquel chico de la máscara, mi salvaron. Después de recordar lo último, me desperté de golpe para observar donde me encontraba, pues aquel chico me había cargado quién sabe a dónde y debía mantenerme alerta, después de todo, los hombres me querían matar, así como lo había hecho yo con ellos, con la única diferencia que yo tenía una razón para hacerlo, ellos no.

Empecé a mirar a mi alrededor, dándome cuenta que estaba nuevamente en aquella casa lujosa a las afueras de París, suspiré aliviada al saber que no estaba en un calabozo o algo parecido, pero mi calma se fue al carajo al ver como aquel chico de la máscara, me miraba fijamente sin parpadear, como observando cada detalle de mi rostro y cuerpo, rápidamente tomé las sábanas y empecé a cubrirme, pero el soltó una risita burlona haciéndome confundir.

—No creas que te estoy mirando por eso. —aseguró con aquella voz gruesa que me ponía mal.

—¿Entonces por qué me está mirando así? —pregunté con seriedad.

—Solo observada que tus heridas estuvieran bien. —confesó.

Alcé mis manos para tocar mi rostro, dándome cuenta que las heridas estaban vendadas y los moretones tenían una sustancia extraña que al parecer servía para aliviar el dolor, también observé mi cuerpo y estaba igual, con vendas y pomadas, nuevamente suspiré aliviada y murmuré un leve "gracias" sin ser capaz de levantar mi rostro, pero el solo río nuevamente y salió de la habitación sin decir nada, debía admitir que el comportamiento de aquel chico me ponía muy nerviosa, cosa que ningun hombre había logrando. 

Después de unos minutos aburrida en la cama, decidí levantarme para dar un paseo por la mansión, pero al tratar de hacerlo, rápidamente caí al suelo sintiendo un dolor terrible en una de mis piernas, desvíe mi mirada hacia mis piernas y observe que la derecha estaba con un yeso pesado y demasiado adherido a esta, traté de levantarme, pero era inútil, mi pierna dolía mucho y no tenía las fuerzas suficientes para no hacer uso de ella.

—¡Señorita! —exclamó una señora vestida de sirvienta—. Déjeme ayudarla.

—No te preocupes, solo no sabía que tenía una pierna rota. —dije apoyándome en la señora para sentarme nuevamente en la cama.

—Pequeños detalles que olvidé mencionarte. —comentó el chico el cual traía unas mujeres bajo su brazo.

—¿Pequeños detalles? —indagué—. Creo que esto es algo muy serio.

—Solo camina con las muletas, será más fácil. —propuso— te espero en el comedor para desayunar.

No podía ver su rostro bien, pero estaba seguro que se estaba burlando de mí debajo de esa máscara, la cual seguía sin entender su uso ¿Acaso ocultaba algo? Debía averiguar el originen de aquella máscara extraña y la señora amable que estaba aquí, podría ayudarme a saber la verdad sobre todo esto. Después de unas horas, bajé al comedor con ayuda de la señora, la cual el chico había puesto bajo mi mando, ya que en las condiciones en las que estaba, no podía valerme de mi misma.

En el comedor había todo tipo de comida: cereales, yogurt, leche, frutas, pan, waffles y muchas cosas más, las cuales tardía horas en decirlas todas, rápidamente tomé un poco de todo, tratando de verme lo menos hambrienta posible, al chico frente a mí le hacía gracia verme disfrutar la comida sobre la mesa, mientras admiraba el lugar en el que me encontraba. Mientras terminaba de desayunar, uno de los empleados trajo unos papeles y los lanzó sobre la mesa, rápidamente me atragante con la comida, pues reconocía esos papeles, era el contrato que tanto había deseado el chico que yo firmara.

—¿Acaso no puedo desayunar en paz? —demande—. Debe estar muy urgido.

—Sabes que no lo hago por placer, lo hago por dinero. —recordó.

—¿Entonces por qué hace un contrato tan explícito como este? —cuestioné.

El chico remango las mangas de su camisa, dejándome ver sus sus brazos fuertes, a los cuales se le marcaban pequeñas venas que lo hacían lucir bastante interesante, rápidamente traté mirarlo a él y no a sus brazos, impidiéndome seguir delirando con ellos.

—¿Ves ese sillón de allí? —preguntó señalándolo.

—Sí. —afirmé.

—Seria interesante ponerte en cuatro en ese mismo lugar, tal vez unas cuantas veces al día. —dijo sin más.

Mi mandíbula cayó al suelo al escucharlo decir eso con tanta naturalidad, tratando de no imaginar lo que él había acabo de decir, tratando de no sentir aquellas cosquillas en mi intimidad que me hacían delirar con tenerlo cerca de mí. Parpadeé unas cuantas veces y traté nuevamente de volver a la normalidad, como si lo que acabara de decir no me hubiera afectado en nada, abrí el contrato y no pude evitar volverme a poner nerviosa al leer todo eso.

Las noches de placer que aquel chico me proponía, las cadenas y esposas que me juraba poner, los lugares alocados en los que quería hacerme suya, los juguetes sexuales para mi placer y los horarios extendidos en los cuales solo me dedicaría a hacer el amor con él. Todo eso y más había escrito en el contrato, dudé una vez más en firmarlo, pues no sabía nada de él, ni siquiera sabía su nombre y eso hacia que me interesara más él. Suspiré frustrada, luego recordé lo que me esperaba en la calle de aquel barrio peligroso y sin más decidí firmarlo.

—¿Cumplirá con todo lo que dice aquí si llego a firmarlo? —cuestioné.

—Cada una de ellas. —aseguró.

—Esta bien. —suspiré y luego firmé.

El hombre parado al lado mío, tomó el contrato y se lo entregó al chico, el cual puso su firma al lado de la mía. Mi corazón palpita con fuerza, había afirmado aquel contrato que me ponía en situación tan delicadas como follarme en esta mesa o ponerme en cuatro en el sillón de al lado, todo esto parecía una sueño, un sueño que se iba a poner muy candente.

—Por cierto, mi nombre es Honrixs Walrider.

😈

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