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Sonrisa alegre


Tenía un buen presentimiento sobre ese día. No era nada extraordinario, pero YoonGi sentía que podía empezarlo todo.

Quizás era porque la madre de NamJoon le regaló Jjajangmyun de sobra para que pudiera comer por dos días seguidos, o podía ser la sensación de euforia que lo invadía al pensar en uno de sus proyectos para fin e mes y conseguir una flameante y alta nota.

Todo podía pasar.

Incluso escuchar una confesión que no quería.

Estaba subiendo al segundo piso, con papeles de un maestro que sospechaba que lo odiaba y gruñendo maldiciones, durante la segunda clase el día cuando aquello sucedió.

Su hilo rojo se tensó al mismo tiempo que la voz suave que conocía de mala gana sonó. Estaba por darse la vuelta, buscar otro camino aunque se le rompieran los delgados brazos por cargar tanto.

—Lo siento mucho... —YoonGi rodó los ojos. ¿JiMin no conocía palabras mejores? Era un diccionario de un millón de formas de disculparse. Que estrés— Me siento muy halagado y honrado. Pero...

—O-oh —murmuró alguien. Una chica, YoonGi agudizó el oído por mera curiosidad—. Lo entiendo.

—¡Perdón! —Volvió a decir JiMin, sonaba distinto. Nunca se había disculpado así con él, estaba lleno de un arrepentimiento triste— Todo esto es muy repentino y... Lo lamento, no puedo... C-corresponder tus sentimientos.

Oh, así que era una declaración de amor. YoonGi apretó los dedos sobre sus papeles y juntó sus cejas, una sensación extraña corriendo por estómago.

Era decepción.

Hubiera sido perfecto si el estudiante de canto aceptaba de alguna manera la propuesta. Entonces habría una forma mucho más fácil de separar su unión, o eso creía él.

—¿No puedo tener una oportunidad más, Oppa? ¡Podríamos conocernos y quizás tú... !

¡No le ruegues! YoonGi se palmeó la frente, negando. Sin embargo eso hizo que perdiera el equilibrio entre sus brazos y todo cayera el suelo con un sonido brusco.

Levantó la vista rezándole a los dioses que ninguna de las dos personas hubiera escuchado su desastre. Sin embargo encontró la cabeza de JiMin asomándose al piso de bajo.

Sus miradas se encontraron y YoonGi arrugó la nariz, intentando mostrarle su disgusto y alguna forma de alejarlo.

—¿Ser amigos? Eso sería demasiado cruel, no deberías aceptar esto... Lo siento, de verdad. Me siento tan apenado.

—Oh, entiendo... —La chica dijo, al parecer entendiendo por fin que no tenía oportunidad con el estudiante de canto. YoonGi apretó sus labios en la línea, inclinándose para recoger sus papeles.

Nunca había escuchado un rechazo tan amable.

El mismo había rechazado un par de chicas cuando era más joven, creía que no serviría porque ninguna de ellas estaba atada a él y podía sentir que jamás lo estarían. Después, JeongYeon opacó toda posibilidad de interactuar con más chicas y como resultado no era demasiado popular.

JiMin se disculpó como otras tres veces, antes de marcharse. Y YoonGi apresuró sus movimientos mientras escuchaba los zapatos del chico saltar los escalones.

—¡YoonGi Sunbae! —Para su eterna desgracia el menor brincó los últimos escalones de golpe y en un pestañeo lo estaba ayudando a cargar sus papeles— Buenos días.

—¿Qué tienen de buenos? —gruñó, tomando las hojas de vuelta.

JiMin disminuyó su sonrisa, mirando sus zapatos.

—Supongo que... Hoy nada. —Y su mueca alegre terminó por deshacerse lentamente. YoonGi se pasó los dedos por su oreja, aunque sus papeles se tambalearon.

—Oye, fuiste muy amable con ella.

Después de decir aquello, YoonGi se mordió la lengua con mucha fuerza, estaba dejándose en evidencia de ser un curioso. ¿Y estaba intentando consolarlo? Sinceramente, ¿qué demonios con él?

—¿Sí? —JiMin no lo juzgó por escuchar su conversación, ni si quiera le dio relevancia— Siempre que me suceden estás cosas, es... Triste.

—Entonces deberías aceptar una de sus declaraciones —dijo, dando por terminado el tema pero el chico de cabello cereza lo irrumpió con un reclamito.

—¡Sunbae! No puedo tomar sus sentimientos a la ligera.

JiMin se veía tan asustado que YoonGi tuvo una pizca de simpatía con él. No soportaría estar unido con una persona que no podía tomarse el amor como algo serio y sí un asunto para pasar el rato.

Destetaba a los chicos malos y a los chicas rompecorazones.

El menor parecía muy lejano a ser algo así, a pesar de lo famoso que era.

—Ah, es mejor, eres una persona correcta.

Terminó por decir, intentando no halagarlo demasiado.

—¿Usted cree? —preguntó JiMin, su sonrisa se recuperó un poco y con ella su aura rosa.

—Te conocí esta semana, JiMin.

Le recordó mientras rodaba los ojos y comenzaba a subir las escaleras. El estudiante de canto fue detrás de él.

No iba a decirle que podía asegurarlo completamente. No era del tipo de personas con una fe ciega, con JeongYeon le había tomado más de medio año saber qué clase de chica era.

—¿Eso es un no? —Llevó un poco de aire a sus mejillas.

—Eso es un demasiado pronto para darte una respuesta. De cualquier modo, ¿por qué diablos estás siguiéndome?

—Oh. —La sorpresa de JiMin pronto se convirtió en una expresión alegre. El mayor contuvo una mueca de repulsión ante sus cambios repentinos de humor—. Vamos al mismo piso.

—¿Por qué cambias tanto de humor? —le preguntó apurando el paso. Para su mala fortuna JiMin también aumentó el ritmo de sus pasos.

—¿Lo hago? —Batió las pestañas lentamente y sus labios se levantaron en un pequeño puchero.

¡Ahí estaba otra vez!

—Como sea. Bien, vete. —Se detuvo frente a la puerta del despacho de su superior de música y no se movió a mirar a JiMin—. Yo me detengo aquí.

Intentó con su pie, abrir la puerta pero fue imposible. Estaba bien sellada.

—¿Puedo abrir la puerta por usted, Sunbae? —Le propuso JiMin a sus espaldas pero YoonGi gruñó, forzando la hendidura de la puerta con su pie en sus tenis viejos.

—No.

No era bueno que permitiera que JiMin le hiciera favores, tenía que mantenerse lo más lejos de él. Al otro lado del mundo si era posible.

Si se dejaba ayudar, empezaría a estar jodido.

El mango había sido uno muy especial porque se moría de hambre, realmente. Le pegaría la fruta con otra de su agrado y entonces la distancia regresaría. Eso sonaba bien, aunque, ¿qué fruta le gustaría? Tendría que esperar a tener el suficiente dinero para comprar una. 

—¿Está seguro?

—Sí, piérdete —masculló entre dientes sin estar seguro de que el chico lo obedecería. Se acercó y con tres dedos intentó mover el seguro.

Entonces la puerta se abrió por dentro, golpeándolo.

YoonGi se echó hacia atrás por el golpe y dejó que los papeles fueran al suelo nuevamente.

Se tocó la frente, intentando detener la punzada de dolor.

—¡Ay, ay! ¡Lo siento mucho, lo siento mucho!

—¡HoSeok Hyung! ¡Creo que rompiste a YoonGi Sunbae! —le gritó JiMin al chico que le había golpeado e intentó tomarle el rostro para inspeccionarlo, usando sus dos palmas cálidas.

Inmediatamente YoonGi dio dos pasos atrás, coloreándose rojo de la furia. ¿JiMin creía que tenían la suficiente confianza para que pudiera tomar su cuidada y preciada cara? ¡Por supuesto que no!

—¡¿Cómo me va romper, gran idiota?! ¡Y tú, idiota dos...!

Clamó mientras sus ojos se posaban sobre el chico desconocido.

—¡De verdad que lo siento mucho! —Siguió exclamando el otro chico— ¡Puedes golpearme con la puerta de vuelta!

HoSeok sostuvo la puerta frente a su cara y JiMin tomó la perrilla intentado detenerlo.

—¡HoSeok Hyung!

—¡No voy a hacer eso! —YoonGi presionó más fuerte su mano contra su frente, intentando desviar la punzada de dolor. La información que acaba de recibir por fin llegó a su cerebro— Esperen, ¿se conocen?

—Sí. —Asintió JiMin dos veces seguidas con la cabeza. El otro chico todavía estaba mordiendo las uñas.

—Oh, dioses, no sé porque no me sorprende... —farfulló, aspirando hondo. Apartó su mano y dirigió ojos firmes al otro chico— No te acerques.

Le advirtió inclinándose para levantar sus hojas. Su profesor definitivamente iba a bajarle sus notas por maltratar tanto sus documentos.

JiMin lo imitó, en silencio.

—¡No voy a volver a golpearte! —lloriqueó HoSeok, también ayudando a una distancia prudente.

YoonGi le arrebató las hojas a JiMin y a HoSeok, aunque al segundo mucho más suave. Después caminó hacia la oficina suspirando de alivio al dejar el encargo sobre la mesa, por fin.

—Ese chico es muy aterrador —le dijo HoSeok a JiMin, abrazándose.

—¿YoonGi Sunbae? —Sacudió la cabeza, sonriendo en grande—, creo que es genial.

HoSeok lo miró muy extrañado.



Pasando el medio día, YoonGi tenía la frente roja. Era una pequeña mancha justo arriba de sus cejas que resaltaba en su tez y le dolía un poco si gesticulaba demasiado.

Los chicos del club lo observaron por un buen rato, el primero en preguntar por todos fue TaeHyung.

—Ah, YoonGi, ¿Qué te pasó en la frente? —YoonGi la arrugó. Sus cabellos estaban peinados hacia atrás y el enfermero de la escuela insistió demasiado en ponerle un poco de crema.

—Un Hyung lo golpeó —contó JiMin, de pie junto a los demás.

Rodó los ojos, tomando su mochila para buscar su llavero donde tenía el juego de la puerta del club. Ese día los dos chicos habían llegado diez minutos antes que él a pesar de que siempre era muy puntal en abrir su salón de estudio.

—¿Qué? ¿Te dieron una paliza? —Intervino NamJoon, abriendo los ojos. Pensar en YoonGi peleando era como imaginar una versión paralela, su amigo apenas soportaba correr.

—No fue así —dijeron él y JiMin al unísono. YoonGi frunció el entrecejo escuchando la risita apenada de JiMin. Ugh, no, que molesto ese sonido.

—Diablos, no encuentro mis llaves —De pronto tuvo un recuerdo de su juego con su llavero de kumamon a un lado de la pecera de Dorotea—. Chicos, creo que las olvidé...

Confesó mordiéndose un poco los labios.

NamJoon agitó sus baquetas en el aire, sin importarle.

JiMin sonrió, antes de hablar dulcemente.

—Sunbae, no tiene que...

—¿Qué sería usted sin mí, presidente? —Con tono juguetón alguien preguntó a sus espaldas. YoonGi se volvió, dejando a JiMin con las palabras en la boca.

—Ah, JeongYeon siempre salvando el día. —Dios dos pasos a un costado, para que la chica pudiera usar su propia copia en la cerradura.

Sonriéndole, JeongYeon le palmeó la espalda y YoonGi se sintió sonrojar.

—¿La clase pasada... YoonGi te enseñó bien? —le interrogó la única chica en dirección al estudiante de canto.

JiMin asintió efusivamente, con sus ojos de color almendra brillando por el recuerdo.

—Oh, ¡sí! Fue muy divertido.

—Es raro que sea divertido —comentó NamJoon, sentándose al fondo—. En esta época se vuelve excesivamente estricto.

—Ah, ¿es por el recital?

JiMin inclinó la cabeza, manteniéndose en la entrada. 

—Sí —murmuró TaeHyung, tomando asiento al lado del baterista—. YoonGi siempre se esfuerza por buscar una nueva composición y elige a alguno de nosotros para presentarla.

El chico de melena rosa levantó las comisuras de sus labios observando al mayor prender la vela de melocotón. Sonaba como algo que haría, esforzarse mucho, por eso comenzaba a admirarlo de a poco.

—Es por eso que es nuestro presidente —dijo TaeYong.

—¿Pueden dejar de hablar de mí? —YoonGi pidió entre dientes con las mejillas rojas. Se sentía avergonzando por ser el centro de una conversación.

JiMin miró el par de asientos vacío, uno al lado de JeongYeon y el otro de YoonGi.

El presidente unió sus cejas, rápidamente.

—JiMin, siéntate aquí. —El de cabello cereza, entreabrió la boca de la sorpresa ante la orden del otro. Sus ojos se aplastaron en una sonrisa inmensa mientras corría a ese lado—. No, no sonrías. No te confundas, eres un recién iniciado y necesitas asesoría.

El menor se tornó un poco más serio, pero mantuvo su expresión feliz.

—Uh, ya veo...

YoonGi inhaló profundo. Tendría que soportarlo de esa forma si quería mantenerlo alejado de JeongYeon, aunque sería una misión muy difícil.

—¿La carrera de canto no tiene un montón de participación en los recitales? —preguntó TaeHyung, rascándose la barbilla. Como estudiante de teatro apenas conocía el programa de música donde no participaba su club. Lo mismo sucedía con TaeYong, pero el chico tenía un montón de amigos en otras carreras.

—Sí, nos dan seis actos.

—¡Impresionante! —exclamó JeongYeon— ¿Este año también tienes un solo, JiMin?

—Ah. —JiMin se rascó el inicio de su mandíbula, con la vista en el suelo—. Sí, también.

Admitió apenado.

YoonGi levantó una ceja, tomando un lápiz para comenzar con sus notaciones. Vaya, niño.

—¡Genial! —La chica aplaudió brevemente— Ya que somos cercanos, ¿podría tener un asiento al frente?

El lápiz que YoonGi sostenía fue sometido a su frustración. Por poco echaba humo por las orejas.

¿Son cercanos? ¡Se conocen formalmente hace días! Se recordó a sí mismo como respirar antes de que pudiera estallar de tanta furia.

En cambio a la respuesta afirmativa que cualquiera esperaba, JiMin agachó la cabeza y la agitó a los lados, bastante avergonzando.

—Perdón, es que... Nos dan solamente tres boletos.

—Ay, que desilusión —se quejó JeongYeon, tallando sus ojos.

TaeHyung que también quería ver al chico, suspiró.

—¿Ni si quiera hay excepción por que seas la estrella?

—N-no soy la estrella —le corrigió JiMin, evidentemente cohibido. YoonGi pensó que era tan malo siendo alabado como él, aunque era difícil sabiendo que tan popular era—. Esta es nuestra evaluación así que el acceso es muy limitado...

—¿Y a quién llevarás? —cuestionó TaeYong sonriendo.

—A mis padres y... —Ladeó la cabeza, pensando.

—¡JiMin tenme en cuenta! —pidió JeongYeon agitando la mano.

NamJoon chasqueó la lengua.

—JeongYeon, probablemente JiMin quiera llevar a su novia.

Dijo de manera relajada intentando que JeongYeon dejara de insistir al pobre chico que parecía tan apenado.

YoonGi detuvo sus movimientos y prestando atención extra a la expresión de JiMin. Podría darse cuenta si estaba enamorado o saliendo con alguien.

JiMin cabeceó, medio divertido y medio cohibido.

—En realidad... Creo que a HoSeok Hyung le gustaría ir.

—Cuidado, o te golpeará con la puerta del camerino antes de tu presentación —murmuró YoonGi, participando por primera vez en la conversación.

El chico a su lado se rió profundamente, sosteniéndose el estómago.

Para cuando el tiempo del club terminó, YoonGi revisó la ventana y se encontró que al cristal estaba salpicado por pequeñas gotas de agua.

—¿Eh? —extendió su mano y suspiró cuando su palma se empapó por completo. Se volvió hacia los demás, limpiando el agua de su mano en su sudadera—Tengan cuidado, está lloviendo.

TaeHyung imitó un saludo militar muy breve antes de irse.

—Sí, presidente.

—¿Te irás caminando? —Se detuvo a preguntarle NamJoon, mirándolo preocupado. YoonGi tomó las llaves prestadas de su amor platonico y cerró la puerta del club.

—Ah, por supuesto que no. ¿De dónde diablos salió esta lluvia?

Ambos miraron la entrada principal de la universidad, caminando hacia ella. Las gotas era tan gruesas que podían verse desde la distancia.

Era todo muy extraño, siempre revisaba el clima en las mañanas para asegurarse de guardar su paraguas y llevar dinero extra en caso de que no pudiera caminar por la lluvia.

—¿Tienes dinero?

—Sí, por suerte. ¿Correrás? —Le preguntó al ver a su amigo desprenderse de su chamarra y colocarla sobre su cabeza.

—No tengo una mejor idea. Asegúrate de cenar Jjajangmyun.

Min giró los ojos, despidiéndolo con la mano. Revolvió su cabello mientras pensaba. ¿JeongYeon tendría sombrilla? No, eso lo haría ver cómo alguien no tan genial.

JiMin llegó a su costado, sacando un pequeño paraguas de su bolso.

—¿No tiene paraguas, Sunbae?

YoonGi arrugó la nariz.

—Sí, si tengo —mintió, fingiendo que buscaba en su mochila. Sin embargo él sabía que allí no había absolutamente nada. Su actuación duró un buen rato hasta que bufando se dirigió hacia JiMin—. ¿Por qué sigues aquí?

—¿Eh? Oh... Pensé que podíamos caminar juntos... —Propuso.

—No. —La palabra irrumpió en sus labios con una tonalidad tajante. JiMin levantó las dos cejas y luego miró el paraguas—. Olvidé mi paraguas, así que tendré que correr.

Le explicó y al instante quiso morderse la lengua. Las explicaciones estaban de sobra.

—¡Oh, no te preocupes, Sunbae! ¡Compartiremos paraguas! —Se ofreció JiMin extendiendo la sombrilla con una sonrisa gigante.

—Ni de broma.

—¿Por qué? ¿Irá muy lejos?

—A la estación.

—¡Entonces, vamos juntos!

—Dije que no.

Aclaró. Algo estaba molestándole profundamente en eso. Todo se sentía muy planeado. Cómo un Dorama romántico. ¡No, no iba a ceder ante ello!

—¿Por qué no? —insistió JiMin, mirándolo afligido. YoonGi dejó de observarlo antes de que pudiese ser manipulado por sus gestos.

Porque la sola idea de caminar contigo me irrita. Su respuesta era muy simple, pero evidentemente no podía decirlo así.

—No quiero molestarte, ¿no tienes auto o algo así?

—No. Pero... Tengo un paraguas.

—Olvídalo —le advirtió y con un suspiro se armó de valor y avanzó por la calle, listo para empaparse.

Ni bien dos pasos adelanten, YoonGi creyó que no la lluvia no estaba tan mal como creía, sonrió apurando el ritmo, llegaría casa pronto. Hasta que notó que alguien lo estaba cubriendo.

Se detuvo, sintiéndose furioso.

—JiMin, no necesito tu paraguas —lo amenazó siguiendo su camino. Cómo era de esperarse, JiMin siguió caminando tras él e intentar cubrirlo—. JiMin...

El chico se movió hasta su lado.

—No estaba dándose cuenta —se dijo con tristeza, haciendo un pequeño puchero. YoonGi retomó su dirección, moliendo sus dientes.

Ya lo veía todo claro, era alguna jugada sucia de su maldito hilo rojo. Esto era el colmo, no dejaría que las circunstancias lo superaran.

—No lo quiero.

Balbuceó tirando del mango, muy infantil. Al descubrirse y pasar bajo un tejado un torrente de agua fría empapó su nuca, las gotas heladas se deslizaron por debajo de su ropa y no pudo contener el sonido de sorpresa. JiMin se acercó rápidamente a cubrirlo, de nuevo.

—Pero, Sunbae, hoy no has tenido suerte. —Observó el golpe en su frente—. Déjeme... Prestarle mi paraguas.

YoonGi se mordió la lengua. Aquello sonaba bonito, su vida era como una llovizna constante y pensar en un lugar donde mantenerse seco era irreal. Sin duda, no podría ser JiMin.

Asintió de mala gana.

Solamente se permitió que lo cubriera, por esa tarde lluviosa donde ambos chocaron sus hombros en el estrecho espacio de la sombrilla.

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