Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Presencia cálida


Intentar mirar fue un trabajo lento, estaba un poco borroso tras levantar los párpados. Se sentía somnoliento, la espalda le dolía y su garganta picaba un poco. A pesar de eso, se encontraba calientito donde estaba y si una vocecita no estuviera llamándolo insistentemente habría seguido durmiendo por un largo y cómodo rato.

"YoonGi Sunbae, YoonGi Sunbae". Seguía diciendo alguien con una vocecita intentando traerlo de su sueño. YoonGi sólo quería que se callara de una buena vez por todas y poder seguir descansando.

Después de un rato, él tuvo que renunciar al descanso porque su hombro estaba siendo sacudido con mucha suavidad.

Con un suspiro se esforzó en despertar. Parpadeando lentamente sintió que la almohada en la que estuvo durmiendo se movía debajo de él. Era el hombro de JiMin, el chico estaba apartándose con delicadeza intentando no verlo más de lo necesario.

—YoonGi Sunbae. —El viento violentamente afuera y extrañamente no podía sentirlo sobre él. Mientras más pestañaba su visión se volvía más nítida—. Sunbae, ¿está bien?

Los ojos del menor seguían estando tan llenos de preocupación.

—¿Hm? —Musitó con la voz más profunda de la usual, tallando con sus dedos la comisura de sus ojos rasgados. Los lentes de esquí no estaban ahí, sólo los dioses sabrían dónde estarían y su casco de protección, no podía recordar habérselos quitado— ¿Qué pasó...?

El estudiante de canto abrazó sus rodillas, sin tener tan a YoonGi su cuerpo tenía suficiente frío.

—La nieve debajo de sus pies se demoró y caíste. Gracias a Dios no era un lugar tan alto. Quedar atrapado en una tormenta de nieve sería horrible. —Una parte de la inquietud en el rostro de JiMin fue despareciéndose al notar que Sunbae se veía bien—. Encontré esta pequeña cueva y pensé que podíamos descansar aquí.

El estudiante de música se sobresaltó, abriendo bien los ojos. Lo recuerdo ahora. Este chico me salvó.

Lo de la cueva diminuta explicaba porque el viento soplaba afuera, pero YoonGi no se sentía tan helado. No tan cálido como cuando JiMin le prestó su hombro para descansar. Ellos estaban sentados apenas a unos centímetros de distancia, descansando contra una de las paredes rocosas de la cueva.

No diría en voz alta que las habilidades de supervivencia del chico merecían un buen cumplido, pero podía pensarlo bochornosamente para sí mismo.

—Lo siento —le dijo verdaderamente arrepentido y apenado—. Te arrastré a todo esto por no ser cuidadoso.

Pensó que se pareció un niño estúpido, pero JiMin rio suavemente como si fuera un ligero chiste. El chico tenía las mejillas un poco rosadas, para YoonGi hubiera sido un punto de mención importante si fuera otra persona, en ese chico siempre existía un dulce rubor en su rostro.

—Está exagerando, Sunbae. Siempre estoy feliz de poder ayudarle —Se veía tan contento como siempre que podía salvarle, apenas preocupado y mayormente reluciente en sus ojos. Lo único diferente era que sus palabras estaban un poco más entorpecidas, sería obvio que estuviera constipándose—. He contactado a los otros, estoy seguro que la tormenta de nieve terminará entonces.

A YoonGi no solía gustarle que alguien más resolviera los problemas que lo involucraban por él, era una cosa rara de su personalidad. Tampoco tenía que molestarse mucho por eso, nadie intentaba lidiar con sus enredos.

Sólo admitió un poco dentro de su cabeza que fue agradable que el estudiante de canto hiciera todo por él. JiMin siempre pudo tener la opción de ir por ayuda y dejarlo solo, pero el chico no hizo.

—Ah, ya veo... —Observando el suelo, YoonGi encontró con la vista que sobre sus hombros tenía una prenda que no era suya. Su propia chaqueta no era, la tenía puesta y no olía a perfume de melocotón. Con estrés se la quitó y la empujó hacia el pecho de JiMin en un puño— ¡¿Por qué no estás usando tu chaqueta?! ¡Hace frío, estúpido! ¡Además no la necesito!

—He leído que la temperatura de los cuerpos en las personas baja al dormir —le explicó cómo si temiera ser regañado. Su carita triste suavizó el humor de YoonGi.

—Lo siento... —Rodó los ojos, buscando las palabras adecuadas—Mira, no estoy enojado contigo... Gracias —dijo rápidamente desviando la mirada antes de que su rostro comenzara ponerse caliente.

—¡Cuando quieras!

YoonGi se cruzó de brazos, suspirando profundamente y permaneciendo callado.

Era un idiota, claro que lo sabía.

Lo he estado evitando... Debí enfrentarlo apropiadamente.

Lo rechacé por completo cuando se confesó. Lo que menos puedo hacer es escuchar lo que él tiene que decir.

—Park... —Intentó iniciar una charla y poder disculparse cuando repentinamente JiMin cayó sobre su costado, apoyándose sobre su hombro— ¡¿Q-qué está mal contigo?! —Chilló asustado por la reciente cercanía, el chico no respondió. Lo que paralizó a YoonGi y lo obligó a apartar su vergüenza— Oye, oye. ¿Estás bien?

—Lo siento, mi cuerpo se siente pesado —admitió el menor con la voz ronca.

Asustado pasó sus nudillos sobre la mejilla con rubor de JiMin. Ignorando la piel suave, tuvo un tirón en el estómago de intranquilidad al encontrar la temperatura del estudiante de canto por los cielos.

¡Él está ardiendo!

—¡Tú idiota! En primer lugar, no debiste darme tu chaqueta... —Completamente irritado (estaba tan preocupado que se traducía en enojo) y de prisa se quitó su propia chaqueta— ¡Aquí, usa esto!

—Pero... Entonces sentirás frío —se quejó en voz bajita, intentando apartarse de las manos de YoonGi.

Él la colocó sobre los hombros y aunque JiMin seguía negándose ante la idea estaba tan débil que para YoonGi fue igual a vestir un muñeco frágil.

—¡Estaré bien! —le afirmó una vez que terminó con él.

Pero eso sólo hizo sentir a JiMin culpable, ni si quiera podía moverse para regresarle la chaqueta.

—YoonGi Sunbae, ¿te sientes bien, verdad? ¿No estás lastimado de ninguna parte? —Nunca le preguntó si estaba herido de algún lado y aunque él desprendió el casco de esquí en busca de alguna herida en la cabeza podía ser que tuviera un golpe.

Chasqueando la lengua, YoonGi se enojó con ese chico. Simplemente estaba cociéndose en la fiebre y lo único que hacía era preguntarle por él.

—Gracias a ti estoy excelente. —Los ojos de JiMin lo siguieron mirando con duda. Esperando que estuviera mintiendo—. Estoy bien, ¡deberías preocuparte por ti!

—Pero sentirás frío... —Volvió a quejarse suavemente.

YoonGi giró los ojos irritado, así que lo tomó del hombro y lo jaló hacia sí mismo. La cabeza de JiMin chocó contra su hombro y los labios resecos del chico estaban rozando la piel sensible de su cuello. Se estremeció suavemente, con él invadiendo lo suficiente su espacio personal toda su colonia de duraznos le hacía cosquillas en la nariz.

Ignoró eso. Tenía que cuidar de JiMin en ese momento.

—¿Feliz? —le preguntó con molestia y una pizca de sarcasmo—. Estaré caliente así. Deja de pensar en cosas estúpidas y ponte a descansar.

JiMin se sintió complacido por la cercanía.

—Sí —dijo con un suspirito feliz, cerrando los ojos para descansar. Tomando la oportunidad descansó sobre el pecho de su mayor.

YoonGi le miró, no podía ver su expresión pero podía sentir sus labios formándose en una sonrisa. Él muy maldito debía estar aprovechándose de la situación.

Eso era tan raro, JiMin no era precisamente pequeño y aunque su peso no lo aplastaba para impedirle respirar se sentía muy distinto a lo que estaba acostumbrado a duras penas. Las chicas eran pequeñas y frágiles, de figuras esbeltas.

Su teléfono vibró más de cuatro veces en su bolsillo. Lo sacó con una mano mientras que con la otra sostenía el hombro del tembloroso chico de mechones de tonos cereza. Que desde ese ángulo podía mirar las raíces cafés asomándose entre en el tinte de la cabeza JiMin, necesitaría un retoque pronto. 

Él desbloqueó la pantalla antes de que se volviera un observador espeluznante. Era un mensaje de NamJoon. "Hay una tormenta de nieve afuera iremos por ustedes pronto."

Gracias a los dioses. Pensó en un suspiro.

Envió una respuesta comprobando con calma que el mensaje se enviaba. Le dio una mirada rápida a la pared al fondo de la cueva, no debía estar a más de dos metros de ellos.

Wow, todavía tenemos conexión en un lugar como este. Los celulares hoy en día tienen buena señal.

—Bien —se dijo, regresando su celular a su bolsa.

JiMin se tambaleó entre sus brazos, como si no fuera capaz de sostenerse más comenzó a deslizarse fuera del hombro de YoonGi.

—Ugh. —Dejó escapar un quejido doloroso, mientras se resbala.

El mayor nunca se sintió tan impotente.

—Enserio, ¿estás bien? —Sin respuesta, el menor comenzó a deslizarse hacia abajo. Con rapidez lo sostuvo del cuello, evitando que se golpeara en la cabeza— ¿Quieres recostarte?

—YoonGi Sunbae... No me siento tan bien —musitó atrapando con su mano la camiseta de su Sunbae. Necesitaba algo de que aferrarse.

—¡¿Eh?! Deja de soltar esas cosas sin sentido, ellos vendrán por nosotros pronto. —Miró a los ojos de JiMin antes de suplicarle seriamente—. Sólo aguanta un poco más.

—YoonGi Sunbae... —susurró, cerrando los ojos.

—¿Qué? —respondió, no estaba seguro si era bueno que JiMin gastara energía hablando. Pero por otro lado no quería verlo inconsciente, que charlara con él podría mantenerlo despierto.

—Te amo —dijo de pronto, haciendo que YoonGi perdiera el alimento de la sorpresa—. No es mi imaginación. Realmente estoy seguro de eso... —Con los ojos acuosos por la fiebre, parecía que lloraría— Yo en serio te amo.

—JiMin. —Iba a cortarle, diciéndole que estaba siendo ingenuo.

Nadie lo amaría por mucho tiempo, las personas que lo hicieron lo dejarían. JiMin no podía soltar esas palabras tan pronto... Al menos, no a él.

—Lo siento. A ti te gusta alguien más, lo sé. —Un suspiro agitado se le escapó—. Pero no ignores mis sentimientos.

¿Cómo podía fingir que no estaba conmovido si JiMin lo miraba de esa forma? Estúpidamente enamorado, como si él fuera lo más precioso que mirar.

—Lo entiendo —aceptó. Su mano de movió para sostener el brazo de dónde el chico lo tenía sujeto de la chamarra—. En verdad lo hago... Ámame si te hace feliz, ¡pero trata de resistir!

JiMin sonrió, incluso con sus mejillas rosadas por la temperatura seguía viéndose tan bonito como siempre.

—Estoy feliz —admitió, cerrando los ojos por la sonrisa.

El corazón de YoonGi comenzó a golpear fuerte contra su pecho, mirando el rostro del estudiante de canto

—¿Quie... Quieres algo? —le preguntó tartamudeando. Los ojos de JiMin estuvieron abiertos rápidamente— Estoy dispuesto a escucharte justo ahora.

—Yo... —¿Era la imaginación de YoonGi o el chico se veía más enfermo en ese instante? —Quiero besarte.

YoonGi lo soltó.

La cabeza de JiMin cayó contra el suelo terroso. Se negaba a sentirse mal por eso, ¡él no iba a ser chantajeado de ninguna manera.

—¡¿Por qué sigues con eso?! —Parecía que iba a golpearlo, de nuevo.

—Quería tratar diciéndolo otra vez —le confesó con una sonrisa—. Perdón.

Desviando la mirada, el estudiante de música se sonrojó. Golpeó con su lengua su mejilla interna, un par de veces.

Al mirar su conducta tímida, JiMin se sintió complacido. Evidentemente no iba a ganarse un beso, pero al menos YoonGi no parecía que iba a darle otro puñetazo en el estómago. Uno fue suficiente para saber cuan duro golpeaba.

Para la sorpresa de ambos, el tema no murió ahí.

—Cierra tus ojos —le ordenó en un susurro.

JiMin no pudo hacerlo de inmediato, batalló por la sorpresa cuando YoonGi colocó las manos a los costados de su cabeza y se inclinó hacia él.

¿Eh?  Se preguntó el mayor, intentando frenar el impulso de su cuerpo e ir hacia adelante. Sus latidos estaban tan altos que lo ensordecieron. Podía jurar que su corazón bombeaba sobre sus oídos mientras los labios de JiMin se veían más cerca.

Su aliento estaba tan cálido como la última vez.

Ellos iban a besarse, si NamJoon no hubiese gritado a unos metros de la cueva lo suficiente alto para reventar su burbuja romántica:

—¡¿En dónde están?!

—¡Presidenteeeee! ¡JiMinnnnieeeeee! —le siguió TaeHyung y después el estudiante de danza.

—¡Oigaaaaan!

YoonGi saltó lejos de JiMin, dejándolo tendido y con los labios estirados.

—¡Aquí! —les gritó nerviosamente, colocando las manos alrededor de su boca— ¡Estamos justo aquí!

Escuchar los pasos de los chicos de su club fue insuficiente para calmar la avalancha de ansiedad.

—¡Woah, que lugar tan genial! —exclamó TaeHyung, inclinando su cabeza por la abertura de la cueva.

—¿Están bien? —preguntó NamJoon también inclinándose.

—¡Cielos, YoonGi! ¡Tu cara está completamente roja! —dijo TaeYong uniéndose a los chicos, llamando la atención del aprendiz de teatro.

—¿Eh? ¿Esa es una erección?

—Déjenlo en paz. —Los detuvo NamJoon, porque YoonGi estaba muy ocupado perdiendo la cabeza para defenderse.

—¡JiMinie mío! —lloriqueó TaeHyung, acercándose a ver al chico en el suelo. TaeYong y TaeHyung le siguieron, para revisar a su querido amigo.

¿Qué?

¿Qué estuve a punto de hacer?

Los labios todavía le picaban.

YoonGi se cubrió la cara con ambas manos, esperando asfixiarse.

De ninguna manera.

Todo esto pasó porque él dijo cosas lindas e inocentes. Él me salvó, debía haberme sentido inconscientemente obligado.

Sólo fue un pequeño beso...

Alto, ¿de verdad estaba justificándose así?

—¿Puedes ponerte de pie, JiMinie? —Le preguntó NamJoon al chico de melena rosita. Él negó con un sonidito flojo— Vamos a levantarlo.

—¡Con cuidado, TaeYong!

—No me regañes, Tae. Sé que no lo lastimé. ¿No es cierto, JiMinie?

¡¿Qué demonios?! ¡¿Sólo un pequeño beso?! ¡Esto está mal en muchos niveles! ¡No puedes ir besando a alguien sólo por capricho! ¡Cosas como besarse deben estar reservadas para la persona que amas! Debí haberme dejado llevar por la atmósfera... ¡Los efectos del hilo rojo dan miedo!

YoonGi se sacudió fuertemente.

—Deja de andar en las nubes, YoonGi —le reprochó NamJoon, pasando por alto el hecho de que su amigo parecía estar siendo electrocutado. Le preguntaría los destalles más tarde y rogaría que no hubiera lastimado a JiMin—. Los empleados de este lugar nos están esperando afuera.

Fuera del peligro, el presidente del club fue severamente regañado por la jefa de todos los empleados. Él nunca pensó que una mujer podría ser peor que su madre hasta que tuvo que soportar a la encargada. Asintió con la cabeza inclinada, sin atreverse a decir algo más  y aceptó la culpa.


Cuando JiMin despertó, estaba envuelto en cobijas y tenía una compresa fría sobre su frente. La sensación del mareo no era más que un recuerdo y los huesos no se sentían pesados. Él estaba mucho mejor, sin dudarlo.

La las luces estaba en su totalidad apagadas a excepción de una lámpara en las cajoneras que ofrecía el hotel. También había una luz más blanca a su derecha. El teléfono de la persona que lo sostenía estaba iluminándolo, dándole una buena vista de la cara de esa persona. De cabellera obscura y mirada cansada.

Su Sunbae estaba sentado a un costado de la cabecera, chateando con alguien. Con JeongYeon, sólo que él no supo eso.

—¿Ya te despertaste? —le preguntó YoonGi, levantando la mirada de su celular— ¿Cómo te sientes?

Una sensación agradable le hizo estremecerse. Sentirse como que le importaba a su mayor era la mejor cosa del mundo.

Le daba un vértigo que debía ser algo parecido estar cayendo en una montaña rusa. Él prefería esta clase de adrenalina, la que YoonGi podía darle con una mirada larga.

—Me siento... Mucho mejor ahora. ¿Dónde están todos?

—Terminaron de esquiar, volverán en un rato más —le explicó el azabache guardando su teléfono en su bolsillo de vuelta.

—¿Estuviste... Sentado a mi lado todo este tiempo? —cuestionó incrédulo intentando opacar la adrenalina junto con la felicidad.

YoonGi se sorprendió un poco por la pregunta tímida de JiMin.

—Bueno sí, te enfermaste por mi culpa. Aparte, pensé que te sentirías solo si despertabas y nadie estaba a tu lado. —De la nada el menor comenzó a reír, logrando que arrugara su entrecejo. Si su risita no fuera tan dulce entonces lo habría tomado por un loco grosero—. ¿Por qué te estás riendo?

Sus cejas por poco se tocaron.

—No. —JiMin agitó con delicadeza su cabeza de un lado a otro—. Estaba pensando: "Realmente estoy enamorado de este Sunbae".

—¡Tú...! —Lo amenazó, aunque eso no se vio muy efectivo considerando que estaba sonrojándose fuertemente. Gruñó entre dientes, profundamente avergonzado. Se puso de pie haciendo puño sus manos— ¡¿Estabas tan siquiera escuchando lo que estaba diciendo?! Me sentí aquí por deber, ¡nada más! ¡No comiences a imaginar cosas!

—Sí, sí. —JiMin asintió con una sonrisa, uniendo el dedo índice y el pulgar en un círculo aunque la mano le tembló—. Uh, ¿ya te vas?

—¿No quieres comer? Creo, que primero deberías preocuparte por tu estómago.

—Ah, sí. ¡Estoy hambriento!

YoonGi dejó el cuarto de JiMin compartido con TaeHyung dando pisoteadas y rechinando los dientes.

Maldita sea, este chico se está volviendo engreído. Nunca debí haberme dejado llevar.

¡No seré controlado por el hilo rojo del destino! Se gritó mentalmente, aunque él todavía estaba buscando de alguna forma llevarle una gran comida a su Dongsaeng.

JiMin suspiró, hundiéndose entre las cobijas.

­—En serio quería besarlo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro