Piel caliente
La sesión del club había terminado desde hace un buen rato. YoonGi tenía su mochila en la espalda lista para volver a casa si fuera capaz de detenerse y dejar de practicar la canción. Él sólo dejó de revisar unas partituras para asegurarse que escuchó correctamente la propuesta de TaeHyung y el amor de su vida.
—¿Fiesta de cumpleaños? —preguntó para asegurarse.
JeongYeon asintió emocionada.
—¡Sí! JiMin en la mañana estaba cargando una bolsa de papel pesada, cuando le pregunté. Dijo que hoy era su cumpleaños.
TaeHyung siguió explicando por ella, con una sonrisa sumamente radiante. El chico siempre parecía destellar molestamente cuando se trataba de JiMin. No es que a YoonGi le importara, en lo absoluto.
—Lo está celebrando con sus amigos. Ya que mañana es sábado... El club pensamos en reunirnos en la casa de JiMinie. No estás ocupado ¿verdad, presidente?
¿Ocupado? YoonGi miró sin expresión las partituras en su mano. Pronto sería el recital y debería usar su tiempo para ensayar, pero... Él no perdería nada si iba, además JeongYeon estaría ahí. Como un beneficio adicional JiMin se pondría feliz de verlo, era algo bueno considerando que era su cumpleaños.
—No realmente... —murmuró.
—¡¿De verdad?! —TaeHyung lo abrazó efusivamente— ¿Podrías llevar la cerveza? Nosotros nos encargamos del resto.
—Claro —aceptó con un encogimiento de hombros, apartando al estudiante de teatro—. ¿Dónde queda exactamente su casa?
JeongYeon se tocó los labios, parecía recordar.
—Recuerdas el enorme edificio justo enfrente del hospital, ¿cierto?
—Sí. —Él prefirió ignorar el hecho de que JeongYeon sabía dónde vivía JiMin.
La idea de JiMin con ella en la casa del dulce chico fue ácida para su estómago. Estaba celoso por JeongYeon, por supuesto.
—Su casa está en el piso más alto.
El piso más alto. A lo que YoonGi recordaba, la renta en ese edificio era tan cara que tendría que trabajar toda su vida para vivir ahí. Mientras más arriba pedías un piso, más arriba iban los precios.
TaeHyung se volvió a contarle algo a JeongYeon.
—Él vive con sus padres en esa residencia, pero por el momento ellos están de vacaciones. Parece que JiMinie está viviendo solo por ahora. ¿No es genial?
Él en verdad es rico. Pensó con una sonrisa torcida, por fin tomando la fuerza y alejándose del piano. Recordó vergonzosamente la camiseta que le dio al chico con un hilo que no combinaba con la tela.
¿Qué habría pensado JiMin de él cuando le ofreció coserle un botón? El chico podría comprar toda la maldita ropa que quisiera.
—¡Entonces nos vemos mañana! —Concluyó JeongYeon
—A las cinco, presidente.
—Adiós. —Les dijo con una sonrisa, sacando las llaves de su bolsillo y cerrando la puerta del club.
Él dejó de sonreír, mientras caminaba hacia el ala derecha de la universidad.
Así que es su cumpleaños... No tenía idea. Este tipo continúa muy efusivo sobre cuenta me ama, pero... Yo no sé nada sobre él.
Golpeó con su lengua su mejilla interna, eso evitó que hiciera una mueca triste con los labios. No es como si mostrara un interés en particular. Se dijo, aunque claramente eso seguía molestándole.
De pronto, caminó hasta golpear contra algo sumamente suave.
—¡Woah! —Dando un paso atrás y se tocó la nariz rojita por el golpe contra el muro de suavidad. Cuando levantó los ojos encontró un oso casi de su tamaño. Si fuera Kumamon eso no habría sido espeluznante, sino genial.
—Lo sien... —La carita de JiMin apareció mientras hacía un lado el enorme peluche— ¡YoonGi Sunbae!
YoonGi desvió la mirada. Él no podía soportar la cara de JiMin llena de felicidad por solo verlo, el chico estaba todo feamente bonito en uno de sus suéteres rosa y el cabello bien cepillado.
—Uh —murmuró, concluyendo que eso sonaba como algo parecido a un saludo.
Qué oportuno. Los efectos secundarios del hilo rojo son realmente espeluznantes.
—Te preguntarás sobre esto, ¿verdad? —le dijo el estudiante de canto sosteniendo el osito— HoSeok Hyung pensó que sería un regalo interesante.
—Ah, ya veo... —Incluso HoSeok le compró regalo enorme al chico. YoonGi metió las manos en sus bolsillos recientemente inquieto— Hoy es tu cumpleaños, ¿verdad? —preguntó intentando sonar casual, fingió que la sorpresa en el tipo de cabello rosa no fue demasiada— Muchas felicidades.
Él esperaba que JiMin dijera algo como: "¡Estoy muy feliz! ¡Muchas felicidades!". Tan en efusivamente como siempre.
En cambio el chico dejó de mirarlo a los ojos y se sonrojó.
—Ah... Muchas gracias...
YoonGi lo miró con ojos acusadores.
—Estabas apunto de decir algo, dilo de una vez. —O tal vez sólo estaba muy acostumbrado al menor siendo más expresivo.
¿Estaría conteniéndose alguna frase romántica? Ugh, esperaba que no. Si no se arrepentiría por alentarlo.
—¡No, no es nada! —Le juró, agitando la cabeza mientras apretaba al oso para esconder su cara roja. Y el mayor sólo pudo pensar algo que no esperó que saliera de su boca.
—Eres tan malditamente lindo.
JiMin abrió los ojos, dejó caer la boca y se tornó tan rojo de la cara que cualquiera que lo mirase pensaría que estaba enfermo.
—¿Q-qué?
—¿Eh? —YoonGi pestañeó lentamente. Dándose cuenta muy tarde de que aquello lo dijo en voz alta. ¡¿Acabo de decir eso?! —Oye, ¡n-no, no lo malinterpretes! ¡No quise decir nada gracioso por lo de hace un momento! Ya sabes... ¿Cómo cuando llamas a las mascotas lindas? O ¿Cuando los pollitos se llaman entre ellos y se ven lindos? ¡A eso me refería! Honestamente nada raro, ¡así que no te hagas ideas extrañas!
—S-sí. —JiMin asintió torpemente, apretando el peluche en sus brazos. El rubor de su cara no desapareció ni un poco.
YoonGi quiso golpearse, porque incluso de esa forma no podía dejar de pensar que JiMin era lindo tan apenado, lindo y lindo. No. ¿Qué? ¿Demonios? ¿Le? ¿Pasaba?
—Oye, estoy un poco apurado así que me tengo que ir —balbuceó en excusa, apresurándose para correr lejos—. Te veremos mañana, ¿sí? ¡Hasta pronto!
Huyó, aguantando las ganas de maldecir a gritos.
Maldita sea. Eso se volvió incómodo muy rápido. Definitivamente no podía decir que él comúnmente llamaba tipos al "azar".
¡Debí haber perdido la cabeza ahí por un segundo!
Pensó en otra cosa para apartar el sentimiento extraño en su estómago, en JeongYeon. En sus cabellos cortos y su sonrisa segura de labios delgados. Totalmente diferente a la postura tímida de JiMin. A eso se refería cuando quería llamar a alguien lindo. Lindo y refrescante.
—Pero... ¿Por qué lo llamé lindo? —se preguntó, torciendo los labios. La idea lo estaría atormentando si no se daba una respuesta que lo mantuviera tranquilo— Supongo que el hilo rojo también está envenenando mis pensamientos.
¡No es como si quisiera llamar su atención o algo!
El sábado llegó con lluvias negras que combinaban con el estado de ánimo de YoonGi.
Se esforzó por mirar la punta del alto y moderno edificio en la acera de enfrente. Sin embargo parecía que nunca terminaría. Este edificio es incluso más alto e impresionante desde abajo.
Tratando de no sentirse demasiado descolocado por tanto dinero, entró. Tomó el lujoso ascensor, evitando las escaleras. Pensó que coincidiría con alguno de los chicos del club, podría ser camino aquí o subiendo los pisos, sólo que ninguno se veían a la vista y esperaba porque todos ellos ya estuvieran en la casa de JiMin. Están tardando demasiado.
Buen día para olvidar mi celular. Si es que podía llamarse celular a eso, estaba tan maltratado que apenas le servía. Igual hubiese sido de ayuda, los chicos debieron textearle para preguntarle porque iba tan tarde y no había forma de que pudiera contestarles.
Se aplaudió mentalmente con mucho sarcasmo. Lo habría hecho de verdad, pero sus manos estaban ocupadas cargando las dos bolsas de plástico donde tenía las latas de cerveza.
El departamento donde vivía JiMin estaba justo ahí, con sus puertas de mármol costoso. Dudó si debería entrar primero, pero después de mucho preguntarse se animó tocando el timbre. Sería raro si se quedaba en el pórtico mucho tiempo.
La puerta se abrió sólo unos segundos después, con JiMin sosteniendo el pomo. Estaba usando un paño que le mantenía el fleco lejos de la frente.
Lo que fue tan diferente. Si no hubiese estado usando su ropa de color pastel entonces YoonGi habría pensado que el chico tenía toda la madera para ser un chico malo y sexy. Por su puesto que no, JiMin era un ridículo bebé.
—¡¿YoonGi Sunbae?! —pronunció asustado como si YoonGi estuviera herido— ¿Qué sucede? Llegaste muy temprano.
—¿Eh? ¿Temprano? —Negó con la cabeza, cruzándose de brazos— De hecho llegué un poco tarde, no temprano.
La especialmente bonita cara de JiMin se movió hasta tornó un gesto de confusión.
—¿Cómo puede ser eso? La fiesta empieza a las cinco.
—¿Qué? No, TaeHyung dijo que era las once... —Oh, bueno. Él confundió por completo los horarios, porque apenas era en la mañana— Ah, cómo sea, volveré más tarde.
—¡N-no, por favor! Pasa, ya he terminado de hacer la limpieza.
—Ese no es el problema aquí —le dijo, listo para darse la vuelta. Quedarse en la casa de JiMin sonaba como la peor de las ideas. Pero la tormenta estalló justo en ese instante con una lluvia fuerte. Mierda, tampoco tengo un paraguas—. Eh, la lluvia... Maldición, ¿está bien si entro?
—Claro que sí, Sunbae.
—Gracias. —Se quitó los zapatos, usando las pantuflas que JiMin le ofreció tímidamente—. Toma, para todos.
Él le extendió las bolsas y JiMin las atrapó nerviosamente, evitando que sus dedos se tocaran más de la cuenta.
—Pondré la cerveza en el refrigerador —le avisó JiMin moviéndose hacia otro lugar, como una invitación para que entrara. El mayor lo hizo con una cara de muerte y luego de echarle un vistazo rápido le dolieron los ojos de mirar una casa tan grande.
¡Este lugar es enorme...! Todo estaba equipado con muebles de color obscuro, había un par de pinturas en la pared y una vela aromatizante que sospechó que el estudiante de canto colocó para él, aunque lo descartó sabiendo que no podía hacerse el importante.
¡Tenía también una televisión que era la mitad de una pared dónde YoonGi vivía!
Limpiar este lugar debe ser un dolor de trasero. No supo por qué, pero quiso sonreír al pensar que JiMin no era un inútil.
—Uhm... ¿Le gustaría té? —preguntó JiMin tímidamente desde la cocina, desatando el trapo que amarraba su cabello. Entonces su peinado habitual volvió— ¿O tal vez la cerveza que trajo?
YoonGi se sentó en el sillón, incómodamente.
—Ah... Estoy bien con la cerveza. ¿Qué hay de ti?
—Yo beberé cuando lleguen los demás. —Nerviosamente, JiMin jugó con sus dedos. Sentándose a una distancia prudente de su Sunbae y le acercó un par de latas manteniendo la distancia entre sus dedos—. Ah, ummh, ¿le gustaría ver una película? Mis amigos me recomendaron una que...
—Ah, sí. —Una de sus cejas se levantó observando como temblorosamente el chico encendía la televisión y buscaba algo que mirar para ambos.
¿Qué demonios le pasa? Está jodidamente ansioso. Casi podía sentir su nerviosismo traspasándolo.
Estaba descaradamente abierto con sus sentimientos y declaraciones antes. ¿Qué pasa ahora?
—E-espero que no te esté aburriendo... —Tartamudeó sin mirarlo, alterando lo suficientemente mal los nervios de YoonGi.
—¡¿Quieres parar?! ¡¿Por qué demonios estás tan nervioso?! —le gritó mientras destapaba con pulgar la lata de cerveza.
—Ah, ¡s-sí!
Ellos estaban de vuelto al inicio, YoonGi no tenía dudas. Se sentía como cuando fueron a esquiar. Evitarlo y volver a quedar atrapados juntos.
¡Fantástico! ¡Sólo déjalo en las manos del hilo rojo!
Para fastidiar la situación más, los protagonistas en la película comenzaron a quitarse la ropa.
—Tiene que ser una broma... —murmuró en voz baja, apretando la lata entre sus dedos de gelatina. Intentando hacer oídos sordos a los sonidos húmedos de la película.
Incluso la película que estamos viendo empieza así...
¿Qué clase de películas le recomendaban los amigos a JiMin? ¡Pervertidos!
Sabrá que estoy nervioso si le pido que cambié la película. Y se negaba a pararse tan débil ante el chico, tal vez sería mejor si fingía que eso no estaba pasando.
Maldición, ¿cómo las cosas acabaron así? JiMin a su lado, parecía que no podía esperar para marcharse de ahí. Lo mismo pensaba YoonGi, quería morirse.
¡Necesito un poco de valentía en estos momentos! Se convenció dándole un largo trago a su cerveza hasta terminarla y la siguiente.
—Pst. —Tirando del hombro de JiMin para atraer su atención YoonGi se tambaleó hacia él—. ¿Te gusto, cierto?
Su voz sonaba perezosa.
—Eh —¡Su Sunbae estaba muy cerca! Su cara era muy bonita a esa distancia, ni si quiera le molestó su aliento con olor a alcohol. Recordando que clase de pregunta le hizo, JiMin tomó un rubor no muy suave—. ¡Ah! Sí.
—Entonces. —Señaló con el dedo índice tembloroso lo pantalla—. ¿Tú esperas eventualmente hacer ese tipo de cosas conmigo, correcto?
—¡¿Eh?! —chilló sonrojando con toda la intensidad que tuvo— ¿Q-qué está diciendo tan de repente?
Un hipo interrumpió lo que el mayor diría, él lo intentó de nuevo.
—¿Quieres que lo deletree?
—¿Está, está, ebrio? ¡Ni si quiera ha tomado tanto! —YoonGi lo sacudió de la camiseta, de repente mirando algo con mucho interés, entre sus piernas precisamente— ¿Sunbae? Espere, ¿qué...?—YoonGi llevó su mano a la entrepierna de JiMin dándole un apretón experimental.
—¡Cielos! Has tenido una erección. —Los labios de YoonGi se juntaron, volviéndose un puchero—. ¿Quieres tocarte? Te sentirás mejor.
—¿Qué...? ¡¿Sabe lo que está diciendo?! —Pobre JiMin, él realmente se volvería humo de la pena.
—Vamos, no seas tímido. —YoonGi le ofreció muy neciamente, aunque él parecía estar ofreciendo algo amable todavía tenía un tono mandón.
JiMin se estremeció cuando los dedos se YoonGi trabajaron sobre su ingle. Tembló de pies a cabeza.
—Ah...
—¿Se siente bien, eh? —Le insistió YoonGi, esperando ver un poco más de efusividad del chico— ¿Oh?
Preguntó cuándo las manos del chico fueron a sus hombros y trataron de apartarlo con suficiente fuerza. Eso habría funcionado si él no fuera un borracho obstinado que se aferró de la cintura de JiMin y los hizo caer a ambos en el sofá.
Parecía que la resistencia de JiMin estaba muy lejos ya, mientras hacía que reposara su cabeza en el sofá, fue agradable estar bajo el peso de su cuerpo. Su menor tenía unos agradables músculos en los brazos de los que se sostuvo gustoso, para mantener el vaivén que el menor estaba imponiendo. Dioses, era muy bueno, tenía la fricción y presión necesaria en sus entrepiernas vestidas.
—Ugh. —Se escuchó deshacerse en sonidos o también pudo ser el menor. Supo que ambos sólo se callaron cuando estaban besándose. Hubo un montón de saliva, dientes chocando y suspiros escapando en cuanto sus lenguas se tocaban.
Se sentía tan perdido y no sabía si eso sólo era un efecto de estar medio borracho.
Eso fue justamente lo que JiMin atrapó. En algún momento YoonGi abrió los ojos nublados y se veía tan fuera de sí como probablemente lo estaba en su cabeza.
—Traeré un poco de agua. —Él se puso de pie saltando fuera del cuerpo de Sunba, como si agua fría hubiese caído sobre su cabeza. No esperó con que YoonGi lo tomara de la ropa para detenerlo.
—¿Vas a parar? —Hizo un mohín verdaderamente triste— Pero se sentía tan bien...
JiMin se sonrojó, pero de cualquier modo tomó de las manos a YoonGi sintiéndose impotente.
—¡Por favor, escuche! —le rogó lleno de preocupación, YoonGi se sorprendió sintiéndose un poquito más sobrio. Una de las cervezas cayó al suelo, regándose— No pondré mis manos sobre usted cuando claramente está ebrio. Sería como si le estuviera forzando a estar conmigo y eso es... Totalmente inaceptable. Si seguimos, definitivamente se va a arrepentir cuando vuelva en sí. —Acarició los largos y callosos dedos de YoonGi con admiración—. Y no quiero eso. Yo deseo... Atesorarlo.
—Bien... —musitó torpemente. JiMin besó la mano de YoonGi, tímidamente. Sin levantar los ojos.
—YoonGi Sunbae, yo... —Pero su Sunbae se desplomó en el sillón, roncando con la boca abierta.
JiMin sonrió, limpiando con su pulgar la saliva escurriendo en la comisura en los labios de YoonGi. Amaba tanto a ese Sunbae pervertido.
Cuando YoonGi despertó, él estaba en una cama malditamente grande con sábanas con olor a perfume de melocotón.
Bien, esa en definitiva no era su cama. No era difícil pensar a quien le pertenencia. Habría tenido un pánico instantánea hasta que notó que toda su ropa seguía en su lugar.
Había una nota en una mesita de noche, con una tipografía elegante y hecha en lapicero rosa.
"Voy al supermercado."
También un reloj digital que le dijo que pronto sería la verdadera hora de la fiesta y los demás chicos del club estarían casa de JiMin.
—¿Qué diablos acabo de hacer? —se preguntó con un suspiro, las imágenes y sensaciones en su cabeza lo hicieron sentirse asustado de sí mismo. Maldita sea, si no habría estado con alguien tan dulcemente bueno como JiMin probablemente estaría desnudo en ese instante. Puso las manos sobre su rostro, completamente horrorizado— ¡Demonios! Ese hilo rojo está arruinado toda mi maldita vida...
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