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Manos cálidas

—Buenos días, Presidente —le saludó TaeHyung, cerrando la puerta del club. Atrapando por accidente una parte del suéter de JiMin, que caminaba detrás de él.

El chico de melena rosa forcejeó para soltarse, pero fue bastante inútil.

—Eh, TaeHyung...—murmuró el estudiante de canto dándole una palmadita en el hombro para atraer su atención.

—Te he dicho que dejes de decirme presidente —se quejó YoonGi, sentando en el banquillo del piano en el fondo del salón. NamJoon y JeongYeon estaban parados a su costado.

TaeHyung hizo una mueca graciosa.

—¿Por qué no puedo?

—Tae... —Insistió JiMin, intentando atraer su atención.

—Porque no lo estás diciendo con honestidad —le explicó YoonGi, rodando los ojos lentamente. Su mirada se centró en la pequeña batalla de JiMin por liberarse de la puerta.

—¡No puedes saber eso! —TaeHyung exclamó berrinchudamente, comenzando a alejarse.

—TaeHyung —le cortó el presidente del club, apuntando con un lápiz a JiMin—, ayuda a JiMin.

—¡Oh! —El aprendiz de actuación se dio la vuelta, encontrándose con la sonrisa entre divertida y preocupada de JiMin— Lo siento, JiMinie.

Dirigiéndose a ayudarlo con rapidez.

—No fue tu culpa —le dijo una vez que estuvo libre, revisando con cuidado el tejido de su ropa para asegurarse que no estuviera dañado. Por fortuna no fue así. Guio su vista a YoonGi, para agradecerle por notar su pequeño percance. Pero él nunca le correspondió la mirada.

JiMin jugó con sus dedos, un poco decaído. Él había fantaseado los últimos días en cómo sería su relación cuando tuviera una pequeña interacción con YoonGi. Pensaba que después de lo sucedido en el metro su Sunbae estaría sonriendo y riendo a su alrededor con mucha más frecuencia.

Sin embargo, su actitud era tan distante como lo fue siempre. E incluso se tomaría el atrevimiento de pensar que estaba evitándolo un poco.

Con los hombros apuntando al suelo, tomó asiento.

—¿Por qué llegaron tan tarde? —les preguntó a ambos, aunque sus ojos solo estaban sobre TaeHyung. JiMin puchereó aunque sabía que el mayor no estaría viéndolo.

—Le prometí a JiMin que le compraría un poco de Tteokbokki.

Fanfarroneó el alumno de teatro.

—Vaya, ¡debieron invitarme! —JeongYeon se acercó solo para golpear divertidamente con su codo a TaeHyung, sonriendo en grande—. No sabía que ambos eran cercanos.

—Lo somos —presumió TaeHyung, abrazando a JiMin y mirando desafiante a la chica rubia.

—¿Desde cuándo? —les cuestionó NamJoon con una expresión divertida.

TaeHyung aplastó su mejilla contra la de JiMin, fingiendo pensar. El estudiante de canto se dejó hacer, sonriendo con pena y rodeando tímidamente con su brazo el cuerpo de su amigo, sería malo de su parte si no lo abrazaba de vuelta.

—Desde siempre —comentó TaeHyung con obviedad.

—Eso no es una excusa para llegar tarde —les interrumpió YoonGi demasiado demandante, su mirada por fin sobre JiMin.

JiMin sintió que su sangre quemaba debajo los pómulos, pero intentó sostenerle la mirada al presidente del club. Su corazón retumbó felizmente al tener la atención de YoonGi, sólo por ese instante.

—Eh, ¿por qué a TaeYong no le dices nada? —protestó TaeHyung, despagándose de JiMin. Solo así YoonGi dejó de prestarle atención al par y se acomodó de vuelta, con la vista frente a las teclas del piano.

—Porque TaeYong no tiene esperanza —dijo con desinterés justo al mismo tiempo que la puerta se abría.

—¿Qué están diciendo de mí?

—YoonGi dijo que no tienes esperanza —relató NamJoon, jugando con una de sus baquetas.

TaeYong miró con interés a YoonGi.

—¿Esperanza de qué?

—No vas a dejar de llegar tarde —le explicó YoonGi retomando su tarea de hacer anotaciones en una de sus libretas —. Por mucho que te lo reproche.

—Ah, sí. —TaeYong asintió de acuerdo. YoonGi chasqueó la lengua, le sorprendería que ese chico tan sólo conociera la palabra decencia.

—No quiero que JiMin adquiera tus costumbres, TaeHyung —le amenazó el azabache frente al piano.

TaeHyung se rió, apoyándose nuevamente contra JiMin.

—JiMin es demasiado bueno para contagiarse de mí.

—Entonces tomen asientos separados —comentó YoonGi con amargura, ganándose todas los pares de ojos sobre él—. ¿Qué? Necesitamos trabajar más rápido y... Eficiente. —NamJoon le tocó con la punta de sus palillos, en una pregunta muda. A su parecer eso había sido demasiado extraño—. Ah, cómo sea. Ya que estamos todos vamos a comenzar.

—¿Él no está portándose extraño? —susurró JeongYeon en dirección a NamJoon. El baterista se inclinó hacia ella.

—Definitivamente lo está haciendo.

—Bien. —La voz de YoonGi los hizo sobresaltarse y apartarse. Sería mejor no hacerlo enfadar en esos momentos—. ¿Saben cuánto semanas faltan para el recital?

—Tres y media —dijo JiMin, esperando conseguir una sonrisa en la boca de YoonGi. Él no le concedió eso, sólo asintió brevemente con la cabeza.

—Sí, es un buen tiempo para que la presentación sea limpia. No tendremos un tiempo muy largo arriba del escenario, así que basta.

—¡Oh! —musitó JeongYeon, recordando algo—. Hablé con el director y conseguí un minuto.

Todos la observaron llenos de gratitud, incluyendo JiMin.

—Eres impresionante, JeongYeon —le alabó YoonGi, estirando la comisura de su boca— ¿Cuándo nos toca?

JiMin infló sus mejillas con decepción. ¿Por qué no podía tener un poco de eso? En el fondo de su corazón comenzaba a suponer ligeramente que YoonGi tenía una preferencia por JeongYeon.

—Antes de los violinistas —le aseguró ella y YoonGi se mostró satisfecho con ello.

—¿Y qué se supone que haré yo? —se quejó TaeHyung con confusión.

—Tendremos que descartar a TaeHyung para la presentación —concluyó NamJoon, haciendo que el estudiante de teatro suspirara aliviado.

—Ah, eso me sucede por entrar a dos clubes —gimoteó en voz baja. JiMin le dio una palmadita suave en la espalda intentando darle consuelo.

—JiMin tampoco debería ser una opción —opinó JeongYeon, golpeando el suelo con su bota. YoonGi la miró, antes de hacerle una pregunta.

—¿Por qué no?

—Porque tiene un solo, será difícil para él.

—JeongYeon tiene razón —le apoyó TaeYong.

JiMin lo pensó. Sería difícil para él trabajar con su solo, los largos actos de canto y participar en el club del piano durante el festival.

Sin embargo, la persona que era elegida para la presentación necesitaría una asesoría con YoonGi. Eso hizo que se llenara de ilusión ante la idea de pasar más tiempo con su mayor.

Más tiempo, probablemente lograría que su Sunbae volviera a reír para él.

—Yo quiero... —murmuró. Aunque no lo suficientemente alto para ser escuchado por los demás. YoonGi estuvo de acuerdo con el resto.

—Es cierto además creo que es muy pronto para él. Un novato no podría con la pieza —JiMin suspiró hondo, deshaciéndose de su plan y de sus ilusiones de ver a YoonGi riendo con él—. Lo que nos deja con... NamJoon, JeongYeon y TaeYong.

JeongYeon sonrió tensamente antes de buscar una excusa.

—Yo participé el año pasado.

—El antepasado —le recordó NamJoon cuando YoonGi lo observó cómo una alternativa. TaeYong negó con la cabeza leyendo los pensamientos del presidente del club.

—Llegaré tarde a los ensayos.

—Chicos...

—¿Y por qué no YoonGi Sunbae? —preguntó JiMin tímidamente llamando la atención del resto del club.

—Bueno, porque... —farfulló YoonGi apartando la mirada— La composición es casi del todo mía y eso sería...

JeongYeon saltó animada a defender la propuesta de JiMin.

—¿El ritmo de este año no está basado en una petición de TaeHyung?

YoonGi titubeó ante ese argumento, pero no cedió. Esta vez no lo haría ni por el amor de su vida.

—Sí, pero es mayormente mi trabajo. —Intentó exponer de una firme y sin sonar tosco, era JeongYeon de cualquier forma.

—Acabamos de hacer las correcciones a ciertas partes, no es solo tú composición. —NamJoon después de decir eso no puedo ocultar la sonrisa al ver que YoonGi se quedaba sin motivos para negarse, acorralado entre la espada y la pared.

JiMin sonrió agradecido con que todos apoyaron su punto, sería fácil convencer a YoonGi en ese punto.

—Yo no puedo... —musitó encogiéndose sobre el banco. Y muy despacio la sonrisa de JiMin se esfumó. Encontrándose con los ojos repletos de inseguridad de su Sunbae, apuntando a sus zapatos.

Como alguien vulnerable y pequeño. No como el chico firme que le contó que no tenía padre y vivía por su cuenta, enorgulleciéndose de eso.

Se sintió lleno de culpabilidad. Lo que menos quería era orillar a YoonGi a la presión por uno de sus caprichos. ¿Tendría pánico escénico? Preguntarse eso solo lo hizo sentir peor, ¿y si lo estaba obligando a tomar una fobia?

—No seas ridículo —comentó TaeYong con cierta diversión.

JiMin se movió, buscando las mejores palabras para salvar a YoonGi del apuro en el que él mismo lo puso. Gracias a quién fuera, el teléfono de YoonGi sonó fuertemente en el bolsillo de su gruesa sudadera negra. El dueño frunció el ceño, tomándolo.

—¿Quién es? —le interrogó su amigo el baterista. A lo que él sabía su amigo siempre lo mantenía en silencio durante las sesiones del club para evitar distracciones.

—Es el tono de mamá —respondió YoonGi mientras desbloqueaba la pantalla. Apresuradamente lo colocó sobre su oído, levantándose del banco u avanzando hacia la puerta—. ¿Qué? Ajá, sí. Soy yo...

—¿Ella nunca le llama? —preguntó JiMin a TaeHyung, ante el ambiente de tensión que repentinamente estaba.

—No, nunca —le respondió NamJoon en su lugar. TaeHyung simplemente observó con preocupación al presidente de su club.

—De acuerdo —aceptó YoonGi con la voz extraña—, voy enseguida.

Tan pronto como se cortó la llamada, YoonGi se volvió hacia los demás en un silencio inquietante, tomó su mochila y de manera confusa les regaló una explicación apresurada.

—Lo lamento, tengo que irme. Mi mamá está internada en el hospital. —No esperó la reacción de los demás, tomo el poma de la puerta y la movió a prontamente—. Los veré luego.

Les avisó, volando a través del marco por la puerta.

—JiMin —NamJoon le llamó mientras se acercaba, agitando sus baquetas al aire—. ¿Tienes más clases?

—No... —dijo algo ido, todavía mirando el lugar por el que YoonGi había desaparecido con prisa.

—¿Podrías ir con él? —Eso hizo que JiMin lo observara con sorpresa.

—¿Ir con YoonGi S-sunbae?

—Sí. Todavía tengo clases a las que ya no puedo faltar, pero me preocupa.

JiMin brincó del asiento, no tenía que proponérselo dos veces. Tomando su bolso, asintió con un profundo entusiasmo.

—Lo haré —le avisó, después de correr en la dirección en que su mayor se marchó.

Pensó que estaría tomando la estación más próxima a la universidad, el hospital no estaba tan lejos pero YoonGi probablemente querría estar ahí lo más pronto posible y caminar solo lo atrasaría.

Mirando hacia el pasado, era la segunda vez que corría detrás de YoonGi. Se preguntó si alguna vez podría trotar hasta su costado y mirar el perfil de su mayor ser golpeado por el viento al correr.

—¡Sunbae, Sunbae! —le llamó tan pronto vio su espalda, antes de que tomara las escaleras que lo conducían a la estación subterráneo.

—¿Qué es lo que quieres?

Ni si quiera se detuvo a mirarlo, únicamente redujo su velocidad.

—Vamos en taxi.

—¿Qué dices? —le cuestionó, frenando su carrera. JiMin se sonrojó dándose cuenta del "Vamos". Eso había sido demasiado forzado y YoonGi tenía todo el poder para rechazarlo.

—L-le acompañaré, vamos en taxi.

—No tengo dinero.

—Yo lo pagaré —dijo con la voz quedita. Pidiendo fuertemente que YoonGi no tuviera una reacción negativa, podría decirle que estaba siendo un metiche y un presumido.

Aunque la reacción denegación nunca llegó.

YoonGi se detuvo, reconsiderándolo. Después de un instante asintió con la cabeza y envolvió sus dedos alrededor de la muñeca del chico, tomando un camino distinto y arrastrándolo consigo.

—Bien, lo acepto. Vámonos.

JiMin ni si quiera tuvo tiempo de sorprenderse, fue tirando fuertemente.

El espacio dentro del taxi se envolvió en una burbuja de estrés. JiMin que ni si quiera conocía a la madre de YoonGi y estaba jugando con las mangas largas de suéter. La enorme ansiedad que YoonGi sentía se estaba disparando. Incluso el conductor, aceleró en un par de calles dónde no debió.

Al final JiMin le extendió el pago, bajo la atenta mirada del estudiante de música. Estaba calculando cuál fue el costo del pasaje para hacer cuentas y pagarle todo al sujeto de canto más tarde, no necesitaba ser un genio para adivinarlo.

YoonGi no le dijo nada más, corrió hacia la recepción a preguntar la zona donde estaba su madre.

JiMin se sintió un poco consternado y luego muy enternecido, porque YoonGi seguía sujetando su muñeca y sus dedos temblaban sobre su toque.

De verdad está asustado. Pensó y sin que el mayor se diera cuenta envolvió sus dedos suavemente. Debía estar demasiado preocupado porque ni si quiera le prestó atención o simplemente lo dejó pasar.

—Aquí está. —Le anunció la enfermera, deslizando la cortina que separaba la cama de su madre junto con la de otro paciente. YoonGi contuvo la respiración y JiMin sintió que sus dedos se sujetaban con más fuerza de los propios.

Una mujer estaba ahí, de cabellos tan claros que parecían rubios. Recostada y mirando la pared con aburrimiento, ni si quiera se inmutó ante la voz de la enfermera.

—El doctor está estudiando sus pruebas —dijo ella—. En unas horas más podrá irse, si todo marcha bien.

—Se lo agradezco infinitamente —YoonGi se inclinó en una vaina por que pareció ser un rato más largo del necesario.

—Cualquier cosa que necesiten háganmelo saber. —Eso era una frase que JiMin había escuchado muchas veces en los hospitales a los que iba por sus familiares. Pero fue incómodo cuando los ojos de la enfermera le estudiaron con una cautela romántica.

—Lo haremos —respondió YoonGi por él, tirando un poco de sus manos juntas. La enfermera los miró confundida y después de entenderlo, con la cara roja se marchó.

Sólo entonces YoonGi desenganchó sus dedos y la palma de JiMin se sintió terriblemente vacía.

—Y bien, ¿no sé supone que deberías estar en clases?

Por primera vez la mujer en la cama habló, con su ceño fruncido lleno de arrugas. JiMin la miró disimuladamente intentando con todas sus fuerzas no parecer un entrometido. Ella era una copia identifica de todo el rostro de YoonGi. Los mismos labios delgados, la comisura de ojos rasgados y la piel de porcelana.

Con que así luciría Min de mujer en algunos años. Fue divertido pensar en eso que el estudiante de música tuvo que contener una sonrisa.

—¿Y tú no se supone que dejarías de esforzarte? —le respondió su hijo en el mismo tono brusco que su madre usó.

JiMin miró a la mujer mayor con intranquilidad. No conocía la relación entre ellos, pero sentía con claridad que ambos estaban demasiado enfadados para parecer algo habitual.

—No digas esas mierdas. —El estudiante de canto jadeó ante el vocabulario de la mujer. Bueno, eso explicaba porque la boca de YoonGi siempre estaba diciendo groserías—. ¿Cómo se supone que no me esfuerce si tengo una casa sola?

YoonGi chasqueó la lengua. Y eso en la experiencia de JiMin sonaba que estaba demasiado molesto.

—¿Estás usándome como excusa? —bramó.

La mujer se alzó de hombros.

—Si el saco te queda...

—¡Mamá! —gritó YoonGi. Después pasó la palma de su mano por su rostro intentando quitar el enfado plasmado— Por favor, dejemos esto para más tarde.

—Como quieras —aceptó ella, secamente.

—¿Cómo estás? —Intentó preguntar YoonGi, con un tono suave y mucho más calmado. Mas fue ignorado por su mamá de una manera profesional. La mujer estaba sumamente concentrada en examinar al intruso.

—¿Quién eres? —JiMin pronto entendió que se refería a él.

—A-ah, s-soy...

—Nadie —respondió YoonGi por él, dando un paso más cerca de la cama de su madre—. ¿Cómo te sientes?

Trató de insistir y de cubrir a JiMin. Si él hubiera estado pensando racionalmente, el niño de cabello rosa irritante jamás estaría ahí, era la peor idea hacerle una presentación a su madre.

—¿Por qué traes a un muchacho tan guapo y dices que no es nadie? —le cuestionó la mujer. JiMin se sonrojó, recibiendo el cumplido con una sonrisa. La madre YoonGi le sonrió devuelta

—Es un sujeto de mi club, me lo encontré por ahí —resumió YoonGi con un suspiro, cruzándose de brazos.

—Ah, con que un sujeto —murmuró conteniendo una risa escandalosa. YoonGi la miró con sospecha.

—¿Qué dijiste?

—Nada, nada. ¿Cómo te llamas?

El estudiante de canto sonrió muy grande, mostrando cada uno de sus dientes. Luego se presentó.

—Park JiMin.

—Estoy bien. —Ella rodó los ojos, justo como YoonGi así—. Deja de insistirme.

Eso debió cavar en la paciencia de YoonGi porque rápidamente se alteró de nuevo.

—¡Deja de comportarte como una niña!

JiMin se apartó un poco, atrayendo la atención de la madre de YoonGi.

—Voy... Voy a esperar afuera —les anunció, sabiendo que era lo más sensato. YoonGi no lo miró, demasiado concentrando en su madre. El chico de melena cereza se dirigió a ella—. Fue un placer conocerla, espero que se recupere pronto.

La madre de YoonGi extendió sus labios hacia arriba.

—Espero verte más seguido.

YoonGi cerró los ojos. No, eso no pasará. Se dijo, esperando que JiMin los dejara solos por completo para charlar con su madre más cómodamente.

Casi fueron veinte minutos, JiMin estaba sentado en una banca fuera del hospital jugando con la compra de bolsas recién hecha y mirando la entrada por si YoonGi salía en cualquier momento. Un poco más tarde, el chico estaba saliendo. Tenía las cejas unidas sobre su frente y todo en él gritaba: "Estoy tan cansando".

Caminó hasta él, con las manos en las bolsas, como siempre y ni una sola expresión más.

Se sentó a su lado y JiMin se sonrojó un poco sintiendo que los dedos de YoonGi rozaban suavemente su muslo por el espacio reducido en el asiento.

—Su madre... —comenzó diciendo— ¿Estará bien?

—Supongo que sí —murmuró YoonGi con la vista en las hojas secas del suelo—. Pero es tan necia como una cabra.

Ah, sí, se parecen un poco, Sunbae. Pensó JiMin, mirando la bolsa de compras con una sonrisa que no era muy disimulada.

—Se veía saludable.

—Si ella sigue haciendo cosas por su cuenta no lo estará. —YoonGi dejó caer sus párpados—. A veces pienso que sobre esfuerza porque quiere que me mude devuelta con ella.

—¿Y por qué no?

—Porque ella tiene menos gastos si yo estoy aparte. —Aclaró YoonGi notoriamente fastidiado por eso. JiMin se conmovió, su mayor veía por alguien más antes y después él mismo.

—Tal vez no le importe.

YoonGi agitó la cabeza.

—No, no lo hace. Pero no significa que esté bien —concluyó, sin respuesta a alguna para la propuesta de vivir con su madre de nueva cuenta. Con un suspiro se apoyó contra la banca, golpeando su cabeza contra el respaldo.

—Sunbae, ¿se asustó? —YoonGi mostró confusión ante esa pregunta que parecía sacada de contexto— Cuando lo llamaron del hospital.

—No —respondió y JiMin claramente sabía que estaba mintiendo. Tenía un poco de esperanza en que YoonGi le dijera la verdad, pero no se sintió tan abatido.

—Ah, entonces compré chocolate en balde.

Uno de los ojos de YoonGi se abrió y él le mostró la gran barra con entusiasmo. Compró una tan grande porque quería hacerle muy feliz. Le compraría una dulcería entera si pudiera desaparecer con ello su preocupación. JiMin quería... Ser del tipo de personas que tenía ese efecto en él.

YoonGi empujó su mano en su dirección.

—Sólo quiero un pedazo.

Con una risita, JiMin se lo regaló, le daría todo si por él se tratase.

—¿Hoy volví a salvar su trasero, Sunbae? —le preguntó riendo, YoonGi dejó de masticar.

—Uh —musitó, como si él no se hubiese dado cuenta de ese hecho hasta ese momento—. Sí, lo hiciste.

—Lo salvaría las veces que fuera necesario.

—Ah, bien. ¡De cualquier forma te pagaré! —gritó, robándole otro trozo de chocolate. JiMin ese día no pudo escuchar su risa, escuchó sus quejas discretas y notó que le gustaba tanto estar con Sunbae en las buenas y en las muy malas. 

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