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Labios suaves

Las confesiones de amor para YoonGi eran mayormente estresantes. Le parecían todas trilladas y en exceso cursis, además era ridículo confesarte por alguien con quién no tenías tacto diario. Eso sólo les funcionaba a las personas apuestas, el juicio no era muy usado en la presión del momento de la elección.

No tenía que lidiar con ellas frecuentemente, gracias al cielo. Debía agradecer su falta de tacto con las chicas y la forma evidente en que las apartó de ellas desde la escuela secundaria.

Recordó a la chica que abordó en los pasillos a JiMin. Muchas de ellas eran así, insistentes e incomodando a la otra persona, sin aceptar un no por respuesta si no uno no era lo suficiente firme y cortante.

—¿Estás ocupado, YoonGi Hyung? —YoonGi levantó la vista, HoSeok sostenía una bandeja de comida y sonreía tanto como podía. Aunque se veía agotado, probablemente después de una larga clase de danza seguía siendo el molde con relleno de felicidad. ¿No se le entumecería la cara de ser tan alegre? A diferencia de la sonrisa tímida y muchas veces entusiasta de JiMin, la de HoSeok era enorme y parecía doloroso mantenerla a diario.

Él no podía imaginarse sonriendo tantas horas, sus mejillas estarían adoloridas y simplemente no iba consigo.

—No —respondió con simpleza, con la boca llena. HoSeok hizo un sonidito entusiasmado, tomando una silla frente a él en una mesa del comedor de la universidad.

Ese día, YoonGi estaba comiendo solo porque NamJoon se fugó dejándolo solo en el desayuno y con excusas baratas que no iba a comprar sólo porque el baterista no fuera capaz de decirle que estaba marchándose a la cafetería donde trabaja.

Se estaba volviendo una costumbre y no es que le molestara quedarse solo. Pero JiMin podría aparecer en cualquier momento y no tendría una excusa para huir con su amigo, tendría que arreglárselas solo.

—Creí que me echaría —comentó partiendo sus palillos antes de comenzar a comer.

—Mientras te mantengas lejos, mi integridad física estará bien. —Le advirtió usando sus propios palillos, no estaba jugando en nada al pedirle que se mantuviera lejos de él por su salud.

Tomando una buena porción de arroz, un sonido salió de su boca con satisfacción. A diferencia del lugar dónde vivía y la cocina que compartía con todos los compañeros de los cuartos diminutos, el arroz gratis no sabía demasiado bien. Le faltaba bastante sal y mayormente estaba mal cocido, no se quejaba porque era un servicio gratuito y eso no significaba que le supiera bien.

El de la universidad era un manjar.

—¿Te gusta mucho el arroz? —Preguntó HoSeok mirándolo con una extrañeza amigable. Demonios, si estaba juzgándolo parecía que estaba halagándolo. Que chico más extraño, por supuesto, no más que JiMin.

—Cuando tienes una vida como la mía —explicó son dejar de masticar—. Esta comida se vuelve de cinco estrellas.

—¿Una vida como la suya?

YoonGi dejó de mover los dientes, buscando una forma de decirlo sin que sonara como una victimización de sus circunstancias. No lo era, si la vida intentaba golpearlo él sería necio y aprendería de su técnica de golpes.

—De universitario pobre —dijo con una sonrisa tenue. HoSeok aplaudió mientras se reía, después de su ataque de risa se secó dos lagrimitas de cada uno de sus ojos—. ¿Por qué hoy no estás con JiMin?

Preguntó disfrazando su curiosidad de un tema que iba bastante bien con la conversación, pasando a otro de sus platillos en su charola. Era extraño no encontrar a JiMin con HoSeok y su otra... ¿Amiga? No conocía el nombre de la chica y no tenía por qué esforzarse en averiguarlo, le importaba en lo más mínimo.

HoSeok hizo una mueca como si estuviera refrescando su memoria.

—Ahora que lo recuerdo... No lo he visto en todo el día. —Recordó mirando hacia la nada—. Debe estar ocupado practicando su solo.

—Ah, cierto. El recital se acerca. —El mismo YoonGi estaba llegando a los comienzos de la presión. Su club no le dio oportunidad de escapar, él los estaría representando y todos parecían demasiado entusiasmado por eso.

—Sí y JiMin se ha vuelto muy autoexigente.

—¿Se ha vuelto? —Indagó sólo con un poco de interés, demasiado para su propio gusto.

—Sí, ha estado practicando día y noche —contó HoSeok—. Antes... Sentí que JiMin estaba perdiendo su amor por el canto, dejaba de practicar y odiaba cuando los maestros lo colocaban en presentaciones en solitario. Pero este recital, está muy distinto. —Sonriendo miró a los ojos a YoonGi, deteniendo sus movimientos de comer—. Se ha esforzado tanto que parece que por fin abrió los ojos. ¿No tiene algo que ver contigo, Hyung?

YoonGi lo miró como si hubiese enloquecido.

—¿Y por qué diablos tendría algo que ver conmigo? —Sonaba como una completa locura, pero para HoSeok sonaba lo más coherente del mundo.

—JiMin habla mucho de ti. Y de lo mucho que te admira. —Admitió con total sinceridad haciendo que el estudiante de música se pasmara totalmente—. ¿Lo sermoneaste?

Apenas podía pestañar dentro de la sorpresa. ¿Cómo JiMin podía ser así? Era una cosa... Ni si quiera podía ponerlo en palabras.

—Uh, de hecho... Lo hice —le contó recordando el día en que cosió el botón para JiMin—. Pero no esperé que tuviera esa reacción.

No creía que pudiera ser de esa forma, debía ser una conjetura errónea del chico de danza.

—¡Ah, genial! Yo también quiero un consejo, Hyung.

—Tienes que ganarlo —respondió sonriendo la comisura de sus labios apuntar hacia arriba. Bajó la cabeza hacia su charola recordando que todavía tenía gran parte del desayuno, con entusiasmo continuó comiendo. En algún momento HoSeok dejó de masticar su comida y disimuladamente pasó su pudín a la charola de YoonGi. Lástima que no era muy discreto—. Eso es tuyo.

Apuntó con obviedad regresando el pudín a HoSeok con sus palillos.

—¡No te preocupes, Hyung! Siempre termino muy lleno.

—No, no soy un muerto de hambre —insistió con tono tajante, colocando una mala cara. Odiaba profundamente cuando las personas consideraban que necesitaba caridad. Agradecía su corazón blandamente enorme pero insistía en que podía resolverlo por cuenta propia, siempre fue así.

HoSeok se rió, golpeando la mesa.

—No, Hyung. Te lo regalo porque quiero hacerlo. —HoSeok logró que su sonrisa obtuviera una increíble forma de corazón haciendo que YoonGi aflojara su postura.

Tomó el pudín nuevamente, ahora sin pudor.

—Gracias... —Le dijo asegurándose a mirarlo a los ojos para que atrapara su verdadero agradecimiento.

—¡HoSeok Oppa! —gritó agudamente una chica, avanzando hacia su mesa con entusiasmo. El estudiante de canto percibió como la sonrisa de HoSeok comenzaba a desaparecer hasta dejarlo en una mueca de seriedad poca habitual. Al parecer si podía dejar de sonreír, curioso— ¡HoSeok Oppa!

HoSeok tragó muy difícilmente antes de hablar.

—Eh.

—¿Hablaste con JiMin Oppa ya? —demandó. Ni si quiera hubo un saludo inicial, fue directo al punto. Bastante grosera.

YoonGi escuchó con atención, golpeando con su lengua el interior de su mejilla, permaneciendo en absoluto silencio. Se mantendría al margen, meterse en los asuntos de JiMin sólo enredaría su hilo.

—Sí...

—¿Y qué te dijo? —preguntó ella, desbordando de entusiasmo. Por poco hizo creer a YoonGi que en realidad no era grosera, por poco.

—Dijo. —HoSeok levantó lentamente ambas manos, como si estuviera preparándose a recibir un golpe—. Que lo sentía, pero quería ensayar para su recital.

La sonrisa de la chica se volvió forzada.

—Ah, ¿y qué hay del próximo fin de semana?

—Irá a un viaje con su club. —YoonGi masticó su pudín con excesiva calma. Había pasado por alto que JiMin estaría ahí. Sólo deseaba desesperadamente que no les tocara compartir habitación en el hotel, no quería ni imaginarse cuán incomodo sería todo. Tendría que mantenerse alerta en un viaje que debería ser su descanso.

—Pero... ¿Qué día vas a juntarnos? —le preguntó por fin desapareciendo su falsa sonrisa. HoSeok se encogió más, daba la impresión que sería pateado por la chica.

El mayor de los tres miró a la chica para estudiarla. De nariz de bolita, mejillas pequeñas, pecas y rulos pelirrojos. Sin duda era alguien con mucha belleza extranjera, su acento pesado al pronunciar le confirmaba que esa no era su lengua. YoonGi se preguntó porque ella estaba detrás de HoSeok cuando simplemente podría ir a hablar con JiMin directamente.

Porque era obvio lo que quería. Una cita con JiMin.

—Eh, yo... No creo que se buena idea, JiMin es...

—¡Me debías ese favor! —le reclamó histéricamente. HoSeok apartó la vista avergonzando.

Fue suficiente para YoonGi. En todos sus años de vida jamás había escuchado a alguien tan malditamente grosera para una confesión. Le colmó la paciencia lo suficiente rápido para hacerlo olvidar su promesa de no intervenir en algo que involucrara al estudiante de canto.

—Disculpa —intervino con voz profunda, dejando su postre—, ¿crees que estamos en la escuela secundaria?

Un atisbo de alivio cruzó por el rostro de HoSeok.

—¿Qué dices? —farfulló ella mirándolo con escepticismo. YoonGi no se inmutó, él tenía una mirada más dura.

—¿Crees que estamos en la escuela secundaria y con una cita JiMin se enamorará de ti? Además HoSeok no quiere emparejarlos, deja de engañarte a ti misma.

Cómo NamJoon solía hacerlo, YoonGi la apuntó con uno de sus palillos antes de llevárselo a la boca.

—¿Y tú quién crees que eres?

El estudiante de música suspiró, reteniendo en su punta de la lengua las palabras "La pareja predestinada de JiMin". No era capaz de usar esas palabras cuando le parecieran.

—Sólo un amigo —aclaró con calma—. Pero voy a disfrutar mucho cuando JiMin te rechace —pronunció dejando que una sonrisa creciera en su rostro—. Eres una mierda para alguien tan bueno como él.

Eso último era algo que YoonGi había estado pensando en los últimos días. Sonó un poco más pesado pronunciarlo en voz alta, aunque él mismo sabía que eso era verdad.

HoSeok jadeó sorprendido ante el insulto de YoonGi y la chica se sonrojó fuertemente.

—¡No puedes llamarme mierda! —balbuceó hirviendo de furia.

—Si sigues intimidando a HoSeok creo que JiMin tendrá que saberlo, ¿no? —Lanzó la amenaza final haciendo que todo rastro de diversión desapareciera de su mueca.

—Vete al carajo —le escupió ella antes de marcharse echando humo por todo la cafetería.

YoonGi sólo rodó los ojos, como si nada hubiese pasado volvió a atrapar su pudín.

—¿Qué? —Preguntó una vez que notó que HoSeok tenía la boca totalmente abierta y lo miraba con mucha sorpresa.

—¡Eres genial, YoonGi Hyung! —exclamó mirándolo con sorpresa.

—Eso deberías hacerlo por tu cuenta —le dijo seriamente aunque aceptó el cumplido con una sorpresa.

—Lo tomaré en cuenta. —HoSeok recuperó su sonrisa gigante—. La próxima chica que venga... Ah, no creo que pueda insultarla. 

Reconoció con una risita.

—¿La próxima?

—Sí, no es la primera vez que me pasa —confesó con pena—. JiMin siempre atrae a las personas equivocadas.

Los ojos de YoonGi se llenaron de interés.

—¿A qué te refieres? ¿Él... Ha salido con alguien que...? —Sin embargo el timbre que anunciaba el término de esa hora cayó cubriendo por completo su voz.

—¿Eh? ¿Que decías, Hyung?

—Nada. —Dijo, avergonzando se por su actitud.


Para el medio día, YoonGi caminó por uno de los corredores del ala derecha de la universidad, colgó su mochila en su hombro después de un largo día de clases. Estaba pensando en comprar un plato de ramén instantáneo, ese podría ser su almuerzo y después regresaría a trabajar en la universidad. Tenía que ensayar la presentación del club, después del viaje estarían en la fecha límite para el recital.

—¡YoonGi Sunbae! —le llamó alguien a sus espaldas.

No de nuevo.

YoonGi sabía perfectamente quién era, así que con un suspiro se detuvo mientras JiMin lo alcanzaba.

—¿Qué? —preguntó guardando las manos en las bolsas de sus pantalones. Deseaba que lo quisiera el menor fuera rápido.

—Ah... Um. —Tímidamente JiMin jugó con sus dedos índices juntos, evitando mirarlo a los ojos—. Mi botón se desprendió... ¿Puede coserlo por mí de nuevo?

El mayor lo observó sin entender.

—¿Botón?

—Intenté hacerlo yo mismo, pero no soy bueno en eso. —Los ojos de YoonGi cayeron en como el chico movía sus manos nerviosamente. Sus dedos eran realmente pequeños y cortos, hoy estaban rodeados de tiritas.

Oh, ya recordaba. El botón de la camiseta que el rompió.

Debía decirle que no, eso haría. Iba a negarse, por supuesto.

—Bien por mí —respondió encogiéndose de hombros e indicándole desinteresadamente con la mano que lo siguiera hasta la sala del club. Dejó pasar a JiMin y después entrecerró la puerta, teniendo cuidado en no golpearla demasiado fuerte. 

—Siento molestarle —susurró apenadamente, tomando asiento como la última vez.

YoonGi buscó en su mochila, con una expresión medio neutral y medio enfadada.

—Da igual, no es como si fuera un gran negocio —le dijo, pasando la punta del hilo por su boca antes de ensartarlo en la aguja, JiMin comenzó a platicarle animadamente de un tema que no estaba escuchando en lo absoluto. Sólo lo apreciaba hablar y gesticular haciendo sonidos afirmativos en los lugares correctos.

En ese momento, notó que algo andaba mal. No, no, no. ¿Qué estoy haciendo?

Se supone que iba a rechazarlo.

Levantó la mirada, encontrándose con la amplia sonrisa de JiMin que achicaba sus ojos marrones.

—El viaje es la próxima semana, ¿cierto? —siguió contando—. Estoy muy emocionado por eso, tengo planeado que...

Este chico. YoonGi suspiró mientras se hacía un lugar entre las piernas abiertas de JiMin para inclinarse a coser. El menor se tensó, pero no lo detuvo como la primera vez.

Parece que haber tomado mis palabras de corazón. Ha estado practicando más para el recital y...

Fijó la vista en los dedos cubiertos de curitas en sus dedos. Tenía que haberse lastimado al coser, eso explicaría las banditas. Intentó coser su botón por su cuenta.

Siendo honesto no esperaba que su charla con él tuviera una reacción, de cualquier tipo. Pero considerando lo dócil y fácil de convencer que era el chico no debió sorprenderle.

Este tipo es tan amable.

Cerró sus ojos meditando con un suspiro. Tiene una cara linda... Y una disposición uniforme. Parece venir también de una buena familia.

Si tan sólo fuera una chica...

Levantó los párpados reincorporándose de inmediato sobresaltándose por esos pensamientos, sacudió la cabeza intentando lanzarlos muy lejos. ¡¿Entonces qué?! ¡Yo amo a JeongYeon!

—Mira, ya está hecho —le dijo llamando su atención y agitando la camiseta.

Los ojos de JiMin se iluminaron, observando el trabajo de costura de YoonGi.

—Muchas gracias —susurró con las mejillas rosadas. El mayor carraspeó para tener su atención de regreso.

—Ah, oye. No siempre tienes que buscarme. Consigue una chica que lo haga la próxima vez. —La sonrisa de JiMin desapreció de su rostro. Simplemente quedó una expresión deprimente triste. YoonGi no la observó, guardando su kit de costura en su mochila para marcharse lo más pronto—. Ellas estarán más que felices de hacerlo por ti.

—¿Eh? —preguntó confundido.

—¡Estaré afuera entonces! —le avisó YoonGi, con la intención de ponerse de pie.

—Es-Espera, YoonGi Sunbae. —JiMin intentó detenerlo, ¿por qué YoonGi siempre tenía que correr en la dirección opuesta? Quería que se quedara un poco más.

El mayor se levantó, poniendo su pie izquierdo primero pero al levantar el derecho y sentarlo, su vieja suela se deslizó por todo el resbaladizo suelo. Otra vez se encontró perdiendo el control sobre su cuerpo.

—¡YoonGi Sunbae! —gritó JiMin lanzando sus manos para atrapar a YoonGi antes de que pudiera hacerse daño. Pero su Sunbae se vino abajo con tanta fuerza que no pudo sostenerlo. Lo obligó a caer del banquillo, atrapado abajo de él.

En el salón de música se escuchó el sonido de un banco cayendo al suelo y un grito ahogado del mayor al caer. Después, todo volvió a su habitual silencio.

Ow. ¿Qué demonios? YoonGi se quejó, intentando reincorporarse, se levantó con los brazos adoloridos y lentamente intentó abrir sus ojos, debió cerrarlos mientras caía. Su frente también le dolía bastante, como si se hubiera chocado con una roca.

Lo único que podía reconocer era que estaría lastimado de ciertos lugares y también... Que sus labios tocaron algo muy suave.

Tan pronto como sus ojos estuvieron abierto, él pudo observar la cosa blanda. La boca de JiMin estaba entreabierta de la sorpresa y al mirar desde cerca de veía regordete y rojiza.

Un segundo, ¿la boca de JiMin?

Con pánico encontró que el chico estaba debajo de él, mirándolo con sorpresa y uno de sus dedos tocando sus labios. Un rubor rojo adornaba por completo su cara.

Rápidamente YoonGi se apartó, sentándose torpemente cubrió su propia boca con su mano y se sonrojó con violencia, como nunca lo hizo en su vida.

Espera.

—YoonGi Sunbae —susurró JiMin intentando levantarse, sus rodillas se golpearon. No me digas que lo suave que tocó mis labios era...

¿Qué debo hacer? Yo...

El estudiante de canto lo tomó de los hombros, desesperadamente enterró los dedos en su sudadera y tiró de ella hacia adelante.

Un beso.

—YoonGi Sunbae, creo que estoy enamorando... —murmuró chocando sus nariz y ladeando la cabeza para acercarse mucho más, su aliento a menta acariciando la comisura de la boca del mayor.

El primer contacto con los labios de JiMin fue un suave roce entre ambos. No fue como el primero, YoonGi no estaba cayendo sobre él y cerrando sus bocas bruscamente en un golpe.

JiMin lo tomaba de la ropa con firmeza y una necesidad desesperante que lo mareó, su cuerpo clavándose en ese lugar con mucha rigidez. Observó los orbes almendrados llenos de súplica y deseo antes de desaparecer bajo sus pestañas.

YoonGi casi cerró los ojos también.

Hasta que finalmente pudo despertar de su trance. Y su primer impulso fue lanzar un puñetazo al estómago de JiMin con la suficiente fuerza para lanzarlo muy lejos de él.

—¡No intentes esa mierda conmigo otra vez! —gritó alterado, mirando al chico golpeado.

—Lo siento —dijo JiMin sin aire, con el brazo dónde YoonGi lo golpeó—. Pero... Pero no lo odio en lo absoluto, mi corazón estaba corriendo como loco. Porque yo... —Lo miró a los ojos antes de decir una estupidez— Creo que estoy enamorado de usted.

No.

JiMin no podía, no. Estaba loco.

—¡Alto ahí! —YoonGi levantó sus manos, poniéndose de pie y alejándose del menor lo más rápido que pudo— Estás imaginando cosas.

Le advirtió con la voz firme.

—¿Eh?

—Te has equivocado. Realmente no quieres este tipo de cosas. Sólo usa la cabeza y piensa.

Sí, eso. JiMin necesitaba enfriarse, un beso accidental podría confundir a cualquiera.

—¡Pero...! —exclamó con impotencia, haciendo puños sus manos sobre sus muslos— Sigo pensando que...

Las palabras se escaparon de la boca de YoonGi, él ni si quiera las pronunció con cuidado. Solamente dijo:

—Ya me gusta alguien más. —JiMin se pasmó, mirando fijamente a YoonGi y sintiendo un nudo horrible dentro de su estómago, junto con su corazón hundiéndose. A YoonGi... ¿Le gustaba alguien?— Bueno... ¡Así son las cosas! —Con una sonrisa forzada, se colgó la mochila— ¡Cierra después de irte!

Le recordó antes de correr con fuerza lejos del club. Sólo hasta que se aseguró que estuvo lo suficientemente lejos se permitió detenerse, apoyándose contra la puerta de un aula cerrada tomó una gran bocanada de aire.

Eso fue peligroso. Pensó agitadamente.

Tienes que ser directo con tipos como esos. Se convenció observando su mano, su hilo rojo luciéndose orgullosamente en su blanca tez. Pero... Parece que los efectos del hilo rojo lo están aumentando.

Tenía que encontrar una forma de evadir el destino, lo más rápido. Eso que JiMin sentía no era más que una cosa de estar atados, no podría ser que el chico tuviera sentimientos reales por él.

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