Hombros decaídos
Fue extraño para HoSeok y el resto de sus amigos ver a JiMin tan... Deprimido. El chico siempre iba a todos lados con una sonrisa radiante, que terminaba contagiando a todos de un buen humor tan pronto lo veían. Era inevitable no hacerlo, el estudiante de canto era la batería portátil de muchas personas.
Eso no estaba pasando los últimos días.
El primero de ellos llegó a la universidad arrastrando los pies, apenas recordó saludarlos a todos. El segundo tomó las clases de canto en silencio y el tercero fue el más extraño de todos. En su hora de descanso se mantuvo sentado en el comedor masticando un mango, apagado. Parecía que demasiado encerrado en una burbuja triste que pocas veces recordaba que sus amigos estaba a su alrededor.
Eso fue lo suficiente para considerarlo extraño. JiMin siempre apartaba el mango en un cóctel de frutas y si podía se lo regalaba a alguien más. Sin duda alguna, algo iba a terriblemente mal con su amigo.
TaeHyung que últimamente estaba incluyéndose en su verdadero grupo de amigos, no en los interesados por la popularidad del chico de cabellos rosas. Le dio una mirada. Haciendo una pregunta silenciosa sobre el estado de ánimo del estudiante de canto.
JiMin suspiró ruidosamente. Apoyando su mejilla contra sus nudillos.
Sook, quién era su amiga desde el inicio de clases en la universidad decidió ponerle fin a la situación.
—¿Qué pasa, JiMin? —le cuestionó con un tono cariñoso, muy materno —Nunca te había visto suspirar tanto.
—¿Problemas amorosos? —agregó TaeHyung con una risita, esperando que JiMin tuviera una reacción que fuera diferente a la tristeza.
—Sí... —Los tres lo miraron totalmente sorprendidos. Nadie lo vio venir.
Teniendo reacciones distintas se acercaron a JiMin de inmediato. HoSeok hizo un ruidito, Sook abrió tanto como pudo la boca y TaeHyung lo tomó de los hombros antes de iniciar un interrogatorio.
—¿Eh? ¿Quién es? ¿Una amiga más joven o mayor que tú?
—Es mayor...
—¡No juegues con nosotros! —chilló el aprendiz de danza—. Ni si quiera sabíamos algo.
Sook también se unió a los chicos.
—¿Ya te confesaste?
—Lo hice —admitió entre un suspiro.
—¡¿Eh?! —exclamaron los tres. Sin duda creyeron ingenuamente que JiMin sería un chico tímido.
—Me confesé pero... —Sus brazos se deslizaron hacia la mesa, enterró su rostro entre ellos, evitando que sus amigos pudieran observar su expresión triste. Recientemente sentía que podría llorar en cualquier lugar, en los más públicos y vergonzosos— Fui rechazado. Le gusta alguien más.
JiMin escondió su rostro más profundo. Odiaba la sensación de pensar que YoonGi ni si quiera titubeó en rechazarlo, por otra persona.
¿Podría gustarle NamJoon? ¿Quién podía ser tan especial para lograr que una persona como YoonGi pudiera ser conquistado?
Ni si quiera sabía de quién tenía que sentirse inseguro. Pero lo hacía, cualquier persona con la que su Sunbae interactuó en los últimos días le llevó a verse en el espejo más tiempo de lo habitual. Él estaba bien, lo sabía. Era amable; amaría a YoonGi con su alma, lo tomaría de la mano, le daría besos y lo alimentaría bien.
Nada de eso tenía sentido, porque los ojos del estudiante de música siempre estarían puestos en alguien que no era él.
—Ah —TaeHyung murmuró.
Sus amigos se sintieron incomodos por el anterior entusiasmo que tuvieron.
—Bueno —HoSeok le acarició la espalda, intentando ser reconfortante—. Estoy seguro de que encontrarás a alguien mejor, pronto. ¡Anímate!
Pero JiMin continúo contándoles, se guardó sus sentimientos que hablarlos por primera vez fue aliviador y liberador.
—Me ha estado evitando todo esté tiempo.
HoSeok alejó la mano sobre su espalda, sin saber muy bien que decir.
—Eh...
Muchos podían pensar que JiMin era tonto. No lo era, supo todo el tiempo que YoonGi tenía una actitud arisca especialmente con él. Debía ser porque eran de dos mundos completamente distintos. A pesar del rechazo constante, ese trato de no se comparó en nada a ser ignorado de verdad.
Cada vez que se acercó a su Sunbae obtuvo una excusa para ser pasado de largo. El trabajo, NamJoon necesitaba algo o su madre seguía enferma. YoonGi no le dio ni una oportunidad para estar cerca de él, ni si quiera en el club. Lo apartó sin molestarse en ser discreto.
Con lentitud sus ojos se movieron hacia la mesa del fondo. Lo único que podía observar desde ese lugar era la espalda de YoonGi. Al parecer estaba desayunado con JeongYeon.
—Creo que debería rendirme. Cada vez que veo su cara me siento abrumado por sentimientos . —Dejó de mirarlo, prefiriendo centrarse en otro lado—. Nunca me he sentido así antes...
El corazón de sus tres amigos se apretó con tristeza. Adoraban a JiMin y verlo tan afligido no era algo habitual.
Sook se animó a darle un consejo. Pensando que ni TaeHyung o HoSeok podrían aconsejarlo tan bien como ella.
—Tú no tienes por qué darte por vencido con ella, no tiene novio, ¿verdad? —Los ojos de JiMin fueron recobrando su energía habitual, lentamente enderezó su espalda para mirar a su amiga— Además, ella estará alrededor.
—¿Tú crees...?
—¡Sólo aférrate a ello!
—¡Cuenta con todo nuestro apoyo! —Agregó HoSeok con una de sus animadas sonrisas.
JiMin resplandeció, después de tres largos días de estar sumamente decaído pudo tener devuelta su aura radiante.
—Gracias a todos. —Les dijo felizmente— ¡Yo realmente no me daré por vencido!
YoonGi estornudó con mucha fuerza, mientras llevaba la charola de JeongYeon y la suya a la pila de las demás.
—¿Estás bien? —Le preguntó JeongYeon.
Se me está poniendo la piel de gallina. Reconoció limpiándose lentamente la nariz con su dedo índice. Era un indicio de su sexto sentido gritando peligro.
—Ah. —Recordando a JeongYeon, la miró. Asegurándose de verse lo más encantador que pudo—. Sí, estoy bien.
De manera contradictoria y vergonzosa moqueó ruidosamente.
—¿Estás seguro? —Insistió ella.
—Sí. No creo que haya pescado un resfriado. —Era sumamente raro si lo hacía. De niño tuvo que adquirir buenas defensas a la fuerza. Quedarse en casa y esperar a que una gripe pasara no era una opción, iría a la escuela incluso si su frente ardía.
—Eso es bueno —comentó JeongYeon—. Vamos a ir al viaje mañana, cuida tu salud.
Sus labios fueron deslizándose hacia arriba, terminando en una sonrisa.
YoonGi tuvo un extraño pensamiento. La boca de JiMin era definitivamente más bonita. Siendo objetivo el chico tenía los labios carnosos y siempre estaban brillos. Cualquiera querría besar al estudiante de canto hasta dejarlo sin aliento.
¿Qué demonios?
JeongYeon estornudó, rompiendo su línea extraña de pensamientos horripilantes que quién sabe a dónde terminarían corriendo.
Porque podía ser que la boca de JiMin fuera más bonita, pero YoonGi solamente querría besar a JeongYeon. Únicamente era de esa forma.
—Uh, salud.
—Ah, supongo que lo mismo va para mí —dijo ella riéndose. A YoonGi le costó un poco recordar de qué estaban hablando. Seguían haciéndolo de la salud, ¿no?
Simplemente no podía concentrarse en los últimos días. Ha estado tan ocupado corriendo de un lugar a otro que no tuvo ni una oportunidad decente de platicar con su amor platónico. Era la primera vez que hablaban después de varios días.
¡Ella es tan linda! Pensó cuando JeongYeon terminó de reír pero una sonrisa gentil permaneció en su rostro. Estaba divagando de nuevo.
—¡Mañana vamos a divertirnos un montón!
Lo que le recordaba... Era la primera vez que esquivaba. Pero habría dos grupos de personas, alguien debería estarían enseñándole. Nada malo tendría que pasar.
Espero que JiMin no trate de hacer nada raro... Fue inevitable no preocuparse por eso. Mucho menos con la imagen que cayó dentro de su cabeza.
JiMin debajo de él, luciendo sonrojando, avergonzando y sorprendido. Luego la forma demandantemente fuerte en que lo empujó hacia adelante para intentar robarlo otro beso.
Otro, ellos ya tuvieron uno.
¡Pero esa cosa de antes sólo fue un accidente! Agitó la cabeza apartando esa sensación blanda en su boca. En ese momento detestaba su prefecta memoria sensorial del momento más que nada, no podía olvidar lo suaves que eran los esponjosos labios de JiMin tocando los suyos.
No tenía por qué pensar demasiado en eso. Ni si quiera fue un beso real, fue más un golpe duro.
Miró con desprecio su propio hilo. Que infierno... Todo esto por el hilo rojo. Cerró los dedos sobre su palma con mucha fuerza.
No puedo bajar la guardia hasta que encuentre una forma de cortar este hilo maldito por los dioses. Él estaba ardiendo.
—¿YoonGi?
—Ah, sí. —Se giró hacia JeongYeon, con una creciente sonrisa—. ¿Qué decías?
—Me voy por este camino. —JeongYeon señaló una calle—. ¡Nos vemos mañana!
—¡Nos vemos! —Se despidió de ella, por poco desprendiendo corazones.
Sea de día o de noche, alguno de mis compañeros estará conmigo. Así que debo estar tranquilo. ¡Voy a tener mucha diversión esquiando con JeongYeon!
—¡YoonGi! —YoonGi escuchó a NamJoon gritarle desde las instalaciones de la universidad mientras ataba su bufanda roja sobre su cuello. Lo esperó cruzándose de brazos, su amigo llegó a su lado con una sonrisa poco habitual— ¿Hoy vas a cubrir doble turno?
—Uh, sí. Cubriré mi horario para viajar, ¿por qué?
—Te acompaño a la cafetería, ¡tomemos el metro!
YoonGi lo miró con desconfianza. Normalmente era su cafetería. No dijo nada de cualquier forma. Permitió que tomaran el metro entre charlas ocasionales.
Ya era hora de que supiera la verdad, sus dos amigos deberían estar unidos.
La cafetería siempre olía a café recién molido y era un poco ruidosa. Ese día estaba callada como pocas veces lo hacía. Le traía a YoonGi una tremenda paz mientras cubría su turno.
—Algo de la casa para mí —pidió NamJoon, tomando asiento en unas las mesas frente al mostrador. YoonGi rodó los ojos mientras veía fijamente la mano de su amigo.
Era extraño, el hilo no pareció disminuir ni un poco en el largo. Se suponía que se acortaría si estaba lo suficientemente cerca de su alma gemela.
—¿JungKook? —Lo llamó en voz alta, caminando al cuarto de entrada para tomar su uniforme del turno. Podía ser que JungKook no estuviera ahí.
—Ah, YoonGi Hyung. —Su compañero de turno asomó la cabeza por la puerta mientras él se ataba al mandil a la cadera—. ¿Ya llegaste?
YoonGi golpeó con su lengua el interior de su mejilla, descartando que el trabajador más joven estuviera lejos.
—Acabo de hacerlo. Traje a NamJoon conmigo.
Contó pretendiendo que eso sonaba como un comentario casual y no como el análisis que realmente era. Los ojos de JungKook se abrieron, dedicándose a acomodar su boina color pasto le dio una sonrisa.
—Oh, está bien. Sus amigos son agradables.
—Seguro, tienen una relación estrecha. —No se sintió arrepentido de decirlo tan directamente incluso si las mejillas de JungKook se encendieron.
Ellos se gustaban, no existía forma de que alguien con todas sus capacidades no pudiera notarlo. Él jugó a cupido mucho tiempo, nada de eso fue en balde.
—No tanto —comentó su Donsaeng entre una risa entrecortada—. Date prisa y toma el puesto, HyunJin corrió tan pronto supo que vendrías.
YoonGi chasqueó su lengua fastidiado.
—Ese tipo... —Aunque no le gustaba recibir órdenes podía dejarse ser mandado por su menor en pocas ocasiones. JungKook también hizo un comentario contra su otro compañero, moviéndose con dirección al almacén para desempacar la nueva mercancía.
Cuando estuvo con el uniforme de la cafetería puesto cada lugar de su cuerpo, se colocó en su puesto tras la caja registradora. Esperando otro largo turno de horas, estando de pie. Consideró en invertir en comprarse otro par de tenis, llegaría con menos ampollas a casa.
—Realmente quiero un café —pidió NamJoon golpeando con sus baquetas una de las mesas.
—¿Por qué viniste en primer lugar? —le preguntó, moviéndose hacia la cafetera.
—Quería ver cómo le ha estado yendo a JungKook en sus materias.
—No me creas de estúpido —le advirtió severamente dándole una mirada de muerte, al mismo tiempo vaciaba una cuchara tupida de café. Años en el trabajo le regalaron un montón de esas habilidades.
—Es la verdad.
JungKook apareció en ese instante sosteniendo nuevos sobres de café, abriendo las alacenas para guardarlos.
YoonGi dejó de hacer la bebida del baterista para darles una mirada a sus hilos rojos. La bolsa de café se apretó entre sus dedos hasta dejar de escapar un polvo de humo café de la inmensa sorpresa que sintió.
No lo entendió.
—¿YoonGi Hyung?
Se aseguró de mirar bien para comprobar que estaba viendo correctamente. Esperaba que la punta entre NamJoon y JungKook estuviera unida y fueran uno solo.
Pero sus hilos únicamente seguían de largo, casi estaban burlándose de sus suposiciones. Sus amigos no estaban atados el uno con el otro.
—¿Estás bien, YoonGi? —le preguntó NamJoon poniéndose de pie. YoonGi se forzó a mirarlo a la cara.
—Ah... Sí.
Él lo está. Sólo que simplemente ya no entiende el hilo.
Pensó que los sentimientos de JungKook y NamJoon fueron empujados hasta crearse. Aunque no estaban destinados a estar juntos.
Esperó hasta que JungKook volviera al almacén en el cuarto trasero para acercarse a su amigo el baterista.
—No sabía que te gustaba JungKook.
NamJoon sonrió, jugando con sus baquetas de una mano a otra.
—Nunca lo preguntaste y nosotros no haremos ningun movimiento hasta que entre a la universidad —le acusó conservando su característica sonrisa divertida—. ¿Todo en orden?
—Es un poco... Raro.
Raro fue pensar que sus sentimientos no fueron creados por el hilo rojo. NamJoon debió interpretarlo de una manera errónea porque su sonrisa se volvió extraña hasta que no quedó rastro de ella.
—No creí que fueras de mente tan cerrada.
—¿Qué? —confundido miró a NamJoon, sin entender porque lo estaba acusando. Con una mirada acusatoria de su mejor amigo lo comprendió—. No me refiero a eso. Es bastante genial, pero... No creo que funcione.
Esto era difícil. Ninguno de las personas cercanas a él en su vida inició una relación de la que sabía que tendría que terminar en su mismo grupo de amigos.
—¿Tiene que ver con el destino?
—¡Sí! —exclamó, volviéndose entusiasta. NamJoon lo estudió durante un largo instante.
—¿Cómo lo sabes?
Con malestar se encontró así mismo incapaz de decirle la verdad.
—Sólo lo sé.
Odiaba no poder decírselo. Pero preferiría mantenerlo en el secreto. Nunca hizo la insinuación de contárselo a alguien más después de abrir la boca frente a su padre y madre.
Se culparía por hacerle cargar a NamJoon con una maldición que no le correspondía, era su propio castigo.
—No te agobies, todo estará bien. —NamJoon le golpeó la cabeza con la baqueta, haciendo suspirar a YoonGi tocando donde fue golpeado—. Aceptaré lo que él universo tengo para mí.
¿Por qué no puedo pensar como tú? YoonGi se cuestinó con una tristeza sincera e inusual en él. Lo mantuvo en sus ojos mientras prepara el café para su amigo.
Ellos estaban en igualdad de condiciones, emparejados con un extraño y no de la persona que estaban enamorados. Pero parecía que NamJoon fluiría mejor con las situaciones y dejaría ir a JungKook cuando las cosas fueran imposibles.
YoonGi no. Él se aferraría a JeongYeon todo lo que pudiera. Porque ella era su elección. Los dioses no podían simplemente pasar de largo. Eran dioses, pero, ¿cómo sabían que era lo que él quería?
Ni si quiera podía visualizarse tomándose de la mano con un chico. Una acción tan sencillo que con JeongYeon fantaseaba muchas veces, con un hombre y siendo más específicos con JiMin era desconcertante.
—JiMin se me confesó. —Le entregó su café, esperando que NamJoon lo sostuviera. Sólo que a su amigo se le escapó de las manos, incapaz de tener una reacción después de las palabras de YoonGi.
—¿JiMin?
—¡NamJoon, el café! —Con un suspiro, rodeó el mostrador para recoger el vaso en el suelo. Por fortuna ninguno obtuvo una quemadura.
—¿JiMin qué?
—Se me confesó —repitió asegurándose de ser más claro.
—¿Cómo una confesión amistosa?
—¿Si quiera existen las de ese tipo? —respondió girando los ojos, mientras se agachaba—. JungKook, tenemos una bebida en el suelo.
JungKook asomó la cabeza fuera del cuarto trasero.
—Ya traigo las cosas.
—De acuerdo. —NamJoon se apoyó contra el mostrador, buscando una forma de sostenerse y no caer por la impresión—. El chico de nuestro club se te confesó. ¿Qué le dijiste?
Ante la mirada soñadora de NamJoon, YoonGi hizo una mueca de rechazado arrugando mucho la nariz.
—¿Qué iba a decirle? Ese tipo solamente está confundido.
—¿Por qué está confundido? Siempre que te ve sus ojos brillan y...
—¡Está siendo forzado a eso! —le interrumpió en voz alta, negándose a parecer el villano. El por toda la mierda que no lo era.
Con un suspiro, NamJoon golpeó con sus baquetas la esquina del mostrador.
—¿Fuiste amable?
—¿Qué?
—Te conozco —repitió ante la confusión de YoonGi—. Probablemente le gritaste porque tuviste un pánico gay.
—No tuve un... —Miró mal a NamJoon— Tenía que ser firme y directo.
—¡YoonGi! Él chico tal vez este llorando con sus ojitos de cordero.
JiMin tenía unos ojos de cordero, en eso tenía mucha razón.
—Es su problema —gruñó, dándole paso a JungKook. Que le sonrió a NamJoon y después se dedicó a limpiar el desastre de la bebida regada.
—No fuiste ni un poco suave. ¿Qué harías si JeongYeon te rechazara de esta manera? —Con culpa YoonGi prefirió inclinarse para ayudar a limpiar a NamJoon. Aunque ni si quiera eso lo detuvo de ser regañado— Mañana en el viaje, pídele una disculpa.
—¡No voy a hacer eso! Me he esforzado mucho en evitarlo.
NamJoon se palmeó la frente.
—Nunca pensé que tú falta de tacto podría ir tan lejos. —YoonGi dijo una grosería entre dientes, odiando el hecho de que NamJoon tuviera solo un poco de verdad—. Vas a pedirle una disculpa.
—Pero, no...
—Incluso si el chico sólo tiene un amor fraternal por ti y está confundido, vas a disculparte por ser un pésimo Sunbae y por tu insensibilidad. ¿Lo harás?
—No prometo nada —respondió de mala gana, considerándolo sólo un poco. JiMin no podría estar tan mal después de su bruto rechazo, eran sólo exageraciones.
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