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Espalda recta

Preguntándose qué estaba escribiendo, YoonGi alejó su lapicero azul del papel. Porque siendo sincero consigo mismo no sabía que iban a hablar hoy en el club y su mente no parecía querer esforzarse para recordarlo.

No pudo evitarlo, observó el pedazo que quedaba de hilo atado a su meñique. Descansaba sobre la hoja de su cuaderno de apuntes y por algún motivo le pareció tan solitaria esa imagen que su pecho se presionó.

Estaba acostumbrándose a esa vista de nuevo y al mismo tiempo no.

—¿Presidente? ¿Presidentee?

—No te está escuchando, Tae. Debes gritarle en el oído.

—Oh, tienes razón, NamJoon Hyung. ¡Presidente! ¡Presidentee!

—¡Ah! —YoonGi pegó un brinco mirando hacia los lados, hasta encontrarse al culpable de su susto. Apartó a TaeHyung de su espacio personal con un empujón— ¿Qué?

Le preguntó secamente, aunque no parecía tan agresivo como normalmente. TaeHyung hizo una mueca pensativa, YoonGi se veía un poco más adormilado de lo normal. Se preguntó si no habría comido bien. O tal vez no tuvo las horas suficientes de sueño para dejarlo con energía.

Tenía que ser eso, se le veía bastante extraño.

—¿Qué sucede? ¿Te sientes mal?

Huyendo de la mirada curiosa de NamJoon, YoonGi intentó sonreír con naturalidad. Preferiría que su amigo baterista no estuviera mirándolo desde hace un buen rato, se sentía bajo el detector de mentiras y lo que menos quería era un regaño por mentir ahora mismo.

—No, sólo estaba distraído —le aseguró falsamente. No fue muy bueno en ello porque TaeHyung volvió a tomarlo de uno de sus hombros para insistir.

—¿Estás seguro?

—Sí, sí. ¿Qué decías? —Con dudas el aprendiz de teatro, dejó el tema.

Había algo raro en el presidente del club sólo que no podía leerlo con exactitud y estaba seguro que el mismo YoonGi no le diría nada. Miró a NamJoon, pero el baterista estaba como siempre, no parecía demasiado preocupado. Así que podía tampoco saber algo.

—Ah, que JiMinie ya está por llegar. —YoonGi sintió un duro latido golpear su pecho, sonrió nerviosamente para TaeHyung ignorando las reacciones idiotas de su cuerpo. Ellos se verían después de lo sucedido con las tijeras mágicas, finalmente—. Se le hizo tarde por un ensayo, nos mandó un mensaje de disculpas.

—Ah, ya veo. —Tae permaneció mirándolo, por lo que el estudiante de música pensó que estaba esperando alguna reacción más de su parte—. Está bien, JiMin es puntal casi siempre...

Casi siempre ansioso por arrastrar su banco junto a YoonGi y mirarlo desde su lugar. Eso era muy frecuente e incómodo para el mayor, así que tenía que darle una mirada que decía a gritos "¡Mira hacia otro lado, idiota!". En cambio JiMin le sonreía apenado, pero tampoco dejaba de observarlo con ojos soñadores y casi desprendía corazones.

—Tienes razón —dijo TaeHyung sonriendo y por fin alejándose de él.

—¡Lamento la demora! —exclamó JeongYeon entrando con una sonrisa gigante, arrastrando un banquillo entre NamJoon y TaeHyung.

YoonGi la notó un minuto después de que ella entró e intentó darle una buena cara como saludo.

Aunque estaba más inquieto mirando la puerta y esperando el momento en que se abriera.

Esto será muy incómodo... Apartó la mirada, prefiriendo mirar sus manos.

Ellos no habían coincidido antes, así que no tuvo que preocuparse por cómo debería actuar alrededor de él. Su fecha límite para huir del otro se venció con el día del club. 

Tendrían que hablar en algún momento, sin escapatoria.

Cerró los ojos, respirando muy hondo en su sitio.

Desde el día en que YoonGi citó a JiMin en ese mismo lugar, no ha sido capaz de sacarlo de su cabeza. El recuerdo del chico mirándolo con la boca entreabierta, las cejas juntas y la lágrima que estaba surcando por su redonda y bonita mejilla, lo estaba atormentado día y noche.

No lo entendía. Cortó el hilo, entonces... ¿Por qué? ¿Por qué JiMin no se iba de su cabeza?

Debía ser la culpa, pero no había forma en ningún infierno de que pudiera hacer sentir mejor al chico.

Se estaba precipitando, JiMin podría estar bien. Sonriente y amoroso como siempre, ahora que el hilo estaba cortado no existía manera de que conservara algo de su anterior enamoramiento. No a alguien como él.

La puerta se abrió de un solo golpe y los ojos de YoonGi también. Tensó todos y cada uno de sus músculos evitando mirar, sabía quién era sin la necesidad de hacerlo.

—Ah, ¡bienvenido! —le dijo JeongYeon alegremente al recién llegado.

El presidente del club escuchó la voz de JiMin, apenado seguramente por haber llegado tan inusualmente tarde.

—Lamento la demora. Al parecer aún no llega TaeYong Hyung...

Se sintió como un sueño muy lejano. Le dio la impresión que JiMin no estaba sólo a unos metros de él. La sensación de estar totalmente lejano a su alegre voz lo descolocó profundamente.

—Así es —le confirmó TaeHyung—. Ya le enviamos un mensaje, así que no tardará en llegar.

¿JiMin ya estaba bien?

Se escuchaba tan malditamente alegre como siempre. Se dijo que estaría bien si sólo le daba una mirada discreta para asegurarse. Necesitaba saber si el chico estaba tan deslumbrante como lo era.

El problema fue que cuando YoonGi levantó la mirada, los ojos de JiMin de inmediato se encontraron con los suyos. Él rápidamente giró la cabeza antes de tener un colapso nervioso por el contacto repentino.

Ah. Al solo verlo traté de evitarlo automáticamente.

JiMin esperó que YoonGi lo mirara de vuelta, pero supo que estaba evitándolo. Tenía experiencia en eso. Suspiró, debatiendo si debería hacer algo sobre eso.

TaeYong abrió la puerta detrás de él sacándolo de sus reflexiones.

—Ah, así que otra vez soy el último en llegar. Lamento la demora.

—No tienes vergüenza, TaeYong —le reprochó JeongYeon, con una risa. Nadie dijo nada ante el silencio de YoonGi por el retraso de TaeYong. El que comúnmente era el primero en regañarlo permaneció en su lugar quieto como una estatua.

—Sí, sí, como sea —se burló NamJoon preguntándose qué pasaba con ese ambiente repentinamente callado. 

Ningún comentario arregló la tensión durante la clase. 

YoonGi guardó su libreta dentro de su mochila, despidiendo a NamJoon con un puñetazo desinteresando de hombro. Antes de buscar las llaves para cerrar en su bolsillo se aseguró de que la vela aromática estuviera bien apagada.

—YoonGi Sunbae. —YoonGi se congeló, sintiendo que se paralizaba en su lugar ante la vocecita de JiMin—. ¿Pues hablar con usted?

Apretó entre sus dedos las correas de su mochila. Luchando contra poner una expresión asustadiza se volvió hacia el menor.

—Sí —aceptó simplemente con esa palabra, inseguro a decir cualquier otra cosa.

Esperó a que JiMin dijera algo, pero entre ellos se formó un silencio bastante espeso. Entonces YoonGi comenzó a hablar, no pudiendo soportarlo más.

—Lamento lo del otro día —¿Por qué sonó tan tenso? Tratando se ser más específico, agregó algo aunque fuera mucho más incómodo decirlo—. Cuando te hice llorar.

JiMin sonrió levemente bastante avergonzado de recordar eso.

—Tal como pensé, le sigue molestando eso... —YoonGi lo miró con sus profundos ojos, seguramente estaba analizándolo. El estudiante de canto se encargó de darle una sonrisita sincera para demostrarle como se sentía sobre lo sucedido— Lo que quiero decir, ¡es que estoy bien! Aún no sé por qué lloré, pero... —confesó una risita apenada— ¡Es como si me hubiera liberado!

Algo extraño pasó bajo el estómago de YoonGi, como si estuviera contrayéndose del dolor.

Liberado. JiMin se sentía así sin su hilo unido. Entonces todas sus conclusiones se volvieron un nudo difícil de tragar en su garganta.

—¿En serio? —le preguntó, sin saber la razón por la que estaba esperando una respuesta negativa con la respiración contenida.

Era lo más conveniente, evitaba que el dulce chico saliera lastimado. Y él... Estaba tan bien con eso, ¿cierto?

—¡Sí! —le afirmó feliz, YoonGi dejó escapar el aire que atrapó. Escapó como si fuera su último aliento de vida— Aun así a partir de ahora, espero que nos llevemos bien como compañeros de club.

Se lo propuso alegremente, sonriéndole sin dientes. YoonGi apenas pudo hacer un intento de sonreír de lo aturdido que se sentía.

Esto era tan extraño, JiMin siempre le dijo que quería ser más, lo miraba como la cosa más valiosa para él. Y ahora solo había en sus pupilas mucho compañerismo.

Sus sentimientos ya no estaban más.

El hilo rojo fue el que verdaderamente manipuló los sentimientos de JiMin. Sin él, ya no... No lo amaba más, no esperaría atesorarlo, no lo cuidaría más.

Por supuesto, ¿cómo pensó que alguien tan increíble como JiMin podría amarlo tanto? Sólo sería posible si hubiera sido engañado por la brujería del hilo.

Justo ahí tenía las respuestas a lo que siempre pensó.

—Claro... —balbuceó.

—¡Entonces nos vemos la próxima sesión! —le avisó agitando su mano y marchándose casi dando brincos.

YoonGi se mantuvo ahí, apretando sus labios juntos y cejas en la frente. Sólo cuando el mar de emociones negativas por fin comenzó a ceder, se obligó a avanzar. 

Sus piernas estaban tan entumidas cuando intentó alejarse de la sala del club.

Se acostumbraría eso, tal vez estaba más acostumbrado a las emociones rosas de JiMin hacia él más de lo que pensó. No creyó que esto sería así de difícil.

—¡YoonGi, te estaba esperando! —JeongYeon estaba de pie en el pasillo, viéndose muy animada. Ella lo tomó del brazo con cuidado cuando estuvo a su lado—. ¿Quieres ir a ver una película conmigo?

—¿Una película? —repitió, sintiéndose aturdido por el exceso de ánimo de su amiga.

—¡Sí! Me regalaron los boletos, pero la fecha límite para utilizarlos es hoy. —Se apartó para mirarlo de frente, manteniendo esa sonrisa de labios delgados—. ¡Pensé que podríamos ir juntos!

—Ah.

YoonGi guardó las manos en las bolsa se sudadera, sintiéndose cabizbajo y sin decir una palabra. ¿JiMin aceptaría la siguiente confesión que tuviera? Ahora que no estaba destinado a nadie, el chico podría...

—¿YoonGi?

Recordó que JeongYeon le hizo una pregunta.

—Lo siento, hoy tengo otras cosas que hacer...

JeongYeon hizo una mueca triste.

—Ya veo, es una lástima. ¡Pero cuando haya otra oportunidad volveré a invitarte! ¿Ya vas a casa?

—Sí —respondió simplemente y ella debió notar que no era un buen día para su amigo de club. Era la primera vez que él no parecía iluminado a verlo, prefirió no involucrarse más en eso.

—Ve con cuidado a casa —le dijo a modo de despedida y YoonGi se talló la frente totalmente estresado cuando JeongYeon no estaba más.

No sé porque rechacé si invitación. Si era lo que tanto había esperado...

Algo llamó su atención, desde la ventana del segundo piso pudo encontrar a dos personas de pie. No fue muy difícil adivinar de quienes se trataba sabiendo que había una cabellera de color cereza recién retocada.

JiMin.

Observó su espalda en su suéter rosa, estaba riendo con su amigo. HoSeok era quién lo sostenía del hombro y se apoyaba explotando en su ataque de risa.

A YoonGi le picaron las manos anhelando tocar algo, sin motivo alguno.

Siento que ha pasado mucho tiempo, desde que la última vez que nos vimos. Pero en realidad no ha sido tanto.

Desde que corté el hilo, ya no nos hemos visto más.

Y antes de que lo cortara, nos encontrábamos incontables veces todos los días.

—¿Por qué no volteas a verme? —preguntó en voz alta, mirándolo fijamente a través de la ventana.

A pesar de que no me gustara, siempre eras capaz de encontrarme.

Una chica de cabello negro atado corrió hacia ellos. JiMin se volvió para mirarla con una sonrisa, lanzando a HoSeok lejos amistosamente. Así que YoonGi recordó que ella era su amiga, parte de su grupo de amigos cercanos.

Cuando me veías, siempre te acercabas alegremente.

Y entonces... Entonces JiMin sonreiría con tanta felicidad sólo por verlo, hasta que sus ojos eran dos líneas en su cara sonrojada y le diría "¡Sunbae!".

Pero él sólo tuvo la espalda del chico, mientras se marchaba con sus dos amigos.

YoonGi se acercó al cristal, apoyando la frente y mirándolo irse.

—¿Por qué no lo haces?


—Bien, gracias por devolverme las tijeras —SeokJin las regresó devuelta a su chaqueta, sonriendo tranquilamente. Cómo supuso, YoonGi era un buen chico y no hizo nada con ellas. Sólo que... Al mirarlo, lo encontró encogido sobre su lugar. Tenía los hombros hundidos y sólo estaba observando sus pies, deprimido—. No luces muy bien.

Él casi se burló. YoonGi se recompuso, siendo tomado por sorpresa.

—Eh. No, es sólo que... —le echó una mirada al lugar, encontrando algo de que distraerse de esa sensación que en cada hora se volvía más pesada. La cafetería de su trabajo ahora parecía ser su punto de encuentro con SeokJin. Esa noche no había gente, por lo que HyuJin estaba hablando con alguien por teléfono detrás la caja registradora, bastante distraído.

Contempló su café en vaso en la mesa.

—No me digas, ¿te arrepientes de haber cortado el hilo? —A pesar de que eso era una pregunta, sonó como una afirmación.

—No... —Dioses, no podía engañarse así. Si pudiera volver en el tiempo entonces no sabría si cambiaría aquello— No lo sé. —Sí, eso sonaba mucho más honesto—. A pesar de que era lo que tanto quería... No entiendo por qué me siento así. No he podido sacarlo de mi cabeza. Y de alguna modo, mi pecho comienza a doler cuando lo miro sonreír, porque... No sonreiría más para mí, así.

Apretó los dedos. Finalmente estaba afuera esos pensamientos que le estaban matando el ánimo diariamente.

SeokJin, sonrió. No pudo evitarlo y era grosero pero no hubo forma de que pudiera contenerlo.

—Ah —musitó alegremente—. Espera, es como si... Te enamoraste completamente de ese chico.

Eso hizo a YoonGi saltar. Miró a SeokJin con sorpresa, dejando que su cara se volviera rosada.

—Eso —dijo torpemente. Llamar "eso" a un enamoramiento fue extraño, SeokJin no podía dejar que ese muchacho era como si tratara las emociones lo más distante que le era posible, sintió un poco de tristeza por él—. No es posible...

No, no podía ser. No podía estar enamorado de JiMin, no... Sólo no. ¿No?

SeokJin resopló con fastidio. Que duro era ese universitario, definitivamente no era normal que no reconociera sentimientos que eran tan obvios.

—Vamos —le animó con un tono infantil y al mismo tiempo reprochó—. Ya has llevado tan lejos como para que sigas siendo tan obstinado. 

YoonGi no respondió. Así que SeokJin tuvo que deducir que su silencio era una confirmación.

—N-no, no puedo... No lo creo —balbuceó, aunque la forma en que lo decía sonaba totalmente como una afirmación.

Al menos SeokJin tenía que conformarse con eso porque sentía que no logaría algo más con ese chico y animarlo a lo siguiente.

—Y bien, YoonGi-ssi, ¿qué es lo que piensas hacer ahora?

El universitario atrapó su vaso de café caliente, dándole una mirada a HyuJin atendiendo. Necesitaba algo de que aferrarse en esos momentos.

—No es como si pudiera hacer algo. A él ya no le intereso. —JiMin le dejó bastante claro que él también se sentía libre cuando. Y estaba bien siendo amigos. La idea de pensar en JiMin como un verdadero amigo sin sus sentimientos envueltos fue tan extrañamente muy doloroso. No quería eso. Pero no había nada que hacer, todo esto era su culpa—. Ya es demasiado tarde...

Murmuró apagándose.

Lo he arruinado todo.

—¿No crees que es demasiado pronto para decir eso? —le interrumpió SeokJin seriamente—. Creo que deberías decirle cómo te sientes, ¿no es esa la mejor opción? —YoonGi evitó mirarlo, bebiendo de su café incluso si se quemaba la lengua. Probablemente el tipo raro tenía razón en ese punto, aunque se preguntó si tenía caso alguno. SeokJin notó la duda marcada en todas sus facciones, intentó convencerlo de otra forma— Existen personas que durante toda su vida no conocen a su pareja predestinada. Y otras, que a pesar de no estar unidos por el hilo pueden llevarse muy bien. No es como si por eso fuera imposible.

Eso era lo que YoonGi creyó ciegamente y por mucho tiempo hacia JeongYeon. Pero con JiMin se sentía como si las cosas cambiarían.

—¿Sí? —respondió con duda. SeokJin le sonrió para tranquilizarlo.

—Puede que ya no sea tu pareja destinada, pero lo que suceda a partir de ahora depende de ti.

—Wow —YoonGi murmuró, alejando el café de su boca y sonriéndole al extraño de sujeto. Cómo que ya le agradaba mucho más—. Inesperadamente eres un buen chico...

—¡Claro que lo sooy! —se halagó SeokJin con entusiasmo—. Soy un buen chico, ¿y?

—¿Y? —repitió, dejando el vaso de su café en la mesa. Sintiéndose mucho más animado, de repente.

—¡Qué esperas, alábame más! —YoonGi rodó los ojos, cruzándose de brazos con una sonrisa divertida.

—Y te debo una, porque ahora mismo voy a llamar a JiMin. —Tomó su teléfono y sin titubear presionó el contacto del chico—. ¿Sí, JiMin? ¿Tienes un momento?... Lo siento, sé que esto es repentino... Pero, necesito verte... ¡E-estoy bien! ¿Dónde estás?

SeokJin sonrió, tomando el vaso de YoonGi para darle un trago al café. 

Sí, realmente era el mejor. 

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