Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cara apuesta


Le enfermera había mentido. La madre de YoonGi no sería dada de alta rápidamente, sus estudios arrojaron un montón de cosas bajas y otras altas.

YoonGi deseó comprender un poco de los tecnicismos médicos, aunque los médicos siempre trabajan en la objetividad desearía poder tomar los análisis y evaluarlos por su cuenta propia. Era tan difícil depender de alguien en algo tan importante y le irritaba en todo el cuerpo ese sentimiento de inutilidad.

—¿Con reposo estará bien? —Volvió a preguntarle, perdido entre el mar de palabras extrañas del doctor. Oh, maldición. ¿Por qué me siento como un idiota?

Tal vez porque no había dormido nada, como una víctima de la preocupación.

El hombre miró a su madre en cama, ahora en una habitación propia llena de luz.

—Es más complejo que eso, pero depende como reaccionen sus glóbulos blancos a nuestro tratamiento —le explicó con mucha más calma, usando palabras comunes.

Los glóbulos blancos servían para... ¿Las defensas? YoonGi miró a su mamá esperando algún indicio de que ella estuviera preocupada y no encontró nada de ello, con resignación volvió a mirar al doctor. Tal vez él debió haber estudiado medicina y no música. Al menos sería rico y podría mantener la salud de su madre, pero la idea de estar detrás de un escritorio y atender a una persona tras otra en un mismo consultorio le daba una horrenda claustrofobia.

Con la música podría sanar a un montón de personas al mismo tiempo, en un teatro enorme con olor a viejo.

Lo que le recordaba su dilema con su club, ellos querían que YoonGi fuera está vez el representante del club en el recital.

Era una propuesta terrible y no podía decir con exactitud porque, pero lo era. Imaginarse a él frente a las personas con un peso tan grande como mantener un buen rango para su club lo hacía sentirse mareado.

¿Tenía pánico escénico? No, no lo creía. De más joven le gustaba en exceso presentarse. ¿Alguna fobia social? Poco improbable, le ponían de mal humor las multitudes pero le encantaba deleitarlos con su música.

Él simplemente... Tenía miedo de fallar para su club.

Ya era muy malo que el fuera el presidente, si hacia una presentación terrible la universidad les quitaría el reducido apoyo económico.

Podría agradecerle al idiota de cabellos rosados, todo había sido un plan brillante de JiMin.

Ugh, enserio, lo odiaba demasiado. Mucho más después de que abriera sus tontos labios gruesos para sugerirlo. Ojalá el hilo rojo pudiera ser tocable, entonces lo usaría para lastimar un poco al idiota de Park.

El doctor sacudió los estudios de su madre, antes de entregárselos a YoonGi.

—A más tardar al mediodía podría tener una respuesta —le aseguró, sonaba como una despedida aunque no lo era.

—Se lo agradezco mucho —dijo YoonGi inclinándose firmemente para despedirlo. Sabía que bastaba con un empujar la cabeza hacia abajo pero el hombre estaba cuidando de su madre cascarrabias, merecía cualquiera respeto—. Ah, ¿por qué diablos están mal tus glóbulos blancos?

—¿Tengo cara de que lo sé? —le respondió ella, cruzándose de brazos. YoonGi rodó los ojos, arrastrando una silla hasta la orilla de su cama, en la orilla del colchón dejó los estudios. No se molestaría en hojearlos en ese momento, más tarde los leería con un diccionario.

—Pienso que le pones más atención al doctor que a lo que dice —comentó con sarcasmo, logrando que su madre chasqueara la boca con desaprobación.

—Sí, es tan probable que imaginar que algún día traerás a alguien.

—Buen punto. —Él estuvo de acuerdo con ella, compartiendo una sonrisa divertida. Su madre aflojó su sonrisa hasta volverla una ciertamente maliciosa.

—Ah, aunque... ¿Qué hay del chico apuesto?

—¿Chico apuesto? —Frunció su entrecejo sin comprenderlo.

—¿Cómo se llamaba...? ¿JiHoon?

—¿Ah? —¿JiHoon? YoonGi no conocía a nadie llamado de esa forma, ni si quiera haciendo memoria muy atrás. Fue el adjetivo que su madre usó para describirlo lo que le hizo dar con la persona, por supuesto, su alma gemela siempre era ridículamente apuesto entre las mujeres. Lo que era una tontería, su cara era extraña. Tenía facciones suaves, su cara era tan masculina y al mismo tiempo tenía delicadas. Como su boca, no es que YoonGi la hubiera mirado directamente, solo ocupaba gran parte del espacio de la cara de JiMin y siempre se movía al compás de su estado de ánimo, era imposible no prestarle atención. Simplemente—. Oh, JiMin.

—Sí, él. —Los ojos de su mamá se llenaron de complacencia—. ¿Por qué no está aquí?

YoonGi apretó los dientes, un nervio bajo el ojo le tembló.

—No tiene por qué estar aquí —le cortó, con su cara tan neutral que incluso sorprendió a su madre—. Ni lo volverá a estar.

—¿Lo odias? —le cuestionó ella con sorpresa.

—Sí —respondió de inmediato. Pero decirlo tan... Directo, le dejó una sensación extraña sobre la lengua, se sintió un poco incorrecto después de todo lo que JiMin había hecho por él en el último tiempo.

Tal vez el mocoso había ascendido a un grado de tolerancia mayor. Sólo le irritaba profundamente y ahí se quedaría. A pesar de lo benevolente que era nunca podría agradarle del todo.

A su madre no pareció molestarle sus sentimientos negativos, lanzó un comentario acompañado de una risa.

—Entonces dile que venga mientras no estés. —Eso hizo que YoonGi se incomodara. ¿Por qué JiMin tendría que venir? Su madre nunca lo entendería. Si alguien debería hacerlo para acercarse a su pequeña familia sería JeongYeon.

—¿Por qué siento que no quieres irte del hospital?

—Porque no me siento tan sola como en casa.

YoonGi suspiró hondo, intentando mantener la compostura. Enfadarse sólo haría a su madre más fuerte con sus argumentos, no tenía ningún caso. Su autocontrol respecto a su insistencia se fortalecía.

—No estás segura de lo que estás sugiriendo, no me quieres en casa, otra vez.

—¿Por qué no? —Le cuestionó arrugando la frente.

—Porque querrás trabajar más, para ambos.

—No, puedes mantener tu trabajo.

Su hijo sabía que aquello no sería posible, su madre lo detendría con las labores domésticas de casa. YoonGi sacudió la cabeza, no caer era el primer paso, unos más adelante sería convencerla de alguna manera para que aceptara que las cosas serían de esa manera.

—No podría caminar hasta la universidad.

—Te ahorrarás el dinero del alquiler —contestó de inmediato. Sonriendo por sus respuestas rápidas—. ¿Lo ves?

YoonGi se tomó el puente de su nariz y después pasó la palma de su mano por su cara intentando desparecer las arrugas en ella.

—Mamá, he estado afuera por dos años. ¿Por qué ahora estás insistiendo con mudarme?

Su madre cambió su expresión de triunfo a una completamente avergonzada atrayendo la atención de su hijo.

—Porque... Me estoy haciendo vieja, he trabajado duro simplemente para ti. Y eres lo único que tengo.

Eso habría sido un discurso emotivo demasiado sentimental si YoonGi no conociera demasiado bien a su madre.

—Tu chantaje emocional no funciona conmigo —le recordó, dándole un golpecito en el muslo bajo las sábanas del hospital—. Pero tienes razón, te estás haciendo vieja y debes cuidarte.

—¿No te sentiste ni un poco conmovido?

—No. —Su madre maldijo en bajo, logrando que YoonGi riera discretamente.

—Me siento sola —dijo. Su hijo buscó con sus ojos a su madre esperando encontrar su habitual humor picante. Al contrario, estaba siendo totalmente honesta con ello y podría decirlo con su expresión cabizbaja—. Y te extraño.

—Ah, mamá...

Ella continuó.

—El primer año pensé que estabas probándote a ti mismo. Resultaría para ti y te haría alguien más autónomo, pero volverías. —Se aclaró la garganta, no muy disimuladamente—. Después pensé que puede que eso no pasaría. Y ahora tengo que pedírtelo porque no ha cruzado ni un poco por tu cabeza.

En silencio YoonGi atrapó la mano de su madre, acariciando el dorso con su pulgar.

—Egh...

Ella lo apartó, no necesitaba su consuelo. Si su hijo no quería no lo forzaría y listo.

—Olvídalo —se corrigió, recomponiéndose. Su aura firme y madura regresó a ella—. No estoy tan desesperada. Conseguiré un gato gordo, no habría diferencia.

—¿Qué dijiste? —Su madre se rió descaradamente ante su propio chiste. Contagiándose de eso YoonGi pensó que podría ceder un poco, no lo mataría— Voy a pensarlo, ¿bien?

La señora Min rodó los ojos.

—Eso dices siempre.

—No, está vez voy a evaluar las posibilidades y tomar la mejor opción.

Calculador. Era mejor de esa forma a tomar una decisión impulsada por un sentimiento. Era la forma de pensar de YoonGi.

—Bah, aguafiestas —respondió con molestia aunque su hijo sabía que en realidad ella estaba orgullosa de que siempre pudiera mantener todo bajo control.

YoonGi se empujó hacia adelante, todavía sonriendo un poco. Descansó su cabeza en la orilla de la cama y recibió tímidamente la mano de su madre sobre sus cabellos. Al inicio fue un poco torpe y forzado, probablemente no tenía a alguien mimándolo desde que era niño. Ni si quiera eso, cuando tenía sus ocho años cumplidos descubrió que ser abrazado por su madre sólo le quitaría el tiempo a ambos.

Después del primer momento, todo se sintió mucho más natural. Le dieron ganas de apoyarse complacido pare recibir más caricias, pero se contuvo.

—Oye, mamá.

—¿Qué?

Cerró los ojos, demasiado abochornado. No debería tan difícil pronunciar sus sentimientos en voz alta, pero lo era. Y dudaba mucho que pudiera luchar contra su naturaleza después de tantos años.

—Gracias.

Aunque ella lo entendió se sintió complacida por eso. Así que empujó a YoonGi por más.

—¿Por qué? —Su hijo bufó, sabiendo que su mamá en realidad estaba bastante entretenida con su vergüenza.

—Por... Todo lo que has hecho por mí. —Eso hizo que una lágrima quisiera escaparse por el ojo de la señora Min. YoonGi nunca era sentimental, no era algo personal. Por esos escasos momentos donde su chico bajaba las murallas de su corazón siempre eran cálidamente valiosos.

—Yah, no me voy a morir, pequeño idiota. —Se obligó a decir, acariciando la nariz de botón de su hijo.

YoonGi suspiró con cansancio, aun manteniendo los parpadeos caídos.

—¿Tenías que matar el momento?

—Estabas actuando como un idiota, así que sí.

Sólo suspiró, abriendo los ojos con una sonrisa. Su madre agitaba una de sus manos y pronto todo se congeló.

—¡Mamá! —Gritó, lanzándose hacia adelante y atrapando la mano izquierda de su progenitora. Sus ojos se abrieron tanto como el largo del hilo rojo de la mujer.

—¿YoonGi? —Él la ignoró, sabía que estaba aplastando un poco el cuerpo de su mamá pero antes de apartarse necesitaba asegurarse. Tomó de su muñeca y la sacudió asegurándose que el hilo se ondeara con su movimiento. Lo hizo

Nunca había estado tan eufórico antes en su vida. Finalmente, después de tanto tiempo de desamor ella estaba atada a alguien. No más preocuparse por temer que ambos estuvieran atados a personas distintas y al final su relación podría venirse hacia abajo.

—¡Mamá, tu hilo! —exclamó lleno de entusiasmo.

—¿De qué demonios estás hablando?

—¡Tu hilo! —repitió con la sonrisa tan grande que apenas cabía dentro de sus mejillas— ¡Ahora vuelvo!

Saltó de la cama y comenzó a seguirlo. ¿Podría ser que fuera un trabajador de un hospital?

Rápidamente caminó atrás del hilo, se golpeó contra dos paredes pero estaba tan emocionado que simplemente se talló la frente y continúo su camino, sin despejar un poco sus labios estirados en una enorme sonrisa. Bajó, subió escaleras y pasó por elevadores un montón de veces.

Al abrir las puertas del hospital, su sonrisa comenzó a desvanecerse y su alegría con ello. En la multitud de la ciudad un montón de hilos corrían y se enredaban entre ellos. Le costaría seguramente algunos años encontrar la otra punta y si lo pensaba correctamente podría ser que el hombre de su madre podría estar fuera del país.

Ella podría no correr con la misma suerte que tuvo él, no todos encontraban a su pareja predestinada tan pronto.

Gimió exhausto. ¿Por qué se hizo ilusiones tan pronto? Conoció a personas que estaban atados, pero jamás conocieron a su pareja destinada. Nada le aseguraría que su madre sería afortunada para hallar a esa persona.

¿Y si era un preso? ¿O un alcohólico? ¿Tendría su madre tan mala suerte? Su madre debería estar atada a alguien tan bueno como lo era ella.

¿Entonces él se merecía a JiMin? No, el chico de voz chillo era demasiado bueno para él. Por lo tanto podía descartar su teoría.

—Tengo que hacer que ella lo encuentre —se prometió con desánimos, empuñando su mano donde él tenía su propio hilo. Muchas veces sentía que no existía diferencia entre poder mirarlo o no, su don era ilimitado y muchas veces solo estorboso con poca utilidad.

Sólo un poco, se preguntó que estaría haciendo JiMin en esos momentos. Pero tan pronto como tuvo ese pensamiento se encargó de sacarlo de su mente a patadas.

JiMin no debía ocupar ninguno de sus pensamientos.

Colocó las manos dentro de sus bolsillos, encontrando de pronto el clima de otoño demasiado frío para la chaqueta delgada que estaba usando. Consideró en volver al hospital, aunque no se sentía capaz de forzar una sonrisa ante su madre.

Sus dudas sobre el hilo volvieron con intensidad, ¿era bueno o malo?

—Dioses caprichosos —murmuró fastidiado, mirando al cielo. Nunca recibía una respuesta, de cualquier tipo. Al regresar su vista al suelo se encontró con algo curioso. Una anciana recogía manzanas en el suelo, las tomaba con lentitud y las regresaba con cuidado a una canasta bordada que sostenía en su antebrazo, quejándose tan pronto como se agachaba. Un adolescente pasó golpeando a la mujer mayor y barriendo con su cesto.

—Oye, idiota. Ten más cuidado  —le gritó al joven chico, esperando que se diera cuenta de su error. Pero ese tonto sólo siguió su camino. YoonGi demasiado irritado por su comportamiento caminó para ayudarle— ¿Está bien?

Le preguntó, acompañado de una sonrisa suave.

—Sí. Muchas gracias.

YoonGi mirando en la dirección de la mujer mayor se inclinó para tomar otra fruta cuando sus dedos terminaron chocando con la mano de otra persona. Horrorizado se alejó tan rápido como fue posible.

—Oh —dijo JiMin con su voz suave y apenada. Sonriendo en su dirección—. Que sorpresa, Sunbae.

—¡Idiota, esto es tan escalofriante! —Tomó una manzana y se lanzó esperando arruinarle un poco de su asquerosamente apuesto rostro— ¡Deja de aparecer de la nada! ¡Idiota!

JiMin la atrapó torpemente, devolviéndoselo a la anciana.

—Está vez fue una coincidencia —aclaró sonriendo con pena.

—¡¿Cuándo no lo fue?! —El estudiante de canto se sonrojó sin poder decir nada que no terminara con él humillado por su Sunbae.

YoonGi se pasó la mano por la cara, con un suspiro. Bueno, podía ser que él lo hubiese atraído con sus tontos pensamientos.

El hilo debió interpretar de forma errónea el pensar en JiMin. ¡Él no quería verlo, lo confundieron tontamente!

—Los dos son muy amables. —La anciana agitó su cesto en el aire, acomodándolo sobre su brazo—. Por favor, acepten una manzana.

Les pidió felizmente.

—No, no podríamos —respondió YoonGi antes de que JiMin pudiera decir algo más, sin tocarlo logró que la mujer perdiera sus ánimos. Pero el estudiante de canto le tocó el hombro tímidamente para llamar su atención.

—Es de mala educación no aceptar un regalo, Sunbae.

La anciana asintió con una sonrisa y le tendió una manzana roja y brillante a cada uno. YoonGi la aceptó con remordimiento e iba a caminar detrás de ella, después de todo las frutas no eran nada baratas, antes de ser interrumpido por alguien más.

—Oh, cariño. ¿Por qué no llegabas? Nuestro hijo está por llegar, corre.

Un hombre tan sólo un poco más alta que la mujer le arrebató la canasta y con un brazo libre. Lo que parecía ser su esposa se apoyó contra su costado y a un ritmo lento avanzaron por la acera. YoonGi no pudo evitarlo, sus ojos cayeron sobre el hilo rojo y una sensación cálida se apretó en su pecho al darse cuenta que ellos estaba unidos. Quiso sonreír, maravillado por presenciar algo así.

Siempre había pensado que el hilo rojo era caótico y arruinaba muchas relaciones. Sin embargo, las que formaba deberían ser fuertes e intensas. Un amor perfecto, similar a eso debería ser estar enamorado de la persona con quién te ataban.

—¿A dónde va, Sunbae? —Le preguntó JiMin con suavidad jugando con su manzana rojiza, sacándolo de sus cavilaciones.

—Ah... De vuelta al hospital. —Cuando miró hacia los ancianos estaban ya muy lejos, la sensación amorosa que le dejaron no se fue.

—¿Su madre sigue hospitalizada?

—Sí —respondió sin dejar de avanzar acompañado del menor. Limpiando su manzana en la solapa de su chaqueta antes de darle una mordida. Por algún motivo, JiMin se volvió rojo como una fresa mientras él se lamía los labios—. ¿Qué?

—A-ah, nada... ¿Lo acompaño?

—No.

—¿Podría esperarlo a fuera?

—No.

—¿Puedo pedir un taxi? Para su madre.

—No.

—¡Entonces podría...!

—Park —YoonGi le interrumpió, sus ojos girando alrededor de su cabeza—, no.

Repitió tan simplemente, observando como el semblante de JiMin se apagaba un poco.

—Oh.

Fue inevitable no preguntarse por qué diablos los dioses lo unieron a él. Pasando el alto y extraño hecho de que ambos eran hombres, no podían ser más distintos entre sí. YoonGi había vivido un montón de cosas que tuvo que apagar su entusiasmo o necesidades de cariño con tal de sobrevivir, el estudiante de canto era su polo opuesto. Sonriendo, siendo atento con los desconocidos y totalmente amoroso con sus seres queridos.

¿Por qué estoy unido a ti? Se cuestionó por primera vez desde que se conocieron sin una pizca de molestia, solo un profundo sentimiento de confusión.

¿Por qué estar atado a una persona tan luminosa como JiMin cuando él solo tenía sentimientos obscuros?

—Oye, JiMin. ¿Has pensando en casarte? —No esperó que JiMin comenzara a toser por poco ahogándose, alejando la manzana de su cara. Rodó los ojos con fastidio dándole un golpe brusco en la espalda para que se callara de una buena vez.

—¿Por qué me está preguntando eso, Sunbae? —preguntó, sonrojado y pasmado.

—Sólo responde. —Le cortó de manera brusca.

—Ah. —Jugando con la fruta entre sus manos —. S-sí...

—¿Y tener hijos?

La cara de JiMin tomó otros tres tonos de rosa antes de que fuera capaz de responder.

—Sí. —Acarició la zona de su cuello, desviando la mirada. YoonGi no entendía porque el chico estaba tan avergonzando, sin embargo no le importó, quería saberlo todo hasta al final.

—¿Muchos?

—N-no, creo... Que uno me haría feliz. —YoonGi arqueó una ceja. Siendo sincero consigo mismo imaginó que JiMin podría mantener a un ejército de niños y siempre regalarles una sonrisa—. O tal vez dos, es muy pronto para... Saberlo.

—Ah. —Sólo murmuró y antes de que JiMin pudiera preguntar algo, se detuvo en un cruce de calles—. Me voy.

—¿Se va? ¿No quiere que...? —Le dio una mirada fría de molestia, haciendo que el estudiante de canto cerrara su boca y asintiera con una sonrisa— Oh, entiendo. ¡Hasta mañana, Sunbae!

YoonGi movió la mano con desdén, sin embargo después de alejarse se encargó de mirar al chico sobre su hombro. Cortar el hilo entre ellos ya no se trataba de algo egoísta, era un favor para ambos. JiMin podría enamorarse de alguien más y tener la vida que siempre quiso, al igual que él.

No sería justo para el amable chico estar atado para siempre a alguien al que nunca podría corresponderle. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro