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¿Profecía?

Narrador omnisciente:

El mundo es un lugar complicado; desde su naturaleza hasta los seres que lo habitan. Los Elementos de la naturaleza fueron lo primero que los hombres consideraron sagrado; antes que los Dioses. Inicialmente fueron solo cuatro Dominios de Elemento: Agua, Aire, Fuego y Tierra, pero posteriormente del Fuego se derivó el Rayo, considerándose un Elemento más. Con el pasar de los años se fueron desarrollando más controles de Dominio, derivándose de los Elementales, y más tarde, de los mismos derivados, creando la sociedad actual, llena de todo tipo de habilidades.

Se desconoce cuál fue o como se creó el primer Dominio de Elemento; solo hay leyendas y mitos acerca de estos, muchos se acercan, pero nadie es capaz de saberlo. En la actualidad ya no se le llama Dominio de Elemento, puesto que ninguno es puro; sino que son derivados de derivados, ahora se le nombra poder o control de Dominio.

Una de las más populares leyendas se trata de El Hilo Rojo del Destino, la cual cuenta la historia de dos chicos que salvaron el mundo en la antigüedad, trayendo la paz y enamorándose, pero su amor era tan fuerte y especial, que aunque la muerte los separó, atravesaron incluso barreras de tiempo para estar junto a su amor destinado en la otra vida, puesto a que estan atados por un invisible hilo rojo, uno que se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca se va a romper.

Pero eso son solo leyendas, no son reales, ¿o si?.

Todos los habitantes en el mundo, exceptuando a menos del 1%, son portadores de un poder de Dominio; rara vez te encuentras con alguien sin poder.

Los humanos son seres avariciosos y buscadores de poder. El poder trae soberbia y la soberbia ignorancia, discriminación y vanagloria, por lo que ese 1% de personas sin un poder son despreciados y apartados de los demás.

Daphne Robinson, una chica de solo 17 años de edad, tuvo la suerte de ser parte de ese 1% de personas sin control de un Dominio, siendo rechazada por el mundo.

Pero aún así, siempre luchó contra esto.

Desde pequeña desarrolló una linda pasión por el arte de patinar sobre el hielo, eso hizo que sus padres la inscribieran en una academia de deportes, dónde la formaron y prepararon para eso, logrando a la corta edad de diez años su primer premio.

El desprecio, rechazo y maltrato recibido por sus compañeros influyó mucho en su desarrollo como deportista, pues eso, en vez de bajarle los ánimos o hacerle sentir peor, le impulsaba a seguir avanzando, para así demostrarle al mundo que personas como ella también podían ser alguien.

Pero no lo vió venir, fue imposible ver el como se acercaba, teniendo que dejar atrás sus sueños por el bien del mundo, ese que la rechazó desde su nacimiento, pero cuando se dió cuenta, ya era demasiado tarde.

Hablando de ella, ahí estaba, con sus cabellos castaños recogidos en un moño alto para que no fuesen una molestia en su rostro al realizar aquellos impresionantes giros, con sus brillantes y destacables ojos verdes cuales esmeraldas y sus mejillas rojizas por el frío. Sus pies siendo cubiertos por unos lindos patines blancos, mientras los deslizaba sobre aquel sólido hielo.

Los gritos clamando su nombre y los elogios a su baile y persona, siempre eran estruendosos, por lo que si practicaba en su escuela se desconcentraría, ya que, aunque el lugar estuviese solo, siempre había quienes se sentaban a verla, testigo de sus delicados, elegantes y lentos movimientos, fluyendo con la melodía armoniosa que inundaba sus oídos.

Sus ojos se mantenían cerrados por intervalos de tiempo; sumergida en una total concentración de cada centímetro que movía su cuerpo siguiendo el ritmo de la grabadora a unos metros de ella, la cual yacía en el suelo emitiendo sonidos.

Daphne se flexionaba, curbeaba y doblaba con facilidad, haciendo que las miradas del público oculto tras unos arbustos no se apartasen de encima de ella.

Una última voltereta se hizo presente, la música se detuvo al igual que su cuerpo, y a pesar de que su pecho subía y bajaba con brusquedad, mantuvo la postura, levantándose de su posición final con delicadeza, sin perder el equilibrio en ningún momento.

Cuando se dió cuenta escuchó unos tenues aplausos, observó confundida hacia la izquierda, viendo a dos niños y una niña, viéndola con emoción, sonrisas y las mejillas rojas.

—¡Genial!

—¡Impresionante!

—¡Que lindo!

Esos eran los comentarios. Ella se les acercó, agachándose frente a ellos y sonriéndoles con ternura.

—Gracias pequeños —habló con dulzura y los niños sonrieron emocionados.

—¡¿Cuál es su poder de Dominio, señorita?! ¡¿Es sobre el hielo?! —exclamó la pequeña con un brillo en sus dos azules ojitos.

—No tengo poder de Dominio —negó manteniendo su sonrisa, y los chicos hicieron una "o" con sus bocas—. No necesariamente debes tener un poder de Dominio para ser alguien genial o impresionante como dicen ustedes, pequeños, solo hace falta esfuerzo y empeño, con eso podrán lograr sus metas. El no tener un poder no te hace inferior, nunca lo olviden —tocó con suavidad la punta de la nariz de uno de los chicos.

—¡¿Entonces lo hace sin ayuda?!

—¡¡Es grandiosa!!

—Gracias, otra vez —sonrió con dulzura, siempre fue alguien que le agradaba a los niños pequeños—. Vuelvan a casa, es muy tarde para que estén afuera —aconsejó y los menores asintieron, al cabo de unos minutos, retirándose.

Daphne se levantó del suelo y vió por dónde se habían ido.

Sus finas hebras castañas fueron movidas por el frío viento de la noche, después de recuperar el aliento se sentó en un banco que rodeaba el hielo, apagó la grabadora y observó hacia el amplio cielo negro, cubierto de un titilante manto de estrellas.

Después de unos minutos se levantó y agarró su mochila, dispuesta a irse, pero algo la detuvo.

Un repentino mareo atacó su cabeza, un dolor punzante se hizo presente en su pecho. Arrugó los ojos y su ceño se frunció.

—¿Q-qué...? —pronunció al hallar su voz en el fondo de su garganta, la cual comenzaba a sentirse apretada.

Llevó sus brazos a su estómago sintiendo arcadas, el sudor frío bajaba por su frente, pronto su cuerpo se convirtió en un desastre de dolores y malestares.

—¿Q-qué está pasando...? —susurró como pudo, ya la voz casi no salía de entre sus labios.

Tienes una misión —una voz desconocida hizo eco en sus oídos, ella agitó su cabeza con rapidez, viendo a sus alrededores para ver quién le hablaba, pero la voz parecía venir de todos lados.

—¿Q-quién eres?

Eso no importa ahora, lo que sí importa es que eres la Elegida para cumplir la profecía —respondió dejándola totalmente confundida, un nudo de nervios formándose en su estómago.

—¿Profecía? —intentaba pararse, más su cuerpo se lo negaba, no tenía fuerzas.

Así es, Daphne.

Un dolor seguido de un escalofrío recorrió el brazo de Daphne, intensificándose en su muñeca. Cuando llevó su vista hasta ahí se encontró con cinco círculos que formaban una línea, estirándose desde la parte interior de su muñeca hasta su antebrazo.

—¡¿Q-qué es esto?! —preguntó sin saber a quién, viendo asustada su propia piel.

Debes buscar en cada nación el Elegido, es uno por cada Elemento, exceptuando al de Agua. Cuando los encuentres, en el interior de los círculos se dibujará el emblema o símbolo del Elemento que domina. Te deseo suerte, trae la paz a este mundo.

—¿Eh? ¿De qué habl...? —sus palabras fueron calladas cuando su vista se tornó borrosa y un agudo y ensordecedor sonido se apoderó de sus oídos. Pronto tuvo que rendirse, dejándose caer al suelo, sus ojos cerrándose, siendo rodeada por la blanca y gris nieve, la luna observando todo desde lo alto; siendo testigo de aquel anormal hecho.

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Cuando sus párpados se volvieron a abrir, se encontró en una acogedora habitación, era de madera antigua y las mantas que la cubrían eran suaves.

Levantó la parte superior de su cuerpo de golpe al no reconocer su entorno, un mareo leve recorrió su cabeza por el brusco movimiento.

Recuperándose puso sus pies en el piso frío, cuando se dió cuenta miró extrañada su ropa, ya no era la misma, sino una bata blanca hasta sus pies, de estilo antiguo, al igual que las cosas de su alrededor.

Se dirigió a la desgastada puerta, y cuando la abrió chocó su frente con el pecho de alguien, que al parecer, entraba en ese mismo instante.

—Ouch... —sobó su frente haciendo un pequeño puchero con sus labios, a él le pareció tierno.

Daphne levantó la mirada, sus orbes verdes se encontraron los suyos, celestes y fríos como el mismo hielo. Observó hacia su ropa, era azul claro, luego vió hacia su cabello, era blanco y lacio, brillante y de aspecto suave, al igual que su pálida piel.

La castaña no parecía reaccionar, por lo que el más alto se sintió algo incómodo al tener su curiosa mirada sobre su cuerpo.

—Hola... —saludó con una pequeña sonrisa, alzando su mano al lado de su cuerpo.

—¡Ah! —reaccionó de inmediato— ¡Hola! Eh... ¿Dónde estoy? —dijo mientras volteaba hacia el cuarto nuevamente, viéndolo confundida.

—Bueno, en la tarde te encontré inconsciente en la nieve, te traje aquí hasta que despertases —sonrió con suavidad, dejando a Daphne aún más confundida.

—¿En la tarde? Pero si era de noche... —abrió sus ojos más de lo normal al recordar todo de golpe; sus dolores, sentimientos extraños y aquella misteriosa voz— ¡Cierto! —observó hacia su muñeca derecha y levantó la manga de su vestido, viendo allí aquellos círculos negros, vacíos en el centro— ¡Una extraña voz me habló y...! -se dió cuenta de lo que decía y la mirada de extrañesa dirigida a ella— Jeje, es decir... —pasó su mano por su nuca, avergonzada por las incoherencias que decía, sin tener una explicación lógica de lo que había pasado.

—La ropa que llevabas era muy extraña... No eres de la Nación del Agua del Norte ¿Verdad? —se recostó en el marco de la puerta, alzando una de sus finas cejas, la castaña lo vió con duda.

—¿Nación del Agua del Norte? ¿Qué es eso? ¿Se come? —se burló comenzando a reír en voz baja, el chico rodó los ojos.

—¿Entonces eres de la Nación de Tierra? —Daphne alzó una ceja.

—¿Ah porque vas en serio? —se cruzó de brazos, desviando la mirada hacia la ventana, quedando boquiabierta— ¡¿Qué rayos...?! —corrió hacia ella, viendo un paisaje blanco, lleno de nieve y muchos pinos altos.

Sorprendida aún corrió hacia afuera de la habitación, haciendo a un lado al peliblanco, el cual comenzó a seguirla.

—¡O-oye! ¡¿A dónde vas?! —exclamó corriendo tras la chica que parecía buscar la puerta principal.

—¡Aquí está! —dijo al encontrarla.

Cuando la atravesó no se lo creía, era un camino que bajaba hacia una gran ciudad de edificaciones antiguas, la cual se veía a lo lejos, estaban en una montaña, no en un parque con el piso cubierto de hielo como recordaba.

El peliblanco se paró a su lado, viendo confundido el rostro de abrumacion de la ojiverde.

—¿Q-qué es este lugar? —pronunció mientras de su boca salía vaho y su corazón se oprimía en el interior de su pecho, comenzando a sentirse asustada.

Un suspiro se hizo presente de parte del más alto.

—Pequeña, déjate de juegos, ¿no eres de la Nación del Agua del Norte? —dijo mientras cruzaba sus brazos frente al su pecho, repitiendo la pregunta que había hecho antes.

—¿Qué es... la Nación del Agua del Norte? —habló, aún mirando fijamente a la nada.

—¿Cómo que qué es? Es una de las Cinco Grandes Naciones divididas por Elementos —alzó una ceja— ¿A cuál perteneces? —Daphne dirigió su mirar hacia él, perdida en sus pensamientos— ...¿De dónde vienes...? —preguntó con más curiosidad.

La chica reaccionó después de despertar del profundo trance en el que se había sumergido; siempre fue alguien inteligente, por lo que repasando la información dedujo que estaba pasando.

—¿En... qué año estamos?

El chico rodó los ojos ante tal pregunta.

—1203

Los ojos de Daphne se abrieron sorprendidos, pero fácilmente lo disimuló. Era claro, había viajado en el tiempo, y por más fantasioso que pareciese, era cierto; aunque no quería creerlo.

—No has respondido mi pregunta —su voz ahora era más grave y cortante, logrando intimidarla, aún más cuando vió sus afilados ojos azules, con aquel brillo radiante en ellos.

—P-perdón yo... —rascó su nuca mientras reía— ...no recuerdo nada.

Un silencio incómodo se apoderó de la atmósfera, la cual comenzó a tornarse tensa.

—¿Es broma, no? —cuestionó el de cabellos claros sin creerlo, pero suspiró al recibir un movimiento de cabeza de Daphne, negando aquello— Ahhh, esto es estúpido. Veamos, ¿cuál es tu poder de Dominio Elemental? —soltó en un suspiro cansado, y a pesar de que Daphne nunca había escuchado el término de "Dominio Elemental" respondió, suponiendo que se refería a el típico poder de Dominio.

—N-no tengo —rió algo nerviosa, debido a la mirada sobre ella.

—Ya veo... pero, ¿ni siquiera recuerdas a tu familia? ¿o si tienes un hogar? —el chico recibió otra negación por parte de Daphne, dando como respuesta un suspiro, sin saber que hacer— Bueno, supongo que...

—¡Oh! ¡Ya despertaste! —se escuchó la voz alegre de una chica. Ambos voltearon a ver, encontrándose con una muchacha de cabellos blancos, ojos celestes y piel muy blanca, idéntica a el chico presente allí— ¡Te quedó muy bien mi vestido! ¡Sabía que te serviría! —exclamó examinándola con la mirada, haciéndola sentir algo incómoda.

—Cierto... mi ropa... ¿Tú me cambiaste? —la contraía asintió, aliviando la pequeña incomodidad dentro de Daphne al pensar que quien había tocado su cuerpo fue el chico peliblanco— ¿Quién eres...? —inclinó su cabeza hacia un lado, señalando duda.

—¡Oh! Mi nombre es Brenda ¿Cómo te llamas tú? —sonrió mientras se le acercaba unos pasos.

—Dice que no recuerd-

—Soy Daphne, un gusto conocerte, Brenda —sonrió, sorprendiendo al chico, según ella, no recordaba nada ¿no? pero a pesar de pensar eso, prefirió callar, quedarse observando.

—El gusto es mío, y dime ¿Qué hacías en esta montaña tirada en la nieve? —habló con un poco de preocupación, dando un aire amigable que rápidamente logró agradar a Daphne.

—Lo siento, no recuerdo nada —sonrió un poco y la chica pareció sorprenderse.

—¿Eh? ¿no recuerdas nada? ¿cómo así?

—No recuerda más que su nombre, al parecer —habló el más alto, observando a la castaña de reojo, mientras le hablaba a la de ojos celestes.

—Entiendo... —observó al chico—...entonces... ¿Qué tal si entras y esperas a que termine de cocinar? Comemos y decidimos qué hacer luego ¿está bien? —propuso con voz suave.

—Por supuesto, no hay problema. Espero no incomodar —dijo mientras caminaba al lado de la peliblanca.

—Tranquila, no molestas —sonrió en respuesta.

El chico cuyo nombre aún no era revelado se quedó viendo por dónde se iban, con el ceño fruncido, no logrando confiar por completo en la chica.

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—¿Entoncesno no tienes ningún poder de Dominio Elemental? —decía Brenda mientras jugaba con la cuchara en la sopa frente a ella.

—No lo tengo... ¿Tú tienes uno? —respondió la ojiverde recostándose en su silla, ya había terminado de comer, por lo que agarró su vaso de agua y bebió un poco de ella.

—Así es, pero no está completo —observó con el ceño fruncido y un pequeño puchero en sus labios hacia el peliblanco, dándole a entender a Daphne que él tenía algo que ver con eso.

—¿Cómo que no está completo?

—Pues, al Brendan ser mi hermano gemelo mayor, el poder está dividido entre ambos —se cruzó de brazos con molestia mientras Brendan rodaba los ojos, manteniendo silencio.

—¿Son gemelos? Con razón se parecían tanto —rió levemente.

—Pues sí, por lo que nuestro poder de Dominio de Agua está repartido para los dos. Yo domino el estado líquido y Brendan el estado sólido, solo el tercer estado, el gaseoso, podemos dominarlo los dos —explicó, Brendan parecía no prestarles atención, estaba acostumbrado a las quejas de su hermana.

—Entiendo, es un gran poder... —la castaña se quedó pensativa, según las leyendas de su tiempo, los Dominios Estilo Agua, Aire, Fuego, Tierra y Rayo, son considerados los más poderosos, pero nadie los posee, se cuenta que en la antigüedad fueron los "Dominios Madre" por lo que se consideran especiales y de destacar en cuanto a los demás.

—¡Así es! ¡Y somos muy buenos en ello! ¿Verdad hermanito? —atrajo la cabeza de Brendan a su pecho, acariciando su cabello de manera brusca.

—¡Hey! ¡Eso duele, tonta! —exclamó quitándose, sobando su cabeza.

Daphne rió ante la escena, además de divertida le pareció tierna, por lo que la hizo recordar a su familia y la sonrisa de su rostro se borró por completo. ¿Cómo regresaría? Tal vez si cumplía aquella "misión" por la que fue traída podría volver a su tiempo. Sí, eso era, lo haría, hallaría el modo, tenía que volver con sus amigos y familia.

—Oigan... —llamó la atención de los albinos, estos la observaron deteniendo la pequeña discusión que tenían— ...recuerdo algo... —fingió estar desentendida y desconcertada, para hacerlo más creíble. Colocó una mano en su frente y cerró sus ojos, aparentando que le costaba o dolía algo— Antes de que todo se volviese negro y terminase aquí... escuché una voz...

—¿Una voz? —Brenda se le acercó con curiosidad, de igual forma Brendan prestó toda su atención a ella.

—Si... dijo... "debes buscar en cada nación el Elegido... es uno por cada Elemento. Cuando los encuentres... en el interior de los círculos se dibujará el emblema o símbolo del Elemento que domina... —al mismo tiempo que hablaba, deslizaba hacia arriba la manga de su vestido blanco, mostrando aquella marca de círculos en fila—...Te deseo suerte y que traigas la paz a este mundo."

Cuando levantó la mirada se paralizó, viendo las caras de sorpresa y ¿temor? de sus compañeros.

—T-tú... -habló Brenda.

—¿E-es en serio...? —esta vez fue su hermano.

—¿Por qué esto ahora...?

—¿De qué están hablando? —cuestionó Daphne.

—Eres la Elegida para cumplir la profecía... —respondió Brendan sin poder creerlo, no asimilaba aún que tal persona estuviese frente a él.

—¿Profecía?

—Verás... —Brenda se abrió paso entre sus palabras; decidida a explicarle— Según la profecía, un enviado se encargaría de reunir a todos los Elegidos de las diferentes naciones. Ellos salvarían al mundo de una invasión, una de alguna de las Cinco Grandes Naciones, una que traería sangre, oscuridad y muertes...

—Ya veo, ¿y se supone que soy yo? ni siquiera tengo un poder de Dominio —se quejó inflando sus cachetes, cruzándose de brazos y recostándose hacia atrás.

—Pequeña, esto es serio... —escuchó la voz fría de Brendan y su mirada parecía querer atravesar su alma.

—¿Uh? Sé que es serio, pero si son "Elegidos" —hizo comillas con sus dedos a ambos lados de su cabeza— es porque son los mejores, ¿no?, si es así, será facil derrot-

—Ese no es el problema —negó con la cabeza, interrumpiendo a la chica, esta alzó una ceja con duda.

— ¿Entonces cuál es?

—El problema es que... —Daphne observó a Brenda; quien parecía que iba a responder su pregunta—...el mundo está en paz... no hay ninguna invasión...

—Es decir... —ahora observó hacia Brendan; quien continuaría las palabras de su hermana— ¿Habrá una invasión ahora que ha llegado el Elegido para cumplir la profecía?

Y como si el destino los hubiese escuchado...

"¡Boom!"

✧.*_🌹_Palabras:_🌹_*.✧
3240

✧.*_🌹_Publicada:_🌹_*.✧
7/3/2022

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