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Fugitiva. Reino Tierra. Parte III

Narrador omnisciente:

La luz era tenue en ese lugar, se escuchaba lejano un "plop" de las gotas de agua caer desde quien sabe dónde. Su cuerpo se encontraba temblando en la esquina de aquel sombrío calabozo. Sus muslos estaban pegados contra su pecho y sus brazos abrazaban sus rodillas, intentando darse calor a sí misma ante la frialdad y humedad del lugar.

Daphne observó el techo y suspiró, botando el aire a borbotones, sus labios temblaban, nunca había pasado por una experiencia así, además de que desconocía cuáles eran las costumbres de esos tiempos acerca de qué hacer con los prisioneros.

Llevó su mano a su tobillo, sintiendo su gran inflamación, debido a su horrible dolor fue que se cayó cuando corría tras sus amigos y fue capturada.

Cerró sus ojos, más se vió obligada a abrirlos al escuchar un ruido metálico, eran las cadenas de la puerta que daba a las celdas siendo abiertas.

Rápidamente se levantó de su lugar y se acercó a las rejas, colocando sus dos pálidas y temblorosas manos sobre ellas; intentando ver hacia aquella puerta y saber quién era el recién llegado.

— Le pido perdón, su alteza, pero el Rey nos ordenó hacer esto en cuanto la encontrasemos. En la tarde estaremos de camino al Reino para que se reúna con su familia, no se preocupe, no estará mucho aquí —habló un chico de cabellos rubios, con un leve temblor en su voz, al igual que en sus manos, este siendo más notable debido a que sostenía algunas cadenas, las cuales rodeaban las muñecas de una chica de cabellos negros, lacios y de ojos de igual color, tenía la mirada perdida, siguiendo con notable torpeza al que parecía ser un novato sin poner resistencia. Dicho chico la encadenó a los barrotes de acero después de dejarla dentro del calabozo.

Los ojos de Daphne se abrieron más de lo normal ¿Esa era la princesa? Entonces, ¿Qué había ocurrido con los gemelos y Harry? ¿Los habían capturado también?

Esos pensamientos comenzaban a atormentarla; más fueron interrumpidos por la suave voz de aquel joven.

— Señorita, usted será trasladada al Reino mañana en la mañana, lamento tenga que pasar tanto tiempo aquí en malas condiciones. Nos vemos —sonrió levemente, con las cejas inclinadas hacia arriba, Daphne totalmente sorprendida asintió, ¿Por qué las trataba tan bien? "Si muere será de buen corazón" Pensó la castaña, viendo como el rubio se marchaba.

Se echó para atrás unos pasos, observando nuevamente a la de cabellos carbón, quien se encontraba sentada con su espalda recostada a la pared y su cabeza en las rejas.

— ¿Qué miras? —dijo sin verle a los ojos; su mirada parecía ir hacia el vacío.

— ¿Eh? Y-yo... —balbuceó jugando con sus dedos en las barras de metal frío— ...¿Eres la princesa? —se animó a preguntar, para salir de dudas.

— ¿Qué te parece? —a pesar de que su contestación era cortante, hablaba suavemente; casi en susurro. La chica se calló sabiendo la respuesta.

— Entonces... ¿Q-qué pasó con... los chicos que te ayudaron? —una interrogante salió de entre sus labios, con temor a la respuesta.

— ¿Qué chicos? —seguía sin observarla, simplemente "viendo" hacia el frente, con su mirada opaca.

— Ya sabes... los que te ayudaron a escapar de los soldados —tragó duro, comenzando a sudar.

— A mí nadie me ayuda en nada, solo me obedecen, respetan y admiran. No tengo amigos como para recibir ayuda, tampoco tengo a quien dársela, aunque quiera. Así que, ¿De qué hablas? —por fin giró su rostro hacia ella, Daphne logró percatarse de que era ciega, debido a que veía a un punto fijo a pesar de haber movido su cabeza. Pero aparte de esto, su corazón pareció detenerse y su respiración se volvió frenética.

— ¿Eh?

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— ¡Fue capturada! —informó Harry llegando a donde estaban los gemelos; con la respiración agitada de tanto correr, su pecho subiendo y bajando, pudiendo escucharse sus latidos desde el lugar donde estaba Brendan.

— ¿Qué? ¡¿Daphne fue capturada?! —dijo sin creerlo el de ojos azules.

— Así es, cuando llegué la estaban trasladando a los calabozos en las afueras de este pueblo —se sentó a su lado.

— Demonios... —maldijo el chico, apretando sus puños, observando hacia sus pies— ...todo es mi culpa.

— ¿De qué hablas? No te preocupes. Esto fue un descuido, ya pensaremos en algo y-

— ¡Si me preocupo! ¡¿Y un descuido?! ¡Esto es más que eso! —exclamó levantándose de su lugar, con el seño fruncido, logrando sorprender al de orbes cafés— ¡Daphne debe de estar mal! ¡¿Sabes si quiera cómo tratan a los prisioneros?! —su voz se escuchaba alterada.

— Tranquilo, Brendan —sonrió levemente— No pierdas la calma, ella estará bien —aseguró.

— ¿Estará bien? ¿Cómo lo sabes? —alzó una ceja— ¡Todo esto es mi culpa! —se sentó de golpe, con una mano en sus cabellos; frustrado.

— No es tu culpa, no tienes que culpar-

— ¡Debí protegerla! ¡Su tobillo estaba en malas condiciones y aún así la dejé sola atrás, dejando que corriese por su cuenta! —apretó sus ojos con fuerza— Soy un estúpido —concluyó, el solo hecho de pensar que Daphne estaba siendo maltratada en una celda le quemaba el corazón y su respiración se aceleraba, sintiendo preocupación, ansiedad y sobre todo rabia por no haber podido protegerla.

Harry suspiró, levantándose y dirigiéndose hacia aquella albina acostada en el suelo sobre unas sábanas.

Brendan vió como se arrodilló al lado de su hermana inconsciente y curveó sus finas cejas hacia arriba, preocupado, tomando una de sus manos entre las suyas.

Los ojos del chico se abrieron más de lo normal viendo a aquellos dos en el suelo, entonces tomó una decisión, siendo observado en silencio por aquella persona sentada en un tronco caído, la cual aún no revelaba su identidad oculta bajo aquella capa negra.

— Vamos a hacer una estrategia para rescatar a Daphne esta noche.

El castaño sonrió.

— ¿Cómo le hacemos? —interrogó Brendan.

— Atacaremos el pequeño cuartel, solo tiene unos diez soldados por lo que nos será fácil. Yo puedo distraer a algunos y tú los tomas por sorpresa en la entrada, todo debe ser en silencio. Luego pasamos y sorprendemos igualmente a los que se encuentren dentro, debe ser uno por uno, así evitaremos un enfrentamiento —explicó, dejando a Brenda con la boca abierta, sorprendido por su gran inteligencia al realizar la idea de la estrategia en solo fracciones de segundos.

— Está bien —asintió— Gracias...

— ¡Yo voy con ustedes! —se escuchó una voz fuerte, firme y femenina.

Ambos chicos giraron su cabeza en dirección a aquella chica, la cual recién se había quitado su capucha, dejando ver a la vista unos lindos cabellos rojos y ojos color miel.

— ¿Eh? ¿Cómo que irás con nosotros? Por cierto, me presento, soy Brendan, el es Harry y ella es mi hermana Brenda —habló rápido, para no perder tiempo.

— ¡Soy Jade, un gusto! —sonrió con el seño fruncido, a pesar de ser pequeña se veía a simple vista como desprendía destellos de energía.

— Espera ¿Jade? ¿Tu nombre no era Patricia? —Harry alzó una ceja y punteó sus labios; en señal de duda.

— ¿Patricia? Otro más que me llama así —rodó los ojos.

— Me perdí —Brendan se hizo notar.

— A ver, mi nombre no es Patricia, no soy la princesa, los soldados me confundieron —se cruzó de brazos con rudeza.

Los dos chicos se miraron entre sí; sin saber cómo reaccionar ante lo dicho.

— Espera, espera, espera, ¿Osea que salvamos solo a una ladrona o lo que sea por lo que la estaban persiguiendo? —cuestionó un Brendan confundido, Harry rió asintiendo, siendo contestado con otra mirada de confusión, pues Brendan no sabía por qué tomaba las cosas tan a la ligera como para reírse en la situación en la que se encontraban.

— ¡No soy ladrona, tonto! —se quejó la chica, colocando sus brazos en su cintura con fastidio.

— ¿Entonces por qué corrías de esos guardias si sabías que no eras la princesa? Solo con mostrarles tu rostro te dejarían en paz —Brendan alzó una ceja.

— Pues —desvió la mirada—, tengo mis motivos, pero algo sí te aseguro, no soy ladrona —aseguró frunciendo el seño, volviendo a observarlo.

— ¿Por qué quieres venir con nosotros? —interrumpió Harry su conversación, viendo hacia el rostro relajado de Brenda.

— ¿Ustedes son los Elegidos no? ¡Quiero ayudarlos!

Rápidamente las miradas de los más altos fueron clavadas como un puñal en el pecho de la de pecas en su rostro.

— ¿Cómo sabes tal cosa? —Harry se levantó.

— Hace tiempo estuve en los templos del Reino Aire por un encargo y escuché una profecía de unos monjes —se explicó, omitiendo detalles innecesarios.

— Ya veo... entonces, debes ayudarnos.

— ¿Eh? ¿Por qué? No es parte de los Elegidos, tampoco podemos darnos el lujo de llevar a todo el que se ofrezca —se quejó el albino.

— Sabe demasiado —solo esas palabras fueron capaces de hacerlo callar.

— ¡¿Entonces puedo ir?! —sonrió con emoción la de cabellos como el fuego.

— Así es —respondió el castaño, volviendo a sentarse al lado de la chica inconsciente en el suelo.

— ¡¡Bien!! —saltó varias veces en su lugar.

Brenda rodó los ojos por su comportamiento infantil, entonces una interrogante surgió en sus pensamientos.

— ¿Cuántos años tienes, Jade?

— ¿Eh? Catorce ¿Por? —respondió sorprendiendo a los presentes, pero Harry ya no les hacía caso, acariciaba la mano de la albina con preocupación, esperando ansioso su despertar.

— Eres muy joven —susurró el peliblanco.

— Pues si ¿Algún problema? —se le acercó.

— No, tranquila, señorita ruda —rió levemente y la chica resopló cruzando sus brazos, desviando la mirada.

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Horas más tarde ya el sol comenzaba a ocultarse entre las montañas rocosas, haciendo que el cielo azul comenzase a oscurecerse.

— Así que profecía —murmuró la azabache.

— Así es, ¿Me ayudarás, no? —preguntó la castaña de ojos verdes, viendo a la chica desde su celda.

— ¡Claro! Es mi deber, soy la princesa, si eso ayuda a mi pueblo lo haré, haré que esa profecía se cumpla —respondió con decisión, luciendo tierna a la vista de Daphne, pues tenía un rostro muy cuidado, como el de una niña y una expresión delicada, inocente.

— Entonces, salgamos de aquí.

— ¡Vamos! —se levantó con rapidez la de ojos ciegos, pero fueron sorprendidas por una voz conocida para la castaña.

— ¡Daphne!

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12/3/2022

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