38
Jimin.
Estoy realmente furioso cuando entro al casino y veo todo normal, aunque esta abarrotado de gente por todas partes. Mis hombres me siguen de cerca y cuando entro a la oficina y me dejo caer en la silla, no puedo con lo que siento y estrello la botella de whisky contra la pared. Estoy frustrado con toda esta puta mierda de la droga y el tráfico de armas. Los Choi no se cansaron de joderme la maldita mercancía del otro envío, sino que ahora trataron de asaltar el barco.
Estoy buscando por todas partes al cabecilla de la organización y ciertamente planeo desmembrarlo cuando de con él y estoy muy próximo de lograrlo. Miro la puerta negra que hay situada en una esquina de la pared de enfrente y me replanteo si esto es necesario. Necesito hacer algo para calmar este remolino de sensaciones sin control. Así que me levanto del asiento quitándome él saco al instante, lo dejo en él respaldo del mismo, safo mi corbata color plata y me encamino hacia allí. Adentrándome escaleras abajo al sótano del casino, uno muy grande y bien equipado diría yo.
Abro una puerta a la derecha y el olor que desprende el lugar me provoca arrugar la nariz. Veo que los equipos nuevos fueron instalados y lo agradezco, porque necesito desquitarme de alguna manera sin matar a nadie.
Me arremango las mangas de la camisa hasta los codos, al tiempo que respiro hondo. Estaba tratando de no pensar en más nadie, pero la imagen de mi mujer con los ojos rojos esta mañana me hace lanzar el primer golpe contra él saco en menos de un segundo, mis nudillos impactan contra el material, y el ardor se comienza a producir en mi piel cuando descargo otro golpe contra el duro material del saco, no me importa, no me duele.
La imagen de mi mismo diciendo que no quería hijos con ella se cuela en mis recuerdos y aprieto los dientes al tiempo que descargo un sinfín de golpes y retrocedo luego de unos minutos jedeando. Estoy hecho un desastre y no es hasta que miro mis nudillos amoratados hasta que caigo en cuenta que rompí el cuero del saco.
Jadeo dejándome caer en el banco y cierro los ojos, la cara de Misuk vuelve a aparecer, bonita, con las mejillas sonrojadas mientras me abraza por la cintura y me dice lo que le gusta hacer.
Inevitablemente sonrío mirando al techo repleto de tubos y lámparas, preguntándome por qué respondí eso ayer, no lo sé, pero el cargo de conciencia no me deja respirar y la imagen del sobrino de Jin se cuela en mi cabeza para recordarme que aún así, los niños siguen siendo una debilidad en mí y ciertamente no quiero que ningún hijo mío pase por lo que yo pasé cuando era niño y luego adolescente, porque fue horrible. Tener que ver cómo torturaban a otros de mi edad en aquel entonces y no poder intervenir por tener una imagen que mantener.
Esas marcas aún las guardo en el alma y otras quedaron en mi cuerpo de por vida.
—¿Pero qué diablos pasó aquí?— es lo primero que escucho cuando abro los ojos. Tae me mira con los ojos bien abiertos y luego suelta un sinfín de maldiciones—. Maldito loco, ¿sabes él trabajo que pasé para conseguir otro saco idéntico al anterior y vuelves a destrozarlo? Ay Buda, dame paciencia para no destrozarle el rostro.
Es lo que dice mientras recoje los trozos de esponja que cayeron al suelo y se las arregla para desamarrar la cuerda y colocárselo al hombro.
Me quedo quieto y recuesto la cabeza en la pared. Aún tengo el corazón acelerado y siento mi cabello pegado a la frente.
—¡Hey! ¡Reacciona!
Me dice cuando me lanza una botella de agua y apenas logro cojerla sin que me rompa la nariz.
Soy rápido cuando la bebo y el alivio invade mi garganta al instante.
Con las voz un poco atropellada hablo:
—Manda a un hombre a que consiga otro y ya. Estoy demasiado cansado como para ponerme a discutir.
—Que fácil decirlo, vaya. Okey, mandaré a comprar un cilindro de concreto a ver si te dura más.
Que chistoso. Me abstengo de decirle, cuando el ruido de gente entrando me saca de mis pensamientos.
Pronto tengo a Seokjin, Yoongi y a un muy resentido Jungkook frente a mí. El último casi se ríe en mi cara al verme y lo entiendo, metí la pata y no tengo remedio. Soy un idiota.
—Park Jimin volvió a romper un saco de boxeo. Qué novedad — el sarcasmo de Yoongi me hace tensar la mandíbula con fuerza a tal punto de sentir como mis dientes se aprietan dolorosamente.
—Si vinieron a joderme, pueden largarse que no los necesito.
Me levanto caminando y me toco los nudillos, arden un infierno.
—Te traemos buenas noticias —es Seokjin quien habla a mis espaldas y dejo la lata de cerveza a un lado al tiempo que cierro el refrigerador.
Mi sistema se activa y me giro al instante.
—¿El cargamento desde Colombia llegó?
—Ayer por la tarde —Taehyung toma la cerveza del mostrador y la abre sin pensarlo.
—¿Entonces?
—Los chinos acaban de dejar a Choi sin asilo y mi querido Watson dice que posiblemente esté en Corea.— No sé quién carajos será el Watson ese, pero ya me doy una idea—. Si logramos dar con su paradero antes de que acabe el año lo tendremos en bandeja de plata. Una muy brillante...
Muy buenas noticias, ya las necesitaba.
(...)
Apenas entro a la mansión el olor a tabaco me provoca náuseas.
¿Qué me pasa con los olores?
Me acomodo él saco, me arreglé un poco antes de salir del casino y entro al salón, hay una mujer en las piernas de mi tío, y cuando miro su rostro me asqueo, no sé que demonios pinta ChungHa aquí o que pretende ahora. Pero a la primera estupidez que haga, va a conocer al diablo en persona.
Saludo a mi tío, a mi padre y me abstengo de torcer la mirada cuando ella me ofrece la mano. No la tomo, en cambio me siento en el sofá de enfrente y una sirvienta se acerca para servirme un trago. Bebo el shot de vodka y dejo el vasito en la mesita, niego a la mujer cuando me va a volver a llenar el shot y ella retrocede cabizbaja. Mi presencia es aterradora.
—¿Cómo va todo? ¿Llegó la mercancía?
—Llegó ayer. Elías mandó saludos, para la próxima dice que solamente mandará cocaína, es la que tiene más venta.
—El éxtasis también es bien vendido, ¿no es así?— ChungHa habla mientras se sienta a un lado de mi tío. El no tiene idea de con quién se está revolcando. Tiene un vestido que apenas de cubre los muslos y descaradamente cruza las piernas frente a mí. No me produce nada. En vez de ello la imagen de mi mujer desnuda me pone duro al instante.
—El éxtasis es comprado por adolescentes con ganas de coger. De ahí en fuera, son pocas los adultos que compran éxtasis. Solo aquellos que no tienen quién les caliente la cama y para poder estar con alguien que no los atrae, prefieren drogarse.
Ella hace una mueca ante mi declaración y veo la ira invadir su rostro. Me importa un pepino.
Mi celular vibra en mi pantalón y lo saco.
Nena:
Ya estoy en casa.
12:20 p.m.
Yo:
Voy para allá. Espérame.
12:20 p.m.
—Cuando madre regrese, le dices que pasé por aquí.
—Pero si apenas llegaste— la voz de mi padre se siente por primera vez.
—Cualquier cosa, te informaré. Aún tengo temas que resolver.
Y me marcho de allí, mientras sin pena me acomodo al entrar al auto, el bulto en mis pantalones. Me muerdo el labio y el chofer arranca el motor del auto. Muero por ver el rostro de Misuk, por pedirle perdón por ser un idiota y no saber comportarme y por decirle que con ella...
—Señor Park— la voz del chofer me saca de mi ensoñación, entrecierro los ojos y levanto la barbilla, el hombre no me sostiene la mirada intimidado y contesto:
—¿Algo que decir?— el celular en mi bolsillo vibra de nuevo y no abro el mensaje hasta que el contesta.
—Su esposa casi se desmaya al ver el árbol en medio del salón, usted dijo que le contaría.
Abro los ojos, puta mierda. Me froto la cabeza con desespero y respondo.
—¿Ella dijo algo?— necesito saber, es que nada más se me ocurre a mi comprar un árbol enorme de navidad y no decirle nada, más porque lo hice buscando que me volviera a ver y hablar. No soy alguien fan de celebrar nada de esto, pero se que ella lo aprecia y no me importa si ya noche buena está a la vuelta de la esquina, me importan los sentimientos de Misuk.
—No mucho, se quedó muda y tuve que ayudar a los ayudantes a colocarlo. Lo único que escuché es que te habías vuelto loco. Fenomenal.
Ignoro lo último y respiro profundo. Veo el barrio privado asomarse y con ello las edificaciones.
Allá vamos.
Minutos más tarde me recibe una Misuk muy enojada, mientras su piecito no deja de tamborilear contra el suelo. No sé dónde demonios meterme porque ahora que veo bien, el árbol es relucientemente enorme, gigante cabría decir.
—¿Me puedes decir que coño significa esto, Park Jimin?
—Mi forma de pedirte disculpas por decir semejante barbaridad. ¿Quieres que me arrodille?
Jamás pensé decir eso. Por ella.
—No, -q-que. Ni se te ocurra— ella negó frenéticamente y mi corazón se aceleró al verla tan nerviosa. ¿Seguiría enojada o me dejaría besarla un poco?
—Yo de verdad fui una mierda anoche—mis brazos se cierran en su cuerpo y ella aprieta mi saco entre sus manos—, es verdad que estoy jodido con todo lo que he pasado, pero no quiero que eso nos afecte, de ninguna manera posible. Es cierto que le temo a la idea de ser padre, me asusta no poder ser lo que él o tú esperan, pero eso no quiere decir que no quiera internarlo algún día.
—Algún día— ella repite—. No tienes que sentirte obligado, no es como si tener una familia ahora lo fuera a resolver todo. Aún estudio para ser psicóloga y si de verdad estamos destinados a estar juntos. No importa cuando.
—Por eso me casé contigo, joder. Porque eres malditamente especial, dulce, sincera, porque eres el amor de mi vida. Siempre lo has sido.
Mi boca encuentra la suya y ahogo el sollozo que mi boca quería expulsar. Es tan consumidor que apenas puedo respirar cuando mis piernas tocan el sofá y caigo con ella encima.
—Espera— murmuro cuando sus labios dejan un recorrido de besos por mi mandíbula y mi cuello —. ¿Te gustó el árbol?
—¿Qué demonios Jimin? Sabes que sí. Ahora cállate.
—Mejor cállame— le digo en un suspiro cuando sus dedos abren los botones de la camisa, la corbata está aún media enredada en mi cuello y su boca besa encima de mi corazón. Toda la sangre la tengo en la polla y comienza a doler—, ahí no joder.
Jadeo cuando me besa una tetilla, es extraño y me produce escalofríos. Ella sonríe y vuelve a mi boca. Le meto la lengua y le recorro hasta los dientes. Estoy obsesionado con su sabor y ella quiere volverme loco cuando se balancea contra mí polla dura. Noto sus estremecimientos, su calor y se que está desesperada.
La tomo por los muslos y la levanto llevándola conmigo escaleras arriba. Tropiezo par de veces y ella se ríe, me es inevitable no reírme con ella y cuando logro llegar a la habitación la dejo frente a la cama.
Me quito la corbata y la dejo en el colchón, él saco y la camisa. Ella se quita los zapatos y cuando se desabrocha los botones de la blusa, la volteo de espaldas a mí. Le beso el cuello abriendo la boca para morderla, ella se apega a mí y gime. La blusa cae al suelo y le safo el botón del pantalón. Me quito el cinturón y le tiro del pelo hasta que encuentro su boca desde este ángulo.
Siento como cada nervio pulsa en mi sistema y le desabrocho el sostén negro. Sus tetas me hacen perder la cabeza y la volteo solo para lanzarla contra la cama. Le quito el pantalón y casi me vuelvo mago para quitarme los zapatos y abrir el zíper del mío.
Ella se apoya con los codos mirando mi ahora erección descubierta. La bombeo y la veo abrir la boca. Sus bragas negras están empapadas, lo confirmo cuando se las hago a un lado y le toco el clítoris. Gime y se retuerce y sonrío malévolamente mientras le beso el interior de los muslos, se arquea y gime mi nombre. Le bajo las bragas hasta sacarla por sus pies y sumerjo mi lengua en su calor.
Ella se estremece, tiembla, lloriquea y me jala el pelo cuando presiono mis dedos contra si clítoris, sus jugos resbalan en mi lengua y los trago mientras con la misma comienzo a follarla.
La tomo de las caderas para que no se mueva y su voz estrangulada hace que el pre-semen salga de mí polla por borbotones.
—¡Oh, Dios mío! ¡J-Jimin!
Tanteo su entrada con los dedos que antes le masajeaban el clítoris y me lamo los labios sintiendo su sabor en mi paladar.
Hundo uno y está tan caliente que deseo romperla al momento. Ella tira la cabeza hacia atrás y la respiración me sale en bocanadas calientes. Estoy sudando.
Le meto otro dedo y me las arreglo para besarle las tetas mientras le follo el coño. Ella se aferra a mi espalda y lo pide.
—Por favor, te... necesito ahora. Jimin...
La miro a los ojos, esos que me hipnotizan, están brillantes y sus mejillas están rojas. La beso en la boca y meto las manos por debajo de ella tomándola de las nalgas al tiempo que me impulso dentro de ella de una estocada.
—Te voy a romper. Tanto que cuando te sientes vas a recordar la sensación de mí polla dentro de este apretado coñito y luego lo haré con ese culo, hasta llenarte con mi semilla.
No es una advertencia lo que le hago. Es una notificación.
Me arrodillo en la cama sin salir de ella y tiro de sus piernas hasta que sus rodillas me tocan el pecho. Estoy poseído por su calor, por el sonido de su coño abriéndose a mi polla.
Ella se aferra a las sábanas y se arquea. Veo sus tetas brincar y como ese bultico se refleja en su vientre bajo cada vez que arremeto contra ella.
Tiro la cabeza hacia atrás y aflojo los movimientos solo para verla mejor, su piel perlada por el sudor es muy atractiva y ella se muerde el labio buscando dejar de gemir.
Le doy una palmada al muslo y ella chilla, le masajeo el clítoris y cuando comienzo a sentir sus contradicciones en mi polla, salgo de ella y la volteo en cuatro. Su cabeza se estrella contra el edredón y le levanto el culo mirando su coño hinchado desde este ángulo.
Tomo la corbata que estaba a un lado y le amarro las manos en la espalda. Ella chilla cuando la nalgeo par de veces hasta dejarle el culo rojo y le aparto el pelo para verle la cara.
Tiro de ella hasta besarla doblándole el cuello y la penetro despacio, tomándome un tiempo para sentir cada fibra de su calor resbaladizo. No sé cómo demonios me las arreglo para follarla en esta posición porque básicamente estoy de rodillas y sus piernas están muy abiertas para mí al tiempo que le sostengo por la cintura y la beso. No es incómodo y cuando ella grita por mis embestidas brutales y toco su punto sensible. Siento que les estrellas se arremolinan por todo mi cuerpo.
Los ojos se me vuelven blancos y su nombre sale de mí boca en gemidos roncos.
Hay una presión en mi vientre bajo que solo me pide destrozarla y cuando Misuk se corre sin previo aviso, yo lo hago en grandes proporciones. Tanto como nunca creí posible.
Le desamarro las manos y ella cae hacia adelante. Apoyándose del colchón y me impulso de nuevo dentro de ella. Dije que la iba a romper y no planeo dejarla tranquila hasta conseguirlo.
La tomo del pelo y le aplasto la cara contra el colchón, me arden los pulmones de respirar y mi polla está como el granito de dura.
—Ya no aguanto, p-para— murmura Misuk en un sollozo y no me detengo hasta que su segundo orgasmo me moja la polla y se le escurre por los muslos. Veo su culo rebotar contra mí pelvis y le acaricio el ano. Ella se estremece y le tiembla todo cuando le meto un dedo por allí. Está tan apretada que los dientes me chirrían nada más imaginar mi miembro allí logrando que minutos después me corra, mientras le cubro la boca con mi mano para amortiguar sus gritos.
Salgo de ella y su cuerpo está tan frágil que al segundo cuando veo las marcas en su piel me arrepiento de haber sido tan bestia. La cargo en mis brazos y la llevo al baño. Misuk se aferra a mi y me tiembla todo cuando logro ponerme de pie. Mi sangre corre velozmente por cada arteria y me duele incluso respirar.
La meto en la tina y me aseguro de llenarla con el agua caliente y echarle bastante gel como a ella le gusta.
La abrazo por detrás y ella aún agitada me corresponde.
—Me gusta —la escucho murmurar recostando la cabeza en mi pecho —. Ese lado tuyo salvaje y sin inhibiciones.
—Me alegro. Porque no planeo dejar de follarte nunca.
—¿Por qué no vamos a comer fuera más tarde?
—¿Me estás invitando a salir?— me burlo divertido de ella y ella me pincha una costilla. Luego hace una mueca tratando de enderezar la espalda.
—Primero hay que ver a dónde salimos y luego si puedo caminar. Salvaje. Además eso se llama empoderamiento femenino.
—¿Cómo?
—Tomar la iniciativa.
—A ya. Vas a tener que proponerme salir más seguido—asiento masajeándole los hombros con una pequeña sonrisa.
Y es irónico, porque debería ser yo quien le proponga una cita, pero aquí tengo a mi mujer decidiendo a dónde me va a llevar. Que versátil. Ni yo mismo me reconozco justo ahora. Como has cambiado Park Jimin.
[•••]
Sentí que el capítulo pudo haber quedado mejor.
No olviden votar y comentar. Me ayudarían muchísimo saber qué opinan sobre el giro que está dando el fic.
Esta faceta de Jimin me encanta.
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