37
Misuk.
Entro en la bañadera y abro el grifo del agua, algo dentro de mí se sacude como un temblor y mientras el agua me moja el cabello mi cabeza comienza a recordar, es lo único que he hecho en la última semana. El recuerdo vívido de sus palabras me produce algo que no se explicar, un dolor que se expande por mi pecho y me aprieta el corazón como un puñal.
Es tan agobiante, es como tener una espina clavada y no poder quitarla, es... No poder olvidar.
Me echo el champú en la mano y mientras me masajeo el cabello la voz amortiguada de Jimin vuelve a colarse en mis oídos, angustiada, lejana, cargada de un dolor inexplicable y lo entiendo todo, su actitud, sus decisiones, su forma de actuar y de expresarse. Está en él ese dolor imborrable que ahora se que tiene y no se cómo actuar al respecto.
Por más que lo pienso, no llego a ninguna conclusión y solo me presiono más y más. Suspiro agobiada y cierro los ojos.
¿Qué debo hacer...?
El ruido de alguien entrando a la bañadera me hace abrir los ojos y pronto tengo a Jimin pegado a mi espalda y es el quien me lava el pelo y lo enjuaga.
—Misuk, ya deja ese tema en paz. No sabes cómo me pone verte así.
Me giro a verlo y apoyo mi cabeza en su pecho mojado, ni siquiera había notado que había dejado de caer agua.
—Quiero ayudarte a superarlo, pero sinceramente no sé cómo y para mí es muy díficil asimilar todo.
—Oye— su rostro se ve tan atractivo desde este ángulo y mi corazón se acelera cuando me acuna el rostro con ambas manos —, está bien, no tienes que hacer nada, ¿si?
Asiento, y una nueva pregunta surge en mi cabeza.
—Jimin, ¿De verdad la olvidaste? ¿Dejaste atrás ese dolor?
—¿A qué viene eso?
Poco nos importa hablar de esto mientras estamos desnudos en el baño, y aunque su imagen desnudo es tan... mierda, tan caliente. Igual trato de no mirar tanto hacia abajo.
—Curiosidad, fue hace mucho y recién te abres y me cuentas todo.
El sonríe y me besa la frente, me abrazo a el porque ciertamente he comenzado a sentir frío por estar empapada en agua.
—Ella es mi pasado, y tú eres mi presente y mi futuro, uno que no planeo soltar. Y respecto a lo otro. Aún trabajo en ello, porque ciertamente el remordimiento no se va.
Hay algo dentro de mí que estalla al escucharlo, tan profundo, se expande por todo mi cuerpo como un hormigueo y mi corazón retumba en mi pecho. Si esto es el amor, ese del que hablan que te vuelve débil y un manojo de nervios, pues quiero seguirlo sintiendo, sin importar que...
Y escuchar a Jimin decir que me incluye en su futuro es aún más emocionante, tanto que...
—Joder, ¿estás llorando?— niego y me aferro a él. Estoy jodidamente vulnerable y me avergüenzo—, si lo estás haciendo. No lo hagas más, ¿Sí?
—Sí.
—De acuerdo. Buena chica.
(...)
Termino de redactar el informe que debo entregar para finalizar el semestre, que recopila todo lo estudiado, hago una copia de seguridad y cierro la laptop dispuesta a levantarme. Los huesos me crujen cuando me estiro. Agh, estoy envejeciendo. Miro la hora en el reloj que hay en la mesita, es muy tarde.
Bajo a la cocina por un vaso de agua y mientras lo bebo tranquilamente, leo los mensajes que tengo en kakao y me río inevitablemente cuando abro el chat con Jihyo, tengo dos mensajes y lo único que dice es que se reconcilió con Nam, lo que me provoca una emoción inexplicable porque ciertamente no la quería como cuñada, no por nada, sino porque Jungkook no le tiene paciencia y tarde o temprano se iban a matar. Es gratificante saber que lo superó.
Hago una mueca cuando leo lo que Jungkook me envió, e inevitablemente me siento mal porque tiene razón. Desde que estoy viviendo aquí casi no voy a casa, no porque no quiera, sino porque estos últimos días no fueron los mejores.
Así que pensado en que mañana es sábado, le envío un mensaje diciendo que iré a verlos.
Camino hasta la sala y me paro frente al ventanal, las cortinas se mueven y me froto los brazos descubiertos maldiciendo internamente el haberme puesto un pijama de blusa y shorts. Miro al cielo y me centro en la luna llena que adorna Seúl esta noche, las estrellas apenas se distinguen y suspiro sin darme cuenta. Nunca las he podido ver en su esplendor, solo en aquel planetario al que fuí cuando cumplí los veinte.
Pego un brinco cuando el aliento de alguien se me pega a la nuca y me giro por inercia asustada. Jimin me mira con el ceño fruncido y luego suelta una risita. Lo miro mal porque de verdad llegué a pensar que era otra persona, vivo con ese miedo constantemente. Aún más luego de que me contó todo.
—Me asustaste— le digo aunque es obvio por mi reacción.
—Miras la luna como si no hubiera más nada. Yo solía contemplarla cada vez que iba a la casa del lago. Eran tiempos difíciles para mí en aquel entonces y ese... era mi consuelo, pensar que allá arriba había alguien mirándome.
—Y hay alguien, no importa dónde esté. Incluso si está aquí — coloqué mi dedo índice sobre su pecho cubierto por una camisa blanca y Jimin me besó tomándome desprevenida. Un beso tan lento que sentí que me iba a consumir en cualquier momento.
—Eres lo más especial y bueno que tengo en esta vida, Misuk. No sé que sería de mí si jamás te hubiera vuelto a ver. Te quiero tanto —y pego nuestras bocas de nuevo, en un beso desesperado. Escucharlo decir eso enciende un lado de mí que me hace vibrar por completo y crea un remolino en mi estómago.
No sé en qué momento terminamos en el sofá, yo encima de él y besándonos como si no hubiera un mañana.
Su boca en mi cuello me hace gemir y echo la cabeza hacia atrás inconcientemente. Sus manos no dejan de maltratar mi culo apretándolo a su antojo por encima del short y me siento un jodido fósforo encendido.
Mis caderas se mueven solas y cuando miro a Jimin a los ojos, hay algo entre ambos que conecta, como si de un imán se tratase, algo que no nos deja separar las miradas. Sus manos tiran de mí blusa hacia arriba y levanto los brazos. No hay un segundo en que no sienta ese mareo embriagador que nos rodea, y estoy tan excitada que cada vez que muevo las caderas su polla se entierra en medio de mis piernas. Su boca en una de mis tetas me hace gemir alto, la sensación de su lengua caliente es maravillosa y echo la cabeza hacia atrás al tiempo que lo tomo del cabello. Su otra mano se mete entre nuestros cuerpos y solo soy consciente del tintineo de su cinturón.
Deja mis pechos y tomándome de la mandíbula me mira, tiene el cabello hecho un desastre y la frente le brilla. No quiero ni imaginar el desastre que soy yo. Se muerde el labio inferior y me obliga a dejar mis manos quietas. Jadeo cuando con su mano derecha sin dejar de apretarme la mandíbula con la otra, me desabrocha el short y gimo abriendo la boca por inercia cuando sus dedos tocan mi clítoris hinchado. Su mirada no se aparta de la mía y los gestos que el hace con la cara me ponen aún más húmeda.
—Abre la boca— lo hago siguiendo sus órdenes sin rechistar, y me remuevo cuando su dedo índice acaricia mi entrada, tanteando—, saca la lengua y chupa.
Me mete dos dedos a la boca y gimo ahogada al tiempo que me inserta dos dedos en mi centro. Levanto las caderas por inercia y el los curva haciéndome sentir fuegos artificiales por todos lados. Solo lo escucho gruñir.
—Tienes la boca tan caliente y el coño, quema. Mierda, estás como una fogata, Misuk. Me estás consumiendo lentamente. Eres tan codiciosa, lo quieres todo, te has vuelto insaciable.
Y añade otro dedo al tiempo que me saca los de la boca. Gimo su nombre cerrando los ojos y lo siento morderme el cuello.
—¿Qué quieres amor? Cuéntamelo...
—Te... quiero a tí.
Gimoteo y me aferro a sus brazos cuándo ese característico cosquilleo baja por mi columna. Jimin nota el desespero que me invade y lloriqueo cuando saca los dedos, enseñándomelos y lamiéndolos frente a mi cara.
—Eso ya lo tienes. Dime, ¿qué quieres?
—Quiero probarte —y todas las inhibiciones se van. Sus ojos se oscurecen hasta volverse negros y despiadados y hay sorpresa en su mirada. Su lengua recorre su labio inferior y asiente. Se recuesta hacia atrás y hay maldad y posesión en su mirada. Infernal.
—Todo tuyo...
Le desabrocho la camisa embriagada con su perfume y el aroma a sexo que nos rodea y le beso el cuello doblándome sobre él, lo escucho gruñir roncamente y punzadas de dolor invaden mi coño en el momento en que susurra mi nombre.
Le beso el pecho, siguiendo esa línea hacia abajo y le lamo los cuadritos que marcan su abdomen. La línea en V se asoma por su pantalón medio abierto y me termino de arrodillar en el suelo ya con la boca hecha agua al ver el bulto que se marca en él. Las manos me tiemblan y mi corazón late con fuerza cuando descubro su erección. Es grande, hinchada y tiene las venas marcadas y se me contrae el sexo al verle el glande brillante.
Lo siento acariciarme el cabello y tomarlo en un puño. No es la primera vez que le hago una mamada, pero igual no me siento una experta. Y en el fondo, hay un temor de no hacerlo bien.
Saco la lengua y la paso por su punta, probando su sabor, es medio ácido y abro la boca chupando todo el glande. Subo la mirada y lo veo jadeando mientras echa la cabeza hacia atrás y blanquea los ojos, esa sola imagen me hace tomarlo hasta la garganta, sabiendo que empecé bien. Es un impulso y aunque me ahogo en el proceso y las lágrimas se me salen, no me importa. El saber que le provoco el placer que el me provoca a mí es suficiente y su puño en mi pelo empieza a marcar el ritmo.
Lo escucho gruñir salvajemente y su grosor golpea mi garganta, siento sus venas y su calor en mi boca. Chupo hacia adentro ahuecando las mejillas y con la lengua le acaricio el tronco.
El cráneo me duele por los jalones, pero pronto cuando con la vista borrosa veo su rostro desfigurado y su vientre encogido, sé que mi esfuerzo ha valido la pena.
Trago toda su semilla y me limpio las gotas que me escurrían por la barbilla, llevando cada una a mis labios. Jimin respira furioso y mis muslos están como gelatina cuando trato de ponerme de pie. Respiro con la mandíbula adolorida y logro pararme entre sus piernas abiertas. El se termina de quitar el pantalón y me baja el short junto con las bragas.
—De espaldas a mí, pon las rodillas en el sofá y sujétate del espaldar. Voy a cogerte muy duro... Misuk, tanto que no podrás caminar mañana.
Y lo siento abrirme las piernas desde atrás poniendo su boca entre ellas, solo una lamida y un mordisco, y luego, se impulsa rudamente dentro de mí.
Tanto que, no consigo estabilizar el grito que sale desde el fondo de mi garganta.
(...)
Mi cuerpo cae en la cama y mi cara se aplasta contra el colchón. Apenas puedo respirar y ya no sé ni cómo llegué aquí. Jimin sale de mí interior y me voltea para dejarme sobre su pecho. Tengo el interior de los muslos pegajoso por los fluidos de ambos y no me siento las piernas, ni el vientre, estoy zumbando en el momento en que él nos arropa con la sábana y mi cabeza da vueltas. No tengo idea de que hora es, de seguro ya son más de las dos de la mañana, considerando las horas que hemos pasado cogiendo.
Levanto la cabeza luego de unos minutos en silencio y Jimin tiene un brazo por encima de los ojos. En el momento en que suspiro el parece notarlo y se endereza para mirarme.
—¿Mejor?— murmura cuando me presta su brazo como almohada y se gira de lado para verme.
Asiento a gusto, aún con el cuerpo lo suficientemente cansado como para tener ganas de conversar. Y aunque no tengo calor por estar la habitación climatizada, me siento pegajosa. Aunque no digo nada.
El se estira para apagar la lamparita de noche y me abraza por la cintura. Me siento tan bien entre sus brazos que no puedo evitar dormirme al instante.
Cuando despierto estoy sola en la cama y hay un dolor insoportable en cada músculo de mí cuerpo, jadeo cuando una punzada me invade entre las piernas al sentarme en la cama. Estoy hecha un desastre, lo compruebo cuando con dificultad consigo pararme y verme en el espejo. Hago mis necesidades habituales y me visto con un jersey ancho y unos jeans, no quiero que luego mis padres pregunten por las marcas que tengo por todo el cuerpo.
Suspiro cuando consigo peinarme, una coleta alta sin mucho grado de dificultad y me calzo con unos tenis blancos. Dejo la cama tendida y recojo el desastre que hay por el suelo.
Cuando bajo a la planta de abajo me dispongo primero que nada a recojer la ropa tirada en el suelo y llevarla al cuarto de lavado, que vergüenza con la ama de llaves, Dios Santo. Es lo que pienso cuando regreso y la veo en la cocina. Es una mujer mayor y es muy cuidadosa con su trabajo.
—Señora, ¿Desea que le sirva su desayuno?
—No tranquila, puedo hacerlo, así como puedes tutearme sin pena— sonrío sentándome frente a la barra. Ella voltea una rebanada de pan en una sartén y habla.
—Disculpa, es la costumbre. La dejaré sola para que coma en paz. Por cierto, el señor Jimin me dijo que pasaría por usted a las cinco en punto de la tarde. Si me permite iré a recojer el desorden de la sala.
—No, digo... Yo ya lo recogí— me apresuro a detenerla con las mejillas coloradas por la vergüenza y palmeo el taburete —, mejor siéntate aquí y cuéntame cómo conoció a Jimin. Y no me trates de usted. Puedes sin pena llamarme por mi nombre.
Trato de sonar amigable con Gum, aunque ella sigue un poco reacia, tal vez tiene órdenes de no interactuar conmigo. No lo sé.
—Está bien— ella se sienta un poco lejos y sigue luciendo un poco seria a pasar de que su rostro se ha relajado. Yo por mi parte pincho un trozo de jamón esperando a que ella empiece a hablar. Cabe decir que cocina delicioso—. Antes trabajaba en la mansión como empleada doméstica, pero el señor Jimin me ofreció ser su ama de llaves por un mejor salario. Y también me ayudó a pagar el tratamiento de mi hijo, ahora el puede caminar. Todo gracias a su generosidad. Tiene un buen marido.
Mi sorpresa debe ser notoria porque me quedo con la comida en la boca y cuando proceso todo, trago. No imaginaba que Jimin fuera generoso con esas cosas. Digo, siempre está serio y es intimidante hasta los huesos y tiene sus motivos. Pero saber que aún en medio de su oscuridad, hay compasión, me emociona.
Es eso lo que dice antes de marcharse de la cocina y dejarme sola. Asimilo sus palabras y no puedo evitar sonreír orgullosa. Tengo un gran marido, atento, fogoso, cariñoso y que me derrite con su presencia. Lo que nunca pensé tener en mi vida.
A las cinco Jimin pasa a buscarme y como siempre, no dice dónde estaba, lo primero que hago al verlo es sonrojarme, no pudiendo evitar recordar la noche que pasamos. Aún puedo recordar las sensaciones que viví.
En mi antigua casa mamá lo único que hace es regañarme y para mí sorpresa mi hermano cocina para todos. Mientras Jimin y papá permanecen encerrados en su despacho. Lo único que escuché fue algo de un cargamento...
Es raro comer todos juntos, y cuando digo todos, incluyo a Jimin. Y aunque veo la mirada tensa de papá hacia su presencia, no puedo evitar sentirme tranquila y en familia.
Le hago un guiño a Jungkook por lo buena que le quedó la sopa, el kimchi y el pollo asado y el solo suelta una risita, de esas que te dicen 'nunca vas a cocinar como yo', y sigue degustando su plato.
Veo a mamá abrir la boca, y luego cerrarla y cuando tomo un sorbo de la exquisita sopa, ella suelta la bomba.
—¿Para cuando un nieto?— Jimin a mi lado se atraganta y abre los ojos, tanto que mamá retrocede por la impresión de su mirada. Jimin es aterrador justo ahora.
Mi corazón se acelera y las manos me sudan de los nervios.
—Yo no quiero sobrinos. Por mí no tengan ninguno. Son jóvenes aún— es Jungkook quien apacigua las aguas con su indiferencia y lo veo mirar mal a mi madre, mientras Jimin me mira con los ojos entrecerrados. No sé que le esté pasando por la cabeza, pero no es bueno. Tanto que su mirada se ha ensombrecido.
—No hay ni habrán niños, no están incluidos en mi vida — algo dentro de mí se hunde al escuchar las palabras de mi marido. Y me encojo en mi puesto sin saber que decir o hacer. No es que quiera hijos ahora, pero si están en mi futuro. Formar una familia y ahora ese sueño, se ha roto, como un espejo que cae al suelo. Me duele el pecho.
Los siguientes minutos son incómodos entre todos, en especial para mí que no deseo mirar a nadie. Hay una tristeza en mi que no sabía que podía tener. Tan bien que estábamos hasta ahora y mi madre lo arruinó con su maldita pregunta.
Pasar rato con mi hermano, a solas en mi antigua habitación, mientras acaricio a Bam y hablamos de cualquier estupidez logra subirme los ánimos, aunque sigo pensando en sus palabras. No quiere hijos conmigo, ni ahora, ni nunca. Se comportó como un idiota, sin importarle si me hería por dentro.
—No sabes que alivio siento de que Park Jihyo me halla dejado en paz. Se estaba comportando como un dolor en el culo— le jalo los pelos por sus palabras y suelto un risita un poco desanimada —, en serio, donde me veía me armaba una escenita. No me dejaba ni follar en paz. Una vez casi coje por los pelos a Mina, solo porque me vió meterle mano.
—Estaba loca por tí. Además tú tienes la culpa por haberla ilusionado en aquel entonces. Nadie te manda a andar de exhibicionista— le acaricio el pelo con calma. Estoy sentada en la cama con Jungkook recostado sobre mis piernas y Bam encima de su estómago.
—Es que nunca le dije nada en realidad. Lo juro, ah, espera... Mierda, una vez que le dije que se veía bonita con el cabello teñido de negro, solo eso y luego se volvió un jodido chicle.
—Ahora tiene una relación con Namjoon, no sé si será serio. Pero me alegro por ella.
—Yo me alegro el doble. Créeme— le acaricia el lomo al perro— Ya te extrañaba Suk.
—Yo también imbécil— le aprieto la nariz y suelto una risa divertida.
—Auch, fingiré que no me dolió. Casi me rompes la nariz loca— consigue pellizcarme un brazo y en menos de dos minutos nos estamos peleando como dos niños.
Definitivamente Jungkook lograba subirme el ánimo, tanto que me sentí como en los viejos tiempos. Cuando éramos inseparables y siempre nos hacíamos bromas. Cuando no sabía que mi hermano y mi familia eran miembros de una mafia. Donde ahora me incluyo. Cuando no sabía lo sádico que podía llegar a ser.
Cuando llego a casa ya es medianoche y no tengo ánimos para nada. Ni siquiera para encarar a Jimin, que solo me dice que debe salir a esa hora de la noche, ni pregunto a qué, y aunque lo evito el parece ver la incertidumbre en mis ojos. Aún tengo el mar sabor de sus palabras por todas partes y no puedo cerrar los ojos sin que estas se repitan en mi cabeza.
Así que solo me ducho y sin saber cómo empiezo a llorar. Pensaba que había superado su pasado y no era más que una mentira para engañarse a si mismo. Me quedo dormida con su imagen en la cabeza.
[•••]
Holaaaa
Gracias a todas las que esperaron y una disculpa por la demora. He estado muy ocupada este último mes. Ya casi se está acabando el semestre y los profesores están más mandones que nunca. La vida escolar es un asco.
Para las que se sientan perdida con los últimos acontecimientos pueden leerse los capítulos anteriores. Aunque puede que sigan con algunas dudas que se irán resolviendo de a poco.
Meter suspendo es mi pasión, así que veremos qué está pasando con Jimin en próximos capítulos. Falta poco para que esto se ponga intenso en todos los sentidos.
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