36
Misuk.
La semana pasó volando, casi sin darme cuenta de que ya era lunes de nuevo. Los últimos días no habían sido los mejores en casa. No entendía bien que sucedía con Jimin y ya me estaba frustrando, se me estaba haciendo imposible entenderlo, aunque básicamente se suponía que como estudiante de psicología debía saber analizar a la gente, pero con el es imposible.
Casi no hablábamos, solo nos decíamos los buenos días y las buenas noches. Había empezado a dormir con él, pero aún así el seguía igual de distante. No entendía si el problema era yo por no poder tener relaciones con él por el período o si estaba pasando otra cosa. Aunque se pasaba el rato en casa dando órdenes mediante llamadas. Anoche lo estuve esperando hasta muy tarde, pero no llegó y esta mañana un chófer pasó a recogerme de su parte.
Le había dado tantas vueltas al asunto que sin darme cuenta ya se me había ido la mañana pensando en eso y sin prestar casi atención a las clases. No podía evitar seguir preguntándome que había hecho mal y me estaba empezando a carcomer el cerebro de tanto pensar.
Parecía como si hubiésemos vuelto al principio de todo y algo dentro de mi dolía al pensar en ello, como una espina clavada en el pecho.
Me ajusto la correa del bolso al hombro y suspiro mirando al cielo, está despejado y hay un viento casi insoportable. Camino por el campus de la universidad y me siento en un banco, dejo el bolso a un lado y me coloco los auriculares. La voz de Bruno Mars me inunda los oídos y cierro los ojos tratando de no seguir sientiéndome así.
Los abro cuando siento que alguien se sienta a mi lado y me quita un audífono.
Casi protesto de no ser porque reconozco al instante de quién se trata. Jihyo trae cara de pocos amigos y a lo lejos diviso a Namjoon que viene casi corriendo.
—Oye, te he estado buscando por todos lados— dice al detenerse frente a nosotras y me pregunto si soy invisible. Hago una ligera mueca y Nam parece notarme—. Oh, hola Misuk. No te había visto, perdona.
—Tranquilo— digo sin mucha importancia y lo veo impaciente, Jihyo ni lo mira y entonces me doy cuenta de algo—, los dejo solos. Tengo cosas que hacer en casa. No se maten. Recuerden que la vida es una sola.
Canturreo levantándome y tomando mis cosas. Namjoon extrañamente sabía que estaba casada, más no dijo nada. No como Hoseok que se había puesto a chillar porque no le había contado nada. Me alejo de ellos porque se que cuando Jihyo no habla es porque está jodidamente enojada y no me importa mucho los problemas que ambos tengan cuando tengo suficiente tormento con los míos.
Camino aún con los audífonos puestos mientras cruzo una instalación, cabe recalcar que esta universidad es enorme de grande y está conformada por varios edificios de estructura moderna. Fue construida hace mucho pero la han remodelado demasiado hasta dejarla con un aspecto más moderno.
Una persona se cierne a mi lado y apenas giro la cabeza, Hoseok me saluda eufórico y entonces decido guardar mis audífonos para prestarle atención.
—¿Qué tal va todo? —sonrío apenas por su pregunta y lo miro. Lleva su típico bolso rojo y su abrigo verde como si fuera de excursión y me causa gracia siempre verlo así.
—Bien. Bonito abrigo — le digo divertida caminando a su lado.
—Si lo dices por Jihyo, déjame decirte que lo lavo casi todos los días — tengo que aguantar la carcajada cuando veo varios autos saliendo hacia la calle, afuera ya se ven demasiados estudiantes yéndose. Sin pensarlo un suspiro se me escapa.
Me peino el cabello notando las hebras un poco desordenadas y me decido a prestarle atención. Me humedezco los labios antes de hablar centrando mi atención en él, no pudiendo disimular mis ganas de reírme cuando recuerdo.
—No era por eso y lo sabes. Solo que cada que recuerdo ese día no puedo evitarlo— y me río porque de verdad que no podía evitarlo. Jihyo le había dicho que tenía mal olor en los brazos y resultaba ser que se había olvidado del desodorante y el mal olor se le había pegado a la tela. Recuerdo claramente que todos los miraban raro y se tapaban la nariz y Hoseok en vez de hacer algo para remediar la situación comenzó a decir que era pobre y no le alcanzaba el dinero ni para un desodorante. Una idiotez, la verdad, pero el muy cabrón logró hacer más dinero ese día, de lo que yo gastaba mensual.
Y por más de un mes le habían nombrado el chico cebolla. Por suerte de eso ya habían pasado dos años y ahora había vuelto a sacar su abrigo de la suerte «nótese el sarcasmo».
—Oye, eso le pasa a cualquiera.
—Ahora que te veo de nuevo vestido así te prometo que te traeré un buen desodorante, no vaya a ser que te vuelva a pasar lo mismo.
—Entonces regálame la marca más cara —sacó el dedo meñique y me obligó a juntarlo con el de el.
—Okey.
—Misuk, ¿es impresión mía o hay un auto enfocado hacia acá?... — habla el con el ceño fruncido y me suelto de su agarre. Miro en su dirección y abro un poco los ojos al ver el color del auto. Pestaño hasta que siento mis ojos empañarse y entonces enfoco bien a la persona que hay dentro.
—Oye, aclárale que solo somos amigos. Porque me está asesinando con la mirada.
Es lo último que me dice antes de comenzar a alejarse. El corazón se me acelera y entonces el enojo regresa a mí y respiro hondo. Doy pasos largos hasta llegar al auto que está estacionado a una orilla de la calle.
Me acerco al mismo y abro la puerta aún cuando puede que sea el chófer que esté adentro, pero es Jimin quien parece tener un tic nervioso golpeando el volante con el dedo índice casi con rabia y me siento a su lado. El me mira y como siempre me toma desprevenida cuando se inclina y me besa, trato de apartarme tomándolo por los hombros pero el se aprieta contra mí y me es imposible no corresponderle cuando me chupa el labio inferior y frota su mano en mi nuca. Lo tomo por el cuello y le respondo ansiosa. Su lengua áspera llena mi boca y el sabor del alcohol se traslada a mi paladar. Suspiro sin aliento y el se separa. Apoya su frente en la curva de mi hombro y entonces murmura mi nombre.
Lo escucho apenas, solo un susurro y suena tan lastimero que mi corazón se aprieta. Quiero volver a enojarme, por no entender nada, pero culpo a mi corazón por ser tan sumiso ante los sentimientos.
Lo abrazo incómoda por la posición, el solo respira mi aroma antes de alejarse. Me pone el cabello detrás de la orejas y me acaricia la mejilla casi con temblores, cierro los ojos por el tacto, pero los abro al notar sus ojos cristalizados. Lo veo desviar la vista y se pasa una mano por los ojos.
—No estás bien —murmuro al verle el rostro de nuevo. Luce cansado... demasiado. Tiene ojeras que no había notado antes y sus ojos han perdido ese brillo hipnotizante—. Jimin, ¿Qué está pasando? ¿Por qué te comportas así? ¿Tengo yo algo que ver? Dime algo, cualquier cosa. Me estoy sintiendo mal por algo que no entiendo. ¿Soy yo el problema? ¡Responde!
—Es complicado—lo tomo de la mano cuando se acomoda en el puesto de conductor y enciende el auto. Sus dedos están fríos y me aparta la mano dejándola en su mejilla. Lo siento tan frágil como nunca antes lo había visto y mi corazón duele de pensarlo.
—Cuéntame. Sea lo que sea, déjame escucharte.
El se abrocha el cinturón y lo imito tratando de aliviar esta sensación que me hace sentir insegura y temblorosa.
—¿Crees que puedas con todo lo que tengo que contarte? ¿Qué no me verás diferente?— asiento y luego niego. Algo dentro de mí se agita y las mariposas bailan en mi estómago al verlo directamente.
—Estoy contigo. Y eres mi marido— miro el anillo en mi dedo, es tan... increíble—, y sea lo que sea, no tengo derecho a juzgarte. Te dije que te voy a escuchar aunque sea duro.
—Primero vamos a casa. Prometo que te contaré todo. Solo te pido dos cosas...
—¿Qué?—apenas murmuro mirándolo y el disminuye la velocidad del auto para verme. Es extraño como ya no siento ese enojo absurdo y en vez de ello tengo una ansiedad contenida que me carcome. Ese es el sentimiento que he estado sintiendo y ahora logro identificar.
—No trates de analizarme porque para mí es incómodo desenvolverme y...— hace una larga pausa y se relame los labios, humedeciéndolos. La atmósfera se torna pesada y respiro profundo lista para escucharlo— no me tengas lástima o creas que te uso como refugio. Porque no es así, creo que es muy claro el hecho de que estoy enamorado de tí...
La reparación se me detiene y siento el corazón retumbarme en los oídos. Decir que estoy impresionada sería poco, pero escucharlo tan naturalmente decirlo, mirándome a los ojos, hace que mis sentimientos se vuelvan aún más vulnerables, porque sería estúpido decir que solo me gusta.
—Yo...
—Nl tienes que decir nada—el me interrumpe y veo la mirada apagada en sus ojos. El estómago se me revuelve y entonces el nudo que se me forma en la garganta comienza a asfixiarme. Como si me estuvieran ahorcando.
Es la primera vez que alguien me dice que está enamorado de mí y me causa una emoción que no se cómo describir. Miedo, confusión, deseo, felicidad, anhelo... amor.
—Jimin yo...
—Está bien, Misuk. Puedo vivir con ello.
Y me callo, porque prefiero decirle de frente lo que el espera que diga. Porque es lo que siento.
(...)
La mujer que reconozco como la encargada de la limpieza nos recibe con una reverencia cuando ingresamos a la casa, me quito los zapatos en la entrada y Jimin me imita. La señora, que ahora no recuerdo el nombre, nos dice que realizó las compras y las dejó ordenadas en el refrigerador y se lo agradezco con una pequeña sonrisa. No tengo mucha hambre porque había comido en la cafetería de la facultad, pero aún así no pude evitar probar lo que ella había preparado. En mi cabeza seguía claro lo sucedido en el auto y no puedo evitar los nervios que me sucumben y esa ansiedad me vuelve a atacar.
Sintiéndome conmovida con su declaración le preparo un plato con comida de la que había ya cocinada por la ama de llaves y subo hasta su despacho. Lo escucho hablar por teléfono y apenas asomo la cabeza sin haber tocado, el se levanta como un resorte y murmura algo antes de colgar.
—Te traje algo para que comas— no se cómo logro hablar sin tartamudear y las manos me tiemblan cuando dejo el plato y un vaso con agua en el escritorio, acomodo los palillos sobre la servilleta.
—No tenías que hacerlo. Yo no debí haber dicho aquello—lo veo mirarme impaciente mientras se quita la corbata de un tirón y me sudan las manos porque vuelvo a caer en cuenta del ambiente cargado de tensión que se forma entre los dos. Me recuerda al inicio y es como un leve deja vu.
—Los sentimientos no se pueden controlar, yo no puedo controlar lo que siento por tí.
—Ese es el punto Misuk, que si ambos nos queremos, ya esta farsa no tiene sentido. Mierda, se suponía que hablaríamos de otra cosa y aquí estamos— se deja caer en la silla y el sonido que produce crea un leve eco. Me acerco a el y lo veo lamerse los labios ansioso.
—Estaba... estamos bien. Sabes que no necesitas oír una repuesta porque está claro que he renunciado a todo por tí. Pero necesito que seas sincero y te abras conmigo, de lo contrario, no llegaremos a ningún lado.
Y me duele decir eso, pero realmente necesito conocerlo más allá de lo que el me deja ver. Necesito saber las cosas que le gustan, algo sobre él. Algo que me diga y demuestre que Jimin es el amor de mi vida.
—Siéntate aquí —palmea su regazo y tomo asiento en sus piernas con una pequeña sonrisa, no puedo rechazar esa invitación— ¿Por dónde empiezo? Déjame pensar. Claro, por como nos conocimos. Fue hace mucho tiempo, creo que tenías como cuatro años, no recuerdo bien. Siempre andabas con dos trenzas y Jungkook era un chicle a tu lado.
Sonrío recostada en su pecho y froto mi nariz en su camisa, oliendo su perfume.
—Luego cuando te volví a ver ya habían pasado varios años, yo estaba entrando en la adolescencia y las clases de lucha que llevaba años recibiendo habían hecho estragos en mí, me habían vuelto distante y antisocial, hasta agresivo se puede decir... al principio cuando Jungkook te llevaba para la mansión lo hacía a escondidas de tus padres, solo con ayuda de aquel entonces mayordomo que tus padres habían contratado. Mi tiempo libre se basaba en hacerte bromas hasta que terminaras llorando y Jungkook se enojaba mucho, yo diría que pensaba día y noche en como asesinarme.
Sonrío sin evitarlo porque esa parte está clara en mi mente a pesar que era una niña y asiento.
—Jungkook te llevaba a la mansión cada vez que tenía la oportunidad y entonces comenzamos a llevarnos mejor, eras como una pequeña amiga que no entendía mi mundo y simplemente podía ser el Jimin preadolescente bromista que te llevaba al invernadero. Era nuestro pequeño secreto, aquella mariposa azul que te regalé y ese día...
—Un beso, mi...
—Nuestro primer beso. Aunque no estoy muy seguro de que recuerdes todo con exactitud, eras una niña y solo fue un besito, que no pienso describir.
—Son mejores los de ahora— le beso la barbilla y el baja la cabeza con una ceja alzada, ese brillo está ahí, hipnotizante...
—¿Te lo demuestro?— niego con una risita y le doy un golpecito en el pecho—, entonces prosigo.
Asiento y vuelvo a centrar mi atención en él.
—Luego de eso nos volvimos más cercanos, eras una niña inocente que no sabía las cosas que yo estaba sintiendo. El día de tu cumpleaños número diez, te dije que debía irme. Ojalá nunca lo hubiera hecho, creo que nunca te había visto llorar tanto y eso me hizo darme cuenta que era mejor que nunca nos hubiésemos acercado tanto. Te había quitado una hebilla del cabello ese día y la terminé perdiendo en un entrenamiento con un Yakuza. Ya habían pasado tres años y ese día sentí que la última parte de tí que llevaba conmigo al fin me había abandonado. Aunque en aquel entonces ya no estaba muy seguro de mi mismo. Había hecho cosas con tan solo dieciocho años, que eran abominables, sin contar que me había acostado con tantas mujeres desde los dieciséis que ya había perdido la cuenta— relató increíblemente sin trabas ni pausas. Tragué en seco al imaginar eso. No todos los recuerdos estaban claros, algunos simplemente cuando el lo narraba aparecían en mi cabeza de repente. Pero aún así me recordé a mi misma abrazada a él llorando. Y saber que luego de ello hizo todas esas cosas... No sé que pensar sinceramente—. Creí que si algún día te enterabas de eso saldrías corriendo.
—Estoy aquí, Jimin, y no pienso irme — fue su boca la que recibí ante mi declaración y un leve 'lo sé'.
—Misuk, ¿quieres escuchar lo que pasó después? Créeme que no es muy bonito que digamos, en comparación a todo lo que te he dicho hasta ahora. Y es la parte más dolorosa y oscura que llevo conmigo. La más retorcida.
Pero luego de ello ya no estaba muy segura de querer seguir escuchando.
[•••]
¿A qué no se esperaba que sucediera esto? Digo, que Jimin se abriera al fin.
Siento que mis bajones emocionales hicieron estragos en el capítulo. Quedó muy diferente a como lo tenía en mente. Sorry
¿Cuál será la reacción de Misuk? Lancen teorías.
¿Se esperaban que la verdadera historia de la infancia entre Misuk y el Jimin adolescente fuera así?
Acá deje todas sus opiniones, quejas, sugerencias y regaños a mi persona por no actualizar antes cuando llevo como una semana para escribir este capítulo ——⟩
Y por aquí, el impacto que les dejó el capítulo, ya sea sorpresa porque Jimin cuente todo eso, o rabia por saber, que el Jimin se acostó con cuánta vieja había ——⟩
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