35
Jimin.
Las luces del penthouse permanecen apagadas, hay un silencio sepulcral cuando camino por las escaleras hasta mi habitación, me quito el saco de encima y lo dejo sobre el sofá, me safo el nudo el la corbata dejándola junto al saco.
Frustrado por todo lo que pasó me paso una mano por la cabeza. En mi cabeza se sigue repitiendo que eso era lo que quería, pero sigo sin entender porqué me siento tan inseguro entonces. Me siento en la cama y me quito los zapatos, el reloj, las pulseras, los anillos y los malditos pendientes que me tienen con dolor en las orejas. Estoy tan cansado que siento que se me cierran los ojos.
Me quito la camisa con pesar mientras camino por la habitación. Saco el celular del bolsillo del pantalón junto a la billetera dejándolos en la mesita de noche. Tiro la camisa al sofá junto a lo otro y me encamino hasta el baño.
Bajo el agua caliente replanteo de nuevo mis decisiones y mis malos actos, ya puedo sentir el peso del título y el miedo que me genera el hecho que atenten contra Misuk. No soy ni capaz de ir a enfrentarla justo ahora, aún cuando era mi idea principal cuando salí de la mansión. Mi cabeza es un lío y siento que va a estallar en cualquier momento.
El agua me moja el pelo y siento como las gotas resbalan por mi piel.
Dejo la esponja a un lado y me enjuago. Cierro la llave del agua con el mismo pesar y me seco. Tomo la primera sudadera que encuentro en el armario del baño y un pantalón de algodón. Saco de la gaveta un boxer y me visto.
Ni me molesto en secarme mucho el pelo, solo salgo descalzo y me vuelvo a sentar en la cama. El nudo en el estómago se incrementa al pensar en las palabras de Chungha que no pienso decir y mis manos se vuelven puños. De repente me siento furioso conmigo mismo por haber sido un imbécil, las ganas de estrangular a alguien se hacen presentes y murmuro una maldición antes de salir de la habitación.
Estoy malditamente cansado de evitar lo inevitable, de hacerme el de la vista gorda con todos, así que tomando valor camino calmadamente hasta la habitación de Misuk. Es una tortura que ella duerma en otra cama cuando aún puedo sentir su olor en mis sábanas y el corazón se me acelera cuando abro la puerta y solo escucho el débil sonido de su respiración. Las luz de la ciudad entra por el ventanal y le ilumina apenas el rostro.
Me acerco con cuidado a ella, viendo su espalda cuando me recuesto a su lado. Él aroma de su pelo me marea cuando pego la nariz a su cabellera y mis manos pican. Solo está cubierta por una maldita sábana y quiero con todas mis fuerzas quitársela de arriba para apreciarla.
Le acaricio el brazo con cuidado de no despertarla y mi respiración tiembla inevitablemente.
Le huelo el cabello y me despego cuando se remueve y sigue durmiendo.
Apoyo mi brazo derecho debajo de mi mentón y me impulso para poder verla completa.
—Soy tan idiota— murmuro con pesar, sabiendo que es cierto y le acaricio la mejilla izquierda con la mano—. Me merezco tu rechazo ahora mismo.
Susurro lo último y le paso una mano por el pelo. Podría estar así un día entero y no me cansaría.
—Merezco que me hagas sentir mal ahora mismo. Que me digas cuantas cosas te pasen por la mente— mi garganta duele por le nudo que se forma allí y de nuevo recuerdo su rostro entristecido antes de marcharse. Cierro los ojos un momento y trago buscando aliviar esta culpa— que me digas que soy un imbécil, por dejar que ella te dijera todo eso. Por no haberte besado frente a todo el mundo para que supieran que no hay otra.
Él suave sonido de su respiración merma y abro los ojos, cuando me estaba por quedar dormido.
—De verdad eres un idiota— su voz adormilada suena apagada y casi sonrío al escuchar como se remueve.
—Lo soy— susurro y recuesto la cabeza en la almohada cuando el brazo derecho se me duerme.
—Eh... también eres un imbécil. Mereces que te eche de aquí ahora mismo — murmura lo último y la escucho suspirar enojada.
—Yo... sí, me lo merezco— hablo inseguro y ella se gira para verme. Apenas le puedo ver el rostro porque mi cuerpo tapa la claridad y ella solo me mira.
«Vaya conversación tenemos a las cuatro de la mañana, cuando apenas amanezca debo ir a trabajar y ella tiene universidad.»
—Dime que no hay otra. Que ella está en tu pasado— sus palabras me estremecen, nunca la había escuchado hablarme tan seria y... espera, ¿está celosa?
Casi me río al imaginarla con el ceño arrugado como muchas veces anda y niego.
—No hay otra, ni habrá otra. Solo estás tú...
Me acerco a su rostro y le susurro al oído.
—Dime si te queda claro.
Su respiración se acelera cuando le recorro la oreja con la punta de la nariz.
—Sí. ¿Puedes besarme ahora? ¿Hasta dormirme?
Susurra con la voz adormilada y se escucha tan tierna que no puedo evitar dejarle un corto beso en los labios. Su mano se poza en mi cuello y me atrae a ella cuando la vuelvo a besar. Ella suspira cuando le acaricio la cintura por debajo de la sábana y abro la boca para tomar más.
Misuk se estremece contra mí cuando le meto la lengua a la boca y la saboreo, es tan dulce que me derrite y jadeo cuando me separo de ella. Tomo aire y ella hace lo mismo.
Su cuerpo trepa por encima de mí y trago grueso al ver que jodida mierda, no trae sostén y solo tiene unas bragas diminutas. Casi creo que estoy alucinando cuando se sienta en mi estómago y se inclina para volver a besarme. Frunzo el ceño y la tomo de la cabeza para que no se aleje, jadeo cuando se sienta sobre mi pelvis y se mueve, tan lentamente que mi cuerpo parece querer convulsionar. Mi polla se aprieta debajo de ella y la tomo del culo cuando ella comienza a hacer fricción.
—¿No tienes sueño?— murmuro con su boca sobre la mía.
—Ya no— ella gimotea cuando vuelva a mover las caderas y guío sus movimientos de adelante hacia atrás. Me erizo por completo cuando ella me besa el cuello y me siento con ella encima para quitarme la sudadera. Le miro las tetas de cerca, desde que comenzó a tomar la píldora se le han hinchado más y la idea de ella montándome me enciende.
Ella gime cuando le beso el cuello y echa la cabeza hacia atrás, su pulso late bajo mi lengua y lo muerdo. Sus muslos se tensan bajo mis manos cuando marco los dedos allí.
De sobra sabemos que debe ser algo rápido, porque faltan pocas horas para que amanezca y ella me ayuda a bajarme el pantalón y el bóxer.
Su boca se abre en un suspiro cuando me meto un pezón a la boca y su mano me acaricia de arriba a abajo. Le hago la fina tanga a un lado y le acaricio el punto entre sus nalgas, ella se queda quieta, su respiración se estanca y me mira cuando dejo sus tetas tranquilas.
La idea de follarla por ese lugar me enloquece, sentir lo apretada que está ahí mientras la pongo en cuatro hace que mi polla se hinche aún más. Corro la mano hacia abajo al notar su inseguridad porque claramente es virgen de allí y encuentro su clítoris, ella se sacude cuando se lo pellizco y su humedad empapa mi mano. Me meto de nuevo una teta a la boca y ella me acaricia el glande.
Saco la mano escuchando como su garganta hace un ruido de protesta, la ayudo a quitarse la prenda y luego le meto dos dedos. Su boca se abre en un gemido sin sonido y su entrada se cierra como un puño. Juego con ellos un rato y los saco bañados en sus jugos. Los paso por la cabeza de mi polla y ella me mira con la boquita abierta y los ojos como una cierva esperando ser cazada.
—Siéntate— la voz me sale ronca y ella abre aún más las piernas poniendo mi polla en su entrada—. Se una buena chica y tómame.
Ella asiente cuando la tomo del culo bajándola de un tirón, grita y su calor apretado me envuelve. Exhalo en un gemido y la tomo con fuerza para hacer que se vuelva a estrellar contra mi miembro. Ella gimotea y me aprieta tanto que parece que va partir el pene.
La ayudo a sostenerse de mis hombros ayudando a que encuentre un ritmo para tomarme completo.
—Muy grande —susurra ahogada tragándome completo. Su coño desde esta posición me aprieta dolorosamente.
—Lo sé, lo sé... estas muy apretada, joder... mierda, caliente...— susurro mientras le acaricio el pelo y ella vuelve a subir y bajar con mi ayuda. Gimo tensándome cuando una corriente de placer baja por mi columna y ella se arquea. Soy yo quien la folla tomándola por las caderas escuchando sus súplicas de que siga. Él sudor me empapa en los próximos minutos y los calambres me bajan por la columna, soy un desastre cada vez que toco su matriz y ella se vuelve loca enterrando las uñas en mis hombros cada vez que me impulso hacia arriba. Tiene el cabello por toda la cara y sus jadeos me vuelven loco.
Encuentro su boca y la beso, me trago sus gemidos y mis caderas suben para encontrarse con ella de nuevo. La escucho gemir mi nombre consumida y su cuerpo se tensa por completo cuando le acaricio el clítoris. Acaricio la unión entre ambos tocando ese punto y me siento poseído por sus gemidos. Es tan bueno que los ojos se me ponen blancos cuando revota contra mí y ella echa la cabeza hacia atrás con cada empuje. Soy yo quien la obliga a seguirme montando y su sudor se queda en mis manos.
Apenas puedo pensar con claridad cuando la tomo de las nalgas, sus saltos no tienen control.
—Lo siento... profundo —ella jadea dejándose caer de nuevo y me sostengo con una mano del colchón para no caer hacia atrás. Le beso el cuello cuando la siento comenzar a temblar bajo mis manos. Ella se aprieta dolorosamente y mi pecho sube y baja con irregularidad.
Ella gime cuando la volteo saliendo de ella y me meto entre sus piernas de nuevo. Sus piernas se enganchan en mi cintura hasta tocarme las nalgas con los talones y me sumerjo de nuevo en su calor.
Solo sé que no quiero parar, mis embestidas se vuelven rápidas cuando ella comienza a respirar tembloroso debajo de mí alzando las caderas para recibirme y sus manos se agarran de mis bíceps buscando sostenerse. Pequeños jadeos salen de ella y se arquea contra mi cuerpo.
—Me voy a correr...
Anuncia agitadamente y le correspondo besándola cuando ella entierra las uñas en mi espalda. Siseo una maldición cuando siento esos conocidos calambres pinchar cada terminación nerviosa de mi cuerpo y mis bolas se ponen duras cuando ella se cierra a mi alrededor.
Solo dejo que pase. Que el placer alcance su cúspide.
Le quito el pelo de la cara para verla bien, han pasado varios minutos y aún respiramos agitados, no se que hora es pero el cielo está comenzando a aclararse y su piel perlada por el sudor resplandece debajo de mí. Se ve tan bonita y caliente, con el ceño un poco apretado, los ojos entrecerrados y los labios abiertos que quiero grabar esta imagen para siempre en mi memoria.
Entonces caigo en cuenta de algo...
(...)
Dejo el maletín en el primer banco que encuentro, y suspiro tronando los huesos del cuello. Seokjin da algunas instrucciones a unos hombres y mira la laptop. Tiene lentes puestos y mira detenidamente la pantalla.
—Jungkook dijo que apenas saliera del bufete venía para acá— ni siquiera deja lo que está haciendo para hablar, teclea algo y suelta una maldición.
—Lo se, ya Yoongi me lo dijo — abro la botella de agua y bebo sediento, había pasado la mañana entrenando en el gimnasio y me había puesto a dar lecciones de combate a los nuevos reclutas. Además había ido a recoger los planos del nuevo almacén en Busan.
—Pareces cansado. ¿Algo que me quieras decir?— cerró la tapa de la laptop para mirarme. Estaba vestido de negro como yo y sus ojos me escanearon como una radiografía —. Marcas, ni me digas. Tuviste una noche interesante.
Su cuello se puso rojo y quise reírme de él, era poco expresivo para esas cosas. Igual no lo negué en absoluto.
—Madrugada. Por cierto, ¿Dónde estabas anoche?
Él hizo una mueca y me miró estrechando los ojos.
—Te recuerdo que mi sobrino está conmigo y por ende no podía dejarlo solo... tu que sabrás.
—¿Aún no regresa?— negó y se ajustó los lentes al puente de la nariz. Su hermano había quedado viudo con un niño, luego que su esposa falleciera en el parto. Tanto fue el rencor hacia el pequeño que durante su primer año de vida, había aprendido a ver a Jin como su figura paterna, más aún luego que su verdadero padre comenzara a despreciarlo y por ende, tuvo que Seokjin asumir la responsabilidad.
—No creo que lo haga. Además no quiero que el niño crezca sintiendo rechazo de su padre.
Suspiré asintiendo porque tenía razón, Seokyun no quería al niño, y era entendible, pero el pequeño no tenía la culpa, de sobra se sabía que el parto tendría cierto riesgo, y ella quiso tenerlo aún así, eso demuestra que el bebé no tuvo la culpa. Pero el no entendía eso y Seokjin tampoco era que quisiera entregar al niño, no luego de saber que su hermano estaba metido en las drogas.
—¿Quién tiene al niño ahora?— pregunté recostándome al espaldar, me ardían los arañazos de la espalda y ahora más con el sudor. Cerré los ojos por un instante y los abrí. Un recuerdo fugaz pasó por mi cabeza y traté de no pensar en ello. No quería volver a lo mismo.
—Mmm... yo—susurró y me giré para verlo con los ojos bien abiertos. Abrí la boca incrédulo.
—Debes estar jodiendo...
—Te juro que no— me interrumpió levantando las manos y señaló detrás de él. Mi corazón dió un salto al ver al pequeño niño de dos años durmiendo sobre una cama improvisada. Tragué respirando pesado y me levanté sientiendo mi corazón latir tan rápido como era posible.
Juro que traté de no pensar, pero ese jodido papel y su contenido vino a mi mente.
Confirmación de embarazo.
Me pasé una mano por el pelo y cerré los ojos. Respiré profundo y lo miré.
—¿Estás bien?— asentí cómo pude tratando de ordenar mis pensamientos. Jin se acercó al niño y lo miró atento para luego girarse hasta donde estaba—. Puedo llevármelo, hablaré con alguien para que lo cuide.
—Estoy bien, de verdad. Déjalo tranquilo. Se ve que está en paz— realmente se veía bonito, con los cachetes abultados y el pelo negro en la frente y quise tocarlo, mis manos picaron por tocarlo.
¿Cómo se sentiría cargarlo?
—Jimin, está dormido. Anda acércate. Se que quieres tocarlo— levanté la vista, inseguro—. No preguntes nada, es instinto.
Dejé que mis pies me llevaran hasta allí y me arrodillé en el suelo para verlo. Su pecho subía y bajaba tranquilamente, miré que estuviera cómodo con el colchón hecho de mantas y deslicé un dedo por sus cachetes. Mis labios temblaron por inercia y me alejé levantándome. Yo jamás conocería a mi hijo, porque estaba muerto.
Tomé mis cosas bajo la mirada de Jin y salí de allí. Miré al cielo y una gota de agua me cayó en la frente. El corazón se me apretó dolorosamente en el pecho. Me apresuré en caminar a la otra instalación y miré el rostro de todos preocupado.
—¿Qué sucedió?
Yoongi suspiró apretando los puños y mi rostro se endureció ante el gesto. No me daba buena pinta.
—Los hombres de Choi incendiaron el laboratorio principal. Solo pudimos salvar el treinta porciento de la mercancía.
—¿Qué dijiste?
[•••]
Oh oh, empezaron los problemas. Esto se viene potente.
Que piensan del rapidín. Bien que el Jin lo pescó, le vió las marcas en el cuello.
Por cierto, escribir la escena de Jimin con el niño me recordó a Are You Sure?! Lo sentí bien sentimental. Que piensan de eso.
Haré una pequeña pregunta.
¿Cuántas quieren bebé al final? No prometo nada, pero lo pensaré.
Para las lectoras fantasmas, hagan el favor de votar y comentar. Aporten a una buena causa.
¿Vieron algún error ortográfico?
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