34
Jimin.
Jungkook me pone al tanto de como están las cosas en la mafia, luego de que mi padre anunciara el pacto de sangre para hoy. Los Choi ya respondieron atracando el buque que había arribado. No llegaron a mucho porque los turcos casi los pelan. Pero aún así, lograron tomar varios cargamentos de armas. Se me ha informado de que Akim Görhąn y su esposa ya arribaron y se encuentran e la mansión, prefiero que estén allí a qué vengan acá a joder, Hashima vino temprano alegando su soltería infinita y bueno, Pricceli llegó con la que dice ser su prometida, ex prisionera. No me gustó mucho la idea de saber que la chica era recluida por el mismo y sinceramente no creo en ese amor de un día a otro, conociendo las atrocidades que le hizo.
Pienso en Misuk, en todo lo que al principio hice, mis malas acciones, mi disfrute a raíz de su sufrimiento. Una bola me llena el estómago y me siento el peor marido del mundo. Nunca antes me había sentido así y no voy a comparar a Misuk con Hanna porque no se parecen en nada, y no me gusta recordar el pasado. Prometí dejarlo atrás.
—Me he tomado el atrevimiento de traerte esto— Jungkook salta del sofá y mete su mano tatuada dentro del saco. Saca una cajita pequeña negra y me la tiende. Dejo la corbata por debajo del cuello de la camisa sin anudar y tomo la cajita sin mirarlo.
Dibujo una pequeña sonrisa al observar los gemelos de oro que hay dentro, el me guiña un ojo y los miro más de cerca, notando las iniciales que los adornan, M y J.
Amplio los ojos al observar ambas letras y el niega.
—¿Esto qué significa?
Hablo serio y sin rodeos dejando la cajita sobre la mesa del tocador. Jungkook se sienta en el sofá del vestidor de nuevo y suspira sonoramente. Tengo que pasarme una mano por la nuca para no exaltarme y el habla.
—En estos días he estado pensando mucho. No soy estúpido, desde siempre supe de esta farsa, pero ahora creo que ustedes han avanzado. Siempre supe que más allá de la guerra sin armas que ambos tenían había algo más, y luego de ver todo lo que haz hecho por mi hermana y por nosotros, me he dado cuenta de cuánto la quieres, y lo mucho que ella te quiere a tí— el mira el suelo y mi corazón late acelerado por sus palabras. Es cierto, la quiero, tanto que no soportaría tenerla lejos de mí. No luego de haberla hecho mía como ayer. Sus gemidos, sus súplicas, sus lloriqueos. Sus orgasmos. Se los di yo.
Mi pecho se infla ante los fugaces recuerdos y tengo que carraspear para evitar que el bulto en mis pantalones negros de vestir, explote.
Me siento eufórico, como si sus palabras hubieran activado un detonante de adrenalina y no puedo evitar imaginarla en ese vestido que yo mismo le compré. Él pensamiento me la pone aún más dura y aprovecho para anudarme la corbata como distracción.
—Quiero que ustedes dos sean felices, Jimin. Quiero ver a mi hermana sonreír a tu lado. Porque si alguna vez llora, lo pagarás caro.
Asiento sin decir una palabra. Tomo los gemelos y me los coloco. Él se levanta y me ayuda a acomodarlos.
Jungkook me acomoda las solapas del traje y una mujer mayor antra al vestidor con una maleta de ruedas. La pone sobre el extenso sofá y comienza a sacar las túnicas que se usan para el momento. Por encima de todo me colocan la bata de seda con diamantes en la espalda que hacen la figura de un león, el depredador más letal. La mujer me coloca los pendientes de oro y me peina con una parsimonia desesperante. En todo el tiempo casi ni pestaño. Solo me concentro en las palabras de Jungkook, en lo profundo que calan en mí. La mujer que conozco como Sarah murmura algunas cosas a las cuales no presto atención. Solo a que Akim donó varios brazaletes de oro, los cuales me coloca en las muñecas y anillos de oro blanco. Es una tradición aceptar y portar los regalos de nuestros socios más cercanos. Pricceli fue quien se encargó de la cena, alegando que su país porta los primeros platillos en la escala. Idiota.
Jungkook se ríe sentado en el sofá y yo solo suspiro. No tengo idea de que cosas están pasando por el grupo de kakao que Taehyung creó, pero hace rato que mi celular no deja de vibrar.
La mujer se va, dejándome con el peso de las joyas puestas y la bata. No me gusta esta estúpida tradición, es ridícula, y lo primero que haré cuando adquiera el título legítimo de líder será eliminarla. Eso seguro.
Reviso el chat y entrecierro los ojos tratando de no patearle el culo a Jeon por las cosas que está escribiendo.
«Jimin hyung parece un pollo relleno. Si lo ven pensarían que es de todo menos el futuro jefe.»
Taehyung responde:
«Ya quisiera verlo. Manda una jodida foto imbécil.»
Aprieto el celular con fuerza reprimiendo las ganas de ponerlos a cargar lote por lote las cajas de armamento. O de encerrarlos en el sótano de la mansión y dejarlos morirse de hambre.
«Espérate un momento. Tengo el presentimiento de que está leyendo los mensajes. Ay Taehyung, me está mirando, me está mirando!.»
Apago el celular no sin antes leer el último mensaje que es de Yoongi.
«Ustedes tienen que ser idiotas. Es claro que Jimin está leyendo los mensajes. En fin, pronto tendré más corazones en mi colección:).»
Salimos del vestidor y diviso una voz en el pasillo. Salgo afuera de la habitación y Jungkook me sigue. Por suerte no mandó ninguna foto o sí no, soy capaz de rebanarle el cuello. Odio las fotografías, más luego de todo lo que pasó hace tantos años.
La puerta de la habitación de Misuk está entreabierta. Y Jungkook sigue de largo bajando las escaleras, mientras yo me asomo por la rendija observando como la misma mujer que me colocó las joyas, maquilla a Misuk. Sarah es seria, la mafia la volvió así luego de la muerte de su esposo. Lo sé porque era un exelente sicario, enfermó de cáncer en la garganta y murió.
Pasan algunos minutos hasta que salgo de mi ensoñación y tengo a una Misuk bellísima, más de lo que ya es frente a mí. Tiene el cabello recogido en un moño apretado, unos pendientes le adornan las orejas y el maquillaje sencillo, solo sombra oscura en los ojos, delineado resaltando sus ojos, las mejillas un poco sonrojadas y un labial color rojo en los labios. Está preciosa y mis ojos están hipnotizados con ella.
La mujer sale y pasa por mi lado. La reparo sin contemplaciones y ella asustada sigue su camino. Misuk sonríe tecleando algo en el celular y sin que me vea me posiciono detrás de ella. Le acaricio los hombros y ella pega un brinco mirando al espejo.
Me sonríe avergonzada y beso su mejilla doblándome hacia abajo. Ella deja el celular a un lado y se gira. Su boca se abre al verme y sus manos me inspeccionan curiosa. La tomo de ambas muñecas y le beso el anillo en su mano izquierda.
—Estás... impresionante —ella me acaricia el cabello y yo solo asiento pensando en todo lo que sucederá de aquí a la noche. Padre dijo que sería una ceremonia especial.
—Tu lo estás aún más — me muerdo el labio al verla enfundada en el vestido negro que mandé a comprarle, que yo mismo escogí. Se ve tan buena. Mi mujer.
Le acaricio las caderas y le pego a mí. Ella recuesta la cabeza en mi hombro y me abraza por la cintura.
—Tengo miedo, Jimin— ella apenas susurra y levanta la cabeza. Su olor me marea y el corazón se me acelera inevitablemente—, no estoy acostumbrada a esas cosas, y no creo ser capaz de soportar eso.
—No tienes que hacerlo — le acaricio la espalda y ella mira mi cuello indecisa. No puedo negar que su reacción me tiene alerta. Misuk no es conciente de lo cruel que es este mundo. Ella es demasiado pura para juntarse con gente de ese calibre. Conmigo, por muy jodido que suene. Estoy demasiado manchado, tengo el peso de tantas muertes en la espalda que no se cómo aún puedo caminar. He visto torturas horribles, las he sufrido. Tener heridas abiertas con látigos en la espalda, que te echen ácido sulfúrico allí, pasar días sin comer, agonizando. Todavía no sé cómo sobreviví a eso. Supongo que realmente quería vivir.
—Pero soy tu esposa. Tengo que estar junto a tí... no sé mucho de tí, más allá de lo que me has contado. Me da miedo que halla algo que me haga temer...
—Algún día te contaré — le digo. Es algo en lo que pienso mucho últimamente. Aunque aún no me siento listo para abrirme, para contar todo mi pasado tan oscuro y manchado. Temo que Misuk quiera irse si descubre todas las cosas que hice en venganza.
Ella solo asiente alejándose de mí. Estoy seguro que no era eso lo que quería escuchar, pero es lo único que puedo decir por ahora.
El trayecto hacia la mansión nunca se me había hecho tan corto como ahora. Ver los pinos altos de la entrada que cuando niños solía escalar, me hace saber que estoy al pie de una nueva era. Misuk a mi lado se mantiene impaciente, decirle que la daré a conocer frente a toda la mafia tal vez no fue la mejor idea, ahora no deja de jugar con sus manos y se muerde el labio inferior arruinando el labial rojo.
Ella me mira cuando entrelazo mi mano con ella y le acaricio el dorso, tiembla ante eso y sus ojos oscurecidos me hacen tragar en seco. Mi polla se sacude y agradezco a la maldita y asfixiante bata por no permitirle ver la erección que desde temprano tengo. Eso solo demuestra lo mucho que ella me prende, y ella con ese vestido provocativo no ayuda mucho, a pesar en el escote es recatado, pero remarca demasiado sus curvas y le acentúa los pechos.
La camioneta que va delante se detiene para la revisión y luego de unos segundos para por el portón. Él hombre al verme bajar la ventanilla casi se le cae la radio y como una gallina espantada deja que la camioneta avance.
Atravesamos el camino hasta situarnos frente a una fuente. Y observo por el filo de la ventanilla como hay demasiados hombres armados con francotiradores y ametralladoras.
Hay demasiada gente saliendo de todas partes. Mujeres de la alta sociedad con sus esposos asesinos y otras parejas que miran el auto expectante.
Nunca me ha gustado ser el centro de atención y ahora menos me gustará. Solo me recuerda que hacen este teatrito por obtener atención de mi parte. Myung se acerca a abrir la puerta de mi lado y guardo el arma en mi espalda baja por precaución. Misuk me mira asustada cuando suelto su mano.
—Todo estará bien. Confía en mí. Acá nadie te puede hacer daño— ella suspira insegura y me deja salir. Tuerzo el cuello aliviando los nudos de tensión y mis padres abren el camino junto con su gente.
—Está bien. Confío en tí — susurra antes que el otro guardaespaldas la ayude a salir. Los clanes presentes, mayormente las mujeres quedan impresionadas ante mi mujer. Algunas abren la boca ante tal belleza y otras se encojen por el poder que emana.
Camino hasta ella y la tomo de la cintura. El auto avanza hasta perderse y frente al tumulto de gente, la presencia de los Jeon, mis amigos y mis padres exclamo:
—¡Ante ustedes está mi mujer, Park Misuk!— Misuk se estremece y me mira con los ojos brillosos, cuando la gente queda paralizada y expectante. La dejo de mirar para continuar —. El que le toque un pelo, hable a sus espaldas o le tuerza los ojos fuera o en mi presencia. Hiera o trate de cometer algún tipo de violencia. Conocerá la peor de las muertes, las más violenta, porque no dudaré en masacrarlos. Y pasar por encima de todos.
Mascullo entre dientes en clara amenaza. Todos se inclinan ante ella y veo a Chungha entre la multitud hacer lo mismo enfurecida. Pobre zorra si creyó que podría engatuzarme. Solo fueron polvos pasajeros que solo recuerdo con asco. Nada, ni nadie se compara a la mujer que tengo a mi lado. Ni mi pasado, ni las mujeres que conocí. Ni Hanna. Es algo que a duras penas entendí.
Ella nació para estar aquí. Venció sus miedos, se volvió fuerte y ahora está donde pertenece. Conmigo.
—Jimin, me estoy avergonzando— ella me susurra y casi sonrío ante lo inocente que puede llegar a ser—. Me duelen los pies. Los zapatos son incómodos.
Eso me da motivos suficientes para tomarla en mis brazos y las exclamaciones de sorpresa se escuchan. Misuk se aferra a mi con sorpresa y su cuerpo se pone rígido. Tengo el corazón acelerado al verla mirarme tan fijo y reprimo las ganas de besarla frente a todos para no ponerla más nerviosa.
—Respira— le digo viendo cómo tiene el pecho encogido, sientiendo como cada terminación nerviosa de mi cuerpo responde a ella.
Misuk suspira tomando aire.
—N-no me gusta ser el centro de atención y creo que a tí tampoco— susurra mirando por encima de mi hombro y camino con ella en mis brazos estilo nupcial aún cuando hay murmullos a mi espalda.
—Vaya, no sabía que el underboss podía ser tan romántico.
No miro quién es cuando le paso por el lado, solo camino subiendo los peldaños de la entrada, varias mucamas están agrupadas en filas con bandejas en las manos cuando entro al salón. Bajo a Misuk bajo la mirada de mis padres y ella hace una mueca cuando se pone de pie. Se acomoda el vestido avergonzada y me fulmina con la mirada.
Su madre se acerca y moviendo la cabeza en su dirección la dejo marcharse con la misma.
—Me ha sorprendido tu acto de romanticismo — me dice padre cuando se sitúa a mi lado. Las parejas entran al salón principal. Un total de diez en representación de cada clan. Algunas vienen con sus hijos para buscar futuras candidatas a esposas, y otras simplemente para demostrar su lealtad.
—Es mi esposa después de todo— me acomodo la bata negra que se ha corrido un poco y lo miro las ojos.
—¿Aún no le has contado?— el se mantiene serio mirando constantemente a las personas que se sitúan en el círculo rojo.
Se lo que me quiere decir y es algo en lo que pienso constantemente. No me siento preparado aún y mi temor más grande es volver a quedarme solo. Nadie sabe lo horrible e intratable que puede llegar a ser la soledad.
—No lo he hecho. Pero planeo haberlo cuando ella se sienta más cómoda con este ambiente.
El asiente y a lo lejos veo a mi madre y a Misuk charlando con el señor Jeon. De reojo veo a Akim caminar hasta mí con su esposa, una turca alta de ojos verdes. Ambos se inclinan al llegar a mí y escucho a padre susurrar.
—Encárgate de ellos.
Ambos se saludan y luego me saludan con euforia fingida, porque no es más que eso.
—Es una bonita ceremonia. Nos alegra verle con los joyas que escogimos mi querido Akim y yo— Elif habla, aunque el coreano no le sale muy fluido. Agradezco por cortesía su esfuerzo con un asentimiento de cabeza y observo por el rabillo como Hashima se acerca por la otra esquina para saludarme.
—Estamos ansiosos de ver la ceremonia inicial. Me han dicho que es una tradición muy importante. Así como nosotros tenemos las nuestras.
—Es la más importante de todas. De todas formas no es tan aterradora como parece — casi blanqueo los ojos cuando Hashima me hace un guiño y Elif Görhąn frunce el ceño sin entender.
—Su esposa es muy hermosa y simpática. Me halagó los pendientes. Tal vez hasta podamos ser amigas— esbozo una pequeña sonrisa porque se que Misuk se está esforzando por caerle bien a la gente de aquí y Elif se nota muy amigable con ella. Miro en frente pero Hashima ya no está y entrecierro los ojos al verlo acercarse a Misuk. Mi mujer esboza una tímida sonrisa cuando el le ofrece una copa y quiero matarlo por incomodarla.
—¿Pasa algo Jimin?— el mira hasta donde yo miro como perro con rabia—. Oh, Hashima, ese perro del infierno. Ve por tu chica. Mi preciosa Elif y yo seguiremos saludando a nuestros conocidos.
Ella sonríe tomándolo del antebrazo y me pasan por el lado junto a sus hombres que se mantenían a la distancia.
Pricceli conversa con mi padre y observo a la rubia que está a su lado mantenerse cabizbaja. No me gusta la imagen porque se que el le hizo atrocidades a ella y pensar en Misuk así me revuelve el estómago.
Jamás bajo ninguna circunstancia le tocaría un pelo, menos para causarle daño. Prefiero cortarme el cuello a eso.
No sé a cuántos saludo en los minutos posteriores. Evité con cuidado soltarle algún mal comentario a Mateo Pricceli y que se fuera a enfurecer, conociendo lo impulsivo que su gente dice que es. Saludar a los Shin se me hizo una tortura porque no dejaban de preguntar por Misuk, y del porqué no estaba a mi lado. Pero lo peor vino después. Cuando Chungha me armó una escena frente a Misuk, alegando que mi mujer no estaba a mi altura y sinfín de cosas más. Ver el rostro de Misuk entristecerse hizo que me dieran ganas de arrancarle la garganta.
Luego de eso se había marchado dejándome enfurecido, con una Misuk enojada conmigo al entender porqué dijo eso.
—Me voy para donde está Jungkook — se acomodó el vestido sin mirarme y tragué saliva sin saber que hacer.
Semanas antes de casarme con ella me había acostado con Chungha y otras mujeres del club que ya ni recordaba y ahora me sentía un imbécil por lastimarla. Me pasé una mano por el cuello indeciso, sin saber si detenerla o dejarla marcharse. El reloj de la pared estaba casi en las diez y sabía que le ceremonia iba a comenzar.
—Misuk...
—Está bien Jimin— me interrumpió safándose de mi agarre—no hace falta que digas nada, me quedó claro todo.
Se marchó de mi lado dejándome con un mal sabor en el estómago. Él corazón me dolió al verla llegar hasta su hermano cabizbaja y tube que caminar hasta donde estaba la mayor concentración de gente al escuchar a mi padre decir que estábamos por empezar.
—Hoy luego de treinta años liderando esta mafia, bajo los principios e ideales creador por mi difunto padre, fundador de una de las mafias más poderosas de Asia oriental, me compadece anunciar mi retiro definitivo de la organización. Ya no soy joven como antes, las enfermedades atacan y debilitan y ser débil en un mundo dominante es condenarse al olvido— el corazón se me acelera al verlo sacar la daga de la cajita y dejarla a un lado de la mesita que hay situada en el centro del círculo.
Los hombres se levantan dejando a las mujeres sentadas. Madre sostiene el frasco de vidrio que tiene un tallado con el símbolo de la mafia, allí está la sangre de mi abuelo. En el medio del suelo hay una loza marcada con el mismo círculo, y lo coloca allí. Dónde la sangre de un líder cayó en honor a su poder.
—En este frasco cayó la sangre de quién fundó la mafia Park. Él más trascendental de los hechos y ahora bajo los clanes y aliados principales cae mi sangre en honor a todos ustedes, a mi familia y por aquellos que no me arrepiento de haber matado derramo mi sangre con orgullo— hay susurros cuando se desgarra la palma con la fina daga de plata y la sangre cae al suelo, gotas caen en el frasco ante sus pies y otras mojan la loza tiñéndola de rojo.
Una criada vela que el frasco llegue a la mitad y lo quita. Mi padre le tiende la mano herida y ella lo venda con cuidado aún cuando la sangre mancha la tira blanca.
—Por ello hoy ante de la medianoche mi título de Boss es entregado a mi único hijo. Sabiendo que el sabrá velar por los intereses de todos— camino hasta subir al altar. Misuk me mira sentada y se levanta indecisa de la silla sin dejar de verme.
Él se quita el anillo y lo enseña a todos. La bata que portaba cae al suelo cuando las criadas me la quitan y el peso de las joyas es lo único que queda conmigo cuando en mi dedo medio es puesto el pesado anillo.
—¡De rodillas ante el líder!
—¡Próspero mandato al líder!
—¡Qué los hijos del líder revolucionen nuestra era!
Las exclamaciones se escuchan junto a los veintinueve tiros lanzados al aire desde afuera. Una nueva era ha empezado y mi sueño se cumplió.
¿Qué pasará a continuación?
Es lo que pienso quitándome las joyas en la que fuera mi antigua habitación. Son las tres de la mañana y mi cabeza quiere estallar, la gente se ha ido. Y abajo limpian todo. Miro el anillo, es lo que siempre quise. Entonces, no se de donde viene tanta inseguridad.
Me quito el saco del traje, y dejo el arma sobre la cama, me siento sientiendo el colchón hundirse y pienso en todo de nuevo.
Observo la foto sobre la mesita de noche y suspiro, es la única emoción que me produce al verme libre de mis ataduras. La tomo entre las manos y dándole la vuelta le quito la tapa y saco la foto. Dejo el cuadro vacío y mirando la foto donde Hanna sonríe mirándome vestida de blanco, pienso en como mi vida cambió luego de eso. Guardo la foto en el último cajón, y me lanzo hacia atrás recostándome completo, con las piernas colgando.
Es increíble, como las cosas cambian de un momento a otro. Misuk...
Mierda, Misuk se marchó para la casa. Recojo mi arma y el saco saliendo casi corriendo de la habitación. Bajo las escaleras trotando. Madre la cura la herida a mi padre y les paso por el lado. Él silencio reina el lugar después de que tanta gente se fuera.
Me detengo frente al auto, sacando las llaves apurado.
Misuk es mi presente y por ende voy a vivirlo.
[•••]
Al fin publiqué el capítulo. Dije que sería el sábado, pero comenzó a llover y tronar horrible por la tarde y para colmo había tremendo apagón y pues, no pude publicar.
Al fin ocurrió lo que muchas querían. Tal vez no fue lo esperado, pero me esforcé porque fuera lo que desde un inicio pensé.
Dejen sus comentarios. Estaré feliz de leerlos.
Recuerden votar y comentar.
No les prometo una pronta actualización porque siempre ocurre un contratiempo, pero trabajaré para eso.
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