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30

Jimin.

Ya más calmado le expliqué a Jungkook y Taehyung como sería todo. Un pequeño evento en este mismo lugar, algo con los clanes pertenecientes a esta mafia, así como los principales aliados de Sicilia y Turquía. Estaba seguro que Akim Görhąn estaría encantado de venir y Hashima sería invitado de honor, después de todo, era uno de nuestros principales socios comerciales y los Yakuza eran una mafia poderosa en la región. Mateo Pricceli era un socio fuerte que a lo largo de los años había montado un imperio en Europa y era nuestro segundo mejor socio. En una escala estarían primero los Yakuza, luego la mafia siciliana y luego la turca. No tenía buenos tratos con los rusos luego de aquella vez hacía ya diez años, ni siquiera me gustaba recordar como fuimos torturados en su territorio. Pensarlo me provocaba malestar y recordaba la cicatriz en mi espalda. Algo de lo que de cierta manera me sentía orgulloso. Un símbolo de fortaleza.

—Entonces, mañana por la tarde, ¿Bien?— asentí a las palabras de Tae antes de beber el sorbo de whisky que quedaba en el vaso. Jungkook se removió inquieto y me miró.

—¿Cómo hacemos para que todos estén aquí? ¿Emitimos un aviso? Creo que anunciarlo sería lo mejor— se levantó hasta llegar al mini bar y tomar varios cubitos de hielo, removió la bebida y se la llevó a los labios húmedos.

—Hay que tener cuidado, si emitimos un aviso, tendremos a los Choi arriba y se han aliado con los chinos hijos de puta esos— Taehyung me mira y levanto una ceja tensando la mandíbula. Todavía no tengo claro si seguiré con mi plan inicial de matar a todos los descendientes de esa mafia y recordarlo me hace volver al pasado, un lugar oscuro y lleno de tormentos.

Sacudo la cabeza volviendo a la realidad y lo encaro dejando de lado lo que antes hacía. Revisar nombre por nombre, los nuevos socios del casino.

—Si los Choi están aliados con los chinos, hay que tener cuidado, mucho diría yo— me mantuve callado perdido en sus palabras. Pensé en Misuk, debía reforzar su seguridad y la mía propia—. Jimin, ¿No dirás nada?

—Estoy pensando— el me mira burlón con la típica cara de 'sí, como no'— si creamos una buena estrategia, podemos avisar a los clanes, sin que ellos se enteren, de no ser el caso. Reforzaremos la seguridad completamente.

—Ahora, solo pon esa cabeza a funcionar y maquina algo. Me tienes hasta nervioso — murmura Taehyung mordiéndose las uñas, Jungkook lo mira con cara de espanto y este lo golpea con el pie, haciendo que se encoja de dolor— no me mires así estúpido.

—Ni que tuvieras algo que mirar, digo... no algo que yo desee mirar.

Taehyung lo mira ofendido a punto de bajarle una bronca y Jungkook simplemente baja los hombros orgulloso y me mira. Cruzo los brazos ya frustrado con ellos dos y carraspeo la garganta.

—¿Ya terminaron?

Kim solo asiente peinándose con porte y Jungkook se sirve más whisky de la botella y lo toma. A este paso terminaremos con cirrosis hepática. Eso seguro.

Trazamos una buena estrategia ya con Seokjin al tanto de todo. Yoongi ni se molestó en venir, dijo que luego lo pusieran al día y así dedicamos media hora a trazar los puntos por dónde atravesaríamos. Seokjin quedó en emitir el aviso de la reunión de cambio de líder y mi padre hizo acto de presencia en el lugar junto a sus hombres. Hablamos cara a cara, el me comentó lo orgulloso que estaba de mí, pero que también temía por mi seguridad. Algo que dentro de mi activó una calidez que jamás había sentido con él.

—¿Hacia dónde vas?— Inquirió mi padre mientras hacía a sus hombres a un lado, había mandado a reforzar desde ya la seguridad de la mansión y había estado ocupado hablando con Jungkook sobre el nuevo arribo al puerto de las armas provenientes de occidente.

—Debo buscar a Misuk, no me conviene dejarla sola. Más ahora que su cara ronda en la mafia. Además debo monitorear que no se siga filtrando información, eso deberías de saberlo. Entre tus hombres hay un traidor. Búscalo y hazlo pagar.

—Entiendo lo que dices, pero... ¿Cómo estás tan seguro que fue uno de mis hombres?

—Porque los míos saben que si se meten conmigo les arranco la cabeza. Así que ponte a buscar y déjame tranquilo.

Al asiente suspirando sonoramente mientras mueve una mano hacia atrás y Scott, el guardaespaldas americano aparece.

Le susurra algo de cerca y el tipo asiente tocando el auricular en la oreja y dando órdenes.

Lo miro serio, con ganas de irme, aunque aún siento dentro de mi esa necesidad de apego. Y entiendo cuando dicen que la sangre llama. No importe cuánto lo evite, el siempre viene a mí.

—Antes del anochecer el topo estará muerto —anuncia girándose para irse y lo dejo. No queriendo iniciar una discusión entre ambos.

Se que he tenido pensamientos que no quiero recordar hacia el. Pero en aquellos tiempos mi mundo estaba volteado, ahora saber que alguien me espera y que no estoy tan solo, me genera una calidez en el pecho, que hacía mucho tiempo no sentía.

Abordo mi auto deportivo siendo seguido por una camioneta con guardaespaldas. Agradezco haber comprado un auto que a simple vista luce como una joya, pero es más que eso, es una cápsula de seguridad. Palabrisas y metales blindados de última generación. Algo que garantiza salir ileso de un enfrentamiento o de un ataque.

El corazón me late fuerte cuando paso una mano por el volante y giro por la rotonda, las palabras que Misuk y yo compartimos esta mañana llegan a mi cabeza y recuerdo su boca caliente sobre la mía dentro de este mismo auto. Siento que la sangre se me acumula en la pelvis y su mirada de inocencia y picardía viene a mí. Me pongo duro, como siempre, cada vez que pienso en ella y tengo que acelerar cuando disminuyo la velocidad ante el tumulto de pensamientos.

Quince minutos después estoy frente a la facultad de psicología, es parte de esta universidad. Cada edificio está regido por varias carreras que se asemejan al mismo ámbito. Me estaciono afuera y la camioneta se queda lejos. Se que a esta hora sale, lo descubrí cuando la vigilaba, me gustaba saber que cosas hacía. Saber que la asustaba, que la ponía alerta. Ahora me gusta saber que la pongo caliente, que la mojo solo con palabras. Se cuando una mujer está nerviosa o desesperada, y Misuk es la clara representación de eso. Se estremece muy seguido cuando está conmigo, juega con sus manos y se muerde los labios. Me mira con los ojitos brillosos y le tiembla la respiración.

Es la mujer que yo deseo y necesito.

Me acomodo la erección punzante hacia un lado y suspiro sin saber cuánto más me podré seguir conteniendo con ella. Joder, tengo tantas ganas de tomarla, deseo follarla hasta que suplique que pare. Deseo atarla a mi cama, comerle las tetas mientras me hundo en ella de un empujón. Deseo llevarla al límite, hacerla suplicar y retorcerse. Jamás había deseado a alguien con tanta intensidad.

Recuesto la cabeza contra el volante conciente de mis pensamientos y deseos y suspiro calmando esas ganas que le tengo desde ayer.

Levanto la cabeza y bajo la ventanilla, doblo el brazo, poniéndolo sobre el filo de la puerta y miro hacia afuera. El portón se abre mostrando la intalación y varios autos salen hacia afuera, entrecierro los ojos cuando diviso una cara conocida pasarme por el lado. El dobla el cuello en saludo y me decica una mirada de seguridad, Namjoon. Lo conozco desde hace varios años, es incluso mayor que yo por un año y todavía me pregunto el porqué sigue estudiando si tiene más de dos títulos en diferentes sectores. Es miembro de los Kim, uno de nuestros clanes principales.

El auto negro se aleja y miro atento cuando un cuerpo conocido se asoma por la salida acompañado de otra persona. Enfoco la mirada haciendo una mueca cuando distingo quien la acompaña. El karma, me digo mirando a Jihyo sonreírle ampliamente y su mirada se detiene en mí, aún dentro del auto, se le borra la sonrisa al instante y me saca la lengua como siempre hace. Aprieto los labios cuando Misuk enfoca la mirada hacia dónde Jihyo mira y una pequeña sonrisa aparece en sus labios. Algo dentro de mi convulsiona cuando la veo despedirse de su amiga con un abrazo y caminar hasta mí.

Me quito el cinturón y abro la puerta del auto para salir. Misuk se acerca por la acera y la ayudo a subir al auto abriéndole la puerta del copiloto. Ella me mira sin entrar en el auto, aún cuando sostengo la puerta y esbozo una pequeña sonrisa antes de besarla, ella se queda quieta mientras mis labios atrapan los suyos en un lento beso y tiembla agarrándose de mis hombros cuando me separo. Su aliento tembloroso choca contra mi cara y con la cabeza le indico que entre.

Enciendo el motor del auto y lo pongo en movimiento. Saliendo de la fila organizada en una orilla de la calle.

—¿A dónde vamos?— Su voz es baja, pero aún así la escucho y la miro. Ella acomoda su bolso en su regazo.

—A casa.

Ella asiente y observo de reojo como las mejillas se le ponen rojas y baja la cabeza.

—¿Qué estás pensando...?

Ella calla por un momento y luego me mira. A este paso estoy casi estacionado solo para poder mirarla y para evitar complicaciones activo el piloto automático. Soltando el volante al instante. Presiono en la pantalla del GPS el lugar hacia donde debe ir y me recuesto en el asiento.

—Si te soy sincera, creo que en todo — ella se encoje en su lugar cuando peino los mechones que se escapan de su moño y quito la mano. Observo hacia abajo como se le ajusta el pantalón a los muslos y recuerdo su piel marcada por mis manos al instante.

—¿Tienes miedo...? ¿Es eso?

Misuk niega y me mira con los labios entreabiertos.

—Pienso en todo lo que ha pasado para llegar aquí. Tu no me das miedo, más bien me inspiras seguridad... Pero, t-tu antes dijiste algo.

—¿Qué cosa?

Hago memoria, pero no llega nada a mí y entonces caigo en lo que se refiere. Su nerviosismo, sus rubores, ella está pensando en lo que le dije anoche. Estoy seguro, y eso hace que mi polla vuelva a ponerse dura y una corriente baje por mi columna.

—¿Desde cuándo conoces a Park Jihyo?

Ella me mira ante mi cambio de conversación y se muerde el labio inferior. Lo suelta y miro lo rojo que está. Mi mano pica por tocarlo y mi lengua quiere pasearse por ahí. Paciencia Jimin, paciencia. Me digo recuperando el control de mis emociones y centrando la mirada en otra parte que no sea su cara.

—Estudiamos juntas en el instituto. No sé cómo, pero ella logró sacarme información. Supongo que en eso se basa la amistad. En contarnos las cosas y cuando vió el anillo se volvió loca... —Me imagino — y logró sacarme información de con quién estaba casada y luego soltó que ella y tu eran familia, así de simple.

Si claro, esa perra loca. Pienso para mis adentros. No tengo buenos recuerdos de ella, cada uno tiene una historia diferente, aquella vez que me puso pasta dental en los pies mientras dormía. Todavía repudio que no me haya vengado. Cada vez que los invitaban a la mansión, Jihyo lograba molestarme con algo distinto. Desde el sapo en la cama, que todavía no se cómo lo consiguió, hasta sal en el café.

Recordarlo no es tan malo después de todo, fueron años buenos, si mal no recuerdo, ella tenía doce años por ahí, y siempre andaba planeando como fastidiarme.

—Te has quedado callado— la miro y me maldigo. Cada vez impacta más en mí y aunque trate de alejarla me es imposible.

—Solo pensaba. Jihyo y yo no tenemos una buena relación...

—Ella me contó — una pequeña carcajada sale de su boca y mi corazón se acelera al verla tan risueña—. Lo del sapo.

Vuelvo a tomar el control del auto ofendido mientras Misuk se sigue riendo de mí. Todavía puedo vengarme de Jihyo. Me recuerdo apretando los dientes, Misuk aún tiene espasmos de su risa y me ofendo aún más. ¿Qué tiene de chistoso?

No pasan cinco minutos cuando ya estoy estacionado frente al edificio. Misuk ya está calmada y su boca está entreabierta sorprendida del lugar. Le abro la puerta del auto y mis hombres cuidan la entrada del lugar. La tomo de la mano ante su falta de orientación y la conduzco hasta el ascensor del penthouse. Ella desvía la mirada mordiéndose de nuevo el maldito labio y ella pega un brinco cuando golpeo el botón rojo y el ascensor se detiene.

En menos de un minuto la tengo acorralada, mis manos descansan a cada lado de su cabeza y puedo notar como su respiración se acelera. Mi mirada barre por su rostro, desde sus pómulos con marcas de acné, hasta sus labios rosados. Tan bonita.

No soy conciente de nada cuando ella se lame los labios, su lengua pasa provocando un fuego dentro de mí y mis pantalones quieren reventarse.

Acerco mi boca a su oreja y soplo. Ella se sostiene de mis hombros y jadea cuando dejo un beso en su cuello, justo en su pulso acelerado. Recorro con mi nariz el punto detrás de su oreja y lo beso lentamente, sientiendo como se estremece contra mi anatomía. Me separo solo para observarla. Está sonrojada incluso en el cuello y tiene la cabeza recostada al metal del ascensor.

Mi mujer.



[•••]

Maratón 1/2.

Comenten mucho y toquen la estrellita. Se viene lo que tanto esperaban. Así que agárrense y busquen un vasito con agua jajaja.

Quiero ver muchos comentarios, ¿okey?

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