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28


Misuk.

Luego del incómodo desayuno en la cocina, en el cual mi marido no me quitaba la mirada de encima, subimos a un auto que me robó el aliento, lujoso, no supe distinguir la marca del mismo porque la verdad no me encontraba en condiciones de pensar en ello, pero estaba segura de que era un Ferrari, negro, descapotable y con unas líneas blancas en el capó.

Jimin no murmuró palabra alguna en el desayuno, ni siquiera me saludó y ahora se mostraba tan frío como al inicio cuando lo conocí.

Traté de reprimir el sentimiento de angustia que impactó contra mí, si su propósito era hacerme sentir mal por lo que pasó, o porque evadí su confesión, lo estaba logrando a la perfección.

A veces no lo entendía, me trataba bien, se mostraba relajado y ahora solo podía ver esa sombra oscura de nuevo sobre él y no pude evitar preguntarme si había hecho bien en casarme con él. No importaba, ya no había vuelta atrás. No podía simplemente regresar el tiempo.

Ni siquiera sabía que le iba a decir a mis padres cuando pasaran los dos meses, nadie creería que nos enamoramos de la noche a la mañana y que nos divorciaríamos luego de ese tiempo. Lo había notado en la forma de hablar de el señor Park, dudaba que yo amara a su hijo, era un hombre mayor, y era de todo menos iluso. Su forma de hablar me lo demostró. Después de todo era un mafioso, un líder, un asesino.

Jimin ni siquiera me miró cuando subí al auto y respiré hondo para no decirle lo que me estaba guardando y en lo cual había pensado mucho, aún no, me dije. Pero me estaba siendo imposible seguir guardando esas ganas de hablar y contarle. El estómago se me revolvió con escalofríos y sentí mariposas cuando recordé todo lo que sucedió por la noche, aún seguía con la sensación de su boca en mi piel y eso solo me recordaba, que jamás me había sentido tan bien bajo el toque de un hombre. Max ni siquiera sabía como hacerme llegar a un orgasmo, y las veces que compartimos cama, yo tenía que buscar mi propia liberación. Recordar eso me generaba una sensación de asco y repudio.

Estuvimos juntos casi dos años, pero fue más el tiempo que estuvimos distanciados a lo que nos veíamos. Lo entendí luego de verlo traicionarme, el me engañaba desde mucho antes, todas esas escusas, esas veces que dijo que iba a estudiar. Ya ni me miraba con el cariño de antes y estaba segura que nunca me amó, yo tampoco lo hice pero me esforcé por hacerlo.

Y ahora toda esta situación me llevaba a lo mismo. ¿Acaso Jimin tenía a otras mujeres? No estaba segura, pero el sentimiento de decepción y ira que me atacaban al pensarlo, solo me confirmaban que lo que tanto temí por mi misma estaba sucediendo.

Mirarlo me daba ganas de vivir, de sonreír, de ser yo. Y era un sentimiento confuso que por primera vez estaba sientiendo.

Me abroché el cinturón cuando el ruido del motor del auto me sacó de mis pensamientos, bufé tomando la liga que estaba en mi muñeca y atándome el cabello en un moño bajo.

Miré el bolso en mi regazo, había tomado todo lo necesario, agradecía no tener examen hoy, o de lo contrario, con toda esta confusión no se que sería de mí.

Saqué el celular de adentro y revisé los mensajes que tenía.

Abrí el de mamá, que me salía de primero.

«Lamento no haberte felicitado cariño, apenas pudimos despedirnos adecuadamente, pasa bonita noche.»

Quise responderle, pero era un mensaje viejo. Así que solo me limité con desearle los buenos días y que todo estaba bien.

El segundo mensaje era de Jungkook y cuando lo leí recordé a mi hermano sobreprotector de antes y sentí ganas de llorar ante la repentina sensación, pero solo me limité a seguir bajando y leyendo todos los demás.

Me sentí una mala amiga por no responderle a Jihyo, pero los últimos acontecimientos me sacaron de mi zona segura y de paz. Ahora ni siquiera sabía que iba a pasar con mi vida. Recordar las palabras candentes de Jimin mientras casi teníamos sexo, me recordó que aunque lo evitara sucedería. No podía seguir ignorando a mi cuerpo y mi corazón.

Dejé de mirar por la ventanilla para mirarlo a él, ni siquiera se inmutó ante mi escrutinio y bajé la mirada hasta mi mano izquierda, dónde reposaba en mi dedo anular, el anillo de oro, este no me haría pasar desapercibida como el anterior, era inútil tratar de ocultarlo de la gente.

Respiré hondo cerrando los ojos por un instante y el corazón me dió un vuelco cuando los abrí y la mirada de Jimin impactó con la mía. La respiración me tembló en los labios y sentí como el auto dejaba de andar, se había detenido.

—¿Por qué te detienes?— Casi tartamudeo nerviosa cuando sus ojos me escanearon el rostro. No era que fuera muy tarde, cada facultad tenía su horario y psicología no entraba muy temprano, pero aún así recordé que ya había faltado demasiado y no podía seguir perdiendo clases.

—Porque tus ojos no se despegan de mí y quiero saber porqué, de lo contrario tendremos un accidente.

—Está bien, tu me evitas y ahora soy la culpable — crucé los brazos indignada mirando al frente y lo escuché chasquear la lengua.

—Nunca dije eso— sus dedos se enroscaron en el volante y observé como los nudillos se le pusieron blancos. Tragué saliva al mirar como se le pronunciaron las venas, tan varonil.

—Pero me evitas. Ya está, pasó. Pero si te hace sentir mejor, no puedo negarte no sentir lo mismo... y, me siento muy...

—No sigas— me cortó y lo observé carrar los ojos y luego revolverse el pelo, una bola cayó en mi estómago y me sentí peor— es lo mejor, olvida lo que dije.

—¿Cómo lo hago? Dime. Te estoy diciendo lo que siento y te haces el sordo— mascullé sientiendo como la voz me temblaba y entrelacé mis manos sudadas y temblorosas en mi regazo.

El se peinó el pelo hacia atrás con una mano y la dejó caer sobre el volante, causando un ruido sordo.

—Si superas todo lo que he pasado, todo lo que llevo dentro. Todo el mal que he causado, las heridas que llevo. No estarías diciendo eso. No soy bueno Misuk, y tú eres demasiado buena para mí.

—Si tan solo te desahogaras, me contaras algo, hablaras conmigo. Te entendería un poco, así solo me enredas, es como si todos supieran algo y yo no. Me estoy sintiendo engañada. ¿Ahora me entiendes?

Froté ambas manos contra la tela gruesa de mi pantalón sin alzar la mirada para verlo, sentí como algo se agitó cuando el sonido de el broche de su cinturón se escuchó y luego su cuerpo se extendió cerca del mío.

—Yo jamás te engañaría, tampoco te voy a decir que no me acuesto con otras mujeres. Pero cuando hice mis votos frente a ese juez, lo juré. Desde ayer estamos casados y te respeto— siseó entre dientes cerca de mi rostro en un tono arrebatador que me hizo temblar las entrañas—, eres mi mujer ahora, mi única mujer.

Apenas tuve tiempo de hablar antes que su boca impactara con la mía en un beso profundo que me dejó sin aliento. El se separó de mi boca provocado un chasquido y me dejó los labios calientes y con comezón. Entonces me miró.

—Ahora tu dime. ¿Eres mía?— su boca besó mi mejilla, un beso tan húmedo que me hizo apretar las piernas y me cosquilleó el cuerpo. Su boca se arrastró hacia mi oído, lo sentí respirar mi olor y suspirar —. ¿Quieres esto? ¿Quieres conocerme?

—Sí a todo. A todo —lo tomé por el cabello y lo besé, ansiosa, desesperada. Nuestras lenguas se juntaron provocando un sonido lascivo. Lo escuché gruñir fuerte entre de tomarme por el cuello y detenerme. Su lengua hizo contacto con mi boca entreabierta y lamió mis labios sin dejar de verme. El roce áspero me hizo lubricar y casi gimo ante el calor que barrió mi cuerpo y apretó aún más mi cuello dejando un beso corto en mis labios.

Mía— sentenció en un tono tan posesivo que me sentí temblar contra él —. Mataré a todo aquel que te mire como yo lo hago, lo juro.

Su mano dejó mi cuello y respiré profundo amando la sensación de sus dedos allí, nadie nunca me había hecho sentir así. Tan excitada y necesitada de algo. De él.

—No se porqué, pero me gusta que seas así. Me gusta saber que soy solo tuya— una sonrisa oscura surcó su rostro, tan siniestra y tenebrosa, que solo hizo que los latidos de mi corazón aumentaran y las cosquillas en mi estómago.

—No soy bueno Misuk, y las cosas que quería hacerte no son buenas —arrastró las palabras en un tono tan ronco que me erizó el cuerpo por completo y luego pareció razonar separándose un poco—. Mejor hablamos con más calma, cuando regreses de la universidad.

Se alejó de mí volviendo a su sitio y dejándome en una especie de trance. Pestañé varias veces, Dios mío, todo lo que acabó de pasar.

Una pequeña sonrisa apareció en mis labios al recordar su mirada y sus palabras. Y me pongo la mano en los labios buscando que no note mi estado emocional.

Asiento luego de un rato y el pone el auto en marcha de nuevo sin decir más nada.

El resto del camino lo paso mirando sus gestos y su forma tan endemoniadamente caliente de conducir. Estoy casada con un tipo malo, posesivo, y me gusta. Lo admito.

(...)

Jihyo chilla cuando toma mi mano izquierda y mira el anillo. Todos en la cafetería nos miran y avergonzada quito la mano. Buscando que la gente deje de mirar.

—No me contaste y se que algo más me ocultas. No te dejaré en paz hasta que me cuentes— sentenció molesta, mirándome enojada. Sus ojos parecían balas.

—No es lo que piensas, tampoco es lo que no piensas— metí la cabeza entre ambos brazos sintiéndome la peor amiga del mundo y quise gritar por todo.

—Me estás enredando. Tengo entendido que todo este tiempo que desapareciste estabas con ese tipo que antes te seguía y según me contaste era un conocido.

Chilló frustrada lo último mientras se jalaba los pelos y miró luego a ambos lados con una risita nerviosa, notando como éramos el centro de atención. Para luego fulminarme con la mirada.

—Aquí nos pueden escuchar, vamos para otra parte. Debo contarte muchas cosas— tomé mi merienda y mi bolso, ella me imitó aún con cierto recelo. Era hora de contarle todo lo que he estado ocultando.

Nos sentamos debajo del árbol de siempre, crucé las piernas y ella me miró curiosa. Así que empecé desde el principio, aquella vez cuando salí corriendo del edificio donde vive Max y me encontré con esa escena que aunque ya no me perturbaba, en sus tiempos lo hizo. Luego le conté sobre los mensajes. Aquella vez en el bar. Cuando descubrí todo lo que mis padres me ocultaron y su mirada cambió a una de compasión cuando le conté con lujo de detalle como me sentí ese día y como me escapé hasta un rincón. Me sorprendió verla tan relajada mientras escuchaba, sin opinar y cuando hablaba de él solo se mordía las uñas o abría los ojos, asentía y abría la boca curiosa. No omití contarle lo que pasó en aquella casa, aún recordar el miedo que pasé cuando le dispararon a Jimin, me causa un pánico profundo y tampoco pasé por alto como me sentí mientras estuve bajo su mismo techo, incluso aquel incidente en la cocina que fue interrumpo por mi hermano.

Ella chilló tapándose la boca y luego me dedicó una mirada pícara moviendo las cejas.

—Sigue anda. Tenía que haber traído palomitas, esto parece película —casi me grita en la cara como una niña y respiré profundo para seguir hablando.

Le conté todo lo que sucedió a continuación de eso. La propuesta de matrimonio, un contrato de dos meses. Me fui desahogando paso por paso, sintiendo como todas las cargas se iban de mis hombros. Me sentí liberada. En paz, conmigo misma.

—Te he contado mi vida, desde los últimos meses y no pareces sorprendida o con ganas de llamar a la policía —le dije buscando su mirada cuando la desvío a otro lado —. ¿Hay algo que yo deba saber?

—Quien lo diría, madre mía. Que pequeño es el mundo. Tu todo este tiempo así... sería hipócrita si dijera que estoy sorprendida porque yo... pertenezco a ese mundo— abrí la boca frunciendo el ceño.

—¿Qué haz dicho? Tú, Jihyo, tú...

Repetí en trance y bebí todo el jugo del pomo para poder centrarme.

—No hay nadie en esta ciudad que no se vincule a la mafia. Puede que algunos no tengan idea, pero si mencionas a la mafia líder todos tiemblan y se arrodillan. Es así, la mafia está por encima de todo. Porque hasta el gobierno es dirigido por la mafia, todos estamos bajo la mafia— ella recitó como si fuera un himno y emití un jadeo incrédula. Ella dijo que la mafia es básicamente la ley.

—¿Me estás diciendo que tú familia pertenece a la mafia?— ella asintió con una mirada comprensiva y se mordió el labio inferior.

Recosté la cabeza al tronco del árbol. No sé porqué no me sorprendía, de todas formas yo siempre estuve dentro y nunca lo supe. Sería estúpido comenzar a gritar y decir que soy una víctima ahora.

—Todos los apellidos importantes y de prestigio lo hacen. Hace poco corrieron noticias de que el futuro líder había desviado tareas a otros capos porque según los rumores entre clanes, lo habían visto con una mujer.— Ella habló masticando su sandwich como si nada y tragó para mirarme —. ¿Puedo preguntarte con quién te casaste?

—No se si pueda decirlo, tus palabras me han hecho darme cuenta que estoy expuesta, demasiado.

—Misuk, ambas estamos en esto. Yo siempre supe que tú familia era la mano derecha de los Park, pero no te conté porque no podía hacerlo. Ahora que lo sabes, no tengo más nada que ocultar. Espero no seas tu quien me guarde rencor ahora.

—Ya para qué, si todo pasó, de todas formas no era tu obligación abrirme los ojos — jugué con la tela de mi pulover y suspiré dándome cuenta, que mi burbuja era tan grande, que no era capaz de notar las cosas a mi alrededor.

Suspirar cada cinco minutos ya era como respirar, definitivamente.

Al menos suspirar me ayudaba a calmar mis emociones.

— Respecto a tu pregunta anterior...— ella me miró atenta, con los ojos grandes— estoy casada con Park Jimin.

—¡¿Mi primo?!

¡¿Qué cosa?!




[•••]

Les tengo 3 preguntas:

1- ¿Qué opinan de la historia hasta ahora?

2- ¿Se esperaban esa reacción de Misuk ante la verdad contada por su mejor amiga?

3- ¿Qué piensan de Jimin hasta ahora?

Estaré leyendo las respuestas en los comentarios.

Nada les molesta en tocar la estrellita, quiero ver votos y si me convencen actualizo más seguido.

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