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Jimin.

Me separo de Misuk aturdido y sientiendo como el corazón me late en los oídos. Observo como ella mira a su hermano sin saber que hacer, lo veo mirar el suelo y suspirar.

—Quiero realmente pensar que terminaron en el suelo porque resbalaron— se pasa una mano por la boca y es cuando caigo en cuenta de lo que estuvimos a punto de hacer y cuando todo el peso recae sobre mi como un tsunami. No puedo evitar endurecer la mirada mientras respiro con fuerza, soy un idiota, se supone que nada de esto podría pasar, ni hoy ni nunca, y realmente me siento la mierda conmigo mismo porque ni yo mismo se lo que estoy sintiendo. Ahora mismo tengo una batalla interna conmigo y siento que me he fallado y me cuesta asumir que no estoy arrepentido.

Una opresión se me forma en el pecho cuando Misuk me mira y veo culpa en sus ojos, como mira el suelo y luego a mí sin saber que hacer. Las palabras de Jungkook vienen a mi mente, tantas veces advirtiéndome que no me acercara a Misuk y es lo primero que hago, aún cuando se que no debo, y que he roto una de las promesas mas importantes que le hice a Hanna en su tumba.

"Nunca volver a mirar a una mujer más allá de la atracción carnal."

Y algo me dice que mis propias palabras ese día cargadas de rabia, impotencia y dolor se están desvaneciendo en el aire, mis propios demonios aturdidos, los lamentos del pasado hurgando en lo profundo de mi ser, y como en medio de esto las cadenas de mi corazón tiemblan, el acero oxidándoce con cara mirada, cada gesto. Me siento atado de pies y manos, no me gusta, siquiera quiero esto, la culpa que siento ahora va más allá de mis propias prohibiciones establecidas hace más de seis años.

Necesito calmar esta ansiedad porque la conozco, he pasado por esto y no es gracioso. Cómo se me cierra la garganta y no me sale la voz, como se me oscurece la mirada y solo deseo golpear algo sin parar, como mis puños automáticamente se cierran en el preciso momento que Misuk habla.

—Entre el y yo jamás pasará algo, Jungkook, tenlo por seguro — su actitud cortante baila en el aire y me hace sentir aún más rabia, porque precisamente ella no se separó, lo tengo en la maldita mente, sus suspiros, sus ruegos, su voz cortada por los gemidos y me siento aún más furioso, porque es duro admitir que hubiera querido seguir viendo su cara desfigurada por mí, seguir tocándola.

En medio de esto se me va un suspiro atormentado, mis ojos pican al pensar en todo hace siete años, las emociones que viví en aquel tiempo. Son tan parecidas.

Los sermones de Jungkook no tardan en llegar, está molesto y más que eso dolido, porque yo mismo prometí no acercarme jamás a su hermana y mira como paró todo. Estando los dos bajo el mismo techo.

—¿Si sabes Misuk que no te debes acercar a Jimin? ¡Por Dios y todos los dioses! ¿Acaso no lo ves?, es un hombre atormentado, lleno de demonios.

Sus palabras me hacen endurecer los rasgos y engullir la espalda. El no tiene porqué sacar mi pasado a la luz.

—Jeon, no hables más de lo que se te pide— su mandíbula se tensa ante mi tono duro y veo como Misuk me mira asustada, de nuevo esa mirada que hace ya no veía. No estaba hablando el Jimin bueno que le limpió las lágrimas y la salvó de la muerte, estaba hablando el Jimin cruel que no entendía con nada ni nadie, ese que mataba sin piedad a todo el que se le cruzara, ese que mató a decenas de hombres en un coliseo hace tres años, ese que estaba lleno de demonios por dentro, que la maldad habitaba en él.

—Aquí no. Ella no merece ser testigo de quien en verdad eres— una sonrisa tétrica se pintó en mis labios y la observé temblar, más no me importó, no cuando me quedo claro la gran línea que hay entre ambos, tan gruesa, impenetrable.

Mis labios picaban por un cigarrillo, necesitaba calmar la ansiedad.

—¿Podrías dejarnos solos? Debo hablar con mi hermano — solo eso bastó para levantarme del asiento y largarme de allí, pasé por mi habitación, tomé mi chaqueta, el celular, las llaves del auto y una caja de cigarros.

Los observé desde lejos antes de perderme. Ella quería privacidad, y estoy seguro que cuando regrese ella ya no estará, de que Jungkook se la va a llevar no se dónde.

El rugido del motor es lo primero que escucho y pongo el auto en marcha, calo del cigarrillo mientras conduzco perdido en la carretera hacia la autopista.

De nuevo se me atormenta la cabeza con todo y cuando menos lo espero mi pies está pegado al acelerador con fuerza, veo los autos pasar por mi lado con rapidez y me doy cuenta que soy yo el que va como un rayo. Me llevo un semáforo sin importarme si me cobran una multa, el olor de la nicotina me marea y freno, tan fuerte que me salgo del carril, mi abdomen duele y se contrae cuando azoto la puerta del auto con fuerza y tengo que respirar varias veces para calmar los temblores que siento, como me tiembla la respiración mietras me paso las manos por el pelo y lo jalo, mi puño se estrella contra el capó varias veces, veo la pintura del carro hacerse grietas y no me importa.

Respiro agitado y apoyo ambas manos sobre el carro. Cierro los ojos y me siento más calmado.

Desde adentro siento como mi celular suena y tengo que respirar profundo varias veces al ver el nombre de mi padre en la pantalla. Contesto y me tiembla la mano derecha cuando me lo llevo a la oreja.

—¿Qué pasa?— hablo tragando el nudo que se hace en mi garganta.

—Hashima ha venido — lo escucho atento, siempre es para informar algo, nunca lo he escuchado siquiera preguntar como estoy, supongo que esa frase no existe en el linaje Park.

—¿Dónde está?

—En el laboratorio, ha venido con los hombres de Yakuza y quiere comprar la mercancía.

—¿Cuál laboratorio?

—El principal. Espero que te reunas con él y no me causes problemas, y que sepas comportarte. Los Yakuza no son un juego.

Si el supiera cuántas veces le salvé el pellejo a Hashima no estaría dándome tantos sermones.

Cuelgo el celular poniéndolo sobre el portador y arranco, doy media vuelta y conduzco.

Al cabo de unos minutos me adentro en el camino rocoso, conduzco por unos minutos más y los almacenes se levantan ante mí. Hay camionetas por todos lados y hombres armados. Tomo mi arma y me quito el cinturón pasando al asiento trasero, no estoy dentro del perímetro y eso hace que no me vean, no aún.

Alcanzo el maletín que está en el asiento trasero y lo abro, desprendiendo ambos seguros a cada lado, tomo el arma que hay adentro, me meto la daga en la bota y tomo el chaleco pasando un poco de trabajo al ser un espacio cerrado para cambiarme y tengo que forcejear para  quitarme la chaqueta y colocarme el chaleco. Cierro los broches de el lado y tomo el otra arma, es una ametralladora de alto calibre, colgando su asa sobre mi hombro.

Cómo bien dijo los Yakuza no son un juego y es mejor estar prevenidos, aún más cuando las cosas están un poco revueltas entre los Choi y los Park.

Salgo del auto, me coloco el auricular en el oído y el sensor en el cuello. De inmediato activo el pequeño botón y escucho la voz de Seokjin hablar.

—Ten cuidado, Taehyung está adentro, Hashima no está muy contento, ya se enteró de como están las cosas con los Choi. Cambio.

Trago jalando el cable para responder.

—No te preocupas, se cuidarme. Avísame cualquier cosa que pase, que nadie entre al perímetro. Cambio y fuera.

Lo escucho asentir y camino, atravieso el camino y veo a sus hombres levantar las armas siendo detenidos por uno de los míos.

—Es el underboss, abran paso — mi aliento caliente choca con uno de ellos al pasarle por el lado y mis ojos se achican al repararlo.

Algo me dice que esto se pondrá interesante.





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