11
Jimin.
Cuando la luz del alba se alzó. Comprobé que Misuk estuviera durmiendo, siendo así cuando me adentré a la habitación. Las cortinas de la ventana estaban corridas, no completamente, pero si un poco, permitiendo que la luz entrara de a poco. Caminé a paso lento, llegando hasta el umbral de la cama. Su cabello castaño estaba esparcido por la almohada, y estaba destapada. Tenía las mejillas sonrojadas cuando la miré de cerca. Arrodillado a un lado de ella, un rayo de sol alumbra su cara y se remueve incómoda apretando los ojos. Noto que tiene frío y con un suspiro me levanto para cerrar la cortina y cubrirla con el edredón.
No sé porqué estoy haciendo todo esto, y me siento un jodido imbécil, pero es algo que va más allá de mí, como un imán que no me deja despegarme de ella, y me estoy comenzando a molestar con mi propia actitud y decisiones.
Quiero dejarla ir, pero al mismo tiempo siento que no puedo.
Joder, ¿por qué desde éste ángulo se ve tan hermosa?
¿Por qué no puedo dejar de verla?
Trago grueso y desordeno mi cabello con furia. Algo que quema en lo profundo de mí y que me consume, que quiere ahogarme.
Yo no merezco ser felíz, tantas veces me dije esa frase que ya la tengo grabada con fuego en el alma. Soy un monstruo, he destruido familias, he matado gente con mis propias manos, he visto rogar a tanta gente que ya perdí la cuenta. Lo único que nunca me permití fue herir gente inocente, ancianos, niños, mujeres, y mucho menos embarazadas.
Pensar en lo último hace que un nudo se instale en mi garganta y me obligo a salir de la habitación con paso rápido. Dejo la puerta sin seguro, no quiero que piense que es una prisionera. Nunca me ha sentado bien tener a personas retenidas, siendo inocentes. Y ella lo es, es demasiado inocente, y joder, de nuevo me siento la peor persona del mundo por tenerla aquí, en contra de su voluntad, para mí beneficio.
Cuando salgo afuera lo que menos pienso es que hará Misuk cuando despierte, de seguro desearme la muerte, o tratar de escaparse, lo último es irracional, ni loco dejo que lo haga. En primera no quiero que ni en pintura, se vea con ese maldito de su exnovio. Pensarlo solamente hace que mi sangre hierva, y un tic se instala en mi cuello.
Conduzco alejándome de la casa, no es tan grande, lo que sí, está muy alejada de la ciudad, un lago extenso la rodea y los pinos le dan un aspecto más elegante. Es preciosa, cuando la compré lo hice creyendo que Misuk no se sintiera tan enjaulada en cuatro paredes.
Me toma media hora llegar a la autopista y desviarme por otra carretera boscosa. La mansión se observa incluso desde lejos. Encima de una colina, parece un castillo, de no ser por los buitres que hay en ella. Llego al enorme portón y los hombres ya me conocen. Saben que si me miran mucho, en menos de cinco segundos van a estar muertos en el suelo. Abren el portón y me adentro, ajusto mi traje completamente negro y tomo mi arma de la guantera.
Mamá me espera en la entrada, junto a ella sus sirvientas y miro a mi padre que baja confiado las escaleras. Un vaso de whisky adornando su mano y reprimo el impulso de rajarle la cabeza con el mismo.
Están todos reunidos, todos los miembros de la mafia Park, están en el salón.
Parece que arruinarme la vida, es motivo de celebración. Hay francotiradores en la azotea, es fácil notarlo porque están todos alerta. El comportamiento de mamá es compulsivo, y se nota a kilómetros que tiene miedo. Un ataque sería lo último.
Endurezco mi expresión cuando padre se acerca con una sonrisa hipócrita y me tiende un vaso con vodka.
- Felicidades. No sabes lo orgulloso que estoy de tí - bebo el contenido de un solo trago y lo miro.
-Yo también - murmuro fríamente antes que tener frente a mí al mismo señor Jeon.
- Me han dicho que mi hija está contigo - su tono no me gusta cuando lo dice un alzo una ceja.
-Los chismes corren rápido en esta mafia. Vaya- mi sonrisa fingida sale a relucir y padre traga duro mirándome con miedo. Sabe que no me debe subestimar.
-Fue mi error...
-Como siempre - lo interrumpo pasando en medio de los dos y me detengo justo al lado de padre -. Te espero en la oficina. Tenemos un asunto que discutir.
Lo veo asentir despidiéndose de su gran amigo, y continúo la marcha escaleras arriba. Hasta el tercer piso.
-Ya se lo que quieres - muevo el hielo en mi vaso de vodka y lo miro cruzando los pies sentado en sofá.
-Y sabes que no te puedes negar.
-Lo se y acepto- me mira desconcertado cuando lo digo tan naturalmente y me encojo de hombros-. Que más da, cuando adquiera el título de boss, me divorciaré y problema resuelto.
-No es tan fácil- la voz de mi progenitor hace que lo mire, está sentado en su magnífica silla y tiene un documento en la mano.
-¿Acaso el abuelo escribió alguna otra idiotez en su testamento?
- Más respeto, es la última voluntad de mi padre. Aquí dice, y mierda, Jimin. No te va a gustar para nada.
- Léelo y veremos.
-Al mes de la unión, el título de mayor líder de la mafia Park, se le cederá a mi estimado nieto, Park Jimin. Para concretar la fusión completa se debe tener la noticia de un futuro heredero en camino.
-¡¿Ese viejo se volvió loco?!
-¡Joder, más respeto!- chilla furioso, mi padre era tan apegado al abuelo, todo lo contrario de yo y él. Y se que la muerte del gran abuelo dejó un vacío en la mafia, ¿Pero ésto?
Me levanto cabreado pasándome las manos por el cuello, la cara, el pelo. Aflojo el nudo de la corbata y maldigo internamente.
No quiero casarme, no de nuevo. Hanna jamás me perdonaría, yo no podría con la culpa. Tampoco puedo hacerle esto a Misuk, no quiero. Es que siquiera quiero casarme con ella.
¡Odio la idea!
¡Me odio a mi mismo por haberme confiado de mis propias palabras!
-Manda un abogado para que corrija eso último.
Es lo último que digo saliendo hecho una furia con el pulso a reventar y me encierro en mi habitación.
Recuesto la cabeza en la puerta cuando la cierro, respirando irregularmente, cierro los ojos por un momento y maldigo al abuelo.
¿Cómo me pudo hacer ésto?
Yo realmente lo quería, cuando murió Hanna me consoló en esta misma habitación. Lo recuerdo tan claro. Ella al lado mío, en esta cama, y yo destrozado porque había perdido a una de las pocas personas a las que les tenía afecto.
Hanna era única, no venía de una familia rica, la conocí cuando llegó a esta mansión buscando empleo, sin saber a lo que se enfrentaría cuando estuviera a mi lado.
Tuvo que aguantar los insultos de las demás empleadas cuando me veían con ella, yo realmente la quería, y cuando me la arrebataron no tenía idea de que un hijo mío crecía en su vientre. El forense lo decretó por el sangrado vaginal que tuvo, producto del disparo en el vientre.
Aprieto los ojos cuando dos gruesas lágrimas caen por mis mejillas, las cuáles limpio.
Recordar es malo para mí, me hace vulnerable y una persona como yo no puede tener debilidades. Eso jamás.
-¿Qué hubieras hecho en mi lugar?
Murmuré sosteniendo el único recuerdo que tengo de ella, todas sus cosas fueron quemadas por petición de su madre, ella me odiaba, tenía motivos, había atado a su hija casándome con ella. No lo negaría, era joven, no tenía esta ira dentro, con la que cargo día a día. Y era impulsivo, le había propuesto casarse conmigo cuando no tenía bien claro mis sentimientos. Ella era insegura y aceptó. Y fue mi calvario, haberme atado me volvió débil, dejé que mis enemigos invadieran todo mientras yo estaba en mi nido de amor.
Aún recuerdo la cara de Hanna cuando le apuntaron al vientre. Vi el terror en sus ojos negros, sin poder hacer nada. Estaba herido, indefenso, me había vuelto vulnerable y casi termino muerto también.
Recuerdo cómo me miró en el suelo, cuando susurró que me amaba, yo apenas podía moverme, tenía una herida en el abdomen y otra en el pecho, deseé morirme cuando ella cerró los ojos.
Los meses posteriores fueron un calvario. Todo me recordaba a ella, y al poco tiempo que pasamos juntos. Hasta el día que apareció su madre, y me gritó a la cara que era un monstruo, ese día dejé que la ira, el dolor, la furia y la pérdida me nublaran la conciencia y deseché todo. Casi caigo al vacío cuando comencé a beber. La culpa me estaba matando y aún lo hace.
Dejando su retrato encima de la mesita de noche. Salí de la que alguna vez fue mi casa. Necesitaba que esta furia cesara, o me volvería loco.
Le arrebaté las llaves del coche al guardaespaldas.
-Jimin, no seas impulsivo. No hagas ninguna locura.
-Hijo por favor, estás pálido. Al menos deja que te escolten, por Dios Jimin, si algo te pasa yo me muero- susurró tomando mi rostro entre sus manos y papá la empujó para hablar conmigo.
-Un paso en falso y se jode todo. Piensa bien las cosas.
-No tengo nada que pensar. No ataré a nadie conmigo - dejándolos con la palabra en la boca me subí a mi auto y prendí el motor, viendo cómo mamá regresaba a la casa por el espejo retrovisor.
Misuk merece volar libre, no estar encerrada en una jaula. No quiero ser su captor.
-Es hora de liberarte mariposita- un nudo se instaló en mi garganta.
[•••]
Se que dirán que ésta historia va rápido y lo sé, pero este capítulo es esencial para que conozcan más de Jimin. Ya ven que no es el malo. Sufrió mucho mi niño, y ven que no quiere que Misuk sea infeliz por su culpa. Además tampoco quiere obligarla a estar con él.
Veremos qué sucede más adelante con su decisión de liberar a Misuk de todo este enredo.
¿Querrá ella alejarse de él?
Ese "mariposita" me sonó a apodo conocido.
Las dejo con la duda.
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