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Capítulo Tres

"Me mata cuando tú me miras
como si nada y yo
te miro como si todo"

~Anonimo.

Farley Reyes

SOY UN IDIOTA.

Pero un grandísimo idiota.

¿Qué tan idiota se tenía que ser para hacer la tontería que yo había hecho?

Demasiado Farley, demasiado.

Pasé toda la tarde de ayer pensando en el día de hoy, en llenarme de valor para hacer lo que haría hoy. Decidiendo minuciosamente cómo lo haría, hasta que me decidí por una carta de amor.

Algo un poco cliché o anticuado, pero a ella... Estaba seguro que a ella le encantaría.

Apenas llegué al instituto en la mañana le conté a Carlos mi plan, él sería mi cómplice, él me ayudaría a escribirla con una bonita letra, mientras yo le dictaba todo lo que quería expresarle. Cómo pudimos, nos las arreglamos para conseguir todos los materiales que necesitaríamos y el resto del día, estuvimos redactando la carta hasta que me sintiera satisfecho con el resultado.

Y vaya que nos costó, o a mí, Carlos fue lo suficientemente paciente y comprensivo como para descartar alrededor de diez cartas, que a pesar de ser buenas y bonitas, no eran perfectas y debía de serlo. Al fin y al cabo, ella era perfecta ante mis ojos.

Cuando la ví salir del aula de clases con Carlos nos quedamos unos segundos más para terminar los últimos detalles y sellarla en el sobre.

-Listo-exclamó Carlos entregandomela-Ahora corre, antes de que se marche.

Asentí y salí corriendo hasta la salida del instituto, dónde me crucé a Mara y no dudé en detenerla. Aunque no nos llevábamos tanto, ella me daría la información que necesitaba.

-Olive ¿Dónde está? -la detuve por los hombros, mientras la miraba severamente.

Me miró sacada de contexto y muy confundida, pasó sus ojos a mis manos sobre sus hombros y siendo consciente de su incomodidad y mi atrevimiento, la solté.

-Justo se acaba de marchar a su casa con Martina, ¿Por...?

Sonreí y dejé un beso rápido en su mejilla por la emoción.

-¡Gracias! ¡Eres un amor!

-¡Pero Farley...!

Gritó toda descolocada exigiendo una explicación, pero no tenía tiempo y salí corriendo detrás de mí chica. Corrí lo más rápido que pude y aunque mi baja estatura no me favorecía en nada, no le di tregua.

Apenas doblé en la esquina hacia la calle que tomaban Olive y Martina para ir a sus casas, las ví no tan lejos.

-¡Hey!

Ni siquiera se volvieron a mí y continuaron caminando. Avancé un poco más e intenté gritar un poco más alto, esta vez.

-¡Chicas!

Se detuvieron y antes de girarse, compartieron un par de miradas, mientras tanto seguí corriendo hasta su lugar.

-Hola...-dije con apenas algo de aliento.

-¿Hola?-dijo ella.

-Hay algo que quiero entregarte.

Ambas me observaban expectantes, mientras buscaba el sobre en mi bolso, mi corazón latía fuertemente y me atrevía a decir que no tenía nada que ver con la carrera que tuve que hacer para alcanzarla. Sentía mis manos sudar y temblar a medida que sacaba el sobre.

¡Maldita sea! ¡Solo entregale el sobre de una buena vez!

Estaba dispuesto a dárselo y ver su cara llena de ilusión me motivó aún más, hasta que lo recordé... Con esa misma cara llena de ilusión me confesó sus sentimientos por Camilo.

¿Valía la pena arruinarlo todo por lo que sentía? ¿O lo que sentía era tan fuerte que prefería quererla, así fuese con alguien más?

Extendí mi mano y le entregué la carta a Martina, seguido le deseé un feliz San Valentín y dejé un beso sobre su mejilla. Ignoré a Olive y me di la vuelta para regresar al instituto.

Ellas siguieron su camino y yo el mío, intentando no culparme por la forma en la que cambió su rostro de ilusión por uno de aflicción cuando le entregué la carta a Martina. Una carta que iba dirigida a ella.

Seguí caminando de vuelta al instituto, mientras me repetía una y otra vez que era un idiota, pero un gran idiota. Supongo que eso era lo que ella ocasionaba en mí, que actuará de formas que no creía posibles y que me convirtiera en un completo idiota cuando de ella se trataba.

Olive me hacía tan bien, me convertía en una mejor persona. En una mejor versión de mí mismo, me daba luz y era la mejor amiga que pudiera tener. Y sin siquiera notarlo, dejé de verla con los ojos de un amigo.

Mientras pasaba frente al instituto lo ví y verlo reír tan relajado abrazando a una chica de otra clase. Debería darle asco estar con alguien como él.

Me ví tomar un desvío hacia su dirección y debido a su atención en lo que sea que le causaba tanta risa, no se esperó el golpe que le atiné en una mejilla, causando que trastabillara y quedará con la cara viendo a otra dirección.

-Que sepas que él único que es un asqueroso eres tú al hablar de esa forma de una chica-escupí con rabia y se volvió a verme aturdido.

-¡¿Pero qué carajos te pasa?!

-Escuchame tú a mí, que sea la última vez que te refieres a Olive de esa forma, en mi presencia o no, imbécil.

Me di la vuelta y seguí mi camino a casa, ignorando la mirada con rabia que me dirigía. Dylan era un estúpido, siempre estaba haciendo ése tipo de comentarios de cualquiera que no fuera él mismo.

Todos me saludaban y como podía intentaba sonreír con amabilidad, pero resultaba ser una mueca. Estaba cabreado y no sólo con Dylan, sino conmigo mismo.

¿Por qué tuve que darle la carta a Martina? Y lo peor, en frente de Olive.

-Miren quién llegó, mi querido nieto.

-Hola, abuela-dije serio y seguí en dirección a mi habitación.

-Pero hombre, si ya no quieres a tu abuela sólo dilo-dramatizó.

Miré al techo y largué un suspiro, me di la vuelta y la vi sentada en un sillón de la sala mientras fingía ignorarme, negué y me acerqué hasta su lugar.

Me arrodillé para estar a su altura y tomé sus manos entre las mías, sin lograr captar su atención opté por tomar su barbilla entre mis dedos y obligarla a verme.

-Hey, abuela. ¿Lo siento, vale? Hoy no fue un buen día.

-Está bien, mi pequeño-revolvió mi cabello-Ve a tu habitación, te serviré de comer y nos ponemos al tanto de todo.

-Gracias, abuela-dejé un beso sobre su mejilla.

Obedecí y fui a mi habitación, tomé una pequeña y rápida ducha, volví a colocarme el uniforme y salí de nuevo al comedor, la abuela aún servía mi comida por lo que esperé pacientemente sentado en la mesa.

-Ahora sí, dime qué es eso que te agobia, hijo-dejo un plato frente a mí, mientras tomaba asiento en la silla a mi lado.

-Pfff-solté todo el aire y escondí mi cara en mis manos.

-Me parece que alguien tiene problemas con sus amoríos-ironizó y la miré mal.

-No tengo "amoríos" y lo sabes.

-Entonces, ya sé de quién se trata-compartimos una mirada-¿Qué ha pasado con Livie?

-Hoy quise decirle lo que siento por ella...

-¡¿Y?! ¡¿Se lo dijiste?! Dime qué sí, por favor. ¡No! Mejor dime, ¡¿Qué dijo ella?!-intenté decir algo pero me interrumpió una vez más-¡ESPERA! ¿Cómo. Se. Lo. Dijiste?

Hizo una pausa en cada palabra mientras me miraba fijamente, casi queriendo penetrar mi alma o mi cerebro. ¿Quién sabe?

-Soy un idiota-su mueca de confusión me lo dijo todo-No le dije nada, abuela.

-¡¿QUÉ?! Pero, pero... Yo creí que... Y.. ¿Por qué, Farley Reyes?-se cruzó de brazos.

-No lo sé, abuela. ¡Ah, sí! Quizás por el pequeño detallito de que no soy yo quién le gusta-dije con sarcasmo.

-¿Y cómo sabes eso?

-¡Me dijo que le gusta Camilo! ¿Qué más necesito?-metí una cucharada de arroz a mi boca.

-A ver... ¿A ti te gusta Marta?-rodé los ojos.

-Martina.

-Si, sí, lo que sea. ¿Te gusta?-negué-Pero también le dijiste a Olive que Marta te gustaba, ¿Por qué?

-Porque no quería que notará como me siento por ella.

-Ahora dime, ¿Olive no podría estar haciendo lo mismo? ¿Y qué si no le gusta Camilo?-la miré y asintió-Arriesgate, Farley.

-No lo negaré, tienes tu punto, pero abuela, no creo que Olive sea tan ingenua para notarlo.

-¿El qué cosa?-se acomodó en su silla.

-Como la miro, mi trato especial con ella, que me gusta pasar todo el tiempo que puedo con ella, que me siento a su lado en todas las clases para verla cuando está concentrada en algo o distraída viendo a las paredes, que me gusta pedirle que sea mi tutora porque es lindo verla hablando de números y demás cosas, que sólo la abrazo a ella, que cuando recuesto mi cabeza sobre su hombro me siento seguro y que amo reírme y coquetear con ella.

-En serio estás enamorado de ella, Farley-sus ojos estaban algo cristalizados-Y no puedo ser más feliz. Olive es una chica muy hermosa, inteligente y tiene muchísimo camino por delante, y tú también.

-Sí, también es muy inocente.

-Cariño, entiendela, es una niña, apenas está entendiendo y entrando al mundo de sentimientos y emociones de adolescentes.

-Sí abuela, pero es muy inocente, todos en el instituto se dan cuenta de lo que siento y es demasiado obvio, pero ella no.

-¿Y por qué en vez de que ella lo note, no vas y se lo dices?-miré al techo y recliné mi silla.

-No quiero joder nuestra amistad, no quiero perderla.

-Dios, son todo un dilema ustedes-se quejó y reí-Esto está mucho mejor que mi telenovela de las cinco.

Reí y miré al reloj colgado en la pared frente a mí.

-Hablando de cinco, ya va siendo hora de irme al instituto-metí otro par de cucharadas a mi boca rápidamente.

-Pero si falta más de media hora para que entres a clase.

-Tengo corazones que cautivar-le guiñé un ojo.

-Por supuesto, el de Olive que va siempre antes de la hora para no estar sola en casa-nego repetidas veces.

¿Cómo se supone que la abuela sabe eso si yo no le he contado? La miré confundido.

-¿Y tú cómo sabes tanto de Livie?

-Bueno, puede ser que siempre me la cruzó en el instituto y Olive es un amor, lo sabes, siempre nos quedamos cotorreando un rato cuando va a desayunar a la cafetería.

Vaya, vaya...

-¿Y de qué hablan? ¿Hablan de mí?-me miró mal.

-Cosas de chicas.

-Vale, vale, entiendo-levante ambas manos en señal de rendición y luego me puse de pie-Bueno mi señora, el momento de retirarme ha llegado.

Dejé un beso en su mejilla luego de hacer una pequeña reverencia en broma. Tomé mi mochila y me dirigí a la salida, pero la abuela me detuvo.

-Farley-giré-Recuerda que todo lo que es correcto lo seguirá siendo hasta que llegue el momento adecuado, y eso aplica para todo en la vida.

Pellizcó una de mis mejillas y sonreí.

-Gracias abuela.

-Ahora ve, mi pequeño y salúdame a Liv, por favor.

-¡Lo haré!-grité a lo lejos.

Me apresuré a llegar cuanto antes al instituto, en el camino me crucé con mi hermano que apenas iba a casa y luego con la persona que tampoco tenía ganas de ver hoy, Camilo.

Ambos compartimos una mirada algo... Tensa y seguimos caminando, él iba a un paso más rápido que el mío y por lo tanto, más adelante que yo. Eso me sirvió para analizarlo.

Camilo era un chico normal, nada fuera de lo común, ni nada especial -en mi opinión- y seguía preguntándome porqué todas las chicas del instituto andaban detrás de él, sobretodo Liv, ella no se fijaba en cualquiera y tampoco merecía a cualquiera.

No es que Camilo haya tenido roces conmigo, pero era un tío que no me daba buena espina para nada y Livie era tan frágil y delicada, lo que menos quería era que un idiota como él le hiciera daño.

Al llegar él tomó un rumbo distinto al mío, lo que era irónico, mientras él huía de Liv, yo hacía hasta malabares para que ella se girará a verme.

Y como si la hubiera invocado, ahí estaba ella, sentada con varios de los chicos bromeando. Mientras me dirigía a ellos, sólo podía verla a ella, como reía y cubría su sonrisa con la mano descuidada mente, como se arreglaba el cabello pasando sus dedos en el y la brisa golpeaba una y otra vez haciéndola ver como si fuera un sueño.

Me uní a su charla tomando asiento encima de las piernas de Liv y pasando uno de mis brazos por sus hombros, siempre solíamos hacerlo y aunque no daba por hecho tener su consentimiento para hacer cualquier cosa, sabía que no le incomodaba mi cercanía, al contrario, en ocasiones me reclamaba no ser cariñoso con ella.

Y no es que no me gustará ser afectivo o demostrarle mi cariño en público, de hecho, me gustaría gritarle a todo el mundo que ella era mi chica. Pero solía apartarme de ella cuando estaba cabreado por algún problema en casa o con algún chico.

Sólo no quería desquitarme con ella, aunque no fuera capaz, no quería arriesgarme tampoco.

-Hey-susurro captando mi atención-¿Qué hay con Martina?

¿Estaba celosa?

Ojalá.

-¿Te dijo algo?-intenté disimular.

-¿Sinceramente?-asentí-Se rió de tu carta.

No pude contenerme y terminé rodando los ojos. No podía ser tan obvio, luego sospecharía que no me gusta Martina.

-Lo sabía, no tengo oportunidad con ella. Igual no me importa.

-Hey, si me lo preguntas, a mí sí me gustó.

Una de dos, o me torcía el cuello o terminaba con la cabeza como uno de esos accesorios del coche que se movían a todos lados.

-¿La leíste?

Casi chillé mientras la observaba con los ojos demasiado abiertos, tanto que seguramente asustaba.

-Sí, pero tranquilo, no le diré nada a nadie y...

-¿Te gustó?-la interrumpí de golpe.

Necesitaba saber si a ella le había gustado, después de todo, la carta iba dirigida a ella y nada más que a ella.

-Sí, fue muy lindo todo lo que escribiste, pero no sabía que fueras tan amigo de Martina.

-Hay muchas cosas que no sabes de mí, Livie.

Y vaya que sí habían demasiadas cosas.

-¡Por favor! ¡Comanse la boca! Ambos se mueren por hacerlo.

Diego interrumpió nuestras sonrisas y miradas cómplices, casi parecíamos enamorados. Bueno técnicamente, yo sí lo parecía.

-¡Calla, estúpido! Empezó mi novela-Mara le dió un golpe en la nuca.

-Sigan, sigan-Danna siguió haciendo un ademán con sus manos animandonos.

Ambos reímos, aunque mi risa fue más de nervios que de algo más.

-Sólo somos amigos, chicos-aclaré, deseando muy por dentro que ella lo negará.

-Ajá.

-Y yo soy buena en mates.

Mara era incluso peor que yo en mates.

-Y yo amo educación física.

Sí, Danna odiaba esa clase.

-Y yo no me atrasé un año.

¿Diego se había atrasado? ¿Qué demonios?

-Espera, ¿te atrasaste un año?-Liv estaba aún más descolocada que yo.

-¡Ése no es el punto! Besense, nosotros sufrimos más que ustedes.

-Pero...

-Chicos, pueden entrar a su aula.

¿Pero qué? La duda me llenó y aunque quise tomarla del brazo, girarla hacia mí y preguntarle qué oración le seguía a ése "pero". Aunque quise cuestionarle si ella tenía las mismas ganas que yo de besarla cada vez que la miraba o tenía cerca, si ella también se sentía así.

No lo hice.

Pero al entrar al aula, en ése momento no pude amar tanto a alguien como lo hice por Diego. Pues le gritó a Olive que la conversación continuaría y esperaba, que él logrará que algo pasará.

Después de todo, era uno de los mejores amigos de Olive y probablemente sabía algo que yo no.

Y en cuanto a mí, había que ser lo suficientemente inocente y distraído -como lo era Olive- para no darse cuenta de como me sentía por ella. Es decir, como la miraba, como hablaba de ella con terceros y demás cosas que ella no notaba, pero los demás sí.

Y confirmé las sospechas de que él sabía algo, después de compartir una mirada y recibir un guiño de su parte.

Quizás finalmente hoy, Olive lo notaría. Notaría que todo éste tiempo, sólo he estado viéndola a ella, que sólo he estado enamorado de ella y que para mí, sólo era ella y nadie más.

¥

En serio, no saben cuánto me emocionaba subirles la versión de Farley, que ustedes vean como la ve a ella y la forma en la que lo hace, me tiene enamorada.

Perdonen no haber subido el capítulo ayer, por razones (que ya saben) no pude subirlo y aquí lo tienen hoy.

Espero les guste, no se olviden de votar y comentar. Ah, y también seguirme, porfisss. Los amo, besitos en la cola<33

~Jai.

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