Anne Boonchuy caminó por los grandes y largos pasillos de su universidad, le restaban un par de minutos para su encuentro con su mejor amiga y más le valía llegar temprano, Sasha era bastante intesa cuando se lo proponía.
«Me matará si no llego temprano» pensó.
Sus pasos eran apresurados y trataba de no chocar con el resto de personas que caminaban por los pasillos, lo último que quería era retrasarse porque hizo que alguien se cayera al suelo.
Cuándo cruzó la salida, su teléfono empezó a sonar obligándola a sacarlo de su bolsillo, su tono de llamada era una canción de Clairo que Sasha le había enseñado hace un tiempo.
Se detuvo un tanto alejada de la entrada para no estorbar en el camino de los otros estudiantes y catedráticos que iban y venían.
-¿Anne, donde estás?
Anne siguió caminando mientras escuchaba la voz de su mejor amiga por la bocina de su teléfono.
-Acabo de salir de la universidad, Sasha, no todos tenemos la suerte de que nuestros docentes no lleguen a dar la clase — Anne respondió.
-Apresurate o iré por ti en mi auto.
-Si quieres hazlo, me ahorras el dinero que gastaría yendo en taxi — la castaña suspiró.
-No lo haré, pero, te pago el taxi.
Anne rió y rodó los ojos.
-No te preocupes tanto por tu mejor amiga, Sash.
-Lo hago, Anne, ahora, mueve tu trasero y ven rápido.
Sasha terminó la llamada al instante haciendo que Anne soltara una suave risa que se perdió junto con la brisa del otoño.
***
Marcy Wu guardó su violín en el estuche de este para luego colgarlo en su hombro y salir de la academia.
Sus pasos eran relajados pero aún así no perdían la elegancia que caracterizaba a la pelinegra.
Luego de horas y horas de práctica, un descanso le hacía bien a Marcy. Había planeado salir junto con su mejor amiga, irían al centro comercial y tomarían algo, un plan relajado y casual.
Cuando salió se encontró con su mejor amiga, Maddie, apoyada en su auto mientras revisaba su teléfono con aburrimiento. La mirada de la peli-rosa se encontró con la mirada de Marcy, quien llegaba con ella.
Maddie sonrió y se acercó a Marcy al instante.
-Marcy — la saludó.
-Maddie.
Ambas empezaron a caminar juntas. La academia de música en la que Marcy estaba no era muy lejos del cento comercial, así que podían ir caminando sin problema alguno.
-¿Como te fue?
-Oh, nada mal.
-¿Aquél señor no estuvo hoy?
"Aquél señor" era el señor Miller, uno de los maestros de Marcy. Un hombre bastante apasionado e intenso cuando se trataba de su trabajo como músico.
Marcy rió y negó con la cabeza.
-Miller estaba enfermo hoy, pero, su hija no.
Noemí Miller era la hija del señor Miller, ella también era música, su padre le había enseñado a tocar instrumentos desde que era una niña. Ella solía reemplazar a su padre cuando este no podía dar sus clases.
-¿Noemí otra vez?
-Si — Marcy observó los árboles cuyas hojas eran naranjas, amarillas y un tanto cafes, el otoño si que hacia su trabajo — pero, basta de mi día, ¿Como te fue con tu cita?
-Era un idiota, cómo todos.
Maddie tenía una pequeña adicción con las citas, no importaba si fueran conocidos de la universidad o tipos que conocía en internet. Maddie quería comprometerse al salir de la universidad, pero siempre había creído que el sistema del "hilo rojo", como el gobierno y la media de comunicación le llamaba, era una completa mierda.
Maddie no quería comprometerse con la persona que estaba al otro extremo del hilo que se mantenía atado a su dedo meñique, así que iba en contra del sistema y buscaba a una persona que pensara igual a ella en ese sentido.
Marcy también odiaba el hilo rojo, pero no de la forma en la que Maddie lo hacía. Ella simplemente odiaba las ataduras y el romance, creía que solo te arrastraban al fracaso y eran una completa distracción.
No quería conocer a su llamada "alma gemela" a diferencia del resto de sus compañeras en la universidad o en la academia.
-Deberías parar con eso por un tiempo.
-¿Y esperar a que mi "alma gemela" me encuentré?, No, gracias, Marcy.
Marcy rió.
-¿Y tu, algo nuevo?
-Ya sabes, odio las cargas extras en mi vida.
Marcy se encogió de hombros y siguió caminando junto a Maddie sin prestar atención a la mirada de su mejor amiga sobre ella.
-Eres rara.
-Muchas personas te dirían lo mismo por no querer estar con tu alma gemela, no puedes mantener felices a todos, Maddie.
-Tus analogías suelen ser más profundas.
-El espíritu de las frases cringe que te salen en instagram me han poseído.
Maddie rió haciendo que Marcy la observara de reojo.
Sus ideologías y creencias estaban bien establecidas, muy pocas cosas podrían hacer que Marcy cambiara de opinión sobre el hilo rojo y las almas gemelas.
Lo que ella no sabía era que ese "muy pocas" estaba por llegar, en forma de una hermosa chica con cabello castaño y mirada tan cálida como el chocolate caliente en una noche fría de lluvia.
***
-Y entonces ella me dijo "Eres una maldita" y todo eso, ya sabes, la envidia.
Anne escuchó a su mejor amiga contarle sobre su pelea en una de las fiestas universitarias que habían armado.
Anne rió y no desvió la vista de Sasha en ningún momento.
-Pero bueno, cuéntame, ¿Como estuvo tu día?
Anne le dió un sorbo a su té de boba y habló.
-Nada fuera de lo común, maestros siendo mierda y dando las clases más aburridas que te podrías imaginar.
-¿Tienes muchos trabajos para hoy?, Habrá una fiesta en la casa de Jessica.
Anne suspiró, no era una amante de las fiestas universitarias repletas de adolescentes y jóvenes borrachos en un solo lugar, pero sabía que Sasha era insistente y no se rendiría tan fácilmente.
Además, tampoco tenía muchos trabajos.
-No, puedo ir.
-¡Genial!, Pasaré por ti en la noche, así vamos y llegamos juntas.
Anne escuchó a Sasha parlotear sobre la fiesta y lo que habría, pero se distrajo cuando sintió el hilo rojo en su dedo hacerse más fácil de mover, como si el otro extremo estuviera mucho más cerca. Frunció el ceño, confusa.
Ignoró esto, seguramente estaba delirando.
-¿Anne, sigues ahí?
Anne volteó hacia Sasha y asintió.
-Solo pensaba en algo, pero, sigue contándome.
-Te preguntaba si querías algo más.
-No te preocupes, estoy bien.
-Así podríamos pagar y tendríamos más tiempo para arreglarnos.
Sasha hizo el intento de levantarse de la silla, pero Anne lo impidió y se ofreció. Lo que si no pudo evitar fue que Sasha le diera el dinero para pagar la cuenta a pesar de que insistió en pagar ella.
Jugó con el dinero entre sus manos mientras esperaba a que la chica encargada de la caja terminara de contarle.
-Aquí tiene.
-Gracias.
Anne tomó el cambio y se dió la vuelta. Chocó con una chica en el intento de volver con Sasha.
-Oh, perdón, fue mi culpa — Anne dijo al instante.
Los ojos de Anne se encontraron con la mirada de la chica frente a ella, un par de ojos verdes claros y brillantes se centraron en los suyos. Anne sintió su corazón comenzar a latir rápidamente por la adrenalina que recorrió su cuerpo en ese mismo instante.
La chica apartó un mechón de su cabello de su rostro y negó con la cabeza.
-Ya no importa — aceptó las disculpas de Anne sin protesta alguna.
La voz de la chica era hermosa, tan hermosa como ella.
Anne ofreció su mano a la chica.
-Anne Boonchuy.
La chica la aceptó.
-Marcy Wu.
Anne sonrió y su rostro se iluminó en el momento en que Marcy, le devolvió la sonrisa.
Pero, nada se comparó al sentimiento de ambas chicas cuando sus miradas se posaron en sus manos.
Ya no existía una gran diferencia en la distancia entre los extremos de aquel hilo rojo, dos nuevas almas gemelas se habían encontrado.
Para Anne, fue tener su mundo entero frente a ella.
Y para Marcy, fue sentir que el suyo, se caía a pedazos.
***
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