Habían pasado dos semanas.

Dos semanas desde la última vez que Izaya escuchó de Shizuo.

El informante suspiró y enterró la cara en sus manos preguntándose porqué esto le estaba molestando tanto.

Después de todo ¡Él debería estar feliz!

El bruto finalmente supo la verdad y lo dejaría en paz.

Aún... Izaya no podía sacar de su mente lo que había pasado.

Parándose de su silla, el pelinegro se encaminó a la puerta de entrada de su apartamento.

Namie observó a su jefe en confusión, viendo como tomaba su característica chaqueta.

—¿A dónde vas? Tenemos trabajo que hacer, Shiki-san necesita esto hecho para mañana —ella siseó furiosa.

Su empleador había estado haciendo su trabajo a medias por el último par de semanas y francamente, ella estaba enferma de eso.

Izaya no respondió y se puso su abrigo, abrió la puerta. —Saldré por un rato -murmuró.

Antes de que Namie pudiera protestar, Izaya salió y cerró la puerta tras él.

Con toda honestidad, él no tenía idea de a donde iba.

¿A disculparse?

¡¿Para qué?!

¡Nada de esto era su culpa! ¡El estúpido protozoo había cometido un error tonto y eso fue todo!

La expresión del corazón roto de Shizuo seguía forzándo su camino dentro de su mente, casi causando que se detuviera en su camino.

¡Maldición! ¡No debería haber tocado ese alcohol!

Ahora todo se estaba saliendo fuera de proporción.

Izaya hizo su lento camino hacia la entrada del complejo de apartamentos, notando que ésta era la primera vez que dejaba el edificio desde esa noche.

¿Qué estaba mal con él?

¿Desde cuándo él se preocupaba sobre los sentimientos de otros?

¡Él era Orihara Izaya, uno de los hombres más crueles de Ikebukuro!

Dejando que sus pies marcaran el camino, Izaya mantuvo sus ojos en el suelo.

El corredor de información no pensó que pudiera soportar encontrarse con las miradas fijas de ninguno de sus humanos.

.

Una hora pasó antes de que una voz trajera al pelinegro de vuelta a sus sentidos.

Parpadeando, Izaya elevó su cabeza para encontrarse a sí mismo cara a cara con Simon.

—¿Izaya triste? Ven por sushi, el sushi hace todo bien —el hombre sonrió y agitó hacia el Russia Sushi.

Dicho hombre apenas pudo frenarse de rodar los ojos.

—No estoy de humor, Simon-

Pensándolo mejor, no es como si tuviera nada mejor que hacer.

Aparte de la carga de trabajo que Shiki le había dado.

—De hecho, creo que tendré algo.

Eso podía esperar.

Siguiendo al alto hombre hacia el restaurante, Izaya se sentó en la barra y ordenó ootoro como era lo usual.

Le tomó menos de un minuto darse cuenta de donde estaba.

"¿Qué clase de sushi te gusta?"

Izaya sacudió su cabeza forzándose a no mirar a lo largo de la barra donde Shizuo y él estaban sentados.

Tomó un trago de su agua y trató de calmarse a sí mismo respirando profundamente.

Después de un rato su ootoro llegó e Izaya le dio un bocado suspirando en satisfacción.

"¿En serio? ¡Eso es muy amargo!"

Parpadeando, Izaya escuchó la voz del rubio clara como el cristal y no pudo evitar sonreír con tristeza.

Se mordió el labio y empezó a observar a los humanos.

Eso siempre le traía felicidad.

"Hey, trata de no pensar en otras personas por una vez. Date una idea."

Rígidos, los agudos ojos de Izaya empezaron a brillar y bajó su cabeza viendo al piso.

Cállate.

Esto no le importaba.

¡Él NO se preocupaba por lo que pasó!

¡Orihara Izaya no tenía sentimientos!

¡Él era un Dios!

¡Todo el mundo le odiaba, así que estaba bien si Shizuo ya no le quería más!

¡Izaya no necesitaba a nadie en su vida!

"Eres muy lindo cuando no estás haciendo todo ese acto de villano, tú sabes."

¡No era un acto!

¡Él era un villano!

¡Malvado, podrido, nada bueno, Izaya lo sabía!

Los villanos no se preocupan sobre el amor.

Izaya no...

"Estoy dándote una oportunidad porque siento que no me has mostrado realmente tu verdadero yo."

No Shizuo, éste es él.

Él le mostró sus verdaderos colores.

"Siento que podemos encontrar el amor en este mundo si nos miramos el uno al otro."

Lágrimas se derramaron bajo las mejillas de Izaya antes de que lo supiera y enterró su cara en las manos.

Dios ¡que idiota era!

Todo el tiempo... Todo este tiempo él había empujado su corazón lejos.

Ahora él finalmente se daba cuenta de la verdad y Shizuo ya se había ido.

La verdad era...

—Yo... T-te amo, Shizu-chan. Lo siento...

Llorando suavemente, el cuerpo de Izaya tembló mientras pensaba en cuán complaciente el rubio había sido.

Izaya había tenido otra oportunidad.

Y lo arruinó.

Con el corazón roto, el menudo informante estaba por correr al baño cuando una mano se posó en su hombro.

Parpadeando a través de las lágrimas, Izaya alzó la mirada.

Todo estaba borroso, pero pudo entrever un blanqueado cabello rubio y una corbata de moño

—No hay necesidad de llorar, pulga —murmuró Shizuo.

Sus rojizos ojos se abrieron como platos, Izaya se levantó en shock.

—¿Shizu-chan?

.

.

.

N/T: El capítulo final lo publicaré el domingo 25 como regalo de navidad, junto con un shot de mi autoría si logro terminarlo a tiempo.

Por lo mientras, les deseo una feliz semana y una feliz navidad a todos! ¡Pásenla de maravilla! ¡Nos vemos! n_n]ノ～ ♡