Capítulo 6. ¡¿Comprometidos!?
El espacio era amplio e iluminado. Había dos camas individuales pegadas a los lados de las paredes laterales, con sábanas limpias y mullidos almohadones. Una pequeña ventana ubicada en la parte alta de la pared de fondo, permitía la entrada de la luz natural y la brisa fresca de la mañana. Si no fuese por el pequeño detalle de la barrera de cristal que les impedía salir, podían llegar a imaginar que estaban en un hotel cualquiera.
-Ya han pasado varias horas y nadie ha venido a hablar con nosotros.
¡Ni siquiera sabemos por qué estamos arrestados!... ¿En serio piensan que matamos a ese hombre?
Eric protestaba caminando de un lado a otro de la celda, como lo que era: un lobo enjaulado. Tenía mechones de cabello pegados a su rostro, humedecidos por todo el ejercicio que había hecho. Abdominales, flexiones de pecho, sentadillas, todo para no volverse loco.
--¿Tú crees? Tanto te encargaste de repetir que éramos inocentes durante todo el largo camino hasta aquí, que es probable que los convencieras de que somos culpables -respondió Hye. El príncipe vampiro, al contrario del lobo, lucía relajado y cómodo recostado en una de las camas- ¡Y deja de moverte que hueles a perro mojado!
-Te ves demasiado feliz en este lugar. Se ve que te sienta bien estar enjaulado -dijo Eric frunciendo el ceño. Le molestaba ver al vampiro tan apacible, como si no le preocupara las consecuencias de estar ahí.
-Yo sí estoy feliz. Hace mucho que no teníamos un encuentro tan excitante y divertido. Te juro que todavía siento la corriente de energía recorrer mi cuerpo.
Eric detuvo su angustiado andar, llevó sus manos a la cabeza y frotó con fuerza su largo cabello-. ¡El encierro te volvió loco! ¿Es que no te preocupa todo esto? -le dijo con la respiración agitada -Se ve que no tienes más responsabilidades que la de ser el hijo de papá -lo increpó. Luego movió la cabeza de un lado a otro, avergonzado-. No sé con qué cara voy a ver a mis hermanos... y a mi padre... ¡Rayos! ¡Va a matarme!
--¿Matarte? Eres inmortal, estúpido.
-Hay muchas maneras de matar a un inmortal y no es con la muerte física, precisamente -dijo Eric con un tono profundo y serio. Pegó la barbilla de su pecho y exhaló, resignado por su maldita suerte.
-¡Wow! Esa frase fue lapidaria, Hiusky -dijo y se quedó esperando la reacción violenta del lobo, por la combinación de su nombre con la del perro siberiano.
Pero Jung Hyuk no lo escuchó. Su mente estaba perdida dentro de todas las frases de su padre: "Eres el mayor, debes ser un ejemplo para tus hermanos"... "El futuro de la fundación estará sobre tus hombros, debes controlar tu temperamento y ser más responsable". Fue criado bajo las estrictas leyes de la manada que incluían obediencia, orden y disciplina. Llevaba grabada en su conciencia, y en la piel, la dura misión que le había sido impuesta desde que abrió los ojos al nacer en este mundo. No podía evitar sentirse angustiado, desesperado y decepcionado de sí mismo; no solo se había dejado llevar, una vez más, por su violento carácter sino que además era sospechoso de asesinato.
Hye Sung notó la expresión deprimida y deplorable de Eric y decidió resolver las cosas de la forma en la que él sabía hacerlo: empeorándolas.
-Ok. Salgamos de aquí de una vez -le dijo y se dirigió a la ventana desde la que se podía sentir una suave brisa. El lobo levantó la cabeza y lo miró alzando las cejas.
-No me mires con esa cara de asombro. Yo puedo salir de aquí cuando quiera. Si no lo hice antes fue porque no quería dejarte solo. Tu única transformación es en la de una bestia peluda y torpe, pero sabes yo puedo tomar la forma que quiera, es más, me puedo desvanecer -le dijo con una expresión de autosuficiencia y continuó explicando su genial idea- Ahora escucha, este es el plan. Yo me escabullo por esa ventana que está sin cristal, hablo con los jefes de este lugar para que nos atiendan y luego vuelvo para abrirte la puerta.
La reacción de Eric fue digna de ver. Su expresión pasó de tener los ojos y la boca abiertos por el asombro a la de una incontenible furia. Sus colmillos se asomaron de inmediato y sus ojos cambiaron de color. Se lanzó sobre el desprevenido vampiro y lo pegó contra la pared del fondo. Por fortuna, las paredes de la prisión estaban preparadas para recibir los embates de los inmortales.
-¡Maldito loco! No te bastó con meterme en este lío sino que ahora lo vas a empeorar con una fuga. ¡Si cruzas esa ventana se va a disparar la alarma y si eso pasa...! ¡Te voy a estrangular! -le gritó Eric mientras sus manos se dirigieron al cuello de Hye.
El heredero vampiro se dio cuenta en ese momento que escapar de ahí no era tan fácil como pensaba. Se encontró con que sus poderes inmortales habían disminuido y no pudo desvanecerse para evitar las garras de Eric sobre su cuello. Las paredes de aquella celda estaban diseñadas para contener seres sobrehumanos y mágicos. Su situación era peligrosa. Los ojos de Eric seguían amarillos lo que le indicaba que su furia iba en aumento. No podía salir de allí, pero sí podía elevar su energía y su fuerza vampírica, al menos para repeler la furia del lobo. Sus ojos dorados se volvieron rojos, los colmillos afloraron y sus uñas se afilaron como cuchillos. Logró, aunque con esfuerzo, mover las manos de su agresor hasta que pudo respirar mejor.
De ahí en adelante, las paredes soportaron el peso de dos hombres que se lanzaban contra una y otra.
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La luz de la mañana se colaba por los grandes ventanales que ahora estaban abiertos. Minwoo llegó por fin al bar, después de pasar horas dando declaraciones por lo sucedido. El equipo de limpieza comenzó su labor desde muy temprano; pero a pesar de los esfuerzos de los robots, el lugar todavía parecía una zona de guerra, de esas que se veían en tiempos antiguos cuando Euduundal luchaba por instaurar su nuevo sistema político y económico. Por supuesto que Minwoo no vivió en aquel tiempo, era un mortal de apenas 27 años, pero las historias y las imágenes de esas batallas eran tema obligado en toda instrucción escolástica del país.
-Desgraciados, deberían dejarlos presos por un año. Esos dos juntos son un peligro para la seguridad pública - se dijo Min mientras veía las butacas y mesas que habían ido a parar a otros espacios del local.
En el área de la cafetería encontró a Andy acostado en uno de los sofás y a Jun Jin, a su lado, tratando de hacerle llegar aire con su mano.
-¿Qué hacen aquí? Diddy, ve a descansar... Y tú, ¿no deberías estar en la oficina de seguridad apoyando a tu hermano? -se dirigió a ambos.
-Mi hermano se las puede arreglar solo, pero Andy se ve muy mal -respondió el lobo menor.
Minwoo elevó las cejas sorprendido por la respuesta del chico. Jun Jin jamás se despegaba de Eric y menos si estaba en problemas.
-Andy solo está impresionado por lo que vio, ya se le pasará. Y por lo que sea, ya deberías irte, Jinnie. Yo tengo mucho trabajo y Andy va a su habitación ¡ahora mismo!... -dijo y agudizó los ojos en forma de amenaza hacia su hermano- y tal vez por una semana, como mínimo -agregó.
Jun Jin caminó muy despacio hacia donde estaba Minwoo. Acariciaba sus manos con nerviosismo y sus ojos estaban dirigidos al piso. Cuando estuvo frente a él, respiró profundo y levantó la mirada intentando mantener una expresión segura y de confianza.
-Quería..., eeh, pedirte permiso... para cortejar a Andy -dijo, manteniendo fija la mirada en los ojos del mortal que los tenía casi desorbitados.
Minwoo contuvo la respiración, miró a Andy, luego regresó la vista a Jun Jin. La expresión en el rostro del chico le indicó que hablaba en serio.
El barman dejó salir el aire de sus pulmones con lentitud. Rascó uno de sus brazos... Se colocó una mano en la barbilla y la otra en la coronilla y forzó su cabeza, de un lado primero y luego al otro, para liberar la tensión de su cuello y el cansancio de sus hombros. Esas eran horas en las que él debía estar durmiendo en su cómoda cama, en lugar de escuchar estupideces adolescentes. Sí, aunque Jinnie tenía cerca de cuatrocientos años, era aún un lobo adolescente de 19.
Se dio su tiempo para responder con calma y no reventarle una silla en la cabeza al molesto lobezno,
-Escucha Jinnie, me caes bien y todo el cuento, pero mi hermano está aquí para estudiar y es lo que va hacer. Puedo consentir que sean amigos... ¡y eso será lo único que aceptaré! ¡¿Está claro o te hago un dibujo?! -dijo. Su tono se escuchó autoritario y muy serio.
Andy se levantó del sofá de un saltó. Su rostro daba miedo por las profundas arrugas que se formaron en su entrecejo. Sus orejas estaban rojas al igual que todas su cara. De inmediato enfrentó a Jun Jin y lo regañó duramente por tomarse el atrevimiento de haberle dicho semejante estupidez a su hermano, sin preguntarle antes a él. Le dejó en claro, casi a gritos, que no le interesaba tener nada con él. Sus gustos eran más adultos y no perdería el tiempo con niños que le tenían miedo al demonio.
Sí, fue demasiado, hasta para Minwoo que se quedó abismado con la respuesta de Andy. El joven campesino, habiendo dicho eso y dejando a Jun Jin con un balde de hielo en la cabeza, corrió hacia las escaleras que daban a la parte alta del local, en la que se encontraba la residencia de los mortales, y se encerró en su habitación.
Minwoo tragó la saliva acumulada en su garganta e intentó disculparse con el lobezno por la actitud grosera e infantil de su hermano. Pero cuando vio la expresión en el rostro de Jun Jin, quedó confundido: el chico sonreía.
-Yo... lo siento, no sé qué fue todo esto. -Atinó a decir.
Jun Jin mantenía los ojos fijos sobre la escalera por la que había desaparecido el joven vital. Tenía una mirada brillante y una sonrisa parecida a la del lobo que se comió a la abuelita.
-Supuse que no iba a ser fácil, pero esto es mejor de lo que esperaba. ¡Me gusta mucho! -dijo, desbordando de emoción. Hizo una reverencia a Min y caminó hacia la salida del local. De repente se detuvo y miró al mortal- ¡Ah! Cómo eres amigo de mi hermano y casi miembro honorario de nuestra manada, estoy en la obligación de decirte que ya tomé una decisión... y ni tú, ni él van a impedir que logre lo que quiero. -el lobito sonrió y con la velocidad del rayo, desapareció.
Minwoo quedó plantado en medio del salón. La actitud y las palabras del chico le recordaron mucho a Eric unos años atrás. Exhaló despacio y pasó sus manos por el rostro.
-Si este mocoso es la mitad de lo testarudo que es Eric, Andy y yo estamos en serios problemas -se dijo a sí mismo y se dejó caer de un golpe sobre uno de los sillones.
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Los medios de comunicación de la moderna ciudad no dejaban de repetir dos noticias que, a sus tranquilos habitantes, les resultaron impactantes. La primera era sobre la extraña muerte de un vital, quien en vida fue un empleado del servicio doméstico de uno de los lores, miembros del comité de bienestar social. La segunda noticia y de la que más hablaban los comunicadores, era sobre el arresto de los dos herederos como sospechosos.
Los sosig oscuros, que eran los medios que se encargaban de propagar información sin ser verificada, decían que el vital había muerto como consecuencia del sangriento enfrentamiento entre los herederos. Se sabía, por referencias, de las constantes discusiones y agarradas entre ellos, pero supuestamente no duraban más de media hora y nunca había salido nadie herido. Los líderes de las dos familias excusaban estos rumores sobre sus hijos, diciendo que eran entrenamientos que debían hacer los príncipes para mantenerse activos y alertas.
Sin embargo, esta vez no hubo manera de justificarlos o decir que solo eran simples rumores, puesto que cientos de seres, entre vitales e inmortales, fueron testigos de cómo empezó todo. Y aunque la autopsia confirmó que el fallecido no había sido atacado por ningún depredador y no presentaba heridas físicas de ningún tipo, los nolangsalenses comenzaron a creer en esta malintencionada información.
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Dongwan llegó a la mansión y fue directo al despacho de su tío. De un golpe abrió la puerta y encontró al líder de los vampiros en su escritorio, bebiendo una taza de café humeante y escuchando las noticias en la voz de su asistente electrónica.
-¿No piensas hacer nada? -lo abordó sin ningún tipo de saludo ni protocolo.
El líder apenas levantó la mirada- ¿Esa es la manera de saludar a tu tío?
-¡No estoy hablándole a mi tío sino al líder del clan Dark! ¿Vas a dejar que Hye siga encerrado? ¿Sabes todo lo que se está diciendo de él?
-Si quieres hablar con el rey vampiro tendrás que pedir una audiencia, pero te advierto que la más cercana es hasta dentro de dos meses -respondió el líder, que permaneció impávido sobre su cómoda silla ejecutiva.
-¡Maldición, tío!
-¿Ahora soy tu tío? ¿Quién te entiende?
El ser inmortal se levantó por fin de su sillón. Muy alto, delgado y portando un traje azul que acentuaba la palidez de su rostro. Su cabello y ojos, ambos dorados, brillaban como los de Hye. No era difícil saber de dónde sacaba el príncipe su gallardía y porte, era un reflejo fiel de su padre.
Pero había algo que poseía Ji Sung Dark que no tenía ningún otro miembro del clan: una aplastante autoridad que con solo estar cerca de él, intimidaba.
Dongwan lo vio levantarse y venir hacia él y bajó la mirada de inmediato, su valentía inicial comenzó a flaquear. Exhalo con suavidad y justificó su arrebato anterior.
-Tío, discúlpame, por favor. Es que esto de Hye me tiene preocupado... Pero yo te aseguro que no fue su culpa. La culpa es del ¡perro sarnoso de Moon! -dijo elevando el tono al final y empuñando las manos.
-¡Dongwan! Ten cuidado con lo que dices. Que tu devoción por mi hijo no te nuble el entendimiento. Delante de mí no vuelvas a insultar a ningún Moon. ¡¿Está claro?!
-Pero es que...
-¡Es que nada! Lo que yo decida hacer, o no, con Hye es mi asunto. Así que cállate y vete a tu habitación -ordenó.
Los amatistas de Dongwan centellearon y sus manos se apretaron aún más, hasta provocar un ligero temblor en ellas. Estaba cansado de que le trataran como si su opinión no valiera nada-. No soy tu lacayo para que me des órdenes -dijo casi entre dientes.
Dark clavó su mirada en él y observó cómo sus ojos se encendían, desafiándole. A pesar de que Dongwan mostraba una actitud de rebeldía, Ji Sung Dark estaba secretamente complacido. Al menos no había salido como el lambe suelas de su padre ni la latosa de su madre. Se notaba que el sobrino tenía una personalidad propia, alejada de aquellos que lo que querían era ganarse los favores del líder.
Sin embargo, no podía dejar pasar la actitud arrogante y altiva de su sobrino. Él era el rey vampiro y debía hacerse sentir como tal. Sus ojos dorados se volvieron rojos y sus colmillos bajaron dando una expresión agresiva a su rostro. Su aura aumentó de manera imponente, haciendo que Dongwan se sintiera asfixiado.
-Te conviene no colmar mi paciencia, sobrino -dijo con una voz profunda y oscura.
El vampiro seductor intentó mantenerse firme en su posición, pero el peso del aura de su tío era aplastante y sus pulmones comenzaron a procurar más aire, con respiraciones cortas y seguidas. No tardó mucho en sentirse mareado, así que decidió hacer caso y abandonar el despacho.
Una vez que cerró las puerta detrás de sí tomó una gran bocanada de aire; luego cubrió su rostro con ambas manos y se deslizó por la madera hasta el piso. Maldijo su estupidez una y otra vez. Cuando le pasó el mareo se levantó y de una carrera subió a su habitación.
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Negro, blanco y toda la gama de magenta, eran los colores que definían la habitacion del vampiro Kim. Tonos brillantes y satinados. Desde las cortinas negras que cubrían la amplia ventana, hasta los cojines vino, que decoraban el sillón ataúd. Su cama, de forma ovalada, portaba sábanas de seda blanca sobre la que reposaban múltiples cojines de diversos tonos: desde el rosa más virginal, pasando por el pálido amatista que hacía juego con sus ojos, hasta el rojo más sangriento.
Frustrado y obstinado de todo, se arrojó en la cama, boca abajo, y abrazó a uno de sus mullidos cojines.
-¿Es así como piensas tener un lugar en esta casa, desafiando al líder? -La voz estridente y molesta de la inmortal sonó chocante en sus tímpanos.
-¿No sabes que las puertas son para tocarse, madre? -le dijo sin moverse de su lugar.
La mujer de manos y rostro huesudos, camino hacia el centro de la habitación. Sus ojos verdosos en nada se parecían a los de su hijo, y no solo por el color, sino en lo agudos y llenos de ambición que lucían. De aquellos labios rojos intensos saleron duras palabras disfrazadas de amor maternal.
-Deja de ser un imbécil, Wannie, y compórtate. Préstame atención que es por tu bien. -La mujer abrió su larga capa negra y se sentó en el sofá, ajustando el ceñido vestido que dejaba ver unas piernas largas y también huesudas.
Dongwan exhalo con pesadez. Se levantó y se sentó en la cama. Sin más remedio decidió prestar atención a su madre.
-¿Crees que fue muy inteligente de tu parte molestar de esa forma a Ji Sung? -Wannie bajó la mirada hacia el piso y la mujer continuó con su venenoso reclamo- ¿O es que piensas que volviéndote un rebelde, él aceptara que tu eres la mejor opción para su hijo?... ¡Ya Hye Sung es un rebelde! y necesita a su lado alguien que les enseñe a seguir las reglas, a obedecer a su padre y a sus ancestros... Aaah, pero en lugar de eso, ¡tú decides pelear con mi hermano! Y ni siquiera te estás esforzando para hacer que el estúpido príncipe te preste más atención.
-¡¡Qué más quieres que haga?!! -gritó Dongwan, molesto. Se levantó de la cama y se puso frente a su madre- He hecho todo lo posible por conquistarlo, pero a él no le intereso de esa manera.
-¿Has hecho lo posible? ¡¡Pues haz lo imposible!! Embrújalo, amenázalo, o rómpete un ala por él para que se sienta obligado contigo, ¡no sé! Y no me importa cómo lo hagas, pero tienes que convertirte en el consorte de Hye... Es la única manera en que lograrás hacerte con el poder de los Dark y convertirte en el líder de los vampiros. Ya sabes que el apellido de tu padre no nos sirve para nada. -La mujer caminaba con desesperación por toda la habitación. Batía los delgados brazos de un lado a otro, y la piel que colgaba de ellos hacía pensar en alas de murciélagos.
Dongwan respiraba con dificultad, las palabras de su madre le alteraban los nervios. Comenzó a jadear con fuerza y sus manos a convulsionar de rabia.
-¡A mí no me interesa ser líder de esta porquería! ¡¿Crees que es agradable vivir metido entre demonios y brujas, que como tú, están esperando ver caer a mi tío?! -gritó Dongwan, desafiante. Su cabeza empezó a palpitar, generando una tensión que se acentuaba cada vez más. Llevaba cientos de años acumulando rabia y dolor por la obligación de cumplir los deseos de su madre. Se acercó a ella y con un tono sarcástico, le reclamó algo que tenía atravesado en la garganta por centurias-: Si tanto querías el poder, ¿por qué no te casaste y tuviste un hijo con el viejo Lord con el que estabas prometida? ¿Por qué te revolcaste con un vampiro de menor envergadura? ¿Acaso tengo yo la culpa de que te dejaras arrastrar por la calentura?
Apenas terminó sus palabras, la vampiresa le cruzó la cara con una cachetada tan brutal, que lo sentó de nalgas en la cama.
Sus dos manos cubrieron, temblorosas, la mejilla que ardía y sus labios que sangraban. Su pecho subía y bajaba con rapidez y de su garganta salían jadeos cortos. El dolor no era físico, era de impotencia, rabia y decepción. Aun así, con un tono de voz casi susurrante, pidió a su madre que lo liberara de su maldición.
-Por favor, ya no quiero seguir con esto. Estoy cansado de esta lucha estéril por el poder, y de tener que vivir arrastrándome ante mi tío para ganarme su confianza... Déjame ir, por favor... Déjame ir con mi padre a las montañas Selfus -Con un hilo de voz y una lágrima corriendo por su adolorida mejilla, Dongwan rogó, una vez más, a su progenitora.
Pero la infame vampiresa no estaba dispuesta a perder todo por lo que había luchado y no le dio tregua. Lo miró entornando los ojos y frunciendo más el ceño.
-¡Hum! Apuesto a que todo este acto de desacato, es porque aún no puedes olvidar al asqueroso vital que murió. ¡Fue él quien te metió en la cabeza eso de escaparse a las montañas con tu padre!
-Esto no tiene nada que ver con él. ¡ Déjalo en paz! ! ¡Está muerto!
-Debí haber actuado antes de que te involucraras más con ese asqueroso -dijo la mujer, para sí misma.
Dongwan entornó la mirada y escudriño el rostro de su madre. Sus palabras le hicieron sospechar que ella había tenido algo que ver con la muerte de Vic.
-¿Fuiste tú?... ¡¡¿Tú le diste la biosangre a Vic?!! -preguntó. Su voz temblaba; estaba molesto y a la vez temeroso de saber la verdad. Su respiración volvió a agitarse.
Devora Kim no respondió, pero rio a carcajadas ante el rostro perturbado de su hijo.
-¡Eres una maldita loca! ¡¿Cómo pudiste?! Sabías lo que significaba para mí -le gritó, sus ojos estaban desorbitados. Había oído historias sobre la crueldad de su madre, pero nunca quiso creerla capaz de tanto.
-¡Precisamente por eso! Por tu estupidez de enamorarte de un mortal, ¡dejando a un lado tu deber!... Y quiero que tengas algo muy presente, mi adorado hijo, siempre haré lo que sea necesario para que seas el líder, no solo de los vampiros, ¡sino de todo el maldito Euduundal! -respondió la mujer, visiblemente alterada. Exhaló lento para volver a su porte frío y sereno, y después de una breve pausa, continuó- Por eso saqué a tu padre de la familia; era un mal ejemplo para ti y ensuciaba nuestro apellido con sus constantes borracheras.
Dongwan respingó, sorprendido con las palabras frías de su madre, eso tampoco se lo esperaba. Saber que ella había sido la causante de que a su padre lo desterraran del país, fue demasiado para el desdichado vampiro. Se tumbó de nuevo en la cama y cubrió su rostro con ambas manos. Qué podía esperar de la vida si su propia madre era la causante de su desgracia y la de su padre.
Al verlo tan compungido y hecho un lío sobre la cama, Devora decidió irse y dejarlo en paz, pero no sin antes arrojar una última advertencia.
--Más te vale que entierres, tal como está ese sucio mortal, tus sentimientos por él, y comiences a enamorarte en serio de Hye. Si el principito llega a tomar el poder junto con el bruto salvaje de Jung Hyuk Moon, nosotros los Kim estaremos arruinados. Moon nos aniquilará sin dudarlo, ya que le hemos hecho la guerra... Como verás, nuestra vida está en tus manos, mi querido hijo.
La madre le dio un beso en la frente y desapareció, dejando una estela helada que brotó de su larga capa negra. Una nueva lágrima se escurrió de los ojos de Wannie al recordar la confesión de su madre.
-Vic,... Perdóname -susurró.
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-Parece que las cuatro horas de encierro no han sido suficientes. Deberíamos dejarlos una semana, ¿qué piensas tú, Ji Sung?
La voz del alfa retumbó en las paredes y Eric se estremeció. Sus manos soltaron la cabeza de Hye y este soltó la cintura del lobo que apretaba entre sus brazos. Los príncipes herederos sintieron el frío recorrer sus huesos al ver los rostros, enojados, de sus padres.
Eric se arrodilló, posó piernas, brazos y cabeza sobre el piso e hizo una reverencia ante los dos líderes, como hacen los lobos cuando están avergonzados. Desde esa posición, jaló a Hye por el pantalón hasta que este cayó al suelo también.
--Padre, te juro que no tuvimos nada que ver con esa persona que murió. ¡Solo lo encontramos! -le dijo de inmediato.
-Ya lo sé -le respondió So Ji Moon con voz parsimoniosa-. Todos en la oficina de seguridad lo saben. Lee Minwoo se encargó de aclararlo. Además, revisaron los drones de seguridad y eso confirmó la versión de Min.
--Y la autopsia reveló que la persona no tenía heridas físicas, así que no fue ni atacado por ningún depredador ni fue víctima de golpes o garras al azar -agregó Ji Sung Dark.
Hye se levantó del piso de un salto-- Entonces, ¿por qué estamos aquí? ¿Por qué no nos han soltado? -preguntó, indignado.
El líder Dark se acercó al cristal que lo separaba de su hijo y observó su cuerpo, sucio y golpeado, con detalle. Luego volvió a sus ojos, que altaneros, que exigían respuestas.
-Están presos por alterar el orden, por daños a la propiedad pública y privada y conducta inmoral. ¿Quieres que te diga más? -dijo con ese tono que era capaz de intimidar a cualquiera. Hye Sung bajó la cabeza ligeramente y su padre continuó con el sermón --¡Mirense! Esta vez se pasaron. Van a tardar días para que esas heridas se cierren... Dime, Hye ¿por qué te empeñas en molestar a Hyugie al punto de llevarlo a esto? -Dark lo acusó directamente de ser el propiciador de todo.
--¡¿Quéé?! Esta vez no empecé yo, fue él quien comenzó todo.
-¡No fui yo! Tú querías ir tras Jinnie -se defendió Moon.
Hye miró a los lados e hizo un poco de memoria- Pues, quien empezó todo fue Jun Jin.
-¡Es cierto! ¡Fue mi hermano quien comenzó todo! -confirmó Eric. Luego se extrañó de no haberlo visto en todo ese tiempo- Por cierto, ¿dónde está?
Jun Jin estaba por entrar en la zona de celdas cuando escuchó que su hermano y Hye lo acusaban de iniciar todo. Y ciertamente fue su culpa esta vez. Decidió dar la vuelta e ir a casa a esperar a su hermano en una zona segura para él.
-¡No me importa quien comenzó! -rugió el alfa -Ustedes son adultos y miembros de dos de los clanes más importante del país, ¡deberían saber controlarse! -les reprendió duramente. Luego se acercó a su compañero líder- Ji Sung, te sugiero que los dejemos un mes presos, así aprenderán a tolerarse. -El rey vampiro aceptó la sugerencia con un movimiento de cabeza.
Eric se levantó del piso, en el que se había mantenido en posición de vergüenza, y junto con Hye, apoyó las palmas sobre el cristal. Ambos solicitaron una oportunidad de revertir el daño ocasionado, con servicio social o cualquier otra clase de servicio que los eximiera de pasar un mes encerrados. Pero sus garras y uñas afiladas aún no se habían retraído, lo que indicaba que sus sistemas seguían invadidos por su lado bestia.
Apresurados, ocultaron sus manos, ofrecieron disculpas y prometieron tener un mejor comportamiento. Eric incluso prometió irse a las montañas a hacer retiro con los lobos mayores, para aprender a controlar su temperamento. Y Hye, por su parte, prometió no volver a meterse con el estúpido lobo. Pero los Lores líderes no cedían, estaban decididos a que sus hijos permanecieran encerrados como los animales que habían demostrado ser.
Hye apeló a la reputación familiar y argumentó que no sería bien visto que ellos, como herederos del imperio MoonDarkness, estuviesen presos. Pero su padre le refutó diciendo que, al contrario, sería muy beneficioso para la imagen de la administración de gobierno, pues quedaría claro que la ley, en todo el país, era igual para todos. Y les ordenó que le entregaran sus equipos de comunicación y todos los dispositivos electrónicos que tenían encima.
-¡¿Qué?! ¿También nos van a matar de aburrimiento? -se quejó el rubio príncipe.
Eric volvió al piso de rodillas y jaló de nuevo a Hye quien protestó, molesto, por la costumbre del lobo de arrastrarse.
-Suplica, estúpido, o te parto en dos. No soportaré un mes aquí contigo -le susurró. Tomó la cabeza de Hye y la empujó hasta dar con ella en el piso, y él hizo lo mismo, pegando la suya en el inmaculado mármol.
-Padre, sr. Dark, haré lo que me pidan. Recibiré, sin refutar, el castigo que decidan; pero por favor, den la orden de liberarnos. Si permanezco más tiempo aquí, mis hermanos y los menores de la manada ya no me respetaran -El lobo volvió a suplicar, sabía que por la malas no conseguiría nada con su padre. Pero no tenía ni idea de lo que se venía.
Ji Sung Dark y So Ji Moon sonrieron complacidos. Tenían a sus hijos justo en el punto de desesperación que querían.
-Están dispuestos a hacer lo que sea que decidamos?
Eric asintió, pero Hye no estaba tan seguro, olfateaba una trampa detrás de todo aquello. Sin dejarlo responder So Ji Moon continuó, asumiendo que ambos estaban de acuerdo.
-Bien, a partir de este momento están comprometidos en matrimonio.
Hye y Eric se miraron las caras y saltaron cada uno hacia un lado diferente. Sus ojos desorbitados y extraviados era indicación de que sus mentes no podían procesar lo que acababan de escuchar.
Jung Hyuk fue el primero en reaccionar, le dijo a su padre con voz fuerte y clara que prefería quedarse un mes en prisión y que comenzaría una huelga de hambre. Se sentó en el piso en posición loto, con el ceño fruncido y dándole la espalda al cristal de visitas. Nadie lo movería de ese lugar.
Hye en cambio usó la lógica y los acusó de obligarlos a hacer prácticas ilegales.
-No sé qué están tramando ustedes dos, pero lo que nos exigen es imposible. Saben bien que en Euduundal está prohibido el matrimonio entre razas -dijo con un tono como de quien jura que ganó la partida.
Y era cierto que la ley estipulaba que no podían casarse miembros de distintas razas. No estaba prohibida la convivencia ni las relaciones íntimas, no era intención del gobierno coartar la libertad de amar a quien cada quien quisiera; pero no podían casarse ni tener hijos -especialmente esto último-. Era penado por la ley crear híbridos, porque se consideraba un atentado para el equilibrio natural. En el pasado se había comprobado que la mezcla entre razas creaba individuos con poderes e instintos desconocidos, que los hacía incontrolables para el gobierno de Euduundal. Por eso los híbridos eran considerados un peligro público y exterminados antes de nacer. Ya no había más híbridos en el país, todas las razas eran puras.
-Hijo mío, toda ley tiene excepción y esta también la tiene -le informó Dark a su hijo -Si se demuestra que el matrimonio es por el bienestar del país, se permite. Y ya que ustedes no se pueden llevar bien por las buenas, tendrán que hacerlo por obligación marital.
Hye Sung elevó sus párpados y soltó un suspiro de asombro. Desconocía esa excepción de la ley, pero sabía muy bien lo que era la obligación marital: La oficina de justicia imponía, a dos personas en discordia, resolver sus diferencias con el matrimonio. Eran obligados a convivir bajo el mismo techo y no podían separarse por ninguna circunstancia. Debían compartir todo, bienes y experiencias. El contacto íntimo no era obligatorio, pero si alguno de los dos era infiel, pagaba con el exilio perdiendo toda identificación con su familia y la nación. Después de tres años tenían la opción de separarse libremente, si demostraban con sinceridad que se amaban.
El rubio vampiro se sentó al lado de Eric y se sumó a su decisión de preferir pasar un mes en la cárcel, antes que aceptar la tortura del matrimonio. Adoptó la misma posición de loto del lobo, pero le advirtió que no haría huelga de hambre.
Los líderes rieron a carcajadas. Estaban sorprendidos de lo parecidos que eran sus hijos.
-¿Ves? Al menos ya logramos que se pusieran de acuerdo en algo -le susurró So Ji al vampiro mayor.
Los jóvenes permanecieron en silencio. No se escuchó ni una protesta ni una súplica más. Cada lado, padres y herederos, estaban firmes en sus posiciones. Pero los Lores eran más expertos y tenían el poder de la autoridad en sus manos. No era cierto que los herederos podían escoger entre una opción y la otra. Como lo sospechó Hye, todo era una trampa para que aceptara el matrimonio por su voluntad. Al no hacerlo, los padres tendrían que recurrir a la obligación.
-Bien, como quieran -rompió el silencio Ji Sung Dark- Quédense aquí encerrados por un mes. Eso les dará la oportunidad de adaptarse a la vida en pareja antes del matrimonio... También tendremos el tiempo suficiente para preparar los justificativos legales y organizar una hermosa boda.
Hye y Eric fruncieron los rostros, aterrados. Fue cuando comprendieron que habían caído en una gran trampa de la cual no saldrían solteros. Voltearon para enfrentar a sus progenitores, pero estos habían desaparecido.
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Notitas:
Hola, holaaa. Espero que estén bien, disfrutando de una hermosa vida. Yo estoy feliz porque pude cumplir esta semana con el capítulo.
¿Qué les parece esa ley con respecto a los híbridos?
Sé que parece un poco cruel, pero tiene una razón. Y si me permiten, me gustaría explicarles.
En el pasado, debido a la indiscriminada mezcla entre razas, hubo una sobre población de individuos híbridos que tenían poderes desconocidos. Muchas veces ni siquiera ellos mismos podían controlar sus fuerzas y ocasionaron destrozos y accidentes graves. Debido a esto, los habitantes de razas puras comenzaron a rechazarlos, lo que generó odio entre los lados. Toda esta situación explotó con la rebelión de los híbridos, lo que llevó a una dura, cruenta y larga guerra en Euduundal.
En esa batalla murieron muchos vitales, que fueron usados por los híbridos como escudos. Fue cuando los líderes de las grandes familias tomaron la decisión de eliminarlos. No fue nada fácil, porque con las razas puras, aunque se dice que son inmortales, se sabe que había prácticas que podían acabar con sus vidas: como las balas de plata para los lobos o las estacas en los vampiros; y así con otras razas. Pero con los híbridos, se desconocía qué podía matarlos.
Les llevó años a los lores encontrar una solución, pero finalmente pudieron exterminarlos. De ahí nació la ley que prohíbe a las razas mezclarse. Si alguna hembra queda embarazada de alguien que no es de su raza, tiene la obligación de reportarlo para que se interrumpa su embarazo.
Bueno, una vez explicado esto, cuéntenme ¿qué les pareció el capítulo?
Y qué tal los gustitos de Andy. Pero el Jun Jin no se deja llevar por delante, jajajaja.
¿Y qué piensan de la misión de Dongwan? ¿Podrá cumplirla? ¿Qué hará cuando se entere que los herederos tienen que casarse?
¿Se casaran realmente?
Cuéntenme qué piensan, me encanta leer sus comentarios. Así me ayudan a desenredar este lío en el que me metí jajajajaja.
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