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Capítulo 5. La ley es igual para todos

El salón estaba ardiendo, pero no era por el calor del ambiente. El clima en Euduundal siempre era frío sin importar la estación.  

Al menos una treintena de cuerpos hermosos y vigorosos, danzaban al ritmo de la excitante música con una fogosa pasión. Todos eran inmortales. Ningún vital se atrevía a estar en la pista, cuando estos bailaban en grupos grandes. A veces hacían coreografías que se transformaban en competencias de egos y podían resultar peligrosas para los vitales.

Entre toda la multitud, había dos que resaltaban del grupo. Ambos altos, blancos y rubios, parecían hermanos. Lo único que los diferenciaba, era el cabello largo y lacio del chico, que hacía que los que lo veían por primera vez dudaran sobre su origen.

"No es vampiro, eso es seguro", comentaba en susurros, una de las chicas vitales que los observaba desde una de las esquinas de la pista. Y lo sabía porque, desde hace mucho, los reyes de la noche habían dejado de usar el cabello largo. Eso era ahora más usual en hombres lobos y otras especies de sangre espesa y caliente. Pero el chico tampoco les parecía un licántropo o un teriántropo; sus movimientos eran gráciles y delicados como los del vampiro. "Seguro que es de esas razas exóticas que viven en tierra firme", comentó otra de las chicas.

Nadie podía imaginar que el chico era un simple vital. Especialmente porque estaba bailando con el príncipe de los vampiros, y aunque Hye no lo tocaba, se movía muy cerca de él.

Desde la barra, varios ojos agudos y molestos observaban a la danzarina pareja, que ya llevaba cuatro piezas seguidas y sin intenciones de detenerse a descansar.

—En lugar de llenarte de alcohol, deberías hacer algo. Es el cuarto destilado añejo que te tomas, en menos de diez minutos.

Dongwan desvió la mirada, que la tenía fija sobre la pista de baile, y la dirigió a la persona que le hablaba—. ¿Qué?, ¿los vas a pagar tú, que me llevas la cuenta? ¿O es que estás preocupado por mí?

—Lo que te pase a ti me tiene sin cuidado. Me preocupa mi bar. Siempre que te emborrachas algo malo sucede.

—¡No seas ridículo! Yo jamás me emborracho —refutó Dongwan.

—¡Deja de hablar y haz algo! ¿Vas a permitir que Hye siga bailando con mi hermano? Sé que te estás emborrachando por la rabia que tienes debido a eso.

El vampiro seductor frunció los labios y se bebió lo que le quedaba del trago—. Aún no estoy tan borracho. No me voy a arriesgar a que Hye me meta el zapato en la boca con una patada —dijo, luego agudizó la mirada y con voz molesta, continuó—. ¿Por qué no vas tú? ¡Es tu hermano! Defiéndelo de Hye como lo hiciste conmigo.

—En este caso tendría que defender a Dark. Estoy seguro que es mi hermano el que no lo suelta. —dijo Minwoo y suspiró, resignado—. Yo sin duda tomaría a Andy de ese largo cabello y lo arrastraría hasta su habitación para encerrarlo de por vida; pero no quiero que piensen que soy un hermano gruñón y malvado —comentó después.

—A quién quieres engañar ¡Eres un gruñón malvado! —respondió Dongwan arrugando la nariz. Luego estiró su manos sobre la barra y disimuladamente acarició los dedos de Minwoo—. Si me preparas un BloodyMin, tal vez sacrifique mi ego y haga lo que me pides. —Su mirada se iluminó traviesa y su voz se volvió suave como la seda.

En respuesta, Minwoo sacó de la funda su enorme cuchillo y lo colocó de un golpe sobre la barra, muy cerca de la mano de Dongwan.

—¡Aish! Qué mal humor el que tienes, mortal —dijo retirando su mano. Luego agregó—. Si estás consciente de que no me puedes dañar con eso, ¿verdad? ¡Hola, soy inmortal! —se burló.

—No te puedo matar; pero puedo arruinar tu hermoso rostro por un buen rato. Sé que eso te dolerá más y preferirás estar muerto —respondió y sonrió con sarcasmo.

Eso era muy cierto. Desde hace cientos de años, los vampiros llevaban una vida sedentaria y tranquila. Ya no se enfrentaban en guerras ni en peleas por territorios o para salvar sus vidas, y tampoco bebían sangre fresca; eso ocasionó que su sistema de defensa corporal se relajara. Sus cuerpos tardaban ahora más tiempo en regenerarse y, dependiendo de la gravedad de la herida, podían pasar hasta días con la molestia. La biosangre que consumían los mantenía con vida, les daba energía y aumentaba sus poderes inmortales al máximo, pero no tenía los nutrientes necesarios para agilizar su antiguo sistema de defensa regenerativo. Para recuperar esta capacidad tenían que tomar sangre pulsante y viva, en una cantidad suficiente.

Dongwan escuchó las palabras del mortal y abrió sus ojos y de inmediato la boca. Miró a Minwoo, manteniendo una expresión de espanto en su rostro por unos segundos. Estaba muy sorprendido. Luego reaccionó. Pasó su mano por el cabello, acomodó su flequillo y lo volvió a mirar, pero ahora con una expresión ladina.

—¿Dijiste que podrías arruinar mi hermoso rostro? —sonrió complacido—. Así que por fin admites que tengo un rostro hermoso... y que te gusta —dijo, y su lengua paseó por su boca acariciando sus afilados dientes.

A Minwoo se le borró la sonrisa, sus ojos se perdieron en la transparencia del mostrador y su mente quedó procesando lo que había dicho.

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—¡Deja ya de gruñir! ¿Qué es lo que te tiene tan molesto? —preguntó Eric con la mirada concentrada en su bebida.

Las garras de Jun Jin arañaban el cristal de la barra y sus ojos rasgados observaban con furia, a aquel que sonreía y brillaba alegre mientras bailaba con el vampiro Dark.

—¿Por qué a él le obsesiona Hye Sung? —preguntó el chico a su vez. Sus ojos seguían fijos en Andy y en su voz se percibía el tono molesto.

Jung Hyuk levantó la mirada, lentamente, y la dirigió hacia la pista. Luego volvió sobre su trago y sorbió un poco—. ¿Qué sé yo? El chico es un tonto o el oscuro lo tiene hechizado.

Jun Jin volteó el cuerpo hacia su hermano y sus pupilas pardas se encendieron—. ¿Hechizado? ¡Eso está prohibido! —dijo con una voz exaltada. Sin decir más, se levantó de su butaca y como rayo se lanzó hacia la pista. Eric terminó de beber su trago y exhaló con un gruñido bajo.

—Maldición. Este mocoso me va hacer pelear y justo hoy que no estoy en condiciones. —Diciendo eso, se levantó y siguió las huellas del lobo menor.

Jun Jin tenía la fama de ser muy veloz, y debía ser así, porque solo una rafaga de viento sintieron Dongwan y Minwoo cuando pasó por ese lado de la barra.

—¿Qué rayos fue eso? —preguntó Minwoo al ver el celaje.

Dongwan agudizó su fina visión para poder distinguir lo que acababa de pasar por su lado— Es el cachorro Moon. Y por lo que puedo ver, nos va a hacer el trabajito a ambos.

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Hye Sung lo vio venir desde que se levantó de su lugar en la barra, sin embargo, no hizo nada. Espero a que el chico lobo le mostrara sus intenciones. Pero Jinnie no se detuvo frente a él; como un relámpago pasó por la pista y continuó su camino hacia la salida del local.

Aunque parecía que todo estaba igual, hubo un detalle que enfureció a Hye: el vital Andy había desaparecido.

El rubio vampiro, príncipe de la noche, se quedó parado en medio del salón, solo. Bajó un poco la cabeza y resopló con fuerza su rabia. Luego levantó la mirada y sus pupilas doradas se clavaron en los ojos agudos y expectantes del lobo mayor, que ahora estaba frente a él. La música seguía sonando, pero los que antes bailaban con furor, se habían apartado dejando en la pista únicamente a los dos herederos.

—Más te vale que le ordenes a tu hermanito, que devuelva al chico si no quiere convertirse en mi presa —amenazó Hye, marcando las palabras.

—No seas ridículo y deja la pataleta. Ya te divertiste lo suficiente con él.

—¡Eso lo decido yo!

—Escucha Dark, es mejor que te calmes. Hay muchos ojos mirándonos y no debemos dar un espectáculo. No es algo que convenga ni a ti ni a mí.

Hye esbozó una sonrisa sin dejar de profundizar en las pupilas grises del lobo. Le parecía gracioso ver al explosivo hijo de la luna tratando de calmarlo. Si bien Eric lucía tranquilo, los pequeños destellos en sus ojos indicaban que en cualquier momento le saltaría encima al hijo de la oscuridad.

—¿Convenir? —Hye se carcajeó—. Ya me conoces, nunca hago lo que conviene. ¡Siempre hago lo que quiero...! Y en este momento quiero ir a cazar al bandido que se atrevió a robar a mi compañero de baile —le dijo y sus ojos centellearon mostrándole a Moon que le divertía la idea de iniciar una cacería.

—Sabes bien que no te dejaré ir tras él —respondió el lobo, desafiante.

El ambiente se había vuelto tenso y muy peligroso. Los presentes mantenían la respiración sostenida o la soltaban ligeramente, como si no quisieran hacerse notar. Nada bueno saldría de esta conversación y tanto inmortales como vitales estaban conscientes de eso.

Minwoo se quejaba, nervioso, dentro de la barra. No podía interferir si solo estaban hablando, pero él también sabía lo que aquella conversación representaba. Conocía bien a Moon y la poca tolerancia de su carácter. Ya había tenido que remodelar dos veces su local gracias a eso. Dongwan veía a Min detrás del mostrador y sonreía, le divertía verlo tan angustiado.

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Dark caminó rodeando a Moon, quien se mantenía tenso y con los ojos fijos hacia el frente. Se acercó a su oído y le susurró—. En ese caso, te tengo una propuesta.

Eric exhaló, sabía que cualquier cosa que viniera de un Dark no podía ser buena para él, pero guardó silencio y espero.

—Ya que me quedé sin compañero, tendrás que bailar tú conmigo.

Las pupilas de Eric cambiaron mostrando una tonalidad amarillo cristalino—. ¿Crees que me voy a convertir en tu payaso? —dijo entre dientes. Sus manos se cerraron en puños y un gruñido salió de su garganta.

—¿Acaso no piensas en lo que es conveniente para ti en este momento —dijo Hye con una sonrisa burlona— ¡Baila conmigo! Eso es lo que te conviene, si es que quieres que tu hermanito duerma cómodo en su cama esta noche. —El rubio se acercó de nuevo y sopló dentro de la oreja del lobo.

Los puños de Eric comenzaron a temblar y los párpados de Hye se abrieron ligeramente. Disfrutaba sobremanera ver a Moon a punto de perder el control.

—Maldito —fue lo único que dijo el lobo antes de lanzarse sobre el vampiro.

Solo los ojos inmortales, y los de algunos vitales entrenados, podían seguir la danza agresiva que estos dos bailaban. Finalmente, y sin darse cuenta, Moon había accedido a la petición de Dark. Los golpes y patadas que Eric lanzaba, y que eran graciosamente esquivadas por el príncipe de los vampiros, convertían a aquella pelea en una coreografía muy bien diseñada por ambos.

—¡Estúpido! Deja de esquivarme para poder darte un buen golpe. ¡Pelea como hombre no como ratón con alas! —rugía Eric.

—Ya lo decía yo. Tienes cuatro patas, por eso eres incapaz de seguirme el paso —respondió Hye, con una sonrisa llena de mucha satisfacción.

Los clientes que estaban cerca de la pista comenzaron a desalojar el local, despavoridos. No era bueno ser tropezados por la furia de estos dos. Minwoo buscó, molesto, su cuchillo que había dejado sobre la barra. Los locos herederos comenzaron una feroz pelea, así que él ya podía intervenir. Estaba harto de que los arrebatos de los príncipes dañaran su negocio. Buscó por todos lados, pero no lo pudo conseguir. De repente, vio a Dongwan jugando, travieso, con su herramienta de cocina

—¡Devuélvemelo! —le gritó.

—Déjalos que jueguen un rato. Quiero ver como Hye patea al asqueroso perro rabioso.

—¡Si no los detengo, van acabar con mi local y tú serás cómplice! ¿Estás dispuesto a pagar por los daños?

Dongwan giró los ojos a un lado y luego al otro, sopesando lo que le resultaba mejor. Después de un momento, decidió soltar el cuchillo y rodarlo por la barra hasta las manos de su dueño.

—Ok. Creo que será más divertido observarte tratando de detener a esos dos. Y me da curiosidad ver cómo mueves ese cuchillo del que tanto alardeas —dijo y sonrió.

—Imbécil —Minwoo tomó su cuchillo y salió de la barra.



En la pista de baile la danza se había vuelto más agresiva y sangrienta. Ahora estaban jugando en serio. Los labios de ambos destilaban hilos de sangre y las mangas de sus camisas, antes pulcras e impecables, se habían convertido en jirones caremesí, a punta de garras.

—Oye, Moon —habló Hye, jadeando—, Minwoo viene para acá y se ve muy molesto ¿Qué te parece si continuamos bailando en otro lugar?

—Prefiero estampar tu espantosa cara en una de las paredes y que quede de decoración — respondió y volvió a embestir.

Hye saltó dando una voltereta en el aire y cayó al otro lado, detrás de Eric. Lo tomó del cuello de la camisa y lo arrastró con él. Convertidos en una rafaga de viento, salieron del local antes de que Min pudiera poner un pie en la pista.

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—¿Qué rayos me pasó? —se preguntó Andy, cuando por fin se detuvo aquella sensación eléctrica que tenía en el cuerpo. Aturdido, recorrió con la mirada lo que tenía frente a él. Estaba en una especie de parque, con árboles muy altos, césped bien recortado y algunas atracciones infantiles—. ¿Dónde estoy?

—Es un parque infantil, estamos cerca del bar —respondió Jun Jin detrás de él. Andy respingó, sorprendido, al oír su voz. Pensaba que estaba solo porque no había notado al Moon menor.

—¿Qué hago aquí contigo?, ¿cómo llegué aquí? ¿Tú me trajistes?... Lo último que recuerdo es que estaba feliz bailando con Hye Sung Dark y...

—¡¡No vuelvas a acercarte a Dark!! —le interrumpió el lobezno con un tono de voz elevado.

Andy dio otro respingo y sus ojos y boca se abrieron al notar el tono alto y seco en las palabras de Jun Jin. Le sorprendió mucho lo que dijo y el cómo lo dijo. Las manos del lobo estaban apretadas en puños y su rostro fruncido, parecía molesto. Hasta ese momento el menor de los Moon había mostrado una actitud tímida y sumisa, ¿a qué venía esa actitud agresiva ahora? Se preguntaba en su mente, el confundido vital.

—¿Po-por qué me hablas así? —dijo Andy, algo temeroso—. ¿Quién eres tú pa-para decirme eso?

Jun Jin dio unos pasos hacia él; los mismos que Andy retrocedió. El lobo vio el temor en el rostro del rubio campesino y se detuvo. Respiró profundo para calmar su corazón que latía con locura, y suavizó la expresión. Nunca había tenido un contacto cercano con un vital, pero su hermano siempre le decía que eran temerosos y débiles.

—¡Si te acercas más a mí, te juro que te sacaré los ojos! —dijo Andy y sacó de su bolsillo un pequeño puñal que su hermano le había dado, "por si acaso".

Jun Jin se paralizó y elevó las cejas. «¿Temerosos y débiles?», repitió en su mente. Observó con curiosidad la postura y actitud del vital.  A pesar de que tenía el ceño muy fruncido y aferraba el puñal con decisión, sus mejillas estaban coloreadas lo que le daba una imagen muy tierna. El lobezno bajo la mirada y sonrió con timidez, su corazón volvió a agitarse con la locura inicial.

—¡¿De qué te ríes?! —le preguntó el joven campesino, molesto—. Tal vez creas que soy inofensivo, pero sé cómo defenderme de las bestias.

—Te ves lindo —respondió con la mirada aún en el piso y la sonrisa floreciendo en sus labios.

—¡Demonios! No quiero verme lindo, quiero que...

—!Shiiiii, shiii! —le interrumpió el lobo de nuevo. Lo mandó a callar colocando el dedo índice en su boca, luego miró hacia todos lados, con temor—. No menciones a ese, que se te puede aparecer —susurró.

Andy arqueó las cejas y relajó su postura de ataque—. ¿Te estás burlando de mí? —dijo con una expresión incrédula. Pero el chico lobo seguía viendo a todos lados con los ojos muy abiertos—. ¿En serio crees en eso? —preguntó luego, sorprendido de la actitud temerosa del lobo.

—¿Tú no? —preguntó a su vez Jun Jin. Ladeó la cabeza y lo miró con los ojos entornados, le confundía la extraña personalidad del vital.

Andy exhaló. Guardó su puñal, y con las palmas arriba, movió las manos de un lado a otro en señal de que era ya suficiente de aquello.

—¿Sabes qué?, tú estás muy loco y yo me largo de aquí —dijo y caminó por una de las veredas del parque dejando a Jun Jin confundido. Luego se detuvo y retrocedió hacia él— Oye, ¿por dónde queda el bar de mi hermano?

—Eeeehh... Mejor voy contigo —decidió Jinnie aún mirando a los lados.

—Ok. Pero caminemos como gente normal. ¡No hagas eso que hiciste para traerme aquí! Me marea.

El lobo menor asintió y ambos emprendieron en silencio el regreso al bar.

—No vas a volver a acercarte a Dark ¿cierto? —dijo Jun Jin rompiendo el silencio.

—Ese es mi asunto.

—¡Eishhh! ¿Por qué eres tan testarudo?

—Y tú, ¿por qué eres tan demandante?

Las pupilas pardas del lobo se enfrentaron a las de tono verdoso del vital, quien lo desafió con la mirada. Después de unos largos segundos, bajaron los ojos y sonrieron con timidez. Continuaron caminando y de nuevo el silencio se apoderó de la noche.

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Minwoo llegó a la pista de baile y exhaló, molesto.

—Cobardes —dijo al ver que los dos herederos habían desaparecido.

—Vaya, vaya. Ahora estoy más intrigado con el poder que tiene tu gran cuchillo. Hiciste correr al príncipe vampiro y al bruto lobo —dijo en tono de burla, Dongwan, quien apareció detrás de Minwoo.

—¡Vete a la mierda!

El dueño del bar intentó convencer a los pocos clientes que aún quedaban, de que todo estaba bien y que podían continuar bailando. Pero estos aún temblaban y tomaban desesperados los tragos que, por supuesto, ofrecía gratis la administración para disculparse por el mal rato.

—¡Malditos locos! ¿Creen que porque no rompieron nada, no tengo perdidas?

Minwoo seguía mascullando mientras recogía algunas sillas del suelo. En ese momento Andy y Junjin cruzaron la puerta del local.

—¿Qué pasó aquí? —preguntó el joven campesino, observando el desastre de sillas regadas.

Min resopló, indignado. Se acercó a su hermanito y lo jaloneó con brusquedad.

—¿Te atreves a preguntar? Supongo que ya estarás feliz. ¡Por tú culpa esos dos imbéciles se están peleando! —gritó.

—¿Mi hermano y Dark están peleando? —preguntó Jinnie, preocupado.

Andy abrió sus ojos y estos brillaron emocionados. Sus mejillas se tornaron carmesí y sus manos cubrían una boca muy abierta.

—Ellos... ¿están peleando por mí? —su voz se oyó temblorosa—. ¿Dó-dónde están? No los veo. —dijo buscando con la mirada a sus ídolos inmortales.

—¡¿Qué sé yo?! ¡Se fueron al demonio! —respondió Minwoo, levantando una silla y colocándola, con un golpe seco, en su lugar.

—¡Shiii, shii, shiii! No lo menciones. Si dices su nombre tres veces puede aparecer... y ya Andy lo nombró una vez —le dijo Jun Jin batiendo sus manos frente a él.

Andy giró las pupilas hacia un lado, con fastidio. Minwoo y Dongwan elevaron sus cejas y  miraron a Jinnie como a un bicho raro.

—¿Te refieres a...? —Minwoo no pudo terminar la frase. Jun Jin le cubrió la boca con su mano.

Dongwan comenzó a reír a carcajadas; tanto, que no pudo mantenerse en pie y tuvo que sostenerse de Andy—. ¿No sabes quién es el demonio? —preguntó a Jun Jin, en un respiro que le dejó la risa.

—¡Maldición, Dongwan! ¡Ya lo nombraste!

—Oye, oye, respeta a tus mayores, lobo descerebrado —protestó Dongwan, todavía con la risa iluminando su rostro.

—Bueno, como sea —retomó Andy la conversación—, yo voy a ir a buscarlos. No es de buena educación que ellos estén peleando por mí y yo no esté presente —dijo y corrió fuera del local. Jun Jin fue detrás de él.

—!Oye, regresa aquí! —gritó Minwoo, pero Andy ni lo escuchó—. ¡Aishh, mocoso! ahora sí que te encierro —Se quitó el delantal y persiguió a su hermano.

—Esta noche se pone cada vez más divertida —dijo Dongwan y se desvaneció para adelantarse y no perder nada del espectáculo.

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Una furiosa estela de luz se vio recorrer las calles de Nolangsaen, hasta estallar contra la pared del fondo de un callejón oscuro y maloliente. Todo alrededor se estremeció. Partículas de polvo volaron por el lugar y se mezclaron con la bruma de la madrugada haciendo imposible la visión.

Cuando el ambiente se despejó, se pudo ver que había dos cuerpos, muy juntos, pegados en la pared. Pero en realidad era el cuerpo alto y fornido del lobo mayor, el que estaba incrustado en ella, y abría gruesas grietas mientras intentaba zafarse de su peligrosa situación. El príncipe vampiro, con una mano, aprisionaba las garras del lobo en lo alto de su cabeza. Con su brazo libre le apretaba con fuerza la garganta, pero solo lo suficiente como para que pudirera hablar, y su muslo derecho hacía presión en la entrepiernas de Moon, impidiéndole el movimiento.

—Hace un tiempo que no estábamos en esta posición —le susurró Hye al oído. El aliento frío del vampiro le produjo un estremecimiento leve al lobo, que trató de disimular con un gruñido molesto.

—Te salvas solo porque tengo varios tragos encima, sino ya te habría rebanado en dos —dijo con la voz grave y amenazadora.

Hye sonrió—. ¿Me estás diciendo que estás ebrio? ¡Mmmm...! Recuerdo las cosas que hacíamos cuando éramos jóvenes y nos embriagábamos —volvió a susurrarle.

Eric sintió una corriente que recorrió su espina dorsal debilitando sus piernas.  Apretó los labios para no dejar escapar el jadeo anhelante atravesado en su garganta. Respiró y comenzó a sacudirse con fuerza para sacarse a la tentadora ave de rapiña que tenía encima.

—¡Suéltame, maldito! ¡O voy a arrancarte la oreja de un mordisco!

Las sacudidas furiosas del lobo ebrio excitaban aún más al sediento vampiro— ¡Eso! Muérdeme como solías hacerlo antes —dijo y apretó con mayor fuerza el muslo en su entrepiernas y el brazo en su garganta, impidiendo que el lobo respirara con comodidad.

—E-e-espera,... hay...hay algo ahí —dijo Eric con el poco aire que le dejaba el férreo apretón de Hye.

—No me interesa. No te vas a zafar de esta con tus trucos baratos.

—No... no es truco,... imbécil. Hay...alguien tirado en el piso.

Hye lo miró con desconfianza. Examinó su rostro y notó que sus ojos estaban fijos en algo detrás de él.

—Ok., voy a mirar. Pero si es un truco, reabriré la antigua temporada de caza del lobo y me haré un lindo tutú con tu cola.

A Eric debía habérsele reventado en la cabeza la borrahera, porque asintió sumiso a las palabras de Hye. El rubio lo soltó y volteó a ver de qué se trataba. Ciertamente, unas piernas largas en inmóviles sobresalía detrás de un contenedor robótico de basura.

Aquello era algo muy extraño. En Nolangsaen, y en todo Euduuldal, no se permitía dormir la borrachera en las calles. Cuando alguien sentía que estaba demasiado borracho como para llegar a su casa, debía pedir apoyo o ir a alguno de los centros de descanso que había cerca de los bares.

Se acercaron un poco y el olor les confirmó que era un vital masculino; pero no parecía estar ebrio. Cuando lograron verlo completo, los dos herederos se espantaron. Su cuerpo estaba completamente seco, como si nunca hubiese habido sangre ni agua en él. Era un cuero pegado a una estructura de huesos. Su cabeza parecía una calavera forrada de piel, y su ojos y boca muy abiertos le daban a su rostro una expresión de haber visto el horror.

—¡¿Qué diablos es esto?! —exclamó Hye, sobresaltado.

En los cientos de años que tenían, ambos habían visto muertes de todo tipo, pero jamás algo tan grotesco. Les resultaba más agradable ver la sangre corriendo por todos lados, en un cuerpo destrozado o partido a la mitad. Pero aquello,... era como si nunca hubiese tenido vida.

—¿Crees que está muerto? —preguntó Eric. La borrachera lo volvía algo ingenuo. Estúpido, diría Hye.

—¡¿Crees que puede estar vivo?! —preguntó a su vez Hye con un tono sarcástico.

—Digo, puede ser un zombi, tiene el aspecto.

—Los zombis están extintos hace cientos de años, imbécil. Ayúdame a buscar su código de identificación —le dijo Hye.

—¡¡¿Quééé?!! No pienso tocarlo. Si dejamos huellas en él, la guardia pensará que lo matamos... ¿O tú sí lo mataste?

—¡¿En serio estás tan borracho?! He estado todo el tiempo contigo, ¡¿en qué momento lo iba a matar?!... Además, sabes que no me gusta consumir sangre humana y, en el absurdo caso que lo hiciera, jamás dejaría a alguien así de seco. ¡Es asqueroso!

—Bueno, es mejor que lo dejemos ahí y que la guardia se haga cargo. No pienso involucrarme, no quiero que me acusen de nada —respondió Eric alejándose del cuerpo.

—¡Qué cobarde te has vuelto! ¿Por qué pensaría la guardia que nosotros lo matamos? Es fácil demostrar que no hemos consumido sangre humana más allá de lo legal. Además, ellos saben que somos los herederos, no se atreverían a meternos presos —alegó Hye.

Dongwan apareció en la escena del crimen como si las palabras "sangre humana" lo hubiesen conjurado. Posó sus elegantes botas sobre el contenedor robótico y desde arriba observó toda la situación.

—¡Vaya! Tuvieron un gran festín y no invitaron, ¡qué maleducados son!

—¡Cállate! bruja decrépita. No insinues que nosotros lo matamos —le gritó Eric.

—¡Oye, oye! Estúpido perro roñoso. Soy solo cien años mayor que tú, ¡¿por qué me tratas como si tuviera cuatro mil años?! —protestó ofendido.

Guiados por el olfato de Jun Jin, Andy y Minwoo dieron con el rastro de los dos herederos. Abismados, los tres observaron la macabra escena.

Andy corrió a un rincón y devolvió lo que tenía en el estómago. La impresión había sido demasiado. Jun Jin lo calmaba con tiernas palmaditas en la espalda.

Minwoo se acercó al cuerpo y lo observó con detenimiento. No parecía haber sido atacado por algún depredador, aún así, se dirigió a Eric y a Hye con seriedad—. ¿Qué significa esto? —preguntó.

El lobo mayor se frotó el rostro con las manos para despejarse un poco y luego dijo, molesto—: ¡Maldición, Min! ¿a qué viene esa expresión acusadora? Nosotros no lo matamos, ¡cuántas veces tengo que repetirlo!

—Hasta que te lo creamos, apestoso —dijo Dongwan, que se había sentado con las piernas cruzadas sobre el contenedor y mantenía una sonrisa sarcástica en los labios. Minwoo dirigió su mirada inquisidora sobre él—. ¡Quééé! A mí no me mires. Yo acabo de llegar —aclaró el vampiro Kim de inmediato.

—Ok. Entonces voy a reportarlo —dijo Min y presionó en su comunicador de pulsera para llamar a las autoridades.

Eric volvió su mirada a Hye—. ¡Esto es tú culpa, chupahuesos de mierda! De todos los malditos callejones, tenías que escoger uno que incluía a un muerto —le gritó y lo empujó arrojándolo de vuelta al fondo del callejón.

Con el impulso Hye golpeó de espaldas contra la pared y cayó al piso, pudiendo mantener el equilibrio con una de sus rodillas y las palmas de las manos. Levantó la mirada y la clavó en las pupilas del lobo.

—¡Ah! Claro, ya entiendo. Como Minwoo se va a hacer cargo del muerto, tú y yo podemos volver a los que estábamos —dijo y sonrió.

Desde el piso agarró impulso y se fue hacia el lobo, tomándolo de la cintura y yendo ambos a dar contra otra de las paredes.

Dongwan aplaudió, emocionado, el contraataque de Hye. Se lamentó por no tener alguna botana para disfrutar de toda la emocionante escena que tenía frente a sí: Por un lado, el cuerpo deprimente y seco de un vital, que ya no lo era tanto. Por otro, una blanca palomita vomitando hasta lo que comió el año pasado y un lobito que creía en el demonio, palmeando su espalda con la nariz tapada; una escena asquerosamente adorable. Al fondo, estaba su amado Hye reventando la cabeza del lobo contra la pared;  aunque de vez en cuando era la sangre de Hye la que se estampaba en el blanco amarillento.

El vampiro travieso aspiró profundo para capturar en sus pulmones, el delicioso aroma del carmesí brillante que manchaba las paredes. No había dudas de que el olor a la sangre fresca de los inmortales le era excitante. Pero lo que más le entretenía era ver al enano musculoso, caminar angustiado de un lado a otro mientras le explicaba a la guardia lo que había sucedido.

Vio cómo las pequeñas gotas de sudor sobre su sien se deslizaban, atrevidas, hasta su apetitoso cuello. Cerró los ojos y trató de dirigir su olfato hacia él, quería saber a qué olía aquel sudor. Pero su nariz fue brutalmente golpeada por el espantoso perfume que Minwoo usaba con frecuencia.

Con asco y decepción, cubrió su nariz con ambas manos y apartó el rostro a un lado «¿Algún día podré oler su verdadero aroma?» se preguntó en su mente.

En cuestión de segundos llegó la guardia en tres vehículos. De inmediato se apoderaron del lugar y con haces de luz violeta aislaron la escena.

Un hombre alto y uniformado se acercó al que yacía en el piso— ¿Quien encontró el cadáver? —preguntó después de revisar el cuerpo y confirmar que estaba sin vida.

—Yo lo reporté, pero fueron ellos quienes lo encontraron —respondió Minwoo señalando a los dos que aún peleaban en el fondo.

Uno de los agentes, portando un comunicador, les dio la voz de alto y los príncipes, que ni se dieron cuenta cuando llegó la autoridad, se paralizaron.

El oficial al mando se acercó y los observó con detenimiento: sucios, golpeados y ensangrentados. Movió la cabeza negando con decepción y no dudó en dar la orden.

—¡Arréstenlos!

—Oye, nosotros no tenemos nada que ver con el muerto, solo lo encontramos —se apresuró Eric en explicar.

—Oficial...ehh ¿cuál es tu nombre? —preguntó Hye tratando de hacer contacto. Pero el oficial no le respondió, se limitó a señalar su código impreso en su chaqueta y continuó mirándolos con sus ojos muy agudos y el ceño fruncido.

Eric cubrió su rostro con una de sus manos y exhaló. Estaba perdido, su padre jamás le perdonaría semejante vergüenza. Hye, en cambio, decidió presionar a la guardia de una forma más directa—. Oficial Rhu, por casualidad... ¿sabes quiénes somos? —le dijo con un tono de autoridad. Apelaría a su influencia si era necesario. Total, ellos eran inocentes.

—Cállate —le susurró Eric entre dientes.

El oficial a cargo los miró con mayor detenimiento y volvió a negar con la cabeza—. Por supuesto que sé quienes son: sr. Dark, sr. Moon. ¿Acaso alguien no lo sabe?

—Entonces, ¿cómo te atreves a arrestarnos? —insistió Hye.

El oficial exhaló tratando de invocar a su paciencia—. ¿Es que acaso no lo saben? Pensé que los herederos debían ser los primeros en saberlo —dijo con un tono serio y aleccionador. 

Hye lo miró con curiosidad mientras que Eric no sabía donde más esconder su vergüenza. Su tío era el comisionado de seguridad, por supuesto que sabía de lo que les hablaba el oficial.

—Ya que no lo saben, permítanme ilustrarlos —continuó el oficial—. Después de que fuimos duramente criticados por la forma en la que se manejó "cierto caso"... —Remarcó especialmente las dos últimas palabras, miró a Dongwan y continuó— en Euduundal la ley es igual para todos —dijo y volvió a dar la orden.

—¡Arréstenlos!

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Hola, holaaaa. ¿Qué les pareció el capítulo? Quería subirlo ayer, pero tuve problemas con la electricidad de mi zona. Lo importante es que ya está aquí.

Y bueno, bueno. Parece que el carácter de  todos nuestros naranjos en esta historia es bastante conflictivo. Yo no metería la mano en el fuego por ninguno, por ahora. Hasta el más inocente puede salirnos con un puñal, ja ja ja ja.

Y ustedes ¿qué piensan? ¿Por cuál de ellos meterían la mano?

¿Y qué pasará ahora que Eric y Hye fueron arrestados? ¿Los defenderán sus papás?

Cuéntenme sus impresiones de este capítulo. Espero con amor sus comentarios y votos.

Gracias por leer, comentar y compartir.

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