Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 33. El infame pasado acecha.

Si dentro de la caverna todo parecía un desastre, la parte de afuera de la montaña Niu era un verdadero caos. Los cuerpos que no estaban apilados como bultos de carne para mercado, volaban por los aires, sin cabeza o sin miembros, hasta caer unos metros más allá.

Los chicos tuvieron que sortear brazos y piernas desmembrados para poder ir hacia la parte de atrás de la montaña. Jinnie podía haber llevado a Andy en brazos, pero éste no quería que el lobito se acercara mucho a él; estaba consciente de la peligrosa carga que llevaba en sus manos y el efecto que tendría sobre el joven lobo.

Por la cantidad de infectados caídos, Andy dedujo que Siwon Choi y sus renegados estaban ganando la batalla. Jinnie le hizo la acotación que la intervención de su primo, el gran lobo blanco, debía haber sido de mucha ayuda. No tenían ninguna duda que el equipo formado por esos dos era invencible; se sintieron seguros de continuar la misión que les había encomendado el zorro de nueve colas.

La oscuridad se comía sus pasos y le hacía difícil a Andy sortear las rocas y la alta maleza. Sus ojos no estaban acostumbrados al negro profundo, como los grises claros del menor de los Moon. Encender una luz era peligroso, podían alertar a los infectados que, huyendo de la feroz batalla, estuvieran escondidos por la zona. Así que al joven vital no le quedó más remedio que aceptar, con las mejillas encendidas en rubor, que el lobito lo guiara tomándole de la mano.

El rumor del río ya se escuchaba cerca. Los jóvenes se apresuraron a descender la pendiente que los separaba de las cristalinas aguas, que les servirían para liberarse de la peligrosa carga.

Una vez en la orilla, notaron las pequeñas y brillantes luces de las náyades acercándose a ellos, con curiosidad. Jinnie les hizo una reverencia y les explicó la razón que los había llevado hasta sus dominios.

Al escuchar las palabras del lobito, las pequeñas luces hicieron una danza alrededor de ellos y con sus pequeñas vocecitas entonaron cantos, apenas perceptibles para oídos inmortales. Estaban felices porque el dios de la montaña Nok había regresado a la vida. De inmediato se replegaron y dejaron a los jóvenes cumplir su tarea.

—Espera Dyddy. —Lo detuvo antes de que vaciara la bolsa en el agua—. ¿No crees que sería mejor entregar esto a los líderes? Ellos podrían usarlos para combatir el mal. ¿No te parece que siendo tan poderoso, es un desperdicio botarlo así nada más? —preguntó Jinnie.

Andy sumergió la mirada en las pupilas grises del lobito y meditó un poco la pregunta. No lo había pensado, Jinnie tenía un buen punto. Si aquel polvo era tan poderoso como para impedir que Eric y Dongwan se acercaran, incluso el señor zorro no pudo traspasarlo, podría servir para eliminar a los enemigos que ahora estaban combatiendo. Luego recordó la postura solemne y seria del señor zorro y su insistencia de eliminar ese polvo.

Al principio le generó terror aquel ser imponente y enorme, pero luego entendió que no quería hacerle daño; lo protegió cuando estuvieron juntos. Impidió que lo aplastaran las rocas que cayeron del techo, y a pesar de los cambios de temperatura, que pasaban de calor asfixiante a un frío inclemente, Andy siempre estuvo a gusto. Era un buen tipo, además, era el papá de su hermano, no podía ser un demonio.

—¡Eso es! —dijo Andy de repente. Regresó la mirada al lobito y le comunicó su decisión—. Jinnie, el señor zorro tiene razón. Este polvo debe desaparecer. Él ni siquiera quiso usarlas en contra de ese horrible lobo que lo secuestró y lo encerró. Prefirió destruirla porque sabe que es un arma peligrosa. Siempre que exista Sessho-seki habrá alguien detrás de su poder. Incluso los mercenarios o cualquier vital que desee controlar a los inmortales.

El joven Moon escuchó, admirado y con atención, las sabias palabras del joven mortal. Luego suspiró y asintió, emocionado.

— Bien, dejemos de perder el tiempo y hagamos lo que dijo el señor zorro. No quiero ser su primer alimento —agregó Andy.

—No te preocupes, yo te protegeré de él.

Andy sonrió con ternura. Fue un hermoso gesto decir eso, aunque sabía que el lobito no podría llegar a tocar al zorro ni con una garra. Con mucho cuidado, abrió el saco de plumas de lizzy y fue esparciendo el polvo en la corriente. No hubo tiempo de admirar cómo se disolvía, de forma inmediata desapareció ante el asombro de los dos chicos.

Luego de liberar la pesada carga se levantaron y observaron el paisaje. Ninguno de los dos había estado antes en esa parte del país. De hecho, Jinnie jamás había salido de Nolangsaen. Los embargó la tristeza. El tono profundo y silente de esa hora antes del amanecer, les recordó el incierto destino de sus hermanos. Sin embargo, Andy logró armarse con su excesiva positividad. De alguna forma, aquella visión nocturna de la montaña le dio una pequeña esperanza. No importa cuán oscura e incierta sea la noche, el amanecer siempre llegará con la oportunidad de un nuevo día.

💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜

Mientras Andy contemplaba el cielo de aquella parte de Euduundal, Jinnie lo contemplaba a él. Sintió un impulso que le estaba costando mucho trabajo contener. El joven vital siempre le regañaba por ser tan impetuoso y por eso había logrado calmarse un poco. Pero en ese momento, un hormigueo recorría su cuerpo y su instinto de lobo le impulsaba a actuar de forma salvaje y descontrolada.

Tuvo miedo, mucho miedo, pero era ya indetenible el fuego que se encendía en su interior. Sabía que después tendría que atenerse a las consecuencias, que serían muchas y dolorosas, pero decidió dejarse arrastrar por el llamado del lobo.

Se acercó al joven vital y lo tomó por la cintura. En un arrebato de locura lo atrajó a su cuerpo y olfateó su cuello. Andy se estremeció. La nariz del lobito estaba fría al igual que sus manos; se encogió por las cosquillas que le producía aquella acción de Jinnie.

—¿Qué haces, lobo tonto?

—Lo-lo siento, Dydy, pero no puedo más. Es mi naturaleza.

Aquella frase de Jinnie le aterró y peleó para zafarse de su agarré. Recordó las miradas desorbitadas y los colmillos afilados de los lycans que jugaban con él en la jaula. Ellos le repetían que no podían contener su naturaleza, cada vez que las garras hacían heridas en su piel.

El lobo lo sostuvo con fuerza, haciendo caso omiso a su rechazo. Sus ojos de fuego perforaban el lívido rostro mortal. Andy no tenía escapatoria; se había librado de los horribles lobos de su encierro, y ahora ¿moriría en las manos de Jinnie?... Se resignó, al menos a este lobo lo apreciaba, así que sería una muerte menos dolorosa. Con un suspiro melancólico dejó escapar el aire retenido por el susto.Cerró los ojos y dejó de luchar.

Sus dientes chocaron de manera brusca contra la parte interior de su boca. La fuerte presión era casi asfixiante.

«¿Qué clase de mordedura es esta?», se preguntó, confundido, el joven mortal.

Se sentía suave, pero al mismo tiempo desagradable. Abrió los ojos y se dio cuenta que el lobito presionaba sus labios contra los de él. Entonces, se replanteó toda la situación. Jinnie no quería morderlo sino... ¿besarlo?

Lo empujó hacia atrás con fuerza y el lobo trastabilló.

—¿Qué intentas hacer? —lo confrontó.

—Lo-lo-lo lamento, yo...yo

Jinnie tartamudeó. Sus manos se frotaban la una contra la otra con un ciclo interminable de nerviosismo, y sus labios temblaban. El tono carmesí de sus mejillas, sus pupilas grises dilatadas y sus orejas puntiagudas de lobo, que siempre se asomaban en su cabeza cuando estaba muy nervioso; le daban un semblante muy atractivo. El joven mortal bajó la mirada y apretó los labios con una sonrisa tímida.

—Nunca lo he hecho, pero creo que..., deberías ser un poco más sutil —le dijo y volvió a apretar los labios para ocultar la sonrisa. Luego, levantó la mirada y sus ojos claros y risueños iluminaron las esperanzas de Jinnie.

—Eeeehh. lo-lo sé. Lo siento. Estoy nervioso... ¿Puedo..., puedo intentarlo de nuevo? —preguntó y sus manos volvieron a dar vueltas envolviéndose entre sí, con nerviosismo.

Con un casi imperceptible movimiento de cabeza, el joven vital asintió y el corazón de Jinnie dio un salto mortal. Andy ya se había preparado para que se lanzara sobre él, como el lobo feroz del cuento aquel de la niña de la capucha roja; pero de manera extraña, el joven Moon se paralizó. Sus ojos estaban sembrados en la tierra y sus manos ya no daban vueltas sino que habían caído, inertes, a los lados de su torso.

—¿Qué te pasa? Pensé que...

—¿Y si no te gusta? —le interrumpió Jinnie— Yo..., yo me sé la teoría, mi hermano me lo ha explicado muchas veces, pero... no es lo mismo... Estoy muy nervioso —le respondió, jadeando por la ansiedad.

Andy frunció los labios y los movió de un lado a otro mientras pensaba qué decirle al lobo para tranquilizarlo.

—Oye, bobo. Yo tampoco sé cómo se hace. Mi hermano no tuvo el tiempo de explicármelo —dijo con algo de tristeza al recordar a su hermano—; pero he visto algunas series románticas y tal..., podríamos imitarlos. Es claro que no será bueno, al principio.

—Tú crees que...

—¡¡Aaaaaah, ya bésense!! ¡Idiotas! —gritó una voz en lo alto del río.

Los jóvenes saltaron por el susto. Jinnie tomó a Andy y lo colocó detrás de él para protegerlo del intruso.

Del tronco grueso de uno de los árboles de la ribera del río, salió la alta y esbelta figura del renegado.

—¡Nunca en mi vida había visto una novela tan aburrida! Dicen que los jóvenes son apasionados, pero ustedes dos son unos babosos. ¿No es cierto, amado Hee? —dijo Siwon, dirigiéndose al árbol.

—¿¡Nos estaban espiando!? —dijo Jinnie, molesto— ¿Heechul está contigo?

—¡No! Yo no estoy aquí... Digo, soy sólo una ardilla ancestral —dijo otra voz.

Siwon sonrió, tomó del brazo al lobo blanco y de un jalón lo sacó de atrás del árbol. Heechul había dejado de ser platinado para convertirse en una granada muy roja.

—No te avergüence, mi amor, no hacíamos nada malo. Al contrario, estos dos deberían agradecernos que vimos su patético intento de romance. ¡Ven, mi principe, vamos a mostrarles cómo se hace! —dijo y abrió sus brazos hacia el platinado.

Heechul paseó sus ojos muy abiertos por la humanidad del descarado renegado

—¿Estás insinuando que...?

—No insinúo, afirmo. Estos jóvenes necesitan una clase magistral de dos expertos como nosotros. Hay que hacerlo..., por ellos.

El lobo blanco entornó la mirada.

—No se te ocurra acercarte a mí. Hueles a crino muerto y estás todo lleno de sangre de infectado —le dijo, con los dientes apretados.

—Eso no es problema. Me doy un chapuzón en el río y listo... ¡Mi amor..., ven aquí, no huyas! ¡¡Heechul!!

Y así como aparecieron, el lobo blanco y el vampiro renegado, desaparecieron de la vista de los dos jóvenes, que se quedaron en silencio y abochornados.

El rumor del río y el canto de los zorzales era lo único que se escuchaba entre ellos. El ánimo había descendido hasta casi congelarse, tal como la temperatura del ambiente que se colaba en la madrugada. Las miradas se esquivaban y las palabras quedaron atrapadas en las gargantas.

Cabizbajos, decidieron regresar a la montaña Niu y reunirse con los renegados que celebraban la victoria...

Eso es lo que hubiese hecho cualquier persona normal, pero estamos hablando de Jinnie, el lobezno más testarudo e impulsivo de la manada.

Con una mano capturó su cintura y lo atrajo de nuevo hacia sí. Deslizó su otra mano por las mejillas del vital y le sostuvo la cabeza con delicadeza. Sus pupilas grises y muy dilatadas ya no temían; estaban firmes y, decididas, contemplaban los ojos del otro. Bajó la mirada hacia sus labios y los dibujó con la yema del dedo pulgar. Andy se estremeció con ese gesto, fue una delicada antesala a lo que vendría. Jinnie ya no era el lobo feroz, sino un joven locamente enamorado. Acercó su rostro al de él y rozó sus labios, ahora de forma muy sutil.

Fue suave, tierno, un poco húmedo y muy dulce. A Andy le supo como a Butter Rose, la fruta que le recordaba su hogar. No estaba seguro de qué hacer, pero decidió relajarse y dejar que su cuerpo, la ternura y el amor marcaran el ritmo. Fue el mejor beso de novela que, lamentablemente, Siwon no llegó a ver.

♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡

El lobo blanco marcaba su paso dando zarpazos a cada rama que se le atravesaba. Necesitaba drenar su vergüenza. Cuando el renegado le avisó que los chicos habían salido de la montaña y se dirigían al afluente del río, solos; no pensó que fuera una mala idea seguirlos y preguntarles lo que estaba sucediendo, o protegerlos de algún posible infectado. Jamás se imaginó que terminaría detrás de un árbol espiando el primer beso de su primo.

—Oye, Hee, no te molestes. Ya te dije que lo que quería era ayudar a tu primo.

—Cállate.

—Escucha, detente un momento, déjame explicarte... Tu primo es un Moon, la reputación de tu clan estaba en juego.

Heechul se detuvo, curioso por la extraña justificación del vampiro, pero no volteó a mirarlo. Siwon aprovechó que había captado la atención de su príncipe y prosiguió.

—¿Te imaginas que ese vital vaya diciendo por ahí que los Moon no saben besar? Eso confirmaría la fama que ya tienen, de que son unos simplones y sin gracias.

Heechul levantó las cejas y volteó de forma brusca hasta quedar frente al renegado.

—¿¡Qué queé!? ¿¡Quién dice eso!?

—Eeehh,... por ahí se dice. Es que ustedes son tan poco dados a relacionarse con los otros seres, y ya sabes como son los chismes. El poder más grande de los inmortales está en su lengua. —El renegado observó el movimiento involuntario de la ceja de su amado y continuó—. Yo podría decir que no es cierto, peroooo... Solo fue una vez y estábamos ambos borrachos. El tiempo ha pasado y... Es algo que está difuso en mi mente y no estoy seguro de poder dar un testimonio fiel. Tú me entiendes.

El plato estaba servido, solo faltaba saber si el lobo vendría a comer.

Heechul dio tres grandes zancadas hasta llegar cerca del renegado, y de un zarpazo lo lanzó al piso. Con una mano, el albino se arrancó la camisa. La blancura de su piel relucía en medio de la oscuridad. Siwon no pudo reaccionar, en menos de un segundo el peso del lobo aprisionó su cuerpo contra la tierra húmeda y helada. No duró mucho el frío en su espalda, las manos expertas de su amado príncipe se encargaron de calentarlo rápidamente. Una vez más le había funcionado el truco, y ahora, el renegado se disponía a disfrutar de la desbordante y nada "simplona" pasión del platinado.

Siwon jadeaba, extasiado. Las manos delicadas del lobo paseaban por su torso, desnudándolo. Su nariz helada le olfateaba el cuello, sus labios carnosos y tiernos rozaban con ternura su piel; todo de Heechul le hacía sentirse arrebatado. Pero lo que más lo tenía impactado era la respuesta de su propio corazón. No era fácil que a un vampiro le latiera ese músculo que normalmente estaba inactivo; sin embargo, el suyo se agitaba con tanta furia que le dolía. Hasta esa madrugada, no tenía idea de cuánto le gustaba el lobo blanco. Siempre pensó que él sería el alfa de esa relación, pero en ese momento, lo único que deseaba era que su príncipe hiciera con él lo que quisiera. Y mucho más después de escuchar su voz, con un ronroneo jadeante, decirle al oído:

—Me gustas mucho, estúpido vampiro.

💜🖤💜🖤🖤💜💜🖤🖤💜🖤💜🖤💜🖤🖤💜💜🖤💜🖤🖤💜🖤🖤💜🖤

Ninguno de los dos podía respirar. Ambos se asfixiaban, pero por motivos diferentes. Al vampiro Dark, el dolor y la tristeza le oprimía el pecho. El lobo Moon, tenía la rabia y los deseos de venganza alojadas en sus pulmones.

Hye Sung intentó levantarse, pero las imágenes de su padre le llegaban confusas y lo aturdían. No podía, es más, no quería ni siquiera imaginarlo cometiendo semejante acto.¿Matar a la madre de Eric? Debía ser un error, un accidente o tener alguna justificación. Su padre siempre fue un hombre justo. Al menos así lo había visto toda su vida. Intentó levantarse una vez más; el peso del ambiente ya no era causado por el aura del zorro de nueve colas, sino por la maldad concentrada escupida por labios del viejo patriarca.

El rubio vampiro podía comprender la confusión y el odio de Eric. Su mundo se había hecho pedazos al ver que su vida era una mentira; descubrir que su madre murió por las manos de aquel que creía su mentor y que su propio padre le ocultó semejante verdad. Era evidente en su rostro contraído y en su cuerpo tembloroso el dolor que estaba sufriendo. Pero ¿por qué lo apartaba de su lado? No era justo que su amado lobo lo culpara por los errores de su padre. Errores de los que él tampoco había sido consciente hasta ese momento. No, no era justo.

Con eso en mente sus piernas tomaron fuerza e intentaron sostener el peso de su alma abatida. Se levantó por completo, pero Hye sintió que su cuerpo se sostenía en pie con una extraña fuerza que no era suya, era de alguien más, pero estaba tan aturdido que no pudo definirlo.

—¡Levántate! Eres un Dark y no tienes nada de qué avergonzarte. —Al escuchar su voz, Hye reconoció las manos que los sostenían: Dongwan.

El vampiro sexy hizo su entrada como siempre, con firmeza y altivez. Contempló la escena y lo que vio hizo que su sangre se encendiera rápidamente. Dos miembros del clan Dark, su padre y Hye, derrotados y avergonzados por un decrépito lycan.

—Momia asquerosa, ¿aún no te has ido al infierno? —espetó contra el patriarca.

—El maldito Dark que faltaba. ¿Viniste a que te diera tu parte del pastel? También te toca sufrir por la muerte de mi hija —respondió el patriarca con la misma altivez que mostraba el vampiro.

—Así que fuiste tú el que soltó la lengua. En ese caso te tengo una sugerencia, perro roñoso. Si vas a contar un chisme, cuéntalo como es. Para empezar tú ni siquiera estuviste ahí, así que eres una fuente muy poco creíble.

Hye Sung volteó la mirada hacia su primo. Sus ojos, abiertos y expectantes, albergaban la esperanza de que él pudiese aportar algo diferente a esa macabra historia. Pero al mismo tiempo, se preguntaba si realmente sabía algo o solo estaba ganando tiempo. Con Dongwan todo era incierto.

—¡¡Tú no tienes nada que decir!! Eres un Dark y de seguro mientes como todos los asquerosos vampiros. —Se adelantó el patriarca para descalificar cualquier cosa que Dongwan tuviera que decir.

—Tengo mucho qué decir, viejo recalcitrante y fangoso. De todos aquí yo fui el único que sí estuvo presente esa noche. —le respondió. Luego se dirigió a Eric— Y tú, estúpido Moon... —Se detuvo para admirar el fornido torso del lobo— ¿En qué momento te salieron tantos músculos? —dijo, sorprendido..

—¡Concéntrate, Dongwan! ¿Tienes, o no, algo qué decir? ¡Maldición! —le gritó Hye y se soltó del brazo del vampiro sexy.

—Eeehh, perdona, mi príncipe...¿Dónde me quedé? ¡Ah, sí!... ¡Tú, estúpido lobo! Dicen que eres el más inteligente de los Moon, pero resultaste el más idiota. ¡Te dejas engañar por cualquiera! —Le gritó a Eric y exhaló con fuerza.

Dongwan seguía dando vueltas en el mismo sitio. La verdad se ocultaba en lo profundo de su garganta sin querer salir. Sabía que Hye aún no estaba preparado para escuchar lo que tenía que decir. Su semblante desencajado y su ansiedad eran la prueba de lo mal que estaba con solo la mitad de la historia. Suspiró y continuó enredándose más en su retórica absurda.

—¡Este viejo decrépito te dice que eres su nieto, y tú ya le creíste!

—Hijo —intervino Go Yoon—, es la verdad. Hyugie es su nieto y tú mejor que nadie lo sabes. ¿A dónde quieres llegar?

Todos estaban angustiados y expectantes por lo que Dongwan tenía que decir. ¿En realidad tenía algo qué decir? Era la pregunta de los presentes.

—Sí, ya sé que es la verdad, pero el punto es que este idiota se cree todo. Le creyó al viejo sin siquiera dudarlo... Imagínate que hace tres siglos le jugué una broma y el estúpido cayó. Pensó que Hye estaba en la cama, engañándolo con aquel tipo, cuando en realidad era yo. Ya te digo, papá, ¡este lobo en bien imbécil!

Ni siquiera dentro de la tumba más profunda hubo nunca un silencio tan agobiante. Hasta los grillos y las ranas apagaron su canto ante las inoportunas palabras de Dongwan.

—¡Oooohh! Creo que no debí decir eso.

Los ojos de Hye Sung se sobresaltaron y por un instante sintió que una tonelada de osmio le había caído encima. Apenas pudo balbucear unas palabras.

—¿Qué tú... ¡qué!?

—Te aseguro que tengo una explicación para eso. —El vampiro sexy retrocedió unos pasos para alejarse del rubio. Sus manos se movían, negando nerviosas, frente a él—. Yo..., sabía que él era... El tío abuelo me convenció... No era bueno para ti, y...y... Ay, maldición.

Y la cabeza de Eric estalló.

—¡¡Maldito desgraciado!! ¡¡Te voy a desplumar!! —gritó. Su pelaje se volvió más espeso y sus garras se alargaron. De un salto se lanzó sobre el vampiro descarado.

Dongwan podía haberse desvanecido y huir del ataque de Moon. Pero en su interior sabía que merecía el castigo que el lobo le impusiera por su mentira de hace trescientos años. Trescientos veinte años, para ser más exactos. Le había hecho mucho daño a él y a Hye con ese engaño. Pero el dolor que causó aquella suplantación de identidad tenía una justificación y era impedir que la verdad, que ahora estaba a flor de piel, tuviera que ser expuesta. Tanto nadar para morir en la orilla.

El patriarca y Go Yoon se miraron las caras sin comprender lo que estaba sucediendo. Finalmente, el viejo lobo esbozó una sonrisa de triunfo. Dongwan Kim había cavado su propia tumba.

Ni un pelo de la negra cabellera del vampiro Kim, pudo Eric tocar. Sus garras quedaron suspendidas en el aire como si una fuerza invisible lo detuviera.Las venas de su rostro estaban brotadas, sus colmillos destilaban una baba espesa, su garganta emitía un gruñido aterrador y sus manos, extendidas, temblaban con toda la fuerza que hacía para intentar llegar al rostro del guapo y sexy vampiro, y destrozarlo.

—¿¡Qué hechizo estás usando, bruja!? ¿Por qué no puedo matarte? —rugió el lobo.

—Porque en el fondo me quieres, reconócelo —le respondió y sonrió, parpadeando de forma coqueta. Aunque Dongwan también estaba sorprendido de ver al lobo, con todo y sus tres metros de alto, paralizado frente a él.

—¡Maldito, ¿te burlas de mí?!

—Ahora que lo pienso..., creo que sí es un hechizo —reflexionó—, ¡y se llama Min Ho! ¿¡Escuchaste, momia decrépita!? —dijo Dongwan a viva voz para que el patriarca lo escuchara.

El viejo lycan retrocedió hasta pegar su espalda contra la pared. No podía ser posible, no sentía su aura. Pero pronto se dio cuenta que hace rato que no lo sentía. «¿Se ha escapado de la barrera? ¿Está libre? ¿Por qué no se ha manifestado?», pensaba mientras se cubría con su vieja y roída capa.

—Oye, pajarraco ¿Cuándo te vas a concentrar y hacer lo que te ordené? —La voz sexy y susurrante del dios zorro llenó los espacios vacíos de conversación.

El ambiente se volvió tenso y angustiante para alguno de los presentes. Podían escuchar la voz, pero no veían al ser de donde provenía. El sonido, como un murmullo fantasmal, parecía salir de las paredes como si fuese la propia caverna la que hablara.

—¿Me ordenaste? A mí nadie me ordena. Hago lo que me da la gana y cuando me da la gana. ¡¡Y no me llames pajarraco!! ¡Tú no tienes ese derecho! —le respondió con tono altivo.

—¿Min Ho? ¿Realmente eres tú? —preguntó Go, sorprendido.

—Cuánto tiempo, Go Yoon Kim. Hablaremos después, ahora tengo algo pendiente con el idiota de tu hijo.

—¡¡Oyeeeee!!

El patriarca tomó su bastón y lo empuñó como una espada. Luego, metió su mano enguantada en uno de los bolsillos del viejo traje y ahí la dejó, sosteniendo el polvo asesino listo para la defensa. Sí, había reservado algo de la Sessho-seki para defenderse de quien él consideraba el demonio.

Pero Min Ho intuía que Eric Drakensberg no había usado todo el polvo en aquella barrera. Algo más de la piedra asesina había guardado para un próximo encuentro. Sabía que el viejo no podía confiar ciegamente en que su nieto lo defendería, y mucho menos cuando se supiera la verdad. Por eso el zorro mantuvo oculta su aura y su imagen para que el lycan no pudiera percibirlo. Si no lo veía ni sabía dónde estaba, no podía usar el polvo.
La intención de nueve colas era permanecer de incógnito hasta que se revelara todo, pero el vampiro kim estaba tardando demasiado en cumplir su orden, y si algo no tenían los zorros era paciencia. Aunque él había esperado por milenios la oportunidad de poner las cosas en su lugar.

—Eric, hijo mio, ven con tu abuelo y deja a ese imbécil. Necesito que me protejas de este demonio de Min Ho —dijo el abuelo, revelando su verdadera intención.

—Alguien quiere explicarme qué está pasando, ¿Quién es Min Ho? —preguntó Hye, confundido.

Dongwan se movió hacia el rubio dejando a Eric paralizado en una forma grotesca, amenazando al aire.

—Qué maleducado soy, disculpa, mi príncipe —le dijo al rubio—, te lo presento. HyeSung, esa voz sexy que escuchas es Min Ho, el papá de mí.... De Minwoo —rectificó antes de volver a meter la pata.

—Quieres decir que Minwoo está... nuestro Minwoo.

—¡No! no, No lo digas ni en broma. Bueno, eso espero.

—¡Maldita sea! Suéltame, cobarde, seas quien seas. Enfréntate a mí de frente. ¡No te escondas! —La voz gutural y enfurecida de Eric rompió el ambiente protocolar de Dongwan.

—¡Cállate, cachorro, y siéntate! —ordenó Min Ho.

De inmediato, el cuerpo de Eric cambió de posición, incluso en contra de su voluntad, y se sentó en el piso como un cachorro de lobo.

El patriarca veía, con rabia, que el zorro dominaba el cuerpo de su nieto a voluntad. La esperanza de que fuese su Eric quien lo defendiera de la furia del demonio Min Ho, se desvanecía. El aura de aquel ser se percibía más fuerte que nunca.

«¿Cómo es posible? Él debería estar débil por el encierro?», mascullaba el viejo lobo para sus adentros. Miró a su alrededor buscando una salida, sabía que tenía que huir o el dios de la montaña Nok lo convertiría en polvo. Si podía mover su aura como brazos invisibles, nada le impedía que en cualquier momento lo atacara a él. En un acto de desesperación, el lycan optó por regar el resto de Sessho-seki a su alrededor y formar un círculo de protección, así el zorro no podría alcanzarlo.

Min Ho observó la desesperada acción del lycan y sonrió.

—¿Es aquí dónde quieres quedar sembrado, viejo lobo? —le dijo con sorna.

Un sutil resplandor, como cuando se acerca el amanecer, comenzó a notarse en el cielo de la caverna. El color dorado se abrió paso, tragando poco a poco a la oscuridad. Lo primero que vieron aparecer fueron las llamas ondulantes de las nueve colas, flotando en lo alto. Luego, el resto de él se manifestó ante el asombro de los presentes.

—Presumido —susurró Dongwan.

Con los ojos muy abiertos y, paralizados como estatuas, lobos y vampiros admiraron la colosal presentación. Muchas eran las preguntas que se hacían, especialmente sobre Minwoo ¿Qué había pasado con él? Sin embargo, la mirada lejana, fría, y la actitud hermética del zorro, le hacían perturbador e intimidante.

Aquellos rasgos, similares a los de su entrañable amigo, hicieron que Eric bajara la guardia. Sus garras se retrajeron y su cuerpo mostró un leve signo de relajación.

El patriarca se preocupó al ver que Jung Hyuk estaba cediendo en su ira.

—¡Eric! ¡Este demonio que ves ahí, mató a tu amigo y le robó su cuerpo! —le gritó.

No podía darse el lujo de perder el control sobre él. El germen de confusión que había instalado en su nieto debía seguir intacto en su cabeza. Sí funcionaba, como funcionó con su hija, pronto perdería la consciencia y sería un lobo endemoniado que él pudiera controlar completamente.

La respuesta en Moon fue inmediata. Un nuevo dolor perforó su cabeza y atravesó su corazón. Sus ojos se desorbitaron, aumentando la intensidad del amarillo fuego. En su estómago, la llama de la ira se avivó y escapó de él convertida en un rugido que estremeció a Hye Sung y a los Kim.

Si hubiese podido moverse, el lobo habría destrozado al zorro; pero el aura del nueve colas estaba firme sobre él, aplastando sus asesinas intenciones.

Impávido, el zorro descendió la mirada y sus pupilas naranjas se clavaron en las amatistas, que lo miraban con un aire afligido. Min Ho no tuvo que decir nada, Dongwan entendió que no podía demorar más su momento.

El vampiro sexy tomó una bocanada de aire y la soltó lento. Se sentó sobre una pequeña piedra cercana y cruzó las piernas, una sobre la otra, buscando una posición que le permitiera estar cómodo. Su rostro cambió de manera radical. La seriedad de sus facciones le hacía ver diferente, como si la tristeza y la pena que había ocultado por siglos, se hubiesen marcado en su cara de repente.

Con un movimiento de su mano, el vampiro Kim le pidió a Hye que se sentara. Pero éste se negó, estaba cansado de tanto teatro y decidió permanecer en pie. Sea lo que fuese lo que su primo tenía que decir no podía ser más terrible de lo que ya había vivido. El simple hecho de ver a Eric convertido en un odio visceral y salvaje, era suficiente como para abarcar todos los matices del dolor en su corazón. Nada de lo que dijera su primo podría borrar un pasado que cada vez se hacía más verdadero y mortalmente cercano. La brecha que sentía que había abierto Eric entre ellos, esta vez era más difícil de superar.

—Jung Hyuk... Jung Hyuk Moon —Dongwan dirigió sus primeras palabras al lobo que jadeaba de rabia frente a él—. Ese es tu nombre y es por el cual te voy a llamar en este momento. —Exhaló—. No sé qué clase de hechizo usó tu abuelo para activar los recuerdos que fueron borrados por Ji Sung Dark , hace seiscientos cuarenta y tres años; pero estoy seguro que no te dejó ver toda la verdad.

La solemnidad con la que hablaba el vampiro Kim sorprendió a todos los que le conocían.Y las pocas palabras que había dicho, le indicaron a los presentes que sí tenía algo importante qué aportar a la ya terrorífica historia. La pregunta que todos se hacían era si esa verdad de la que Dongwan hablaba, tendría la suficiente consistencia para modificar las consecuencias del daño que la mentira ya había hecho.

—La noche en la que murió tu madre —continuó Dongwan—, solo había tres personas en ese lugar. Todos los demás: Tu padre, mi tío Ji Sung y mi padre, llegaron después que ya había sucedido... ¿No lo recuerdas, Hyugie? Allí Solo estábamos tú, yo... y Son Ya Dark.

—¿Mi...? —Hye Sung no pudo terminar la pregunta. Un nudo se atoró en su garganta al tiempo que algo fuerte le apretó el pecho, obligándolo a contraerse.

—¿Son Ya? —El lobo Moon arrugó el entrecejos, desconcertado. Paseó sus pupilas de un lado a otro en un intento por recordar algo de lo que el vampiro le decía. Pero una punzada aguda se expandió de sien a sien, haciéndole apretar su cabeza con las palmas de las manos y rugir.

El zorro agudizó la mirada sobre el viejo lycan, la respuesta física de Eric era señal de que había desbloqueado y manipulado los recuerdos de su nieto.

Dongwan bajó la cabeza, solo había dicho unas cuantas palabras y el dolor ya estaba haciendo de las suyas. Pero no había vuelta atrás, debía continuar hasta el final.

💔💔💔💔💔💔💔💧💧💧💧💧💧💧💧💧💧💧💧💔💔💔💔💔💔💔💔💔💔💔💔

Hola, holaaaa. Feliz lunes. Espero que hayan tenido un lindo fin de semana.

Bueno, poco a poco comienzan a revelarse cositas.

Ya sabemos porque Hye Sung no recuerda haberle sido infiel a Eric, había un pajarraco en medio. ¿Se lo esperaban? jajajajaja.

Cuando esta historia termine creo que va a asar a Dongwan en la próxima barbacoa de los Moon, hahahahahahaha

Pero cuéntenme ¿qué les pareció ese encuentro entre el lobito y el joven vital?

¿Y los otros dos sinvergüenzas? El Siwon se salió con la suya, se ve que sabe manipular al lobo blanco. Aunque creo que el Heechul se deja manipular jajajaja.

¿Qué más tendrá que decir Dongwan? ¿Qué tendrá que ver en esta historia la madre de Hye Sung? Leo sus teorías.

NoTi Tas

Náyades. Son ninfas de los ríos, océanos o lagos.

Osmio. Es el metal más pesado del mundo

Zorzales. Son unos pájaros pequeños que cantan en las madrugadas.

Crino. Es como el cerdo.

Espero que lo hayan disfrutado, espero sus comentarios y nos leemos el próximo domingo, o lunes.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro