Capítulo 32. El Endemoniado Zorro de Nueve Colas.
Nota de advertencia ⚠️
Este capítulo tiene un formato distinto a los anteriores. Tiene idas y venidas entre escenas, porque las situaciones suceden al mismo tiempo. Son curvas peligrosas, espero que no se vayan a marear. Ja ja ja ja
Con algo de esfuerzo sorteó las grandes rocas que bloquearon el paso. El ambiente cargado de polvo y humedad, le agotaba; pero era el peso del intenso resplandor lo que le impedía usar sus poderes de teletransportación. Tuvo que caminar y escalar, un método lento, pero menos nocivo. El aura ardiente consumía el oxígeno de la caverna y le hacía jadear a cada paso. Con las manos limpió sus ojos del polvillo que volaba por los alrededores. Unos minutos después, el príncipe vampiro llegó, por fin, hasta el final de la parte izquierda de la cueva en donde había visto a Eric.
Se encontró primero con esta figura grotesca de sonrisa retorcida que, con actitud orgullosa, estaba un paso delante de su amado lobo. Supuso que era el patriarca.
—¿Eric, estás bien? —dijo, ignorando al viejo.
El lobo Moon no le respondió. Continuaba de pie, con la estructura humana a medio transformar y un pelo corto, oscuro, cubriéndole el rostro lobuno y todo su cuerpo. Su hocico mostraba encías sangrantes, de grandes colmillos que salieron por primera vez. Era una forma aterradora, típica de los lycans, pero que Hye Sung nunca antes había visto en él. Sin embargo, lo que más le preocupaba era su mirada vacía; oculta detrás de unas pupilas redondas, grandes y muy amarillas. Su semblante fruncido y el leve temblor en su cuerpo reflejaban un estado interior inestable, lleno de dolor y rabia.
—Lárgate, Dark. Mi nieto y yo no te queremos aquí —dijo con su voz infame, el patriarca.
—¿Nieto?¿Qué dices, viejo descarado? ¡Eric es un Moon! No tiene nada que ver con un sucio infectado como tú. ¿¡Qué mentira le has dicho!? —replicó Hye, molesto.
—¡Hye! —intervino Go Yoon, quien apareció a su lado y lo tomó por el brazo para resguardarlo—, salgamos de aquí. Lo que dice ese maldito viejo... es verdad, Eric es su nieto. Te lo explico después, estar aquí ahora es peligroso.
El patriarca observó al vampiro Kim y sonrió con sorna.
—Hazle caso a tu tío, jovencito. Él ha sufrido en carne propia todo lo que soy capaz de hacer, cuando se trata de recuperar a mi nieto.
Hye sacudió el brazo para apartar la mano del tío. Con los ojos entornados, desconfió de sus palabras.
—No sé qué demonios se traen todos con esa mentira, pero ¡no me voy a ir sin Eric! ¡No me importa lo que digan tú y ese viejo malnacido! —le dejó en claro a su tío. Luego, se dirigió de nuevo a su amado—. ¡Eric, reacciona! ¡Soy yo, Hye! No sé qué te hizo ese asqueroso lycan, pero debes reaccionar. ¡Mírame! —le gritó, desesperado.
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Dongwan apareció a medio camino y se detuvo casi sin aire. A medida que se acercaba a la luz sus poderes se limitaban. Jadeando, se sostuvo de Jinnie a quien parecía no afectar tanto el aura incandescente del zorro. Tal vez los lobos eran más resistentes a su influencia por ser de la misma especie. Se repuso y continuaron hacia el final del otro lado de la cueva en la búsqueda de Minwoo y Andy. Sin embargo, el vampiro sexy se sentía angustiado por haber dejado a Hye a merced del patriarca... y... su nieto.
El resplandor era cada vez más intenso y caliente. Sus ojos estaban casi cegados por la luz y el aura les cortaba la respiración.
—¡Maldito demonio con colas! ¡Nos estás retrasando! ¿No ves que tengo prisa por encontrar a los chicos?... Debo regresar con Hye. Él me necesita —reclamó Dongwan, hablando hacia la nada.
Jinnie lo observó de reojo, supuso que de nuevo el vampiro loco estaba con sus desvaríos. De repente, algo detuvo sus pasos. Una fuerza invisible no lo dejaba seguir adelante.
—¿Qué es esto que no nos deja pasar? —preguntó Jinnie—. ¿Y por qué me siento mareado?
El vampiro sexy miró alrededor. Él también notó una alteración en su energía.
—Debe ser alguna especie de barrera. —Se agachó para examinar el área. Luego, se levantó de prisa y jaló a Jinnie hacia atrás—. ¡Aléjate! Ese polvo en el piso es Sessho-seki, atrapará tu energía inmortal y te secará —le comentó—. Pensé que esa roca se había desintegrado —dijo para sí mismo.
—Pero, entonces, ¿no podemos continuar? ¿Cómo encontraremos a Andy y a Min?
—Deben estar detrás de esa barrera.
—¿Aquí mismo? ¿Eso crees? —Jinnie no lo pensó dos veces—. ¡Andy! ¡Andy! ¿Estás ahí? ¡¡Soy yo, Jinnie!! —gritó a todo pulmón.
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El lobo Moon parpadeó tres veces mostrando por fin una reacción. Sus ojos comenzaron a encenderse, como si de repente hubiesen regresado a la vida. Lentamente movió la cabeza y dirigió las pupilas amarillas hacia el rubio. Su mirada eran puñales de fuego que castigaban con desprecio, a aquel que lo observaba con angustia.
—¡Lárgate, Dark! ¡Y adviértele a tu padre, el maldito Ji Sung, que voy ir por él! —El rugido grueso y desafiante del lobo conmocionó las paredes, y las hizo desprender pequeñas piedras que parecían lágrimas petrificadas; duras, como las palabras que salieron de aquel hocico de dientes afilados.
El patriarca elevó la comisuras de sus labios y esbozó una sonrisa que achicó sus viejos y cansados ojos. No podía estar más complacido y orgulloso de su nieto.
—¿¡Qué diablos te pasa, Eric!? ¿Por qué mencionas a mi padre? ¿Ahora eres aliado de este viejo desgraciado? ¿¡Qué te hizo!? ¿Te hechizó? ¡Reacciona, por favor! ¡Tú no eres esto!
—¡Cállate! ¡Esto es lo que soy! Y es mejor que te largues de una vez, ¡o voy a arrancarte el corazón! —respondió el lobo y levantó la peluda mano amenazando con sus garras curvas y afiladas.
—¡Ya lo estás haciendo, maldito estúpido! Ya estás arrancando mi corazón con tus necedades. ¡Por favor, reacciona! No te dejes manipular por este viejo que no es nada tuyo. ¡¡Tú eres un Moon!! El Moon más fuerte de la manada... Y eres... ¡Eres mi amor!
La voz de Hye se quebró y hasta sus piernas flaquearon. No podía entender qué estaba pasando con Eric. Por qué actuaba de pronto como si lo odiara.
En el pasado había luchado contra el desprecio del lobo, cuando él pensaba que le había sido infiel, sin embargo, siempre sintió su amor detrás de ese aparente desprecio. Pero ahora, lo que sentía era diferente: su mirada no era la de él, su voz no le pertenecía, ni siquiera ese cuerpo; que tantas veces acarició y amó, era el mismo. ¿Dónde estaba el amor que recién habían recuperado? ¿Perdería de nuevo a su Eric? La mente de Hye fue atrapada con pensamientos que lo aturdía.
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—¡Jinnie! ¡Lobo tonto! No grites, estamos aquí mismo. El señor zorro tuvo que cubrir sus orejas por tus gritos, y te aseguro que no querrás enfurecerlo. —Fue la respuesta que se escuchó desde detrás de la barrera resplandeciente.
El lobito exhaló con alivio. Si su Andy tenía ánimo de regañarlo, significaba que estaba bien.
«¿Señor zorro?», pensó Dongwan—. Eso no es nada bueno —se dijo luego, y arrugó el entrecejos. Sin acercarse mucho a la barrera interrogó a Andy—. Oye, chico, ¿Minwoo está contigo? ¿Puedes salir de ahí?
Hubo un silencio de casi quince segundos.
—¿Andy? —insistió Dongwan.
—Eeeh. No sé si pueda atravesar esa barrera... y mi hermano..., tampoco sé si está aquí —respondió con un tono de angustiosa confusión.
—¡Maldición, mocoso! ¿Cómo que no sabes? ¿¡Está o no!? ¡Habla claro! —El vampiro se desesperó ante las desconcertantes palabras de Andy.
En respuesta a la molesta exigencia de Dongwan, la intensidad de la luz comenzó a disminuir dejando ver, poco a poco, lo que había detrás de la barrera. Al cabo de diez o veinte segundos el panorama se aclaró y la temperatura del ambiente descendió. Incluso, tanto el vampiro como el joven lobo pudieron respirar mejor.
Andy saludó a Jinnie, agitando sus manos alegremente. Nunca se imaginó que estaría tan feliz de ver el rostro bobalicón de su lobito. Jinnie, por su parte, se sobresaltó al verlo. Su amado mortal lucía ojeroso, sucio, con sangre seca pegada al cuerpo; pero con una espléndida sonrisa que borraba todo el terror vivido en las últimas horas. Las lágrimas corrieron por su mejillas lobunas.
Dongwan retrocedió y trastabilló con sus propios pasos. Gracias a sus buenos reflejos no fue a dar al piso. Sus amatistas, que se elevaron a una altura de casi cuatro metros, observaban con temor a la figura que acompañaba a Andy. Entendió el porqué el joven vital no pudo decir si estaba o no con su hermano.
Su cuerpo mantenía la forma humana, pero estaba cubierto con un fino pelaje dorado con puntas rojizas. Dos orejas puntiagudas sobresalían en lo alto de su cabeza, y un hocico pequeño desvirtuaba un poco su rostro humanoide. Ciertos rasgos se parecían a los de Minwoo, pero sus ojos, agudos y ladinos, mostraban unas pupilas elípticas que resaltaban como luceros brillantes y anaranjados.
Sin duda lo que más le impresionó fueron las colas; no tuvo el descaro de contarlas, pero supuso que eran nueve. Ya no se veían brumosas y distorsionadas, sino muy reales, claras, nítidas, suaves y sedosas. Todas se movían al mismo tiempo como si fuesen una gran llama ardiente, que hipnotizaba los ojos violetas del vampiro. Aquel ser era realmente imponente, y atemorizante, como un dios... o un demonio.
Jinnie también dio dos pasos atrás cuando sus ojos dejaron de ver a Andy y se concentraron en el ser que lo acompañaba.
—¿E-ese es Minwoo? —le preguntó a Dongwan.
El vampiro sexy sacudió la cabeza para salir de hechizo indecente de la colas.
—No estoy seguro. Solo sé que eso es parte de su ropa —respondió, señalando los jirones de la camisa azul que colgaban de los musculosos hombros del zorro.
El silencio los arropó por varios segundos. Dongwan inhaló y exhaló profundo para tomar valor y dirigirse al zorro.
—¡Oye, enano!... Eeessssh, supongo que ya no te puedo llamar así —dijo, intentando recuperar su tono irónico—. Oye, Minwoo, sí eres tú, ¿verdad?... ¿Por qué te estás haciendo el interesante? ¿Quieres impresionarme?
Andy y Jinnie se miraron las caras, y elevaron las cejas al ver los intentos fallidos de Dongwan por mantenerse digno ante la tensa situación. Pero pese a su intención de establecer alguna comunicación, el vampiro no obtuvo respuesta.
—¡Heyy!, ten la decencia de al menos responder... ¿No me reconoces? Soy tu pajarraco, ¿recuerdas?
Se sintió estúpido al soltar esa última frase, pero intentaba provocarlo para saber si era Minwoo, o si al menos estaba consciente dentro de ese cuerpo. Le preocupaba la posibilidad de que su padre hubiese consumido por completo su energía. A pesar de sus esfuerzos, el gran zorro ni lo determinó, su mirada ladina estaba atenta hacia el otro lado de la cueva. Sus orejas hacían un sutil movimiento, como si con sus finos oídos estuviera escuchando lo que sucedía más allá.
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—¡Eres mi amor! —repitió más fuerte el rubio vampiro. No dejaría que Eric huyera de nuevo de él.
—¡¡Te dije que te callaras!! —Gruñó el lobo Moon.
El zarpazo impactó en el rostro de Hye y lo lanzó varios metros hacia la entrada. El príncipe vampiro fue incapaz de reaccionar al ataque de Eric. Su cuerpo, inerte, se desplazó por el aire completamente estupefacto, y casi se da contra una de las paredes. Por fortuna, su tío lo atajó antes de que se golpeara.
Eric lo siguió hasta el lugar en el que cayó y en cuestión de segundos estaba parado de nuevo frente a Hye Sung; que permanecía en brazos de su tío, con el rostro sangrante por el golpe y los ojos desorbitados, incrédulos, sin poder comprender lo que sucedía.
El lobo apretó las manos y las garras perforaron sus palmas, destilando espesa sangre. La mirada agresiva y extraviada, y su boca jadeante, con restos de baba blanquecina, mostraban los signos de un animal infectado con rabia.
—¿Soy tu amor? —Eric mostró los dientes con una sonrisa irónica—. ¡Tú eres mi odio! Tú y toda tu familia son los malditos que ha acabado con mi sangre —dijo y levantó la mano para asestar un nuevo golpe.
—¡Déjalo ya, Moon! No sé que te ha dicho este viejo nefasto, pero de seguro no es toda la verdad. —Go Yoon se interpuso entre ellos para proteger a Hye.
Eric dirigió su visión enceguecida hacia el vampiro Kim. Flashes con imágenes distorsionadas bombardearon su mente aturdida; pero hubo un punto en el que lo vio con claridad. Lo tomó del cuello y lo arrastró hasta una de las piedras que bloqueaban la entrada, golpeando su espalda contra ella.
—Lo que él me dijo solo me hizo recordar lo que todos quisieron ocultarme. Y tú, maldito Kim, también estuviste ahí —dijo y apretó sus manos haciendo traquear el cuello del vampiro.
Hye Sung reaccionó. Su sangre vampírica hirvió, cubriendo el dorado de sus pupilas con un rojo intenso. Sus uñas, largas y negras de veneno, afloraron al igual que sus colmillos afilados. Sin el peso del aura del zorro, voló hasta Eric y le asestó un golpe antes de que éste acabara con la vida de su tío.
—¡Aunque tenga que envenenarte, te haré despertar de ese maldito hechizo, imbécil! —Le gritó.
El lobo, sorprendido por el golpe, trastabilló. Soltó a Kim cuando notó en su brazo una herida profunda que comenzaba a oscurecerse por efecto del veneno.
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—Yo tampoco he logrado que me responda. —dijo Andy—. Desde que estalló el saco en el que lo trajeron, ha estado ahí, de pie en el mismo lugar, con la mirada perdida en la profundidad de la cueva. Solo sé que el hombre ese, al que le dicen patriarca, lo llamó Min Ho.
—¿Min Ho? Se habrá equivocado y quiso decir Min Woo —señaló Jinnie.
—No, no. Parece que Min Ho es el verdadero papá de mi hermano. Un demonio ancestral que estaba dormido en el cuerpo de Minwoo. ¿Puedes creerlo, Jinnie? —dijo el vital, con un tono de voz que mostraba su emoción, luego agregó—. Ese lycan horrible también dijo, que en lo que se despertara el zorro me iba a comer para poder salir de la barrera, pero hasta ahora no ha hecho nada. Ningún movimiento.
—¿Un demonio?¿Qué te va a comer? —repitió Jinnie, elevando las cejas con preocupación.
Dongwan recordó a Minwoo cuando estaba frente al nosferatu, en el bosque. Dijo que tenía mucha hambre y su actitud era despiadada. No se comió al infectado aquella vez porque él lo detuvo. Entonces, si el que estaba ahí era el demonio Min Ho, ¿por qué no se comió a Andy? Con la sangre del vital dándole energía hubiese podido destruir la barrera. A menos que Minwoo lo estuviera deteniendo. Era posible que el enano musculoso estuviera conteniendo la furia y el hambre de su padre.
Los pensamientos de Dongwan fueron interrumpidos por el repentino movimiento del zorro. Éste giró su cuerpo hasta quedar de frente a Andy. Lo detalló por tres segundos y sus ojos brillaron como llamas que acababan de ser avivadas.
—Creo que no debí recordarle eso —dijo Andy, con la voz entrecortada. Se llenó de temor al ver la mirada fría en los ojos de aquel ser—. No va a comerme, ¿verdad, señor zorro?... Yo, yo, yo soy el hermano de su hijo. Sé que suena raro, pero es así, al menos eso creo. Yo...
—Es tiempo de que salga de aquí —le interrumpió. La voz del zorro se escuchó como un rumor metálico. Como cuando el demonio te susurra en el oído que vas a morir.
Andy retrocedió y sus manos comenzaron a temblar. En el tiempo que estuvo encerrado en la jaula, nunca sintió tanto terror como en ese momento. Aquel ser no solo era de un tamaño imponente, sino que tenía un aura poderosa, capaz de aplastar a cualquiera. Jinnie quiso cruzar la barrera para proteger a su novio, pero Dongwan se lo impidió abrazándolo por la espalda.
—¡Déjame ir, se va a comer a Andy! —Jinnie se sacudía con fuerza para liberarse del vampiro.
—¡Cálmate! No seas estúpido. Si atraviesas esa barrera quedarás seco antes de que puedas siquiera tocar al zorro. Escúchame bobo, piensa un poco. Si no se lo ha comido hasta ahora, es porque no va a hacerlo. Debe necesitar a Andy para algo —le explicó Dongwan.
Jinnie dejó de patalear, y aún con el corazón en la boca, observó con ojos agudos y mucha atención los movimientos del zorro.
El endemoniado nueve colas bajó la intensidad de su mirada, pero mantuvo sus pupilas naranja fijas sobre el joven vital. Cuando vio que el chico había dejado de temblar, desvió la vista y la dirigió hacia el círculo de polvo oscuro trazado en el piso. Luego, regresó la mirada hacia él.
Andy quedó pensativo, observando el círculo de polvo por unos segundos, hasta que comprendió lo que el zorro quería.
—¡Aaah! Entiendo. ¿Por qué no lo dijo antes? ¡Me pegó un gran susto!... ¿Usted cree que yo pueda hacerlo?
—Eres un mortal virgen. No te afectará.
Andy se sonrojó con sus palabras, pero luego, elevó los pulgares en señal de estar de acuerdo. Miró a su alrededor hasta que consiguió varias plumas de lizzy, unió algunas y formó un pequeño saco. Luego se acercó a la barrera y se agachó. El zorro lo contempló y esbozó una sonrisa de medio lado, se sintió complacido al ver la inteligencia del joven mortal.
Con las plumas sueltas del ave milenaria barrió todo el polvo de Sessho-seki que había en el piso y lo introdujo dentro del saco. El zorro extendió su mano y comprobó que la barrera que lo contenía había desaparecido. La peor pesadilla del viejo patriarca se había hecho realidad.
Dongwan soltó a Jinnie. Éste corrió al encuentro con Andy y lo abrazó con fuerza.
—Ten cuidado, Jinnie, casi me haces regar de nuevo el polvo.
—Cachorro. —El zorro se dirigió a Jinnie— Llévate al mortal y busca un afluente del mar. Dispersen a Sessho-Seki en el agua. Y no vuelvan a entrar a este lugar. Esta pelea no es de ustedes.
—Pero..., mi hermano —dijo Jinnie.
—¡Que salgas de aquí te dije! Tu hermano tendrá que librar esta batalla solo.
—Yo tampoco quiero irme. ¡Quiero a mi hermano de vuelta! —dijo Andy, cruzando los brazos sobre su pecho, en franca rebeldía.
—Creo que terminaré comiéndome a un joven virgen después de todo. Son una delicia ¿Quieres ser mi primera comida en milenios? —dijo el zorro.
El lobito y el joven vital no tuvieron más remedio que correr. Los ojos del demonio zorro se encendieron como lámparas de fuego.
—Eishh... Se me hizo agua la boca. ¿Sabes que es inmoral hablar así a los jóvenes? Te podrían meter preso —bromeó Dongwan; pero el zorro no captó su doble sentido. Regresó la mirada al fondo de la cueva.
El vampiro podía haberse ido, pero todavía no sabía nada de Minwoo. Intentó reanudar la conversación por otro lado.
—Claro que, tú ya has estado preso, así que no creo que te importe... Dime algo, ¿por qué sí sabías que Andy podía quitar la barrera, no se lo pediste antes?
—Antes no era el momento.
—¿Y ahora sí lo es?, ¿por qué? ¿Qué planeas hacer?
—Pagar una deuda y cobrar otra.
—Eres de pocas palabras, ¿cierto?
Dongwan contempló al zorro y, sin darse cuenta, una tímida sonrisa se dibujó en su rostro. Sentía que en algún lugar de aquel cuerpo alto, mucho más musculoso y de nueve colas ondeantes, estaba su enano oculto.
—Pajarraco —le llamó el zorro y por primera vez cruzó su mirada con la del vampiro. Dongwan pestañeó varias veces, sorprendido. El corazón le saltó y sus amatistas brillaron emocionados—. ¿Era así como él te llamaba? —le preguntó el nueve colas, sin mostrar ninguna expresión en el rostro.
—¿Me... llamaba? ¿Él te lo dijo?
—¡Tú lo dijiste! Hace un momento.
Le duró poco la emoción. La sonrisa se borró de los labios del vampiro sexy. Las palabras del zorro lo confundían. No podía descifrar si Minwoo estaba, o no, vivo dentro de él.
—Hazme un favor, vampiro —continuó el zorro—. Deja de perder el tiempo mirando mi trasero y ve a hacer lo que tienes que hacer —dijo, regresando la mirada hacia el otro lado de la cueva.
—Yo no estaba viendo tu trasero, es solo que...
—¡Lárgate ya!
—¡Ya voy! ¡Diablos! ¡Eres tan antipático como tu hijo!... Al menos dime qué piensas hacer.
—Ya te lo dije, voy a pagar una deuda. So Ji Moon salvó la vida de mi hijo y lo protegió hasta ahora; voy a hacer lo mismo... Y tú deber es proteger al hijo de Dark, así que ve a cumplir con tu parte.
—¡Ssshiii! Como el demonio que eres lo sabes todo, ¿cierto?
—No soy un demonio. Soy una deidad, el protector de la montaña mágica Nok y de todo el territorio Pog Landu. Pero si te metes conmigo, usaré mi lado oscuro.
Hasta ese momento Dongwan pensaba que Minwoo había protegido a su hermano del demonio; pero ahora entendía que había sido la propia deidad la que protegió al alma inocente, pura y noble de Andy. Entonces, ¿dónde estaba Minwoo?
—Dijiste que también ibas a cobrar una deuda, ¿hablas del patriarca?
—Él y Christian Dark, tu tío abuelo, fastidiaron mi lado oscuro.
—Mi qué... No, no. Estás equivocado, yo no tengo nada que ver con ese vampiro decadente.
El zorro volteó la mirada hacia el vampiro sexy y hundió el naranja profundo en sus amatistas.
—¿Quieres que te recuerde todo lo que has hecho para ayudar a Lord Dark? —dijo con una voz susurrante.
—Maldición. ¿En serio lo sabes todo?
—Ya te dije que soy un dios. Así que ve a pagar tu deuda, y cuéntales la verdad al hijo Dark y al hijo Moon.
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El viejo patriarca se dio cuenta que el aura del zorro había disminuido. Algo estaba pasando del otro lado de la cueva, pero no podía separarse de su nieto en ese momento. Si Eric seguía escuchando al príncipe vampiro, éste podría influir en él y eso acabaría con sus planes. No podía permitir que su nieto siguiera perdiendo el tiempo con los Dark, tenía que anularlos, así que decidió acelerar las cosas.
—Escucha, vampiro. Será mejor que te rindas o pagarás tú, en lugar de tu padre, el sufrimiento de mi hija —le gritó el viejo, con el firme propósito de desestabilizar emocionalmente al rubio también.
Hye no desvió la mirada de Eric. Siguió fijo en sus movimientos, pero se dio cuenta que las palabras del viejo hicieron que el lobo rechinara los dientes.
—¿De qué hija hablas? ¿Qué tiene que ver mi padre con tu hija, viejo maldito y mentiroso?
Eric volvió a apretar las manos y a rechinar los dientes.
—Su hija era mi madre... ¡y tú padre la mató! —escupió en la cara de Hye.
Todo el frío de la caverna se concentró y golpeó el pecho de Hye Sung con furia. Pero en lugar de congelarse, la sangre vampírica le explotó en la cabeza. Nadie se lo esperaba. Como una sombra oscura y tenebrosa se desplazó por el lugar y, en cuestión de segundos, el cuello del patriarca se tensó bajo las garras del rubio.
—¡Cómo te atreves a difamar a mi padre con semejante mentira! —dijo, con los colmillos tensos y sedientos de venganza—. Pudiste engañar a este tonto para te creyera, pero yo no soy tan débil.
Eric intentó defender a su abuelo, pero Hye le amenazó con arrancarle la garganta al viejo, si se movía. Sabía que él era la causa de la locura de su amado y estaba dispuesto a matarlo si era necesario para recuperar a su lobo.
—Aunque lo mates a él eso no cambiará nada ¡Tú padre mató a mi madre!... y So Ji Moon..., ese maldito que dice ser mi padre, fue su cómplice. ¡¡Los dos van a pagar por lo que le hicieron!! —le dijo con los colmillos salivantes.
El príncipe vampiro abrió los ojos y la boca con estupor.
—¿Te estás oyendo, Moon? ¿Qué es lo que estás diciendo? ¡Es mentira! ¿No te das cuenta? —le insistió Hye.
Pero el viejo patriarca tenía un As bajo la manga.
—Si crees que miento, pregúntale a tu tío. Él lo vio todo —dijo con el hilo de voz que le permitía el fuerte agarre del rubio.
Hye jadeó con fuerza. Sus pulmones se contrajeron y su boca se secó sin ser capaz de emitir sonido alguno. La duda se coló por algún ventrículo llenando de temor su corazón. Con las pupilas dilatadas volteó la mirada hacia su tío Kim, en busca de respuesta.
Go Yoon exhaló. Con el rostro compungido bajó la mirada sin pronunciar palabra. El peso de la verdad había caído, finalmente, sobre él.
La respuesta silente de su tío le dolió más que el golpe de Eric. Sus manos comenzaron a temblar incontrolables y aflojó la presión sobre el viejo. El patriarca no dudó en zafarse y ocultarse detrás de su nieto mientras disfrutaba de ver cómo Hye se debilitaba y caía en el piso desconsolado.
—No... ¡No!... ¡¡¡No!!!
El grito de Hye Sung atravesó la cueva de lado a lado, colgándose de la paredes. Eric jadeaba copiosamente y se contorsionaba como si sus propias palabras, cargadas de odio, le hubieran envenenado la garganta al salir.
El Patriarca se asomó por encima del hombro de su nieto. El brillo de su único ojo bueno acompañó a la sonrisa maquiavélica, llenando de maldad todo el lugar.
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La voz de Hye Sung fue golpeando en las paredes hasta llegar a los oídos de Dongwan.
—Maldición —masculló.
Atribulado, el vampiro sexy cubrió su rostro con las manos y exhaló. Sabía bien lo que significaba aquel grito. La verdad, tal como un felino hambriento al acecho, le había saltado encima a su sol.
No sabía si la verdad se había mostrado completa o solo parte de ella, pero su príncipe se oía devastado. Tampoco sabía de labios de quién, había llegado esa verdad a los tiernos oídos rubios. Si fueron labios amorosos o llenos de odio.
Era igual, nada podía endulzar el dolor de la muerte y menos cuando llega con violencia. Y es que un inmortal no conoce otro tipo de muerte; o llega violenta o no llega nunca. Pero ser despojados de alguien querido a manos de otro ser querido, eso no tiene sentido.
Cómo pretendía ahora el zorro malvado, que él contara todo lo que sabía sin adornos, sin dosificación; siendo sólo un narrador de hechos, sin opinión ni puntos de vista. No, eso no era posible, porque aquello también le había afectado a él, al punto en que se convirtió en la razón de su conducta sobreprotectora, errática y obsesiva. También era la excusa de sus odios, manipulaciones y acciones malintencionadas. Todo lo bueno o malo que él había sido, tenía base en ese único hecho, de esa única noche que quebró la vida de todos.
Dongwan aún no estaba convencido que enterrar más la daga que había abierto una herida, hace casi setecientos años, fuera la solución. Porque sus palabras, aunque hablaran verdad, profundizarían más esa herida. Sin embargo, el dios zorro insistía en que era lo único que podía salvarlos. Conociendo la verdad íntegra podían tomar sus propias decisiones sin manipulación de terceros.
Después de meditarlo un poco, accedió a complacer al zorro. Al menos le quedaba la esperanza de que le devolviera a Minwoo, si hacía lo que le decía.
—Ok, ok. Voy a terminar de soltar la bomba, pero, si quedo vivo, tú y yo vamos a ajustar cuentas —le dijo tratando de negociar—. Tendrás que devolverme al enano..., digo, a tu hijo sano y salvo.
—Olvídate de él. No volverás a verlo. —Fue la respuesta cortante del dios zorro.
Dongwan elevó las cejas. ¿Cómo que no había trato? Buscó en la expresión del zorro una explicación a sus palabras, pero el nueve colas ya ni lo miraba. Sus ojos estaban fijos en el fondo de la cueva, atento a lo que sucedía del otro lado.
—¿Qué quieres decir con eso? ¿¡Dónde está Minwoo!? ¿¡Qué hiciste con él!? —le increpó. Su voz temblaba, no estaba seguro de querer saber la respuesta.
El zorro descendió la mirada hasta cruzarla con los expectantes ojos amatistas. El semblante serio y las frías pupilas anaranjadas hicieron estremecer el alma de Wannie.
—Tu corazón no le pertenece a él, así que no reclames lo que no es tuyo.
Dongwan jadeó y bajó la mirada de inmediato. Cabizbajo, dio media vuelta y desapareció en lo profundo de la cueva.
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Hola, holaaa. Feliz domingo. Hoy sí estamos a tiempo en la cita con nuestros chicos.
Antes que nada, quiero disculparme por la imagen que encabeza el capítulo. No soy buena en eso de montaje y cosas. Hice lo mejor que pude je je je.
Bueno, ahora sí, cuéntenme qué les pareció.
Se marearon con las idas y venidas jejejeje.
Espero que lo haya disfrutado.
Ya tenemos algo más de información, pero aún Dongwan se guarda algo bajo la manga ¿Qué será? ¿Alguna teoría? ¿Qué les pareció Min Ho, el zorro de nueve colas?
Espero sus comentarios y nos leemos el próximo domingo, con el favor del dios zorro je, je
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