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Capítulo 26. ¿Líder? ¿Sí lo soy?




Las garras de sus patas traseras levantaban la tierra en su trote. Su largo pelaje ondeaba uniforme por el movimiento de su cuerpo al correr. Sus pupilas grises le habían dado paso al amarillo brillante y con una mirada aguda pretedía atravesar la incertidumbre que le mostraba el bosque. Jadeos entrecortados salían de su hocico, emitiendo un vaho denso en cada exhalación. A pesar de que el sol ya se había levantado e intentaba abrirse paso con sus haces dorados, los altos y frondosos árboles hacían que el bosque se mantuviera oscuro y helado.

Estaba a tope. Había recorrido kilómetros de bosque y aún no percibía nada. ¿Qué clase de poder estaba usando su amigo para desaparecer de esa forma? Ni siquiera podía percibir el olor a desesperación y miedo que él debía tener por la circunstancia. ¿Acaso eso era parte del poder del zorro ancestral para ocultarse de sus enemigos?

Eric se detuvo en un claro para descansar y revisar sus opciones. Debía estar a mitad de camino; por suerte, el olor de los infectados comenzaba a tener mayor presencia y eso lo conduciría hasta su guarida. Esos desgraciados usaban la penumbra del bosque para escapar de la zona obligada, y andar a sus anchas sin ser notados.

Su cuerpo regresó a su estado humano. Pensó en llamar a su padre para ponerlo sobre aviso de la situación. Estaba claro que los líderes desconocían los movimientos delictivos de los biyangsimjo en la zona. Todavía no entendía cómo siendo un grupo tan débil en fuerza y poder, se habían atrevido a secuestrar a un miembro de su manada y obligarlo a él a hacer un intercambio. ¿Qué pretendían conseguir? ¿Retenerlo y exigirle a su padre alguna clase de beneficio?

Lo pensó mejor, no debía molestar al alfa con esa tontería. Él había sido asignado como líder de la misión y era el responsable de su equipo. Debía estar a la altura de la situación y resolverla sin la intervención de los lores. No debía fallar, acabaría con esos desgraciados en menos de media hora.

Si la intención de los infectados era negociar alguna clase de beneficios con su padre, habían usado una estrategia muy mal planeada. Los líderes jamás accedería a nada bajo presión y él no era un lobo de pecho. Era el heredero del clan y el futuro líder de la manada Moon

—¿Líder de la manada Moon?—se repitió en interrogación  y exhaló con pesadez.

Aquel título estaba lejano todavía, pero lo sentía muy grande y pesado sobre sus hombros. Su padre y los miembros ancianos del consejo de los lobos se habían esforzado por convertirlo en un alfa fuerte, tanto física como mentalmente,... pero él no se sentía así. Se percibía débil y sin control, a pesar del entrenamiento constante al que se sometía, y que mantenía una dura disciplina acatando sin chistar las órdenes de su alfa y las leyes de la manada.

Jadeó con el peso de la decepción en sus pulmones. "Su alfa". Por alguna razón, pensaba que él no estaba a la altura de las expectativas de su padre. Al menos no después de aquel terrible episodio que vivió en la montaña de sus ancestros, cien años atrás.

Había sufrido la más terrible de las decepciones con Hye Sung y el dolor anidaba en su piel. Su mente no paraba de repetir aquellas imágenes que le habían golpeado el alma y la rabia por los celos le devoraba el corazón. Fue entonces que decidió irse de retiro a las montañas ancestrales. Deseaba olvidarlo todo; olvidar que existía algo que alguna vez llamó amor, olvidar que había sido un imbécil enamorado, incluso deseaba olvidar que había nacido...

Y lo logró. En plena meditación de luna llena, rodeado de los chamanes y maestros lobos, se perdió por primera vez. No supo nada de él hasta que se vio encadenado en medio de un círculo de fuego. Sus garras y colmillos estaban expuestos y de su boca salía una espesa baba blanca. Se había transformado en un lobo salvaje y sin control. Recordaba cómo la furia le quemaba la piel, el odio que sentía contra el mundo y todo lo que el intenso amarillo de sus ojos veía.

Fue su padre el que lo ayudó a centrarse. Sólo le bastó clavar la mirada fija en él, y el dolor y la decepción del alfa atravesaron la furia de sus ojos endemoniados. Ese día bajó la mirada y nunca más la volvió a levantar delante de su alfa. Y fue también ese mismo día en el que el amor que sentía por Hye Sung se convirtió en rabia y odio. ¿Qué había hecho el amor con él? ¿En qué lo había convertido?

Desde ese entonces su padre le exigió trabajar duro en mantener control en su temperamento, y aunque había logrado grandes progresos, para Eric era complicado. Siempre había vivido con la vergüenza de aquel episodio y el temor de que algún día se repitiera. ¿Podría llegar a ser él un buen líder para su manada y Euduundal?

Un olor que no reconocía lo invadió, sacándolo de su pensamiento. Era la esencia de un lobo, pero su aroma rancio, como de óxido mezclado con tierra y humedad, no era de ninguno de los que había olido antes. Ni siquiera era igual a los olores que había en el ambiente. Sin embargo, sabía que era de un infectado.

«¿Quién rayos es?» se preguntó.

De repente le llegó el olor de Minwoo, intenso, profundo. Algo lo había hecho exponer su aroma como una llamada de auxilio. Su lobo regresó de inmediato y corrió como loco siguiendo su olfato. Dos, tres, cinco kilómetros hizo en menos de lo que una hoja de roble cae, envejecida, sobre la tierra. Pero fue demasiado tarde. El aroma, y su amigo, se habían desvanecido.

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Dongwan ocultó garras y dientes, y regresó a su joven apariencia. Caminó dos pasos hacia un lado, alejándose del cuerpo del fenecido teriántropo.

—E-esto... no-no es lo que te imaginas —balbuceó, moviendo sus manos.

No se le ocurrió otra cosa más que repetir la célebre frase que dicen los infieles cuando son capturados en pleno acto. Se escuchó a sí mismo y se sintió tan patético que exhaló un suspiro agotado.

Hye seguía estático en el mismo lugar, con sus ojos dorados entonados fijos sobre él y una gran arruga en su frente. Los dedos de sus manos se movían impacientes y comenzaban a perfilar algunas garras.

El vampiro sexy esbozó una sonrisa forzada, ¿había llegado su hora? Desde que se montó en el Odisea sabía que ese momento sucedería.

—Supongo que ya no hay nada que hacer —dijo con un tono de cansancio—. Si me lo permites, voy a mostrar un poco de dignidad y cambiaré mi frase anterior... Sí, sí es lo que te imaginas: soy un maldito y asqueroso traidor. O mejor dicho, el villano de esta historia. Eso me da más clase.

Dongwan pretendía verse seguro y sereno, pero su voz temblaba y sus ojos vidriosos se alejaban de los de Hye. El rubio se acercó, lento. Cada paso que daba dejaba su huella marcada con fuerza sobre la tierra. Se detuvo a pocos centímetros de Dongwan y siguió con la mirada la nerviosa actitud de su primo, quien dejó de respirar cuando él estuvo cerca.

—Por lo que pude escuchar, hay alguien más villano que tú —le dijo. Su tono era fuerte y con un color oscuro—. ¿¡Quién es!? ¡Dime la verdad! Por una vez en tu vida, ¡toma el camino correcto!

Dongwan volcó la mirada sobre el rubio y su carcajada irónica golpeó en el rostro de Hye. Cuando dejó de reír los amatistas destellaron, desafiantes.

—-¿La verdad? ¿Estás seguro que puedes con la verdad que cargo en mi pecho? —dijo. Se desabotonó la camisa dejando su torso descubierto y continuó —¿Quieres saber por qué llegaron los biyangsimjo a Nogton? ¿O por qué sabían que estábamos en la hacienda de alfa Seo Jun y pudieron secuestrar a Andy? Mira... ¡Mira! —le gritó señalando su pecho.

Hye tuvo que usar su visión interna ya que a simple vista no había nada extraño en el pálido y frágil cuerpo de DongWan. Cuando encontró lo que su primo señalaba enarcó las cejas, horrorizado. Era diminuto y estaba muy cerca de su corazón. Fue en ese momento que comprendió la razón de las horribles cicatrices que había visto en el pecho de su primo cuando lo desnudó en el barco. Él había intentado, por sí mismo y sin éxito, sacar el pequeño chip que llevaba incrustado.

—Ellos siempre me encuentran, y conmigo a nuestra inusual manada. Soy un maldito radar, pero eso no es todo; también soy una bomba de tiempo.

El rubio se estremeció. ¿Qué demonios era todo aquello? ¿En qué se había convertido su primo? ¿Quién había sido capaz de tanto y por qué? Las palabras se ahogaron en su garganta y Dongwan continuó.

—Me dices que tome el camino correcto. ¿Cuál es el camino correcto, Hye? ¿El que conduce a la muerte de mi padre y a la deshonra de mi madre? ¿El que me lleva a explotar como un maldito globo llevando conmigo a cualquiera que se encuentre cerca de mí? Dime —le dijo, penetrando con sus amatistas los dorados que lucían encendidos como el sol.

Gotas de sangre cayeron sobre la tierra y fueron absorbidas por ésta de inmediato. Sin darse cuenta, Hye Sung apretaba sus manos con tanta fuerza que sus garras le causaron profundas y sangrantes heridas. El dolor, la rabia y la impotencia corrían por sus venas haciéndole temblar. Apretó también las mandíbulas hasta que sus colmillos rompieron sus encías.

—¿Quién te convirtió en esto? ¿Quién es ese al que nombraste como "el viejo" —preguntó con un tono áspero.

Dongwan observó su media transformación y supo que no había vuelta atrás. Ya no podía seguir engañando a su pequeño sol, a su niño; a aquel que había protegido por siglos de la dolorosa realidad de su familia. Por dónde quiera que lo viera él ya estaba sentenciado, ya no tenía salvación; entonces, ¿no era hora de decir la verdad?

Con una sonrisa forzada y una pregunta, le respondió.

—¿No se te ocurre nadie? ¿No sabes quién es aquel al que no le importa beber de su propia sangre? —Y por si no había quedado claro, remató —Solo un Dark puede tener tanta oscuridad dentro... Dime, Hye Sung, ¿de verdad puedes con esto?

El rubio soltó las manos que mantenía apretadas. Con un grito seco, exhaló toda la tensión y la rabia acumulada en su cuerpo. No es como que no lo sospechara, pero aún así era duro.

A Dongwan se le humedecieron los ojos, el dolor de Hye era su propio dolor. Pero lo que confesó solo fue la punta del iceberg; había mucho más de lo que por siglos le tocó guardar para que su sol tuviera una vida segura y tranquila. Sin embargo, no había tiempo, era el momento de la separación. Respiró profundo, le colocó la mano en el hombro y le dió un último consejo para su seguridad.

—Mi querido príncipe, vuela a buscar a tu nueva manada. Estos mercenarios teriántropos nunca andan solo, y cuando el oso se de cuenta que me cargué a su amigo, irá con el chisme. Así que lo mejor es que tú y yo tomemos un rumbo diferente, si no quieres que nos volvamos un amasijo de hueso y sangre. Con nuestras carnes mezcladas te será difícil recuperarte —bromeó.

Hye observó alrededor. Lanzó la vista hasta más allá de donde los ojos mortales pudieran llegar. Luego, regresó la mirada a su primo. Con una velocidad que aturdió a Dongwan lo arrojó al piso y se colocó encima de él.

—¿Qué-qué haces? —le preguntó, aterrado por la expresión que su príncipe tenía en el rostro. Se había desfigurado completamente. Sus párpados desaparecieron así como la esclerótica de sus ojos. Sus pupilas doradas se transformaron en dos llamas que bailaban con un rojo intenso. Inyectadas de sangre llenaban toda la cavidad ocular.

—¿No es obvio? —le dijo y dos tonos de voz diferentes salieron de su garganta. Parecía que el mismo demonios hablaba a través de él—. Sabes que odio a los traidores y no vas a vivir más como uno.

Dongwan no lo vio venir. Las finas garras atravesaron su pecho haciéndole convulsionar. Sintió la carne desgarrarse y la sangre a borbotones emanaba de él. El dolor era indescriptible, pero se sujetó de los brazos de Hye y lo soportó sin quejarse. Era mejor morir en las manos de aquel que había amado como algo más que un primo, cómo a su hermano pequeño, su sol.

Las afiladas garras se hundieron más y su rostro se contrajo. Un hilo de sangre se escurrió de su boca abierta, jadeante. Casi se ahogaba en su propia sangre, pero hizo un esfuerzo para decir algo antes de morir.

—Mi... corazón... Lleva...lo... junto al... de... Vic.

—¡Cállate! —rugió Hye—. Hasta en estos momentos eres dramático y cursi.

De repente, Hye sacó la mano ensangrentada del pecho de su primo, se puso de pie y lo dejó en el piso, moribundo, en medio de un charco de sangre.

Con los ojos entrecerrados, Dongwan lo vio irse. La sangre escurrió también de sus ojos, ¿o eran lágrimas?, no podía saberlo. Lo que sí sabía era que su pecho dolía y no era por la herida, sino por el abandono. Pensó que Hye se quedaría con él hasta que se desangrara o al menos rematarlo; pero no, se había ido sin siquiera despedirse. No debía quejarse, era lo que él había sembrado. Justo lo que merecía un asqueroso traidor, quedarse solo en medio de la nada sin posibilidad de alimentarse o peor aún, a merced de otro depredador. Finalmente, cerró los ojos.

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Podía jurar que había sido una eternidad el tiempo que pasó tirado en el piso, hasta que sintió algo que lo agarraba de la nuca y lo levantaba.

—¿Be-be-belcebú... eres... tú?

—Ni al borde de la muerte dejas de ser tan payaso. ¡Bebe!

El moribundo intentó abrir los ojos, pero no fue capaz. El sueño de la muerte besaba sus párpados con apasionada intensidad. Sintió que algo cálido humedecía sus labios y se relamió. Luego, con la desesperación de un recién nacido, bebió de aquello que lo alimentaba.

Las fuerzas volvieron a él. Sus mejillas tomaron un color que desde hace mucho no tenían. Por fin pudo abrir los ojos. El sol golpeó sus pupilas, brillaba como si fuese la primera vez de su vida y ciertamente así era, al menos en esta nueva vida. Luego, el otro sol, su sol, brillaba sonriente a su lado.

Se dió cuenta que la sangre que lo alimentaba era del brazo del teriántropo oso y se incorporó de un golpe.

—¿Qué hiciste? —-le preguntó, alarmado.

—Alimentarte. Necesito que te recuperes rápido. Hay algunos miembros de nuestra manada que necesitan ser rescatados.

Dongwan juntó las cejas, seguía sin entender nada, pero decidió primero atacar el cuello de oso que yacía a su lado, y preguntar después. Todavía necesitaba una ración mayor de sangre.

Hye limpió los restos que escurrían de la comisura de sus labios y observó a su primo engolosinarse cómo niño. No lo culpaba, la sangre fresca era como una corriente eléctrica de alto voltaje que penetraba en sus cuerpo, llevándolos al éxtasis. Él aún experimentaba el estupor del sorbo que bebió cuando enterró sus colmillos en el teriántropo. No sentía orgullo, pero sí exaltación, sobre todo porque hacía mucho tiempo que no probaba la sangre fresca, excepto por las pequeñas gotas en el BloodyMin. Recordó a sus amigos y apresuró a DongWan.

—Oye, ya suéltalo, debemos irnos... Por cierto ¿qué radio de acción tendrá esto? —le preguntó.

El vampiro sexy se despegó de su presa. Relamiendo los labios y con las mejillas sonrosadas, observó lo que Hye tenía entre sus dedos. De pronto sus ojos se desorbitaron.

—¿Lo-lo sacaste? —levantó la mirada y la entornó hacia Hye—. ¡Maldito mocoso desteñido! ¿Por qué no me dijiste que esa era tu intención al atacarme? ¿Tienes idea de lo que sufrí pensando que me habías matado y tirado como basura?

Hye sonrió con malicia—. Debí haberte hecho sufrir mucho más por necio, mentiroso y por no confiar en mí para contarme lo que te sucedía —le respondió y arrojó el chip a un lado.

Wannie bajó la mirada con vergüenza. Él tenía razón. Exhaló un poco aliviado porque ya no explotaría cómo globo, pero algo todavía le preocupaba.

—¿Qué vamos a hacer con tu abuelo y mis padres?

—Dejaremos que los líderes se encarguen del Christian Dark. Esto que está haciendo es una alta traición y estoy seguro que no está solo, debe haber algunos lores apoyándolo... Y con respecto a tus padres, yo que tú no me preocuparía por ellos. Son adultos y no son blancas palomitas precisamente; son malosos y bastante astutos. ¿No crees que es hora de que los dejes defenderse solos? Ya bastante te han usado como escudo para limpiar sus fechorías.

Dongwan asintió. Nuevamente su sol tenía la razón, pero... ellos eran sus padres.

—Lo más importante ahora es rescatar a los chicos —continuó Hye, interrumpiendo los pensamientos del otro. Se levantó del piso y le dió la mano a su primo renacido.

—Aaah, eeeh... creo que debo decirte algo más... yo...

—Hablemos después, necesitamos reunirnos con Jinnie y Heechul de inmediato —le interrumpió Hye.

Dongwan exhaló con fuerza. Aún había algo de peso dentro de él y no sabía si tendría valor después para contarlo. Sin embargo, Hye sentía que no necesitaba saber nada más: al beber la sangre del oso absorbió también sus pensamientos y se enteró de muchos de sus planes. Era una práctica ilegal, pero ya había hecho cosas más graves que eso.

—-Por cierto —dijo DongWan—. ¿Sabes que puedes ir preso por matar a un inmortal pura sangre?

—Sí, al menos compartiremos celdas —le respondió.

Dongwan apretó los labios.

—Bueno... Si tú no dices nada, yo tampoco.

Hye río a carcajadas.

—¡Diablos! Eres tan mentiroso y tramposo. ¿Seguro que eres un vampiro y no un zorro?

—Eeeeh. Hablando de zorros, mejor nos apuramos. —El vampiro sexy desvió la conversación y remontó vuelo hacia el norte.

Hye lo siguió. No decir nada sobre los teriántropos iba a ser difícil ya que había dejado el chip en el cuerpo de oso. Al menos su abuelo sabría que él ya estaba al corriente de todo.

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Hola, holaaaa. ¡Feliz, feliz domingo!

Muy bien, creo que ahora sí los cuentos están expuestos. Supongo que no hay nada más oculto ¿o sí? je je je.

¿Qué les pareció la historia de nuestro lobo bello? Tampoco ha sido color de rosa su vida ¿cierto?

¿Tienen alguna teoría de lo que quieren los biyansimjo con nuestro lobo? ¿Y qué le pasaría a Minwoo? Cuéntenme!!! Me encanta leer sus opiniones.

¿Qué les pareció la broma que le jugó Hye a Dongwan? Creo que lo asustó a morir ja ja ja. Casi lloro (si lloré).

¿Qué piensan de la vida que le tocó a nuestro vampiro sexy? ¿Por eso es así? ¿Y por qué quería que pusieran su corazón junto al de Vic?

Gracias por estar aquí un domingo más. Se está cerrando el círculo arededor de nuestros chicos, pronto tendremos un descenlace. Espermos que no sea fatal  :s       (No me maten, es broma, je je je )

Esta semana (el 24/3)  es el 25 aniversario de Shinhwa como grupo activo, ¡¡celebremos en grande!! Les dejé la canción Wild eyes en la portada, propia para el capítulo y una de mis favoritas. También les dejo, aquí abajo, el video de cuando cantaron esa cancion para los 20 años. Disfrutenlo, por favor. (espero que no me lo quiten)

 Gracias por comentar, votar y compartir. Nos leemos el próximo Domingo. Les quieron un montón. 

https://youtu.be/YMaCb0Z_aT8

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