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Capítulo 21. Pasión y confesión.

https://youtu.be/2H4MDLqRiEg

No hubo más alternativa para los inusuales expedicionarios, que aceptar la invitación del lobo platinado a alojarse en la hacienda de su padre, en lugar de ir un incómodo y barato hotel en la ciudad. Después del desaire que le habían hecho, ninguno se atrevió a negarse.

La hacienda de Seo Jun Moon, padre de Heechul y tío de Eric y Jun Jin, abarcaba todo lo que ojos mortales e inmortales pudieran ver y más allá. Tres hermosos jardines de altos árboles y césped bien cuidado, rodeaban una inmensa casa hecha en piedra y cubierta con una fina capa de hiedra, lo que la ayudaba a mantener la frescura dentro del hogar. Todo era verde, gris  y terracota, evocando las antiguas haciendas de antaño.

Por supuesto que en la parte trasera de la casa estaba el frondoso bosque de altos y fuertes árboles, en donde la numerosa familia lobo entrenaban y disfrutaban de la agilidad de sus cuatro patas.

Lo primero que los recibió en el salón principal, fue una gran mesa llena de frutas, dulces, botanas, bebidas para todos los gustos; incluyendo bolsas de biosangre que reposaban en envases metálicos llenos de cuadritos de hielo, todos del mismo tamaño. Sí, los estaban esperando. 

So Ji Moon, el padre de Eric, en una conversación casual con su hermano, se le escapó que los chicos pasarían por Geuin Ttang. Aunque la misión era ultra secreta, el Moon mayor no pudo evitar que su hermano menor lo reprendiera por dejarlo fuera de la ruta de apoyo. Así que Seo Jun le ordenó a su hijo que los encontrara y los trajera a casa. No fue el perfume de Minwoo lo que llevó a Heechul hasta ellos. Ya sabía que irían por el territorio y en qué andaban.

Los sentidos de Andy y Jinnie fueron los primeros en reaccionar al festín. Los diversos olores de las delicias sobre la mesa, embriagaban al lobito mientras que los múltiples colores refrescaban los ojos de Andy, quien no quería parpadear para no perder nada de la deliciosa visión.

Pero eso era solo el comienzo, el recibimiento. El tío Seo Jun había ordenado a sus empleados encender una fogata en el jardín central, para la fabulosa barbacoa que ofrecería un poco más tarde.

Alrededor de la mesa de madera blanca, los hombres se sentaron para disfrutar de la comida mientras ponían al tanto al alfa del territorio, sobre la misión y lo que habían encontrado hasta ahora.

Cada cuatro o cinco segundos, Eric desviaba su atención de su tío y fijaba la mirada hacia el lado en donde se había sentado el rubio vampiro. Estaba bastante alejado de él si vemos que la mesa tenía al menos cinco metros de largo, los necesarios para albergar a la numerosa familia, más los invitados. El ruido de todos los presentes hablando al mismo tiempo era aturdidor, pero lo que molestaba al lobo era que Hye estaba demasiado cerca de su primo. Conversaban con una complicidad nada común entre ellos, y a él ni lo determinaba.

«¿Por qué sigue estando así? ¿En serio no me piensa hablar como antes? ¿Y desde cuándo se lleva tan bien con esa bruja?» mascullaba en su mente. «Debería estar feliz de que ya no me moleste. Entonces, ¿por qué me siento así? Soy un estupido».

Por otro lado, Minwoo mantenía su atención en el mismo punto que Eric, pero no en Hye sino en Dongwan. Le extrañó al mortal que el pajarraco se hubiese sentado tan lejos de él. Tampoco le había dirigido ni una mirada desde el incidente de la pradera.

«¿Seguirá molesto conmigo? Sé que metí la pata al principio, pero después lo defendí de Heechul cuando quiso sacarle las entrañas de una rebanada, ¿porque se comporta así?», pensaba Minwoo mientras sus ojos perforaban al vampiro sexy. «Y qué me importa. Mejor si ya no me fastidia», se dijo mentalmente y sacudió su cabeza.

El mortal volteó hacia el otro lado y se encontró con los ojos azules muy agudos y el ceño fruncido del platinado, quien tenía rato observándolo con detenimiento. Le sonrió, pero solo obtuvo el frío de aquella mirada que luego se giró con desdén hacia otro lado. Minwoo sintió cómo los vellos de su nuca se erizaron, presagio de que aquella sería una larga y gélida noche.

De pronto hubo un silencio total en la mesa. Eric, que no estaba prestando atención a su alrededor por estar preocupado por el rubio, se quedó un tanto confundido y desorientado, hasta que Minwoo intervino.

—Disculpen, creo que mi hermano se embriagó con tanto jugo de frutas,... eeh, por eso está diciendo tonterías —dijo con una sonrisa forzada.

El alfa Seo Jun golpeó la mesa con fuerza, lo que hizo que todos alrededor dieran una gran respingo.

—¿¡Por qué no me contaron lo de ese ataque de los biyangsimjo!? —dijo con voz fuerte y molesta.

Andy, sin querer, había comentado delante de todos lo de ese episodio. En realidad, nadie le había dicho que era un secreto.

—Tío, fue algo inesperado y no pasó a mayores. Creo que se habían perdido de su ruta. Ya estaba casi amaneciendo. —Eric trató de justificarse.

Seo Jun ordenó a sus hijos que llevaran las cosas al jardín principal y prepararan lo de la barbacoa. Se levantó de su silla y le ordenó a Eric que lo siguiera a su despacho.

—¿Me fui de bocaza? —preguntó Andy con las cejas levantadas y la boca entreabierta mostrando una expresión de susto.

—No te preocupes. No sabías que era un secreto —le respondió Jinnie, que estaba a su lado.

Los presentes obedecieron las órdenes del alfa y se dispersaron. Hye y los demás se reunieron, preocupados por la conversación que se llevaría a cabo en la oficina privada.

—¿Deberíamos ir con Eric para apoyarlo? —preguntó Hye.

—No te preocupes. Seo Jun es de apariencia severa, pero es el más relajado de todos los Moon. A pesar de la extraña barba espesa, su ceño fruncido y los  pómulos cuadrados, es un dulce —respondió Minwoo.

—Con esos hombros anchos que se gasta el padre, me pregunto a quién salió tan delicado el desabrido —preguntó Dongwan refiriéndose a Heechul.

—A la tía Vladva. Ella es una loba albina al igual que Heechul y otros de mis primos —respondió Jinnie—. Viene de la zona más extrema del norte.

Los tres asintieron, conformes con las explicaciones de Jinnie y Minwoo.

—¿Hermano, cómo es que sabes tanto de esta familia? Parece que los conoces desde hace mucho —preguntó Andy.

—Eeeeh... De vez en cuando pasan por el negocio, ya sabes —titubeó Min—. Mejor vayamos al jardín y esperamos a Eric allá —dijo y tomó a su hermano por los hombros y lo empujó hacia la puerta del salón.

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Insertados en unas aromáticas varas de madera de cedro, gruesos pedazos de carne de crino y otros tantos animales salvajes —no había burros—, fueron expuestos al fuego abrasador de la fogata. El proceso de preparación de la carne fue algo que traumatizó a los vampiros, y no porque no les gustara, sino que les pareció muy desagradable ver cómo las estacas rompían y atravesaban la tierna pulpa. Y peor les fue, cuando uno de los lobos más pequeños, clavó de un golpe el filoso madero en el corazón de un cervillo que tenía en la mano. Ambos Dark se estremecieron y cruzaron los brazos sobre el pecho, con los rostros aterrorizados por la crueldad infinita de aquel lobezno. Sin duda que esa noche prefirirían una cena más bien vegana, acompañada con algo de biosangre.

Cuando Eric y su tío salieron del despacho ya estaba todo listo. En realidad no fue mucho el tiempo que estuvo la carne expuesta al fuego.

—¿Esto es una broma? —le susurró Andy al lobito, que devoraba un pedazo de pierna de celote.

—¿Qué sucede? ¿Le falta sabor? ¿Te consigo algo de sazonador?  Sé que a los vitales les gusta la carne condimentada.

Andy miró a su alrededor. Todos devoraban la comida sin ningún problema. Solo los vampiros y él no estaban a gusto. Incluso su hermano masticaba la carne como si nada. Volvió la mirada hacia el joven lobo y con un gesto de la boca señaló su plato. Un pedazo de carne jugosa, acompañada de verduras frescas, nadaba en medio de un líquido rosáceo. Jinnie lo miró, elevando sus cejas, sin entender aún qué estaba mal.

—Explícame —Andy volvió a susurrarle al oído al lobito—, ¿qué diferencia hay entre esto —señaló el plato— y el que se lo coman directo del animal a mordiscos?

—¡Aaah! ¿Quieres que te lo cocine un poco más?

—¿¡Un poco más!? ¡Esto está crudo! —dijo alterado, sin darse cuenta que había levantado la voz justo cuando en el salón solo se escuchaba el sonido de las mandíbulas y el roce de los cubiertos sobre los platos.

Todos voltearon a ver a los jóvenes y Andy sintió tanto calor en sus mejillas que si ponía la carne sobre ellas, ya no necesitaría que Jinnie la cocinara.

—Eeeh,... disculpen. Es el jugo de frutas. Seguro que se le fermentó en el cerebro y por eso mi hermano está diciendo tantas tonterías —repitió Minwoo la misma disculpa, apenado, y con una sonrisa nerviosa.

—No, no, al contrario —intervino Seo Jun— Soy yo el que debe disculparse. Olvidé que había un vital entre nosotros.

«¿Un vital?» se preguntó Dongwan y agudizó la mirada sobre Minwoo.

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Una vez terminada la peculiar cena, Seo Jun los invitó a pasar al área de la piscina para tomar algo y hacer mejor la digestión. Había un clima agradable; el cielo mostraba una bóveda decorada con millones de luces de colores y la brisa nocturna circulaba a sus anchas, haciendo bailar las hojas de los árboles, por el amplio jardín. Los pequeños lobos de la familia correteaban de un lado a otro mientras que la esposas de los hijos mayores, ordenaban el desastre que quedó de la cena. La alfa Vladva no se encontraba en la ciudad, pero con un mensaje de comunicador visual, se disculpó por no estar presente y lamentó el no poder apretar, entre sus fornidos brazos, a sus sobrinos favoritos.

Andy estaba emocionado, los ojos le brillaban como faroles nocturnos y la sonrisa no salía de su boca. Nunca antes había tenido tantos amigos de otras especies. Logró integrarse de inmediato entre los jóvenes Moon de su edad —edad aparente, claro está, porque la mayoría tenía unos cientos de años—. Algunos eran parecidos a Jinnie y otros a Heechul.

Jun Jin mostraba con orgullo a su "amigo" vital. De vez en cuando pasaba su largo brazo por los hombros de Andy para dejar en claro su territorio. Los lobos los miraban con picardía y les preguntaban si eran pareja. Jinnie se sonrojaba y Andy se mecía de un lado a otro mientras fruncía los labios, pero no negaba ni afirmaba nada.

Los adultos se reunieron alrededor de la alberca para hablar de los asuntos que los ocupaba. Se volvió a tocar el tema de los biyangsimjo. Descartaron la posibilidad de que ellos tuvieran algo que ver con la situación en Nolangsaen. De acuerdo con la información que tenía el alfa Seo Jun, estos infectados, como les llamaba en esa zona, no tenían los recursos para elaborar semejante conspiración.

Los biyangsimjo era un grupo de seres inmortales de sangre impura. No nacieron siendo teriántropos, licantropos o vampiros, sino que fueron infectados y por eso habían perdido su humanidad. Eran violentos y salvajes, sin embargo, se les había perdonado la vida porque su existencia no fue decidida por ellos, sino que habían sido creados hace siglos para ser los esclavos de los inmortales originales.

Este grupo estaba compuesto en su mayoría por hombres lobos, pero también habían hombres tigres y osos, y algunos vampiros a quienes llamaban nosferatus. A pesar de su ferocidad, no representaban un peligro para la comunidad de Euduundal. El gobierno de los líderes los había reducido a un pequeño territorio dentro del distrito de Salan I Ask, del cual tenían prohibido salir a riesgo de ser exterminados por cualquier inmortal que los encontrara fuera de su zona. Por esa razón todos quedaron sorprendidos cuando aparecieron en Nongto.

Ahora les ocupaba el tema del virus. Los líderes Dark y Moon habían logrado mantener el orden en la ciudad y aislar a los infectados, evitando que la enfermedad se propagara a otras zonas del país. Actuaron con rapidez y eso mantenía a la zona de tierra firme segura. Al menos por el momento. Si todo era producto de una ataque conspirativo, no se sabía cuándo y dónde volverían a atacar los perpetradores.

Varios nombres salieron a relucir. Incluso se pensó en los alfas del distrito de Lui Mala que no eran afectos al gobierno central. También salieron algunos apellidos célebres entre los lores que formaban el consejo mayor y que se sabía no apoyaban la labor de los líderes. Sin embargo, las pruebas físicas seguían apuntando a los extintos Red Vetustos.

En este punto de la conversación, Dongwan se apartó de los adultos y se fue con los chicos. Por su apariencia estaba más acorde con ese grupo, pero tampoco se quedó con ellos; siguió su camino hasta llegar al fondo del jardín en donde había un árbol de ciprés que había sido podado en forma de lobo. Sonrió por lo que le pareció una gran cursilería. Se sentó al pie del gran lobo y cerró los ojos para ver si la brisa, que comenzaba a helar, lograba llevarse su convulsionado pensamiento. La conversación lo había perturbado. Bien lo decía el dicho: "El conocimiento de las cosas no te libera, sino que te hace esclavo de él".

De repente, abrió los ojos y se mantuvo alerta; percibió una presencia muy cerca de él.

—¿Vienes a terminar lo que comenzaste en la pradera? —le dijo a la presencia, que no solo se acercó, sino que se sentó en la parte de atrás del árbol, a espaldas de Dongwan— Ni te molestes, No me interesa para nada.

El lobo albino rio con sorna.

—Yo no comencé nada. Fuiste tú quien me atacó primero. Y eso de que no te interesa no lo cree nadie. A leguas se ve que te babeas por él.

—¿Es común en los lobos albinos ser tan tontos? Cómo se te ocurre pensar que yo, un vampiro de élite, puedo posar mis ojos en un ser mal agradecido, maloliente, inestable, traidor, mentiroso y...—Dongwan se detuvo y respiró su enojo. Luego, agregó con picardía—. Preferiría juzgar contigo. Por cierto, ¿puedo tocar tu cola? —Se mordió los labios.

—No, no puedes —le respondió tajante. Llenó sus pulmones y luego, soltó el aire con un suspiro largo y continuó hablando—. No le hagas mucha mente a lo que él diga. Cuando lo domina su esencia nunca dice la verdad, sino lo que le conviene. ¿Sabes por qué me eligió a mí y te negó a ti?

—¿Por que es un estúpido engreido? ¿Una rata mortal a quien se le pudrió el cerebro?

El platinado volvió a reír y esta vez con más ganas. Los vampiros le caían mal, pero ese Dongwan era diferente y muy divertido. Le hizo pensar que no todos los vampiros eran como el adefesio líder del territorio Salan I Ask.

—Sí, él es todo eso; pero la razón es que yo guardo su secreto y eso lo hace estar atado a mí. Soy más peligroso por lo que sé que por lo que soy.

Dongwan entrecerró los ojos y lo miró con incredulidad.

—¿Qué secreto? ¿Qué no es un mortal sino un mentiroso zorro ancestral? Eso ya lo sabemos todos. Andy es el único que no lo sabe —le dijo, mostrando seguridad en sus palabras.

Él no sabía nada a ciencia cierta, pero quiso lanzar el anzuelo a ver si el lobo blanco caía y le contaba todo.

Heechul se sujetó el estómago al reír. No podía más con lo cómico que era el vampiro, pretendiendo que Minwoo no le importaba nada y estaba, desesperado, buscando respuestas. Cuando se le calmó la risa, se levantó del piso y rodeó el árbol hasta quedar frente a Dongwan.

—¿Te doy una noticia? Minwoo es mortal. ¡Qué mal olfato tienen los vampiros! —dijo y caminó hacia la casa. Luego, se detuvo y volteó para decir una última cosa—. Te recomiendo que aprendas a escuchar entre líneas. A medida que se acerquen al territorio Pog Landu, él se volverá más ambiguo y poco confiable. Es parte de su naturaleza. —Sonrió con malicia y se alejó por completo.

Aquella información de Heechul terminó por volar la cabeza de Dongwan. ¿Sí es un mortal? ¿Por qué los indeseables se refirieron a él como un kitsune? ¿Por qué el tío Moon solo mencionó a Andy como Vital? ¿Por qué se volvería poco confiable en Pog Landu? Ese era el territorio de los extintos zorros ancestrales, ¿por qué le afectaría si no era uno de ellos? Comenzó a sentirse mareado. Tantas preguntas sin respuestas era demasiado. Se levantó del piso aún ofuscado, pero había tomado una decisión: esa noche encontraría las respuestas. Descubrirá el secreto que oculta el estúpido enano musculoso, cueste lo que cueste.

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La conversación entre los jóvenes era cada vez más amena y cercana. Los lobos Moon compartieron con Andy sus aventuras por los bosques del país. Habían viajado mucho y experimentado las más locas y extremas aventuras, lo que tenía al joven vital envuelto en una nube de ilusión y emoción;  reía a sus anchas con cada locura que le contaban. La tertulia iba muy bien hasta que...

—Pero el más loco de todos es tu hermano. Jamás vi a un vital tan extremo como él —comentó uno de los lobos albinos.

Jun Jin sintió un golpe de frío aterrizar en su cara. Levantó las cejas y miró a sus primos lobos, haciéndoles ligeros movimientos de negación con la cabeza, pero ninguno lo captó.

—Es cierto. Minwoo es un duro. Puede hacer todo lo que los lobos hacemos. Incluso nos ha vencido a algunos en revolcadas. Es demasiado astuto —agregó otro de los lobos.

Andy dejó de reír. Sus ojos se entrecerraron y ladeó la cabeza un poco para afinar su oído y comprender mejor lo que acababa de escuchar.

—¿Mi... hermano? ¿Estás hablando de Minwoo?

—¿Tienes otro hermano?

—No, pero... él es un vital. ¿Cómo es que ha entrenado con ustedes? ¿Eso se puede?

Los lobos se miraron los unos a los otros y hubo un silencio momentáneo.

—No, la verdad es que no es común que los vitales entrenen con los lobos. No sé por qué mis tíos y mi papá lo dejan entrenar con nosotros. Viéndolo bien... podría salir lastimado,... pero nunca hemos tenido esa clase de problemas con él.

Los lobos miraron a Jun Jin que tenía los ojos muy agudos y los mataba con la mirada. Fue entonces cuando entendieron que se les había ido la lengua.

Andy sonrió y luego sus ojos se encendieron.

—Eso significa... ¿que yo también puedo entrenar con ustedes?

—¡No!, no puedes —dijo Jinnie de inmediato.

Andy frunció el entrecejo—. ¿Por qué no puedo? Si mi hermano puede ¿por qué yo no?

Jinnie exhaló con angustia, se había metido en un problema del que no saldría bien, eso era seguro.

—No es lo mismo. Tu contextura es diferente. Él tiene músculos hasta dentro de los músculos y eso lo hace resistente —dijo. No tenía ni idea de dónde le había salido aquello, pero era una buena excusa.

—¿Estás diciendo que yo soy más débil que mi hermano?... Es cierto que tiene muchos músculos, pero porque los ha desarrollado. Yo también puedo hacerlo.

—No tienes por qué hacerlo. Tú estás bien así como estás. Eres lindo y muy tierno. No te quedarían bien los músculos —argumentó Jinnie y fue un grave error. Los otros lobos voltearon a verlo con una expresión de: "ya que abriste la fosa, entiérrate en ella".

Andy lo miró, estupefacto. No sabía si la intención de Jinnie con aquellas palabras era halagar o insultar, pero le ofendieron bastante. Bajó la mirada, se levantó de la silla y se retiró sin decir una palabra más. Jinnie se levantó también.

—No te atrevas a seguirme —fue lo único que se le escuchó decir a Andy antes de desaparecer por el jardín lateral.

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La noche continuaba su ruta hacia el amanecer y aún había pequeños grupos de inmortales reunidos por aquí y por allá charlando y jugando como si nada. No tenían intenciones de terminar la juerga. Minwoo se sentía agotado y pensó que un buen baño lo animaría.

Se dirigió hacia la habitación que le habían asignado a él y a su hermano para meterse un rato en la bañera. Necesitaría por lo menos dos días en remojo para limpiar todo el estrés de la tarde. Había tenido que correr como un loco, y además, lo habían regañado, revolcado, arañado, babeado, mordido y lamido.

Pero solo necesitó media hora para sentirse mejor. Se levantó de la gran tina de cerámica, dejando el cansancio en sus aguas aromatizadas. Apenas y se secó; se enrolló una toalla en la cintura y salió del cuarto de baño chorreando agua.

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Lo vio salir del baño con el torso desnudo y casi le da un infarto. Si estuviera vivo, de seguro que se habría muerto en ese momento. Retuvo la respiración, cerró los ojos y se hundió más en el sillón. No debía dejarse ver. No todavía. Sin embargo, sus ojos amatistas, cual traidores, se abrieron "sin querer" y observaron con detalle aquel hermoso cuerpo. Las gotas traviesas recorrían cada músculo hasta perderse en la pequeña toalla que apenas cubría sus partes nobles.

«¡Diablos! ¡Qué piernas!», pensó el vampiro sexy y sus colmillos afloraron golosos. En ese momento comprobó que el apodo de "musculoso" le quedaba muy bien al enano.

Sin ser consciente de la oscura e invisible presencia que lo acechaba, Minwoo tomó su bolso y buscó algo qué ponerse. Sacó una franela, unos boxers negros y un short. Tenía intenciones de descansar un rato así que usaría ropa ligera.

Luego hurgó en el compartimiento de accesorios de aseo personal y buscó algo más que debía usar. Buscó y buscó, pero nada encontró. Se sentó en la cama y vació el bolso. Sacó una a una las piezas que estaba dentro, pero el resultado fue el mismo: nada. Se levantó, preocupado, y agarró el bolso de Andy.

Fue en ese preciso momento que se hizo visible el visitante inesperado. Sentado, con sus piernas cruzadas, en una de las butacas del fondo. Entre sus garras sostenía un pequeño frasquito de vidrio en tono verde oscuro. El mortal estaba tan ansioso, con la cabeza metida en el bolso de su hermano, que ni lo vio.

—¿Qué buscas? —preguntó, sonreído, el vampiro.

Minwoo dio un respingo tan fuerte que tropezó con la pata de la cama y cayó al piso sentado.

—¡Wow! No sabía que mi presencia te emocionaba tanto —dijo Dongwan y se echó a reír.

—-¡Maldito gallináceo del infierno! ¡Me asustaste! ¡Casi muero de un infarto!

—Bueno, ya estamos a mano... ¡Ah! Me gusta más el mote de pajarraco, gallináceo es vulgar y común.

Minwoo se levantó del piso dispuesto a reprender al pajarraco, pero cuando vio lo que tenía entre las garras se paralizó.

—¿Qué haces con mis cosas? ¡Devuélvemelo! —le gritó. Su expresión se endureció, pero por instinto, dio dos pasos hacia atrás y se pegó de la pared para alejarse lo más posible del vampiro.

—-¡Ah! ¿Es esto lo que buscabas con tanto afán?

—No estoy jugando, Dongwan, devuélvemelo.

—¡Oh, vaya! Dijiste mi nombre. Debe ser algo serio ¿Qué hay aquí dentro? —ironizó.

Minwoo exhaló con fuerza. Miró a los lados y trató de calmarse. Debía encontrar la manera de quitarle el frasco sin acercarse a él.

—No es algo que te concierne, por favor, devuélvemelo. —Bajó el tono y apeló a ser educado y tolerante.

Pero Dongwan no estaba dispuesto a dejar que fuera tolerante.

—Si lo quieres, ven y quítamelo —lo retó. Sus ojos amatistas se volvieron agudos y amenazantes.

El mortal apretó los puños y la mandíbula. Clavó su mirada ámbar en él. Sabía que no podía acercarse. El olor a jabón, a shampoo y a los aceites esenciales que había colocado en el agua del baño aún estaban sobre su piel, pero si se acercaba, Dongwan podría olfatearlo por encima de todo eso.

Durante años, el contenido de ese pequeño frasco había logrado ocultar su verdadera esencia. Nadie lo había podido descubrir. Para todos los inmortales él sólo era un vital extravagante al que le gustaba el perfume... ¡Y tenía que ser el pajarraco el que se diera cuenta! ¿En serio pensó que podría ocultárselo?

Soltó sus puños apretados, relajó el cuello, infló las mejillas y resopló lento.

—Ok., pajarraco, tu ganas —le dijo, resignado.

Dongwan ensanchó sus pupilas y abrió la boca.

—¿Me lo vas contar así nada más? ¿No vamos a pelear cuerpo a cuerpo? ¡Qué aburrido!

Minwoo sonrió. Por primera vez su sonrisa fue amplia y sincera. Como si la decisión que había tomado de contarle su secreto al vampiro, le hubiese quitado un peso de encima.

—No te lo voy a contar... Voy a dejar que tú mismo lo sientas —respondió manteniendo su sonrisa.

Se separó de la pared y se ajustó más la toalla a la cintura. Caminó unos pasos hasta quedar en el centro de la habitación, justo a medio camino de donde estaba Dongwan sentado. Levantó su brazo y le extendió la mano.

El vampiro observó su palma abierta, con una clara y tentadora invitación a la complicidad; luego levantó los ojos hasta cruzarlos con los del mortal. ¿Qué era aquello? ¿Alguna especie de truco? Todavía no estaba seguro de qué era aquel ser frente a él, pero una cosa sí era cierta, tenía la astucia de un zorro. Recordó el engaño que le hizo una vez en su bar y entornó los ojos, desconfiado.

—¿No quieres saber? Ven a comprobarlo tú mismo —insistió Minwoo, extendiéndole también la otra la mano.

—Te prometo que si intentas engañarme, voy a romper este frasco de inmediato —le amenazó.

—No te voy a engañar...  Al menos no en esto.

A Dongwan se le escapó una carcajada por la extrema sinceridad del mortal.

—-Maldito desgraciado, eres peor que yo —le dijo entre risas.

—Y es eso lo que te gusta de mí. Por eso soy "tu mortal", "tu enano musculoso". —La mirada de Minwoo se volvió pícara y chispeante.

El vampiro sexy sintió una oleada de calor invadir sus mejillas. Bajó la mirada y apretó los labios. Su apariencia era la de un adolescente y de pronto se sentía como uno. ¿Qué rayos era lo que estaba pasando? La atmósfera de la habitación había subido de tono.

Dongwan percibió en el mortal un aura diferente. Ya no tenía barreras, estaba desnudo y no solo era su cuerpo, sino su alma. Se mostraba ante él vulnerable, dispuesto a entregarse por completo, sin medidas ¿A esto se refería el lobo desabrido cuando le dijo que saber su secreto lo ataba para siempre?

El vampiro estaba con la boca abierta, extasiado nada más de sentir a Minwoo así: ¡suyo! Si alguien en ese momento le diera a escoger entre poseer el cuerpo del mortal o tener de él sólo esta pálida sensación de pertenencia, de entrega total... ¡A quién iba engañar!, también quería poseer su cuerpo y ahora más que nunca. Lo quería todo.

Minwoo lo vio titubear con timidez y acortó más la distancia. Se sentía cautivado de ver al pajarraco sonrojado y tan indeciso. De repente tuvo ganas de apretarlo entre sus brazos, pero sabía que debía ir con calma. No estaba seguro de cuál iba a ser su reacción al enterarse de la verdad. Dio dos pasos y lo tuvo casi enfrente.

Dongwan descruzó las piernas y se levantó del sillón, lentamente. Iba a acercarse, pero Minwoo le habló de nuevo.

—Antes de que te acerques promete dos cosas. —El pajarraco lo miró desconfiado, pero asintió— Prométeme que solo vas a oler, no a morder —le dijo el mortal.

—¿En serio? Qué decepción —respondió con una sonrisa—. Ok. ¿Y la segunda?

—Que no te vas a espantar.

Dongwan río con ganas. Estaba seguro que no había nada en ese aburrido e insípido mortal que pudiera espantarle. Ni aunque fuera un zorro ancestral del cuatro colas,  podría ya sorprenderle.

Minwoo lo tomó de las manos y poco a poco atrajó al pajarraco a su cuerpo desnudo, hasta que no cupo entre ellos ni una brizna de paja. Dongwan tembló al sentir cómo su pecho pulsante lo invadía. La cercanía con el mortal se sentía cálida. No como la otra vez, en el bar, que lo único que sintió fue su excitación. Ahora era diferente, había excitación y algo más.

El mortal ladeó la cabeza dejando expuesto su cuello, para que el vampiro olfateara a gusto. Se estremeció y se le escapó un corto jadeo, cuando sintió los labios húmedos posándose en él. Sí, le dijo que no mordiera, pero nada dijo de los besos.

El vampiro cerró los ojos y apretó la delgada piel del cuello entre sus labios, saboreándolo por varios segundos. Cuando se sintió satisfecho con eso, lo olió. Aspiró tan profundo como pudo, como si quisiera que su aroma penetrara en su fosas nasales y quedara dentro de él para siempre. Ese aroma que había querido sentir desde que lo conoció. Su verdadero aroma...

Dongwan abrió los ojos de repente. Retiró su nariz; arrugó el entrecejo y la volvió a meter detrás de su oído. Olió una y otra vez sin poder asimilar lo que percibía. Nunca había tenido la oportunidad, en el pasado, de oler  algo así; pero no tenía dudas. Empujó a Minwoo a un lado y retrocedió dos pasos. Sus amatistas miraban hacia un lado y hacia el otro descontroladas. Su cejas estaban contraídas, mostrando gran confusión. Levantó la mirada y buscó los ojos del mortal.

—-No es posible —le dijo.

—Prometiste que no te espantarías.

—Eric de seguro lo sabe,... pero su padre... Y mi tío, ¿lo saben?

—¿Eso es lo que vas a preguntarme?

Dongwan desvió la mirada a un lado. Sus ojos estaban casi desorbitados, pero su expresión era de preocupación más que de susto.

—Ellos...

—¡No me digas nada! ¡No quiero saber! ¡No debo saber! —le interrumpió Dongwan— Mejor me voy.

Minwoo resopló y bajó la mirada. Sus ojos se achicaron y el ámbar perdió su brillo de antes.

—-¿Ahora sí me tienes miedo? —le preguntó con tristeza.

Dongwan se detuvo antes de salir.

—A ti no... A mí. No debiste confiarme semejante secreto. ¡Nunca debes confiar en mí! —le advirtió. Colocó el frasco sobre la mesa y salió.

Minwoo se dejó caer sobre la cama.

—Maldito estigma.

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La conversación con su tío estaba rayando lo aburrido. Él no hacía más que repetirle su sugerencia de que debía contarle a su padre el encuentro con lo biyangsimyo. Eric había tomado una decisión con respecto a eso, pero Seo Jun pretendía hacerle cambiar de idea.

Sus ojos se fueron una vez más detrás del rubio. Esta vez lo vio caminar distraído hacia la parte de atrás de la casa. Ya el vampiro había dicho que quería conocer la propiedad.

—Disculpa, tío, pero necesito hablarlo con mi equipo. Voy a comentarles tu sugerencia a ver que opinan. —Con esta excusa inventada, se zafó de la cantaleta y huyó.

Trató de ser lo más discreto posible, pero como decía Hye Sung, él tenía cuatro patas y eran muy ruidosas. El rubio vampiro se giró con rapidez al presentirlo venir detrás. Y de pronto, estuvieron frente a frente.

—Eeehh. Disculpa, yo... quería conocer esta parte de la propiedad. Ese bosque se ve interesante. —dijo el rubio.

—¿Dijiste disculpa?... ¿Te acabas de disculpar por caminar ? —preguntó con el ceño fruncido. Aquello ya era el colmo. Eric respiró profundo y con la boca abierta, soltó el aire poco a poco. Luego, continuó hablando.

—Ok., ya es suficiente... Yo sé que eres frío y asocial y que no debería importarme una mierda, pero ¿¡qué carajo es lo que te está pasando!?

—¡Oh! ¡Wow! Con esa introducción me acabas de motivar para contarte todo lo que me sucede —le dijo el rubio y rio a carcajadas.

—No te rías, estoy hablando en serio. ¡Me preocupas!

El rubio dejó de reír de inmediato, y miró las pupilas grises de Eric—. ¿Te preocupo?

—Aaaahhh.... me refiero a que... —tartamudeó— me preocupa tu actitud. Me has estado jodiendo por siglos y ahora, de repente, dejas de hacerlo. Me preocupa que estés planeando salir con alguna de las tuyas... Eso es —dijo y asintió con la cabeza para reforzar su idea.

Hye agachó la mirada y su semblante se entristeció. Sus labios se curvaron hacia abajo.

—No creo que pueda hacer o decir algo peor que lo que tú dices que te dije hace trescientos años.

Eric levantó las cejas. ¿Entonces era eso? ¿Su actitud no tenía nada que ver con algo que él hizo el día en la colina? Respiró aliviado. Le preocupaba más que le hubiese hecho algo aquel día y  que no lo recordara.

—Trecientos veinte años, para ser más exactos. Y no es lo que yo dije, ¡es lo que tú hiciste! —le refutó.

—Tú dices que yo lo dije, pero yo estoy seguro que jamás podría haber dicho algo así.

Eric se acercó. La mirada aguda y las manos en puños—. ¿Cómo te atreves a negarlo? ¿Dices que yo lo inventé? ¡Yo te vi! No me lo contaron, ¡te vi, maldita sea! Y te atreves a decir que lo inventé, o que fue una alucinación. ¡No seas descarado!... Como podría haber inventado algo así. ¿Para qué? ¡Yo era un estúpido lobo enamorado!

Hye levantó un poco los párpados. Se acababa de enterar de algo más:  No solo había dicho aquellas frase, sino que Eric lo había visto haciendo algo de lo que él no tenía la menor idea. El lobo estaba casi encima, con su rabia destilando por todo su cuerpo, pero el rubio no se inmuto.

—Dices que tú eras un estúpído lobo enamorado, pero resulta... ¡Que yo sigo siendo un estúpido vampiro enamorado!

Eric jadeó, aquella frase lo rodeó como una repentina brisa fresca. Toda su rabia se aplacó en cuestión de segundos y se convirtió en tristeza. No podía creer en sus palabras. No después de lo que vio aquella vez. Bajó la mirada.

—No vuelvas a decir eso —le dijo con un susurro desanimado.

—Lo digo porque es la verdad. Y si vas a condenarme por eso, hazlo, pero nada ni nadie me hará dejar de sentir esto que siento...  ¡Te amo! ¡Mi corazón sigue ardiendo por ti como el mismo fuego del infierno! Y si tengo que consumirme en él no me importa. ¡Seguiré amándote, imbécil! ---Hye Sung soltó lo que había dentro de él, ya no seguiría fingiendo más.

Eric dio varios pasos hacia atrás como si aquella palabras le hubiesen golpeado en el rostro. Todo se esperó de esa noche de cielo estrellado, menos que su corazón explotara con semejante confesión. Se agachó un poco y colocó las manos sobre sus rodillas, estaba mareado, aturdido y confundido, necesitaba reponerse.

Pero Hye no lo dejaría recuperarse. El lobo había venido por sus propios pies a hurgar en sus sentimientos, así que ahora él se los inyectaría como una droga. Con la fuerza e intensidad que lo caracterizaba, corrió y se lanzó sobre Eric. Ambos cuerpos rodaron por la húmeda grama, al menos veinte metros hacia dentro del bosque.

Los inmortales chocaron contra rocas y arbustos hasta que un cedro los detuvo. A pesar de la aparatosa rodada, el vampiro no soltó al lobo. De inmediato se posicionó encima de él, capturó sus brazos y lo pegó de espaldas contra el piso. Luego, acercó su boca al fino oído del lobo.

—No puedo haber dicho que nuestra relación era solo un capricho, porque aún hoy muero por ti. Si alguna vez mis labios pronunciaron tales palabras, debo haber estado bajo los efectos de un embrujo —le susurró con tanta sinceridad que el lobo se estremeció.

Eric abrió los ojos tan grandes que en ellos se reflejaron las miles de estrellas del firmamento. Su garganta se trabó y no pudo pronunciar palabra. Estaba en un estupor tal que no podía pensar bien. «¿Hechizo?» «¿Es... posible?» «¿Embrujo?».

Apartó a Hye de encima de él y se incorporó, quedando sentado. El vampiro lo dejó que se acomodara. Por su expresión de espanto, ya no huiría.

—Los vampíros de élite... no pueden ser hechizados —le dijo como recurso de salvación y cada palabra le pesó una tonelada.

No estaba seguro de qué prefería: seguir pensando que Hye lo había traicionado o saber qué existía la posibilidad de que  hubiese cometido un gravísimo error. Un error que lo habia llevado a vivir trescientos veinte años de soledad y dolor.

—Si nos pueden hechizar. Si lo hace un vampiro ancestral que pertenezca a nuestra familia —le respondió.

Eric volteó la mirada hacia él— ¿Cómo tu abuelo?

Hye asintió—. Y mi tía Dévora... También mi padre, pero no lo veo en esas.

El lobo bajó la cabeza y la apretó entre las palmas de sus manos. Su boca emitía pequeños jadeos que mostraban que le estaba costando respirar.

—¿Cuánto... tiempo... dura un hechizo? —preguntó con dificultad.

—Eso depende de qué tan débil sea el.... ¡Qué rayos! ¿Vamos a hablar de hechizos o me vas a contar qué diablos fue lo que nos pasó?

Eric todavía estaba inseguro. No sabía qué sentir ni qué pensar. Solo sabía que Hye no era un mentiroso, y no por principios o valores, sino porque no le importaba lo que los demás pensaran de él. Si algún mérito tenía el rubio en todos estos siglos, era que a pesar de que fue él mismo el que lo amenazó para que se alejara, desde que regresó de las montañas no había dejado de fastidiarlo.

De repente, los ojos de Eric se iluminaron. Acababa de caer en cuenta de algo.

—Después de que te vi  acostado con aquel joven, te busqué y...

—¿¡Me viste con alguien más!? ¿Con quién? ---preguntó Hye, asombrado.

—Sí, y no sé quién era, pero ese no es el punto.

—¿¡Cómo que no es el punto!? ¿Eso no fue lo que te enojó? ¿Con lo malditamente celoso que eres? ¿Cómo fue que no me mataste ahí mismo? ¡Yo lo hubiera hecho!

—¿Quieres callarte? No me dejas pensar.

—Aah, ahora sí vas a pensar.

El lobo movió la cabeza de un lado a otro para aflojar la tensión. Esperó unos minutos y procedió a contarle a Hye lo que él había visto. Ya se sentía más calmado y, aunque estaba seguro que el que cometió la falta fue Hye, la posibilidad de que estuviera bajo los efectos de un hechizo, le daba la pieza que faltaba para poder entenderlo todo.

El sorprenderlo en la cama, en pleno acto sexual con aquel vampiro, le había dolido, sí y mucho. Casi se volvió loco,  pero no fue eso lo que lo golpeó más, sino las frías y duras palabras que le dijo cuando, haciendo un esfuerzo sobre inmortal, se controló y le pidió explicaciones.

En aquel entonces, ver el rostro gélido de Hye Sung, de sonrisa macabra y mirada brillante, mostrando un atisbo de satisfacción por lo que él estaba sufriendo, lo paralizó. Habían convivido como amigos por casi 300 años, de esos, llevababan unos ciento cincuenta de relación, y nunca había visto esa expresión en el rubio.  Luego, palabra como: "Eres un estúpido creído", "cómo piensa que puedo sentir algo en serio por ti", "eres solo mi capricho de este siglo". Dolieron mucho más que lo que vio. Pero amenazarlo con quitarse la vida si lo veía de nuevo frente a él, fue la gota que derramó el vaso y lo que le hizo huir e internarse en la montaña por cien años.

 Ahora, esa frase nunca le cuadró con el comportamiento de Hye Sung. Después de que él regresó de la montaña, el vampiro rubio lo perseguía y lo fastidiaba. No dejaba de aparecerse en todos lados casi a diario.

—"Si te vuelvo a ver delante de mí, te mataré y luego me quitaré la vida". ¿Eso fue lo que dije? ---preguntó Hye, con los ojos entornados.

—Literalmente, palabra por palabra —le respondió.

—¿Eres estúpido o qué? Sabes que odio a Shakespeare y a toda su ridícula obra... ¿¡Por qué te diría algo tan asquerosamente cursi, a lo Romeo y Julieta!?

Eric cerró la boca que desde hace rato la tenía abierta. No hacía falta que el vampiro lo llamara estúpido; en el rato que llevaban hablando ya él se lo había dicho mil veces cada dos segundos. Pero era fácil ver las cosas a trescientos años de distancia y con una información adicional: Hechizado. ¿Era posible que lo estuviera? ¿O lo estaba ahora? ¿Alguien de la familia Dark quería verlos separados, como para hacer algo así? ¿Por qué? y ...

Los pensamientos del lobo fueron acallados de forma abrupta. Unos suaves labios empezaron a moverse con ternura sobre los suyos. Sintió la calidez, la timidez inicial y luego un poco más de presión a medida que él mismo se encendía. Sus manos rodearon la cintura del vampiro y lo atrajo hacia sí. Entonces se les hizo más cómodo a sus lenguas rozarse dentro de las bocas ardientes. Luego sus manos acariciaron los cabellos y se pasearon por las espaldas, por los pectorales; desesperadas, querían tocar y acariciar todo.

Y la ropa comenzó a pesar demasiado, el calor era insoportable, sus cuerpos se quemaban. Hye se sentó a horcajadas sobre el regazo de Eric y le quitó la chamarra. Las mejillas del rubio estaban encendidas y eso le daba una apariencia de timidez que no tenía. El lobo quedó fascinado y recordó porqué se había enamorado de aquel vampiro.

—Quiero morderte —le susurró al oído, presionando su erección sobre la del lobo.

Eric gimió por la sensación que le recorrió a su entrepiernas desde su oído.

—Hazlo, no te detengas —le respondió.

—¡¡¡Eric!!! —se escuchó un grito a lo lejos.

—¡Maldición! ¿Ahora qué? —gruñó el lobo y apretó al vampiro no queriendo  seprarse de él.

Jinnie y Minwoo no tardaron ni dos minutos en encontrarlos dentro del bosque. Todos los árboles estaban impregnados con sus aromas. Los rostros de los dos recién llegados se colorearon de vergüenza al verlos en aquella posición, y bajaron la cabeza.

—Lo-lo  lamento, en serio, pero... Andy... desapareció.

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¡Oh My Gosh!

¿Qué tal las confesiones de hoy?

No tengo mucho que comentar de este capítulo, quedé exhauta con tanta emoción, así que espero a que ustedes me comenten.

Les dejo algunas notitas e imágenes del capítulo.

Notitas:

Primero debo alarar que las opiniones de los personajes nada triene que ver conmigo. Yo no odio a Shakespeare ni me disgusta su obra. je je.

Cervillo es como un ciervo pero on cuernos.

Celote es una especie de ovejo, pero más gordos.

Esta es la hacienda del padre de Heechul. Divina, ¿cierto?

Y ahora... algunas escenas de nuestro protas, mejor dicho, de quienes los inspiran. Un regalo especial para las fans por el día del amor y la amistad, para agradecerles el que sigan conmigo, a pesar de todo, je je je.

Empezamos con el tierno JinDy (Jun Jin y Andy)

Seguimos con el ardiente WooDong (Minwoo y Dongwan). ¿Ya ven por que estos personajes son tan ardientes? Tengo buen material jajajaja.

Y por último, el más famoso  RicSung (Eric y HyeSung). De ellos es dificl conseguir algo bueno, ya saben que son agua y aceite jajajajaja.


Espero que lo hayan disfrutado. No olviden dejar sus comentarios. Espero que tenga una feliz semana y un feliz dia del amor y la amistad.

L@s quiero un montón. 

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