Capítulo 18. ¿Quiénes son los Biyangsimjo?
¡Feliz Año del Conejo de Agua!
Espero que nos traiga bendiciones a a todos.
HyeSung observó en silencio el proceso de Eric. La lucha interna que libró por controlarse para volver a la normalidad. También lo vio calmarse y ganarle la batalla a la ira. Sintió su aura estable por unos minutos y de pronto volvió a alterarse. Lo vio correr colina abajo y dirigirse a la calle que conducía al local de comidas. Supo que algo estaba pasando en el restaurante, sin embargo, él no fue capaz de moverse.
Un extraño desasosiego recorría su cuerpo y lo mantenía paralizado. Algo lo quebró por dentro. No fueron las palabras que el lobo le dijo y que ciertamente lo abofetearon, como cuando se intenta despertar a alguien inconsciente.
Fue la expresión de Eric lo que le impresionó. En especial, su mirada. No había en ella el fuego encendido del odio, como en otras veces. Era el hielo del vacío total, como si no hubiese nadie detrás de aquellas pupilas grises con vetas amarillas.
Nunca lo había visto así. Incluso su voz se volvió rasposa, como la de un animal herido de muerte, cuando pronunció aquellas palabras que lo llevaron de vuelta al pasado y al dolor.
Por más que lo intentó, HyeSung no pudo recordar el haberlas dicho él primero. Según Eric, aquella fue la frase que marcó un antes y un después en su relación, ¿cómo no la recordaría? El rubio estaba seguro que jamás, ni bajo amenaza de muerte, diría algo así.
Siguió paralizado en su pensamiento hasta que le llegó un olor a sangre fresca, recién derramada. ¡Alguien había muerto! Se desvaneció como la misma oscuridad que comenzaba a ser devorada por la luz del amanecer, dejando atrás la turbia noche.
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Eric siguió el olor a sangre hasta un campo cercano sembrado de ogzuzu, que bajo la tímida luz del nuevo día le daba al ambiente un color dorado. Con sus garras cortó las largas hojas que sobresalían de los arbustos y se hizo paso en medio de ellos. Unos treinta metros adelante, se encontró con una escena un tanto espeluznante para la hora tan temprana: Minwoo con su cuchillo resplandeciendo en la mano y Jun Jin con las garras expuestas, protegían a Andy y a una pareja de leporiadae de un grupo de... ¿¡biyangsimjo!?
¡Sí! Biyangsimjo, sin consciencia o indeseables, como también les decían. Eran bestias que habían sido execradas de la sociedad por no acatar la ley y el orden. Este grupo estaba conformado por dos lycans y dos nosferatus, y acechaban a los chicos.
Bajo los pies de uno de los lycans, yacía un mortal con el cuello destrozado por garras y cuya sangre teñía de rojo el campo dorado. El lobo dentro de Eric rugió, ansioso por salir. Pero aquella no era una situación propicia para dejarse llevar por su propia bestia. Los biyangsimjo eran seres nefastos, viles, si él hacía un movimiento en falso, ellos irían contra las razas más débiles primero.
-Minwoo. -Eric pronunció el nombre de su amigo para que le asegurase que todos estaban bien.
-Estamos bien. Listo para lo que decidas -respondió con los dientes y los puños apretados. Las indignación por el asesinato que habían cometido aquellos desgraciados demonios, le tenía la sangre alborotada y mente hirviendo.
El muerto era uno de los mercenarios que habían entrado en la taberna un rato antes. Al parecer, él se separó de sus compañeros para hacer fechorías. Andy y Jinnie paseaban por el campo de ogzuzu cuando se encontraron con este hombre de mal aspecto, acosando a una pareja mayor de campesinos leporiadae que estaban arando la tierra. Ellos se apresuraron a ayudar a los campesinos, pero el lobito le pidió al joven vital que corriera al restaurante a buscar a Minwoo. El mercenario era un mortal y Jinnie no quería pelear con él. Aunque no se transformara, su fuerza era superior a la del acosador y no quería hacerle daño.
Pero cuando Minwoo y Andy llegaron al lugar, lo que se encontraron fue una situación completamente diferente. Diferente y aterradora.
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-Por fin llegó el príncipe -dijo uno de los lycans mirando a Eric y relamiendo sus garras cubiertas de sangre.
-Podemos llevarlo de una vez. Solo lo protege un Kitsune y un cachorro de lobo, los demás son razas inferiores -le dijo al primero, otro de los lycans.
-A mí me dejan al kitsune; será un gran triunfo matarlo. Dicen que es el último de su raza -comentó un nosferatu, relamiendo sus asquerosos colmillos ennegrecidos.
-Deja tu ansia de fama. Solo vinimos por el príncipe -respondió el otro nosferatu.
Los biyangsimjo hablaban entre ellos como si los demás no pudieran oirlos. Aunque muy poco les importaba que los escucharan. Eran seres a quienes las ansias de matar les rebasaban el entendimiento.
Minwoo y Jun Jin tensaron los músculos al escucharlos hablar. Estaban listos para repeler cualquier ataque. Voltearon la mirada hacia el príncipe lobo, esperando instrucciones.
Eric agudizó la mirada sobre los demonios, ¿estaban hablando de él? Mantuvo su forma humana para no ceder a la provocación. Aunque aparentaban ser feroces se notaba que no eran bestias muy fuertes, así que solo se transformaría si era necesario. Por ahora les sacaría información, ya que era evidente que estos indeseables seguían un plan y tal vez, órdenes de alguien más.
-¿¡Qué están buscando aquí!? Están lejos de su territorio -les gruñó Eric.
Todo resultaba extraño en la presencia de los indeseables allí. No solo estaban lejos de su territorio sino también fuera de su horario. Eran animales nocturnos, difícilmente se veían a la luz del día. Pero sin duda lo que más sorprendía a Eric era ver a los nosferatus y lycans trabajar juntos. Esta especie de licántropos y vampiros habían perdido su humanidad y mantenían un odio visceral entre ellos.
-Vinimos a hacerte los honores, príncipe. Te estábamos esperando -respondió el que parecía el líder del pequeño grupo.
-¡Yo no soy el príncipe de demonios como ustedes! -dijo Eric, alzando la voz y exponiendo sus garras.
Los indeseables no respondieron, solo se limitaron a reír con carcajadas que salían de sus prominentes vientres.
Los rayos del sol se abrían paso por las montañas. El aroma común del campo, a brotes de ogzuzu y a hierba húmeda por el rocío, se había visto invadido con el olor a óxido de la sangre, y al del sudor y el miedo que emanaba de Andy y de la pareja de leporiadaes. El resto de los inmortales olía a adrenalina.
Eric estaba clavado frente al líder de los indeseables, que mantenía detrás de él al otro lycan. Los nosferatus estaban unos pasos más allá, frente a Minwoo y al resto.
El ambiente era tenso; como el de las películas vaqueras en la que los pistoleros mantienen las manos puestas sobre sus armas, dispuestos a medir quien es más rápido. Los biyangsimjo sonreían, a pesar de sus rostros perennemente agresivos. Estos seres, tanto los lycans como los nosferatus, mantenían su aspecto humanoide, pero mostraban siempre su naturaleza salvaje: colmillos y garras expuestos, afilados.
La piel de los nosferatus era de color gris pálido y en algunos lugares llevaban los músculos expuestos, sin piel. Los ojos, inyectados de sangre, mostraban su sed constante de esta. Los lycans tenían abundantes vellos en el rostro y ojos amarillos llenos de rabia. Cuando ambas especies se transforman en bestias completas emanaban un aura demoniaca.
El primer movimiento lo hizo uno de los nosferatus. Con una sonrisa de colmillos putrefactos avanzó, amenazante, hacia Minwoo.
No les dió tiempo a Eric ni al mortal mayor reaccionar. De la nada, una suave brisa se levantó por todo el lugar y los arbustos de ogzuzu se abrieron. El alto, delgado y brillante príncipe rubio apareció como el sol, a un lado del príncipe lobo. Luego, como un ventarrón Dongwan se interpuso entre Minwoo y el nosferatu, quien, sorprendido, retrocedió dos pasos. Ninguno de los indeseables logró anticipar la poderosa presencia de los vampiros de élite.
-Disculpen que llegué un poco tarde, pero me estaba arreglando las uñas -dijo con tono irónico y mostró unas largas, afiladas y envenenadas garras.
-¡Tshiii! -exclamó Minwoo, ante la presuntuosa aparición del pajarraco.
Dongwan le torció la mirada y la dirigió luego hacia al nosferatu frente a él.
-¿Qué pretendías hacerle a mi enano musculoso? ¿Pretendías morderlo con esos dientes podridos? Apuesto a que nunca en tu vida has ido a un dentista, ¡que asco! -le dijo cubriendo su nariz con la mano.
El nosferatu se alejó de inmediato.
-¡Son vampiros de élite! -les informó, con la voz temblorosa, a los otros.
-Bien. Ya que estamos completos -le dijo Hye a Eric-, qué te parece si agarra cada uno su pareja. Los lobos bailan juntos y los vampiros, con esas cosas que pretenden ser vampiros.
Pero los biyangsimjo retrocedieron.
-Jefe, el mortal no nos dijo que habían dos vampiros de elite con el príncipe -dijo uno de los lycans.
-¡Qué nos iba a decir! ¡Si le arrancaste la garganta antes de que terminara de hablar, imbécil! -le reclamó y ordenó-. ¡Vamonos! Ya tendremos otra oportunidad.
El sol despuntó completo y, como una pesadilla que se desvanece con el amanecer, los indeseables desaparecieron dejando su huella de muerte sembrada en la tierra.
-¿¡Qué!? ¿Eso fue todo?... Eish, qué decepción -exclamó Dongwan. Luego observó al mercenario tirado en el piso y aspiró cerca de él-. ¡Haaaa! Este olor me alborota las hormonas.
-Supongo que estarás feliz -le dijo Minwoo, refiriéndose a que el muerto era uno de los mercenarios que vino por él.
-Mejor él que tu hermano, ¿no crees?
El mortal no le respondió, se volteó hacia Andy y los otros para verificar que todos estuvieran bien.
Eric seguía en el mismo lugar, con la vista fija en la zona por donde habían desaparecido los indeseables. Hye Sung se acercó, necesitaba saber qué había pasado.
-¿Qué hacían esos biyangsimjo en este territorio y a esta hora? Eso es muy extraño ¿Qué querían? -le preguntó.
-No lo sé. Todo fue tan confuso. Estoy seguro que hemos cuidado nuestras identidades; sin embargo, ellos sabían bien quién era yo.
-¿Estarán enterados de nuestra misión?
- No creo. Dijeron que venían por mí, pero no tenían idea de con quiénes andaba yo. Se sorprendieron cuando los vieron a ustedes.
-¿Por qué vendrían a buscarte? Si ellos ya sabían que eras un Moon, ¿cómo se atrevieron a enfrentarte? Lo lógico habría sido que salieran huyendo de ti.
-No estoy claro. Nunca dijeron mi nombre, siempre me llamaron principe. Todo fue tan confuso - repitió Eric y resopló.
-Ahora esto va a ser un problema. Vamos a quedar expuestos. Debemos reportar el cuerpo a las autoridades para que quemen a ese hombre. No podemos arriesgarnos a que haya quedado infectado por un lycans -agregó Hye.
Eric asintió con el rostro arrugado por la preocupación.
Los campesinos leporiadaes se acercaron a los herederos para hablar con ellos. Sus narices rojas y sus altas orejas se movían llenas de emoción. Estaban muy agradecidos con los valientes chicos, y con todos, por haberlos defendido y les ofrecieron un suculento desayuno en su casa. Incluso les dijeron que tenían un terreno en el que podían quemar al mercenario. Como era un hombre fuera de la ley, no tendrían que reportarlo.
Los herederos se miraron a las caras. No estaban muy seguros de que fuera la opción más correcta; pero era eso o exponer toda la misión ante las autoridades. Era un riesgo que no querían correr y menos por el hecho de que ninguno de ellos había matado a aquel hombre. Después de deliberar un momento, aceptaron la generosa propuesta de la pareja de elementales conejitos.
-Ustedes resuelvan esto, yo voy a la taberna a buscar nuestras pertenencias. Se las dejé a la ninfa que nos estaba atendiendo -les dijo Minwoo.
-Yo voy contigo -se ofreció Dongwan.
-No necesito que me acompañes, conozco el camino.
-Perooo. No sabemos si esos demonios andan por ahí todavía, así no debes ir solo -le insistió el vampiro sexy.
-La bruja tiene razón, Minwoo, deja que te acompañe -le indicó Eric.
Minwoo resopló y Dongwan dibujó una sonrisa de labios apretados. Habían caminado como unos diez pasos cuando el vampiro sexy, con su actitud de adolescente, se enganchó al brazo del mortal.
-Además,... no te voy a dejar solo con esa ninfa -le dijo casi en un susurro.
-¿¡Vas a empezar con eso!? ¡Suéltame!
-¡No!
Llegaron frente a la taberna y un rebullicio de gente salía del local. Al verlos entrar, el dueño salió a recibirlos.
-¿Están todos bien?
Dongwan y Minwoo se miraron, sorprendidos. Sin dejarlos responder el hombre les explicó que varios campesinos, que se dirigían a sus labores, vieron lo que sucedía en el terreno de los Raconi, el apellido de la pareja de leporiadae. Se asustaron al ver a los biyangsimjo y corrieron a la taberna a contarles a todos.
-Eeee. Sí, estamos bien, ya se fueron -respondió Minwoo.
-Menos mal -dijó el hombre, aliviado, y agregó-. No sé en qué momento vinieron esas bestias hasta acá, pero mataron a otro de esos mercenarios.
Minwoo arrugó el entrecejo y sus ojos mostraron confusión. El dueño del local los llevó hasta la parte de atrás del establecimiento y les mostró a otro de los mercenarios.
Yacía boca abajo en el piso, sin signos vitales, con unas pequeñas y delicadas incisiones en el cuello. Minwoo se agachó y lo volteó cara arriba. Los ojos se le desorbitaron y su boca se abrió con espanto al verle el rostro. Era el mercenario que había estado discutiendo con Dongwan en el baño y en el Odisea. Se levantó de un golpe y dio varios pasos hacia atrás, jadeando. Se cubrió la boca con la mano para tratar de calmarse. Lanzó la mirada hacia donde estaba Dongwan, quien tenía los ojos fijos sobre el cuerpo sin vida del mercenario.
Miró de nuevo las heridas del hombre, eran demasiado limpias y sutiles para ser de un nosferatu. Su mano pasó de cubrir su boca a cubrir sus ojos y apretar sus sienes. ¿Era posible lo que estaba pensando?
Exhaló con fuerza y se dirigió hacia Dongwan. Lo tomó del brazo, y de un jalón, lo arrastró consigo hasta un área apartada de los curiosos. Lo lanzó contra una pared.
-¿Lo mataste? -preguntó entre dientes, para que nadie más lo escuchara.
-¿Te volviste loco? Claro que no -le respondió con un susurró. Lanzó la mirada hacia un lado.
-Maldita sea, Dongwan. ¡Mírame! y dime la verdad -le exigió.
El vampiro volteó lentamente la mirada y sus amatistas encendidas se encontraron con unas pupilas ámbar, confundidas, y temerosas de su respuesta. Minwoo, al igual que Hye, le pedía la verdad. Pero ninguno de ellos podía con el peso de esa verdad que él cargaba dentro de sí. La pedían sin querer saberla en realidad, y peor aún, sin saber el infierno que esa verdad desataría.
Agudizó la mirada y respondió con una voz seria y vacía.
-Piensa lo que te de la gana. Total, nunca vas a confiar en mí... Y tal vez no deberías. -Colocó la mano sobre el pecho agitado de Minwoo y lo apartó con suavidad hacia un lado. Se retiró dejando al mortal más confundido que antes.
Dongwan se reunió con el grupo de personas aglomeradas a un lado del cuerpo del mercenario y les explicó que deberían reportarlo a las autoridades. No podían estar seguros que el asesinato había sido obra de un nosferatu. Estas palabras sorprendieron a todos, en especial a Minwoo.
Pero el dueño del local le dijo que eso de reportarlo era muy engorroso y él no quería problemas. Aseguró que si los biyangsimjo habían matado a aquel otro hombre también mataron a este.
Minwoo se acercó de nuevo al grupo y se agachó junto al cadáver. Lo tomó por los brazos y lo cargó en su espalda.
-¿Qué haces? -le preguntó Dongwan.
El mortal exhaló por el peso y se volteó hacia los presentes.
-Si no tienen objeción, voy a llevarlo al terreno de los campesinos para quemarlo junto con el otro. No podemos arriesgarnos a que haya quedado infectado y se levante a media noche -les dijo. Todos estuvieron de acuerdo.
Dongwan lo observó en silencio, con los ojos llenos de admiración. A pesar de que el mortal no creía en él, estaba dispuesto a protegerlo.
-Eeee...
-Tú ve a traer nuestras cosas --le interrumpió Minwoo antes de que hablara y caminó hacia la salida con el peso de la duda sobre sus hombros, (literal).
El vampiro sexy sonrió, recuperó los bolsos y las chaquetas y corrió a su lado. Ambos se dirigieron hacia el terreno de los leporiadaes.
-Solo para que no temas... Ese hombre no va a levantarse a media noche, está bien muerto -le informó Dongwan con una sonrisa traviesa.
-¡Cállate! ¡Me vas a volver loco!
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La sangre del desafortunado mercenario corría por el torso de Eric, convirtiéndose en una especie de deliciosa tortura. El llevarlo en su espalda no había sido una buena idea. El olor estaba empezando a perturbarlo.
-Abre la boca -le indicó Hye.
-¿Qué?
-Qué abras la boca.
El lobo obedeció y el príncipe vampiro acercó una cápsula de biosangre a sus labios.
-Esto te ayudará a controlar el impulso. Jinnie y yo ya tomamos una.
El lobo sujetó la cápsula con sus dientes intentando no tocar los dedos de Hye con sus labios. Pero el corrientazo que ambos sintieron fue un claro indicio de que falló en el intento.
El rostro de Jun Jin lucía feliz. Sus cejas estaban levantadas, sus ojos brillaban y en su hocico había una sonrisa de dientes expuestos. Andy lo miraba, con el ceño fruncido. Le extrañó su expresión, incluso le parecía fuera de lugar. Lo que acababan de vivir no era como para tener feliz a nadie y, de hecho, él aún estaba temblando. Luego de pensar por un momento, lo entendió. Se acercó al lobito.
-Oye, Jinnie, no te hagas muchas ilusiones con el desayuno.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Bueno,... estos campesinos son, sabes, del tipo conejo.
Jun Jin lo miró sin comprender mucho para donde iba su conversación. Luego de un momento le preguntó.
-¿Qué desayunan los leporiadaes?
-No conozco su dieta, pero... ciertamente no comen burros -respondió y apretó los labios.
Jinnie se detuvo en seco. La sonrisa de su rostro se quebró en mil pedazos y sus cejas cayeron estrepitosamente. Andy hizo un esfuerzo por no reír. Trató de consolarlo diciéndole que de seguro los campesinos tenían muchas deliciosas maneras de preparar las verduras.
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Hola, holaaaaa.
Espero que estén pasando un feliz inicio del año del Conejo de Agua. En honor al animal del año, escogí a esta especie para ser los campesinos protagonistas.
Ahora, ¿alguien puede explicarme qué pasó en este capítulo? Yo no entendí nada, quedé más confundida jajajaja.
Bueno, pero déjenme decirles que hay muchas claves importantes en él. ¿A ver quién adivina? Quiero leer su teorías.
¿Por qué buscan estos biyangsimjo a Eric?
Dongwan ¿Culpable o inocente?
¿Notaron alguna información más por ahí,entre líneas?
Espero sus comentarios. Mientras, les dejo alguna imágenes generadas con IA de nuestras especies.
Los Leporiadaes son algo así,para mí.
Y por supuesto que el Ogzuzu debe ser algo así.
Sí! Maíz con forma de zanahoria jajaja.
Estos son los lycans. En serio que dan miedo.
Y los nosferatus
Concuerdo con DongWan, dan asquito jajaja.
Gracia por leer, comentar, votar y compartir. Hasta el próximo domingo.
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