Capítulo 17. ¿Amor, capricho, conveniencia?
El filo de la medianoche cayó demasiado rápido. A pesar del gélido ambiente, el motor del clásico rugió firme ante las miradas de asombro en los presentes. El lobo lucía su cabeza en alto, orgulloso de haber hecho una buena elección.
Después de varias discusiones, se acomodaron como pudieron en las butacas de cuero color beige, que a pesar de ser de vaca, les resultó agradable al tacto.
Andy ocupó, a regañadientes, la parte del medio en el asiento trasero. Aunque peleó por el lado de la ventana, fue obligado por su hermano a sentarse entre él y el vampiro adolescente. Jinnie fue convencido por el líder, que su lugar era cuidar la retaguardia en el pequeño espacio que servía para acomodar las maletas y bolsos. No era nada cómodo para las largas piernas del lobito, pero tenía la promesa de ser relevado de vez en cuando.
Con los puestos del piloto y el copiloto no hubo posibilidad de discusión. Desde que Eric abrió las puertas y se ubicó detrás del volante, Hye tomó el otro asiento y nada de lo que dijeran los demás le valió ni media bolsa de bio sangre. Hizo valer su posición de príncipe heredero.
Después de dos horas de carretera, dejaron atrás el ruido de los barcos, el bullicio de un mercado que no dormía y el olor a mar. Los sonidos fueron apagándose y dándole paso al silencio que venía acompañando a la oscuridad. Los faros funcionaron bien. Hasta ahora el noble clásico les había dado muestras de que merecía una oportunidad.
Hye bajó la ventanilla. El olor del perfume de Minwoo lo traía mareado. Se lo acababa de colocar y por eso el aroma estaba intenso. Los inmortales le pidieron que no lo usara, por el reducido espacio, pero se negó sin dar derecho a discusión. Solo les tocaba esperar a que disminuyera.
El rubio sacó un poco la cabeza y permitió que la brisa le desordenara el cabello. Sintió de inmediato el olor a bosque, a madera fresca y también añeja. Aromas que habían permanecido en el mismo lugar desde tiempos remotos: roble, pino, caoba, cedro. Pero también fresno, sauce, abedul y otros tantos más. Una armoniosa mezcla de árboles de hojas perennes con los de hojas caducas, que cambiaban con la estación del año. Y por supuesto no podía faltar el árbol del amor: una leguminosa con flores de color rosado que se agrupaban en ramilletes, como el bouquet de una novia. Extrañamente también recibía el nombre de "árbol de Judas". La razón de ese nombre se había perdido con el tiempo.
La siesta de la tarde les había caído bien. Sus ánimos estaban activos, al menos los de Andy y Jinnie que no dejaban de parlotear. Minwoo llevaba sus ojos pegados a la ventana y Dongwan se tomaba selfie con su dispositivo de comunicación. Hye había cerrado de nuevo la ventana y ahora peleaba con un aparato de forma rectangular que estaba incrustado en el tablero del vehículo y que le habían dicho que podía tocar música. Eric, con los ojos fijos en el camino, sostenía la respiración cada vez que el rubio rozaba su pierna, por casualidad, intentando hacer que el aparato funcionara.
El dispositivo de comunicación de Minwoo vibró en su bolsillo, algo que le extrañó; la gente más cercana a él sabía que estaba de viaje. Lo sacó, apresurado, pensando en que alguno de sus empleados podía estarlo necesitando.
El mensaje venía de un número desconocido:
"Aunque no quieras mirarme te mando una foto".
El mortal entrecerró los ojos y frunció el ceño sin entender lo que había leído. Abrió la foto anexa. No había nadie, solo se veía el techo interior de un vehículo que le pareció muy conocido. Volteó la mirada hacia la ventanilla contraria y se topó con el rostro de Dongwan; los amatistas lo miraban, traviesos, y en sus labios se pintaba una sonrisa pícara.
Minwoo volvió la vista al comuniador y tecleó: "Pajarraco estúpido, ¡No sales en la imagen! ¿¡ y cómo es que tienes mi número!?"
Dongwan: "¿Tú número? Eso fue fácil. Por algo tu amigo lobo me llama bruja. Y si quieres ver mi imagen solo tienes que voltear, aquí estaré... Dos emojis interactivos: el beso de una boca muy roja que luego saca una lengua seductora, y un ángel que se transforma en un diablito con sonrisa malévola".
Minwoo presionó varias veces, nervioso, el botón de apagado del dispositivo. Lo guardó en el bolsillo de su chaqueta y se arrimó más hacia su lado de la ventana. La carcajada del vampiro sexy retumbó en el interior del pequeño vehículo-. Disculpen, es que me acaban de enviar un chiste -se excusó al sentir la mirada de los otros sobre él.
-¿Es bueno? ¡Compártelo! -le pidió Andy, curioso.
-Lo siento, es privado.
-Hermano, tengo hambre y necesito estirar las piernas, ¿cuando nos detenemos? -preguntó Jinnie a Eric, arrugando el rostro, adolorido.
-En media hora llegaremos al próximo poblado. Allí descansaremos y comeremos algo. Aguanta solo un poco más -le informó el lobo mayor.
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En el tiempo indicado las tenues luces del poblado comenzaron a aparecer, iluminando los cansados rostros de mortales e inmortales por igual. Por la hora, no había muchos locales abiertos. Nongto era un distrito netamente agrícola, así que la vida iniciaba al amanecer y terminaba al caer la tarde. Después de recorrer medio pueblo encontraron al fin una taberna abierta, un lugar en el que posiblemente se reunían los más infortunados de la zona.
Eric aparcó el todo terreno frente al local, con la intención de tenerlo siempre a la vista. La seguridad en el país era excelente, pero nunca faltaba uno que otro desubicado.
-Recuerde: no se separen y no hablen demasiado con alguien en particular, a menos que tengan la posibilidad de conseguir información. Solo estaremos un par de horas -les indicó el líder lobo.
Entraron en silencio y se ubicaron en una mesa cercana a la puerta. Todas tenían la misma forma: redondas y de cristal, lo que era casi una obligación en los locales de comida del país como parte de la seguridad, nada se podía ocultar debajo de ellas.
Una hermosa camarera les trajo lo que quedaba del menú. No era mucho debido a la hora: algunos frijoles con verduras y pan. Nada de carne. Por supuesto que los lobo se quejaron. Lo que había sobre la mesa les servía acaso de aperitivo.
-Dejemos que Minwoo y Andy coman esto, ellos no tienen otra fuente de energía. Los demás podemos alimentarnos con cápsulas de bio sangre, por el momento. Luego tomaremos otra chuchería en el camino -sugirió Hye.
-¿Cápsulas? -preguntó Eric.
-Sí. Cuando estemos en lugares públicos tomaremos las cápsulas, son menos llamativas. Además, no logramos conseguir bolsas en Pretón, mejor dicho, no quisieron vendernos a nosotros -explicó y repartió una cápsula a cada inmortal.
-¿Por qué no se las vendieron? -preguntó Minwoo.
Los cuatro que habían quedado encargados de conseguir las provisiones se miraron las caras, frustrados.
-Está prohibido vender bio sangre a los vitales y todos nosotros tenemos credenciales de vitales -respondió Dongwan.
-¿Ni siquiera Jinnie, con esa cara de lobo, pudo conseguir bio sangre? -Minwoo seguía intrigado.
-Sucede que los vitales de estos tiempos tienen más apariencia de inmortales que nosotros, fíjate en tu hermano -le señaló Hye y agregó-. Y contábamos con la imágen gótica de Wannie, pero ahora se ve más mortal que tú.
-Sí, realmente se ve mortal -masculló Min.
En silencio, Andy y Minwoo pellizcaron algo de lo que había en la mesa, pero insistieron en compartir con los otros. Jinnie miraba, con resignación, su pequeña cápsula. Aquello sería suficiente ración de energía para cualquier otra especie; para los lobos era solo un corrientazo. Soñaba con un buen pedazo de filete.
-¿Deberíamos ir a cazar algún burro? -dijo y los demás rieron de su ocurrencia, haciendo que el ambiente se animara un poco.
Dongwan tomó su cápsula y se la acercó a Jinnie.
-Puedes tomar la mía, yo todavía estoy satisfecho con lo que me dio Hye.
-No digas tonterías. Tomaste apenas unos sorbos y te has estado alimentando muy mal en estos días -le señaló el rubio en plan de regaño.
El vampiro sexy volteó la cabeza hacia su primo y lo miró con picardía-: ¿Acaso quieres que te de otra mordida? Ya sabía yo que te iba a gustar -le dijo y acunó en su mano la mejilla de Hye.
El rubio sonrió. Envolvió la mano del moreno con la suya, y la retiró con delicadeza. A pesar de lo cabeza loca que era Dongwan y que a veces lo sacaba de quicio, Hye lo trataba con cariño. Sabía que a causa de él, su primo llevaba una vida muy dura en la mansión, junto a la víbora de su madre.
Por más que lo intentó, Eric no pudo ocultar el cómo sus manos se apretaron en puños debajo de la mesa. Su rostro se contrajo debido al leve ardor que comenzó a crecer dentro de su estómago.
-Tomá la mía, Jinnie, se me acaba de quitar el hambre -le dijo a su hermano entregándole la cápsula. Se levantó de la silla y salió del local, dejando a todos sumidos en la confusión.
A todos menos a Hye, que ya estaba entendiendo la actitud del lobo. Sonrió para sí mismo, sorprendido de que todavía sintiera celos de Dongwan. ¿Debía ir a calmarlo como tantas veces hizo en el pasado? ¿O esperar para que se encendiera un poco más? Sabía que no era nada sano, pero disfrutaba mucho de verlo morderse las vísceras por los celos. En otros tiempos, aquellos arranques de Eric terminaban en una deliciosa escapada. ¿Cuál sería el resultado ahora?
-Bueno, en vista de que ninguno de los dos quiere, yo las tomaré. Tengo hambre -dijo Jinnie.
Andy golpeó la mano del lobito antes de que pudiera agarrar las cápsulas.
-Devuelve eso a Dongwan. Ya oíste a Hye, él la necesita más. Tú come verduras, es bueno para tu cuerpo -le dijo y le metió una hoja de legumbre en la boca.
Después de una media hora de conversación vacía, sostenida solo por monosílabos, Jinnie y Andy salieron a dar una vuelta por el lugar para que el lobito pudiera estirar las piernas.
Hye se levantó de la mesa y decidió salir también. Se excusó diciendo que iba a revisar los alrededores, pero su intención era, por supuesto, ir en busca de Eric. Ya llevaba mucho tiempo de estar afuera a pesar de que él mismo sugirió que no se separaran.
-¿Por qué no llevas al pajarraco revenant contigo? -le dijo Minwoo, haciendo un gesto con la boca para señalar al mencionado.
Dongwan agudizó la mirada y luego torció los ojos, mostrando desagrado por el nuevo apodo que le caló el enano musculoso.
-¿Quieres que me maten? -respondió Hye dejando al descubierto, con una sonrisa, su verdadera intención. Dio media vuelta y salió del local.
-Déjalo. ¿No ves que va a buscar al asqueroso lobo solitario? Ese debe estar ardido, rompiéndole la madre a la luna en alguna colina -comentó DongWan, torciendo el gesto.
-Lo hiciste a propósito,¿cierto? Tu escenita cariñosa con Hye -dijo con un tono irónico, molesto, y agregó-. Fue para enojar a Eric.
-¡Por supuesto! Cada vez que pueda molestarlo para que se muestre como la bestia que es, lo haré. Es un peligro para Hye... Y tú también deberías alejarte de él -respondió, categórico.
Minwoo ya no dijo nada más, se limitó a mover la cabeza en desaprobación a las palabras del vampiro. Finalmente se levantó también de la mesa.
-¿A dónde vas? Moon dijo que no debíamos separarnos. ¿Solo yo sé acatar órdenes en este grupo?
Minwoo rio con sorna-. Voy al mostrador a hablar con la chica que nos atendió. Es hora de que alguien se ponga a trabajar en la misión.
-¡Espérame! Ni creas que voy a dejar que hables tú solo con esa ninfa dagfnea. Se ha portado muy extraña todo el rato.
-No seas estúpido. Quédate aquí. No fastidies mi investigación.
-¡No irás solo! -lo sujetó de la mano para no dejarlo ir. Entrelazó sus dedos y Minwoo sintió que algo lo sacudió. Su corazón comenzó a latir con tanta fuerza que pensó que se le detendría. Intentó zafarse, pero el vampiro fue firme en su agarre.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué no quieres que hable con ella?
Dongwan levantó las cejas y miró a los lados, buscando una justificación convincente. No podía decirle que la ninfa tenía rato mirándolo con ojos de coqueta, y si lo hechizaba, el mortal también se interesaría en ella. Estas ninfas poseían una gran belleza.
-Porque... porque... porque... tú no sabes cómo hablar con las mujeres. Eres un bruto mortal y de seguro ni le entiendes -dijo y se levantó para acompañarlo-. Déjamelo a mí, yo soy más educado y sensible.
Minwoo lo miró fijo a los ojos, tratando de comprender qué clase de excusa era esa. Giró la vista hacia el techo y exhaló, fastidiado. No sabía si era una hora muy temprana o muy tarde, pero ya no quería seguir discutiendo.
-Ya qué. Haz lo que te de la gana -dijo y se dirigió al mostrador, con el adolescente sexy pegado a su mano derecha.
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Eric corrió por los alrededores por algo más de media hora; no lograba calmar el ardor que consumía su estómago. Su lobo deseaba salir, despedazar al estúpido pajarraco y beber la sangre del rubio coqueto y descarado.
¿Por qué le molestaba tanto si ya sabía cómo era él? ¿Aún no había aprendido la lección?
Corrió hacia una colina cercana y ahí se detuvo. Se arrojó al piso, agotado. El sudor corría por sus sienes y su corazón golpeaba fuerte dentro de él.
-Maldito Hye Sung, por qué permito que sigas jugando conmigo de esa manera -se dijo en un susurró ahogado por la agitación.
Una leve vibración lo sorprendió, sacándolo de su ofuscado pensamiento. Se incorporó hasta quedar sentado en el piso. Metió la mano en el bolsillo de su pantalón y agarró el dispositivo de comunicación.
-Hola, hijo, buen día.
-Buen día, padre. ¿Ya es tu hora de correr? ¿Cómo está todo en la Ciudad? -preguntó.
-Las cosas aquí se están complicando. El virus está mutando muy rápido. Aunque todavía no es peligroso para nosotros, no podemos esperar a qué suceda. Pero cuéntame tú, cómo va todo. Me preocupó el que no te hayas comunicado conmigo. ¿Todo está bien? Te siento agitado.
Eric se levantó del piso, colocó el audífono en alta voz y guardó el celular de nuevo en su bolsillo, las manos le sudaban. Puso a su padre al tanto de lo que habían hecho hasta ahora y de la información que algunos habitantes de tierra firme tenían sobre el virus. Varias veces le desvió el tema del por qué se escuchaba tan agitado, cómo si le faltará el aire. Y es que no podía confesarle a su padre que por culpa de los celos, se sentía como si un Troll roca estuviera sentado en su pecho.
-¿Estás seguro que no te pasa nada? ¿Te has peleado con HyeSung? Por favor, trata de llevarte bien con él -insistió su padre, sin saber que sus palabras empeoraba las cosas.
Eric apretó la mandíbula y respiró para tratar de contenerse, pero el ardor en su estómago se incrementó.
-¿Por qué siempre tienes que preguntar por él? Parece que lo proteges más que a mí -dijo y cerró las manos en puños.
Del otro lado del comunicador se escuchó un suspiro de angustia.
-Hijo, sé que de vez en cuando te saca de tus casillas, pero debes tenerle paciencia. Él puede ayudarte a entrar en control. Solo céntrate y permítele que esté cerca de ti.
-¿¡Ayudarme a entrar en control!? ¿¡Mantenerlo cerca de mí!? ¡No sabes cómo es!... ¿¡Por qué tú y el viejo Dark me obligan a aceptarlo!? ¿¡Es que quieren verme muerto!?-le gritó bufando como toro salvaje.
-¡Jung Hyuk! ¡Contrólate! Si no puedes con esto, ¿¡mereces ser el líder de mi manada!?
La frase de su padre se elevó por encima de su ardido corazón y lo congeló en un instante. De repente, la vergüenza lo aplastó haciendo que cayera de rodillas en el piso.
-Lo siento -dijo con una voz profunda-. Tienes razón, no merezco ser un líder, ni siquiera ser tu hijo... Puedes desheredarme cuando lo consideres. -Arrastraba las palabras como si fueran eslabones de una pesada cadena atorada en su garganta. Cada día se sentía más decepcionado de él mismo. Estaba agotado de lidiar con sus estúpidas emociones.
So Ji Moon sintió clavarse un puñal en su pecho con aquella respuesta y entendió que había sido muy duro con su hijo.
-Hyugie, mi sangre corre por tus venas y es más fuerte que cualquier otra cosa. Nunca olvides que eres un Moon... y mi hijo amado -le dijo y colgó el dispositivo.
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Ji Sung Dark vio el rostro decaído de su amigo y le palmeó la espalda para darle consuelo.
-¿Acaso nos equivocamos al forzarlos en esta misión? -preguntó el alfa de los lobo.
El líder vampiro exhaló lento-. Confío que el amor que hay entre ellos sea más fuerte que sus orgullos -le respondió.
El lobo lo miró con suspicacia-. Así que tú también te has dado cuenta de lo que ocultan esos dos con sus arrebatos.
-¿Puede alguien no darse cuenta? Es un secreto a voces. Por estás tierras corría hace unos siglos un dicho que decía: "Hay dos cosas que no se pueden ocultar: la gripe y el amor". Esos dos nunca han tenido gripe -dijo dibujando una sonrisa.
Después de unos minutos de silencio, Ji Sung Dark agregó-. Ahora, la pregunta correcta sería: ¿deberíamos alertarles sobre lo que podrían encontrar en esta travesía? Si no fortalecen su relación, enfrentarse con la verdad los puede destrozar.
-Qué más quisiera yo que evitar el sufrimiento de nuestros hijos, pero ya ves que los ancianos lo prohibieron: "Si se topan con la verdad darán la cara a ella y sus esencias deben emanar sin prejuicios ni predisposición. Solo así serán unos verdaderos líderes" -recitó el alfa, apesadumbrado, el mandato de los ancianos.
-Pues, roguemos al pata de cabra para que los mantenga lejos de ciertos caminos -respondió Ji Sung.
Moon forzó una sonrisa ante la incongruencia de su amigo vampiro. Estaba seguro que el propio pata de cabra conduciría a su hijo hasta el precipicio. Frotó sus ojos cansados y exhaló su angustia-. Puedo perder a mi amado Jung Hyuk en este viaje.
-Tranquiliza a tu lobo, amigo. Nosotros vivimos la tragedia en la piel y logramos superarla; ellos también lo harán. Confiemos en eso. Además, tienen una gran ventaja que tú y yo no teníamos: están enamorados prácticamente desde que nacieron. Se apoyarán el uno al otro -le dijo Ji Sung para reconfortarlo.
Luego, el vampiro agudizó los ojos y lo miró con sospecha-. Aunque creo que tú sí estabas enamorado de mí. No he podido librarme de ti desde ese entonces -agregó, para intentar romper el ambiente tenso que los envolvía.
El alfa río a carcajadas. En su interior agradeció que Dark continuara siendo el descarado bromista de siempre-. ¿Quieres ir a correr por la montaña? -le preguntó con un tono seductor, sugerente.
Ji Sung dibujó una amplia sonrisa por la forma en la que el serio lobo le siguió la broma-. Naaaa. Prefiero ir a dormir. Ya me has tenido toda la noche despierto con tus angustiosas elucubraciones.
-Ya veo porque Hye Sung es tan perezoso.
-Digno hijo de su padre -respondió Ji Sung, orgulloso.
Las carcajadas de ambos resonaron en el cómodo estudio de la mansión Dark. Al menos por un rato lograron espantar la sombra de temor que se ocultaba en sus corazones. Estaban conscientes de que habían enviado a sus hijos directo a un abismo, en el que podrían perderse para siempre.
-Oye, Hyugie me llamó "viejo Dark". Eso me ofendió. Es la primera vez que se refiere a mí de esa manera.
-Sí, me di cuenta, pero ¿te has visto en un espejo?
-No, soy un vampiro.
-Pero creaste dos que pueden reflejar tu imagen.
--Los regalé, esas cosas roban el alma.
So Ji Moon soltó otra carcajada que le salió de las entrañas. Era demasiado gracioso escucharle decir como excusa, la mentira que él mismo inventó para explicarle a los mortales el porqué no se dejaba tomar fotos ni se asomaba a los espejos-. ¿Y acaso tienes un alma qué robar?
-Cállate... O mejor dime, ¿estoy viejo?... Sé sincero, pero recuerda que tú y yo tenemos la misma edad -le dijo Dark.
Con esa acotación en mente, el alfa lo observó con detalle por unos minutos y luego le dió su veredicto-. Para nada, aún somos unos mocosos de escuela.
Ji Sung lo miró con los ojos muy abiertos y ambos rieron de nuevo como niños. Quedaba claro el porqué los herederos eran como eran. Tal palo, tal astilla.
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La chica limpió el mostrador y con una amplia y brillante sonrisa les preparó el café especial de la casa. Estaba asqueroso, solo agua caliente con algo de color, pero Minwoo lo tomó como si fuese una delicia de los dioses. Y no solo eso, sino que le agradeció devolviéndole la sonrisa.
«¿Ya lo hechizó la ninfa esta? ¿Cómo puede tomar tal asquerosidad?» pensó Wannie mientras le lanzaba al mortal una mirada aguda. El vampiro todavía tenía secuestrada la mano de Minwoo, así que le apretó los dedos con fuerza. Cuando él se quejó, le dijo con palabras silentes que dejara de ser tan regalado.
Lo cierto era que la camarera había sido muy amable al responder sus preguntas con tanta espontaneidad, y Minwoo quería que la conversación siguiera en ese tono.
El rumor de las muertes en la isla capital ya había corrido por toda la zona, sin embargo, era solo eso: un rumor. De este lado del mundo nada fuera de lo normal estaba sucediendo. Eso ya les daba un indicio que el ataque era controlado y que estaba dirigido solo al gobierno central. Al parecer no era la intención de los conspiradores el crear una epidemia mundial. Al menos no por el momento.
La puerta del local se abrió de forma brusca, lo que llamó la atención de los pocos clientes que ocupaban el lugar. La chica torció el gesto de inmediato y ellos voltearon medio cuerpo para ver a los que habían llegado. Eran cuatro hombres de muy mal aspecto: ceños fruncidos, ropa oscura y desaliñada. Con movimientos toscos y palabras vulgares ocuparon una de las mesas cercanas a la puerta de entrada. Desde detrás del mostrador, la chica miraba a los hombres de reojos, rogando no tener que ser ella quien los atendiera. Les contó que eran mercenarios y que siempre trataban mal a todos en el local.
Dongwan soltó la mano de Minwoo, se incorporó dándole la espalda a los hombres y bajó la mirada hacia el mostrador. El mortal en cambio, seguía con los ojos fijos en ellos. Las chaquetas y los bolsos de todos estaban en la mesa justo al lado de los recién llegados y quería estar alerta por cualquier cosa.
-No los mire de frente, eso los puede molestar -le advirtió la chica.
-Voy al baño -dijo Dongwan con una seriedad inusual.
Minwoo le sugirió que esperara y le indico que lo mejor era ir hasta la mesa para recoger las cosas, pero Dongwan no le hizo caso. Respondió que tenía urgencia, dio media vuelta y se fue, dejando al mortal la palabra en la boca.
Pateó la puerta del baño y entró, enfurecido.
-¡Maldición! ¡Maldición! -repitió, mientras golpeaba la mesa del lavabo con los puños.
No pasaron ni cinco minutos cuando uno de los mercenarios entró al baño. Dongwan retrocedió al verlo.
-Realmente eres muy imbécil, vampiro. ¿Pensaste que con esa dulce carita no te reconocería? -se acercó hacia Dongwan, amenazante-. ¿Se te olvidó que esa cosa que traes en el pecho siempre me atraerá hasta ti?... ¿¡Dónde está mi dinero!?
Los amatistas brillaron y se fueron coloreando en rojo. Las uñas del vampiro se mostraron muy afiladas.
-¿De cuál dinero hablas, asqueroso? No recuerdo deberte nada. Ya que nada has hecho por mí -La voz de Dongwan se engrosó.
El mercenario se turbó al verlo con esa apariencia agresiva. Sin embargo, se mantuvo firme.
-Lo haré en cuanto me pagues, ese fue el trato que...
No le dio tiempo de decir nada más. En cuestión de segundos, el mercenario sintió la mano del vampiro sobre su cuello y su espalda pegada contra la pared. A pesar de su mediana estatura y apariencia frágil, Dongwan lo había elevado al menos medio metro sobre el piso.
-¿Qué trato?, miserable mortal. ¿Hice yo algún trato contigo?
-La-la-la se... -intentó balbucear algo, pero Dongwan apretó más la mano cerrado el paso del aire.
-Escúchame bien, escoria. No hay ningún trato. Si vuelvo a ver tu horrible cara cerca de mí, o intentas hacerle daño a alguien de mi grupo... Te mataré sin piedad.
Los ojos inyectados de sangre y los colmillos completamente expuestos fueron suficientes para convencer al hombre de que hablaba en serio. Asintió, con un leve tono morado casi cubriendo su rostro.
El vampiro retiró la mano y el hombre cayó al piso, inhalando desesperado, en busca de algo de aire.
-¡Estúpido, me ensuciaste los zapatos nuevos! -le gritó, al verlo caer en sus pies- ¿Sabes cuánto cuesta mantenerlos así de blancos? Y no traje a mi ayudante de limpieza en este viaje... ¡Lárgate de aquí que me pones de mal humor! -lo empujó a un lado con el pie.
El hombre se arrastró hacia la puerta. Con dificultad se levantó sosteniéndose de la manilla. Volteó a mirar al vampiro con intención de decir algo, pero se arrepintió y salió.
Dongwan se arregló el flequillo que le caía sobre la frente, sacudió su chaqueta y sonrió. Hace un tiempo que no se divertía tanto. Ya había vuelto a la normalidad cuando la puerta del baño volvió a abrirse y pensó que el mercenario no había tenido suficiente y había regresado a busccar más. Sus ojos se toparon con aquellas pupilas ambar fijas en él, totalmente inexpresivas. Desvió la vista hacia el frente y, nervioso, fingió mirarse al espejo.
Minwoo se quedó parado en la puerta por unos minutos, sus manos estaban cerradas en puños y su pecho se movía agitado. No estaba seguro de lo que sentía, pues tampoco tenía claro lo que había sucedido, pero algo le apretaba adentro y le era muy molesto.
-¿Qué-qué haces aquí? ¿Qué sucede? -atinó a decir Dongwan.
El mortal sacó el aire de sus pulmones. Volvió a inhalar y con la respiración retenida comenzó a hablar despacio.
-Sucede... que fui a la mesa a recoger las cosas. De repente vi que ese hombre se dirigía hacia el baño. -El mortal caminó con pasos lentos hacia el vampiro-. Le di a la ninfa nuestras cosas para que las cuidara... y vine a ver si todo estaba bien... Pensé que podías estar en peligro -Se acercó más, hasta que sus rostros quedaron frente a frente. Agudizó la mirada y continuó-, pero resulta... ¡que el peligro eres tú!
El cálido aliento y las duras palabras rebotaron en los labios de Dongwan y este exhaló de un golpe, nervioso-. ¿Qué escuchaste? -se atrevió a preguntarle.
-Para tu fortuna, no lo suficiente. Por eso entré a preguntar -dijo y retrocedió dos pasos. Lo miró de arriba a abajo de forma vulgar y despectiva. Una mirada que Dongwan jamás le había visto al mortal.
-Ese hombre es el mismo con el que estabas en el barco ¿no es así?... Al principio no lo reconocí, pero cuando pasó cerca de mí lo supe... ¿Fue por él que cambiaste tu apariencia? ¿Por eso dejaste tu exclusiva ropa en el Odisea y cambiaste a esto? -preguntó, señalando su ropa juvenil.
Minwoo se oía muy molesto, pero más que todo, su tono ocultaba decepción. Sin dejarlo responder, continuó-. Todo ese repentino cambio tuyo, ¿¡fue para ocultarte de él!?... Y yo de imbécil pensé que de verdad tú...-Se detuvo, resopló y se mordió los labios.
Dongwan permaneció en silencio, atento a cada una de sus palabras. Necesitaba saber qué tanto había escuchado, pero el mortal no decía nada en concreto.
-¡Maldita sea! ¿¡No vas a decir nada!? -le gritó Minwoo-. ¡Ese hombre vino a buscar su dinero. El que te quité de las manos ese día!
El vampiro seguía sin decir palabra y eso exasperó más al mortal. Se acercó de nuevo, lo tomó del cuello de la chaqueta y lo pegó contra la pared-. ¡Dime, maldición! ¿Qué es lo que le debes? ¿Ya te había hecho el favor cuando los interrumpí?
Dongwan abrió la boca con una expresión de ofendido. Se dio cuenta que Minwoo no había escuchado nada realmente. Todo lo que tenía eran suposiciones y las estaba llevando por otro lado. Exhaló, aliviado, y se dispuso a contraatacar.
-¿Qué te pasa? ¿Eres mi amante, acaso? No te debo ninguna explicación -le dijo y lo empujó hasta sacárselo de encima.
Minwoo lo agarró de nuevo del brazo y lo atrajo hacia sí con fuerza. Sus cuerpos chocaron. Dongwan estaba sorprendido por su actitud tan agresiva. Inusual en él.
-¿Por qué te comportas así? ¿Estás celoso? -le dijo. Lo siguiente que sintió fue como el mortal tomó con una mano sus mejillas y las apretó.
-¿Celoso? Sí. Cuando alguien amenaza a los míos me vuelvo un zorro endemoniado... Le dijiste que si intentaba hacerle daño a alguien del grupo, lo ibas a matar sin piedad... Resulta que este que tu llamas grupo, son mi familia... Te pregunto: ¿No me debes ninguna explicación? -le dijo con los dientes apretados.
Dongwan abrió los párpados y exhaló el frío que le recorría el cuerpo.
De repente, la voz de Andy se escuchó alterada. Llamaba a su hermano con premura. Minwoo soltó al vampiro y salió del baño en una carrera.
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Su padre nunca había sido cariñoso ni efusivo, pero aquellas palabras, aunque algo secas, calmaron el corazón de Eric.
Recostó su espalda sobre la grama que alfombraba la colina y sintió cómo las gotas de rocío de la madrugada refrescaron su cuerpo. Colocó su brazo sobre los ojos y se relajó.
Fue en ese momento en el que sintió los pasos del que estaba oculto entre las sombras. Por estar sumido en su rollo mental no había notado su presencia.
-¿Estás bien?
-Déjame solo.
-Debes estar agotado por la manejada. No estamos acostumbrados a andar en esas cosas. Te puedo relevar en el volante, si quieres. Hace mucho que no manejo, pero dicen que es como andar en bicicleta...
-¡Quieres callarte! -se incorporó sentándose de un golpe-. Cuando quiera que alguien me releve le diré a Minwoo. Él es el segundo al mando en esta expedición -le aclaró.
-¿Cómo que Minwoo? Acepté que fueras el líder porque lo decidieron los lores, pero yo estoy a cargo también. Sino por qué crees que estoy en esta estúpida misión -le refutó el rubio, molesto.
-Eso mismo quiero saber yo. ¿Para qué viniste? ¿Para perturbarme y volverme loco? Eres una molestia ¡No te necesito!
Las palabras del lobo activaron la fría esencia del vampiro-. Si te perturbo es tú problema. No tengo la culpa de que no puedas controlar tus malditos celos. ¿Te crees importante? Soy yo quien debe encontrar los componentes que necesita la vacuna. Algo que no puedes hacer tú solo. Significa que soy el responsable de salvar la vida de los vitales -le respondió con su tono altanero y petulante.
-¿Responsable? -El lobo rio con sorna. Se levantó del piso y respiró profundo. Caminó rodeando a Hye, quien había permanecido de pie. Cuando se aseguró que podía decir lo que quería, sin ahorcarlo, continuó.
-Cómo puede ser responsable de la vida de otros un niño mimado, a quien nunca le enseñaron lo que es la disciplina y el respeto a los demás. ¡Jamás te ha importado nadie que no seas tú mismo! Todo lo que has hecho en tu vida ha sido por puro capricho. -Su voz se oía calmada y profunda, cómo si su mente por fin hubiese podido coordinar las palabras para decir algo que había macerado por años. Se sintió tan tranquilo que pensó que podía ir más allá. Agudizó la mirada y agregó.
-Incluso esto -hizo un movimiento con la mano para envolverlos a ambos-, no es más que un capricho tuyo y un desvarío de nuestros padres, que insisten en mantenernos cerca -le dijo y se sorprendió de lo fácil que fue en ese momento. Su mente seguía clara, al parecer la discusión con su padre le había ayudado a ubicarse.
Hye Sung retuvo la respiración y parpadeó un par de veces, no estaba seguro de haber entendido bien. ¿Acaso estaba insinuando que lo que ellos vivieron no fue real?
-¿Es eso lo que piensas? ¿Que lo que tuvimos tú y yo, por más de doscientos años, fue solo un capricho mío o de nuestros padres? -preguntó de frente, sin pelos en la lengua y con el dolor sembrándose en su pecho.
Eric se acercó despacio, acechante. Cuando se detuvo sus cuerpos estaban muy cerca, tanto, que Hye pudo sentir su esencia de lobo. Un aroma que le encantaba. Pero su rostro llevaba marcada una expresión tan fría como despiadada. Sus ojos centelleaban entre el gris y el amarillo y sus labios se abrieron mostrando una sonrisa en la que brilló un blanco colmillo-. ¿Por qué te sorprenden mis palabras? Solo estoy repitiendo lo mismo que me dijiste aquella noche.
Hye Sung elevó las cejas. Con sus ojos casi desorbitados, lo miró por unos segundos, luego movió la cabeza de un lado a otro, confundido. Eric se rió en su cara. No supo cómo, pero logró mantenerse frío y calmado después de soltar parte de aquel peso le había estado quemando el alma.
El rubio dio dos pasos hacia atrás, casi trastabillando.
-¿D-de qué hablas?
Eric continuó con su sonrisa sarcástica. Debía aprovechar ese momento en el que por alguna razón que no entendía, su mente estaba clara y su corazón permanecía frío. ¿Acaso estaba muerto y no se había dado cuenta?
-Entiendo que no lo recuerdes. Han pasado trescientos veinte años exactos y tú siempre has tenido memoria selectiva. Recuerdas solo lo que te conviene -El lobo acortó la distancia entre ellos nuevamente y le clavó una mirada seria y amenazante-. Pero para tu desgracia, o más bien la mía, los lobos tenemos una memoria inusual... En mi maldita cabeza está grabado, palabra por palabra, todo lo que me confesaste cuando te sorprendí...
No terminó la frase. Como un demonio, la imagen de lo que vio aquella noche tomó posesión de su mente, haciendo que sus cordura flaqueara. El dolor, que no había sentido hasta ese momento, se incendió en sus entrañas quemando todo a su paso. Sus manos comenzaron a temblar dejando a la vista las garras. Sus colmillos también se expusieron sin darse cuenta.
Hye notó el aura asesina del lobo y supo, sin duda, que corría peligro. Sin embargo, está vez no huyó. No se desvaneció y tampoco pensaba evadir su culpa, si acaso la tenía. Se quedaría frente a él, aunque lo destrozara. Por primera vez Eric estaba abriendo su coraza y necesitaba saber qué fue lo que lo trastornó. Qué fue lo que le hizo para que huyera lejos de él y se internara por cien años en las montañas, jurándole odio eterno. Hye estaba consciente que su memoria era muy mala, pero lo poco que Eric le dijo era un blanco total en su mente.
Esta vez fue el lobo el que se alejó. Cuando vio sus garras supo que su condición era grave. Había comenzado una transformación sin darse cuenta. Sin su control. Solo una vez le pasó algo así en las montañas y sabía que no era normal. Sin decir palabra arrancó a correr por la colina para calmarse. Intentó recordar las palabras que los chamanes de la manada le habían dicho alguna vez, y llenó su mente con ellas.
"Quiero ser un líder, ¡debo controlarme!", se repitió. "Nada de esto existe ya" "No puede dañarme, así que no tengo qué defenderme". "!Soy un líder! Hay personas a mi cargo".
Estaba decidido a no volver a perder la razón a causa de Hye Sung. Si logró controlarse un rato atrás, podía volver a hacerlo. En eso se concentró hasta que sus manos volvieron a la normalidad y pudo respirar con más tranquilidad.
Pero un grito en la lejanía lo alertó.
-¡¡Jung Hyuk!! -la voz de Jinnie invadió su oído de forma brusca. Pronunció su nombre completo. Estaba en peligro.
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Holaaa, feliz domingo.
Bueno, bueno, bueno... Creo que este capítulo nos ha dejado cargados de mucha información.
Hay que decirle a los "viejos" Dark y Moon que no aclaren porque oscurecen. ¿Qué les pareció la interacción de estos dos "viejos"?
¿Qué pasó entre Hye y Eric hace 320 años? Eric nos dio algunas pistas, pero Hye no recuerda nada. ¿Será que sí pasó como Eric lo recuerda?
Y Dongwan ¿Qué piensan qué está pasando con él? ¿Qué generó su cambio: el amor o la conveniencia?
Cuéntenme sus impresiones de este capítulo, que me encanta leerles.
El audio de hoy es Soul, del album Only One. Shinhwa.
¡Ah! Las ninfas dagfneas son unas elementales de la tierra que protegen los árboles, especialmente el laurel. Les dejo su imagen por acá.
Y este es el Arbol del amor. ¿Lo conocen?
Gracias por siempre estar ahí. No olviden comentar, votar y compartir. Nos vemos el próximo domingo.
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