Capítulo 10. Un Equipo Explosivo e Inusual.
Eric llevaba varios minutos observando la bebida sobre la barra sin tocarla. En su mente se levantaban, inmensas como un tsunami dispuesto a arrasar su cordura, las palabras de su padre en la reunión con los lores de hace ya tres días.
«Estarás a cargo de esta expedición. Deben buscar los componentes; pero lo más importante es saber si los Red Vetrustos sobrevivieron y si ellos son los que están detrás de todo esto... No puedes llevar comandos. El grupo debe parecer que solo está de excursión... Pero no te descuides, atravesarán ciudades que han sido hostiles para el gobierno y también están los mercenarios. Ellos no deben saber quienes son ustedes a menos que sea necesario. Si están en peligro, usen sus habilidades de defensa y combate, pero no sus transformaciones. No sabemos quienes son amigos y quienes no».
¿Peligro? ¿A qué clase de peligros tendrían que enfrentarse? ¿Cómo pretendía su padre que hiciera todo eso sin llevar a su manada de confianza? Solo podía contar con Jun Jin y era apenas un mocoso que seguía sus órdenes. Necesitaba estrategas que tomaran buenas decisiones bajo presión en caso de no poder hacerlo él.
Levantó la mirada y con el gris más pesado en sus pupilas, recorrió todo el lugar. El ambiente ese día en el local de Minwoo era deprimente: cuatro mesas con teriántropos y ninfas. Tres lobos a un lado de la barra y dos vampiros más allá. En la cafetería una que otra mesa tenía clientes. En la pista de baile, desolada como su ánimo; las luces multicolores daban vueltas iluminando a la nada.
No llegaban a haber veinte personas en todo el local, a pesar de ser las once y tantas de la noche. La alerta del virus estaba afectando a los comercios. Los inmortales no eran afectados, pero aun así, preferían resguardarse. Alguien mal intencionado había corrido el rumor de que el virus podría mutar y ataarles. Aunque no los matara, sus síntomas serían horribles.
Eric soltó el aire de sus pulmones en un suspiro largo y apesadumbrado. Observó a Minwoo, estaba al fondo de la barra corriendo de un lado a otro, para atender a los pocos clientes que se habían animado a salir. Para lo que había que hacer se bastaba él solo, por eso dejó salir al personal más temprano. Andy le ayudaba en las mesas.
«Él solo se basta», pensó Eric y sus ojos se iluminaron de pronto.
—¡Oye, Minwoo!, cierra esta cosa y ven a hablar conmigo —Le dijo elevando la voz para que sus palabras se colaran a través de la música.
El Barman volteó y arrugó el entrecejos sin entender una palabra de lo que había dicho. Eric se levantó de la butaca y se dirigió hacia el área de sonido. Sin previó aviso apagó todos los controles.
El vacío de la música dejó oír el murmullo de los asistentes que poco a poco se fue apagando, confundidos, por el repentino cese del ambiente musical.
—¡¿Qué rayos te pasa?! ¿Ya estás borracho? —le gritó Minwoo, molesto. —Enciende de nuevo la música y las luces de la pista de baile.
Pero Eric no le hizo caso. Caminó de nuevo hacia la barra, y ante la mirada atónita del mortal, dio un anuncio a los asistentes.
—Escuchen, Este no es momento para que estén aquí divirtiéndose. Vayan a sus casas. El bar va a cerrar.
—¡¿Qué?! —reaccionó Minwoo con los ojos desorbitados. Estaba desconcertado, no sabía si Eric se había vuelto loco o se proponía a arruinarlo. Claro que no se arruinaría por unos cuantos clientes, pero no podía quedarles mal a los pocos que habían—. ¡No! esperen, no se muevan. Tomen algo mientras tranquilizo a este borracho desquiciado —le dijo a sus clientes y luego se dirigió a su hermano—. Andy, enciende la música, por favor. — Tomó a Eric del cuello de la camisa y lo arrastró hacia la cocina.
—¡¿Qué te pasa?! ¿Cuándo compraste acciones de mi bar para que tomes tú la decisión de cerrar? —le dijo empujándolo contra el mesón central.
—Escúchame, necesito decirte algo importante; pero no puedo si estás de aquí para allá atendiendo gente. Quiero tu completa atención. Cierra el bar y te pagaré todo el consumo que hay hasta ahora —le propuso Eric.
—¿En serio te volviste loco? Esto no se trata del consumo. Se trata de la atención y el servicio. ¿Qué crees que van a pensar mis clientes si cierro el local solo porque un loco de atar me lo pide? —respondió con completa convicción en sus palabras.
—Te pagaré como si estuvieras a casa llena —-le dijo con una sonrisa de medio lado y sus ojos fijos en los ámbares del otro.
El barman entrecerró los ojos y le sostuvo la mirada por unos segundos. Luego resopló y desvió la mirada hacia un lado.
—-Maldito lobo desquiciado —dijo. Dio la vuelta hacia la puerta y salió de la cocina. Se ubicó en el centro del local y dio un nuevo anuncio— ¡Señores! Vayan a casa, el bar está cerrado. No se preocupen por pagar, todo corre por cuenta de los Moon.
Eric se sentó de nuevo en la barra y sonrió de forma burlona. Una vez que salió el último cliente, Minwoo apagó las luces del restaurante y de los demás ambientes, dejando solo las de la mitad de la barra y una que otra en el resto del local.
—Mas te vale que sea algo importante. Acabo de arrojar mi reputación a la basura —le dijo y se sentó en una de las butacas al lado del lobo.
—Te aseguro que lo es. Y lo que te voy a decir, a la larga, te dará una mayor reputación —respondió Eric y procedió a contarle todo los pormenores de su misión en la montaña Nok.
MInwoo escuchó atentamente. Solo interrumpió para pedirle un vaso de añejo a Andy, necesitaba algo fuerte para seguir escuchando. Eric no le había dicho aún qué era lo que quería de él, pero lo sospechaba. El joven campesino por su parte, estaba con los ojos brillantes y llenos de emoción por la aventura a la que se enfrentarían sus ídolos.
Después de diez minutos Eric seguía dando vueltas en su explicación sobre lo que su padre le había encomendado.
—¿Cuál es el punto, Jung Hyuk? —lo precisó Minwoo con los labios fruncidos.
Eric sonrió—. Me llamaste Jung Hyuk, significa que ya lo sabes.
—Sí y la respuesta es no.
Eric resopló—. ¿Me vas a hacer suplicarte?
—No, porque nada de lo que digas me va a convencer. Tengo un negocio que atender y un mocoso que cuidar.
—¡Ssshhiii! —expresó con un gesto burlón—. Minwoo, por favor. Ya viste lo vacío que estaba hoy el lugar. ¿Crees que va a mejorar? A medida que pase el tiempo, y si no detenemos esto, van a declarar la ciudad en cuarentena. Igual tendrás que cerrar. Y por el chico no te preocupes, lo dejaremos con la manada para que lo cuide.
Andy abrió sus ojos lo más que daban sus párpados. Miró a su hermano, luego a Eric y de vuelta a su hermano.
—¿Esto es lo que creo? ¿Eric te está pidiendo que lo acompañes? —preguntó el chico y se dio él mismo la respuesta—. ¡¡Waaaaa!! Esto es genial, hermano. Que el príncipe lobo te pida que lo acompañes en esta peligrosa aventura, ¡eso es lo máximo!
—Es una estupidez, y no te emociones, eso no va a pasar —le dijo al chico.
Eric le susurró al oído—. Esta es una buena oportunidad para que pruebes tus habilidades. Has estado entrenando con mi manada desde hace diez años.
Minwoo aprovechó la cercanía al fino oído del lobo y susurró también. No era necesario hacerlo, sabía que Eric podría escuchar su voz baja aunque estuviera a kilómetros de distancia. Pero no quería que su hermano se enterara de sus andanzas con los lobos.
—No tengo ningún interés en mostrar mis habilidades; sabes que eso sería un riesgo para mí.
Eric se levantó de su butaca y se colocó frente a Min. Se abrazó a su cuello y lo atrajo a su pecho. Al barman no le quedó más remedio que levantarse también y sus cuerpos quedaron fundidos en uno solo. El lobo bajó la cabeza y la metió en su cuello; sus labios rozaban el oído del otro como si quisiera entrar en él a través de sus palabras.
—Sabes que jamás pondría en riesgo tu esencia. Si pudiera llevar a mi manada no te pediría esto, pero estoy desesperado y tú eres uno de mis mejores hombres —le dijo. Las palabras de Moon resonaron graves en la cavidad auditiva de Min generándole un ligero escalofrío. Pero el príncipe no se conformó con eso; lo tomó por lo hombros, lo alejó lo suficiente para que el gris de sus pupilas se apoderaran del ámbar que refulgía con timidez, y remató— Te necesito, Minwoo.
—Oigan, ¿qué clase de intimidad es esta? ¿Por qué están abrazados y susurrando como amantes? —Andy los observaba con una ceja enarcada, estaba sorprendido por la cercanía de su hermano con el heredero Moon— ¿Tendré que empezar a shippear a estos dos? —se preguntó luego a sí mismo.
El mortal mayor se separó de Eric y resopló varias veces. No era común escucharle hablar de esa manera ni pedir ayuda. Debe haberle costado mucho al heredero lobo decir aquellas frases. Pero tampoco era una decisión fácil para él. La zona a la que iban era un lugar de mercenarios y no era prudente exponerse a un combate real. No estaba seguro de si, estando fuera de su zona de confort, podría mantener a raya su temperamento. Si llegaba a descontrolarse, perdería todo por lo que había trabajado tan duro hasta ese momento. Además, no tenían un tiempo definido de retorno de esa misión; tendría que cerrar el local y despedir a sus empleados. No, no era una decisión fácil...
—Te pagaré por el tiempo que el local esté cerrado como si estuviera a casa llena cada día. —Eric había aprendido a leer a Minwoo; sus gestos eran un libro abierto para quien tenía quince años de camaradería.
—Ok, trato hecho. Te acompaño —decidió de inmediato. Era una oferta que no podía rechazar. Si Eric pagaba el sueldo de sus empleados, ya no tendría que despedirlos aunque el gobierno declarara cuarentena.
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Hye inhaló y exhaló varias veces antes de decidir continuar por el largo pasillo que conducía a la recámara de su abuelo. Entrar allí no era algo que le agradara, pero necesitaba información sobre los Red Vetrustos y su abuelo había sido el líder del clan durante una buena parte del tiempo de existencia de los sabios ermitaños. Esperaba que el viejo lord le diera detalles sobre ellos y de la montaña que era un misterio en sí misma.
Hye Sung no era fan de entrar a zonas inhóspitas llenas de salvajes, nosferatus y lycan originales, y de mosquitos del tamaño de una arionda (Avispa); sin embargo, su interés por la ciencia y la herbolaria le hacía tener una ligera sensación de emoción por ir a la montaña Nok. Pero lo que en realidad aumentaba esa emoción era la posibilidad de encontrar la ancestral biblioteca de los Red Vetrustos, que decían que el tiempo había sepultado bajo tierra.
Decidió continuar, pero pronto se vio sorprendido por la inesperada aparición de Dongwan, quien salió disparado de la habitación de su abuelo y chocó contra una de las paredes en un torpe intento de huida.
—¡¿Qué rayos?! ¡Dongwan! ¿estás bien? —se apresuró a ayudarlo. Su rostro estaba más pálido que de costumbre y sus manos temblaban de forma incontrolable. Lo levantó del piso en el que había caído por el golpe.
—E–estoy bien. No... no... no es nada. No te preocupes —balbuceó.
—¡¿Esa herida en tu mejilla te la hizo mi abuelo?! ¡Voy a hablar con él! ¡No voy a permitir que te maltrate! ¡No tiene derecho! —Hye estaba indignado. Sabía que su abuelo toleraba poco a Dongwan, pero aquello ya era el colmo.
—¡Nooo! No...no..no fue él. Fue mi madre hace unos días... Por favor, no hables con tu abuelo ahora —le suplicó y agregó tratando de sonar más calmado—. No pasó nada. Ya sabes como es, él se enfada por cualquier tontería y yo... esta vez me pase con mis frivolidades.
Hye entornó los ojos, sospechaba que Dongwan le estaba ocultando algo. Era evidente el estado de pánico en el que se encontraba y eso no era normal en él.
—Vamos a tu cuarto. Ahí tendrás que explicarme qué está pasando.
La habitación, siempre de colores claros y brillantes, lucía opaca. Las pesadas cortinas cubrían por completo las ventanas y una tenue lámpara luchaba por iluminar la profunda oscuridad. Dongwan había estado por días encerrado en aquella habitación. Dos veces se acercó Hye a su puerta para contarle de su viaje, pero el vampiro moreno nunca le abrió.
—Disculpa que no te abrí la puerta en estos días, es que no quería que vieras mi rostro hinchado. Ya sabes, primero muerto que dejar que me veas así —le dijo, se sentó en la cama e intentó mostrar su sonrisa más frívola.
—¿Por qué te atacó Debora de esa manera? Para que todavía no haya desaparecido la herida significa que se ensañó contigo... O no has estado tomando tu Bio Sangre —le dijo cuando notó que las bolsas carmesí estaban intactas en la mesita al lado de la cama.
—-Es lo de siempre. Soy su único hijo, no tiene contra quien más descargar su temperamento.
—¿Y qué pasó con el abuelo hoy?
—Qué te puedo decir..., soy el vampiro blanco de la familia. —Dongwan rio y aunque pretendió sonar divertido, su risa fue amarga.
Hye se estaba cansando de las evasivas de su primo. Algo le estaba pasando y por su actitud era grave.
—¿Por qué no estás tomando Bio Sangre? ¿Te quieres suicidar? —La pregunta podría parecer una broma, pero su entrecejo fruncido y la mirada directa y escudriñadora, decían que el príncipe hablaba en serio.
Dongwan dirigió la mirada a las bolsas. Se levantó y caminó hacia la ventana, descorrió la cortina y observó la penumbra del patio central. De espaldas a Hye le respondió con su tono más dramático.
—¿Suicidarme? ¡Sí! Eso quiero. Qué más puedo hacer. Me enteré que te vas a un largo viaje con el asqueroso lobo y me abandonas. Una vez más desprecias mi puro e inocente amor...
—¡Wannie!
—Ay, bueno..., está bien. He estado tomando sangre fresca. Tengo un amigo que de vez en cuando me...
—¡¡Dongwan!!
—¡Maldita sea! ¡por qué me estás interrogando! ¿Hice algo malo? ¡Ya déjame en paz! —le gritó y se dio la vuelta. Su amatistas estaban desbordados, sus manos temblaban y su respiración se volvió jadeante. La presión por el interrogatorio de Hye lo puso al borde del colapso.
Hye se sobresaltó al verlo en ese estado, pero disimuló su estupor. Dongwan bajó la mirada y trató de calmar su respiración. Un silencio asfixiante se formó entre ellos.
Después de unos minutos Hye retomó la palabra.
—Como no quiero que mueras por mi ausencia, te propongo algo: ven conmigo a la montaña Nok.
El príncipe rubio no estaba seguro de si eso sería una buena idea; pero algo en la mansión estaba angustiando a Dongwan al punto de dejar de consumir Bio Sangre. Tres días sin alimento no lo matarían, pero sus facultades se irían haciendo más deficientes y su piel perdería la lozanía y naturalidad. Se secaría como los vitales muertos por el virus. Estaba seguro que eso no era algo que el vampiro coqueto hiciera a propósito para llamar su atención.
DongWan levantó la mirada. Sus ojos abiertos de manera exagerada mostraban que realmente no se esperaba esa propuesta. Su mente voló con rapidez analizando los pro y contra de aquello. Le convenía alejarse de la mansión; pero el irse con Hye sería tomado por su madre y el tío abuelo como una afrenta y lo cazarían como a un conejo insignificante... Qué debía hacer.
—¿Puedo pensarlo?
Hye frunció el entrecejos. Le extrañó la respuesta. En otros tiempos no lo habría pensado dos veces para pegarse a su trasero.
—No me mires así—le dijo Wannie—. Dices que no quiere que me suicide, pero me invitas a una zona llena bichos y alimañas y en la que de seguro hará mucho calor. Mejor pégame un tiro ¿no?
Hye rio de su originalidad. A la hora de mentir Wannie era el mejor.
—Ok, pero no te tardes. Nos vamos mañana. Voy a estar en el bar de Minwoo. Eric y yo quedamos en vernos ahí para finiquitar detalles.
Dongwan asintió y Hye se despidió. Antes de salir se volteó y le dijo.
—Nunca te he dicho esto, pero... sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites. Te apreció mucho.
—Sal de aquí, príncipe embaucador.
Ambos sonrieron y Hye por fin salió de la habitación.
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Hye Sung llegó a la puerta de Minwoo's Blood Bar and Coffee y la encontró cerrada. Miró alrededor, las luces externas estaban apagadas. La calle se veía desolada, como si nadie hubiese estado allí en años. No pudo evitar sentirse incómodo al pensar que ese sería el nuevo rostro de Nolangsaen, si no lograban encontrar algo para detener esta locura del virus.
El comunicador vibró en su muñeca.
—Sé que estás ahí afuera, puedo olerte. Entra por la puerta de la cocina, la que está en el callejón.
—¡Hey! Ya iba a llamarte, deja de ser tan invasivo con tu olfato. ¿Y por qué tanto misterio?
—Es una reunión secreta..., idiota —refunfuñó Eric y colgó.
Hye llegó por fin al salón principal del local. La gran barra de cristal estaba iluminada solo en el espacio que era ocupado por cuatro personas. Lo demás eran penumbras en lo que, horas antes, fue música y color. Frunció el ceño, aquel no era un ambiente que auguraba buenos resultados a la misión.
Cuatro personajes definían con claridad la escena que se estaba representando: Eric en un lado, con su acostumbrado mutismo, removiendo con su dedo lo que debía ser el cuarto o quinto trago. Del otro lado, dos imberbes zarandeaban al dueño del local que permanecía inmovil, con los brazos cruzados a la altura del pecho y con el entrecejos severamente fruncido.
El rubio se acercó al lobo mayor y le pidió que le diera contexto de lo que sucedía.
—Convencí a Minwoo para que nos acompañara. El chico Andy quiere ir también, pero Min le dio un rotundo, no. Jinnie y él están tratando de convencerlo. —Resumió en pocas palabras una discusión que llevaba horas.
—¿Y tú qué opinas del chico? —le preguntó Hye,
—Es un mortal de 19 años sin ningún tipo de habilidades, nos retrasaría. Y no sabemos qué clase de peligros vamos a encontrar en el canino.
—¿Crees que no tiene habilidades? Gracias a él sabemos hacia dónde vamos.
Eric levantó la mirada de su trago y por fin miró a Hye.
—¿Para qué podría servirnos un hacker adolescente, fan de los inmortales?
Hye sonrió por la descripción acertada de Eric.
—Solo digo que su mejor habilidad es la de ser un vital... Necesitamos que la expedición se vea como una excursión de aficionados, qué mejor que un adolescente ruidoso e hiperactivo.
—Como vital ya llevamos a Minwoo.
—Oh, vamos, Eric. Con esos músculos super desarrollados Min parece cualquier cosa menos un vital. Además, no creas que no sé que él es uno de tus comandos.
—Pero va de encubierto.
—Presta atención, bestia peluda.
—¡Dijimos que sin ofensas! —gruñó Eric.
Hye parpadeó un par de veces y le dirigió una mirada confundida.
—No sabía que eso ahora te ofendía —le dijo. Desvió la vista y la clavó en la transparencia de la barra. Se repudió a sí mismo en su mente. La tregua le había hecho olvidar que aquel a su lado era su némesis.
Eric se aclaró la garganta para romper el momento incómodo. Al ver la expresión de Hye se arrepintió de ser tan cabezota—. Yo...trataré de no ser tan severo, pero tú trata de no decir cosas que se relacionen con el pasado. No es bueno para nadie.
Hye Sung soltó el aire de sus pulmones en un resoplido largo. Escuchar las palabras de "casi disculpas" del lobo era algo que no se esperaba. Y sabía que no obtendría nada más que aquello, así que asintió de acuerdo a la propuesta.
—¿Qué ibas a decirme sobre el chico? —Retomó Eric el tema.
—¡Ah, sí! Tengo dos razones para apoyar la idea de que el chico nos acompañe —le dijo y procedió a enumerarlas—. Primero: Yo tengo que llevar algunos instrumentos electrónicos para hacer comprobaciones. Tú llevas equipos de rutas. Si nos encontramos con nosferatus y lycans tendríamos que luchar todos ¿Quién cuidará de estas cosas para evitar que las roben? Segundo: El chico se mueve bien en el universo oscuro, que es el mundo de los mercenarios. Si podemos conocer sus tipos y movimientos, eso nos daría ventajas.
Eric escuchaba atento, en su imaginación iba recreando las palabras del rubio vampiro. Cuando Hye finalizó, exhaló y asintió. Lo había convencido.
—Pero no creo que Min acceda. Está testarudo con eso. No quiere que el chico se haga daño o le pase algo malo. Recuerda que tiene su custodia.
—Para situaciones de emergencia y guerras la mayoría de edad es de dieciséis años; así que en este caso el chico ya es mayor de edad y puede decidir por su cuenta. Además que Jinnie puede encargarse de cuidarlo, cómo lo ha hecho hasta ahora... Y en cuanto a que Min acceda o no, creo que sería bueno definir qué clase de liderazgo vamos a imponer en esta expedición: Totalitario o democrático.
Eric soltó una risa de boca abierta mostrando sus afilados dientes. En menos de media hora el príncipe vampiro había resuelto todo.
—No creo que haya alguien más Totalitario que Minwoo. Y creo que en estos momentos nos favorece el liderazgo Democrático —dijo cuando se calmó.
Ambos herederos asintieron en señal de acuerdo. Por primera vez en mucho tiempo, en la historia de estos dos, habían establecido el equipo de la expedición y el sistema que regirá a la misma, sin un mordisco ni un arañazo. Eso ya era un gran paso positivo.
Eric tomó un tenedor y golpeó su vaso varias veces para llamar la atención de los otros tres, que seguirán enfrascados en una acalorada discusión.
—¡Hagan silencio! Los líderes de esta expedición hemos decidido someter a votación la inclusión, o no, del vital Andy al equipo.
—¡¿Qué?! —dijo Min, visiblemente alterado.
—¡Silencio, plebeyo! —ordenó Hye.
Minwoo levantó las cejas y miró fijamente a ambos herederos. No podía creer que hubiesen estado confabulando a sus espaldas.
Eric sintió la sorprendida mirada de Minwoo sobre él, pero la ignoró y continuó con su referéndum.
—Vital Andy Lee. ¿Estás totalmente seguro de querer formar parte de esta peligrosa e incierta expedición?
—¡¡Sí!! —respondió el aludido de inmediato.
—¡No! —dijo Minwoo.
—¡Silencio! —repitió Hye— Solo debe responder el consultante.
Minwoo pensaba que aquello debía ser una broma de muy mal gusto; pero los dos príncipes mantuvieron una sería actitud, cómo si el destino de la nación dependiera de lo que hacían... ¿Tal vez sí era así?
—Los que estén a favor de apoyar la solicitud de incluir al joven vital Lee en el equipo de expedición, levanten la mano derecha... También puedes votar, Andy.
Minwoo agudizó la mirada sobre los príncipes. Tenía la esperanza de que no levantarán la mano y que aquello fuese una trampa para acabar con las insistencias de Andy. Pero a medida que vio cómo cada uno de los presentes se manifestaban con su mano en alto, sus ojos se fueron abriendo hasta casi salir se sus órbitas.
Cuatro manos levantadas destrozaron su autoridad. ¿En qué momento los herederos decidieron esto? ¿Por qué apoyaban a Andy? ¿Qué podían ganar con aquello? ¿Querían volverlo loco?
—Los que no apoyen está solicitud, que levanten la mano.
El barman estaba tan metido en sus pensamientos que no escuchó cuando Eric le dio la oportunidad de oponerse a la votación. El lobo aprovechó el aturdimiento de su amigo y procedió de inmediato a dar el veredicto final.
—Por unanimidad el vital Andy Lee pasa a formar parte del equipo de la expedición... —Eric se detuvo, en ese momento se dió cuenta que no tenían un nombre. Miró a Hye en busca de una respuesta.
El rubio pensó por unos segundos— ¿RicSung?
Eric lo miró y parpadeó varias veces seguidas con el entrecejo en forma de signo de interrogación.
—Ric de Eric y Sung de Hye Sung —le aclaró el príncipe vampiro.
—¡Aaaah. Ok!... ¡Por unanimidad, el vital Andy Lee es nuevo integrante de la expedición RicSung!
Cuatro pares de manos aplaudieron y Minwoo protestó alegando que no había sido unánime porque él no voto. Continuó estando en contra de la decisión y solicitó un nuevo referéndum.
Andy escuchaba las razones de su hermano para oponerse y le parecían mezquinas. Sus manos se cerraron en puños y sus ojos se humedecieron.
—¡¿Por qué eres tan malvado?! Siempre me dices que me integre con la gente de aquí, pero eres tú el que me excluye... ¿Acaso crees que soy un inútil? Tal vez para ti lo sea, pero para ellos sí soy valioso. Todos ellos me quieren a su lado, pero tú, mi hermano, me alejas... ¡¿Por qué me odias?!
Andy estalló y las lágrimas retenidas estallaron con él. Sus manos temblaban y en su garganta jipeaba el dolor que se había sembrado en su pecho.
Minwoo se mantuvo impávido y en silencio. Sus ámbar, ahora más cristalinos, estaban fijos en el verde opaco y húmedo de su hermano. Su respiración era imperceptible, casi inexistente.
El ambiente se heló de tal manera que los otros sintieron que se formaba neblina con sus exhalaciones.
El mortal mayor caminó hacia su hermano y este dió dos pasos hacia atrás. La cordura regresó al joven y pudo darse cuenta que fue duro con sus palabras, pero no se retractaría. Minwoo dió otro paso y acortó la distancia entre ellos. Levantó la mano y Andy cerró los ojos esperando lo peor.
Sintió la suave caricia de su mano en la mejilla. Su dedo pulgar limpiaba los restos de lágrimas.
—¿Odiarte? Mi vida se acaba si a ti llega a pasarte algo malo.
Andy abrió los ojos y también su boca ligeramente. Las palabras de su hermano resonaron con sorpresa en sus oídos. Pero lo más inesperado fue su siguiente frase.
—Soy yo el que se odia a sí mismo, por hacer que tus hermosos ojos se volvieran tristes y opacos con mi testaruda estupidez.
El chico no supo cómo responder a todo aquello. Era la primera vez que escuchaba un sonido dulce como miel; o debía decir como arco iris, porque vio que en los ojos de su hermano destellaban múltiples colores y penetraban en su pecho desbordándolo de alegría.
Y no pudo con tanta emoción. Los brazos de Andy se abrieron y apretaron el cuerpo del otro mientras un río fluía indetenible desde sus lagrimales.
—¿Estás llorando? —preguntó Eric a Hye, con una sonrisa burlona.
—No seas idiota —respondió y frotó sus ojos con disimulo. Luego se dirigió al barman—. ¡Hey! Minwoo, entre todos cuidaremos a Andy.
—¿Cómo que entre todos? Dijiste que sería trabajo de Jinnie —le susurró Eric.
—Sí, pero es mejor decir eso para que esté más tranquilo —le respondió Hye, también en voz baja.
—Ah, ah okis.
Un aplauso se escuchó desde el fondo del salón alertando a todos.
—Qué conmovedora escena entre hermanos. —Desde las penumbras salió una voz grave y burlona.
Miraron hacia el fondo del salón. Una sombra alta y delgada podía divisarse en contra de las tenues luces de las lámparas. Caminó hacia ellos firme, pero despacio. El ruido de los tacones retumbó en el ambiente vacío.
Botas negras de tacón medio, altas hasta la rodilla; pantalón de leogar color plateado ajustado al cuerpo, blusa negra holgada con medio hombro descubierto. Las amatistas centelleaban detrás de una máscara de plata y plumas blancas que cubría sus ojos y medio pómulo derecho.
—¡Es el fantasma de la ópera! —gritó Andy un poco emocionado.
—¿El fantasma de quién? —preguntó Jinnie.
—De la opera. Es un clásico. Tú jamás entenderías, eres un inculto —le respondió agitando su mano con indiferencia.
—Oye, pajarraco. ¿No se supone que los vampiros no pueden entrar a un lugar sin invitación? ¿Qué haces aquí? —dijo Minwoo.
DongWan se acercó y se sentó en una de las butacas de la barra—. Este es un lugar público, puedo entrar cuando quiera. ¡Sírveme un trago!
—Es público cuando está abierto, pero ahora está cerrado. Tenemos una fiesta privada.
—Tranquilo, Min, yo lo invité —dijo Hye. Luego se dirigió a DongWan— Supongo que si estás aquí es porque aceptaste mi propuesta.
—Depende. Si logras que el mono con delantal me sirva un BloodyMin, puede que sí.
—Dongwan...
—Está bien, sí. Iré contigo. Me uniré al equipo de explosivos inadaptados.
La respuesta del vampiro sexy volvió a encender los ánimos. Por un lado, Eric le reclamó a Hye que lo invitara a unirse sin preguntarle, pero el rubio refutó diciendo que también él invitó a Min sin consultarle. Por otro lado, Minwoo dudaba abiertamente de las capacidades del vampiro aesthetic, de caminar más de dos cuadras con sus propios pies.
—¿Por qué no lo sometemos a votación? ¿No es muy democrática tu expedición? —le dijo Min a Hye y agregó—. ¿O es que sabes que vas a perder? Claro, ya que Eric, Jinnie, Andy y yo estaremos en contra.
—A mí no me metas, hermano. No tengo problemas con que vaya DongWan —dijo Andy y se dirigió a Wannie— ¡Me encanta tu outfit!
Wannie le sonrió con una coqueta complicidad.
—¿Hay algo peor que un hermano traidor?
Hye Sung les pidió que lo dejara hablar, que le permitieran al menos explicar las cualidades que DongWan aportaría a la expedición.
Después de varios minutos el silencio incómodo envolvió al ambiente. Parecía como si el mismo Hye no supiera qué decir. Wannie movió la cabeza a un lado incitándolo a hablar.
Se aclaró la garganta—. Dongwan no parece un vampiro —fue lo primero que se le ocurrió a Hye y el nombrado lo fulminó con la mirada.
—Los vampiros de hoy no se visten como él, así que eso es algo bueno porque puede despistar. Los mercenarios pensarán que solo es uno de esos vitales excéntricos, medio locos e inofensivos. Él será nuestra arma secreta.
La explicación de Hye no satisfizo a Wannie, quien lo miraba con ojos de fuego y los labios fruncidos.
—A-además —continuó el rubio—, tiene un gran olfato que se compara al de los lobos. Será bueno tener otro rastreador. Y su pensamiento frío y analítico le permite ver cosas que los demás no vemos —Hye concluyó su exposición con dificultad.
Minwoo levantó la mano para agregar algo más. La mirada de todos fue de extrañeza y expectativa.
—Lo único que veo positivo es que con él podremos saber lo que están pensando los más crueles y despiadados mercenarios.
Hye arrugó el entrecejo y ladeó los labios, confundido— Es cierto que podemos entrar en la mentes de otra personas, pero está prohibido. Aunque sea por una buena causa, y por muy atrevido que sea Wannie, no podríamos permitir que lo haga —dijo.
—No tiene que leer sus mentes —refutó Minwoo.
—Explicate, Min, por favor —le pidió Eric.
—Es por su propia naturaleza. Él puede saber lo que piensa la gente que es como él. Con su mente malvada y cruel puede adelantarse a los planes de los nosferatus —dijo y sonrió satisfecho por su aporte.
Dongwan parpadeó tres veces. Estaba indeciso en si aceptar aquellas palabras como un insulto o un halago.
—Bueno, ya qué. Mientras más seamos será mejor —dijo Eric, resignado.
Ok., entonces bebamos para celebrar el inició de esta expedición y rogar que las fuerzas del agujero negro del universo nos acompañen —Hye levantó su vaso y brindo.
DongWan observó a Minwoo y a los otros dos reunirse en torno a los herederos para brindar. Prefirió quedarse rezagado. Ya estaba acostumbrado a ser el vampiro invisible y en ese momento lo prefería así; se sentía incómodo y molesto con las razones que le dio su madre para unirse a la dichosa expedición. Giró su butaca y dió la espalda a la barra.
El tintineo de cristales llamó su atención y volteó la cabeza por encima de su hombro derecho. Lo que vio le hizo girar el cuerpo completo de nuevo hacia la barra. Minwoo estaba frente a él con una botella de añejo y dos vasos.
—Dijiste que querías un trago. Hoy no hay BloodyMin, tendrás que conformarte con esto.
Dongwan agudizó la mirada.
—Estoy hablando en serio. No lo preparé para nadie —le dijo Minwoo al notar su desconfianza. Sirvió uno de los vasos y se lo acercó. Sirvió el suyo, lo levantó y chocó con suavidad con el del otro sobre la barra. Aclaró su garganta y preguntó—. ¿Qué te pasó en el rostro?
Los ojos de Dongwan se abrieron levemente detrás de su cubierta de plata y plumas. «¿Cómo lo supo?». Él se había asegurado que la parte de la cicatriz que no pudo tapar con maquillaje, quedará completamente cubierta con la máscara.
—¿Qué te hace suponer que me pasó algo? Acabas de escuchar a Hye, solo soy excéntrico.
Minwoo bajó la mirada y detalló sus labios rosados e inquietos—. Eres demasiado vanidoso para ocultar tu rostro solo porque sí. Debes tener una herida que aún no ha sanado.
Se sorprendió al ver que el mortal lo conocía muy bien. No sabía si eso le gustaba... o lo aterraba.
—Me corté rasurándome.
—¡Shiiii! —rio Min—. Cómo si no supiera que ustedes los vampiros son unos malditos lampiños —dijo. Volvió a chocar su vaso con el que permanecía intacto sobre el mostrador y tomó un trago. Miró a través de la gruesa máscara por unos segundos; agarró la botella que había traído y regresó con Eric.
Dongwan dejó escapar un suspiro de alivio. Se le habían acabado las excusas.
Hye Sung observó al grupo que conversaba animado alrededor de él. Por más que intentara ser optimista no podía obviar que este era un equipo poco usual. Dongwan tuvo razón al decir que era explosivo. Estaban a punto de recorrer kilómetros por tierras desconocidas, inhóspitas y con enemigos peligrosos; pero los verdaderos enemigos eran ellos mismos. Tendrían que dejar sus diferencias a un lado y aprender a confiar en sus némesis. ¿Qué resultaría de todo eso? no tenía idea, pero tampoco otra opción.
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Hola, holaaaa. Como están.
Aquí estoy como cada Domingo, con un nuevo capítulo de esta historia.
Creo que ahora sí tenemos un equipo completo para una loca y peligrosa expedición.
¿Tienen dudas de que salga bien?
¿Qué se traerá Dongwan entre manos? ¿Por qué decidió unirse a la expedición poniendo en riesgo su vida?
Cuéntenme sus ideas y teorías.
Notitas.
Una arionda es una especie de avispa. Se imaginan mosquitos del tamaño de una avispa, je je je.
Los nosferatus y los Lycans, en esta historia, son vampiros y hombres lobos que han perdido su conciencia humana. Son casi salvajes y se rigen por sus instintos. Viven ocultos en zonas de montañas porque son renegados, perseguidos por las autoridades.
Mercenarios son grupos de ladrones que venden todo tipo de sustancias y objetos, y hasta personas, de forma ilegal. Pueden estar en grupos de hasta cuatro individuos y pueden ser de humanos, de inmortales o mixtos.
Gracias por leer y comentar. No olviden sus votos.
NA: No tuve muho tiempo de releer antes de publicar, por favor, si ven algun error por ahí, me lo anotan. ¡¡¡GRACiAS!!!
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