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Capítulo 8: Vestuarios

¡Caer en sus redes era demasiado fácil! Decir que no lo haría... también era fácil pero de las palabras a los hechos, había un gran trecho. En esa ducha, Aakashi dejó de pensar en lo que estaba bien o lo que estaba mal. Realmente, aquello no estaba mal, éticamente hablando pero las normas del equipo... esas eran otras muy diferentes.

Si pensaba en ellas, le hacía sentirse mal, pero si se centraba sólo en Tetsu, entonces se sentía demasiado bien, tanto, que deseaba aquello. Posiblemente Kuroo se sentía de la misma forma.

Mucha gente creía que Kuroo tenía fácil ligar o seducir a la gente, tenía el físico, era amable y encantador, pero lo que pocos sabían, era que en realidad, era muy introvertido y vergonzoso. Le costaba salir con gente pero cuando se decidía a salir, él siempre intentaba darlo todo por su pareja y que ésta se sintiera cómoda. Ahora mismo, Aakashi se sentía de esa forma, querido y deseado por él. Kuroo siempre tenía sus ojos puestos en él para intentar calmar sus dudas y preocupaciones.

‒ No debería estar aquí – susurró Kuroo entonces con sus labios todavía sobre los de Aakashi.

‒ Lo sé – respondió Aakashi – pero es difícil decirte que tienes que salir de mi ducha – sonrió.

‒ Es difícil para mí tener que salir – sonrió Kuroo también – creo que voy a necesitar una ducha fría y ese helado que te he prometido.

‒ Sí, yo también lo creo. Que necesitaré una ducha fría – comentó para que Kuroo no se sintiera ofendido de decirle que él iba a necesitarla, sino que era cosa de los dos. Kuroo sonrió.

‒ ¿Enserio? Eso tiene fácil solución.

Colando su mano hacia la espalda de Aakashi, presionó la manivela hacia el agua fría y dejó que ésta cayese sobre ambos a la vez. El grito de los dos ante el frío no se hizo esperar aunque enseguida les siguieron las risas. Desde luego, las citas con Kuroo eran diferentes.

‒ Joder, está helada – dijo Aakashi – creo que ya no necesito un helado, prefiero un chocolate caliente – rió.

‒ Esa idea también me gusta – comentó Kuroo cerrando el grifo.

Aakashi acercó su cuerpo todavía más hacia Kuroo. La tensión se notó en el ambiente e instintivamente, Tetsu cerró los párpados sintiendo el aliento cálido de ese chico aproximándose, su respiración entrecortada y entonces... sus brazos pasaron por sus hombros como si fuera a agarrarle. Tetsu esperaba y ansiaba ese beso que parecía que sería dulce y tentador. Lo que recibió fue la toalla sobre su rostro y una sonrisilla por parte de Aakashi. Había agarrado la toalla de encima de la puerta y se la pasaba para que se secasen.

‒ Eres un poco malo – sonrió Kuroo.

‒ ¿Sí, verdad? ¿te he dejado deseando un beso?

‒ Pues sí, la verdad.

Kuroo se apartó de Aakashi y salió de la ducha anudándose la toalla a la cintura para ir a la ducha contigua a por la otra toalla y pasársela a su compañero. No podía evitar pensar en que era feliz al lado de Aakashi, ese chico le volvía loco de la mejor de las formas posibles, le gustaba demasiado. Desde el instituto le observó, la forma que tenía de controlar a su compañero Bokuto, su intelecto, su tranquilidad, la forma en que jugaba... le gustaba todo de él. Era un buen chico. A veces, se sentía un poco culpable por ponerle en esta situación, él se jugaba su beca, sus estudios, su futuro... era demasiado para arriesgarse en una relación. Todos los días desde aquella noche de San Valentín, él se cuestionaba si no tendría que dejar el equipo para que Aakashi pudiera mantener todo e incluso su relación.

¡Su padre le mataría! Posiblemente o puede que incluso se alegrase, después de lo del accidente había estado tan sumamente protector con él que podría ser que prefiriera no correr riesgos y menos ahora que le habían tenido que extirpar el bazo.

Pensaba en ello cuando estiró el brazo para agarrar la toalla. Era suave aunque no se podía acercar al tacto de la piel de Aakashi. Sonrió sutilmente al pensar en ello. Se estaba obsesionando con ese chico, realmente le estaba volviendo loco.

A sus oídos, llegó el ruido de las hebillas de la cortina corriendo por la barra como si alguien hubiera tirado de ella para cerrarla. Cuando Kuroo se giró, no vio nada, no le dio tiempo. Aakashi se abalanzó sobre él besándole con pasión. Eso no se lo esperaba. Con el impulso que llevaba y las manos de Aakashi sobre su nuca, la espalda de Kuroo pronto golpeó contra la pared de azulejo blanco del fondo de la ducha y aún así, pese a la sorpresa, Kuroo correspondió el beso deseándolo.

Súbitamente, pese a que Aakashi se había lanzado no queriendo separarse de ese chico al que durante tanto tiempo deseó, con un rápido movimiento, fue él quién acabó con la espalda contra los fríos azulejos de la ducha. Sólo unos segundos le había costado a Kuroo dar la vuelta a todo aquello y tomar el control.

El ritmo del beso se intensificó en cuanto a fogosidad, sin embargo, no era un ritmo rápido, sino más bien, un beso más profundo y cargado de sentimiento. Aakashi pensó que se desmayaría allí mismo, sus piernas temblaban. No cabía duda que Kuroo sabía besar, bastante mejor que él, de eso no le cabía duda alguna.

¡Frío! Es lo que tenía Aakashi con el cuerpo mojado como lo tenía y más después de esa ducha fría así que buscó con su mano la manivela del agua y la abrió buscando el agua templada. Kuroo ni se inmutó cuando el agua cayó sobre ellos, continuó besándole pese a que la toalla que llevaba anudada a la cintura se estaba empapando. Ya compartiría la toalla con Aakashi más tarde o sacaría alguna otra de la taquilla. Siempre guardaban de más por si acaso en los armarios de la entrada por si ha alguien se le olvidaba traer alguna.

Aakashi metió la mano bajo la toalla de Kuroo en busca de su miembro. Quería masajearlo y ponerlo erecto para lo que se avecinaba, porque desde luego, él no deseaba volver a frenar.

La mano de Kuroo también bajó hacia la nalga de Aakashi y acariciándola con suavidad, deslizó su mano por el muslo para obligarle a levantar un poco la pierna y que la agarrarse a su cintura mientras la otra, todavía estaba en contacto con la alfombra anti resbaladiza de la ducha.

¡Dulce y cariñoso! Incluso cuando se moría de la impaciencia, Kuroo siempre estaba atento a todos los detalles. Al menos, así lo veía Aakashi. Era muy atento y esa faceta, era una de las que más le gustaban de él.

Sólo dejó de besarle unos instantes para lamer sus dedos con la intención de empezar a dilatarle todo lo posible. ¡El agua no facilitaba demasiado la lubricación! Pero Kuroo se ocupaba bien de excitarle de otras formas. Besaba su cuello y lo succionaba con suavidad, a veces mordía ligeramente el lóbulo de su oreja pero una de las cosas que más le excitaba aunque fuera una tontería, era escuchar esa ligera expiración cuando Kuroo sonreía. Dejaba escapar el aire de una forma cautivadora, en un ruido bajito que le hacía imaginarse la forma en que curvaba sus labios antes de sonreír sabiendo que se salía con la suya.

Una vez Kuroo sintió que Aakashi estaba listo, se lamió una vez más los dedos lubricando más la zona y se posicionó para entrar. Esa posición no era fácil para acertar. En muchas películas lo hacían parecer demasiado fácil pero en realidad... a Kuroo le costó varios intentos posicionarse bien para poder entrar. Un ligero dolor se hizo presente enseguida, Kuroo lo supo por la tensión que reflejó el rostro de su chico y un ligero quejido, así que capturó sus labios con violencia procurando que se centrase en otra cosa hasta que consiguió estar completamente dentro de él.

Se movió con mucho cuidado sabiendo que el dolor aún seguía presente en su amante pero no dejó de moverse con suavidad, mordiendo ligeramente el lóbulo de la oreja de Aakashi con suavidad y sensualidad para que éste se centrase en otra cosa en vez de en el dolor. Pocos segundos después, Aakashi soltó el primer gemido que hizo sonreír a Kuroo.

Ese fue el momento en que intensificó el ritmo suponiendo que el dolor cesaba. Dilatarse hasta acoplarse al grosor y longitud de su miembro a veces costaba un poco, pero enseguida se pasaba. Ahora, Kuroo sentía como se abría cada vez más dándole paso, consiguiendo ir más profundo. Los jadeos brotaron entonces desde lo más hondo de las gargantas de ambos, dejándose llevar por el placer que sentían.

Aakashi ni siquiera pudo hablar. Se agarró al cuello de Kuroo sintiendo las embestidas cada vez más profundas, lentas pero directas al fondo llegando a puntos que le daban un placer demasiado intenso como para contener los gritos pese a intentarlo.

Sus respiraciones se entrecortaron, el esfuerzo se hizo presente pero el sudor de sus cuerpos se marchaba mezclándose con el agua tibia que caía sobre ellos. De golpe, el ritmo aumentó hasta tal punto, que Aakashi pensó que no podría ni respirar, le costaba agarrar aire entre esas embestidas pero... se sentía tan bien que se dejó ir. Kuroo en cambio, continuó con el esfuerzo un rato más hasta que al final, entre fuertes temblores de su cuerpo, eyaculó en su interior.

Ambos agradecieron estar ya en la ducha para poder asearse.

‒ ¡Joder! He sudado como nadie – se quejó Kuroo con una sonrisa.

‒ Yo también. Creo que voy a tener que ducharme de nuevo.

‒ ¿Quieres que vaya a por el gel? Me lo has robado – sonrió Kuroo.

‒ No te lo he robado, te lo he pedido prestado con toda intención de devolvértelo.

‒ No necesito que me lo devuelvas si te duchas conmigo – comentó antes de besarle nuevamente.

‒ Eso suena bien. Iré yo a por el gel. Sólo espérame aquí. Vengo a ducharme contigo.

‒ ¿Ya no tienes miedo a que nos pille el entrenador?

‒ No creo que vaya a venir a estas horas y más con tu excusa pero... estoy atento por si acaso. ¿Qué le dirías si nos pillase así?

‒ ¿Así como? ¿En la misma ducha?

‒ Exacto.

‒ Que hay sequía, teníamos que aprovechar el agua al máximo – sonrió Kuroo.

‒ No se tragaría algo así.

‒ ¿Tú crees? Entonces tendré que pensar en otra excusa mejor. Quizá le diga que tengo miedo a ducharme solo, ya sabes... por si me caigo, me resbalo o me abro la cabeza contra algo.

‒ ¡Ya claro! – sonrió Aakashi – esa es menos creíble todavía.

‒ No se yo, puedo ser muy persuasivo.

‒ ¡Y qué lo digas! No paro de caer en tus redes.

‒ Es que soy genial.

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