Capítulo 1: Mayoría de edad
Capítulo 1:
25 años después
— ¡Venga papá muévete, me dijiste que este sería mi último entrenamiento! —El alfa Michael estaba entreabriendo sus ojos, la noche anterior estuvo con una reunión hasta las 3 de la madrugada pero a su hijo Luca parecía no importarle.
— 5 minutos más
— mira que tenemos, no es este el hombre quien siempre me decía que tenía que levantarme temprano para cumplir con todos los deberes y ejercicios —lo último lo hizo imitando la voz de su padre cuando se ponía autoritario.
El padre del muchacho abrió uno de sus ojos para ver la hora que era para seguidamente fruncir el ceño— hijo, Luca, eres consiente que son las 5 de la mañana. Te dije que entrenaríamos al alba. —en su mente se acordaba de que su hijo no se había levantado antes o con esas ganas de entrenas. —Déjame descansar.
Luca se sentó a los pies de la cama de su padre.
—Venga padre, hoy después de tanto tiempo va a ser mi último entrenamiento como alfa, que aunque no vaya a retarte en duelo, a partir de entonces ya no tendrás que entrenarme. Eres consciente del mal humor que tienes por las mañanas y era yo que tenía quien tenía que soportarlo día sí y otro día también. Así que "¡Levanta el culo jovencito y vamos a entrenar!" —imitando de nuevo en tono burlesco la voz de su padre.
El padre al fin cedió a sentarse en la cama, su hijo dio un salto y lo miró con una mirada brillante, de cierta manera le recordó a su fallecida compañera. No pudo evitar mirarlo con cansancio. En años humanos él tendría alrededor de 55 años pero su apariencia era de una persona de unos 35 años, estaba en plena vida de un cambiante lobo, que solían a vivir sus buenos cientos de años pero su compañera se había ido muy pronto, tal vez fue porque era una humana así que su fecha de caducidad era más corta a la de otros shifters. Estuvieron juntos durante 5 años y luego se fue dejando un agujero enorme en su corazón que solo lo podía llenar al estar con su pequeño niño. Algunos decían que lo mimaba mucho. Otros los miraban con cara de pena. Otros seguían creyendo que Rosana no era su verdadera compañera y que pronto encontraría a otra, claro que no se lo decían a la cara.
Mientras su hijo bajaba las escaleras se puso el traje de entrenamiento negro. Siempre le dijo a su hijo que le estaba entrenando para que pueda ser un buen alfa el problema era que desde un principio lo hizo porque creía que moriría pronto sin su compañera. Habían pasado 25 años pero aun sentía la falta de su otra mitad, no se lo decía a nadie pero sabía que podía irse en cualquier momento. Lo entrenada para que pudiera sustituirle y defender la manada en su ausencia.
Cuando se encontró listo bajó las escaleras para ver como su hijo le servía café en una taza y ponía el desayuno en la mesa. Alzó una ceja ya que su hijo no solía hacer ese tipo de cosas, es más ponía escusas para evitarlas.
— A mí me parece que alguien no está solo feliz porque es su último entrenamiento de alfa.
Su hijo le miro a los ojos como un cachorro que se le pilla agarrando una galleta en la madrugada.
— Bueno ya sabes pa... tengo 25 años y prácticamente tengo todo el conocimiento de un alfa, lo que queda está a punto de finalizar por lo que voy a poder estar presente en la reunión con los otros miembros de manada y conocerlos a todos.
Michael lo pensó un momento, era cierto. Su hijo ya era un adulto alfa por lo que tenía que presentarlo a los otros alfas de zonas más pequeñas a los alrededores. Ese era uno de los puntos que discutió ayer, todos veían a su hijo lo suficiente responsable para acudir al evento por lo que no hicieron mucho alboroto por el asunto. La reunión duraba casi una semana en la que cada alfa se quedaba para discutir sobre algún problema dentro de su manada.
— Entonces deberías afeitar esa barba tuya —se sienta en la mesa oliendo el café recién preparado.
— ¿Por qué? tú también llevas barba y además a las chicas les gusta —sonrió sentándose él también para comenzar con el desayuno temprano. La barba que llevaba su hijo sin duda lo hacía verse algo más mayor de lo que parecía pero no estaba seguro de que los otros lo tomaran igual. Tal vez lo verían como un cachorro con pelusa en la cara como lo hacía él.
— Impresionante, es la primera vez que te oigo hablar así. No sabía que estabas en busca de una compañera. —por lo que él sabía su hijo no estaba interesado en ninguna hembra de su manada de 75 miembros, los cuales 10 eran jóvenes hembras no emparejadas. ¿Tal vez era por eso que le hacía ilusión ir a la reunión con las otras manadas, para encontrar entre ellas a una compañera? Hasta el momento había pensado que a su hijo no le interesaba emparejarse. Por lo que él sabía solo iba a ver unas 5 hembras solteras en la carrera 3 por ser las hijas de alfas y potenciales alfas de sus respectivas manadas y 2 betas hembra como consejeras de una de las alfas.
— No es eso solo es un comentario que escuché a una de las chicas de la manada. —le sonrió de forma sincera desviándole de su pensamientos.
Dando los últimos bocados del desayuno ambos dejaron los trastes que utilizaron en el fregadero y salieron por la puerta trasera que daba hacía el amplio bosque territorio de la manada. El padre miró con cara desafiante a su hijo. Era el último entrenamiento por lo que no se lo pondría fácil.
Ya era viernes por la tarde por lo que los seis alfas comenzaban a llegar a la casa del alfa Michael. Michael era el alfa de los otros alfas debido a que su manada era la más antigua y con mayor terreno que las otras y era capaz de soportar la conexión con todos. Los alfas que lo venían a visitar tenían una población que rondaba los 25 habitantes. Era consiente que no era él el más mayor de entre ellos, ya que su padre le cedió este territorio hace ya 35 años cuando cumplió los 20 porque no pudo manejar el dolor de estar sin su compañera. En ese momento le odio pero no duró mucho para que él tuviera los mismos pensamientos, pero no podía dejar a su pequeño Luca solo. Aunque ya sea oficialmente un adulto que pueda tener una manada aun le parecía pequeño. Perspectiva de padre le decía su beta y amigo de toda la vida, Berto. Cuando el último de ellos llegó a la casa comunal celebraron una cena antes de salir a correr en su forma de lobo, tal como lo solían hacer siempre.
Su hijo Luca se sentada a su lado derecho mientras que su beta al lado izquierdo. Se puso en pie para anunciar a su hijo ante los otros alfas.
— Como habéis podido observas hoy, entre nosotros, está sentado mi hijo Luca quien oficialmente es un alfa adulto y correrá junto con nosotros estos días. Espero que en un futuro le den el mismo respeto que me están otorgando a mí. —Con esas palabras todos comenzaron a cenar y hablar sobre las novedades que había en las tierras de cada uno, aunque no los principales problemas esos se reservaba solo para los alfas. También se presentaron las nuevas personas en la mesa. No tenían el título de futuro alfa, sino como betas por ser los terceros o cuartos hijos. Incluso hijos de betas eran bienvenidos a la cena si iban a ser consejeros de futuros alfas. por lo que por alfa solía haber 3 o 4 invitados más. Este año 4 de los alfas trajeron a otro hijo más que no sea el siguiente en sucesión.
25 lobos salieron a correr, Michael era quien tenía que guiarlos y estar en primera fila, su hijo le tenía que seguirle y después su beta, el resto tenía que seguir a los tres. La mecánica de la carrera nocturna era sencilla, en su forma humana los alfas socializaban entre ellos y lo reconocían como la persona con más poder y respaldo entre ellos pero en forma de lobo lo reconocían como alfa, alguien más fuerte y grande que ellos que puede defenderlos y protegerlos o por el contrario acabar con ellos. Su hijo en esta carrera solo tenía que presentarse por lo que tenía que estar pegado a él y observar lo que él estaba haciendo. Al llegar a la cima más alta. Su lobo aulló seguido de los demás para demostrar que estaban reunidos en manada y que el territorio era de ellos.
Como costumbre buscaron una presa para saciar a sus animales, su hijo continuaba a su lado, lo estaba haciendo bien. A los pocos minutos divisó a un ciervo solitario de un tamaño ordinario, se abalanzó contra el animal que no pudo hacer nada contra él, cuando iba a compartido con su hijo no lo vio. Aulló para decir que había encontrado una presa, con su audición pudo saber que se acercaban algunos lobos. Le gustaba escuchar el paso de los lobos porque sabía que hacían ruido adrede, mostrando la posición de cada uno, pero también sabía que estaban jugando entre ellos. Porque al final de todo esa era otra de las razones por las que celebraban esta reunión bianual, para relajar las posibles confrontaciones entre aldeas.
Vio a un lobo de pelaje más claro que los otros y lo reconoció como su cachorro, al parecer se había ido con algunos lobos jóvenes, eso no debería ser. Él tenía que permanecer a su vera durante esta cursa. Después le tendría que reprender.
Cada lobo dio un bocado del venado. Dejando una de las partes más tiernas para Michael. Su hijo estaba haciendo un estropicio de sí mismo cuando le dio un vistazo pero uno de los lobos le lamió la cara para limpiarle.
Se quedó estático un momento, eso no era un comportamiento normal entre los lobos, ya que mostraba sumisión al lobo, inhaló fuerte para conseguir el olor del lobo de pelaje oscuro. Era un beta, pero olía también a alfa. Era hijo de uno de los alfas. No entendía el comportamiento de ambos. ¿Acaso se conocían de otro lado? Cuando vio que los lobos estaban dejando de comer porque él lo hizo dio otro mordisco al animal. Tenía que hablar con su hijo inmediatamente.
A altas horas de la madrugada, ya finalizada la carrera, todos volvieron a la casa del Alfa Michael, algunos cambiaron a su forma humana para entrar. Tan desnudo como se encontraron en la casa y todo estaba listo para que pudieran dormir en la sala. Había almohadas dispersas por todo el suelo. Como alfa a él le tocaba estar en el centro de ellos y así lo hizo. Todos durmieron acurrucados unos a otros. Algunos en forma de lobo. Cuando todos se durmieron Michael pudo dormir pero se fijó como su hijo, aun en su forma de lobo, se quedó al lado del lobo de pelaje oscuro.
A las 8 de la mañana, todos se comenzaban a despertar por el olor del desayuno que venía de la cocina. Era habitual que el desayuno lo hicieran las damas más cercanas al alfa, por lo que sabía la única mujer a la que era cercano era a la compañera de su beta y por ese motivo, por ser la mujer de su mejor amigo. Todos comenzaron a desperezarse y a cambiar para poder desayunar.
En el desayuno vio cómo su hijo estaba mirando a un chico, por el olor lo reconoció como el lobo negro de anoche. En los ojos de su hijo vio anhelo, el mismo anhelo que él tuvo cuando conoció a Rosana. Pero no podía ser, era imposible que su hijo se interesara por un hombre a estas alturas de su vida. Él como alfa y padre le conocía perfectamente y sabía que él no estaba inclinado hacia ese lado del amor. Tal vez el otro lobo le dijo a su hijo algo, esa tenía que ser la única solución que veía razonable. Tenía que impedir que hicieran daño a su cachorro.
— ¿Qué pasa papá? — lo llevó a su despacho mientras lo alfas y betas conocían a los cachorros nacidos ese año en su manada o se tomaban otra siesta después de la comida. Su hijo lo miraba extrañado
— Esa no es la pregunta, la pregunta es ¿Qué te pasa a ti? ¿Qué haces con ese lobo? —aunque sin intención la última pregunta sonó más enfadado de lo que él quería porque le recordó la desobediencia de su hijo de la noche anterior.
— ¿Qué...? —su hijo estaba más asustado de lo que usualmente solía estar cuando se llevada un regaño— simplemente me pareció que era un tipo agradable —responde suave mientras muestra parte de su cuello en sumisión. ES UN ALFA NO PUEDE SER SUMISO
Sabía que era porque se sentía amenazado por él y ese no era su propósito. Igual tocó el cuello de su hijo.
— Hijo... no estoy enfadado, simplemente extrañado de no siguieras las instrucciones que te pedí cuando te dije que estuvieras todo el rato a mi lado en la primera carrera. —hubo un pequeño silencio hasta que su hijo contesto
— No te preocupes padre no volverá a pasar. Comprendo que ayer te falté el respeto por no estar a tu lado, y tampoco te preocupes por Andrés, no me acercaré más a él.
Bien, había hecho algo mal pero no podían discutirlo ahora, muchos lobos con las orejas altas podrían oírlo. Estaba seguro que María, la compañera de su beta, les estaría distrayendo para que no lo escucharan pero sería de mal ver que él, como alfa principal, no estaba entre ellos.
— Luego hablaremos esto. Puedes conocerlos a todos, haz amigos, pero recuerda quien eres. —recuerda que tienes que sucederme. Michael quería que su hijo comprendiera que tenía que comportarse como un alfa con control y orden desde el primer momento, no como un niño que se va a jugar con otros lobos.
— Sí, padre —le dio el mismo tono a cuando respondía una orden. Aunque no quería que fuera una orden lo aceptó por ahora. Ambos salieron de la habitación para reunirse con los invitados.
Esta vez Luca no se acercó a el tipo llamado Andrés sino a las betas, una de ellas hija de un alfa. Cuando comenzó a hablar con uno de los alfas ahí reunidos vio por el rabillo de sus ojos el llamado "Andrés" se veía molesto y salió en silencio del salón.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro