
Libertad
Capitulo 4.
El agua salada me envolvía, fría y densa, mientras Yoongi me empujaba sin piedad dentro del barril. Sentí cómo mis escamas rozaban la madera áspera, y mi cuerpo se tensó al instante. —No voy a quedarme aquí —dije, frunciendo el ceño con determinación, aunque mi voz temblaba un poco. Pero Yoongi no se inmutó. Con esa maldita escama en la mano, me miró con una frialdad que me heló el alma. —Te quedarás en este barril y no intentarás hacer nada —dijo, y sus palabras resonaron como una orden imposible de ignorar.
Sentí cómo mi voluntad se desvanecía, como si algo dentro de mí se apagara. Me quedé quieto, sumiso, pero el dolor en mi corazón no cesaba. —Por favor, Yoongi —supliqué, mirándolo con ojos llenos de desesperación—. No me hagas esto. Déjame en libertad.
Él se acercó al barril, y su mirada de desprecio me atravesó como una lanza. —No tienes nada que suplicar —dijo con desdén—. Eres solo un tritón. No eres nada.
Esas palabras me hirieron más de lo que él podría imaginar. —Te equivocas, Yoongi —respondí, con una mezcla de orgullo y dolor—. No soy solo un tritón. Soy el hijo de Poseidón. Si me capturas, mi padre traerá la destrucción sobre la humanidad.
Pero Yoongi no se inmutó. —No me importa —dijo, con una frialdad que me dejó sin aliento—. Jamás te dejaré en libertad. Pagarás con lágrimas de sangre todo lo que hiciste.
—Yo no hice nada malo —protesté, sintiendo cómo las lágrimas resbalaban por mis mejillas—. Si me quieres castigar por amar a tu padre, lo lamento, pero no es mi culpa. Él solo mencionó que tenía un hijo y una esposa el día que se iba de mi lado. Jamás pensé que mi padre le haría daño, y te juro que intenté protegerlo. ¿Cómo no hacerlo? Si yo lo amaba, hubiera preferido estar en su lugar.
Pero Yoongi no tenía perdón en su corazón. Se acercó aún más, tomó mis mejillas con fuerza y me miró con ojos llenos de odio. —Estarás aquí hasta que me aburra de ti —dijo, con una voz que heló mi sangre—. Y sufrirás como nunca antes. Jamás, escúchame bien, ¡jamás! te dejaré ir.
Luego, se fue, llevándose la vela y dejándome en completa oscuridad. El lugar estaba lleno de barriles y objetos desconocidos para mí. El ambiente era incómodo, y el olor a humedad y sal en el aire me recordaba constantemente a mi hogar, al mar que tanto extrañaba.
Mientras tanto, Yoongi llegó a su casa, donde su esposa, embarazada, lo esperaba. —¿Dónde has estado? —le reclamó, con una mezcla de preocupación y enojo.
—Lo logré —respondió Yoongi, con una sonrisa triunfal—. Conseguí capturar a Jimin. Ahora tengo a un dios en mi poder, el hijo de Poseidón.
Yo escuché esas palabras desde lejos, como si el mar me las susurrara al oído. Me quedé en shock, sin saber cómo reaccionar. ¿Cómo podía Yoongi haber hecho algo tan atroz? Y lo peor era que lo decía como si no fuese algo grave.
—¿Cómo pudiste haber secuestrado al hijo de un dios? —le gritó su esposa, con voz temblorosa—. No tienes idea de las desgracias que llegarán a nuestra vida.
Yoongi intentó explicarle que lo había hecho por venganza, pero ella no podía entenderlo. —¿Cómo puedes justificar algo así? —dijo, alejándose de él, incapaz de perdonarlo por lo que había hecho. Luego, salió de la casa sin rumbo fijo.
—¡Iu, regresa inmediatamente! —gritó Yoongi, pero ella siguió caminando, alejándose de él.
Mientras tanto, yo lloraba amargamente en mi prisión en forma de barril y el mar, en respuesta, se agitaba con furia. Las olas golpeaban con fuerza, y el cielo se iluminaba con rayos que parecían gritar mi nombre. En las profundidades, Poseidón, mi padre, rugía de ira. El mar se tornó rojo, y su maldición resonó en cada rincón del océano. —¡Alguien pagará por esto! —gritó, mientras las olas se alzaban como gigantes enfurecidos.
Anfitrite, mi madre, estaba desesperada. —Esto es tu culpa —le reprochó a Poseidón, con lágrimas en los ojos—. Si le hubieras enseñado a los humanos, él no hubiese tenido tanta curiosidad.
Poseidón, abrumado por la culpa, respondió: —Deja de atacarme. Al igual que tú, yo solo lo quería proteger. Pero ahora lo importante es encontrarlo.
Mientras tanto, yo miraba a través de la pequeña ventana del barco. Las estrellas brillaban en el oscuro manto del cielo, y mis lágrimas se mezclaban con el agua salada que aún quedaba en el barril. Cerré los ojos, visualizando a mi madre, la más hermosa de las ninfas, y sentí un profundo anhelo de volver a casa.
El cansancio me venció, y mis párpados se cerraron pesadamente. Me dejé llevar por la oscuridad, esperando que todo fuera solo una pesadilla de la que pronto despertaría.
Al día siguiente, me desperté sintiéndome cansado y adolorido. El lugar seguía sumido en la oscuridad, pero la poca luz que entraba por la pequeña ventana me permitió ver un poco mi entorno. Intenté moverme, acercándome a la ventana para ver si había alguna posibilidad de escapar, pero estaba demasiado alta, y con mi cola, era imposible.
De repente, escuché un ruido detrás de mí. Me di la vuelta y vi a Yoongi, que me miraba con una sonrisa malvada. —Aquí no hay escapatoria —dijo, con una voz que me heló el alma.
Yo estaba atrapado, sintiéndome asustado y solo. Yoongi se acercó a mí, burlándose. —¿Qué pasa, pequeño tritón? ¿Te sientes atrapado? ¿Extrañas tu hogar en el mar? Sufre, como yo he sufrido, porque me dejaste sin padre.
No respondí, pero mi corazón latía con fuerza. Yoongi continuó burlándose, diciéndome que nunca volvería a ver a mi familia. Me sentí triste y desesperado, pero sabía que no podía rendirme. Tenía que encontrar una manera de escapar y volver al mar.
De repente, el barco comenzó a agitarse con fuerza, y perdí el equilibrio. Caí al suelo desde el barril, y el agua que me mantenía con vida se escurrió por las ranuras del piso. Yoongi se rió, acercándose a mí. —¡Mira lo que tenemos aquí! ¡Un tritón mojado y sin agua!
Me sentí humillado y triste. —Si no me ayudas, moriré —dije, con voz débil.
Yoongi se sentó en una silla, observándome con una sonrisa cruel. —Entonces disfrutaré verte agonizar y morir lentamente.
—¡Por favor, ayúdame! —supliqué, pero él no hizo nada.
Sentí cómo mi cuerpo comenzaba a picar, y el agua se secaba rápidamente. De repente, mi cola desapareció, y en su lugar aparecieron un par de piernas humanas, fuertes y definidas. Las escamas que cubrían mi rostro y brazos también desaparecieron, y me convertí en un humano de apariencia hermosa. Me sorprendí, sin entender cómo era posible.
Pero Yoongi solo se rió. —Mira esto —dijo, con sarcasmo—. El poderoso tritón ahora es un simple humano. Patético.
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