하나: ¡Mío!
Habían muchas cosas para las que Park ChanYeol era bueno: Arreglar un auto, lanzar una flecha con perfecta precisión, armar una moto pieza por pieza desde cero, lanzar cuchillas a los puntos vitales de su enemigo, cocinar distintos platos a base de carne, encontrar el mejor ángulo para atacar al enemigo con su fusil, y hasta tejer su propio cubrecama; muchas cosas.
Hablar no era una de ellas. Observar lo que lo rodeaba, manteniéndose siempre alerta, solía ser su prioridad.
Así que cuando la joven con la que se supone estaba teniendo una cita se limitó a marcharse tras el largo e incómodo periodo de silencio que Park no había notado por estar vigilando el perímetro, no estaba del todo sorprendido.
Mas eso no lo hacía sentir menos dolido, o solo.
No le era fácil comunicarse, nunca lo había sido, pero aún así quería conectar con alguien y poder tener una relación estable. No pedía mucho. Su alma podría anhelar a su pareja predestinada y tener toda una historia de amor épica como la de sus superiores; pero su corazón se conformaría con alguien que quisiera estar a su lado en los días especiales, justo como aquel: Luna Llena.
Tras tomar un nuevo trago de su bebida, ChanYeol, un cambiaforma de cabello gris, piel vainilla, ojos grandes y oscuros, altura superior al promedio de su grupo, además de un cuerpo amplio, ancho y fibroso, se apartó de la mesa en la que había estado y se dirigió a la barra con los demás lobos solitarios.
—Creí que esta vez sí lograrías al menos terminar tu trago —comentó SeHun, su mejor amigo; un hombre alto de cabello negro, piel pálida, cuerpo de nadador y rostro serio; golpeando ligeramente su hombro.
ChanYeol suspiró y se encogió de hombros antes de girar el rostro hacia la ventana y centrarse en la hermosa vista de la noche despejada, con la Luna Llena brillando sobre los árboles. Aun faltaba un par de horas para que llegara a su cumbre, pero su luz ya había comenzado a ejercer efecto en sus cuerpos, los cuales picaban por cambiar a su forma semi-lobuna, la cual inspiraba la imagen que el cine solía mostrar en sus cintas, aquellas que los pintaba como mitad hombres-mitad lobos, con sus manos y pies convertidas en garras y patas, con pelo sobresaliendo por diferentes zonas de su cuerpo y sus rostros tomando un aire más severo y animal.
Y la cual los hacía malditamente receptivos a sus sentidos.
Sobre todo a él.
SeHun volvió a golpearlo en el hombro para llamar su atención y se irguió rápidamente ante la presencia de su superior acercándose a ellos.
El peligrís lo imitó dejando su bebida a un lado para ver al hombre más bajo, de cabello castaño, piel canela y sonrisa naturalmente burlona debido a las altas comisuras de sus labios, acercarse a ellos con semblante incómodo y ligeramente arrepentido.
—Lamento arruinar su noche, chicos, pero necesito respaldo —dijo sonando cansino.
ChanYeol frunció el ceño preguntándose qué habría sucedido, Kim JongDae, Sargento Mayor de su manada, su superior, tendría que encontrarse en casa pasando la noche de Luna Llena junto a su compañera de acoplamiento como las demás parejas; no en un bar buscando por ellos.
—Es por H —explicó exudando molestia y algo de preocupación.
—Lo seguimos —pronunció SeHun con un firme asentimiento, y ambos lo escoltaron hacia el auto del mayor, una camioneta amplia y sumamente golpeada que parecía haber visto mejores épocas pero que aguantaba más que los nuevos modelos llenando el mercado.
La cual llevaba usando desde que H mismo le robó su moto y se lanzó junto a esta hacia el abismo.
—Los Jung fueron a correr por los límites del territorio y dicen haber visto una luz extraña salir de la tierra de H —contó JongDae mientras subían al vehículo—, dijeron que era tan brillante que parecía conectar con la misma Luna.
ChanYeol y SeHun compartieron una silenciosa mirada.
—Puede que no sea algo importante y los chicos solo hayan visto el brillo del cabello de Baek o yo que sé —soltó Dae burlándose levemente del que había sido su mentor—; pero no quiero correr el riesgo de que H haya decidido incendiar su casa... otra vez —suspiró—. Por ello, prefiero asegurarme.
Los más altos asintieron y revisaron las armas que tenían con ellos mientras su superior avanzaba fuera del camino regular, dirigiéndose hacia el lejano claro donde se encontraba ubicada la casa del que alguna vez fue el Capitán de uno de los grupos tácticos más letales de su Clan, el ahora conocido como el Ermitaño loco de la aldea; quien, a pesar de no ser exactamente parte de la manada, era fuertemente protegido por la familia regente debido a los años de servicio y dedicación ofrecidos a su líder durante la guerra.
ChanYeol no debió haber aceptado ir, pero no tenía cómo negarse.
Una vez que el auto se detuvo, el más alto de los tres se movió buscando asegurar el área mientras SeHun se encargaba de vigilar y ofrecer respaldo a su superior, quien comenzó a revisar la carga de sus propias armas con suma concentración.
—Prepárense para el ataque —les ordenó el mayor, ambos asintieron sabiendo por experiencia que no sería sencillo lidiar con su objetivo.
Byun BaekHyun, el hombre de cabello blanco, piel clara, cuerpo menudo, ojos oscuros, labios finos y facciones delicadas que bien lo harían pasar por un ingenuo y dulce duendecillo, era uno de los guerreros más letales que habían visto jamás, y descuidarse o bajar la guardia frente a él por un solo segundo podría costarles la vida.
ChanYeol no podía decir que lo conocía realmente; no había sido su aprendiz como JongDae, ni había luchado contra él durante la guerra como SeHun, pero eso no significaba que no supiera su historia.
Todos en la manada sabían uno que otro rumor sobre quién y cómo era, mas pocos habían sido testigos verdaderos de su dolor.
Park era uno de ellos.
Habían muchas cosas para las que ChanYeol era bueno, pero observar lo que lo rodeaba manteniéndose siempre alerta solía ser su prioridad.
Por ello no le había sido difícil captar la cabellera blanca la primera vez que los vio. Ambos eran igual de luminosos cuando estaban juntos, jugando entre ellos en la fila del almuerzo o riendo con sus soldados. Sobre todo él, llamando la atención de todos los presentes de forma natural; era el Hijo de la Luna, el verdadero líder de su pueblo; pero cuando estaba con sus amigos, no se comportaba como tal; con su risa abierta que mostraba sus colmillos, logrando hacer sonreír a quienes lo rodearan, parecía un lobo más, uno de ellos.
A partir de ese momento, aún siendo un lobo neófito que recién había pasado por su primer cambio y cuya ventana de atención podía variar rápidamente con cualquier movimiento o sonido debido a las enloquecidas hormonas, ChanYeol no había podido apartar la vista de ellos.
La pareja que hacía el Capitán Byun BaekHyun, líder del equipo táctico H, y su esposa, la Capitana Kim TaeYeon, líder del cuerpo médico del clan, era legendaria entre los lobos; no solo por la increíble habilidad y destreza que ambos poseían en solitario o la perfecta sincronización que mantenían cuando les tocaba luchar juntos como ChanYeol mismo había presenciado.
Sino porque su lazo de acoplamiento brillaba en sus manos como la Luna misma.
Había oído leyendas entre sus padres y abuelos que hablaban sobre acoplamientos más especiales que los que cada lobo anhela para sí mismo; lazos tan profundos, cargados de una unión tan pura y singular que eran bendecidos directamente por los astros.
Park, al igual que el resto de sus compañeros en ese entonces, creyó que se trataban de simples cuentos de hadas.
Hasta que la Luna Llena brilló una noche en medio de una pelea, dejando a todos sin aliento ante la luminosidad del vínculo que rodeaba a la pareja.
La luz blanca iluminándolos mientras combatían, dio a sus cabelleras un brillo singular que cegaba a sus adversarios cuando los amantes movían sus espada y flecha con increíble rapidez, exhibiendo la fuerza letal por la que eran conocidos.
El tiempo parecía ralentizado, y los espectadores hechizados cuando el lazo de luz proveniente de la Luna envolvía las manos de los amantes en un halo de protección, acrecentando la habilidad del Capitán mientras derramaba sangre enemiga sin un soplo de duda o pesar en su helada mirada, garantizando la fama mortífera por la cual era temido.
—Aún no puedo creer que sea cierto —había comentado YunHo, uno de sus compañeros de entrenamiento, esa noche, mientras regresaban a la base.
ChanYeol se encogió de hombros, manteniendo la mirada alerta por si volvían a ser atacados.
—¿Crees que por eso sean tan increíbles? ¿O es por ser increíbles que se les dio ese regalo? —Siguió cuestionando.
—No lo sé —respondió el joven peligrís volviendo a centrar la mirada en los Capitanes, quienes, tras deshacerse de todo rastro del adversario, dirigían el camino hacia el campamento principal de su clan.
La furia del Rey hizo temblar la estructura del palacio con su aullido: el clan enemigo había comenzado a atacar varios lugares de su frontera al mismo tiempo, obligándolos a retroceder y ceder territorio.
—Quiero oír lo que dicen —se había quejado YunHo desde su lugar en lo alto de la torre de vigilancia donde se encontraban.
—Debiste pedir que te entrenaran como espadachín entonces y no como arquero —comentó Key, su supervisor —. O como espía, tanto que te gusta estar metiendo tu nariz donde no pertenece —golpeó la cabeza de su estudiante con su palma.
YunHo gimió lastimero y ChanYeol sonrió intentando fingir que no estaba igual de interesado en la discusión que parecía realizarse en ese momento en el patio principal.
No era de su incumbencia. Él era un simple soldado en entrenamiento; su único deber era servir al Rey.
Y sin embargo, su mirada continuaba centrándose en la brillante pareja; sobre todo, en los ojos torturados del Capitán al tener que despedirse de su compañera, mientras ella intentaba consolarlo con lentas caricias en tanto lo ayudaba a armarse para su próxima misión.
La siguiente vez que los vio, la luz se escapaba de los ojos de la Capitana al caer en los brazos de su amado con las manos y el pecho cubiertos de sangre.
—Todo libre —anunció ChanYeol regresando al presente junto a su superior. SeHun le asintió y ambos se ubicaron en los flancos de JongDae.
Se encontraban avanzando hacia la moderna cabaña de H, cuando notaron el brillo de la Luna bañando las facciones del peliblanco, y dándole forma a una delicada silueta aferrada a su mano.
Ninguno lo hubiera creído de no haber estado presentes.
La mano de BaekHyun, extendida en dirección hacia el cielo, forjaba un lazo de luz blanca y serena, cuya magia reflejaba los rasgos suaves y gentiles que no tardaron en reconocer.
—Taeyeon...—aspiró JongDae retrocediendo con sorpresa y chocando contra SeHun al mismo tiempo que ChanYeol daba un paso adelante en vez de retroceder como debía.
Era consciente de que no era bienvenido allí, el peliblanco le había dejado claro que no lo quería cerca, pero era Luna Llena y la sensatez del más alto quedó perdida en alguna parte del camino mientras él seguía avanzando.
Fue entonces que la ilusión se detuvo y todo se convirtió en completo caos.
El peligrís había intuido la extensión de la velocidad que BaekHyun podía alcanzar con sus movimientos:
Tras la muerte de su compañero, el Capitán M, mejor amigo de H, había culpado de la pérdida al Príncipe heredero y el rey ordenó asesinar a M por su atrevimiento.
Un segundo Byun estaba de pie junto a su unidad, y al siguiente había desarmado a todos y se encontraba justo frente al Rey, amenazando con cortarle la cabeza a él y a todos sus hijos con su propia espada si tocaba a M.
Para cuando ChanYeol y el resto de los arqueros lograron tenerlo en la mira, H se había dejado alcanzar ya por la guardia real y había sido apartado de la familia del monarca.
No lo había visto usar sus habilidades desde entonces.
Pero no le sorprendía descubrir que el antiguo Capitán fuera aún más letal de lo que se presumía.
Lo inesperado había sido encontrarse bajo el escrutinio de su feroz mirada y su filosa arma contra su cuello sin que pudiera notarlo.
Había sido su culpa, ChanYeol lo sabía. El viento cambió de rumbo dejándolo percibir el aroma tan perfecto que tanto anhelaba; una mezcla de lluvia, libros viejos, madera y leche...
Y entonces se encontraba gruñendo y lanzándose hacia el peliblanco con los colmillos expuestos.
—¡Mío! —Se había oído a sí mismo rugir, sorprendiéndose por lo oscuro y profundo de su tono, más lobo que hombre.
Deseo agudo lo inundó en desenfrenadas olas de calor que lo instaban a cambiar mientras sentía dos pares de brazos sujetar sus extremidades en un vano intento por detenerlo.
Mas fue la Katana clavada en su cuello, justo en la yugular y la mirada fría como la misma nieve, lo que terminaron por hacerlo reaccionar y congelarlo en su sitio, obligándolo a sentir nuevamente el rechazo de los fríos ojos de su compañero destinado.
—Mío —lloriqueó clavando su mirada directamente en la de BaekHyun.
El peliblanco retrajo la Katana y la clavó en la tierra apartando la mirada.
—Llévenlo a su casa y manténganlo vigilado. —Ordenó dándose la vuelta y caminando hacia su cabaña.
Tanto JongDae como SeHun obedecieron, comenzando a arrastrar a ChanYeol lejos de su superior. El peligrís no se resistió, centrando toda su atención en su compañero de enlace, quien había dejado claro por segunda vez que no lo quería.
BaekHyun giró sobre el hombro antes de entrar a su casa y lo miró fijamente.
—Lo siento —susurró a la vez que una silenciosa lágrima rodaba por su mejilla.
¡Hola! Como prometí, aquí presento el primer capítulo de la segunda obra de la serie Lobos, un ChanBaek que espero sea de tu agrado.
Creación publicada en memoria de todas aquellas personas que conocí cuando comenzaron a leerme y que con el tiempo y la vida misma fueron desapareciendo y siguiendo con su vida. Para cada una de ellxs y de las personas que me leen ahora: Infinitas gracias por mantenerse en mi alma y corazón 🖤.
Como mencioné en el 1er libro, publicaré cada viernes.
Gracias infinitas por leer.
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