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Capítulo 23.

—Ella está bien, solo es el bebé haciendo de las suyas— podía escuchar la voz de una mujer a lo lejos, me removí al sentir un tacto frío sobre mi vientre—. Tiene tres meses y, por lo visto, nacerá en menos de lo esperado.

—Significa que debo asesinarlo antes— mi piel se erizó en cuanto oí las palabras de Drácula, por lo que me desperté sentándome de golpe, aquello me provoco un severo dolor en mi cabeza.— Al fin despiertas.

Dirigí mi vista hacia la mujer que estaba anotando cosas en su libreta negra, luego miré mi alrededor en silencio, seguía en aquella linda habitación. Mi vista recayó en el padre de Daren dándole una mala mirada. Este se acercó a mí para tocar mi rostro, pero no me dejó.

—¿Qué están haciendo?— pregunte mirando como la mujer sacaba una jeringa de una caja, me asuste por ello y baje de la cama sujetando un florero entre mis manos.— No van a tocar a mi bebé, idiota.

—¿Y qué harás?, ¿Asesinarme con un florero?— soltó una risa alta mientras se acercaba a mí, pero retrocedí chocando con la pared—. No seas estúpida, Rosie.

—¡Solo déjame en paz!— lance el florero en dirección en la cabeza, pero lo atajo, por lo que gruño enseñando sus largos y afilados colmillos, no me asuste, solo aparte la vista.

—Me estoy hartando de ti, niña— se acercó aún más a mí susurrando aquello en mi oído—. Debes agradecer que sigues con vida.

Se alejó de mí y volvió hacia la mujer, quien le susurró algo al oído, suspire colocando mis manos en mi vientre al sentir un ligero dolor. Ambos salieron de la habitación, puede escuchar cómo cerraban con seguro. ¿Qué pretendían hacer? Sabía que quería matarme, pero ¿por qué se abstenía?

Me acosté nuevamente, comenzando a llorar. ¿Cuánto más debería soportar?, ¿Realmente Daren vendría por mí? No sabía ni siquiera que hora eran, tenía hambre y no quería probar nada de lo que me ofrecían, no sabía si estaba envenenada o no. Me alteré en cuanto escuché la puerta, al ser abierta, me senté secando mis mejillas, mirando a un hombre entrar con una caja en las manos.

—El conde te envía esto— fue lo único que dijo, asentí con desconfianza mirando cómo dejaba la caja blanca sobre la cama y se alejó saliendo dejándola sola.

Miré aquello por unos minutos. ¿Y si era una especie de broma? No sabía, pero arriesgarse no era una opción. Rasqué mi cabeza suspirando.

— A la mierda— acerqué la caja a mí y abrí la misma mirando su contenido, abrí mi boca un poco, pero luego la cerré.

Era un pastel de chocolate que decía "Feliz cumpleaños". Fue en ese momento en que caí en cuenta de que era mi cumpleaños, mis ojos se llenaron de lágrimas, sentí como una resbalo por mi mejilla derecha por lo que la retiré. Sorbiendo mi nariz, comí un poco de pastel, no pude resistirme, amaba el chocolate y hacía rato que no probaba algún dulce.

Coloque una mano en mi vientre al sentir pequeñas patadas, se sentía raro, pero me sentí emocionada, ¿Le gustaba también el chocolate?, no pude evitar sonreír.

No acabe el pastel completo, pero había comido la mitad, ahora tenía mucha sed y estaba inquieta por las patadas que me daba el bebé, ¿Acaso eso era algo normal?, la puerta fue abierta nuevamente y mire a Ana entrar, arrugue mi nariz.

—Vaya, qué horrenda es la cumpleañera— se cruzó de brazos esbozando una sonrisa ladina, yo solo pude reír y negué levantándome despacio.

—¿A qué viniste, bruja?— rodee la cama alejando la caja hacia el otro extremo de la misma. La miré de reojo observando cómo su sonrisa se desvanecía.

— Vengo a prepararte, él quiere celebrar tu cumpleaños— la miré hacer un ademán dejando ver a dos mujeres entrar con maletas en sus manos—. ¿Te rociamos pimienta o prefieres sal?

Claramente, aquello no me había dado risa. La miré por encima de mi hombro, negando despacio. Observé cómo sacaban ropa de aquellas maletas; eran unos hermosos vestidos, claramente de distintos colores. Mi favorito era el azul oscuro, el cual, tenía escarchas por sí mismo.

Una de ellas se había dado cuenta del vestido que yo en secreto había elegido. ¿Acaso ella leía la mente?, esta sacó aquel hermoso vestido y se acercó a mí para dármelo.

—Prueba este— su voz era dulce, asentí sujetándolo y entré al baño, cerrando con seguro.

Había olvidado contarles que el cuarto tenía un baño, pero bueno, para que el vestido entrara me costó un poco por mi vientre, cuando me mire en el espejo sonreí, me veía simplemente hermosa, y mi vientre resaltaba mucho, mire mis pechos los cuales también resaltaban, me animé a salir cuando tocaron la puerta.

La mujer me miró con una sonrisa, pero cuando Ana se acercó, la borró, carraspeó haciendo que diera una pequeña vuelta mirando el vestido por detrás. Mi espalda estaba descubierta, ahora faltaba el maquillaje, estaba más pálida de lo normal.

—Buena elección— me dio una mirada para luego girarse y acercarse a la otra chica, quien estaba arreglando todo el maquillaje.

No dije nada, solo me acerqué a una silla para así asentarme. Aquella mujer se acercó a mí, por lo que cerré mis ojos dejándome ser. Mi cabeza se llenó de pensamientos negativos, ¿Y si solo era una broma de mal gusto? ¿O me maquillaba como un payaso? Aunque intenté alejarme, no me lo permitieron, bufé, pero volví a cerrar los ojos.

¿Qué haría él? Aunque nada pintaba bien, no pronuncié palabra alguna, solo pensé en Daren. lleve mi mano a mi vientre cuando sentí otra patada. Estaba inquieto el bebé.

—Dile que en unos minutos estaremos con él—. Al abrir mis ojos, miré cómo cerraban la puerta y ella ocultaba algo detrás de ella. Fruncí mi ceño, pero la chica me regaña por eso.

—Arruinarás el maquillaje si haces eso, niña— sujetó con firmeza mi mentón y me hizo alzar la cabeza y mantener mis ojos cerrados.

Mis manos comenzaron a sudar, me picaban y sentía una mala sensación en mi pecho. Moví un poco mi pierna, abriendo tan solo un poco mis ojos para mirar de reojo a Ana, quien se acercó para colocarse detrás de mí. Sentí cómo mi respiración se hizo pesada.

—Debo admitir, que estás muy linda— colocó una mano en mi hombro y apretó un poco—. Lástima que Daren no está aquí para verte.

—Vendrá pronto, lo sé—pasé saliva ante un nuevo apretón, quería ver lo que tenía en la otra mano, pero la mujer delante de mí no me lo permitió.

—¿Sigues pensando en que vendrá por ti?— soltó una carcajada y luego sentí un ardor en mi cuello.— No seas estúpida, Rosie, no le interesas.

Abrí mi boca cuando sentí ardor en mi cuerpo, no sabía que me había inyectado, pero dolía mucho. Me desesperé por mi bebé, bajé mi vista sintiendo un líquido recorrer por mis piernas, no quería perderlo, me asusté tanto que comencé a gritar en desespero. Mis manos estaban manchadas de sangre y todo a mi alrededor se estaba nublando. Luché para levantarme, pero no pude.

Sentía mi cuerpo muy ligero, fui abrazada por la oscuridad, aquello se me estaba haciendo rutina desde que llegué a este lugar.

¿Ahora qué sucedería? Si habían hecho que perdiera a mi bebé, lo iban a lamentar, costará lo que costará.

Escuchaba las voces de fondo, estaba algo aturdida y mi cuello dolía. Suspiré queriendo tocar aquella zona aún mareada, pero estaba atada de manos y pies. Parpadeé rápidamente mirando mi alrededor. Había muchas personas en el gran salón, todos me miraban de una manera extraña. Alce mi vista para mirar mis manos por encima de mi cabeza, y dos criaturas horrendas sostenían la cuerda.

—Sean bienvenidos a esta hermosa celebración— giré mi cabeza para mirar a Drácula, este estaba vestido de manera muy elegante y tenía una sonrisa en sus labios.—Esta noche, tenemos a una invitada especial, su nombre es Rosie.

Cada uno de los presentes aplaudió al unísono, no mentía, tenía miedo de lo que este haría conmigo y mi bebé. Abrí mis ojos en cuanto recordé la sangre, me removí inquieta bajando mi vista, mi vientre seguía abultado.

—Si tocas a mi hijo, voy a... — Cerré mis ojos de golpe al sentir una abofeteada en mi mejilla, lamí la poca sangre que había brotado de mi labio. Drácula tenía su mandíbula tensa—. Bastardo.

Escupí manchando su rostro. Los presentes se miraron las caras, le extendieron un pañuelo y limpió su rostro. Me daba mucho asco tenerlo enfrente, mi vista se desvió hacia una mujer parecida a Airam, achine mis ojos dándome cuenta de que esa era ella.

—Por ser tu cumpleaños, iba a ser generoso contigo— menciono mientras reía en tono ronco, aparte mi cabeza cuando quiso acariciar mi mejilla.— Pero tú misma me has hecho cambiar de opinión.

Hizo un ademán y mire como dos hombres traían una cubeta, una mujer se acercaba con una daga encima de una bandeja de oro, me aterre más, ¿Pensaba matarme enfrente de todos estos?, mi corazón se aceleró y parece que los demás escucharon, ya que emitieron un gruñido casi como un ronroneo.

—Creí que eras su amiga—miré a Airam, la cual, tensó su mandíbula. Drácula la miró y luego a mí.— Pero eres una perra traicionera, acabarás igual o peor que yo, eso te lo puedo prometer.

—Airam—, el hombre la llamó sin mirarla, ella se acercó con pasos indecisos, solo rogaba que Daren llegara pronto, no quería morir de esta manera.— Mi hermosa dama, ¿conoces a esta chica?

—No, señor— negó sin apartar la vista de mí, solté una risa y negué despacio ante sus palabras, chasqueé mi lengua—. Nunca en mi vida la he visto, hasta ahora.

—Maldita— volví a quejarme en cuanto este volvió a darme una abofeteada. Esta vez, escupí la sangre manchando la vestimenta de la mujer, importándome poco lo que el contrario haría.

Para mi suerte, solo hizo un ademán indicándole que volviera a su lugar. Suspiré con pesadez, cerrando mis ojos por unos segundos. Cuando los abrí, ya habían acercado la cubeta hacia mis pies. La mujer con la daga también se acercó a mí, le extendió la daga al hombre, quien la tomó sin mucho problema, me mostró una sonrisa y yo solo pude rezar internamente porque Daren llegara de una vez.

¿Entonces iba a morir ahí? No quería eso, me removí, pero era imposible que me soltara. El agarre se hacía más fuerte, aquellas criaturas tiraban hacia arriba dañando mis muñecas.

Carajo, Daren ¿Dónde mierda estás?

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