9. El corazón de un niño - El ayer
Cerró los ojos y buceó entre sus recuerdos hasta detenerse en uno de ellos: a falta de estar con su familia, pensaba en ella.
Era un crío de siete veranos, y Thor un niño de casi once.
—Corre más rápido, hermano, o la perderemos —decía a voces el mayor de los príncipes, le había sacado ya una gran ventaja.
Loki quiso protestar, no era justo que lo dejara rezagado cuando era más pequeño que él, pero no lo hizo. Muchas veces Loki callaba para evitar que Thor frunciera el ceño contrariado.
—Voy justo detrás de ti —mintió con la respiración entrecortada.
La ropa que cargaba ese día era ligera, y aun con ello le costaba tanto mantener el ritmo de su hermano. Pensó en que debería hablar con su madre, ella podría decirle al sastre que usara tejidos todavía más ligeros para hacerle las vestimentas.
—Se escapará.
—No lo hará. —Presionó sus pequeñas piernas para alcanzar a su hermano y como resultado casi tropezó.
Corrió unos minutos más hasta que vio a Thor detenerse y suspiró agradecido de tener que aminorar la marcha.
—Se ha ido. No sé dónde está. —La voz de su hermano carecía de inflexión aparente, pero Loki había aprendido a distinguir hasta la mínima variación de la voz que gastaba.
Thor estaba decepcionado y triste. La enorme serpiente los había superado en velocidad, y el pequeño príncipe sintió que era su culpa. De haber tenido las piernas más largas, de haber corrido más rápido Thor hubiera podido verla y quizá tocarla.
—Lo siento —dijo a voz media.
—No ha sido tu culpa, hermano.
—Sí, lo ha sido —replicó y la voz se le atoró en la garganta, las lágrimas se arremolinaron en sus ojos y pronto se encontró llorando.
Thor le sonrió, un gesto suave y cálido que quiso creer, era su culpa y nada podía cambiar eso... pero su hermano lo hizo.
El primogénito de Odín lo sostuvo entre sus brazos y lo apretó tan fuerte que sintió que, en un suspiro, el desliz careció de importancia. Su hermano no estaba enojado con él. Él respondió el abrazo de la misma forma, inhalando en el proceso su aroma. Algo en su perfume lo tranquilizaba y lo hacía olvidar cualquier falta, prometiéndole seguridad y protección ante cualquiera.
—La próxima vez podríamos intentar con los caballos —sugirió Thor.
—Sí, la próxima vez —acordó, pero Loki sabía que para ello necesitaría años.
La equitación no se le daba bien. Ojalá fuera más grande.
El suceso quedó en el pasado, su hermano lo cogió de la mano, y entrelazó sus dedos, el segundo príncipe se emocionó tanto que temió que su hermano mayor escuchara el latir de su vida que amenazaba con salírsele del pecho.
«Cállate, tonto corazón».
Regresaron de esa manera hasta el castillo y fue su madre quien salió a recibirlos. Frigga lo tomó entre brazos y mientras Thor caminó a su lado.
—¿Dónde han estado?
—Perseguimos una serpiente —refirió—, pero Thor no ha podido verla por mi culpa.
El llanto lo golpeó con fuerza de nuevo y al momento su hermano intentó restarle importancia a su fracaso, pero sus palabras quedaron opacadas por la voz de su madre.
—Está bien, Loki, seguro que podrán encontrar otra. —Frigga le peinó el cabello—. Thor, el Padre de Todo quiere hablar contigo.
—Está bien, madre.
Frigga lo cargó hasta un balcón, y siguió acariciándole la espalda para que dejara de hipar.
—Madre... —habló cuando encontró su voz—. Tú puedes hacer aparecer cosas, ¿verdad?
Una sonrisa asomó a los labios de la reina.
—Sí.
—¿Puedes hacer también aparecer animales?
—Sí.
Loki detuvo el interrogatorio ante el temor de la reacción que pudiera tener su madre si continuaba, si se atrevía a pedirle algo que iba contra los siglos de crianza de Asgard.
—¿Crees que esté mal que una mujer sea un guerrero?
La reina alzó las cejas sorprendida.
—¿Por qué lo preguntas?
—Sif, la amiga de Thor, siempre juega ser guerrero y la he visto entrenar con los maestros de armas.
—No, no está mal. Todos deberían poder elegir su destino.
—¿Entonces no estaría mal que un niño aprendiera magia?
—No.
Loki mordió su labio inferior nervioso y luego alzó la vista con tesón.
—¿Me enseñarías magia, madre?
La reina depositó un beso en cada una de sus mejillas.
—¿Cuando quieres empezar?
—Ahora.
Frigga camino con él en brazos hasta una cámara en la que nunca había estado. Las puertas que permitían el paso tenían grabados diversos símbolos en la madera, y cada trazo brillaba como si tuviera vida propia. La reina puso su mano sobre ella y Loki juró que sin empujarla se abrió. El interior también era distinto al resto de las habitaciones, la pintura dorada había sido sustituida por una blanca, y grandes columnas estaban entre las tapias sosteniendo algo que Loki no vio.
Había un par de divanes, una pequeña mesa y el piso era alfombrado. Hasta el rincón se elevaban estantes repletos de libros.
—Este es un lugar seguro para practicar magia —explicó su madre y lo sentó en un diván—. Esta habitación está protegida y ha sido reforzada para contener los hechizos más poderosos que podrías imaginar.
—Yo solo quiero aprender a invocar serpientes.
—Y lo harás, cariño. Pero en lo que haces del conocimiento tuyo, deberás practicar aquí —repuso la reina y buscó entre los estantes títulos—. Sin embargo, incluso algo tan simple como traer una serpiente requiere de largas lecturas.
Su madre colocó tres enormes libros sobre la mesa. Loki de solo verlos se sintió abrumado, era demasiado para leer.
—Necesitas de la teoría para poder practicar —continuó su madre y le extendió un libro—. Estaré contigo todo el tiempo por si no entiendes algo.
Loki aceptó el reto, si quería ver a su hermano feliz solo debía leer, eso era mejor que sostener una espada o cabalgar.
—Entonces ya no tendré que ir con los maestros de armas.
—No. Yo me encargaré de eso.
Se acomodó en el diván y abrió el libro desde la primera página.
Tuvo que pasar un mes entero para que terminara de leerlos, al principio resultó tedioso y muchas veces repasó un sin fin de veces una misma página, pues aunque leía no comprendía nada, y solo pocas pidió por ayuda. Ese tiempo le sirvió para cogerle amor a la lectura, redescubrió mundos entre las letras, y se enteró de poderes que jamás hubiera imaginado. Poco a poco pasó de solo leer lo que Frigga le daba, a visitar la biblioteca por un par de libros extra.
—No creo que esté listo. —No se sentía listo de poder, aún tenía mucho que leer.
—Tú puedes hacerlo, Loki, solo concéntrate y deja que fluya.
—Pensar y crear... ¿Verdad?
Frigga dio un leve asentimiento.
Y creyó. Solo era una serpiente, no debía ser tan difícil, además había leído mucho, y su madre estaba allí por si las cosas salían mal.
La pensó verde y fue blanca, la imaginó grande y apenas fue una bebé de quince centímetros que se retorcía en la mesa atrapada en una caja invisible que su madre seguramente creó antes de que él la hiciera aparecer.
Sonrió, tal vez no había salido como lo esperaba pero había funcionado.
—¿Lo ves? A mí me tomó un año hacerlo, Loki. —La reina con su magia elevó al animal hasta dejarlo caer en un recipiente cilíndrico, lo cubrió con un corcho y se lo entregó.
El pecho se le hinchió de orgullo. Cogió a la serpiente y corrió con ella en las manos olvidando despedirse de la reina. Llamó a voces a Thor, dispuesto a mostrarle su logro. No podía esperar, no quería esperar para ver los ojos brillar de su hermano.
El futuro rey de Asgard estaba en sus aposentos. Justo había terminado de entrenar, había dicho el maestro de armas al encontrarlo en un pasillo. Cambió el rumbo de sus pasos.
El guardia al pie de la puerta intentó detener su avance al amenazarlo con decirle a Odín, pero Loki estaba tan feliz que no se arredró e ignoró las indicaciones del hombre. ¿Quién se creía para hablarle así? Además su madre le había enseñado magia, era por ende que querría mostrarle a Thor lo que había logrado, de la misma forma en que su hermano se escabullía a su habitación para contarle las hazañas del día. Si su madre le había dado permiso, entonces Odín no podía reprenderlo.
Como era de esperarse, su hermano se bañaba cuando él entró, así que tomó asiento a la orilla de la cama y esperó meciendo sus pies que quedaban lejos del suelo. Cuando Thor salió lo hizo con el cabello sin terminar de secar, con la piel perlada y una toalla envuelta en cadera; Loki ignoró su aspecto y se incorporó de un salto extendiéndole la serpiente a Thor. Estuvo seguro que la sonrisa que ostentaba no ocultaba ninguno de sus dientes.
—Es para ti.
—¿Dónde la encontraste? —inquirió Thor haciendo contacto con el recipiente y admirando al animal en su interior.
—Yo la hice aparecer —soltó y tímidamente dijo lo más importante—: solo para ti, hermano.
—¿De verdad?
Respondió con la cabeza y entonces Thor colocó el recipiente en una mesa antes de abrazarlo, lo acunó en el pecho de tal guisa que Loki creyó derretirse por el calor que le brindó, era una forma distinta en que lo abrazaba, sentía que su hermano podía transmitirle amor al tacto.
El agua que escurría por su cuerpo terminó empapándolo.
—Gracias —susurró contra su oreja.
Loki contuvo la respiración apenas nada, una fracción de segundo que podía no existir.
Volvió al presente con una sonrisa y los ojos tristes, ¿cuándo había perdido aquello? ¿Cuándo las palabras de Odín cobraron tal importancia para alejarlo de los seres que más amaba? Sabía que Thor lo buscaba y que su madre esperaba por su regreso, pero Loki tenía miedo. Había jugado con los mundos y como consecuencia de ello desató un par de guerras que si bien no causaron daños al equilibrio si habían acarreado muertes. La culpa lo corroía.
Una fuerza sobrenatural y desconocida lo envolvió en sus garras y Loki experimentó una desazón que le amargó la boca. Intentó desprenderse de lo que sea que fuera, pero no tuvo el poder, y vio con asombro que eso lo superaba de una manera extraña. No era la misma magia que la de él... era distinta, arcana, primitiva y al mismo tiempo tan avanzada que no podía ser del ahora. La fuerza lo compelió a cerrar los ojos, hundiéndolo en un sueño tan profundo como si cargara el peso del mundo.
—Loki... —El canto que lo llamó fue reverberante.
La voz contenía notas dulces que lo invitaron a acercarse, dio un paso en dirección a. Entonces se percató de dónde estaba.
Sus pies descansaban sobre la raíz de un árbol, entendió al verla que no se trataba de cualquier fresno. Las raíces rompían el suelo en diversos puntos, eran algunas tan gruesas que podían confundirse con rocas de no ser por la energía que emanaban. Había plantas pequeñas que sobresalían en la tierra, varias flores también, e incluso con aquella belleza no eran capaces de opacar ni siquiera un poco los pies del árbol... árbol que no distinguía en la distancia.
—Acércate, Loki —solicitó una nueva voz, cuyas notas musicales eran tan enigmáticas como las de la primera.
—Estamos esperando por ti. El tiempo es valioso. —Una figura apareció frente a él, y de su garganta emergió una tercera voz.
El aspecto de la mujer no podía calificarse como hermoso, no era que fuera feo tampoco, pero el calificativo que describía lo que ella presentaba era impactante. Tenía el cabello largo y oscuro, tan negro como el mundo de Malekit, de piel pálida que parecía no haber visto jamás el sol y los ojos, los ojos cambiaban de color a cada segundo, nunca de un solo color, su delgada figura era cubierta por un vestido rojo tan liviano que se movía ante la menor perturbación del ambiente. Flotaba sobre la tierra aun sin poseer alas.
—¿Sabes dónde estás, Loki?
—Lo sé —respondió y no mintió.
—¿Sabes quién soy? ¿Sabes lo qué soy?
—Sí, Verdandi.
Era una de las nornas, la norn del presente. Lo que era en el momento.
—Sígueme.
Loki obedeció, la presencia del ente causaba estragos en él, orgullo al vivir para verlas y miedo exactamente por la misma razón. Ningún dios se atrevía a pisar las tierras del Yggdrasil, por respeto y temor, aunque era lo último lo que llevaba la voz cantante. Las nornas no se mostraban ante nadie y no rendían cuentas a nadie, trabajan siempre en silencio y actuaban de cuando en cuando al creerlo apropiado. El príncipe de las mentiras no entendía la razón de ser llamado, había guerreros dignos para ello, dioses venerados, fuertes y nobles también. Empero, no se atrevió a poner en tela de juicio los actos de las mujeres.
Verdandi lo condujo hasta un estanque, sus dos hermanas sentadas a la orilla al tiempo en que arrojaban semillas a los cisnes del lago. El agua cristalina emitía una luz suave y cálida... Loki pudo sentir las propiedades mágicas del pozo de Urdar.
Una de las hermanas tenía el cabello rojo y rizado, de la piel canela y ojos similares a Verdandi y cuyo vestido era negro. Loki supo que se trataba de Skuld, la mujer que encarnaba el futuro.
La otra tenía la piel oscura, y cabello blanco. Lo único común entre ellas era la energía que representaban y los ojos tan extraños por los que veían.
El segundo de los príncipes distinguió a Urd, y a sus hermanas gracias a un libro que en la infancia leyó, existían diferencias entre las descripciones pero los rasgos esenciales estaban allí. La piel, el cabello y los ojos, se cuestionó la osadía del autor, debió haber muerto de miedo al pisar el territorio de las nornas y revivió solo para relatar la experiencia. Lamentablemente el libro era anónimo.
—Es vida... —comentó Skuld, la de cabello rojo, y hundió su mano en el lago, cuando la sacó resplandecia cuál finos diamantes.
—Nosotras velamos por la vida. —Verdandi se acercó a sus hermanas y les sonrió.
Las nornas se levantaron y pronto estuvieron frente a él, su impulso de preservación, la parte irracional, quería que retrocediera y corriera por su vida, pero su inteligencia le decía que debía esperar, que salvaba su pellejo al mismo tiempo.
—Debes cuidar de él. —Urdr que hasta el momento había permanecido callada, rompió la tensión y acarició el cabello de Loki—. Solo tú puedes ayudarlo.
—Cuando la paz desfile en las calles. —Skuld tomó voz—. Y cuando su piel en hielo se vuelva, deberás actuar.
—Esconde su identidad, haz de su cuerpo uno más pequeño... Que sus palabras sean susurros, y que el llanto sea su lengua.
—Debes cuidar de él. —Verdandi se acercó a abrazarlo y en su oído cantó—. Lo inmarcesible se acerca, ha destruido a los otros. Las estrellas caerán y enfilarán la ciudad... Y el mar llegará custodiado del sol a cada hogar.
—¿Cómo voy a encontrarlo?
—Ya lo has hecho —respondió Urdr—, no sabes quién es, pero lo has visto.
—¿Y si fracaso?
—Entonces seremos nada. —Skuld tenía el semblante oscuro.
—¿Por qué yo? —La voz se le quebró, por un instante el miedo hizo mella en él.
No había razón lógica para darle ese trabajo, Thor era mejor.
—Porque la verdadera esperanza solo nace del corazón de la desesperación. De todos los que pueden ser, eres el único que sobreviviría a ese infierno.
NOTAS:
Lo lamento mucho, he tardado muchísimo en actualizar. En mi defensa, diré que ha sido por la universidad y la tesis, joder, qué miedo con esto último.
Ya saben, observacions, críticas, y demás en los comentarios, adoro leerlos c:
Esta obra tendrá en cuenta los sucesos en IW, pero no seguirá la misma línea. Todo sea por sanar algunos corazones rotos (el mio entre ellos xD)
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