Capítulo 7 - Escalya
Alain
Golpeo de forma seguida la pared del hostal en mis aposentos. La furia me corroe, pero no me detengo. ¿Quién se cree ese viejo para pasar por encima de mi opinión? Estoy furioso. El concreto se resquebraja, entonces freno. Hay una línea que por poco llega hasta el techo. Mantengo la cabeza alzada, analizándolo. ¿Qué estoy haciendo? Observo el reflejo de la ventana, mis pupilas están alargadas. Muevo la cabeza, cierro los ojos y me concentro en respirar, luego los abro, así que descubro que han vuelto a la normalidad.
Maldigo el día en que mandé a forjar esa daga.
―Mi Gran Señor. ―Visualizo a Astamir en la puerta.
―Alain ―lo corrijo y gruño. Siento el sonido salir de mi garganta como un eco. Necesito controlar esta ira que se me empieza a acumular―. ¿Qué quieres? No voy a traer de regreso a mi padre, era una mala persona, sería una catástrofe como monstruo.
―A nosotros no nos molesta quien se convierta en el Gran Señor.
―Pero no lo quieres a Erkin ―le recuerdo.
―Él es un caso perdido, no se deja llevar por su instinto, sabe controlarlo muy bien, y no tiene maldad ni rencor en su alma. ―Camina a mi alrededor―. En cambio, tú estás cegado por la ira.
―No inventes mierdas ―gruño.
―Nunca has tenido nada, tu madre solo ha hablado mal de ti, todos tus logros nunca han sido felicitados, nadie te respeta. Siempre estás cambiando de lugar, solo eres un nómada porque no los soportas, odias a todos.
Mi puño se presiona con fuerza.
―¡¡Cállate!! ―grito, furioso.
«Mátalo».
La visión se me nubla, agarro su cuello y lo empujo hacia la pared, entonces lo quiero ahorcar. El hombre empieza a quedarse sin aire, así que lucha por zafarse, pero no puede, mis garras se clavan en su piel.
«Eso no es lo que quieres, eres una buena persona, solo te has cruzado con malas influencias, pero eres mejor que ellos», la voz melodiosa me tranquiliza, entonces me alejo.
Me limpio las lágrimas y caigo de rodillas.
―Soy una buena persona ―repito.
El hombre tose, repetidamente, mientras se aclara la garganta. Cuando ya está mejor, suspira y observa que sigo en el suelo. Perdido en mis divagues de nerviosismo.
―Mil disculpas, no quise alterarlo.
―Sí, claro ―expreso con sarcasmo.
Camina hasta mí, entonces me ofrece su mano, pero no la acepto, solo lo observo con un gesto lleno de ira.
―Mira todo ese potencial. ―Se ríe―. Tu padre te está poniendo en mi contra, ¿sabes por qué?
―¿Mi padre? ―Mis labios tiemblan.
―Seguro escuchas una voz, ¿verdad? ―pregunta, entonces asiento, despacio―. Tu padre no quiere que te conviertas en monstruo, tu padre desea que uses la daga en su tumba, para volver. Aunque primero tiene que activar todo tu potencial, con el riesgo de que te conviertas y que el ritual no le funcione.
Me levanto y lo agarro de la ropa, frustrado.
―¿Y de quién es la otra voz? ―Quedo estupefacto.
―Ni idea, en la daga vive la conciencia de muchos monstruos.
―La daga... ―Lo suelto y me alejo, dándome la vuelta―. ¿Fantasmas? ¿En serio? Es patético.
―Es impresionante. ―Da dos chasquidos con sus dedos.
Veo que dos encapuchados más entran, traen comida en unas bandejas de lujo y las apoyan para irse, luego se retiran, dejándome con Astamir a solas otra vez.
―¿Qué es esto?
―Mi Gran Señor, por favor, sírvase, fue cocinado en exclusiva para usted. Quiero demostrarle que no soy su enemigo. La secta jamás estaría en su contra, entienda, solo quería mostrarle su potencial. No es malo tener ira, pero ahora, ¿no cree que sería bueno alimentar su ego? Lo mejor para el mejor.
―No quiero tus disculpas, menos tus ofrendas, llévatelas.
―Usted es un ser superior. ―Camina, poniéndose delante de mí―. Jamás estaría en su contra. Es más, podría hasta darle consejos de cómo conquistar a la muchacha. ―Chasquea otra vez y me traen algunos regalos―. Piénselo bien.
Me sonrojo.
―Yo no... no me vigiles más, es irrespetuoso.
―Toda la razón, usted sí puede estar vigilando a la chica, nosotros no tenemos el derecho de estar molestándolo, pero comprenderá que queremos cumplir todos sus deseos.
―Ustedes lo que quieren es que tenga un hijo, ahora que mis genes de monstruo están activados, mi próximo descendiente será uno, pero eso no va a pasar, dejen de fastidiarme y váyanse ―los echo.
Me reverencian y, por suerte, hasta Astamir se retira.
Me ruge un poco la panza y, algo avergonzado, aunque nadie me mire, me siento, aproximándome a la comida, entonces la devoro como si el mundo se fuera a acabar. Me encontraba racionando el escaso dinero que me quedaba, era evidente que me estaba muriendo de hambre. ¿Será estúpido aceptar esto de gente de esa calaña? Mierda, he asesinado a mi orgullo. Esto es delicioso, nunca había probado algo así, no obstante, me sorprende que me lo haya comido todo, era demasiado.
Me relamo los labios y me doy cuenta de que mi lengua es bastante larga, incluso pasa por unos colmillos. De verdad me estoy asustando. Me levanto del asiento, entonces voy hasta la ventana.
Oh, mierda, está ahí, nuestras miradas se encuentran. Clavel mira por su ventana y yo por la del hostal. Es tan hermosa en la noche, su color blanco la hace notar más. Es como una hermosa piedra resplandeciente que me hace olvidar de todos mis problemas.
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