Pilar

Todo me tiembla y duele. Crane me golpeó muy fuerte. Al final sí terminé desmayándome, o reviviendo, en este mundo en el que te pueden matar una y otra vez sin sentido. Logro abrir los ojos con pesadez. No siento el pasto, estoy sobre una cama. Me altero, así que me inclino, rápido, asustada.

Me doy cuenta de que reconozco la carpa, así que me llega el alivio, aunque me encuentro un poco confundida. ¿Estaba soñando? Observo a todos lados sin entender lo que ocurre.

―¿Qu...? ¿Qué pasa?

Entra Darey, estoy algo mareada, pero noto que es él. Se sienta a mi lado, acaricia mi mejilla y me sonríe. Oigo la voz de Erkin, está jugando afuera, como aquel niño pequeño.

―Tranquila, todo está bien, fue una pesadilla.

Mi corazón se acelera y mis mejillas se ruborizan. Intenta besarme, pero alejo mi cara. Hay una sensación de incomodidad, así que bajo la vista.

―¿Una pesadilla? ―Quedo confundida.

―Te traje té ―aclara―. Hoy hace frío en la tribu, te hará bien.

―No, gracias.

¿Intenta engañarme? ¿Qué es esto? Parece tan real.

Apoya la taza a un costado, mantiene su sonrisa y parece tan cálida, tan amable, como si todo fuera más fácil. Vuelve a tratar de besarme, así que lo interrumpo, estando nerviosa.

―El monstruo.

―Lo matamos, ¿te acuerdas?

Tomo aire y mis ojos se humedecen.

―Sí, está muerto ―declaro con alivio.

―Ya no te hará daño ―me recuerda.

Acaricia mi mejilla y logra besarme, por lo tanto, me agarro fuerte de su chaqueta, entonces siento un dolor intenso en mi muñeca.

Mi cuello duele, el golpe en mi cabeza...

―¡Oh, mierda! ―Lo empujo y, rápido, me levanto de la cama―. ¡No me volverás a engañar!

Salgo a gran velocidad de la carpa y, aquella pequeña esperanza, de que eso fuera real, se esfuma. El enorme campo de flores sigue aquí, el bosque, aquel castillo y el cielo distorsionado. Vuelvo a sentir que tengo la daga colgando en mi cuello.

―¡¡Eres cruel!! ―le grito a Darey, luego me giro a mirarlo con odio―. ¿Y dónde está el imbécil de Crane? Te estaba persiguiendo, te debió hacer pedazos al saber que somos esposos.

Se carcajea.

―Debiste ver tu cara. ―Continúa riendo, sin poder aguantarse, aunque ni lo intenta, ni para explicarme se detiene―. Fue tan gracioso.

―¡¡Habla, maldita sea!!

Se limpia las lágrimas de la risa, luego vuelve a su compostura de confianza.

―Qué divertido. ―Suspira―. Por favor, ¿en serio crees que él puede contra mí? Él es un mísero violador de mujeres, es lo único que sabía hacer. ―Avanza hasta mí, así que retrocedo, mientras veo que sus pupilas se alargan y su mano se vuelve en garra―. Soy un guerrero, he sido entrenado mucho tiempo. Tu miedo te ciega, Pilar, hasta tú podrías encargarte de esa porquería, qué gracioso. ¡Vamos! Es un inútil, toda su vida se dedicó a acechar, ¿qué otra dote tiene? Ahora que no posee un cuerpo de monstruo, es todavía más imbécil.

―Estoy de acuerdo, pero tú eres el mismo tipo de imbécil.

Se vuelve a reír con tanta maldad que me irrita.

―Tus labios moviéndose contra los míos no opinan igual.

Me sobresalto y sonrojo, rápidamente.

―¡¡Tú me engañaste!! ―le aclaro.

―Sí, estaba averiguando si todavía sentías algo por mí, quería saber si podía utilizarlo como ventaja.

―¿Cómo hiciste esa maldita ilusión? ―expreso con desagrado.

―Llevo más tiempo que tú atrapado aquí, aprenderás a hacerlas, cariño. Sé que serás una digna oponente contra mí. A menos claro, que te gane antes de que lo logres. Por cierto, mientras tú descansabas, ya avancé mucho con Alain. Anda coladito por una chica, ¿cuánto crees que tarde en quitarle la honra? ―se burla.

―Él no hará eso, la respetará.

―¿Cómo hizo con la mujer de su hermanito? ―sigue burlándose―. ¿Cómo se llama? ¿Kiryn? Otra estúpida.

―Fue para ayudarla, estaba asustada.

―De tu hijo. ―Se ríe.

―Solo me atacas porque no sabes qué responder.

―Punto para ti, al menos ya aprendiste a indagar en la mente de Alain y sus recuerdos, para saber cómo ayudarlo, pero no puedes incidir en sus acciones, qué lástima. Aprendes muy lento, cariño, apúrate.

―No me llames "cariño". ―Presiono los dientes.

―Ah, apodos aburridos, tienes razón.

Lo dudo, pero igual pregunto.

―¿De verdad crees que puedo encargarme de Crane? ―Trago saliva.

―Pues sí, eres la última en utilizar la daga, técnicamente, eres la más fuerte de aquí, pero no creas que, por tener esa ventaja, puedes vencerme, sigo siendo más inteligente y metódico.

Lo observo de manera fría.

―Tu ego te llevará a tu destrucción.