Capítulo 17 - Escalya (con flores)
Clavel
Corremos como dos amantes en fuga, hay flores y es como si todo se moviera lento ante nuestros ojos de enamorados. Parece un sueño hasta que despierta la peor pesadilla. Alain ríe a carcajadas como un sádico, mirándose las garras llenas de sangre. Mi vestido blanco ahora tiene manchas rojas. Mi cuerpo se encuentra lleno de dolores, así que caigo, desesperada. Mis rodillas chocan con el pasto y grito con horror.
Abro los ojos, la pesadilla termina. Me inclino, me quedé dormida entre las flores y al parecer Alain también. Lo muevo un poco para que despierte, entonces parpadea varias veces seguidas, antes de abrir los ojos por completo. Sonrío cuando noto que sus pupilas son normales y no como en mi sueño.
―Nos quedamos dormidos ―le comento.
Se sienta también, además se ríe, su risa es amigable y bonita.
―Vaya.
―Tengo una pregunta ―digo, tímida―. ¿Te sientes poderoso cuando estás en ese estado de monstruo?
―Algo así, aunque no sé cómo explicarlo ―declara, nervioso.
―¿Pero no quieres eso?
―En absoluto ―dice serio y parece sincero.
Apoyo mi cabeza en su hombro.
―Me alegra.
―¿Dónde quedó la Clavel hostil? ―se burla.
Hago puchero.
―Si quieres te pego.
Se ríe.
―Nah, también me gusta así. ―Toma mi barbilla y me besa―. Me gustas mucho.
Mis mejillas arden.
―A mí también me gustas.
Me sigue besando y mi espalda vuelve al pasto. Sus labios son insistentes, con besos continuos y deseosos. Es una sensación que no puedo explicar, como un sabor delicioso que no puedes parar de probar. Quiero que me bese siempre.
Una luz brilla al costado de su pantalón, entonces regresamos a sentarnos para iniciar otra charla en el pasto.
―¿Eso es...? ―consulto.
Saca un arma blanca de su bolsillo.
―Es la daga de mi maldición. ―Me muestra.
―¿Y por qué brilla?
―A veces lo hace cuando escucho voces en mi mente.
―¿Y qué te dicen?
―¿Ahora? ―Sonríe―. Cosas buenas.
Frunzo el ceño, le pego e insisto.
―¿Pero qué?
―La voz melodiosa me dice que, si me quedo contigo para siempre, estaré a salvo de mi maldición, es real. ―Me da otro beso.
―Pero, ¿te quedarías solo por salvarte o porque te gusto? ―cuestiono.
―Tú ya lo sabes ―confiesa, entonces me río como tonta―. Aunque claro que te lo diré, obvio que porque me encantas.
Me muerdo el labio inferior.
―Eres un bobo.
―Bobo por ti. ―Mantiene su boca cerca de la mía―. Linda.
―¿Y qué harás ahora?
Mira la daga.
―No puedo irme del pueblo por culpa de la maldición, quizás deba destruir la tumba de mi padre, quizás...
―¿Quieres irte y dejarme? ―Me enfado.
―¿No quieres venir conmigo y conocer el mundo?
Me sonrojo.
―¿El mundo contigo?
―Eso dije. ―Asiente.
―Sí... sí, quiero.
―Esa es mi chica. ―Me besa otra vez.
Su chica... esto va tan rápido.
―Espera. ―Lo detengo―. Antes nos casamos o nada.
―Está bien.
¿Así de fácil? Esto debe ser un sueño.
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