
07
Wonyoung y Jungwon habían estado estudiado por cerca de dos horas sin parar luego de haber llorado y comido la merienda. El sol ya se estaba poniendo y ellos seguían leyendo sus libros de texto, haciéndose preguntas el uno al otro cada tanto para comprobar sus conocimientos.
—Ya no doy.— suspiró derrotado, soltando su libro y apoyando su cabeza sobre este.
—Creo que podemos dejarlo hasta aquí por hoy, podemos continuar mañana.— dijo su amiga, claramente cansada también.
—Genial, recojamos todo.— ambos comenzaron a guardar sus cosas.
—¡Eh, ese es mi pincel!— reclamó ella, al ver como su amigo guardaba su marcador en su cartuchera. —¡Y esa es mi regla! Maldito ladrón, déjame ver tu cartuchera.— tomó el estuche de su amigo de sus manos y lo revisó.
—¿Ups?— dijo él sin pena.
—¡Jungwon! ¿Cómo es que tienes solo un lápiz? Ay dios, este es el boli que te presté la semana pasada. ¿¡Tú tenías mi resaltador violeta?!— exclamaba ella mientras revisaba todos los útiles.
—En mi defensa, no me doy cuenta y solo guardo las cosas.— dijo él.
—Te voy a regalar la librería completa para tu cumpleaños, dios.— dijo la pelinegra, guardando todas sus cosas faltantes en los lugares correspondientes de su estuche con correas de goma. Talvez era un poco excesiva con el orden de sus útiles, pero la satisfacción de ver todos los marcadores ordenados por color, marca y tamaño era incomparable.
—Wonyo, linda, ¿tu amigo se queda para la cena?— el señor Park, padrastro de su amiga, asomó la cabeza desde la cocina. Tenía una ligera sonrisa amable en su atractivo rostro.
—¿Te quedas?— preguntó Wonyoung.
—No lo sé, no quiero molestar...— dijo apenado.
—No serás molestia, bobo.— reprochó ella, golpeando su frente con un dedo. —Se quedará.— volteó a contestar al adulto.
—Excelente, los amigos de mi niña siempre son bienvenidos, no lo olvides.— les dio una cálida sonrisa antes de regresar a la cocina.
—El señor Park es genial.— murmuró Jungwon.
—Lo es, el mejor padre del mundo.— estuvo de acuerdo ella.
—Oye, Won, ¿puedo pasar al baño?— pidió tímidamente.
—¡Claro! Ve al de mi habitación, es la segunda puerta del pasillo subiendo las escaleras.— indicó la menor.
Jungwon se levantó de su asiento luego de agradecerle y se dirigió a las escaleras con su mochila en mano. Pudo escuchar a Wonyoung preguntarle algo a su padre antes de subir, pero no prestó atención y se dirigió al cuarto de su amiga.
—Papá.— dijo Wonyoung entrando a la cocina una vez Jungwon salió del comedor. —¿Sunghoon vendrá a cenar? No me contestó los mensajes.— hizo un puchero.
—Me llamó have un rato, dijo que solo vendría por sus maletas porque se le pasó la hora y olvidó llevarlas antes. No creo que se quede a cenar, pero le daré un tupper con comida.— contestó el hombre, concentrado en condimentar bien su salsa.
—Mmm, ya veo. Quería que conozca a Jungwon.— murmuró decaída.
—Puede hacerlo otro día, y no te preocupes, estoy seguro de que se llevarán bien.— dijo el señor comprensivo. —¿Quieres probar?— levantó la cuchara con salsa y sopló un poco antes de acercarla a su hija.
—Sip.— Wonyoung probó la comida y cerró los ojos con satisfacción ante el buen sabor. —Te quedó excelente, pa. Justo como a mamá le gusta.— levantó un pulgar en aprobación.
En ese momento, la puerta de entrada se abrió y por ella entraron su madre y hermano. Ambos se retiraron sus zapatos y la mujer colgó su abrigo y bufanda en un perchero, el joven no lo hizo.
—¡Hola!— saludó la menor de la familia con alegría, antes de ir a abrazar a ambos.
—Hola cariño.— dijo su madre, acomodando un mechón de su largo cabello negro detrás de la oreja de su hija. —¿Qué tal te fue con tu amigo?
—Bien, estudiamos mucho y se quedará a cenar, ahora está en el baño.— comentó alegre, balanceándose en sus talones como una niña.
—Hola, fea.— saludó su hermano, poniendo su enorme mano sobre la cabeza de Wonyoung y sacudiendo su cabello.
—¡Oye! ¡Quítame la mano, cara de ogro!— se quejó ella, empujándolo. Lo miró con el ceño fruncido mientras ordenaba su cabello. —¿A qué hora te vas?— preguntó mientras veía al mayor caminar hasta las escaleras.
—Ahora.— dijo, tomando las maletas que dejó junto a estas.
—Quería que conozcas a mi amigo.— dijo puchereando.
—Lo haré otro día, te lo prometo. Pero si no salgo enseguida llegaré tarde.— contestó, dejando un suave golpecito en la nariz de su hermana. —No hagas esa cara, pareces payaso.
—Payaso tú.— le sacó la lengua antes de subir las escaleras corriendo. —¡Nos vemos luego, mándame fotos!— dijo antes de entrar a su habitación.
Dentro encontró a su amigo, que acaba de salir del baño. Estaba admirando la decoración de la habitación hasta que notó la presencia de su amiga.
—Me encanta tu cuarto.— comentó él, recorriendo el lugar con la mirada.
—Gracias, aunque justo le estaba haciendo unos cambios.— comentó ella, levantando su mano para señalar un espacio vacío en su pared. —Allí va un franelógrafo con polaroids y recuerdos, pero se rompió y lo tengo que cambiar.
—Ohh, eso es genial. ¡Tenemos que sacarnos algunas!
—¿Quieres tomar una ahora?— preguntó ella, acercándose a su escritorio para tomar su cámara color pastel.
—Mi cabello está muy esponjado hoy...— murmuró peinándose.
—No importa, si vieras las otras fotos, serías el que luce más normal. Creo que tengo una con mi hermano por aquí.— comentó con risa al recordar la imagen plasmada en aquella instantánea, buscándola en un cajón. —Oh, esta es con mi amiga de Japón, cuando aún vivía aquí.— encontró otra foto y se la mostró.
—Aww, se ven tan chiquitas.— dijo admirando la imagen.
—Teníamos catorce, fue un mes antes de que se vaya.— dijo con tristeza.
—¿Ya no hablan?— preguntó curioso, ya que casi nunca la mencionaba.
—Nop, tuvimos algunos problemas y perdimos la comunicación. Pero ya no importa más.— se encogió de hombros. —¿Bajamos a cenar? Papá ya estaba por terminar de cocinar.
—Vamos.— dijo tomando sus cosas y siguiéndola fuera de la habitación.
—Mm, olvidé preguntarte, ¿qué tal todo con tu chico?— preguntó, volteando a verlo brevemente antes de comenzar a bajar las escaleras.
—¡Oh!— Jungwon abrió los ojos en grande, recordando lo ocurrido aquella tarde antes de venir. —Se me olvidó contarte, ¡me pidió una cita!— contó emocionado.
—Wow, ¿en verdad? ¿Cómo fue? ¿Cómo te sientes? ¡Qué emoción, Wonnie!— dijo ella, saltando desde el último escalón y mirándolo felizmente.
—Fue súper tierno. Normalmente él es bastante desvergonzado, pero cuando me lo pidió estaba tan tímido y sonrojado, fue adorable. Me siento muy feliz, en serio me gusta y espero podamos llegar a algo más serio; talvez más adelante te lo presente.
Wonyoung chilló alegre y lo abrazó por los hombros, arrastrándolo hasta la cocina.
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