CAPÍTULO 2
(Narrador omnisciente)
Dos omegas regresaban de comprar las bebidas, a la casa de los Min, entre risas, empujones, malos chistes e innumerables carcajadas, entraban a la casa para luego dirigirse al patio trasero donde todos esperaban.
Un olor, un olor que encendió los sentidos de dos personas, un Omega y un Alfa. Conectaron miradas sin pensarlo, el Alfa se deleitaba con ese hermoso Omega que sus ojos apreciaban, un chico de piel clara y reluciente como la porcelana, cabello rubio, ojos color azul claro como el cielo, mejillas regordetas y esos labios, esos carnosos labios que deseaba probar en ese instante, pero más que todo su olor ese esquisito aroma que llenó por completo sus fosas nasales.
Fresas y flores con un toque de miel.
El mejor aroma que el Alfa pudo haber sentido en toda su vida, su lobo interno saltaba de alegría, rogando por acercarse a ese hermoso Omega y esconder su rostro en ese apetecible cuello, con sus orejas en alto, su cola meneandose por todos lados y su narisita deseando sentir más de ese inigualable olor.
Por otro lado, el lobo interno del Omega no estaba tan lejos de las imaginaciones que tenía el Alfa. Desde que vio a ese hermoso ser de tez pálida, ojos gatunos y negros como la noche, su cabello negro que lo hacía ver tan varonil, sus labios delgados y rosados. Pero al igual que el Alfa, el hermoso Omega estaba casi delirando por el exquisito aroma que desprendía el Alfa.
Menta, chocolate amargo y un tenue olor a madera.
Hacía derretir al rubio y sobre todo a su Omega interior que deseaba lanzarse al hermoso Alfa y restregar su narisita en el lechoso cuello del de tez pálida.
Ambos, Alfa y Omega, estaban totalmente perdidos en sus miradas. El uno al otro, que obviaron el hecho que estaban literalmente parados en medio de sus familias, quienes los veian con las cejas alsadas o miradas confusas e interrogativas, como cierto Omega castaño, que no le importó interrumpir la burbuja en la que se encontraban su hermano y mejor amigo.
— ¿Pueden dejar de verse como si fuera la primera vez que se conocen? — Dijo el castaño, interrumpiendo, y explotando la hermosa burbuja de Alfa y Omega. Que apenados carraspearon para evadir el incómodo momento y saliendo de su ensoñación.
— Lo siento — Dijo el rubio Omega viendo a su mejor amigo y sentándose a su lado.
— Hola hermanito, se nota que me extrañaste demasiado —Hablo el Alfa de cabellara negra sentándose frente al Omega que ahora caía en cuenta que se trataba nada más y nada menos que de Jimin.
— Si claro que te extrañe, es más casi me lanzó a ti cuando te vi, grité como loco desquiciado, hablándote y tú me ignoraste por estarte comiendo con la mirada a Minnie — El Omega castaño claramente no dejó pasar el hecho que su hermano y mejor amigo se devoraban de todas las maneras posibles que tenga el hacerlo con una tan sola mirada.
— Bien, lo siento, no me di cuenta — Respondió el peli negro, observando a cierto Omega cabizbajo con mejillas regordetas y sonrojadas por la vergüenza — No sabía que el lindo y tierno Mochi había cambiado tanto — Dijo sin despegar la mirada del Omega — Haz crecido bien Jimin, bueno de salud y lo demás por que en estatura te quedaste igual — Habló de forma burlona.
— Yo no sabía que de gruñón pasaste a comediante Min — Respondió un Omega casi indignado por el comentario del Alfa y con sus mejillas más sonrojadas de lo normal. No sabía si era por vergüenza o enojó, por lo que dijo ese Alfa.
Aún no entendía por qué su Omega seguía insistiendo en ir y restregar su narisita en el cuello del Alfa.
Ni tampoco por que la mirada de Yoongi lo ponía tan nervioso y hacía a su loco corazón latir tan fuertemente.
El Alfa, no sabía por qué el pequeño Mochi que tanto molestó en su niñes, ahora le estaba atrayendo de una manera inexplicable.
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