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El Rey de Halloween

~Esta es mi interpretación de Skully según los pocos datos dados en el evento, este capítulo en especial está enfocado en la perspectiva de Skully~

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Era usual la excentricidad de los estudiantes que aspiraban a convertirse en magos y Skully J. Graves no parecía ser la excepción, sin embargo, su obsesión por una fiesta en particular lo convertían muchas veces en el centro de las burlas de sus compañeros de estudio. Algunos de ellos decidían ignorar sus extrañas ideas por un festejo que se realizaba una vez al año, otros por fastidiarlo debatían sobre la nula relevancia del "Halloween" solo para divertirse por los berrinches que hacía preso del enojo.

A pesar de que Skully era consciente de todo ello, su obstinación no le impedía profesar sus convicciones con mucha confianza, amaba el espíritu solemne de Halloween y deseaba que todos le rindieran el respeto que se merecía. Su mayor anhelo era que llegara ese día tan especial del año, cada 31 de octubre era para celebrarse a plenitud, no le importaba el hecho de ser tachado como el "rarito" y no tener amigos con quienes compartir este festejo. No le hacía falta nada, ni nadie si tenía a alguien que veneraba tanto el Halloween como él, aún cuando este alguien solo existía en leyendas de su pueblo lo sentía vivo en su corazón.

Jack Skellington, el rey de Halloween era su modelo a seguir, con quien compartía este idílico sentimiento por una sombría celebración, de él había aprendido su porte de caballero, aunque creía que los tontos de su escuela no se merecían su amabilidad los trataba con cortesía, lo que a veces provocaba ser el blanco de sus burlas más hirientes. Sintiéndose incomprendido, burlado y menospreciado muchas veces simplemente odiaba la escuela, sin embargo si quería convertirse en un gran mago no tenía más opción que seguir allí, no se tenía permitirse rendirse.

Una tarde de octubre después de clases, cercana a la gran fecha que anhelaba celebrar Skully salió a recorrer el pueblo al pie de las montañas, sin darse cuenta llegó a una feria de libros usados que se realizaba en el centro. Curioso recorrió varios puestos para hallar algún libro interesante, su búsqueda se interrumpió al tropezar con un extraño libro a mitad del camino. Al recogerlo miró alrededor para devolverlo a quien se le había caído, pero no halló a nadie cerca, llevado por su curiosidad se prestó a dar un vistazo, la portada sin título era llamativa así que estaba más que intrigado por ver su contenido.

Al abrirlo de inmediato fue atrapado por un muy brillante resplandor, cuando pudo reaccionar notó que se encontraba en un lugar diferente al que estuvo segundos atrás, confundido y completamente solo en un bosque misterioso no entendía qué había pasado, ni dónde estaba. Para su sorpresa esta confusión pronto fue compartida por otros chicos que aparecieron de repente frente a sus ojos. Un grupo de personas encantadoras que lo trató con recelo al principio, una reacción que no le sorprendía pues era la usual que provocaba en los demás; su cordialidad fue tomada como algo que lo hacía ver más sospechoso, ¿acaso nadie a su edad podía ser un caballero?

A pesar de ello, no dejaría de ser amable y amistoso con sus nuevos compañeros de aventura, después de todo estaban en la misma situación. Su emoción aumentó al caer por el hueco de un árbol y llegar a un mundo cuya apariencia solo había visto en las ilustraciones de un antiguo libro, estos eran los escenarios que había imaginado al oír la leyenda del Rey Calabaza. En un sombrío mundo todo le resultaba familiar, su corazón casi se detuvo al conocer a quien más había admirado en sus apenas dieciséis años de vida, Jack Skellington estaba delante suyo, su mayor anhelo se hacía realidad, él era tal y como lo había imaginado.

Los demás no tenían idea de quién era ese esqueleto que espeluznante se movía y hablaba, solo se sumaba al misterio de no saber dónde estaban, con esa premisa no tuvieron más opción que hacer un trato con ese extraño personaje, a quien ayudarían a celebrar el mejor Halloween del mundo y a cambio él los haría volver a casa. Conocer la famosa Ciudad Halloween y a cada uno de sus excéntricos residentes hacían acelerar su corazón, sin embargo, toda esa emoción se desvaneció cuando sus ideales de un Halloween perfecto fueron descartados, incluso por quien más admiraba.

Cuando creyó haber encontrado un lugar y personas que lo entendían, fue devastador darse cuenta que al final no resultó ser así, una vez más era incomprendido y tachado de "raro" por sus ideales, a los que se aferró como la única opción que consideraba válida. De mala gana tuvo que lidiar con los preparativos de una fiesta de Halloween cuyo frívolo enfoque no compartía, decepcionado pensaba que todos eran como en su escuela, la historia se repetía, de nuevo estaba solo contra el mundo, yendo contra la corriente.

En su frustración trataba de encajar con los demás, cuyo único consuelo era estar cerca del Rey Calabaza, no pretendía desaprovechar la oportunidad que se le había concedido, y a pesar de la situación actual en este punto se sentía feliz. En medio de sus confusos sentimientos alguien entre ese grupo de chicos llamó particularmente su atención, su fuerte voz al regañarlo hizo que su corazón se acelerara, sus severas palabras calaron profundo en su ser. Sebek Zigvolt, ese serio y arrogante chico le dio el valor para que siguiera confiando en sus ideales; y así lo hizo, pero no precisamente de la forma más sensata.

Pensó que al secuestrar al Rey Calabaza acabaría con ese superficial Halloween de dulces, música y decoraciones llamativas, lo que no previno es que los jóvenes con quienes emprendió esta aventura se encargarían de arruinar sus planes. Nuevamente el chico que atrajo su atención lo sermoneaba cuando fue vencido en su juego, sus firmes palabras se convirtieron en una luz en medio de la oscuridad en la que sentía sumergirse, la que se reflejaba en su llanto patético lleno de lamentos.

Aunque lo hizo centro de sus tontos reproches y lo convirtió en calabaza con su magia única, Sebek no parecía guardarle ningún tipo de rencor, sin duda era la persona más encantadora que había conocido en su vida y agradecía al maravilloso destino el haber entrelazado sus vidas. Con Jack Skellington liberado los preparativos para el mejor Halloween continuaron, solo quedaban unas pocas horas para celebrarlo así que cada residente de la ciudad como los visitantes daban los últimos detalles.

—Sebek-san, ¿podemos hablar un momento por favor?

—Como quieras, pero no tienes que agarrar mi mano para eso. ¿A dónde me llevas?

Era la aclaración recibida por el joven que le arrancaba los más profundos suspiros, mientras sentía la brusquedad al apartar su mano de la suya cuando lo encaminaba a un lugar apartado de los demás.

—Quiero que hablemos en un lugar privado.

—Si es por lo que hiciste, ya lo hablamos incluso te perdoné, no es necesario seguir con ese tema, humano.

Era la aclaración en el usual tono pretencioso de Sebek, quien a pesar de lo dicho lo seguía en su animado andar, como si no pudiera evitarlo. Al llegar a un callejón solitario de la ciudad, Skully empezó a agradecerle de nuevo por lo que había hecho antes por él, no se le ocurrió otra excusa en su afán de estar cerca suyo. En un momento de efusividad besó su mano de nuevo, acto que obviamente molestó a Sebek, cuya boca se movía en un severo regaño por esa muestra de incómodo afecto, entonces se le ocurrió que debía callar esos labios altaneros con un dulce y torpe beso. Un beso que para su sorpresa con ímpetu fue correspondido, haciendo que todo su ser se estremeciera, su corazón se acelerara por este sentimiento que este chico tan encantador le provocaba.

—¡Basta!

Es lo que escuchó de Sebek sintiendo a su vez un empujón que los obligó a separarse, al darse cuenta de lo que había hecho con un gesto avergonzado se cubría su rostro con ambas manos. —Lo siento, es que Sebek-san me gusta tanto, no pude evitarlo...

Fueron las palabras que en medio de su bochorno alcanzó a decir antes de ver a Sebek marcharse sin rumbo fijo, suponía que estaba enojado, pero ¿por qué?. No parecía ser el tipo de persona que contuviera sus emociones, lo demostró bien en su poca convivencia juntos, si había decidido huir en lugar de reclamarle su atrevimiento sería por qué posiblemente no le era indiferente, aquella idea bastó para no desilusionarse y seguirlo. Pronto se encontraron en un páramo sombrío alejado del alboroto de la ciudad, en ese acercamiento una extraña discusión se dio, la que terminó en una efusiva confesión de amor por parte de Skully.

Como respuesta a esas palabras un nuevo beso fue correspondido, uno que aumentó su intensidad con el pasar de los segundos, Skully nunca había tenido tal interacción con alguien, pero nadie tampoco le había provocado este sentimiento, estremecido sentía como un peculiar calor recorría su ser entero. Saborear esa boca era un deleite, más cuando sus dulces sonidos de placer se mezclaban con su aliento en cada ligera pausa, en apariencia Sebek podría parecer un chico rudo, pero era alguien muy sensible que extasiado pedía con la mirada llorosa ser acariciado en ciertas partes de su cuerpo.

Dejándose llevar por la excitación con prisa se acomodaron de tal forma que al bajar sus pantalones pudieran unir sus cuerpos de manera obscena, en medio de besos, caricias y gemidos por primera vez juntos experimentaban este placer físico. Ocultos del mundo sombrío que los rodeaba torpemente se hacían el amor, al pie de un tronco seco Skully agitado no dejaba de arremeter tan cálido interior que lo hacía delirar en leves gruñidos, cercano a su rostro podía ver los bellos gestos que hacía, que incitaba su deseo y lo hizo amarlo más.

—¿Y tú por qué lloras?

Era la pregunta de un malhumorado Sebek que se arreglaba los pantalones después de haber disfrutado el exquisito orgasmo provocado en este desliz, Skully podía notar lo avergonzado que estaba, una vergüenza que pretendía disimular al tomar esa ruda actitud. —Lo siento, lo siento.

—No tienes que disculparte, te permití avanzar porque así lo quise.

—¿En serio?

—Si alguien debería llorar aquí, sería yo…  Acabo de romper una promesa.

—¿Una promesa a tu novio?

Cuestionó Skully con un gesto incómodo, al escuchar la afirmación de Sebek no pudo evitar sentirse algo celoso, no era el momento adecuado para ver ese tipo de  remordimiento en su mirada. Esos vivaces ojos que minutos antes se fijaron a los suyos cuando presos de la excitación alcanzaron la cúspide de este prohibido placer que compartieron.

—No puedo creer todavía lo que hicimos.

Era el murmullo de Scully que nervioso e incrédulo se volvía a cubrir su rostro con ambas manos, este encuentro fue como un sueño en otro sueño, pero no podía serlo por la forma en que vibraron juntos, se sintió demasiado real para ser un simple sueño. ¿Acaso este no era el mejor día de su vida? Estaba a unos minutos de celebrar su preciado Halloween con el mismísimo Rey Calabaza, y ahora había intimado con quien suponía sería el amor de su vida, preso de esta felicidad se lanzó a los brazos de Sebek que extrañamente no rechazó tal muestra de afecto.

—Oye, cálmate Skully… —Era su regaño.

—Es que estoy tan feliz, cariño.

—No me llames así.

—Es que no creo poder llamarte por tu nombre tan informalmente. Qué vergüenza.

—¿No acabamos de hacer algo más vergonzoso...? Eres tan raro.

Esas palabras que podía considerar un insulto viniendo de otra persona, pero si venía de la boca de su querido Sebek las recibía como el halago más dulce, estaba tan feliz y enamorado que no pudo evitar besarlo una vez más. Un pasional beso que fue interrumpido al escuchar una sirena a cierta distancia, seguramente era el alcalde avisando que pronto iniciaría Halloween, una fiesta a la que no podían faltar. En el camino de regreso a la ciudad, Skully notaba algo extraño en el caminar de su apasionado “amante”, para sí mismo se preguntaba si tal vez había sido demasiado rudo al invadir su interior, que poco caballeroso había sido al no prepararlo bien por el calor del momento.

—Oye, ¿qué haces?

—Quiero llevarte en mi brazos porque pareces adolorido.

—Hmph, un debilucho como tú no podría llevarme en peso, eres tan delgado.

—No soy tan debilucho para otras cosas, ¿verdad?

—Cállate, pervertido. Te prohíbo que hagas ese tipo de comentarios frente a los demás, nadie tiene que saber lo que pasó entre nosotros, ¿lo entiendes?

— ¿Te arrepientes de lo que hicimos?

—No dije eso… No empieces a llorar, que fastidio con lo emocional que puedes ser.

Skully cambió abruptamente su gesto de aparente pesar para sonreír animado por la forma casi cariñosa que dijo aquello, a pesar de su severidad se sentía feliz de estar a su lado. Definitivamente sentía amarlo y al no percibir un tipo de rechazo de su parte se ilusionaba al pensar que su amor era correspondido, lamentaba que ese “novio” sufriera si llegaban a formalizar su relación después, pero podía permitirse ser egoísta si era por su felicidad.

La radiante alegría que disimulaba frente a todos se desvaneció al darse cuenta de su realidad, viendo esa bandera decorativa que reflejaba el espíritu de Night Raven College todo pareció aclararse en su mente. Esta era su escuela, pero esos chicos no eran sus compañeros, ahora dolorosamente entendía todo, el por qué le parecía extraño lo que a veces ellos comentaban de su mundo, que a pesar de ser el mismo sonaba tan distinto, con una aclaración de fechas supo que no compartían la misma línea de tiempo, ¿cómo era posible?.

Su corazón que minutos antes desbordaba de emoción se afligía, confundido y agobiado disimulaba su reacción frente a los demás en especial de Sebek que discretamente no dejaba de verlo. Qué cruel era el destino al permitir que hallara el amor en alguien que no podía tener, en un suspiro parecía resignarse a tener un efímero e intenso primer amor. Sin embargo, si sólo tenía este tiempo para compartir con Sebek no quería desperdiciarlo en lamentos y sollozos, si quería crear maravillosos recuerdos debía armarse de valor y seguir como si todo fuera normal. Skully celebró emocionado su primer Halloween en compañía de otros, rodeado de canciones, comida y decoraciones, era todo confuso porque su corazón estaba triste pero feliz a la vez.

—¿Qué te pasa? No me abraces así, alguien podría vernos.

Era la reacción que recibió por parte de Sebek, cuando en medio de la fiesta de Halloween se escabulleron en un rincón de la ciudad. A pesar de ese casi regaño no lo apartó de ese abrazo que con algo de desespero le regalaba.

—Ya no podía contener mi emoción, cantaste esa canción maravillosamente. Tu voz cantando resonará como dulce eco en mi corazón para siempre.

—Siempre dices tantas tonterías.

—Mi querido Sebek puede sonrojarse tan fácilmente.

Susurró sobre sus labios sintiéndose embelesado al ver ese gesto tímido, él era realmente adorable, como un niño grande. Rozando sus labios fue inevitable no besarlo con la intensidad que su amor lo incitaba.

—Ojalá hubiera un hotel cerca para hacerte el amor una vez más.

—Eres alguien muy atrevido.

Era su reproche entre avergonzado y molesto ante tan perversa insinuación, tampoco parecía una negación. Skully sonreía complacido al notar lo excitado que estaba, quizás no era una mala idea estar juntos de esa manera para tener una memorable despedida. Unos besos y caricias más bastaron para convencerlo de ir al auditorio de la ciudad, ahí hallarían un rincón oscuro para saciar sus ansias una vez más, todos en la ciudad estaban ocupados celebrando fuera que no irían a ese lugar a molestarlos. Los jóvenes amantes parecían complementarse bien en la intimidad por la forma en que sus movimientos fluían en esta ardiente entrega, más seguros de lo que hacían disfrutaban de este placer compartido. Skully entre sus piernas lo hacía temblar al penetrar con delicia su interior, quería grabar en su mente sus eróticos gestos y sonidos al hacerlo suyo, al pensar no lo tendría más sus ojos se llenaron de lágrimas.

—¿Qué pasa?

—Estoy feliz… Te amo tanto mi querido Sebek.

—Apenas me conoces…

—Te conozco desde siempre, mi corazón siempre te anheló y…

Sus palabras de amor fueron calladas por un apasionado beso de Sebek, tal vez era mejor que su boca callara y su cuerpo expresara este sentimiento que ahora lo agobiaba dulcemente. Intensificando el movimiento de caderas lo sentía con cada estocada más suyo, entre lágrimas logró alcanzar el orgasmo, uno que estremeció su cuerpo y corazón.

—No quiero que este momento termine.

—¿Quieres quedarte aquí? ¿Acaso no tienes a alguien que te espere?

—Es que… Aquí lo tengo todo, a ti y mi amado Halloween.

Susurraba amoroso a su oído abrazándolo cuando sus cuerpos todavía estremecidos trataban de recuperar la calma, ese gesto hacía que Sebek desviara la mirada. Sus labios empezaron a rozar entre sí con firmeza, Skully se convencía que a ese chico no le era indiferente por la forma en que seguía presionado a su cuerpo en ese suave beso, que egoísta se sentía al desear quedarse en este lugar solo para no perderlo, aun cuando sabía que él tenía personas que esperaban volver a verlo.

—Skully, no quiero ilusionarte, pero estoy confundido con respecto a lo que siento. De lo que sí estoy seguro es que quedarse aquí no es la solución, hay que afrontar la situación.

—¿Tratas de decir que estás enamorado de mi?

—¡No lo digas así, nadie puede enamorarse tan rápido!

—Yo si… El amor no es cuestión de tiempo, puede nacer en unos segundos y ser más intenso que un amor de años.

—¿Qué tratas de decir? Mejor no respondas, seguramente dirás más tonterías.

Skully sonriente obedecía sabiendo que Sebek había entendido bien lo que quiso decirle, no queriendo discutir en este sublime momento decidió dar sutiles besos en esos labios que parecían maldecir, seguramente por exponer sus sentimientos de esa manera. Por unos minutos sentía reconfortado el corazón que estaba a punto de romperse en esa forzada despedida, quería grabar cada detalle suyo en su mente para recordarlo eternamente. ¿No era Sebek perfecto? En su embelesamiento pensaba al admirar no sólo su belleza física, también su belleza interna que desprendía en su mirada, su franqueza aunque abrumadora era encantadora, sin contar con su intelecto, fuerza y determinación lo hacían alguien muy especial, nunca había conocido a alguien así, nadie que lo estremeciera en cuerpo y alma de esta manera.

Tal como habían acordado, Jack Skellington mostraba la forma poca usual en que sus valiosos visitantes regresarían a ese mundo que desconocía. Lanzarse dentro de un ataúd suponían era la forma más adecuada para dejar este lúgubre y extraño mundo, antes de partir Skully no sólo recibió el reconocimiento de su querido señor sino una misión, sería el encargado de transmitir a todos el verdadero significado de celebrar Halloween, quien tanto admiraba lo nombró oficialmente el Rey de Halloween en Twisted Wonderland.

Este era un honor que Skully a pesar de la triste situación que atravesaba lo aceptaba con alegría, al parecer no todo era tan malo en la vida, a veces se perdía y ganaba. El momento de despedirse había llegado, nadie más que él parecía ser consciente que no volverían a verse, su corazón dolía con cada segundo que lo acercaba a esta separación, Sebek tomándolo de la mano al verlo titubeante lo arrastraba para saltar juntos de vuelta a su mundo. Este gesto le hizo pensar si realmente él estaría dispuesto a darle una oportunidad a su amor si en un drástico giro del destino pudieran regresar juntos a su mundo. Una mezcla de aflicción y felicidad lo embargó un instante antes de caer en el abismo de ese ataúd, aferrándose a su cuerpo en un abrazo, susurró con voz tenue un “no me olvides, por favor".

Entre lágrimas besaba sus labios justo antes de que la oscuridad en la que caían se convirtiera en un brillante destello, al abrir los ojos notó que estaba en el lugar donde había encontrado ese libro antes empezó a llorar con fuerza. Confundido recorrió esa plaza con la leve esperanza de hallar al chico que en un fugaz romance lo enamoró pero tal como afirmó antes, él no pertenecía a esta época y era posible que ni siquiera hubiera indicio alguno de su existencia por los siglos de diferencia que los separaban.

Skully sufrió por semanas sintiendo el vacío en su corazón el que calaba profundo a todo su ser, al pensar en lo que había perdido y como Sebek probablemente lo echaría al olvido, que triste era el destino jugara tan cruelmente con su vida al no permitirle que su alma gemela coincidiera con él en la misma línea de tiempo. Mientras estuvo en la escuela, cada tarde recorría la plaza del pueblo al pie de las montañas en busca de ese libro que lo llevara por un instante con esa persona que anhelaba abrazar y besar una vez más.

Al graduarse decidió que no podía estancar su vida al quedarse en la Isla de los Sabios aguardando el anhelado encuentro con su adorado Sebek, tres años esperó así que debía ampliar su búsqueda, aprovechando que viajaría por el mundo para cumplir la misión de propagar la alegría de celebrar Halloween, podía tal vez hallarlo al tropezar con otro libro, no perdería la esperanza. Inmerso en esta travesía los años pasaron para Skully que era feliz por compartir su amor por Halloween que fue reconocida como una gran celebración en todo Twisted Wonderland, afirmando así su legado al ser conocido como el Rey de Halloween.

En su vejez había acumulado muchos valiosos recuerdos, pero ninguno hizo que olvidara el más importante de todos, a pesar de que tuvo la oportunidad de rehacer su vida amando a alguien más, no se animó a hacerlo porque su corazón tenía dueño, el chico que ocasionalmente veía en sueños. El amor de su vida fue Sebek Zigvolt y nunca perdió la esperanza de encontrarlo, aunque este anhelo no se cumplió no podía lamentarse de la vida que tuvo, aprendió a vivir con el vacío en su alma al no haber disfrutado una vida a su lado.

Skully J. Graves notable mago graduado en Night Raven College fue reconocido por su amor a Halloween en todo el mundo, un mundo que no sabía que él vivió inmerso en los recuerdos de un amor marcado por la nostalgia. Con una sonrisa su mente evocó su hermoso rostro una vez más, junto con el sonido de su fuerte voz y el roce de su cálida piel que aún podía percibir a pesar de los años transcurridos, este vívido recuerdo era su felicidad y con esa sensación partió al anhelado más allá justamente un 31 de octubre.

Un intenso amor que se mantuvo vivo incluso después de su muerte, porque su espíritu que vagaba por el mundo pudo encontrarlo finalmente en este Halloween, cuando su presencia etérea que permanecía cercana a Night Raven College cobraba más fuerza al punto de ser consciente de la realidad a su alrededor. Entre lágrimas de emoción contemplaba la hermosa figura del chico que por tantos siglos esperó, notando enseguida su semblante triste se cuestionó ilusionado si acaso lo extrañaba, sonriendo flotaba a su lado sin que él ni siquiera pudiera percibirlo como una ligera brisa.

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Muchas gracias por leer este capítulo, espero haya sido de su agrado esta actualización.

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