Capítulo 16. Sí a un compromiso
Descargué toda mi furia con estas últimas embestidas, Lily era una chica preciosa de enormes pechos y un trasero fino con la que tenía mis encuentros casuales cuando tenía demasiadas ganas de tener sexo. Manteníamos una cordial relación, ninguno se metía en las cosas del otro, solo nos enfocábamos en tener sexo explosivo y disfrutarnos. Ahora siendo un vampiro debía mantener un ritmo que no matara literalmente a la humana o humanas con las que tenía estos encuentros.
Después de todo, no había a quien darle explicaciones de mis acciones como hombre soltero, y agregando que estuvimos en situaciones de enorme estrés después de la caída de los hermanos Le Revna, yo deseaba solo descargar mi fuerza en el sexo.
Sus gemidos eran placenteros, tenerla en cuatro me hacía apreciar la delicia de una vista al cuerpo femenino suave y voluptuoso. Gritó, dándome la señal de que había terminado junto con las vibraciones de su cuerpo; sus gritos fogosos eran excitantes y en mi tiempo como humano eso provocaba que se me pusiera más dura. No paré con mis movimientos firmes y fuertes, solté gruñidos que a ella la hacía jadear para pedirme más.
—¡No pares, Max! ¡Uf! Que delicia.
La rubia se inclinó aún más para levantar sus nalgas y tomé su cuello para someterla a fondo. Lily ahogó sus gritos en gemidos largos y ruidoso, me fascinaba como se dejaba llevar por el sexo. Era una amante excelente.
Vibré muy alto, llegué a mi clímax con la sensación familiar de mi vida humana, tuve esos espasmos tan conocidos y me desplomé de lado al salir de su interior. Con ella siempre usaba condón y seguí usándolo para no levantar sospechas de mi falta de líquido.
De un salto salí de la cama en lo que ella se recuperaba, tiré el condón al bote de basura del baño y abrí pronto la regadera para asearme.
Dejé que el agua caliente cubriera mi helado cuerpo que anhelaba a esa criatura peligrosa y de cabellos salvajes, no me permitía verla, solo fingió que estábamos bien para no preocupar más a mi hermana y a Gastón, que ahora eran los reyes de Valfart y estaban preparándose para la llegada de mis sobrinos en un par de meses.
Joder. Mis sobrinos ¡Eran tres! Maddy estaba asustada y a la vez emocionada, y por las palabras de Gastón en sus correos electrónicos, podía dar por sentado que él estaba más que feliz por cumplir su sueño de ser padre, un orgulloso padre que mi hermana estaba cansando, eso ya era un récord personal ¿era posible cansar a un ser inmortal? Pues mi hermana lo ha logrado.
Las manos me temblaban un poco, necesitaba alimentarme. Le prometí a Gastón llevar una vida en las sombras para evitar levantar sospechas de lo que era. Ahora mucha gente sabe que soy un piloto de carreras reconocido, pero las fotografías eran un peligro si no tenía cuidado. De repente la garganta la sentí seca, furiosa por ser hidratada de ese alimento carmesí al que ya le había tomado el gusto.
De pronto unas manos pequeñas cubrieron mi pecho y conecté de inmediato el por qué la sed desgarradora me mataba. La sangre de Lily me llamaba, esa carótida me llamaba como loco, apenas me podía contener cuando la vi desnuda detrás de mí.
—¿Quieres que te enjabone? ¿o quieres un segundo round?
Mierda.
—¿Desde cuándo me pides segundos rounds? —solté en una risa ronca y amarga.
—No todos los días me folla un piloto de la RCC.
Arqueé una ceja.
—Entonces... —me volteé por completo—. ¿Es por mi nuevo estatus? ¿por mi fama? ¿por cómo te follo?
Su sonrisa de zorra me decía que era por todas las opciones.
—Por todo —confirmó mis sospechas mientras me rodeaba la cintura y sus pechos se pegaban por debajo de mis pectorales para alcanzar a robarme un beso al ponerse de puntitas.
Lo recibí sin problema, pero yo ya no quería cogérmela, ella solo era para quitarme las asquerosas ganas, porque estaba caliente y necesitaba descargarme. Hace unas semanas me frustré por no lograr mis erecciones debido a la poca sangre humana que tengo en mi cuerpo; si me alimentaba de ella, cubría unos días más para coger decentemente.
—Lily —la aparté de golpe—. Solo lo hacemos una vez, siempre ha sido así. Ahora vete.
No quería lastimarla, y lo mejor era que se alejara de mí.
—Pero, Max la pasamos muy bien, anda, aquí en la ducha no tengo problema.
Volvió a besarme y esta vez no quiso detenerse, retrocedí y mis garras salieron cuando sentí como los latidos frenéticos de Lily iban bombeando descarrilados por la adrenalina del momento.
Carajo.
«Mátala... hazla sufrir, tortúrala, tortúrala...»
De nuevo esas malditas voces en mi cabeza.
—Lárgate, Lilyana.
—¡Max! Quiero quedarme contigo, solo un poco más.
—He dicho que no.
Lily tomó mis palabras como un reto, no iba a ceder, ella normalmente hacía las cosas a su modo y cuando se le metía algo en la cabeza no había poder humano que la hiciera cambiar de parecer. Pero tal vez un poder vampírico sí.
Se hincó para quedar frente a mi miembro y luego sus ojos marrones se encontraron con los míos.
—Te haré venir con mis labios, cariño.
No iba a soportar más, estaba por explotar pero de la furia. Tocó mi verga y ese fue el botón que necesitaba que fuera presionado para actuar. La tomé por el cuello y la estrellé en el muro, varios pedazos de mármol salieron volando y Lily soltó un grito de dolor.
La elevé un poco hasta saber que con un solo brazo la sostenía en el aire sin problema. El rostro de Lily se fundió en uno de terror; se lo advertí y no quiso hacerme caso, ahora era demasiado tarde para dejarla ir.
Volvió a gritar cuando el destelló de mis ojos la deslumbró, el miedo recorría su cuerpo, podía sentirlo.
—Te dije que te fueras, ahora tendré que hacer algo que no quería hacer. Eres testaruda.
Sus manos rodearon mi muñeca con la patética intención de moverme. Era inútil, los hilos flotantes fueron proyectándose de mi cuerpo hasta conectarse al de Lily, joder, cuantos recuerdos de goce, nuestros mil y un encuentros de sexo duro y divertido, sexo con otros tipos de los cuales desconocía su existencia, su familia, joder... su novio con quien había ya dado el paso de comprometerse.
—Eres una puta mentirosa —ronroneé mientras me alimentaba de esos recuerdos. Mis músculos tomaron más fuerza con cada fragmento de su memoria.
—M-Max... —decía con dificultad.
Su precioso cuerpo estaba volviéndose gris, perdía el brillo y el alma. Corté la tortura mental y la solté.
—Siempre fuiste una zorra y le ocultas a tu novio toda tu mierda —solté una risa amarga—, y yo que pensé que eras alguien de relaciones casuales.
Apenas podía recuperar su respiración. No le di tiempo de hacerlo porque me coloqué sobre ella, su temblor lo percibí en mis piernas, el agua de la regadera amortiguaba mis sollozos llenos de perturbación y terror que fui creando en ella.
—Te dije que te fueras —repetí con mis uñas acariciando su rostro, con mis colmillos dándome esas punzadas conocidas por hincarse—. No me lo tomaré personal, y le haré un gran favor a tu novio, Lily, merece a alguien mejor que tú.
Ella no parecía comprender mis palabras, estaba en estado de shock.
—Ma...
Tapé su boca.
—Sssh... ¿Te cuento mi secreto, Lily? —seguí acariciando su rostro mientras mi otra mano se encargaba de matar los débiles sonidos de su boca, llegué a sus pezones duros, esos pezones que en muchas ocasiones devoré fascinado—. Eras de mis chicas favoritas, tus pechos me volvían loco.
Lily chillaba del miedo, sus lágrimas se desbordaban. Me acerqué con ella demasiado quieta como para poner resistencia y con mi lengua lamí su pezón, tomé con mi boca su pecho, recorrí su clavícula hasta su cuello donde perforé un poco y tuve que presionar mi mano en su boca por el grito de desesperación.
La miré de frente en lo que limpiaba su sangre con mi lengua.
—Soy un vampiro, Lily. Y ahora eres mi comida.
Gruñí gustoso y ella trató de escapar de mis garras, solo me hizo sentir más emoción por el momento y con sus movimientos bruscos fue más sencillo encajarme en su cuello lo suficiente para succionar su sangre. Peleó, pataleó con la poca fuerza que le quedaba en sus músculos y cuando por fin se rindió bebí más a fondo hasta escuchar como su tráquea se rompía. La sangre se derramaba por mis manos y el cuerpo de mi víctima, el agua que aún caía sobre nosotros la limpiaba para irse por el drenaje. Tomé toda la sangre de Lily hasta que me sacié de ella y me despegué.
Miré el cuerpo sin ninguna culpa ni tormento, el remordimiento quedó atrás cuando acepté que sería muy diferente.
Esta era mi nueva vida en solitario.
🩸🩸🩸🩸🩸🩸
—Vas a venir ¿cierto?
Después de unos días, tomé la iniciativa de llevar los negocios de Gastón en Estados Unidos, este hombre no dejaba de picarme el culo en cada oportunidad que tenía y ahora estaba al mando de sus casinos, de la RCC él seguía como la cabeza principal porque yo era su piloto estelar.
—Ni se te ocurra dudar de eso, Maddy.
—Aún falta para la fecha, pero Dios, tengo un hambre que podría comerme un elefante.
Me reí de solo pensar como Gastón andaba vuelto loco por los antojos excéntricos de mi hermana.
—¿Cómo le va a Gastón con eso?
—Ha sido muy paciente, creí que se rendiría y me ha dado la sorpresa de una infinita tolerancia a mis exigencias.
—Confiesa, malvada ¿lo haces para torturarlo?
Maddy dejó escapar una risa burlona.
—Un poco, sí, pero no le digas. Él en muchas ocasiones fue irritante y ahora me desquitaré, y tengo de recompensa comida.
Lo sabía.
—Tu secreto está a salvo conmigo, hermana y descuida, estaré ahí para ti, en ese momento cuando lleguen mis sobrinos.
—Te extraño.
—Te extraño más, Mad, pronto te veré, ahora solo descansa y cuida de mis sobrinos.
No podía parar de repetir las palabras mis sobrinos, estaba muy emocionado porque la familia creciera, esos niños llevarían mi sangre.
—Oh, Max te confieso que estoy aterrada, no creí que en mi primer embarazo fuera a dar a luz a tres bebes.
Su tono trémulo podía transmitirme perfectamente la ansiedad que eso le provocaba a mi hermana. Quisiera hacer algo para amortiguar ese miedo al futuro parto, pero no había mucho que pudiera ofrecerle; esos bebés son de Gastón y de ella, ambos se convertirían en padres primerizos y sin duda todo esto era derivado del miedo que se instalaba en la mente de mi hermana por la pobre dinámica familiar que tuvimos de pequeños.
—Tú has podido con cosas peores, Mad, un parto es pan comido.
Acomodé otras facturas y comprobantes de pago, también los resúmenes mensuales de las ganancias que me pedía Gastón. Las cifras eran monstruosas, este hombre cagaba dinero como si fuera a ser el dueño de un mundo nuevo.
—Eso lo dices porque no es a ti a quien le sacarán tres bebés de su cuerpo.
Es buen contraataque.
—Bueno, es porque yo no soy lo suficientemente fuerte para eso, tú en cambio sí.
—Solo cállate, Max. No quiero que caigamos en los temas de ¿cuál es el sexo más fuerte?
Sonreí y de repente fui golpeado por ese aroma que podía identificar si mi vida dependiera de ello. La puerta del despacho de Gastón fue abierta y apareció esa pequeña figura femenina con ropa más grande lo usual y el cabello rubio muy bien peinado.
Constanz regresó después de haberme cortado por completo todas las esperanzas. Cuando logramos acabar con sus hermanos y haberle devuelto la vida a Valfart después de años en la oscuridad y sin gobierno, ella decidió alejarse sin dar una explicación y yo solo avancé en mis asuntos. Fin de la historia.
—Maddy te hablo luego, tengo que resolver un asunto —no le quité la vista de encima a Constanz, recorría lentamente toda la oficina, observando cualquier cosa que no fuera a mí.
—Bien porque tengo hambre y Gastón que no aparece.
—Suerte con eso. Y lo digo por Gastón.
—¡Max!
Colgué.
Me recargué en la silla giratoria en lo que apreciaba la belleza natural de la vampiresa. Constanz por fin tuvo la decencia de mirarme. Nos mantuvimos en silencio hasta que llegó al escritorio, mostrándose con esa imagen altiva y destilando superioridad.
—Hola.
¿Solo hola? ¿después de haberme dejado?
—¿Qué haces aquí, Constanz?
La vampiresa pareció contorsionar un poco su rostro, no esperaba mi pregunta tajante.
—¿Estás enojado conmigo acaso?
—¿No debería?
Dio dos pasos hacia atrás y me miró de pies a cabeza.
—¿Qué actitud tan altanera es esta?
—Si no vienes a pedir disculpas, entonces será mejor que te largues porque tengo cosas que hacer.
Un relámpago de confusión atravesó su rostro.
—Max entiendo que te lastimé con mis decisiones...
—No lo hiciste ni un poco.
Se acercó tanto a mí que pude percibir en primera fila su aroma a flores silvestres, a la nieve de la montaña, a esa magia oscura e irresistible que irradiaba.
—Claro que sí, pero tu orgullo como vampiro ya creció —susurró con esos carnosos y deslumbrantes labios que moría por probar de nuevo—. Lo siento mucho, Max. No quiero que suene a justificación porque no es así, pero estaba aterrada por ti, por todo lo que me hiciste sentir en tan poco tiempo, en como nos complementamos y de lo que fuiste capaz de hacerme durante la intimidad. No quise huir y terminé haciéndolo como una cobarde.
Para ser honesto no esperaba esta confesión sin antes pelear.
Esta mujer me sacaba de mi estabilidad, de todo lo que yo podía dominar, porque ella era la que tomaba las riendas y yo obedecía solo por el placer y el gusto de complacerla. Sus ojos eran ese lugar de paz que tanto deseé tener, pero del que no me consideraba digno de tener por todas las aberraciones que hice en el pasado con mujeres.
—Joder, Constanz eres impredecible.
La expresión en su rostro parecía confundirla aún más.
—¿Qué quieres decir con eso?
Me levanté de la silla y ella se volvió pequeñita en comparación con mi estatura; la tomé de la cintura y la fui guiando hasta el sofá, confiando en que no la dejaría caer más que en la suavidad del asiento.
—Quiero decir —la acomodé en el sofá y yo me coloqué sobre ella, mierda, extrañaba tanto la sensación de su cuerpo junto al mío—. Que te amo, Constanz. Te amo y no quiero escapar ni evadir esto que siento, bajas todas mis defensas y te permito entrar a mi corazón —sonreí con ironía—, si es que aún conservo uno. Pero te amo y quiero que tu me aceptes como tu compañero y ser quien te de ese amor romántico que tanto has anhelado.
Ese brillo en sus ojos dilataba sus pupilas, su piel tersa me invitaba a seguir tocando, explotando las zonas que en algún momento hice mías. Su rostro angelical me estremecía con las mil emociones que no podía reconocer, pero que me gustaban. La intensidad de este cariño y amor que siento por Constanz me gustaba.
—Max —murmuró mi nombre con ese tonito que me debilitaba.
No pude más y le robé el beso que tanto había aclamado. Sus labios me respondieron y continuaron con el movimiento feroz que me había obligado a reprimido. Pude haber estado con cientos de chicas en mi pasado, pero nada se comparaba con la pasión y la atracción que me daba Constanz, a esta mujer deseaba cuidar y poseer de todo las formas posibles.
Mordía mis labios ligeramente y eso me despertó, no me iba a conformar esta noche con un simple beso.
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