58.-Adiós Amor
Leo agarró su espada y la amarró a su cinturón, luego, suavemente tomó mi mano y caminamos a la puerta.
—Princesa Helina —dijo Bony mirándome- espere, vaya despacio yo le arreglaré un poco el cabello, algo simple no tomará tiempo.
—¿Helina? —escuché la voz de mi padre en la escalera. venia de abajo asique mientras Bony me arreglaba observé el pasillo por si el aparecía.
Bony como había dicho tomó mi cabello y lo amarró con una trenza que caía hacia mi espalda sacándome todo el pelo que caía por la cara. No era el mejor peinado, pero si me hacía ver más arreglada y cómoda.
Los cuernos pronto comenzaron a sonar dando anuncio a la marcha al puerto. Leo al escucharlos levantó su cabeza y volvió a mirarme apretando los labios. Nuestra separación era inminente.
—Hija ¿Por qué te has tardado tanto? —dijo Thion en cuanto bajamos.
—Padre. —Verlo con su armadura me trajo más tristeza—. ¿Irás? Pensé que te negarías —dije abrazándolo.
—No tengo otra opción, ahora. Ignoraré el hecho de que vienen juntos de tus aposentos —dijo hablando entre dientes y fulminando con la mirada a Leo.
—Thion —dijo él con su voz más fría y ronca—. Es un alivio no tener que amordazarte.
—Voy solo por mi hija, no por ti.
—No quiero escucharlos discutir —dije ya cansada.
—Thion, ya es hora —dijo Leo mientras comenzó a bajar las escaleras hacia el primer pio dejándome sola con mi padre.
-—¿Volverás también?
—Eso no lo dudes —dijo dándome un beso en la frente mientras me abrazaba—. Te traeré al bastardo devuelta también.
—Ya no es bueno que lo llames así después de lo que te dijo Dalia.
—No lo menciones. Eres tú y yo Helina nadie más. Antes de partir quiero que sepas... —dijo mientras bajábamos las escaleras—. Que todo lo que hago y lo que haré de aquí en adelante, lo haré por el bien tuyo.
—Te extrañaré papá.
Hacía mucho tiempo que no me sentía tan cerca de él, desde la ejecución de Fadila que no conversábamos tan bien, volví a ver a ese padre atento y cariñoso que una vez tuve.
Al llegar al primer piso Leo no se había ido, me observó con una leve sonrisa y al verlo, mi padre me soltó.
—Ve —dijo dándome unas palmadas en el hombro.
—Te lo agradezco —dije besándole la mejilla y estiré mi mano para tomar la de Leo.
—Sigue siendo mía soldado.
—Lo sé Thion —contestó Leo mirándolo sin expresión en su rostro.
No podíamos demostrar afecto, ambos sabíamos que todo lo nuestro era dentro de cuatro paredes cuando estábamos solos. Asique en cuanto salimos del Castillo Leo me soltó la mano y me ofreció el gancho para que yo tomara su brazo.
El pueblo nos amaba, pero tampoco quería que las noticias viajarán y hablarán aludiendo que mi padre no supo cómo controlarme, o no me dio la educación como para casarme primero antes de ir de la mano de un hombre. Hombre que no era cualquiera y todos lo conocían, y al igual que a mí, le amaban.
Sabía que muchos ansiaban nuestra posible unión, mientras caminábamos la gente comenzó a amontonarse en las entradas de las casas sonriéndonos y saludándonos con enormes sonrisas.
Ellos no entendían el dolor que yo sentía. Intenté sonreír y mantenerme serena, luchando fuertemente para que mis emociones negativas no salieran a flote.
Cuando llegamos al puerto Dalia ya nos esperaba junto a sus mujeres y sus soldados. Eiric estaba en la rampa del barco esperando subir, él junto a Thiao viajaría con Leo y Thion. Primera vez que el grupo se separaba asique abrazándose y golpeando sus espaldas de comenzaron a despedir uno a uno. Kurok también asistió.
—Leo. —La voz de Halley sonó cerca de nosotros. Volteé un poco y la vi a unos pasos— ¿Puedo? —dijo mirándome. Supe enseguida que Leo ya había conversado con ella.
—No hagas nada de lo que se vaya a hablar después —dije en voz baja.
—Si. —Asintió con la cabeza. Leo solo sonrió con mis palabras. Halley entonces se acercó e hizo justamente lo que yo le había dicho que no hiciera. Lo abrazó con rapidez a vista y oídos del Reino—. Deseo que vuelvas sano y que puedas tener un viaje tranquilo.
—Gracias Halley —contestó él mientras ambos se sonrieron, yo solo guardé silencio—. Iré a despedirme —agregó volteando a mirarme.
—Bueno, ve.
Quede sola, allí mirando como Leo se alejaba de mí, y sonriente llegó al lado de Marlen quien lo abrazó golpeando su espalda. Leo no salto ni lo apartó como de costumbre era evidente el cambio en su propio cuerpo.
—Sonríe y se fuerte hermosa Princesa.
—Dalia.
—Supe que mi hijo te acompañó en la noche ¿Todo bien?
—Sí, más embarazada no me vas a ver —dije mirándola. Ella se sorprendió por mis palabras, y frunciendo el ceño observó a su hijo.
Mierda.
Su reacción me hizo entender que Dalia había pensado que realmente su hijo me acompañó anoche solo para dormir y que Leo no iba a ser capaz de faltar su orden.
—Nos comunicaremos en cuando logren salir de la isla. Cuando eso ocurra, tu boda comenzará a ser preparada para que se casen en cuanto vuelvas. La coronación será primero y luego tú boda ¿Te parece bien?
—Sí Reina Dalia —sonreí añorando ese día.
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—Kurok.
—Vamos hombre, se valiente —dijo abrazándome- tienes que volver. Dile al grandote que no sea un maldito.
—No bromees.
—Lo siento —río mientras tomaba mi rostro con ambas manos (una y media)
—Cuida a mi mujer y supongo que cuando vuelva conoceré a tus hijos.
—Aún falta para eso, volverás antes.
—Lo intentaré.
Seguí caminando despidiéndome también de Lucas, faltaba mi pequeño amigo, pero sin duda iría conmigo a esta nueva aventura.
Llegue al frente de Dalia. Ya todos estaban embarcándose y solo quedaba yo.
—Ya me enteré que hiciste anoche —dijo mirándome con unos ojos filosos. Volteé a mirar a Helina que rápidamente miró a otro lado haciéndose la que no sabía nada.
—No me vas a regañar justo ahora.
—Te abofetearía por hacer lo que justamente te había dicho que no hicieras.
—No soy de piedra —solté una risita—. Definitivamente no te extrañaré.
—Lose, anda tranquilo yo cuidare de ella —dijo sonriente mientras ponía sus manos en mis brazos.
—Te mandaré a avisar en cuanto me vuelva a embarcar.
—Sí, así tendré todo preparado. —Me abrazó con su dimita figura y yo también la abrace con fuerza dejándole escapar el aire de los pulmones. Me gané unos golpes en el hombro al hacerlo—. Que tengas un buen viaje amor. Recuerda siempre lo que eres y lo que serás.
—Gracias madre, te traeré devuelta a tu rata. —Le besé la frente y me separé de ella al mismo tiempo que ella negaba con su cabeza por mis palabras.
Ahora sólo me faltaba una persona.
—Helina —susurré al llegar a su lado.
—¿Contestaras mis cartas?
—Claro que sí —le sonreí quería besarla y abrazarla, pero miré por encima de su cabeza y la gente estaba aún pendiente de nosotros.
—Te deseo un viaje tranquilo y que Tir te acompañe para que salgas victorioso en esa isla.
—Volveré por ti Helina.
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Nuestra despedida fue tan fría y mientras me tomó la mano para besarla yo luchaba para que mis lágrimas no salieran. Mis labios estaban temblando y me faltaba el aire. Quería gritarle que no se fuera, quería agarrar su brazo y detenlo, correr a él y abrazarlo, decirle que tenía miedo de quedarme sola.
Vi su espalda marchar a la rampa, su nuca y su pelo moviéndose con el viento. Dalia tomó fuertemente mi mano viéndome afectada. La gente comenzó a gritar y a mover pañuelos blancos en el aire para despedirse.
—Leo —susurré tomando aire por la boca.
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No debía, pero no estaré aquí para que los rumores vuelan, solo volveré y ese mismo día la desposarse, no había nada que me detuvieran. Pensé mientras daba unos pasos por la rampa, sabía que si volteaba me devolvería a besarla. Si algo me llegará a pasar no quería que ella tuviera el recuerdo de esa fría despedida.
Volteé.
Mi madre cerró los ojos y sonrió al verme devolver a paso veloz. Y delante de todo el Reino, de mis soldados a un lado, de Thion detrás de mí, me acerque a ella, y agarrando su rostro, junto con su cintura la besé. Ella me contestó curvando un poco su espalda.
La besé mientras lloraba, la besé mientras el mundo gritó enaltecido, a mirada de mi madre y su padre. La besé con el alma sin preocuparme de nada.
—Volveré a ti amor, serás mi Reina y mi esposa. —Ella solo asintió con sus ojos llorosos. Le sonreí para darle un beso fuerte y juntando mi frente con ella respiré su olor por última vez.
Thion me espero al final de la rampa mirándome enojado. No le di importancia y pase frente a él para entrar a cubierta.
—Eso hombre. Eso tenías que haberlo hecho antes.
—Disculpa por no mostrar mucho mi vida personal —sonreí mirando a Thiao.
—Me gusta esa faceta tuya.
—Lo mismo dijo Cathal.
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El barco zarpó con rapidez esfumándose lentamente por el horizonte. Apreté fuertemente mis manos y mis dientes volviendo al Castillo junto con mis mujeres. Quería solo llegar a mis aposentos y llorar pero antes de subir las escaleras mis oídos se taparon y mi cabeza comenzó a sentirse extraña.
—¿Princesa? —dijo Clara.
—Clara, yo... —Mi cuerpo se sintió tan ligero y recordé que no había comido nada. Su rostro fue lo último que vi.
No recuerdo mucho que lo que sucedió más tarde, solo habían algunas escenas donde Burak con su máscara maldita me llevó a la cama. Dalia también estuvo, luego volví a dormir.
—Princesa, vamos despierte.
—Deja que descanse, la anciana dijo que su cuerpo necesitaba descansar, en su estado ella debe estar tranquila.
—Sí Bony, eso lo sé.
—Tengo hambre —dije abriendo lentamente mis ojos y les sonreí.
—Vaya susto que nos ha dado Princesa Helina. Venga siéntese para que le acerque la bandeja —dijo Clara mientras corría por ella.
Me senté con cuidado, estaba aún cansada y me percaté que estaba anocheciendo.
—¿Tanto he dormido?
—Si, Princesa. La reina Dalia se preocupó por usted y pidió que la anciana viniera a verla —dijo Bony mientras se sentaba a mi lado y me tocaba la frente— ¿No durmió nada anoche cierto?
—Siento preocuparte.
—No se preocupe, coma algo y vuelva a descansar.
Bony me sonrió mirándome la barriga y se puso de pie para traerme un vaso de agua. Fue cuando alguien tocó la puerta.
—Princesa Helina —dijo una mujer acercándose con una bandeja con una taza que humeaba— la reina Dalia le ha mandado esta infusión para que recupere fuerza, dijo que la anciana le había recomendado que lo tome hoy, mañana y al día siguiente, por tres días.
—No debería preocuparse, dile que se lo agradezco.
Bebí él te con tranquilidad, el agua bajó caliente por mi garganta abrigándome por dentro. Tenía un sabor agradable, no sabía que era pero el sabor a manzanilla perduraba con un leve sabor amargo al final.
Me recosté mirando el cielo de mi habitación, no podía creer que en todo el reino, no iba a poder encontrar a Leo
— ¿Cómo estará?, ¿qué estará haciendo? —me pregunté. El dolor en la garganta, ese nudo horrible se volvió a formar y me quito el hambre.
Proximo Capitulo 59.- Un Rey con orejas de Rata.
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