29.-Engaño
No tarde en descubrir lo que había pasado, no creí ni una sola palabra de lo ocurrido, pero todo se divulgo con mucha rapidez. Thion estaba furioso, se llevó a Fadila a sus aposentos y comenzó a llamar a los médicos para constatar la veracidad de sus palabras, Laurel estuvo todo el tiempo con él. Necesitaba una audiencia, necesitaba que me escuchara, pero no me lo permitió.
–Thion es un tonto si le cree a su mujer.
–¿Y qué quieres que te diga? Siempre ha sido un hombre tonto, mientras su mujer se revuelca con medio mundo prefiere creerle a ella que a Leo– dijo Kurok mientras caminábamos por el pasillo hacia los calabozos.
–Hay que concentrarnos en como lo sacaremos– dijo Thiao.
–No podemos ir en contra– contestó Eiric.
–Ya mandé una carta a nuestra Reina, Thion no puede romper el tratado, ni las condiciones de nosotros. Si hay un juicio Dalia debe estar presente– dije.
–¿Cuánta probabilidad hay para que el cumpla con eso y si no lo hace? Estaremos libres de su mandato y podremos marchar a Liastian– dijo Thiao.
–Si seremos libres de su mandato, pero ¿A costa de qué? Que Thion rompa las reglas significa que ordene matar a Leo ¿no entienden? Si eso ocurre recién estaremos libres y ya no serviría de nada.
–Es nuestro Príncipe ¿Eso no basta?
–Hay que hacer algo mas– dijo Eiric deteniéndose justo antes de entrar a los calabozos– Cathal, debes entrar a la habitación de Fadila e inculparla con los venenos, eso haría que Thion dudara de ella y podría comprender que todo esto fue plan de ella y Leo solo fue usado.
–Con un frasco no sé si será suficiente.
–¿Y quién dijo que solo tengo un frasco?
Eiric tenía una idea, mientras Thion no este cegado por Fadila quizás si se podía lograr que él entendiera todo, si sacábamos a la luz a la verdadera culpable vería más allá de su enojo. Yo sabía que las marcas en las manos de Leo habían sido hechas por Charlotte más que por Fadila, pero ¿Quién más lo creía así?
–Thiao ve a buscar todo lo que pilles de mi investigación, necesitamos tener a salvo todo eso antes que Fadila se dé cuenta de lo que yo he hecho.
–No nos pueden ver mucho tiempo juntos creerán que estamos en algo, si nos arrestan a nosotros no podemos hacer nada por Leo.
–Bien, iré con Thiao– dijo Kurok– Luca y Marlen están ya enterados, pero seguirán con sus cosas para no levantar sospechas.
–Bien hecho, hablaremos luego.
Entramos sin problema a los calabozos, y al final lejos de todos los demás prisioneros encontramos a Leo sentado en una orilla mientras la luna iluminaba parte de su celda.
–Leo– dije acercándome a los barrotes.
–Oye hemos sabido todo...
–Cathal– dijo levantando la cabeza.
–Dime
–¿Has hecho lo que te pedí?
–Sí, ya envié las cartas.
–Necesito hablar contigo a solas.
–¿Estas bromeando? No vas hacer que me vaya después de venir aquí por ti– dijo Eiric mientras se agachaba a mirarlo– Ahora dinos como terminaste aquí ¿Fue Fadila quien mato a tu padre?
–¿Qué te dijo? – susurré sin dejar de mirarlo.
–Cada vez– dijo pasando su mano por su cabeza y repitió– cada vez que le pregunte si ella mato a mi padre ella contesto que no.
–Mentía.
–Pero después de decirme que no había sido ella, ella confeso que mato a Augusto.
–Entonces si fue ella, pero entonces si mato a tu padre, ella ya te lo confesó.
–¿No entiendes Cathal? Lo que ella dijo, lo dijo mirándome a los ojos sin titubear. No encontré mentira en sus palabras, y me pregunto si estaba segura de quien era mi padre, lo que significa que ella no ha matado a mi padre, pero si mato a Augusto.
–¿Qué estupidez es esa? – dijo Eiric.
–Que Dalia me ha mentido toda la vida.
–¿Qué...? No, ¿Por qué lo haría? ¿Y por qué le crees?
–Tu padre entonces es...
–¡NO LO PRONUNCIES! – gritó poniéndose de pie mirándonos furioso– no quiero escucharlo, ni leerlo, ni pensarlo, lo escucharé de ella ¡Solo de ella!, así que no digan nada y ni siquiera lo piensen.
–Dioses– dijo Eiric llevando sus manos a la cabeza.
–Leo ya hemos enviado cartas a Liastian, debemos tener respuestas mañana. A Eiric se le ocurrió un plan debemos hacer algo.
–Lo que dijo Fadila es verdad.
–¿Qué?
–Ella me ofreció un trato, talvez si hubiera aceptado no estaría aquí, pero...
–No puedes confiar en ella.
–Anoche ni siquiera sé lo que hice, desperté desnudo pensé que todo había sido obra de Charlotte, pero fue Fadila, ella también me lo confeso. La revisaran y lo más probable es que sea verdad.
–Pero Leo, no podemos rendirnos así nada más.
–Mi idea de morir siempre fue distinta a esta, morir en la guerra hubiera sido más gratificante y honorable.
–No digas estupideces, haremos algo. No morirás, el pueblo no lo permitirá.
–Mi armadura, mi espada...
–La pediremos.
–Dudo que se las entreguen. Tráiganme una hoja y pluma, deseo escribir algunas cosas.
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¿Por qué yo? ¿Acaso no podía tener una vida normal? Drogas, traición, barrotes, muerte. Lo único que había deseado siempre era vivir tranquilo, como soldado cumpliendo en las guerras, decidir dejar mis títulos para poder vivir y hacer lo que me gustaba, pero no había ganado nada. Amaba a una mujer que no podía decirle que la amaba, tampoco plantearme un futuro con ella e imaginarme ser felices como cualquier matrimonio. Mi madre tenía razón, una vez más y por los dioses que la odiaba, me debía explicaciones ¿Por qué me había enviado sin decirme la verdad?
Necesitaba un barco, necesitaba hombres, pero lo principal, necesitaba encontrar la forma de salir de aquí. Me iría de este mundo con odio, resentimiento y arrepentimiento, si podría cambiar las cosas, si podría volver a empezar creo que aceptaría mis títulos, aceptaría quien soy, un príncipe. Un futuro Rey de una tierra poderosa y podría ser más fuerte que mi propia madre y sin duda, mataría a Fadila, pero... allí estaba, con ropa ligera, sucio y descalzo en una celda silenciosa y oscura.
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–Princesa, ¡Princesa! – sentí los pasos y la voz de Bony acercándose por el pasillo con gran desesperación.
–¿Qué te pasa? Si gritas así todos te creerán loca– dijo Clara que en ese momento me cepillaba el cabello.
–Eso no importa– le contesto Bony enojada– A pasado algo terrible.
–Habla ya– me puse de pie mirándola atenta.
–Tu padre ha encerrado a Fadila, estaban con las señoras mayores y confirmaron que Fadila fue violada y no es solo eso, ella acuso a Leo.
–¿Qué?
–Lo encerraron en los calabozos.
–No puede, él no...
–Lo afirmaron ya las señoras, la revisaron y...
–No Bony, Leo no es así, él no le pondría un dedo a esa detestable mujer. Esto debe ser un malentendido.
–Princesa– dijo Clara siguiéndome hacia los pasillos– ¿A dónde va?
–A ver a la anciana mayor, sé que ella me dirá la verdad.
¿Leo había hecho qué? Imposible, sabía muy bien que Leo la odiaba, una de las cosas que hermosamente compartíamos era esa. Leo odiaba lo que Fadila había hecho siempre con los soldados, no podría el ahora cometerlo, no, él no lo haría jamás.
–Princesa– dijo Loreas en la salida del salón de las ancianas– ¿Qué hace usted aquí?
–Necesitaba hablar algo con la anciana mayor.
–¿Segura?
–¿Perdón?
–Si bueno, veo que todavía no sabe nada, pero no seré yo quien le cuente. Solo sea fuerte, usted se ha vuelto una hermosa mujer, ya no es una niña y pronto necesitara que alguien le caliente las sabanas todas las noches – dijo sonriendo y caminando a las escaleras– Oh están las otras ancianas, pero la mayor fue despedida hace unos días.
–¿Despedida?, ¿Mi padre la despidió?
–No, no fue su padre, fui yo, ya estaba muy vieja. Que tenga un buen día.
–Viejo desgraciado.
–¡Bony!
–Ay Clara no hay otras palabras para llamarlo.
¿Despedida? ¿Y ahora que iba a hacer? No confiaba en las demás mujeres y tampoco conocía muy bien a la señora para ir a buscarla al pueblo, ¿Dónde buscar? Dioses.
–¿A dónde va ahora? ¿No será mejor que se quede en sus aposentos hasta que todo se calme un poco? Su padre debe estar furioso.
–Bony ¿Tu realmente crees que Leo hizo esto? – me detuve a mirarla con seriedad.
–Claro que no, él ha estado tanto tiempo cerca de usted y jamás la ha tocado a pesar de todo lo que sienten ambos.
–Debe ser un plan de Fadila– no, no estaba segura, pero ella algo tenía que ver con esto.
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¿Cómo Fadila sabía quién era mi madre? Todo era un secreto incluso para los soldados criados conmigo, muy pocos sabían, dudaba mucho que ellos podían traicionarnos ya que siempre había una lealtad enorme entre ellos y mi madre ¿Habrá sido la madre de Charlotte? ¿Habrá sido ella misma que se enterara cuando chica y lo divulgara? ¿Cómo? Y si Fadila lo sabía entonces Sean y todos los traidores también.
–Me has decepcionado– su voz resonó por todo el lugar, pero no podía verlo. Esperaba que se presentara en algún momento del día y por fin tuvo las agallas de venir. Solo y escondiéndose en la oscuridad.
–Te he servido por años– ni siquiera me animé en ponerme de pie– y nunca te fallé, cuando las cosas estuvieron mal te ayudé, sabías lo que era capaz y lo que no. Aun así, preferiste no escucharme Thion.
–Veo que los barrotes te han afectado como para hablarme tan casualmente.
–Nada de lo que te diga ahora harán que cambien las cosas ¿no?
–¿No tienes vergüenza acaso? Lo que has hecho es imperdonable.
–No he hecho nada.
–¡NO TE ATREVAS! – dijo golpeando los barrotes de mi celda.
–¿Ves que no escuchas?
–Las ancianas ya han revisado a mi esposa y corrobora lo que ha dicho.
–¡Cualquiera puede ser el culpable! ¿No conoces a tu mujer?
–Ya has perdido la cordura.
–¡No Thion! – me puse de pie y me acerqué lo suficiente a él– te dije y te lo vuelvo a decir, tu mujer siempre ha sido una traidora del Reino y lo sabes, pero ahí estas tú buscando a quien culpar cuando realmente la culpable está mucho más cerca de ti.
–No puedo creerte.
–Cuando llegue aquí vi muchas cosas impropias de tus soldados, un día negro que todos recuerdan porque asesiné a muchos soldados dañados bajo tu mando. Soldados corruptos, asesinos de su propio pueblo, violadores y soldados que no hacían lo correcto, después de todo eso enserio ¿Tú crees que yo me convertiría en uno de ellos?
–No vas a suplicar nada ¿cierto?
–Thion, abre los ojos ¡Tú sabes que tu mujer no es fiel a ti, lo sabes perfectamente!, cuando algo ocurre todos en el castillo se enteran. No puedes hacer caso omiso, piensa las cosas antes que tomes alguna decisión, ¡TIENES UN CONTRATO QUE CUMPLIR!
–No hay contrato que se cumpla con esto.
–Entonces eres valiente, no sabes lo que ocurrirá si tu rompes lo que has firmado– mierda Thion me ignoraba como si fuera cualquier persona ¿No valía ningún año que estuve a su servicio?
–Dime a los ojos que no lo hiciste.
–No lo hice– dije mirándolo seriamente sin parpadear.
–¡MIENTES! ¡DIME LA VERDAD! – habló escupiendo salivas y mostrando los dientes como un sabueso. Podía ver su enojo en su rostro rojo, sudado y lleno de venas sobresaliente por su frente.
–Yo no he tocado a tu mujer, ella ha planeado todo esto ¡Como no lo entiendes! ¡Sabes que apoyó a Sean! ¡Sabes que las drogas fueron encontradas en sus aposentos! ¡¿Aun así le quieres creer a ella?!
Él no contestó, el silencio se hizo presente y solo nos miramos sin correr la vista.
–Amo a tu hija, no soy capaz de hacerle algo a tu esposa.
–Lo siento, yo de verdad te consideraba como mi hijo, pero lo que has hecho no puedo perdonarlo, mañana serás decapitado delante de todo el Reino, como un traidor.
– ¡TE ARREPENTIRAS THION! Moriré entonces pero también morirá una parte de tu Reino. La parte que aún cree que tú lograras ser un buen Rey y cuando no puedas dormir en las noches culpándote de lo que hiciste, yo apareceré en tus sueños y te atormentaré hasta que mueras agotado.
–¡Yo si soy buen Rey! –
–¡NO, NO LO ERES Y NO LO SERÁS! Cuando me vuelvas a ver de pie, sin barrotes alguno frente a ti, besaras mis pies. Vivo o muerto te acordaras de mí.
–Disfruta tu última noche.
–¡TE ACORDARAS DE MI!
¿Cómo pude decirle algo así? ¡DIOSES! ¿En que estaba pensando? Thion no se echaría para atrás era tan terco como una mula, soberbio, estúpido e idiota, igual que yo.
Si tan solo supiera de mi madre, ella estaría furiosa, vendría e iniciaría una guerra sin que nadie supiera que yo siendo su hijo había muerto. Arrasaría con todo y no dejaría nada vivo, pero no solo al Reino de Cretos sino también a mis soldados, Cathal en especial. No puedo morir, y yo hice todo para no poder contrarrestar eso.
–Eres el único que puede cambiar su destino.
–¿Qué haces aquí?
–Disfruto de la vista– dijo Loreas.
–Te felicito, lo tenías bastante guardado, ¿Cómo está tu ahijada?
–Me impresiona que no te hayas desecho de ella, pero bien supongo que tardara en volver a caminar sin dificultad.
–¿Desde cuándo?
–Oh no lo tomes personal, esto que está ocurriendo no es culpa tuya sino de los que vivieron antes de ti. Tus hermanos, tu madre, Augusto. Si fueras otra persona claramente no te estaría pasando.
– Eso no tiene sentido ¿A qué has venido?
–Fadila te dejó una proposición, y aun espera que tú decidas– dijo lanzándome un broche de una flor– pon eso en la ventana si tu respuesta es firmar esos documentos y ella podrá liberarte de aquí. La decisión es tuya, o sigues con el juego de buscar un culpable y vengar la muerte de tu supuesto padre o elegir vivir. Vivir con tú hermosa y pura Princesa a las sombras de Fadila.
–Si salgo vivo de esto, más te vale escapar de mí.
Si logro salir de aquí, necesitare una lista para no olvidar a quienes me traicionaron y los hare sufrir, añorarán la muerte.
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–Padre– entre sin permiso y sin medir nada a sus aposentos. Gracias a los dioses que lo encontré solo sentado con una copa de vino en su mano.
Él al verme me miro sin una expresión en su rostro, bebió su copa y miro hacia la ventana ignorándome.
–Explícame que está pasando, no entiendo nada. Tú sabes que Leo es incapaz de hacer eso y mucho menos con Fadila.
–¿Qué quieres que te diga? Estas tan involucrada que lo defenderías a toda costa y yo no sé en qué pensar. Quiero creerle a él, pero también a mi mujer, tampoco es un tema que debería hablarlo contigo.
–Padre, Fadila ha tenido un comportamiento errático este último tiempo, apoyo a Sean, ni siquiera estuvo cuando la droga estalló y en vez de disculparse contigo todos los días, ella fue la que se enojó contigo.
–Helina tú no la quieres y nunca lo has hecho.
–Eso es cierto, pero eso no nubla mi juicio.
–Pero sí que ames a ese hombre.
–Y él también me ama, es lo que lo hace incapaz de hacer algo como esto.
–¡Helina, yo los vi! ¡LOS VI A LOS DOS!
–No...
–¿Mis ojos mentirían? ¡NO!
No, no podía ser cierto. Si mi padre los haya visto a los dos juntos ¿Cómo es que aun yo sentía que Leo no era culpable?
–Leo nunca te ha fallado, no puede...
–Y lo hizo, déjate de confiar en todos como si fueras una niña pequeña ¡ÉL NO TE AMA! ¡ESTAS VIVIENDO UN CUENTO DE LA PEQUEÑA PRINCESA ENCONTRANDO SU AMOR VERDADERO!
–Papá...
–¡EL AMOR NO EXISTE! ¡TE TRAICIONAN Y TE HIEREN, DEJA DE CREER EN ÉL!
–No puede, él no...
–Sí– dijo agarrándome las manos. Yo no podía creerle no, no ahora, no Leo– te pediré que no vayas a verlo, el haría todo para poder cambia lo que te acabo de decir. Entiendo que lo ames y que estés embobada con ese hombre, pero eso solo te hará ciega y no veras lo que realmente está ocurriendo.
–No lo mates papá, no lo hagas por favor– mi estómago se estrujaba. Thion era tan difícil de persuadir, pero quizás ahora el solo podía contar conmigo y yo con él.
–Sabes cuál es el castigo a esto– sus palabras eran flecha en mí, tenía que convencerlo. Dioses que era difícil.
–Hazlo por mí, por favor papá, no te pediré nada, aceptare todo lo quieras hacer de aquí en adelante con mi vida, pero no lo mates por favor. Castígalo envíalo lejos pero no lo mates– le dije llorando que más podía hacer.
–Thion– escuche la voz de Cathal en la puerta.
–Sal de aquí no te quiero ver.
–Mi Rey tiene que escucharme– dijo Cathal entrando con unos papeles en su mano.
–Papá...
–Helina a tus aposentos ahora.
–Mi Rey, escucha antes de tomar las decisiones, eso te hará sabio– dije secándome las lágrimas y mirándolo seriamente. No esperé respuesta de él, volteé hacia la puerta sin antes mirar a Cathal que me miro unos segundos con seriedad.
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–Escuche lo que tengo que decir. No hace falta que diga algo solo hablaré y dejare esto aquí, usted tiene que pensar con sabiduría lo que le diré.
–Hoy no sé ni en quien confiar, ni con quien hablar así que habla ya antes que te saque de aquí.
–Mi Rey tengo información sobre la investigación de Eiric, la droga...
–Pásame para acá– dijo agarrando enojado los papeles y sentándose a leer– ¿La planta?
–Sí Señor, la misma que Sean trajo como regalo, con una hoja de ellas se puede hacer 5 frascos de veneno. Hasta el momento la planta ha perdido muchas hojas y creo con todas mis fuerzas que alguien aquí la está fabricando.
–¿Viniste a mí solo por esto?
–No Señor, solo pedirle que tenga en consideración esto y que mande a revisar cada rincón del Castillo en especial de la gente que fue involucrada indirectamente con la droga.
–¿A mi esposa cierto?
–Sí mi Rey.
–Está bien– dijo poniéndose se pie y buscando en su mesa unos papeles– Los firmaran todos excepto Leo. Todos ustedes los 6 lo llevarán a Liastian y ustedes volverán después de ir a dejarlo, serán leales a mí. De acuerdo a esos documentos si no vuelven en ese lapso de tiempo mandare a buscarlos vivos o muertos ¿Me entiendes?
–Si mi Rey.
Que hombre más tonto. Había un contrato mucho más importante que estos papeles y que sin duda estallaría la ira de alguien mucho más poderoso que él. Esto era insignificante y Thion no se acordaba del contrato, en este preciso momento, donde lo veía a los ojos como era cegado por mentiras lo odie y puedo decir que mi lealtad hasta aquí llegaba. No cantare victoria por sus palabras, simplemente porque no dijo cómo o en qué estado llevaremos a Leo a Liastian. Dalia me castigará sin duda alguna.
–Bien, ¿vamos? – Se puso de pie sin esperar nada y caminó a la entrada.
–¿Señor?
–Junten a un grupo de soldados– dijo a un grupo de 8 que estaban fuera de sus aposentos– quiero que revisen los cuartos, habitación por habitación, suelos, muros, cuadros, cajones, todo. Cualquier persona que tenga frascos con líquidos, papeles extraños, hojas de plantas me los traerán al salón.
–Si mi Rey– contestaron a coro.
–Ustedes 5 acompáñenme a los aposentos de mi esposa.
–Mi Rey ¿La Princesa?
–Revísenle también, que nadie quede ajeno, hay ratas en el castillo que necesito que limpiemos hoy.
–Si mi Rey.
Thion por fin me había escuchado, no sabía si podía hacerlo cambiar de opinión, pero quería salvar a Leo, no podía dejarlo morir. No, Leo no morirá.
Como había planeado, los frascos fueron encontrados en los aposentos de Fadila, más tarde también se encontraron en dos de los consejeros del Rey, y hojas en las habitaciones de las ancianas. Se descubrieron cartas con Sean y la posible guerra que se estaba organizando para tomar Cretos. Thion ordeno no avisarle a Fadila que estaba encerrada en otra habitación en lo que se dictara la sentencia asique no tuvo como saber nada.
Cuando el sol llego a iluminar la tierra, mucha gente comenzó a reunirse en la plaza del Reino, ansiosos de ver los castigos y las ejecuciones que Thion iba a dictar. Por otro lado, como había dicho el Rey, un barco se preparó para nuestro viaje quería llevarme a Leo con vida, ansiaba solo eso.
Thion no perdono a nadie. A la ahorca fueron todos los que en el día de ayer por la noche se encontraron rastros de traición, las ancianas, los consejeros, algunos guardias, pero lo más extraño es que Loreas no salió como culpable siendo que Leo lo había mencionado.
Nos agrupamos todos, Lucas, Marlen, Thiao, Kurok, Eiric en primera fila, pero rodeado de más soldados, el Rey era inteligente por si quisiéramos hacer algo. El ruido de la gente era bastante fuerte, gritos y más gritos, hacían entender que disfrutaban de la muerte, con cada persona que se subía a lo alto para aceptar una soga en el cuello, ellos más gritaban. Los cuerpos defecándose y moviéndose por la falta de aire, otros desnucados y los gritos iban en aumento. No contribuían en nada para que Thion sea piadoso, no lo fue, con ninguno de ellos.
–Tranquilo– dijo Eiric viéndome como mis manos temblaban.
Ya habíamos hablado de lo que ocurriría si Thion quisiera ejecutarlo, anunciaríamos realmente quien era él y esperábamos que algunos de los soldados que se criaron con nosotros pudiera defendernos, teníamos todo para perder y más si Dalia no había contestado ninguna carta.
–Todo saldrá bien, hay que ser positivos– dijo Thiao a mi otro lado– hable con Laurel y espero que pueda terminar de convencer a Thion, aun no puedo creer lo ciego que esta.
–Es estúpido, imbécil, tratar así a nuestro hombre siendo que hemos servido con lealtad y le hemos dado muchas victorias, la tierra del norte es del, gracias a nosotros– dijo Kurok enojado.
–Debe estar drogado– dijo Eiric.
–¿Qué? – pregunté.
–Sí, no ven lo enojado que ha estado.
–Con una acusación de tu Reina crees que estaría calmado– dijo Thiao.
–No hay otra explicación, porque se obsesiona en castigar a Leo, siendo que sabe cómo es su Reina– contestó Eiric.
–Puede que tengas razón, Thion está actuando muy distinto.
–Vaya sorpresa tendrá cuando sepa que él es...
–Un gran estúpido– dije apretando la mano de Eiric. El me miró sorprendido y comprendió que era un secreto que no fue permitido divulgar.
El padre de Leo... no, no lo puedo ni pensar.
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Mi padre no escuchaba, no a mí. Estaba tan aterrada por lo que ocurriría hoy, nerviosa por lo que se descubrió, sabía que habían pillado algunas cosas en aposentos de las ancianas y algunos consejeros, pero no sabía aun que era lo que encontraron. La mañana comenzó cruel, por otro lado, estaba agradecía que Loreas había despedido a la anciana mayor sino hoy estaría viendo su cuerpo colgado frente a todo el Reino.
Las ejecuciones se hacían en la plaza central, mi padre se sentaba en un trono que siempre instalaban, y yo junto a mis sirvientas debíamos estar presente a su lado. No me era permitido demostrar debilidad ante el Reino siempre que se hacían estas cosas debía mirar y permanecer a su lado hasta que todo terminara, dudaba muchos que hoy podría cumplir con mi deber.
Quería llorar, quería gritar, sabía que me derrumbaría en cuando viera a Leo, y me preguntaba una y otra vez ¿Habrá esperado que yo lo fuera a ver? ¿Comprendería que mi padre no me lo haya permitido?
Amo a ese hombre y hoy estaba por perderlo ¿Por qué tarde en darme cuenta? Quería decirle que lo amaba, quería decirle que quería estar con él el resto de mi vida, pero ya no podía llegar a él.
¿Papá mentiría? No podía comprender como Leo pudo estar con Fadila, si mi padre dijo que los pillo en el acto, mi imaginación solo me traía mucho dolor, pero parte de mi aun negaba tal afirmación.
–Mi Rey, usted sabe que siempre he estado a su lado, mucho más que incluso todos sus consejeros ¿Si yo le confesara algunas cosas, me podría dar una muerte digna?
La gente era tan alborotada tiraban piedras a los acusados sean o no culpables ya los tenían en la mira, mi padre no mostro nada de compasión, me extraña ya que él no era así. Podía observarlo como seriamente miraba todo el espectáculo, no hizo ninguna seña de alguna emoción en su rostro más que cuando se acercó Laurel y comenzaron a conversar.
–Laurel habla hombre, no sería el Rey si no fuera por ti– dijo mi padre mirándolo, yo solo baje mi rostro y me concentre en escuchar entre tanto ruido de la gente– no te daría muerte por algo del pasado asique solo habla ahora antes que todo esto comience.
–Usted sabe que entre los soldados siempre se habla de algunas cosas que no siempre son real, pero puede que lo sean, yo he sabido algo que no sé si es verdad, pero con todo eso ultimo quiero creer que sí. Hace mucho tiempo yo conocí a un hombre bastante joven que estaba muy enamorado de una mujer que lamentablemente ya había sido desposada por un Rey, un Rey poderoso y más viejo, pasando los años este hombre también se hizo Rey casándose con otra mujer, aun así, la siguió amando. Un día los dos reinos se juntaron en una celebración y el amor de este joven hombre con aquella mujer se hizo evidente, consolándola porque ella había perdido a uno de sus hijos ellos simplemente concretaron su amor.
–¿Por qué me cuentas esto? – dijo mi padre mirándolo un tanto enojado. Luego volteo a mirarme y yo rápidamente voltee la mirada como si conversara con Bony quien me miro extrañada. Laurel continuó.
–Porque sé que esto se repitió muchas veces y cuando el otro Rey descubrió la infidelidad de su esposa fue y estuvo también con la esposa del joven Rey, pero su venganza no termino ahí.
–¿Reconoces esto? – dijo Thion sacando de su bolsillo una insignia o sello verde– Si lo haces entonces déjate de juegos y habla con nombres quieres.
–Por supuesto que lo conozco, es el sello que el Rey August le dio a Fadila.
–Ahora si tu historia tiene sentido, ve al grano quieres.
¿Fadila estuvo con Augusto? ¿El esposo de Dalia?
–Cuando Dalia fue descubierta por su esposo ¿Por qué Augusto solo fue y te quito a tu mujer? Para un hombre tan fuerte y frio como él ¿Cree usted que se haya quedado tranquilo solo con meterse con su mujer? No, rumores dicen que Dalia tuvo a su último hijo y que no era de Augusto.
–Si esos rumores fueran verdad ¿Por qué Augusto no vino por mi cabeza?
–¿Y quién dijo que no intento venir? Justo en ese invierno falleció
–Laurel, ¿Por qué ahora estas por decirme todas estas estupideces? Si sabía sobre ese rumor ¿Quién no?
–Porque la responsable de que August esté muerto esta frente a usted. No por querer salvar a su amado esposo sino porque la única manera de regir un Reino sola, sin su Rey es tener un hijo. Si Thion moría a manos de August, Fadila no sería nada hoy y solo Helina heredaba.
–El informe de Eiric hablaba de esa droga.
–Sí, la droga con la que posiblemente murió August es la misma que encontramos hoy en los aposentos de su mujer ¿Se ha sentido de malhumor este último tiempo?
–¿Crees que ella es capaz?
–Sí lo creo Señor, por los dioses y por todo el tiempo que he sido leal a usted, creo que debe saber estas cosas con detalle ¿Por qué cree que Fadila siempre lo hostigó con un hijo, pero nunca la hemos visto interactuando con niños?
–¿Ella intervino solo para salvar su trono? ¿Dalia al final, tuvo un hijo o sigue siendo un rumor?
–No lo sé mi Rey, sabe usted que Dalia es muy difícil de descifrar.
–Sería una tontería muy grande, preferiría que no lo vuelvas a mencionar, solo es un rumor.
–Sí mi Rey.
–Ahora dime, ¿Mi mujer es una adultera? ¿Crees que esto es parte de otro plan de ella?
–Mi Rey
–Dime la verdad, sabia algunas cosas, pero quiero escucharlo de alguien que nos conoce hace muchísimo tiempo.
–Sí mi Rey, debo decirle que no es una mujer muy buena, y lo más probable es que ella haya planeado todo esto y nuestro General solo fue engañado.
–¿Debería perdonarlo? ¿Eso es lo que dices? No lo creo.
Próximo Capítulo: 30.-Condenado es
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