Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

25.- La Droga Harag


Al llegar nos dimos cuenta que Marcus había soltado a Leo y este robándole una daga lo tenía acorralado en la muralla. Lo estaba ahorcando con una mano y con la otra le clavo la daga en el estómago del soldado.

–Leo– susurré.

–¿Qué has hecho? – dijo Kurok sorprendido acercándose un poco.

–Mi General– dijo Marcus con mucha dificultad mientras sus labios se manchaban de sangre y su cuerpo perdía el aliento.

Pero Leo no se detuvo, saco la daga con rapidez del cuerpo de Marcus y se abalanzo al hombre más cercano. Kurok lanzó un golpe al frente con su espada, pero Leo la esquivó con rapidez agachándose y enterrando la daga en la parte trasera del muslo de su hombre. Con rapidez le quitó la espada y se posicionó al frente, Kurok cayo de rodillas al suelo mientras se quejó de dolor.

Corrí a ellos– lo decapitara– pensé. Conocía sus movimientos y llegué justo para chocar espadas con él a centímetros del cuello de Kurok. Thiao también choco espadas.

–No quiero matarte.

–Yo sí– dijo con una voz ronca.

–Hay que quitarle esa espada– dijo Thiao entre dientes.

Leo hizo fuerza y tiro mi espada a un lado, y con rapidez choco otra vez su espada con Thiao mientras le daba una fuerte patada en el rostro a Kurok que aún estaba arrodillado. El golpe fue tan fuerte que hizo hasta voltearlo cayendo de estómago al suelo.

–¡Detente Leo! – le grite mientras otra vez ataqué. Estaba dándome la espalda, pero supo mi movimiento y doblando la cabeza esquivó mi ataque, para darme una buena patada en el pecho que me dejo sin aire.

–No eres tú, deja de pelear– dijo Thiao que continuaba chocando espada una y otra vez.

–Somos tus hermanos– dijo Kurok arrastrándose a un lado y poniéndose de pie con dificultad. Me miro y supe que esto no sería nada fácil.

Leo continuó. Thiao, logro sujetar la mano de Leo que sostenía la espada y empujándolo contra la pared, le golpeó la cabeza con esta. Kurok por otro lado al darse cuenta de esto, se puso de pie y con rapidez le quitó la espada de la mano. Leo comenzó a golpear a Thiao con fuerza e intercambiaron posiciones arrinconando a su hombre contra la pared, al verlo todos nos abalanzamos otra vez más, Leo no necesitaba armas. Sus ojos estaban oscuros como negros por el derrame y le daba una mirada bastante terrorífica y cruel.

Podía admitir que el miedo era constante, me intentaba concentrar, pero era tan obvio que estábamos perdiendo solo por un hombre segunda vez en mi vida que sentía las piernas flaquear y las inmensas ganas de salir corriendo de ese lugar, temía por mi vida.

Leo dejo con rapidez inconsciente a Thiao, su rostro estaba completamente bañado en sangre y a pesar que Kurok lo había tomado fuertemente por la espalda, él no se detuvo. Golpe por golpe, lo estaba matando al frente de nosotros. Agarré uno de sus brazos y fue el único momento que dejo a Thiao y me dio de lleno en la mejilla derecha, pero Kurok también lo golpeó fuertemente en el estómago dejándolo encorvado mientras seguía forcejeando con él. Thiao solo cayó al suelo apoyado en la pared sin moverse mientras su ropa y la madera del piso se teñía de sus propios fluidos.

Sentí un ruido sordo y agudo en mi cabeza, y estaba un poco mareado por el golpe que me había dado.

–¿Te gusta? – dijo Leo volteándose con rapidez y con su cabeza golpeo la cara de Kurok rompiéndole la nariz y cayeron al suelo– Si te gusta– agregó este, con una sonrisa roja subiéndose encima de Kurok.

Agarre la daga que estaba tirada en el suelo mientras los dos se golpeaban y me abalance otra vez subiéndome en la espalda de Leo, lo apuñale en el hombro el mismo hombro que solo horas atrás le habían sacado los puntos, él agarro mi mano con la daga y no me soltó. Luego con una gran y fuerte patada dejo inconsciente a Kurok que suspiro fuertemente antes de desmayarse tirado de espalda en el suelo.

–¡Leo escúchame! – le grité aun montado en su espalda, él simplemente camino con rapidez hacia atrás golpeándome con la pared y se dio vuelta a mirarme, puso sus manos en mi cuello y comenzó a presionar– No, Leo– dije mientras me quedaba sin aliento– Helina no te lo perdonara– luche con él, pateándolo y dándole rodillazos, pero no me soltaba.

–Siempre has sido una rata ¿No cierto Cathal?, la rata de mi madre– dijo mientras me iba deslizando por el suelo hasta la orilla de la puerta.

–Le..o

–Hoy la rata morirá– se posicionó entre mis piernas y no pude seguir luchando– te dije que te iba a matar.

Comencé a sentir la desesperación, los ojos como se me calentaban, el dolor en mi garganta y como poco a poco la vista comenzó a nublarse y lo único que veían mis ojos era el rostro de este hombre con fuego en sus ojos y sus dientes apretados mientras mi vida, se iba yendo. No quiero morir.

–¡Leo! – escuche la voz de Eiric.

–Sáquenlo – mi voz ni siquiera la escuche.

Pude ver los brazos de Eiric rodeando a Leo, pero no me soltaba y sentí miedo, no quería morir, no así.

De pronto un poco de aire fluyo a mis pulmones y respire con gran desesperación, Kurok había recuperado la conciencia y junto con Marlen que también había llegado a pasos de Eiric, lo sostuvieron entre ambos y lo tiraron al suelo mientras que otros dos soldados aguardaban cualquier movimiento. Leo tenía una fuerza tremenda y aunque jadeaba y transpiraba seguía intentando luchar con los demás.

–Thi...ao– trate de decir.

–No hables, no hables– repitió Eiric que se acercaba hincándose a mi lado y miraba constantemente a los demás– Tranquilo, él está bien, va a estar bien– su respirar estaba tan agitado que podía sentirlo constantemente en mi cara– Dioses que te ha hecho.

–Mar...cus.

Eiric al escucharme volteo a mirar a un soldado que se acercaba tocando el cuello de aquel hombre, pero solo su movimiento negativo me hizo entender el deceso de aquel soldado.

Agarré los bordes de la armadura de Eiric y no lo solté, el volteaba contantemente a ver a Leo que gritaba mientras apretaba los dientes, pero se mantuvo ahí a mi lado acariciándome las manos.

–Tranquilo, te llevare, no sé a dónde, pero te llevare lejos de él.

Yo le decía que no con mi cabeza, no, no podía alejarme de Leo, no estaba consiente, no era su culpa.

–Cathal te entiendo– dijo agarrando mis mejillas– se lo que quieres hacer y lo que quieres decir. Pero no permitiré que te vuelva a hacer daño, sé que no es él, pero no te dejare mientras ese bastardo este en esa condición. Vamos– dijo poniéndome de pie y pasando mi brazo por detrás de su cuello– Hagan lo que el Rey ordenó, luego nos vemos, Kurok, Marlen tengan cuidado.

**********************************

Me sentía terrible, como si estuviera viviendo un sueño. Mi cuerpo se movía solo por la inercia, me dolía cada parte de mi cuerpo y sentía que en cualquier momento iba a desmayar.

Fui escoltada por casi 8 soldados a los aposentos de ellos mismos hasta esperar instrucciones de mi padre. Bony y Clara estaban a salvo y junto a ellas me sentía un poco más tranquila pero claro, no les conté lo que había vivido, eso me lo llevaría a la tumba.

Me asomé por una ventana y permanecí ahí un buen tiempo. De vez en cuando entraban soldados heridos por el pasillo y supuse que las ancianas y los eunucos estaban a salvo.

–Iré a ver a los heridos.

–Princesa quédese aquí y descanse.

–Necesito ver a la gran madre.

–¿Paso algo?

–No, no, solo quería saber lo que pensaba sobre todo lo que está ocurriendo y si podemos ayudar en algo ¿Crees que estaría correcto en vez de quedarnos aquí sentadas sin hacer nada? –

–Tiene razón, la acompañaré– dijo Clara poniéndose de pie.

Así sin más salí de esa habitación convenciendo a los guardias que no iría a ningún lado y que mi padre no los regañaría después. Caminé al fondo y me encontré con una escena como si volviéramos a las guerras.

–Traigan agua aquí– dijo una mujer mientras limpiaba las heridas de la pierna de un soldado.

–Necesito ayuda– grito otra mientras trataba de sujetar a un hombre con una pierna rota.

–¡Gran madre! – la vi a lo lejos y con rapidez llegué a su lado.

–Helina– dijo sorprendida mientras volteaba a un soldado– pero ¿Qué haces aquí?, este lugar no es digno de ti. Obedezca a su padre y vuelva a los aposentos que se le asignaron.

–Nada de eso mujer– dije levantando la voz– estos son mis soldados, mi gente. ¿Crees que podre estar tranquila mientras todo es un caos por donde le mires? Vine a ayudar, dime, grítame, ordéname yo obedeceré– dije mirándola seria y atentamente.

Ella al mirarme que hablaba decidida, soltó un gran suspiro y asintió con la cabeza.

–Bien lo diré solo una vez, persona que llegue, persona que hay que limpiar sus heridas y luego suturar o echar esa mezcla que tengo allí– dijo apuntando a una gran olla.

–Bien– dije remangándome las mangas del vestido.

–Clara, tú con ese hombre y Bony con aquella mujer.

En el lugar no solo había soldados, sino algunas mujeres, seguramente sirvientes, concubinas y doncellas. El lugar estaba distribuido muy bien, había mesas por todos lados, jarros con agua, mantas, vendajes y esa extraña mezcla de la anciana que desprendida un olor fuerte a mandrágora junto con un color verde musgo.

Por la ventana de ese lugar se podía ver directamente la entrada de los calabozos. Entraban muchas personas agarradas de los brazos por soldados que forcejeaban fuertemente con ellos, y en un momento me pregunte ¿Si los calabozos serian suficiente para tanta gente?

Atendí a un hombre con un gran corte en su cara, gracias a los dioses no comprometía sus ojos, más bien se parecía mucho a la marca que Kurok tenía en su rostro.

–Quédate quieto– dije mientras le suturaba. Podía notar su dolor, sus manos agarradas a la mesa mientras apretaba los dientes, sabía perfectamente quien era yo y se mantuvo bastante tranquilo.

–Helina, termina ahí y ayúdame aquí– dijo la anciana mientras le habían traído a otro hombre con su rostro desfigurado e irreconocible– No estúpido, no lo pongas de espalda, no ves que se ahogara– regaño la anciana mientras con un trapo le pego a un soldado– ¡Helina! – volvió a llamarme.

–Voy– dije terminando con este hombre y pasándole un vaso con leche de amapola– aquí alguien que lo venda– con rapidez llego otra mujer y comenzó a vendarlo.

–Gracias Princesa– dijo el hombre mientras me marchaba.

Cuando llegue donde la anciana, esta había podido con la ayuda de otra mujer sacar la armadura del hombre y la dejo sobre una silla.

–Ordéname.

–Bien, trae esos trapos– obedecí de inmediato y al fondo por fin vi a una cara conocida, Eiric.

–Helina, concéntrate échame agua aquí.

–Si Señora.

Atendimos al soldado con gran rapidez. La anciana se notaba que tenía muchos conocimientos de todo se manejaba muy bien con las suturas y como acomodar a las personas según sus heridas.

–Gran madre– dijo uno de los eunucos que también estaba ayudando allí– tengo un soldado que quiere que usted vaya a verlo afuera.

Eiric, pensé mientras volteé a ver sin encontrarlo.

–¿Cómo?, no ven que hay mucho que hacer aquí.

–Gran madre vaya, yo término aquí, puede ser grave.

–Estos hombres creen que son mas importante que los que están aquí– dijo soltando un paño en el agua.

–Tranquilo– le dije al soldado que había despertado y comenzaba a mover sus manos y con uno de sus ojos me miraba– escúchame, todo está bien. Soy la Princesa Helina, estoy aquí y te cuidaré– el pareció comprender y con su mano me hizo cariño en la mejilla.

Por un momento sentí ese gesto tan familiar que me llevo a voltearme y mirar su armadura. La reconocí de inmediato, era uno de los comandantes, pero su rostro estaba tan desfigurado, ensangrentado e hinchado, que solo podía ver su ojo derecho que me miraba atentamente.

–¿Quién eres? – dije mientras hacía presión con un paño una de sus heridas– ¿Dónde están los demás?

Fue entonces que con sus dos manos hizo el gesto de un arco y una flecha, Thiao.

–Dioses, ¿Qué te ha ocurrido?, ¿Todos están bien? ¿Qué paso? – dije, pero comprendí que apenas él podía hablar– lo siento, soy una tonta esperando que me contestes. Iré a ver en un rato más y te traeré noticias.

–¡Hey! – gritó la anciana desde la entrada– tú mujer, lleva leche de mandrágora a dentro. Haz que la tome, no importa que le duela tiene que beberla hasta el fondo.

–Si Señora.

–Querida– dijo acercándose a mí– ¿Sabes a quien tienes entre tus manos?

–Sí, recién lo supe.

–Entonces sabrás– dijo acercándose a mi oído– tu amado fue el responsable– seguramente ella vio mi asombro y sorpresa en mis ojos que con rapidez agrego– Allí adentro esta Cathal y Eiric, ve a verlos ellos te explicaran, pero por ningún motivo debes ir a ver los calabozos, entérate como dejo a su propio hombrecillo.

–¿Cathal? – ¿la cara de Thiao era obra de Leo?

–Ve, yo me encargo de vendar a este hombre.

Camine seguida por dos guardias y llegue a una habitación con luz tenue donde Eiric me daba la espalda.

–¿Puedo entrar?

–Princesa– dijo Eiric poniéndose de pie.

–Lamento mi intromisión.

–Entra, no importa ya estás aquí.

Entre cautelosa sin sacar mis ojos de él, la actitud de Eiric ya no me sorprendía simplemente era así y solo atine a sonreírle forzosamente.

–¿Cómo está?

–Durmiendo– dijo volviendo a sentarse en una silla.

Cathal estaba recostado en la cama, pero mientras me iba acercando pude ver una gran marca roja en su cuello que comenzaba a tornarse morada, tenía su pómulo izquierdo y parte de su labio del doble del tamaño y con un poco de sangre. No se veía tan mal pero su cuello claramente preocupaba un poco.

–Lamento lo que ha pasado, nunca imagine que después de salvarme el...

–Nadie lo pensó– dijo interrumpiéndome – o talvez sí se nos pasó por la cabeza, que tres de nosotros no podría con Leo. El error fue de nosotros ellos debieron esperar a Marlen.

–Eiric no te culpes.

–No Princesa– dijo volteando a mirarme– los errores no deberían ser permitidos, porque cobran vidas y esta noche muchas vidas están siendo cobradas. Es muy pronto para saber el número de este desastre. Y mientras Leo y Cathal están como están, yo estaré a cargo de todo– prosiguió poniéndose de pie– No más errores.

**********************************

(Por Eiric)

Dioses, no podía quedarme hablando con ella mientras afuera estaba todo mal, si ella quería dar pena o ayudarme en algo se debería quedar allí sin hacer problemas. No era la única, éramos todos viviendo lo mismo, ni siquiera estaba seguro si August, el maldito bastardo del Este había logrado escapar.

Deje a Helina junto con Cathal y mientras caminaba por el pasillo en dirección a la salida escuche algunas cosas cayéndose en unos de los aposentos.

–¿Quién es? – dije entrando con mi mano en la empuñadura.

–Lo siento Eiric, no me encuentro muy bien– dijo Kurok sentado en el suelo.

–¿Qué te pasa te golpearon la cabeza?, Levante ya.

–Bota eso– dijo Kurok señalando un jarrón.

–¿Bebiste?

–No es temprano para eso.

–¡No imbécil!, ¡¿Qué si bebiste del maldito vino de allí?!

–Solo un vaso.

–Oh si eres estúpido e ineficiente, es entendible que tengas sed, pero después de que medio mundo ande drogado ¿No te dio alguna señal para no tomar cualquier cosa que encuentres?

–Dioses.

–Levántate y ven conmigo. Juro que si me atacas te someteré sin dudarlo, así que no lo hagas– dije tomándolo del brazo derecho y levantándolo.

–¡Ten cuidado Eiric, mi pierna!

– Apóyate en mí, ¿Ya te cerraron esa herida?

–Sí, ya he ido a verme.

–Kurok, de verdad te mataré si me atacas.

–Te avisaré.

Caminamos por el pasillo hasta que nos encontramos con la salida, allí aún permanecían unos 20 o más soldados, no los pude contar.

–Tú, tú y tú acompáñenme a los calabozos– los tres soldados accedieron dándose cuanta con rapidez que Kurok estaba con la droga en su interior– sigue hablándome hasta llegar allá.

–Si Eiric. Estoy un poco mareado, espero que no te moleste que me apoye un poco en ti.

–Claro que me molesta, solo apuremos el paso.

Los síntomas descritos por Kurok a medida que nos acercamos a los calabozos no me sacaban dudas de su condición. Por otro lado, la ciudad aún estaba agitada, se escuchaban gritos en el aire, pero no sabía de qué parte de ella venían. Era una noche hermosa y bastante estrellada pero muy poco tranquila.

–Comandante– dijo un soldado acercándose.

–Dime soldado– Kurok aún seguía hablando, pero ya comenzaba a hablar incoherencias.

–El calabozo está casi lleno, falta la gente del pueblo. Hemos amarrado a algunos a la intemperie por ese lugar– dijo apuntando hacia atrás del calabozo.

–¿Casi lleno?

–Señor, hemos puesto algunas celdas intercaladas.

–¿Por qué razón soldado?

–Los encerramos, pero se intentaron matar uno a otros por las celdas continuas.

–Señor– dijo un soldado en la entrada bajando la cabeza y entramos.

Bajamos unas grandes escaleras hasta llegar a este sombrío y hermoso lugar. Y como había dicho el soldado, había incluso una revuelta dentro de cada celda, entre los barrotes se golpeaban y el ruido era bastante fuerte.

–Eiric– dijo Kurok apoyando el mentón en su pecho.

–Amárrenlos, a todos ¡Que no quede hombre libre dentro de su propia celda!, brazos alzados sin posibilidad de golpearse ellos mismos.

Pude notar que casi al final de todos estaban Lucas y Leo, sentados en una silla con los brazos estirados y amarradas a las rejas, además le habían cubierto la cara y permanecían inmóviles

–Buena táctica– le dije a Marlen viéndolo sentado en el suelo– ¿Te dieron mucha pelea?

–No tiene gracia.

–Amárrenlo– le ordené a unos soldados. Ellos tomaron a Kurok y lo pusieron igual que los demás

–¿Qué hay de ti?

–Sediento– conteste caminando a él.

–Sí, también yo. Me muero por una jarra de vino.

–Soy capaz de traerte una.

–¿Y drogarme también?

–No, me refiero a que realmente si pudiéramos beber te traería una copa. Pero no lo haré para ser igual que Kurok.

–¿Bebió?

–Sí

–Oh maldito imbécil– dijo soltando una risa nerviosa– por lo que veo somos los únicos que quedamos. ¿Cuánto durara la droga?

–Depende de lo consumido, puede tardar tres o cuatro días, incluso menos.

–¿Cómo sabremos si están bien?

–Supongo que habría que probar, ¿Por qué no amarraron también sus pies? – pregunté mirando a Lucas y Leo– ¿Me escuchan?

–Sí, extrañamente cuando le tapamos las cabezas se tranquilizaron bastante, así que no creo que sea necesario amarrar sus pies.

–Esperemos que no.

–¿Cómo esta Cathal?

–Vivo, con unas buenas contusiones, no podrá hablar por unos días, pero estará bien.

–Leo no lo creerá cuando este consiente.

–Que se vaya a la mierda.

–Eiric ¿Enserio crees que, si Cathal hubiera tenido el destino de Marcus, él se mantendría bien?

–Lose, solo estoy molesto.

–¿Thiao?

–Recuperándose, pero aun lo estaban limpiando.

Tenía razón, después de todo ellos tenían un lazo inquebrantable, era yo quien no lo podía perdonar y tenía un gran conflicto entre saber realmente lo que hizo fue por la droga y por segundos Cathal estaba vivo.

–¡Salgan todos! – escuché la voz del Rey entrar y resonar por todo el lugar.

Marlen rápidamente se puso de pie y en cosa de segundos llegó Thion a nuestro encuentro.

–Necesito hablar con Leo, márchense.

–Si Señor– dijeron todos los demás.

–Thion, es peligroso– dije bajando mi cabeza.

–¿Tu eres el que descubrió la droga?

–Sí mi Rey.

–Quédate entonces, los demás fuera– dijo acercándose a los barrotes–Leo, ¿Sabías de esta droga?, ¿es el frasco que encontraste?

Las cadenas con lentitud sonaron y Leo movió su rostro incorporándose en la silla.

–¿Sabes dónde encontramos ese frasco Thion? – dijo su voz ronca.

–No, por eso te estoy preguntando, sé que no estás bien, pero necesito que hagas un esfuerzo y me digas lo que sabes– dijo acercándose más a los barrotes.

–Mi Rey– dije atento a Leo. No quería ver su rostro, siempre lo he encontrado atractivo pero aterrador y ahora con sus ojos negros, asustaba aún más.

Justo cuando pensaba en lo horrible que se veía el Rey estiro su mano y le saco la funda negra de su cabeza.

–¡Donde tu mujer! – gritó Leo mientras se puso de pie e intento pescar el brazo de Thion, yo solo atine a empujarlo hacia mí.

–¡Leo! – grité mientras sujetaba aun al Rey.

–¡TU REINA TENIA ESAS MALDITAS BOTELLAS! ¿Crees que has sido un buen Rey, haciendo la vista gorda con la actitud de tu propia perra? ¿Qué clase de Rey eres que dejas que se revuelque con tus soldados? Eso lo sabes ¿no? Tu Reina trabaja con Sean, es una maldita perra traidora.

–Thion no necesita usted escuchar todo esto.

–Déjalo Eiric, no hay nada mejor que escuchar la verdad y sinceridad, ¿Tienes miedo a que diga algo que no es debido? – dijo mirándome mientras sacudía su ropa– aunque no creas, confió en este hombre, diga lo que diga, me duela lo que duela. Leo, mírame y dime– dijo volteando a verlo otra vez– has matado un hombre hoy, un hombre inocente ¿Estarías arrepentido?

–Solo me arrepentiré de no haberlo disfrutado más, haberle abierto el estómago mientras aún estaba vivo. Sacarle los pulmones y el corazón para que los mirase antes de morir y escuchar sus gritos. Lo mismo que hare contigo en cuanto salga de aquí.

–¿Dónde está la mujer que te regale?

–Ojalá muerta en un callejón, porque la destripare al verla aún con vida.

–Eiric– dijo caminando conmigo a la salida– mientras dure esta locura, mantén a estoy hombres bien, es importante que me informes de los avances. Ya vendrá tiempo de lamentarnos, pero ahora no, quiero que refuerces las murallas, con todo esto estamos muy expuestos a que Sean tome la decisión de atacarnos y estamos en desventajas.

–Si Señor.

–¡ME ESCUCHASTE THION! ¡TE MATARE!

**********************************

Los días comenzaron a pasar lentamente. Mi garganta ardía con tragar, incluso beber agua, mi cuello ya estaba completamente morado junto con colores verdes y negros, mis ojos aún estaban con sangre, pero no era tanto como las personas que habían resultado drogados. Aquella fatídica noche se perdió 135 vidas entre soldados y personas del Reino, pueblerinos, mujeres, niños, ancianos. Los días fueron oscuros, muchos padres habían asesinado a sus familias completas, madres que habían dañado a sus hijos, todo había sido un completo caos y tardaríamos en recuperarnos.

Mientras los días pasaron, comenzamos a ver cambios, el último paso para cerciorarnos que la droga estaba desapareciendo eran los ojos rojos, pero claramente mis ojos tardarían más en sanar y constantemente miraba mi reflejo preguntándome si este fuera el día que Leo volviera a la normalidad.

Día tercero.

Lucas mordió la mano de una mujer cuando lo iba alimentar y dejó su brazo sangrando, necesitó suturas y aprendimos a simplemente no acercarnos a ellos. Desde este día comenzamos a alimentarlos con una cuchara de madera amarrada a una caña.

Día cuarto

Perdimos a 8 soldados sin explicación, simplemente murieron en la noche. Al verlos, sus encías estaban rojas, sangrantes, además habían orinado sangre. No entendíamos si esto les pasaría a todos. Eiric solo nos explicó que talvez algunos soldados eran débiles de salud o la droga tuvo efectos segundarios.

Día quinto

Kurok salió de prisión y se bebió todo un barril de cerveza mientras maldecía a los cuatro vientos. Helina por otro lado fue encerrada en sus aposentos hasta que todo sea seguro. Fadila no había rastros de ella y poco a poco comenzábamos a tomar el control de lo cotidiano. Lucas estaba tranquilo, pero aún le quedaba un poco de hemorragia en su ojo derecho así que lo mantuvimos en observación.

Día sexto

Eiric no duerme, según él ha encontrado una pista muy importante sobre la droga y cosas que habíamos vivido, aun no entendía a lo que se refería ya que no quería divulgar ninguna información hasta que tuviera claro todo. Su investigación estaba dando frutos de apoco y estaba obsesionado con encontrar más evidencias. Me moría de intriga.

–Es extraño verte en esa posición– dijo Laurel mientras observaba a Leo.

–¿Qué te trae por aquí?

–No hables Cathal– dijo volteando a verme recostado en un rincón– ¿Te sientes mejor? – asentí con la cabeza al escucharlo. El lentamente caminó a mi lado– no debes esforzarte, ni buscar algún culpable. Los culpables de todo esto no están aquí.

–Cathal– escuché la voz de Leo, ya no estaba ronco.

Me puse de pie y caminé a mirarlo entre los barrotes.

–Lamento lo que hice, si hubiera podido detenerme yo...

–No te preocupes– lo interrumpí– ¿Cómo te sientes?

–Leo, pequeño Halcón, también estoy aquí.

–Retira lo que has dicho, Laurel.

–Sí, creo que estas mejor. Vine para conocer tu salud y avisarte que llegaron unas cartas, no las puedo mantener mucho tiempo conmigo ¿Necesitas que te las lea?

–Pásamelas y yo las guardaré– dije, pero Laurel me miró con desconfianza.

–Adelante– dijo Leo– Cathal está al tanto.

–¿Puedo verte? – dijo Laurel luego de entregarme las cartas. Sin esperar respuesta estiró su mano y con lentitud tiró de la capucha negra que tapaba el rosto de Leo.

Pude ver como su pelo se levantaba al sacarlo, sus ojos estaban cerrados, sus labios estaban apretados y su respirar comenzó a ser más agitado.

–Aun me siento muy enojado–dijo abriendo los ojos, aun tenia los derrames en especial el ojo derecho que aún se notaba un poco oscuro.

–La cantidad que ingeriste fue mayor a los demás ¿Por qué? O ¿será que solo te afecto más?

–Si quieres escuchar mi opinión– dijo Laurel sonriendo– creo que querían deshacerse de ti, aprovechar que tú también lleves sangre en tus manos, ahora para descubrir quien fue, me pregunto ¿Sabrán quién eres realmente? ¿Te habrán descubierto?

**********************************

Juro que los mataré ¡MATARE A QUIEN ME HIZO ESTO! ¡LOS ANIQUILARE! ¡LOS DESTRIPARE! ¡DESEARAN NUNCA HABERME CONOCIDO!



___________________________________

Dato Curioso: La temible droga Harag no existe, pero si su nombre que significa "IRA" en idioma Húngaro

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro