21.- La Pureza, no es más que un problema
-¿Cómo lo sabes?- pregunté mientras caminaba a un lado de ella. Lands y Marcus nos siguieron de cerca y sabía que escucharían todo.
-El me lo confirmó- contestó mirándome y yo le hice una leve seña para que este consiente que nos escuchaban- Lose Leo pero no quiero problemas.
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Dioses que hermosa expresión que hizo Leo al escucharme, me gustaba verlo serio, frio e indiferente. Sabía perfectamente, que entre los dos jamás se llevarían bien.
-¿Cuál es su intención de contarme esto?
-Te lo acabo de decir, no quiero problemas.
-Sé que él también la desea y mucho antes que yo- dijo bajando su voz.
-La mujer es bastante bonita pero tiene bastante ya que pensar y problemas que solucionar, no creo que ella quiera lidiar con más desacuerdos y peleas absurdas.
-Creo que al final de todo, ella tiene que decidir, pero de todas formas, es una mujer que a pesar que decida a que hombre aceptar, su destino está por escribirse.
-No seas negativo Leo, piensa positivamente. Yo creo que ella ya eligió.
Llegamos a las puertas de mi padre y los guardias de ahí rápidamente abrieron las puertas. En mi interior reía por las palabras que decíamos.
-Mi Rey- dijo Leo bajando su cabeza y con la señal de mi padre entendió su salida- Princesa- agregó despidiéndose. Lands y Marcus esperaron afuera.
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-Leo- dijo Marcus al salir.
Lands se quedó a unos pasos atrás mirándome con seriedad.
-Me disculpo yo no sabía que usted tenia pretendiente, le deseo la bendición de los Dioses.
-¿Estabas escuchando?- Dioses la hipocresía.
-Lo siento no pude no hacerlo, pero créame que nadie podría contra usted.
-No- dije mirando a Lands- claro que no.
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-Padre- dije acercándome a él.
-Preciosa mía, te ves hermosa.
-Gracias, es uno de los que elegiste tú. Dime, ¿A qué se debe mí llamado a tus aposentos?
-Hija mía sabes por qué Sean está aquí ¿No?
-Bien antes de contestarte, me gustaría preguntarte algo.
-Te escucho.
-¿Conoces a algún príncipe que ha abdicado?
-¿Qué ha abdicado?- dijo llevando mano a acariciar su barba- En Oriente hace muchos años el hijo menor de Amurs abdico para poder casarse con una mujer de una tribu el cual se enamoró, pero el Rey no lo permitió asique abdico. Uno de los hijos ilegítimos de Sean también.
-Pero no abdico el título de Príncipe.
-No, eso no. Se dice que también la Reina Dalia tuvo un hijo que también abdico pero no puedo afirmártelo porque al final al parecer fueron puros rumores inventados por los navegantes.
-¿Un hijo? ¿Y cuál es su nombre?
-Te estoy diciendo que es un rumor, ese hijo nunca existió, todos sus hijos están muertos.
-Lamento siempre escuchar eso, me hace imaginar una mujer muy solitaria y frágil- mi padre al escucharme soltó una gran risa burlándose de mí.
-Es porque no conoces a esa mujer, algún día la veras y veras una mujer inquebrantable, es admirable.
-Bueno, antes de que sigas soñando y culpándote porque nunca te casaste con ella, te contesto tu pregunta. Puedo suponer algunas cosas de la venida de Sean, pero Fadila, ¿Dónde está? - pregunté mientras me sentaba al lado de una mesita.
-Sabes que ella se lleva muy bien con Sean y su esposa, agradezco su ausencia para esta oportunidad de hablar estos temas contigo.
-Te escucho padre- mientras conversábamos la mesa se llenó de postres servido por las mujeres de mi padre y en una tacita pequeña nos sirvieron agua de manzanillas. Una flor pequeña y hermosa que crecía en nuestro territorio.
-¿Qué opinas del hijo mayor de Sean?
-Ni sabía su nombre.
-Creo que es August.
-Ya veo porque no se te olvida- Reí aludiendo al difunto Rey de Dalia.
-Oh no me hagas acordar a ella, ¿Estas tratando de cambiar el tema?
-No papá. Son hombres, hombres jóvenes ¿Qué quieres que te diga del hijo de Sean?, lo único que quieren es desposar a una mujer y la riqueza que conlleva todo eso. Y no tuvieron que trabar su lengua para anunciarlo ante todos en la cena. ¿Salir con él a solas?, están locos.
-Debo hablar con los consejeros, y si la verdad esto pone a nuestro reino en una mejor posición tienes que entender que desposarte será una de las mejores opciones.
-Pero padre.
-Tienes que poner de tu parte también, hija yo no te daré tan fácil a una persona poco digna.
-Busca a otro príncipe- dije un poco enojada.
-¿Y dejar mis alianzas rotas con Sean? No- dijo con una voz lamentable.
-Eres más poderoso que él, ¿Por qué tienes que dejar que ese hombre decida mi destino? –
-Es por el Reino.
-Hay Príncipes más destacados, más honorables papá. Hasta los soldados tienen más honor que ellos, ¿Qué hay del General?, ¿No crees que él también puede ser apto? Tiene posición y título, harías una alianza con Liastian, eso tendría más beneficios que Sean.
-No digas tonterías.
-No lo son padre, conozco a Leo, tú lo conoces- dije alzando mi brazo a la puerta, Bony y Clara ya se le salían los ojos- sabes cómo es, y estaría aquí bajo tu mando y no tendría que irme a una tierra que apenas conozco- note que mientras mis palabras salían fluidamente, mi padre se ponía a pensar agarrándose una y otra vez la barba que caía sobre su pecho- Liastian tiene buenas tierras muy superior a todos los demás reinos, puedes llegar a un buen acuerdo con la Reina Dalia. Ella ya ha hecho tratos como estos y lo sabes.
-Helina- dijo un poco enojado- los soldados no se desposan.
-No se desposan obligados pero ¿Y si le preguntamos y accede?, tú mismo me contaste un día los beneficios que sería si uno de sus soldados se casara con la realeza.
-¿Has leído los pergaminos?
-Si padre y sabes que tengo razón.
-Si fuera así ¿En cuánto tiempo quedaras viuda?, son soldados. Además es muy difícil que Dalia acceda.
-No, no son solo soldados. Es tu mejor soldado, General de Cretos, tu mano derecha e incluso le has dicho hijo a veces y no lo niegues porque lo he escuchado.
-Helina.
-No puedo creer que no hayas visto todas las opciones.
-Helina, esto solo es una opción y suposición ¿Cierto?- dijo mirándome seriamente y acentuando cada palabra.
Todo quedo en silencio y mi garganta se apretó tanto que no salían mis palabras, los ojos de mi padre me crucificaron ahí mismo.
-¡Helina!
Trague saliva lentamente y por fin dije.
-Sí, claro que sí.
-Eres muy inteligente puede que tengas razón pero no me quedare con dudas.
Mi Padre me miró un buen tiempo como si me analiza, me sentía observada que casi no podía tragar con normalidad, luego de un rato alzo su vista a sus guardias y dijo.
-Tráiganme a Leo por favor.
-Padre, no hagas algo tonto.
¡Mierda! Mi interior blasfemaba a los cuatro vientos, ¡En que mierda me había metido!, ahora como me saldría de esto. Papa había leído completamente mi expresión corporal, ¿Qué haría ahora? ¿Quién me mataría primero, mi padre o Leo?, el suicidio es la mejor opción ¡llévenme los dioses!
Leo desafortunadamente no tardó en llegar, voltee a verlo cuando entro y me miro por pocos segundos. Mordí mi lengua con mis dientes y respire profundo guardando la calma que seguramente no era tranquilidad.
-Mi Rey- dijo bajando la cabeza.
-Ven aquí necesito probar algo- dijo mi padre con una calma pero sus ojos abiertos podía decir que no era así.
Cuando Leo estuvo al alcance de mi Padre, se miraron unos segundos. Padre le sonrió solo para golpearlo entre las piernas con su mano empuñada. Leo cayo de rodillas con rapidez y un quejido silencioso salió de él mientras apretaba los dientes apoyando su mano derecha en el suelo junto con su frente y la otra mano llevándola a su entre pierna. No se lo esperaba.
Mis doncellas se asustaron y gritaron suavemente tapándose la boca. Comprendí rápidamente lo que papa quería, observar mi reacción.
-Levántate- le ordenó, pero Leo no pudo obedecer con rapidez.
-Mi Rey- Lentamente se puso de pie y se mantuvo encorvado apretando su estómago bajo.
-¿Enserio?- dije-¿Qué hombre se pone de pie con un golpe así?
-Cállate- dijo mi Padre seriamente- Mírame- le ordenó.
-Si quieres que sienta empatía o favoritismo con tu soldado, estás mal padre.
-Tú provocaste esto.
-Golpéalo entonces pero creo que- dije poniéndome de pie y acercándome a ellos- Hay que tomar las cosas con seriedad y el General puede perder tu confianza, nuestra confianza por asumir algo que no es.
Mi padre nos dio la espalda en busca de un vaso de vino y voltee a mirar a Leo, el miraba atentamente al Rey y por unos segundos me miro mientras apretaba los músculos de sus mejillas, sin duda no entendía nada y se veía molesto.
Al fondo de la habitación mi padre volteo a vernos e hizo una señal con su mano que no entendimos nada.
-Ubícate a su lado- me ordenó.
Camine mirando al suelo y llegue al lado de Leo y voltee nuevamente a mirar a mi padre.
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Mi cabeza rodará.
Podía sentir el calor de Helina en mi brazo, estaba tan cerca y al frente del Rey ¿Pero qué Mierda dijo ella para que el Rey se pusiera así conmigo?, ¿Sabrá todo?
-¿Lo quieres?- dijo dando pasos a nosotros lentamente- ¿Lo querrías?
¿Es una prueba?, este es el amor más corto y único que he vivido y morir por el ¿enserio? Sin haber hecho nada.
-Si- contesto ella. La mire sorprendido, pero que agallas.
-¿Y tú?, ¿Hablaras algo?
-Mi Rey, discúlpeme pero no entiendo sus palabras- dije bajando un poco mi rostro molesto- y tampoco sus actos, si me pudiera explicar si he cometido algún error o faltado a su autoridad, comprendería un poco lo que está pasando aquí.
-¿Y has cometido algún error?
-No Señor- miento.
-Por lo que tengo entendido, ustedes los soldados no se pueden desposar, ¿Es correcto?
-Si Señor
-Pero si tú lo desearas, ¿Lo harías?
-Tendría que informar a la Reina Dalia, sobre mis intenciones, claramente deberé pagar un precio por bajar el rango de soldado, ya que un soldado desposado seria débil en batalla y generalmente mueren en ella. Además de mandar una carta y obtener el apruebo de la Reina. Sí, si podría desposarme si así yo lo quisiera.
-Mi Rey- dijo un guardia entrando a la habitación- lamento interrumpir, los consejeros lo esperan en el salón.
-Lo había olvidado. Bien- dijo asintiendo- Leo- se acercó rápidamente a mí y me miró- toma a las mujeres que te doy. Así, no tengo en mi cabeza que buscas en otros lugares la carne- se marchó con rapidez y de un momento a otro todo quedo en silencio.
-Leo- dijo ella y la detuve levantando la mano- lo siento- agrego bajando la voz.
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Leo se veía perplejo, sus ojos se movían mirando el suelo como si aún no tragara todo lo que había sucedido, con una sola mano me silencio. Era completamente culpable por no haber detenido mi lengua en pensar solo en mí. Mi padre había sido tan impredecible que ni con el fin de la conversación comprendí la conclusión de todo esto.
-Hay que hablar- dijo levantando su rostro y mirándome con seriedad- pero no aquí y no ahora- bajo su rostro aun como si pensara en algo y sin mirarme camino a la salida sin nada más que decir.
-Princesa- dijo Clara acercándome.
-He cometido un grave error.
-Me pareció que el Rey intento imaginarlos juntos cuando le pidió ubicarse al lado del General- dijo Bony.
-No, dudo que padre pensara de esa forma, la verdad no sé lo que pasa en la cabeza de papá.
Más tarde ese mismo día, Leo estuvo bastante ocupado y no podía encontrarlo, sus comandantes tampoco estaban, había visto a Cathal solo caminando por los portales. Sin duda alguna ahora con la familia real de Sean, todo se había complicado para todos.
-No quiero encontrarme con el hijo de Sean, vamos- dije apurando mi paso.
-Bony- dijo Clara alzando un poco la voz.
Voltee a verla mientras sutilmente observaba mí alrededor. Lands y Marcus se detuvieron sin decir nada.
-¿Qué haces Bony?- pregunté mientras la vi con la oreja pegada a la puerta que conectaba al edificio de las sirvientas.
-Shh- me hizo callar.
-¿Perdón?
-Princesa, discúlpeme -dijo bajando la cabeza mientras sonreía- mande a seguir a la morena como me ordenó y está aquí ahora- susurró en voz baja- estuvo recién con las ancianas.
-Soldados, quédense aquí- dije y camine hacia donde estaban ya mis dos doncellas.
Sin pensar pegue mi oído a la pared y nos miramos mientras sonreíamos.
-No puedo creer que me hagas hacer esto- dije y reímos en silencio.
-Las ancianas pueden ser muy bruscas- dijo una mujer.
-Entonces, bienvenida al mundo de las concubinas.
-Nada de eso- dijo la morena.
-¿Qué?, ¿Aun nada?- se escucharon varias voces, no estaba segura cuantas habían ahí.
-¿Pero has probado darte un baño con él?
-Sírvele vino antes.
-He probado muchas cosas- dijo Charlotte- lo he tenido en mi boca pero no reacciona ¿Estaré haciendo algo mal? ¿No lo entiendo?
-Prueba con tus senos.
-¿Estaban hablando de Leo?- dije y con mis manos encerré mi oído para escuchar mejor.
-Yo estuve con él, y te digo que te tomara solo si él quiere
-Princesa- dijo Clara- no le hace bien saber lo que hacen esas mujeres.
-Lose, pero quiero saber. Lo que le dijo mi padre quizás tiene algo que ver con esto.
-¿Y cuándo?, la otra vez en el barco, la noche de la fiesta llego a sus aposentos, se desnudó y creí que me tomaría, y solo me miro me dio unas palmadas en la mejilla y se fue a dormir- la risa lleno rápidamente el lugar y junto con las burlas de estas mujeres se escuchaba a la morena reclamar- me trató como a una niña chica.
-Oh Charlotte, pequeña- dijo una de ellas entre risas- las que hemos tenido la oportunidad de servirle al General sabemos que nos presentamos solo cuando él nos llama, y si te presentas con él una noche, al término tienes que irte si él no te lo pide, sino, a la primera hora de la mañana tienes que estar fuera, no es de esos hombres que dormirá toda la noche a tu lado, somos sirvientas y él lo tiene más que claro, asique no esperes algo mas.
-Sí, tienes toda la razón, somos nosotras las que pedimos a veces más de lo que él quiere darnos y si él no se ha pronunciado contigo, simplemente no quiere estar contigo. Incluso puede llamarnos a una de nosotras y aun así no querer que estés o seas participe.
-Ya quisieran, pero yo soy el regalo que le dio el mismo Rey.
-A mí nunca me ha llamado- entre las separaciones de la puerta pude verla ya que estaba bastante cerca. Era una mujer de pelo castaño pero corto como los varones. Aun así, se veía femenina- siempre llama a las mismas, no acepta muchos los cambios.
-Solo le gustamos.
-Como hablas con esa confianza, él no sabe. No ha estado conmigo pero de seguro también puedo hacerlo sentir muy bien, o eso me dicen sus comandantes, también eh estado con ellos.
-Sí.
-Bien Charlotte, entonces no te sorprendas si te toma o simplemente no lo hace- rio una a carcajadas.
-Ven porque padre dijo lo que dijo- dije separándome de la puerta mientras pensaba en todo lo escuchado.
-¿Le dirá?
-¿Qué?
-¿Al General lo que escucho?
-Talvez. Si él no toma a una mujer, las ancianas hablaran, mi Padre sabrá y creerá que la virilidad de Leo comenzara a decaer ¿Crees que mi padre no se preocupa que en cada cintura de sus soldados haya una mujer? Además lo que yo le dije a él, con mayor razón estará pendiente de Leo- dije pasando mi mano en mi rostro.
-Pensé en usted y sus sentimientos. Perdone mi falta de razonamiento.
-Sí, siempre hay que pensar más allá de las simples cosas- dije mientras subía las escaleras. Ella es pura.
-¿Quién?
-La morena, es por eso que las ancianas estarán aún más pendientes ya que saben cuándo una ya no lo es. Esto es un problema.
Llegue al segundo piso cuando lo vi aproximándose a mí con Cathal y Eiric.
-Leo ¿Podemos hablar?
-Princesa- dijo bajando su cabeza pero bajo rápidamente las escaleras.
-Lo siento, su Alteza llamó- dijo Cathal y siguió su camino.
-¿Otra vez?
Después de eso, no lo vi en dos días, padre lo mantenía bastante ocupado y no solo a él, sino a los comandantes también. Salían temprano a entrenamiento y a medio día ya estaban con mi padre en su salón, Sean no se había visto mucho con Thion asique yo me las tenía que arreglar para no aceptar reuniones donde mi padre no esté presente y en especial reuniones que solo estaría el Príncipe y yo organizados por Sean.
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-Es imposible mandar a los soldados al Este.
-Sean puede tomarlo a mal- dijo Cathal.
-Discúlpenme pero ustedes no saben en qué condiciones están esas aldeas- dijo uno de los consejeros del Rey.
-Es importante que los soldados vayan y resguarden, muchas de nuestras tierras campesinas han sido saqueadas, en especial las que están para el Este.
-¿Sería conveniente ir en estos tiempo?
-Mi Rey escúcheme, si mandamos a los soldados a cuidar esas tierras tendremos más gente para las festividades que vienen en las próximas lunas- dijo Loreas.
-Laurel- dijo el Rey- ¿Qué opinas?
-Mi Rey, he conversado esto con el General y a pesar que Loreas tiene razón. Con el número de gente que podemos reunir para esos días festivos creo que hay que tomar en cuenta también la visita de Sean, sabemos sus intenciones pero no podemos estar seguros que el no aprovechara la baja de soldados y haga una guerra aquí.
-Mi Rey creo que no deberíamos arriesgarnos. La gente de la aldea lo más probable es que no sobrevivan a los inviernos y a medida que pase el tiempo ellos mismo se acercaran a la capital. Llegaran los días festivos y la gente que llego a resguardarse por el invierno sumara para esos días. Además estamos con los brazos cruzados, Sean es un aliado poderoso y puede ser también un enemigo bastante fuerte.
-Me impresiona lo dices Leo, ustedes son lo mejor de los soldados en generaciones y no van a ver soldados en mucho tiempo más, porque todos están aquí. Aun así ¿Temes que podamos perder en una guerra al interior de nuestras murallas contra Sean?
-Mi Rey, es una opción que siempre tiene que tener en cuenta. Si usted me pregunta si la alianza con ellos es falsa, lo es y tarde o temprano habrá una guerra con ellos. No temo que podamos perder ante ellos sino las vidas que se perderán serán muchas.
-Bien, mientras estés tú para dirigir todo mi ejército no me debería preocupar- dijo poniéndose de pie- No se enviara soldados este año, nos concentraremos en los días venideros en la misma capital. Cathal, encárgate de tener provisiones.
-Si mi Rey.
-Leo, que se refuercen los turnos, en la noche quiero que los comandantes también vigilen.
-Si mi Rey.
Después de una extensa reunión agotadora el Rey por llego a su fin, en parte aun sentía que me castigaba por algo que no había sido participe pero hablaba normalmente como siempre lo había hecho conmigo.
-Leo, quédate un momento- dijo el Rey mientras todos comenzaban a salir.
-¿Necesita que lo acompañe a algún lado?
-No, ya es tarde y debes estar cansado, solo quería saber cómo estabas. No quería que estés resentido conmigo.
-No Thion, fue un poco incómodo, para mí fue un malentendido, pero usted mi Rey tuvo sus razones. En un futuro rogaría que no me usara solo para probar algo, pregúnteme y le contestaré con sinceridad.
-¿Por qué esta vez tu opinión de Sean ha cambiado?, mi alianza ha estado por años con ellos, fuimos de visita a sus reinos con tus comandantes ¿Qué es distinto ahora?
-Solamente es un sentimiento, no me siento seguro con ellos. Puedo creer que algo están tramando y lamento decirle que nuestra Reina puede estar involucrada.
-¿Qué?, ¿Qué estás diciendo?
-Estoy al tanto de las palabras que le diré y si me equivoco que los dioses me castiguen, pero cuando usted está en sus aposentos Fadila se ha reunido bastante con ellos al aire libre. Mis soldados no han podido decirme nada aun, pero estoy inseguro y preocupado.
-Veo, que los estas vigilando muy bien. Te lo agradezco, sigue así, si mi querida esposa está planeando algo con ellos hay que descubrirlo y será castigada. Hay que juntar pruebas.
-Le estaré informando- dije bajando mi rostro.
-No te vayas aun, quería hacerte una pregunta.
-Lo escucho mi Rey.
¿Quieres a mi hija?- preguntó mientras se ponía de pie desde su asiento.
-La quiero- dije mientras lo miraba- la quiero como todos aquí quieren a la Princesa. Es una mujer hermosa y con un gran corazón, creo que tonto seria aquel que no opinara lo mismo.
-Si tomo la decisión de que se case con August, temo no volver a verla nunca más.
-Mi Rey, no puedo ayudarlo con su decisión, porque esa decisión solo la puede tomar usted, pero puedo ayudarle diciendo que el tiempo siempre demuestra la verdadera cara de las cosa. Usted ha criado con amor y con respeto a su hija aunque no es verdaderamente su hija, mínimo su futuro esposo deberá tratarla como se merece.
-Estoy de acuerdo, el Príncipe no la merece.
-El príncipe August tiene una extraña manera de pensar sobre las mujeres.
-Que me recomiendas.
-Que espere, que observe y oiga. El tiempo le dará su decisión.
-Bien, ve a descansar Leo. Tengo unas cartas que escribir.
-Que tenga un buen descanso – dije marchándome. Con ese nudo en la garganta de querer decir lo que sentía pero no tenía esa opción.
Levante mi mirada y supe que fuera me esperaban mis comandantes, se podían observar sus siluetas detrás de la puerta.
-Evita asumir que la gente está muerta.
-Oh Cathal hay que ser realistas- dije sin detenerme.
-Pero podías haber decidido enviar un grupo pequeño.
-¿Mientras nosotros aquí nos matamos?
-¿Cómo estas tan seguro?, Sean no ha mostrado nada- dijo Cathal bajando la voz.
-No discutan por tonteras, ya se tomó una decisión- dijo Eiric que también había participado nuevamente como mi mano derecha- comamos algo y vamos a dormir.
-Kurok y Thiao le toca la primera vigilancia. Eric.
-Te estoy escuchando.
-No harás vigilancia hasta que estés bien de tus dos manos.
-Bien, eso hay que agradecer.
-Leo no es posible que me vuelvas a poner en el turno de Thiao.
-Oye, no soy tan aburrido Kurok-reclamó mientras lo empujaba por la escalera.
-Dioses hasta Eric se dormiría contigo.
-¿Te esperan?- dijo Cathal que seguía con el ceño fruncido- ¿Necesitas que te cubramos?
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Pude haberme ido rápidamente a mis aposentos pero tome el camino más largo y escapando de mis soldados gracias a Bony y Clara me vine caminando a las escaleras que topaban con los aposentos de Leo.
-Princesa tomará un resfrió si se queda más tarde- dijo Clara alcanzándome.
-Vete, yo iré enseguida.
-Pero...
-Es una orden- dije mientras me apoyaba en el barandal del balcón. No sé por qué aun lo esperaba, estaba en su piso, a pasos de sus aposentos y quería verlo no aguantaba ya más días.
-La esperaré en su escalera.
Permanecí allí un momento, todo se había oscurecido y las antorchas comenzaron a prenderse y fuera del castillo, en el Reino también se veían como pequeños puntos como las hormigas comenzaban a dar la bienvenida a esta cálida noche. Mire al primer piso y el portal se veía ya con bastante luz junto con la escalera. Pronto vi a Leo que caminaba hacia aquí. Pude sentir los latidos de mi corazón, los bellos de mis brazos se levantaron y una gran ansiedad invadió mi ser. Te aproximas a mí y yo te anhelo.
Leo al estar más al alcance alzo la mirada hacia arriba y noto rápidamente que yo lo observaba desde las alturas, para luego perderse en el primer piso. Supuse que subiría las escaleras y pronto lo tendría al frente mío. Nerviosa le di la espalda esperando su anhelada llegada y aguardé.
-Ven a mí- me susurré y a los pocos minutos sentí su presencia. Sin sacar mis ojos de la hermosa luna él se acercó y apoyo su frente en mi pelo.
-Hey- dije volteando a mirarlo- ¿Estas aun molesto? Quería pedirte disculpas.
Al escucharme su sonrisa se fue rápidamente y miro el suelo mientras soltaba el aire de sus pulmones con rapidez.
-¿Qué fue lo que dijiste exactamente?
-Solo hablamos de desposarme con el hijo de Sean, yo mencione el honor de los soldados, el tuyo y mientras más hablaba- dije sin mirarlo- le comente sobre la idea de...
-Helina- dijo con voz ronca.
-Lo siento.
-¿Acaso lo que le dije en el barco fue en vano?
-No Leo.
-Mi cabeza rodara, es mi vida la que está en riesgo.
-Lose, lose y lo he lamentado todos estos días. Lo siento ¿Papá te ha regañado?
El no dijo nada, bajo un momento su rostro para luego mirarme más relajado.
-Solo tenga más cuidado.
-Lo siento de verdad. Comprendería si después de esto tú no quieras seguir con lo nuestro.
-Ven- agarro mi mano y mirando disimuladamente a su alrededor, me llevo donde la luz de la luna no alcanzaba a iluminar- ¿Puedes disculparme?
-¿Sobre q...?- no alcance a terminar cuando él solo tomo mi rostro con su mano derecha y me beso acorralándome.
Respondí a él y esta vez comprendí que nuestros besos cada vez se hacían más expertos, más acomodados y coordinados. Nos deseábamos cada vez más.
Luego de un rato nos detuvimos agitados mientras juntamos nuestras frentes.
-Deseaba de ti- dijo incorporándose.
-Y yo- dije y me acerque brusca y rápida y volví a tomar sus labios. Él era respetuoso su cuerpo no se apegaba al mío, solo podía tocar sus manos, su rostro y el respetaba eso. Pero no yo.
Puse mi mano en su nuca y apretándolo a mí, lo hice caminar hasta que mi espalda toco la pared sentí la incontrolable necesidad de tocarlo y sentirlo. Cada parte de mi cuerpo estaba sensible, con cada rose, el mínimo rose yo deseaba más.
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Sabía perfectamente que mientras más la besaba o nos besábamos, más nos poseíamos, más caliente se hacia el ambiente y solo porque era ella, debía controlar mis acciones. Poco tiempo llevábamos en esta extraña relación y ya habíamos tenido miedo a ser descubiertos, pero éramos codiciosos en forma carnal del uno al otro y lo sabíamos perfectamente.
Mientras la besaba en un momento a otro pude sentir su mano que tocó mi entrepierna y me sobresalté asombrado.
-Princesa- dije mirándola. Ella solo se tapó su boca con ambas manos y me miro riéndose.
-¡Ay! Dioses- dijo tapando su rostro y caminando al balcón.
-Sí, eso debería decirlo yo.
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¡Qué vergüenza! Lo había hecho sin pensar, pero solo había sido una idea de un segundo y mi mano ya había estado en él.
-Lo siento- se me ocurrió decirle sin voltear a verle.
-Lo haces sin pensar y después te sorprendes de tus propias acciones- dijo soltando una risita muy cautivadora y lo mire- oh ya lose.
-¿Qué?
-Si querías ver si estaba bien después de que tu padre me haya golpeado. Podrías haberme preguntado- dijo con una sonrisa forzosa.
-No, no era, yo solo, perdóname. Sé que debo ir despacio, pero tú has probado mujer yo no he probado hombre y a veces yo...
-Si, por lo mismo, no lo vuelvas a hacer. Si para ti es difícil imagíname a mí- su rostro estaba sonrojado y se demoraba en buscar las palabras.
-Creo que esto está mal.
-¿Qué está mal?
-Estar todo el día pensando en si podré verte y cuando nos vemos tenemos que tener cuidado de que las cosas no vayan muy rápido. Quiero que vaya todo lento pero es difícil si a penas te veo, además papá tiene razón.
-Asumo mi responsabilidad, lo lamento- dijo dándome un beso en la frente, mi nariz rápidamente e impregno en su fragancia y otra vez un escalofríos recorrió mi cuerpo- ¿Qué es lo que dijo el Rey?
-Leo, te han dado un bello obsequio y tu obsequio se queja bastante- dije ignorando su pregunta.
-¿Obsequio?
-¿Por qué mi padre te advirtió tomar a una mujer?
-Princesa, ese tema no lo hablaré contigo.
-¿Por qué no?, ¿Crees que me molesta? Todo lo contrario, puedo hablar con la anciana mayor y ella puede interceder en su revisiones y decirle a mi padre que tu si te esfuerzas en cumplir con lo que él te pidió.
-Bien, hazlo entonces, pero al entérame de Lands me sentí molesto, ¿Por qué no es igual a ti con Charlotte?
-Porque sé que no tienes opciones. Debo asumir que ella te está esperando en este momento- dije mirándolo a los ojos, el solo apretó un poco sus labios y corrió la mirada asumiendo tan evidente hecho.
-¿Y quieres que yo vaya?- volvió a mirarme.
-Claro que no- dije. ¿Quién quería?, la reacción de toda persona debe ser como él dice, molestia pero yo, ¿Tengo que actuar como si no supiera realmente lo que mi Padre le pidió?- mira solo hazlo, yo no me enojaré.
-Helina, no lo hago porque temo a tu enojo- susurro- ¿De cuándo qué sabes?
-De hoy en la mañana, pero Leo, tú tienes un deber, lastimosamente la mujer es pura y por eso todos están inquietos y perdiendo la cabeza. Tu Virilidad está en juego. Aprovecha y vete. Tu mano debe sanar y eso te ayudara bastante.
-Helina, no vine con esa intención hacia ti, no quise besarte solo para que aun estés a mi lado.
-Lose Leo, ¿Tú crees que yo no estoy de la misma forma que tú?- dije acercándome a él y acariciando su rostro- pero es algo que debes hacer, yo me encargo después.
El solo suspiro y miro a un lado, ¿Qué más podía hacer?
-Tomaras a esa mujer y pensaras en mí.
-No deseo a otra mujer.
-Lose y yo tampoco, pero yo no puedo darte aun lo que quieres de mí y tampoco puedo tomar lo que yo quiero de ti.
-No es lo único que quiero.
-Lose, Leo. Jamás te pediré fidelidad mientras yo no pueda darte lo que cualquier mujer como ella puede.
-Escúchame algo. No te interpongas en mis propias decisiones sobre este tema, no tienes que preocuparte.
-Lo hago y no porque hoy estamos juntos, sino porque ella está entre nosotros.
-¿Quieres que me deshaga de ella?
-No, enfadaría mucho a mi padre. Solo piénsalo, todo lo que te he dicho tómalo como un consejo de tu amiga la Princesa y no de...
-¿Mi mujer?
-Tu mujer...- repetí asumiendo realmente esa poderosa palabra. Mientras sonreí sin dejar de mirarle.
-Bien, déjeme acompañarla a sus aposentos.
-Puedo ir sola.
-Con su futuro esposo rondando, no te dejaré.
-Tratare de verte más seguido. Ancio poder ir a los pastizales contigo como lo hacíamos antes.
-¿Después de lo que le dijo al Rey?, dudo que pueda acompañarla.
-No volveré a mencionarte, no quiero que tengas problemas por mi culpa.
-Me parece bien.
Leo me acompaño a la escalera mientras cogió mi mano y sin dejar de hacerme cariño guardo silencio. Ni siquiera pregunto dónde estaban mis mujeres y soldados. Supongo yo que no quería arruinar el momento que era tan poco, y tan de nosotros.
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-Buenas noches- dijo mirándome. Detrás de ella estaba una de sus mujeres esperándola y nos miraba desde la oscuridad.
-Buenas noches- dije tomando sus manos y dándole un beso- descansa.
-Igual tú.
Me quede un momento ahí mientras ella desaparecía en la escalera y me sentí triste. Pensé en ella camino a mis aposentos, ¿Cuándo podrían cambiar las cosas?, ¿Seremos siempre así amantes en la oscuridad?
Por otro lado claro que la entendía, no quería estar con la morena porque no me nacía, en mi mente rondaba constantemente Helina. Tomar a otra mujer era como traicionar mis propia mente, mis propios deseos, pero si Helina estaba en lo correcto...
-Talvez, solo talvez si la morena dejara de ser pura podría liberarme de ella- dije en voz baja a pasos de mi puerta.
Al entrar a mis aposentos, como era de esperar, la morena estaba allí otra vez.
-¿Otra vez?- solo una vez.
-¿Necesita que le ayude en algo?
-No- Si pensaba en las palabras de Helina, me costaba mucho creer que no se molestaría si tomara a otra mujer- prepárame un baño rápido- proseguí sacándome toda armadura. Por un momento recordé su mano en mí y una gran punzada en mi pecho me hizo respirar profundamente tratando de controlar mis deseos.
-Si General.
-¿General?- dijo una mujer tocando la puerta.
-Entra.
-Su ropa para mañana- dijo una de mis sirvientas- ¿Desea que le ayude en su baño?
-No gracias, para eso la tengo a ella.
-Como usted ordene General- dijo bajando la cabeza y mirando a Charlotte mientras dibujaba una gran sonrisa en su rostro
-Sal de aquí.
-Si Señor- dijo cerrando la puerta.
-¿Qué sabes de mí?- dije entrando al telar y topándome rápidamente con ella de frente.
-Mi Señor, el agua aún está muy fría todavía.
-No me importa el agua- desabroche mi pantalón y quede solo con la ropa de arriba.
-Sé que es el General de...
-¿Quién no sabe eso?
-Si es verdad, pues hay rumores que esta con una de las sirvientas de la Princesa.
-¿Si?
-¿Es cierto?
-Hábleme de lo que dicen las otras concubinas de mi- dije ignorándola.
-Se, que no toma mujer si realmente no lo quiere.
-¿Estuviese conversando con las demás?- dije desnudándome y acercándome a ella. Podía ver en sus ojos su nerviosismo, mordía constantemente sus labios inquietos y buscaba mi boca.
-Solo me dijeron que no pierda la esperanza con usted. Yo sé que es un hombre muy deseado, no solo por... por nosotras sino por el pueblo- dijo a centímetros de mí pero voltee- Yo no puedo creer lo que vi la otra vez aquí.
-Puedes creer lo que quieras asique te escucho- dije entrando al agua.
Ella siguió hablando sobre la opinión de las demás hacia mí, no era algo que no sabía pero en parte quería escuchar su voz y no pensar en la Princesa y sus palabras.
-¿Quiere que lo acompañe?
-No.
-¿De cuando no ha solicitado mujer?
-Esa información me la guardare para mí- varias lunas pensé mientras me sumergía dentro del agua y me mantuve ahí un momento.
Sabía que ella aún estaba hablando, el sonido de su voz se escuchaba debajo del agua pero no entendía que decía, yo solo quería escuchar mis propios pensamientos.
No había pensado con seriedad la posibilidad de poder tener la mano de Helina y que ella sea mi esposa, sería muy difícil que mi madre aceptara tal petición viniendo de Thion, pero ¿y si venia de mí? ¿Qué causaría todo esto? Si desposarla fuera una opción, eso significaría ser Rey y era lo que menos quería en este momento, por otro lado no podría seguir escondiendo mi propia sangre si así lo fuera, Dalia, mi madre tendría la obligación de anunciar mi título por lo tanto tampoco podría ser el títere de Thion como el dio a entender, es más, mi madre obtendría más poder, poder que se heredaría después.
Helina, esto no sería posible. Yo aún no la amaba, no sentía que este lazo fuera más fuerte, pero si cada vez que la veía mi corazón latía velozmente y todo de ella me gustaba. Su boca, su pelo, sus manos, su sonrisa. Contemplarla día a día era un regalo y todos estos días sin poder verla había crecido más mis ganas de estar con ella. Ahora imaginarme todo esto, las preguntas de Thion y creer que algún día podré verla noche tras noche o al despertar verla solo a ella durmiendo a mi lado, yo....
Salí con rapidez del agua dejando entrar un buen poco de aire a mis pulmones y apoye mis manos en el bode jadeando con rapidez.
-¿Todo bien?
-Si- en este preciso minuto había comprendido algo. ¿Estaré enamorándome de ella?
-Usted General es muy misterioso, ¿Puedo saber algún día lo que piensa?
-Ni siquiera podrías comprender todo lo que pienso- dije caminando a la escalera de la bañera.
-Podría intentar- dijo mientras me entregaba una manta para secarme.
Camine a mi cama dejando la manta sobre mi hombro y medite sobre las palabras de Helina, solo para cerrar los ojos y desear tranquilidad mental. Charlotte me siguió en silencio y se puso a unos pasos de mí.
-¿Tienes miedo?
-¿A usted?
-No, al acto – dije observándola sobre mi hombro sin voltearme. Ella me miraba detenidamente como las gotas de agua aun caían por mi espalda y piernas.
-No espero nada, creo saber qué debo hacer.
-Una cosa es saber que hacer- dije volteándome a mirarla- y otra es saber que te van a hacer. El cuerpo del hombre ya lo conoces- dije acercándome a ella- ¿Pero te conoces tú? Una mujer debe saber cuáles son los placeres de su propio cuerpo. Conoces mi cuerpo pero tampoco sabes lo que se siente tener a un hombre dentro.
-General yo...
- Esto- la tomé de la cintura y acercándola a mí. Pude sentir el calor de su piel sobre la mía- no será grato para ti ¿Lo sabes?- dije agarrándole el mentón y la mire detenidamente.
-Si General. Solo dígame que hacer- dijo agitada.
-¿No que las ancianas te enseñaron que hacer? Mójalo–Ella tomo de mí tímidamente y a pesar de su falta de experiencia podía decir que las ancianas le habían enseñado bien. Aun así yo solo le había ordenado algo y lo estaba haciendo. Mientras pase la manta por todo mi cabeza revoloteándolo y dejándolo esparcido.
-Bien- dije apartándola. Tire la manda a un lado y la volteé para no verle su cara, la verdad, eso hacía con todas. Luego la lleve a la cama, ella más de una vez busco mi boca, pero yo nunca había hecho esto con besos, por lo tanto negué que ella decidiera lo que íbamos a hacer.
Ella apoyó su cuerpo en sus rodillas y manos, permaneció en silencio mientras subí sus telas y la desnude. Tenía un hermoso trasero y la línea de su espalda hacia una cintura delgada con caderas anchas
-No suelo hacer esto pero te daré un consejo- dije mientras mi miembro acariciaba su sexo- si te tensas dolerá más, procura mantenerte relajada.
Ella sudaba y podía notar que igual estaba excitada pero con bastante miedo. Escondió su rostro entre sus brazos y encorvó la espalda. Fue entonces que me introduje en ella. Todas tienen la misma reacción, dolor, y un sonido como un grito silencioso aguantando todo incluso la vergüenza.
-Deténgase un poco - me dijo mientras con una mano trato de hacer una separación o empujar mis muslos más atrás.
-No, ¿No querías esto?- dije y seguí empujando hasta llegar a su fin- Relájate- dije entre dientes- me has seguido, me has tocado sin permiso, me has celado como si fuera tu propiedad y después de todo ahora ¿Quieres que me aparta?
-Lo siento- dijo con palabras cortadas.
-Ahora cállate.
El calor que se siente y lo húmedo, lo extrañaba. Dioses.
Tome su cabellera con una mano y con la otra la cintura. Me olvide que era la primera vez de esta mujer y solo me deje llevar como siempre lo hacía. Ella ya no hacia sonidos de dolor, aun así difícil que encuentre grato los primeros encuentros, ¿Por qué el cuerpo de las mujeres tienen que ser así?
La próxima, serás tú Helina.
¿Podía imaginarme con ella?, no podía asumir estar enamorado de ella, pero si solo sus besos podían calentar todo el ambiente, imaginarme poder tenerla así. De seguro acabaría todo antes de tocarla. Con ella, todo era distinto, todo era nuevo, todo era poco cotidiano y estaba aburrido de lo cotidiano, de lo fácil, del sexo sin besos, quería nuevas experiencias, quería darle una oportunidad al amor y que realmente me naciera el disfrute de ambos.
Dato Curioso: Cathal es pequeño solo mide 1.50, en cambio Thiao que es el mas grande mide 1.87
Próximo Capitulo: 22.- Quiero Protegerte
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